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EL ESTADO PROFUNDO. EL GOBIERNO EN LAS SOMBRAS.
Marcelo Javier de los Reyes*
Detrás del ostensible gobierno se sienta entronizado,
un gobierno invisible que no debe lealtad,
y no reconoce ninguna responsabilidad hacia la gente.
Destruir este gobierno invisible, frustrar la alianza impía entre
los negocios corruptos y la política corrupta
es la primera tarea de los estadistas de hoy.
Theodore Roosevelt (1858 – 1919)
Introducción
Mi querido amigo Agustín Saavedra Weise publicó un artículo titulado “Los gnomos de Zurich y el orden mundial”[1], en el que retoma el tema de otro artículo que había publicado en 2011.
En su escrito, Saavedra Weise nos señala que quien se refirió a los “Gnomos de Zurich” fue el ex primer ministro británico Harold Wilson en los años 50 del siglo XX y, del mismo modo, nos informa que estos “gnomos” no existen solo en esa ciudad suiza sino que están en muchas otras, en las principales urbes. Agregaría que en muchos países podemos encontrar estos grupos de poder integrados por líderes políticos, ejecutivos de grandes empresas transnacionales y otros hombres influyentes que actúan en las sombras, silenciosamente, y que manejan los destinos de un país, de una región e incluso del mundo “como si el planeta y sus inmensos recursos le perteneciera”[2].
Debo confesar que desconocía este nombre para ese grupo de poder que yo conozco con otra denominación: el Estado Profundo.
Referirse a los “gnomos de Zurich” o al “Estado Profundo” requiere hablar del “poder” y de la forma en que este se ejerce.
Las decisiones políticas a nivel gubernamental no siempre son públicas o transparentes ni obedecen a los objetivos que se expresan. Por eso se habla de los arcanii imperii, los “secretos del poder” y de los “juegos de poder”, tanto a escala nacional como internacional.
Todas aquellas voluntades que no forman parte de un gobierno ni pertenecen al círculo cercano de un jefe de Estado pero que ejercen una influencia más o menos directa sobre decisiones del poder ejecutivo —y que orientan esas decisiones hacia una u otra orientación— las denominamos factores determinantes de la política, es decir, aquellos que influyen sobre la toma de decisión.
En el marco del “juego de poder”, diversas voluntades entran en pugna, se contraponen y se compensan. De ese juego surgen decisiones que pueden ser consensuadas y otras impuestas por ciertos sectores que no tienen el poder político pero que sí manejan ciertas palancas para imponer su voluntad en función de sus intereses y por sobre el bien común de la sociedad.
En general, esas voluntades políticas no gubernamentales provienen del ámbito económico y financiero, las cuales suelen ejercer mayores presiones sobre los gobiernos democráticos. También las ONGs —muchas de ellas creadas por esos mismos intereses económicos y financieros para mostrar a la sociedad un espíritu altruista— han adquirido una inusitada cuota de poder que, a través de la manipulación de la opinión pública o de la presión que ejercen sobre los parlamentarios, demoran o impiden la toma de decisiones.
El poder
En este punto es relevante tener en cuenta que existen “actores” que manejan los resortes del poder y sus objetivos. No se trata de una entelequia, sino de algo real. A veces, cuando hablamos de esta cuestión, solemos referirnos al “sistema”, como si fuera algo inhumano, un ente que está ahí y que gobierna nuestros destinos como si fuera una entidad divina… y de ahí nuestra resignación, nuestro conformismo.
La cuestión del poder es de suma importancia y ha constituido el tema central de muchos libros, desde Maquiavelo en El Príncipe[3], escrito en 1513, hasta la actualidad, pasando por William Jones en El arte de la manipulación[4], John Kenneth Galbraith con Anatomía del Poder (1984)[5] y La élite del poder (The Power Elite, 1956) de C. Wright Mills[6], sociólogo estadounidense, recordado por estudiar en este libro la estructura de poder en los Estados Unidos.
El tema continúa despertando un gran interés en la actualidad. Esto queda demostrado en otros títulos como el de Noreena Hertz, El poder en la sombra. Las grandes corporaciones y la usurpación de la democracia (2002)[7], Las 48 leyes del poder de Robert Greene[8] y el libro El club de los elegidos: como la élite del poder global gobierna el mundo de David J. Rothkopf[9]. La lista sería infinita.
Rothkopf expresa que es difícil cuantificar el poder y que la riqueza es a menudo una fuente de poder. Realiza un análisis del papel que tiene en nuestras vidas la nueva élite global que nos gobierna. En su libro, que ya tiene algunos años, afirma que “el poder está concentrado en manos de un número notablemente reducido de personas en todo el mundo”. Son “6.000 en un mundo de 6.000 mil millones”, personas muy poderosas que proceden de diversos ámbitos y que dirigen gobiernos, finanzas, corporaciones internacionales, medios de comunicación, movimientos religiosos y, en la sombra, organizaciones criminales y terroristas. Sus decisiones crean o destruyen empleos, delinean el rumbo económico internacional y su poder les permite levantar o provocar la caída de gobiernos. Según Rothkopf debemos prepararnos para un futuro en el que las naciones-estado no serán capaces de garantizar los derechos humanos tal como los conocemos.
Tanto en El Príncipe como en El arte de la manipulación y en Las 48 leyes del poder prevalece la filosofía de que “el fin justifica los medios”.
El “poder” es un término controversial. Para unos es algo repudiable, lo relacionan con la manipulación, el engaño, el autoritarismo, el abuso. Para otros, puede ser un instrumento efectivo para el ejercicio de la autoridad y para influir en la toma de decisiones y, con esto, el logro de resultados organizacionales, que pueden beneficiar a todos sus miembros.
En un trabajo titulado “Teoría de las necesidades y la motivación”, el psicólogo estadounidense David McClelland y su grupo se centraron en identificar los factores que, preferentemente, pueden motivar más a cada cual. Como resultado de sus estudios identificaron, como factores de motivación, tres tipos de necesidades:
- Necesidad de logro. Cuando prevalece el interés por alcanzar objetivos y demostrar competencia o maestría. Las personas que tienen esta necesidad en alto grado, centran su energía en terminar rápido y bien sus tareas. Les gusta recibir retroalimentación específica y expedita sobre lo que hacen. Es típica de investigadores y profesionales especializados.
- Necesidad de asociación. Personas que disfrutan en alto grado tener relaciones interpersonales afectivas y que se les tenga estimación. Mantener buenas relaciones sociales y experimentar la sensación de comprensión y proximidad son sus preferencias. Están prestos a auxiliar a quienes se ven en problemas y a disfrutar las interrelaciones amistosas con los demás. Característicos de los que se dedican a las relaciones públicas y vendedores exitosos.
- Necesidad de poder. Las personas en las que prevalece esta necesidad, se interesan por ejercer influencia y control sobre los demás. Disfrutan cuando “están a cargo”. Prefieren ser situados en posiciones competitivas y orientadas al estatus. Tienden a estar más interesados en el prestigio y la obtención de influencia sobre los demás. Característico de dirigentes y líderes, quienes asumen el poder como una vía para la obtención de una visión y objetivos.
Las personas que tienen preferencia por la “Necesidad de poder e influencia”, se identifican con los siguientes comportamientos:
- Disfruto al competir y ganar.
- Disfruto estar a cargo.
- Confronto a la gente que hace cosas con las que no estoy de acuerdo.
- Gozo al influir en otras personas para que sigan mi camino.
- Con frecuencia, trabajo para obtener más control sobre los eventos a mí alrededor.
El poder está presente en todos los ámbitos: política, medios, empresas, economía, religión, etc.
John Kenneth Galbraith en su libro Anatomía del Poder expresó que “arrancada la carne que la recubre, queda plenamente al descubierto la anatomía del poder”. Galbraith dice:
Son pocas las conversaciones en que no se introducen alusiones al poder. De los presidentes o primeros ministros se dice que lo tienen o que carecen de él en la medida adecuada. De otros políticos se piensa que están ganando poder o perdiéndolo. De las corporaciones y las organizaciones se afirma que son poderosas, y de las corporaciones multinacionales que lo son peligrosamente. Los directores de periódico, los presidentes de las cadenas de radiodifusión y los más contundentes, resueltos, inteligentes o famosos de sus redactores, columnistas y comentaristas forman asimismo parte del poder.[10]
En el libro El poder en la sombra, Noreena Hertz afirma que de las 100 mayores economías del mundo, 51 son empresas y 49, Estados-nación. A su juicio, pocas son las personas que perciben esta dimensión del poder, que distinguen quienes gobiernan en realidad o la relación que existen entre los medios de comunicación y las grandes corporaciones, así como la forma en que éstas manipulan y presionan a los gobiernos, incluso utilizando herramientas al margen de la legalidad.
La Fundación Global Justice Now ha comparado la facturación de las principales compañías a escala global con el producto interior bruto de los países y ha podido determinar que existen 10 empresas que son más grandes que 180 países. Tomando estos datos, en 2016 la primera economía era la de Estados Unidos y Walmart la décima, detrás de Brasil[11]. Actualmente, China compite por el liderazgo mundial con Estados Unidos y algunas estimaciones consideran que la potencia económica china es mayor que la estadounidense.
El sociólogo y científico político alemán Max Weber (1864-1920) definió al poder de la siguiente manera:
Poder es la posibilidad de imponer la propia voluntad al comportamiento de otras personas.[12]
Cuanto mayor poder se tiene, mayor es la capacidad para imponer esa voluntad y lograr el propósito pretendido.
John Kenneth Galbraith nos señala los objetivos del poder:
Como ocurre con tantas de las cosas relacionadas con el poder, los fines por los que se busca son ampliamente percibidos, pero raramente enunciados. Los individuos y los grupos buscan el poder para promover sus propios intereses, incluyendo, en particular, su propio interés pecuniario. Para extender a otros sus valores personales, religiosos o sociales. Para obtener apoyo a su percepción económica o social del bien público.[13]
Hablar de poder, lo que supone energía o fuerza entendida no solamente como fuerza física sino también moral y fáctica. El poder es el vehículo para lograr un fin, de ahí lo esencial de ese término en el contexto de las relaciones internacionales y de la inteligencia. El poder es la aptitud, la capacidad, la energía, la fuerza o la competencia de que dispone un Estado para cumplir un fin.
La política —nacional o internacional— finca fundamentalmente en relaciones de poder pero conforme a la diversidad de los actores que son protagonistas, este fenómeno por sí solo no alcanza para explicar la totalidad de las interacciones (nacionales o internacionales).
Hans Morgenthau dice que “no importa cuáles sean los fines últimos de la política internacional: el poder siempre será el objetivo inmediato”. Advierte que cuando habla de poder se refiere “al control del hombre sobre las mentes y las acciones de otros hombres” y agrega que por poder político se entienden “las mutuas relaciones de control entre los depositarios de la autoridad pública y entre estos últimos y la gente en general”[14].
Por su parte, Bertrand Russell expresó que “de los infinitos deseos del hombre, los principales son los deseos de poder y gloria”[15].
John Kenneth Galbraith distingue tres instrumentos para ejercer el poder y tres fuentes que posibilitan su uso. Los instrumentos serían:
- poder condigno,
- poder compensatorio y
- poder condicionado[16].
El poder condigno implica la existencia de una superioridad por parte del que ejerce el poder que intimida a la otra parte, es decir que el poder se obtiene a través de amenazas. Por su parte, el poder compensatorio lleva a que quien se someta a ese poder lo haga esperando una compensación o recompensa —económica o beneficios de otra índole— por su sumisión. Tanto en uno como en el otro, el individuo es consciente de su sumisión, ya sea por temor o por la obtención de un beneficio.
En tercer lugar considera al poder condicionado que, por el contrario, es logrado a través de la persuasión, es decir que es impuesto de modo tal que el individuo asume naturalmente que esa elección es lo más conveniente pero no advierte su sumisión ante otro.
Con respecto a las fuentes del poder Galbraith distingue las siguientes:
- personalidad
- propiedad
- organización.
La personalidad implica la apariencia física, la rectitud moral, la capacidad intelectual y demás rasgos que hacen que determinado individuo imponga respeto sobre los demás y en buena medida esa apariencia física estaba, antiguamente, vinculada al poder condigno. En la actualidad, Galbraith dice que la personalidad puede ser asociada al poder condicionado en tanto constituye un elemento de persuasión.
La propiedad o la riqueza es una fuente que permite la “compra” de la sumisión por lo que se halla fuertemente vinculado al poder compensatorio pero también, en menor medida, esa autoridad puede llevar a una sumisión condicionada. De tal manera, puede considerarse el ejemplo de empresarios que devienen en políticos y que, por llevar una carrera empresaria exitosa, ciertos sectores de la población los consideran aptos para el ejercicio de cargos públicos. Esta fuente podría denominarse en el ámbito internacional como recursos.
La organización es una fuente fundamental para el ejercicio del poder y se vincula con el poder condicionado. Una buena organización permite el ejercicio de la persuasión y por tanto la imposición de la voluntad sin que el o los sometidos tomen conciencia de tal situación. Por su parte la organización estatal permite hacer uso del poder condigno en la medida que puede aplicar castigos a quienes no acaten su poder.
Si bien se percibe cierta relación entre determinados instrumentos y determinadas fuentes también puede apreciarse la existencia de diferentes combinaciones entre ellos.
El Estado Profundo
El poder puede ser formal, aquel que es ejercido por haber sido nombrado para ejercerlo, pero también se debe reconocer la existencia de un poder fáctico, el cual es definido por el Diccionario de la Real Academia Española en los siguientes términos:
Sector de la sociedad al margen de las instituciones políticas que ejerce sobre aquella una gran influencia, basada en su capacidad de presión; p. ej., la banca, la Iglesia, los medios de comunicación.
Este poder fáctico es también conocido como Estado Profundo. Este concepto, denominado en inglés Deep State, ha sido abiertamente nombrado como el “enemigo” del gobierno del presidente Donald Trump, y se refiere al gobierno que opera en las sombras, al poder real que actúa detrás del poder formal.
En Turquía, donde se considera que tuvo origen el concepto de Estado Profundo —en turco Derin Devlet—, se refiere a las relaciones entre fuerzas de seguridad, mafia y grupos nacionalistas. El concepto de Derin Devlet tuvo su origen en un accidente de tránsito que ocurrió en 1996, ocasión en la que un coche se estrelló contra un camión en la localidad de Susurluk, Anatolia Central. En ese suceso murieron Hüseyn Kocadag, ex jefe de policía de Estambul, Abdulah Çatli, mafioso y líder de la ultranacionalista organización de extrema derecha “Lobos Grises” —a la que perteneció Ali Ağca, quien atentó contra el papa Juan Pablo II en la plaza de San Pedro el 13 de mayo de 1981— y buscado por la INTERPOL, quien viajaba con pasaporte diplomático, y su amante Gonca Us, quien fue reina de la belleza. El cuarto ocupante del vehículo, Sedat Bucal, diputado y miembro de las guardias rurales kurdas.
El accidente en Susurluk, Anatolia Central, Turquía, ocurrido en 1996.
El accidente puso en evidencia la existencia de vínculos estrechos entre personas tan dispares como un jefe de policía y un miembro de la mafia, quienes compartían el Mercedes negro que se accidentó junto a una ex reina de belleza y a un ciudadano kurdo.
Si bien, cuando se habla del Estado Profundo parecería que es un fenómeno propio de Turquía o de Estados Unidos, la realidad es que puede ser —y debe ser— extrapolado y analizado en diversos Estados ya que en buena parte de los países de la comunidad internacional existe un poder fáctico que puede condicionar fuertemente al poder formal. Ese Estado Profundo puede estar conformado por políticos, empresarios, dueños de medios de comunicación, miembros de las fuerzas armadas o de las fuerzas de seguridad, jefes de organizaciones del crimen organizado, etc., y puede ser encontrado en Argentina, Brasil, China, Grecia, Kosovo, Rusia y una infinidad de países.
A modo de conclusión
Históricamente el poder le permitía al Estado Nación mantener un equilibrio, una armonía entre los diferentes sectores de la sociedad y, en el plano internacional, el equilibrio de poder entre las diferentes naciones garantizaba la paz mundial.
En la actualidad se percibe que los actores privados han adquirido una cuota mayor de poder en detrimento del Estado y ello, básicamente, como consecuencia de las diversas reformas del Estado que se han llevado a cabo, principalmente, en países con gobiernos débiles o con poco sentido nacional. Estas reformas son diseñadas a medida de los intereses de ese poder fáctico o del Estado Profundo. Sin embargo, hace tiempo que se percibe que el avance de las corporaciones económicas también ponen en aprietos a los gobiernos de los países desarrollados.
Esta restricción al poder estatal ha sido producto de la globalización de las medidas económicas tendientes a favorecer la liberalización de los mercados, las transferencias de divisas, de capitales y de bienes, así como de un capitalismo globalizante que fue adquiriendo nuevos y crecientes espacios tras la implosión de la Unión Soviética.
El Estado Profundo es una conjunción de intereses, de poderes en la sombra, que no fueron producto de una elección, que maneja una agenda oculta, que apela a influir en el poder judicial de un Estado (¿lawfare?). En la actualidad no asistimos a golpes de Estado llevados a cabo por militares, sino a “golpes de mercado”, a la utilización del Poder Judicial, a la manipulación de las sociedades por los medios, a un mayor control social, todo un resultado del creciente poder en las sombras. Sin duda, esto constituye una amenaza para la democracia y un gradual cercenamiento de los derechos individuales.
En función de lo expresado, es importante que los Estados puedan contar con una Inteligencia de Estado —no “de gobierno”— capaz de poder escudriñar ese “juego de poder”. Es de incumbencia de la Inteligencia Estratégica tener en cuenta de manera especial a los actores y a quienes ejercen el poder, no solo formal sino también en las sombras.
* Licenciado en Historia egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (1991). Doctor en Relaciones Internacionales, School of Social and Human Studies, Atlantic International University (AIU), Honolulu, Hawaii, Estados Unidos. Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires, Editorial Almaluz.
Referencias
[1] Agustín Saavedra Weise. “Los gnomos de Zurich y el orden mundial”. SAAEG, 19/04/2020, <https://saeeg.org/index.php/2020/04/19/los-gnomos-de-zurich-el-orden-mundial/>.
[2] Ídem.
[3] Nicolás Maquiavelo. El Príncipe. Madrid: Alianza editorial, 1982, 135 p.
[4] William Jones. El arte de la manipulación. México: Selector, 2005 (22ª reimp.), 195 p.
[5] John Kenneth Galbraith. La anatomía del poder. Barcelona: Plaza & Janes, 1985 (segunda edición), 249 p.
[6] Charles Wright Mills. La élite del poder. México: Fondo de Cultura Económica, 1987 (9a reimp.), p. 390.
[7] Noreena Hertz. El poder en la sombra. Las grandes corporaciones y la usurpación de la democracia. Buenos Aires: Planeta, 2002, p. 263.
[8] Robert Greene. Las 48 leyes del poder. Buenos Aires: Atlántida, 2008, p. 526.
[9] David J. Rothkopf. El club de los elegidos: como la elite del poder global gobierna el mundo. Buenos Aires: Ediciones Urano, 2008, p. 576.
[10] John Kenneth Galbraith. Op. cit., p. 19-20.
[11] Sandro Pozzi. “10 empresas más grandes que 180 países”. El País (España), 30/09/2016, <https://elpais.com/economia/2016/09/29/actualidad/1475150102_454818.html>.
[12] Max Weber. Economía y Sociedad. México: FCE, 1993.
[13] John Kenneth Galbraith. Op. cit., p. 26.
[14] Hans J. Morgenthau. Política entre las naciones. La lucha por el poder y la paz. Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano (GEL), 1986, p. 39.
[15] La cita se encuentra en: John Kenneth Galbraith. La anatomía del poder. Barcelona: Plaza & Janes, 1985 (segunda edición), p. 19.
[16] Ibíd., p. 22-24.
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DE LA INFORMACION A LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL. LA SOCIEDAD MANIPULADA.
Marcelo Javier de los Reyes*
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Información y desinformación
El término “información” tiene numerosas acepciones, por lo que se puede afirmar que se trata de un término polisémico.
Proviene del latín, informatio, -ōnis significa “concepto”, “explicación de una palabra”.
El diccionario de la Real Academia Española nos da varias acepciones, entre las que pueden destacarse:
- f. Acción y efecto de informar.
- f. Oficina donde se informa sobre algo.
- f. Averiguación jurídica y legal de un hecho o delito.
- f. Pruebas que se hacen de la calidad y circunstancias necesarias en una persona para un empleo u honor.
- f. Comunicación o adquisición de conocimientos que permiten ampliar o precisar los que se poseen sobre una materia determinada.
- f. Conocimientos comunicados o adquiridos mediante una información.
En las últimas décadas, el gran aumento de la población mundial y la progresiva interacción entre individuos e instituciones de diferentes regiones del mundo, dio paso a un incremento colosal en las capacidades del ser humano para transmitir y procesar información. En este sentido, cabe mencionar el poder que la información ha desarrollado a partir de la aparición de Internet, a lo que se debe añadir el otorgado por las redes sociales. Frente a ello encontramos que nuestra capacidad de manejar la información es limitada.
Oportunamente se percibió que este incremento de información tenía consecuencias negativas, lo que se resumió en un fenómeno que recibió el nombre de “infoxicación”, un concepto derivado de la unión de los términos “información” e “intoxicación”. Ese exceso de información nos lleva a la “desinformación”, dada la incapacidad de procesarla. Cabe aclarar que en este último tiempo se habla mucho de las fake news, que en realidad no son más que otro tipo de desinformación.
Nuestro mundo actual está dominado por la “información” y por la “velocidad”, las cuales suelen cruzarse provocándonos un ritmo de vida vertiginoso y, además, nos genera angustia. Hacia la década de los ’80 el teórico francés Paul Virilio (1932-2018) —autor de los libros El arte del motor (1996) y La velocidad de liberación (1997)— puso la mira en el avance tecnológico, en la velocidad y, específicamente, en los efectos negativos y de las tecnologías.
La información es tan crucial para nuestro conocimiento así como para avanzar, de manera adecuada, en el proceso de toma de decisiones. Por tal motivo, debemos tener precaución respecto del exceso de información en esta era dominada por la imagen, el sonido, lo mediático y las redes sociales. Esta problemática fue abordada por el sociólogo Todd Gitlin, en 2002, en su libro Media Unlimited: How the Torrent of Images and Sounds Overwhelms Our Lives, publicado en castellano por la editorial Paidós con el título Enfermos de información. De cómo el torrente mediático está saturando nuestras vidas (2005). Gitlin repara en que “el individuo puede transportar su propia corriente mediática a cualquier parte, cada vez con menores restricciones”. Efectivamente, señala que “las imágenes y los sonidos fabricados llegaban a casa, pero era preciso estar en casa para recibirlos”. La evolución tecnológica favoreció la portabilidad y la miniaturización de dispositivos y ha permitido que podamos llevar las imágenes y los sonidos con nosotros a cualquier parte que vayamos[1]. Un claro ejemplo de ello es el teléfono móvil que quiebra nuestra privacidad y, en muchas ocasiones, nuestra armonía espiritual.
Esta revolución de la información, esta sociedad de las tecnologías de la información, amerita un abordaje desde la filosofía, como lo ha hecho el italiano Luciano Floridi, uno de los máximos referentes a nivel mundial de la infoética, campo que indaga las cuestiones éticas resultantes del desarrollo y de la aplicación de las tecnologías informáticas.
Del mismo modo, debemos recordar a Giovani Sartori quien decía que “el homo sapiens debe todo su saber y todo el avance de su entendimiento a su capacidad de abstracción”[2]. Ya a fines de la década del ’90 del siglo pasado, Sartori nos alertaba que estábamos “en plena y rapidísima revolución multimedia” —Internet, computadoras personales, ciberespacio—, la cual “se caracteriza por un común denominador: tele-ver, y, como consecuencia, nuestro video-vivir”[3]. La tesis de Sartori era
que el vídeo está transformando al homo sapiens, producto de la cultura escrita, en un homo videns para el cual la palabra está destronada por la imagen. Todo acaba siendo visualizado. Pero ¿qué sucede con lo no visualizable (que es la mayor parte)? Así, mientras nos preocupamos de quién controla los medios de comunicación, no nos percatamos de que es el instrumento en sí mismo y por sí mismo lo que se nos ha escapado de las manos.[4]
A su juicio, “el acto de tele-ver está cambiando la naturaleza del hombre” y convirtiéndolo en el “video-niño”, quien se informa viendo. Este cambio tiene un costo para la sociedad, lo cual también fue tempranamente advertido por Sartori:
Pero por el contrario, es también seguro que frente a estos progresos hay una regresión fundamental: el empobrecimiento de la capacidad de entender.[5]
Sartori agrega que “informar es proporcionar noticias” pero hace la distinción de que información no es conocimiento, no es saber en el significado heurístico del término”[6]. Del mismo modo, hace una distinción entre subinformación y desinformación, entendiendo por la primera “una información totalmente insuficiente que empobrece demasiado la noticia que da, o bien el hecho de no informar, la pura y simple eliminación de nueve de cada diez noticias existentes”. Por desinformación entiende “una distorsión de la información: dar noticias falseadas que inducen a engaño al que las escucha”[7]. No obstante, hace la salvedad de que no alude a que la manipulación que distorsiona una noticia sea deliberada.
Es relevante lo que destaca Sartori al afirmar que “al perder la capacidad de abstracción perdemos también la capacidad de distinguir entre lo verdadero y lo falso”[8].
De este modo, la video-política —ampliamente examinada por él— incide en la opinión pública, en los resultados electorales y en el modo de gobernar.
Sartori cita a Nicholas Negroponte, quien en su libro Being digital[9], explica:
El futuro será nada más y nada menos que industria electrónica. Se dispondrá de una inmensa memoria que producirá un inmenso poder […]. Se mire como se mire, será el poder del ordenador.[10]
A ello Sartori agrega un dato sumamente importante y es que se trata de “máquinas utilizadas por personas de carne y hueso”, así como que el Gran Hermano no será en singular y que la “tecnopoli digital” será utilizada “por una raza patrona de pequeñísimas élites, de tecno-cerebros altamente dotados, que desembocará en una ‘tecnocracia convertida en totalitaria’ que plasma todo y a todos a su imagen y semejanza”[11].
Al parecer ese momento ha llegado pero vale retrotraernos en el tiempo para comprender cuándo y cómo se inicia ese camino que nos llevará a lo que se denomina Inteligencia Artificial.
Hacia otro concepto de la “información”
Podría considerarse que el matemático, filósofo y criptógrafo Alan Turing fue el pionero en Inteligencia Artificial, ya que en 1936 publicó su “Sobre números calculables” (On Computable Numbers, with an Application to the Entscheidungsproblem)[12], un artículo en el que introdujo una máquina abstracta —que se conoce como Máquina de Turing— y en el que establece las bases de lo que se constituiría en la teoría matemática de la computación. Se lo considera uno de los padres de la informática moderna.
Alan Turing
Durante el período de entreguerras se profundizó el desarrollo del cifrado y del descifrado de los mensajes, lo que dio origen a la máquina Enigma de Alemania y a la máquina japonesa que los estadounidenses denominaron Purpple, el “Código Púrpura”.
Mientras que el descifrado de la máquina Enigma se atribuye a la labor de tres criptógrafos polacos, Marian Rejewski, Henryk Zygalkski y Jerzy Rozycki —abocados a esa tarea desde 1928 y para lo cual utilizaron cuatro estaciones de escucha en Varsovia, Starogard, Poznam y Krzeslawice—, por su parte los británicos crearon una instalación militar en Bletchley Park con el mismo objetivo y bajo la dirección de Alan Turing.
En Blechtley Park, Turing se convirtió en un consultor para varias secciones y una de ellas tuvo a su cargo el descifrado de los mensajes emitidos con la máquina Lorenz, “que los alemanes tenían reservada para comunicaciones de más alto nivel”[13].
En 1942, quien fuera profesor de Turing en los fundamentos de las matemáticas, Max Newman, fue asignado a este proyecto, denominado Fish (“Pez”). Crearon la famosa máquina Colossus, que fue concluida en un año, “pionera en el uso intensivo de dispositivos electrónicos, mucho más precisos y rápidos que los componentes electro-mecánicos”[14]. La base del procedimiento de búsqueda de la máquina Colossus empleó la teoría estadística desarrollada por Turing para combinar información[15].
Los británicos contaban con una gran ventaja por sus éxitos en Bletchley Park pero carecían de recursos. Como lo demuestran documentos de la Agencia de Seguridad Nacional, la NSA, desclasificados en 2010, durante la Segunda Guerra Mundial los británicos buscaron que los estadounidenses se sumaran tanto en el intercambio de información como en el desarrollo tecnológico militar.
A los efectos de fomentar un clima de mayor confianza, los británicos consideraron apropiado un encuentro con los técnicos y colegas matemáticos estadounidenses. Para ese propósito, Turing viajó a Estados Unidos a finales de 1942, en cuya oportunidad visitó la empresa National Cash Register Company, NCR, (en Dayton, Ohio) que albergaba al U.S. Naval Computing Machine Laboratory donde se construían los dispositivos electromecánicos para descifrar los mensajes alemanes codificados con máquinas Enigma —conocidos como Bombe— para la marina estadounidense. El acuerdo tenía la intención de “permitir que Turing pudiese aprender y comprender el método de encriptación vocal que se estaba empleando con éxito en las comunicaciones telefónicas entre Roosevelt y Churchill y debía conocer el sistema SIGSALY”[16], un equipo de encriptación vocal que permitió la comunicación radiotelefónica directa entre el alto mando estadounidense y el británico a través del Atlántico norte y entre los almirantes y los generales en las operaciones del Pacífico sur[17].
Turing llegó a Nueva York el 12 de noviembre de 1942. Visitó la nueva sede de los laboratorios Bell, inaugurada el año anterior en Murray Hill, y en la ciudad de Dayton la fábrica NCR (National Cash Register).
En los laboratorios Bell tomó contacto con el sistema SIGSALY, lo que le permitió acceder “a los conceptos básicos de electrónica” y ver cómo se puede manipular numéricamente la voz y cómo recuperar finalmente su forma original[18]. En esa ocasión se encontró con Claude Elwood Shannon, quien trabajaba en los departamentos de criptografía de Bell, creador de la Teoría de la Información, con el que tuvo “la oportunidad de hablar e intercambiar experiencias sobre los conceptos de entropía y la teoría de pesos de evidencia de Turing, entre los que había grandes similitudes. También hablaron de resolución de juegos y sobre la construcción de máquinas inteligentes, aspecto en el que Claude Shannon también tenía un gran interés”[19].
Claude Shannon
Ahora bien, cuando Claude Shannon se refiere a la información, la aborda con una interpretación diferente a la que nosotros le otorgamos en general, la cual se limita a las noticias, a aquello que nos proporciona datos organizados acerca de algún suceso, hecho o fenómeno, que en su contexto adquiere para nosotros un determinado significado, tanto para incrementar nuestro conocimiento como para tomar decisiones o reducir la incertidumbre.
Para Shannon, la información constituye una unidad cuantificable que no tiene relación con el contenido del mensaje, sino que su significado reside en convertir determinada información o datos en números o algún tipo de dato en forma de cantidad. No se trata entonces del mensaje sino de la “cantidad”.
Este es el punto de partida para dos temas que en la actualidad están dando mucho que hablar:
-
- el espionaje global, a partir de la alianza que iniciaron el Reino Unido y los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, lo que dio origen al exclusivo club denominado Five Eyes (“Cinco Ojos”) o Red Echelon[20], y
- el desarrollo de la Inteligencia Artificial, mediante la cual, entre otras cosas, se puede manipular la información o influir en las tendencias de los individuos.
La Inteligencia Artificial
Tanto el espionaje global como la manipulación que se puede llevar a cabo mediante la Inteligencia Artificial nos abren la posibilidad de establecer un debate ético pero en lo que hace al segundo punto, debe alertarnos sobre el peligro que significa para nuestra sociedad. En este punto cabe recordar el caso de la consultora política Cambridge Analytica, que trabajó en la campaña a favor del “Vote Leave” que derivó en el Brexit y en la campaña electoral de Donald Trump en 2016. Los servicios de la compañía fueron contratados en campañas electorales en la República Checa, India, Italia, Kenia, Nigeria, Rumania e incluso en las elecciones celebradas en 2015 en Argentina —por el partido del ex presidente Mauricio Macri—, entre otros países.
Cambridge Analytica se había especializado en la recopilación y en el análisis de datos que serían utilizados en campañas publicitarias y políticas. En combinación con información obtenida de Facebook, la consultora británica afirmó que tenía 5.000 puntos de datos en casi todos los votantes en Estados Unidos. Con ese cúmulo de información podía crear perfiles psicográficos de los usuarios y sus contactos, es decir que con ellos podía clasificarlos según sus actitudes, aspiraciones y otros criterios psicológicos con el objetivo de encontrar rasgos comunes en grupos para efectuar una segmentación sobre la base de algunos de sus aspectos psicológicos. Luego se centró en los llamados “persuables” —los “persuasibles”—, es decir, en aquellas personas que aún no se habían decidido sobre un candidato, a los cuales bombardeaba con mensajes personalizados a los efectos de influir en su decisión.
El caso Cambridge Analytica llevó a que la Federal Trade Commission (FTC) —Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos—, en marzo de 2018, abriera una investigación luego de que se revelara que Facebook había vemdido a Cambridge Analytica los datos de los usuarios recolectados mediante un test de personalidad. La red social fue acusada de haber compartido de manera inapropiada los datos de 87 millones de usuarios con Cambridge Analytica. Tras más de un año de investigaciones, la FTC le aplicó una multa de US$ 5.000 millones a Facebook por malas prácticas en el manejo de la seguridad de los datos de los usuarios, ya que fueron vendidos sin su consentimiento y sin su conocimiento.
En China se ha desarrollado un método de vigilancia masiva que, mediante un sistema de inteligencia artificial, procesa toda la información que ven sus cámaras.
En 2018 los medios han dado difusión a ese procedimiento que se está poniendo en práctica en algunos ayuntamientos de China, cuyo gobierno desea que esté plenamente implementado en 2020. Se trata de un sistema de “crédito social” que establece un sistema de puntaje ciudadano basado en la confiabilidad.
Mediante este sistema, el gobierno de Beijing aspira a clasificar, premiar y castigar a sus ciudadanos según un sistema de puntos.
El “crédito social” se basa en una clasificación por puntos que establece “la autoridad china” —el régimen comunista— y que le permitirá determinar si un ciudadano es bueno o malo. Si un individuo adquiere demasiados vídeojuegos o fuma donde no está permitido es penalizado con puntos negativos y lo mismo le ocurriría si conduce mal o utiliza las redes sociales realizando comentarios que podrían ser considerados indebidos por parte del gobierno. A eso puede añadirse el hecho de que tenga multas de tránsito o no cumpla con sus compromisos crediticios, es decir, no abonar la cuota de un crédito. Esto llevaría a que un ciudadano no reciba una buena calificación, lo que derivaría en que no pueda conseguir una vacante en la escuela para su hijo, adquirir un pasaje de tren o de avión, podría ser impedido de acceder a Internet o de postularse para determinados empleos. Entre las penalidades podría aplicarse que se le expropie el perro porque no sabe cuidarlo, como ya ha sucedido en la ciudad de Jinan[21].
El sistema, obviamente, incluye una incorporación de un número considerable de cámaras que permitirán el “reconocimiento del modo de caminar”, así como “el reconocimiento facial”. Se trata de un sistema de vigilancia de alta tecnología que puede identificar a las personas con base únicamente en su forma corporal y en la manera en que caminan. Las cámaras se conectan a una base de datos, “lo que permite que el software identifique a un sospechoso, encuentre sus detalles de contacto y le envíe un mensaje donde se describe la multa correspondiente”[22].
¿Puede esperarse alguna reacción social por la aplicación de este sistema? Obviamente que no, ya que quien se manifieste disconforme obtendrá una baja calificación, lo que asegura que solo sea una minoría la que pueda llegar a manifestarse en contra del sistema.
De tal manera que estamos asistiendo a lo que el sociólogo polaco Zygmunt Bauman denomina el Gran Hermano 2, cuya finalidad es dejar fuera del sistema a la gente inadecuada. En síntesis, se trata de un programa de vigilancia de enormes proporciones y absolutamente autoritario.
Con motivo de la pandemia de coronavirus se han formulado propuestas que permitirían la expansión de las tecnologías en algunos ámbitos en los que hasta ahora no se habían considerado o, quizás, se prefería mantenerlas al margen. Tal es el caso de la biometría que consiste en la toma de medidas biológicas o características físicas (huella digital, reconocimiento del patrón venoso del dedo o el reconocimiento facial o la temperatura del cuerpo) que se pueden utilizar para identificar a las personas. La biometría es empleada, por ejemplo, en el control de acceso a empresas, oficinas o computadoras en el ámbito laboral o, también, en seguridad mediante el empleo de cámaras de vigilancia conectadas a un sistema de reconocimiento facial.
La tos es uno de los síntomas de la infección de coronavirus pero, al igual que la voz, es única por lo que se considera puede poseer características únicas y recurrentes que podrían ser suficiente para diagnosticar la enfermedad por coronavirus. Se estima que podría ser una solución rápida para identificar a quienes hayan contraído la enfermedad[23]. Científicos catalanes estiman que mediante una aplicación móvil se podría detectar si una persona está infectada por la Covid-19 analizando el sonido de su tos, ya que consideran que el SARS-CoV-2 tiene su propio sonido[24].
El director de negocio de Biometric Vox, Carlos Gavilán, considera que el coronavirus impulsará la biometría de reconocimiento facial y de voz “a corto plazo”, en detrimento de la táctil, por el temor al contagio del virus. Agrega que durante el confinamiento se ha implantado la biometría de voz porque “es necesaria” para el teletrabajo, ya sea para firmar contratos a través de una llamada de teléfono o para tener acceso a los sistemas de una empresa[25]. Como consecuencia de la pandemia se ha incrementado notablemente la demanda de sistemas de control horario, de verificación de identidad por voz y los de firma de contratos y compras[26].
La implantación de microchip bajo la piel ya es una realidad. Puede utilizarse con fines médicos —para almacenar un código que libera información específica del paciente cuando un escáner pasa por encima, o para monitorear en forma constante ciertos parámetros fisiológicos de un paciente[27]—, con fines prácticos en la vida cotidiana —como realizar pagos sin tarjetas ni dinero en efectivo, desbloquear puertas, registrar boletos de tren[28]—, pero también hay propuestas en el ámbito del trabajo. Actualmente, se ofrecen microchips como solución para la entrada y salida de empleados en empresas que tienen un gran volumen de personal, sustituyendo así un pase de identificación físico.
La Inteligencia Artificial podría ser muy confiable y nos podría proporcionar mayor seguridad en algunos ámbitos de nuestras vidas, como por ejemplo en la conducción de vehículos. Se dice que gracias a la Inteligencia Artificial en un futuro no tan lejano podremos contar con vehículos sin conductor y que eso nos llevará a reducir el número de accidentes. Es probable, pero ya hubo una víctima mortal: en la noche del 18 de marzo de 2018, un vehículo de prueba de la empresa Uber conducido por un robot atropelló a Elaine Herzberg, quien empujaba una bicicleta en Tempe, Arizona[29].
En febrero de 2020 apareció una noticia que demostró una vulnerabilidad de una aplicación de Google. El artista alemán Simon Weckert se propuso mostrar la vulnerabilidad de los mapas digitales y lo logró[30]. Para ello recurrió a 99 teléfonos móviles, comprados de segunda mano, y un carrito. Weckert activó la localización de todos los teléfonos y abrió la aplicación de Google Maps. Luego los puso en un carrito y decidió dar un paseo arrastrándolo por la zona en torno del edificio de Google de la ciudad de Berlín, Alemania. Como Google Maps reconoce las congestiones de tráfico sobre la base de cuantos teléfonos inteligentes hay a la vez en un determinado lugar, la aplicación indicó una congestión de tránsito en una zona de la ciudad pero, en verdad, Weckert llevaba su carrito por una calle desierta. Los servidores detectaron que esos móviles se movían lentamente e interpretaron erróneamente que había un atasco, por lo que las calles aparecieron de color rojo en las pantallas. Ante esto, otros usuarios buscaron caminos alternativas, dejando las calles vacías en donde la aplicación mostraba la congestión.
Estos son solo dos ejemplos a tener en cuenta que podrían poner en duda si los humanos podemos ponernos en las manos de la Inteligencia Artificial.
Conclusiones
El concepto de información ha sido ampliado a lo largo del desarrollo de la humanidad pero en las últimas décadas, producto del avance tecnológico y de la velocidad del mismo, su sentido ha cambiado.
Es evidente que la Inteligencia Artificial tiene el potencial de ayudarnos a crear un futuro mejor para toda la humanidad, pero no debemos perder de vista los desafíos que trae consigo y las incertidumbres que hoy nos presenta su implementación en algunos ámbitos.
La Inteligencia Artificial está presente en nuestra vida cotidiana pero según su utilización puede convertirse en un riesgo para los individuos. Como se puede apreciar, puede ser utilizada para coartar nuestras decisiones o para persuadirnos de lo que tenemos que hacer, sin darnos cuenta que esa elección que hagamos puede ser perjudicial para nosotros.
Se puede apreciar que la intervención humana es cada vez menor, toda vez que se delegan ciertas decisiones a los algoritmos, los que a pesar de gran evolución, presentan fallas y una carencia de precisión. Uno de los ámbitos en que ha entrado la Inteligencia Artificial es el de las finanzas, en el que se usan algoritmos en las llamadas transacciones de alta frecuencia en bolsa, con lo que ciertas operaciones como la venta o la compra son ejecutadas por sistemas automatizados, según el nivel que alcancen ciertas acciones. De tal modo que podría provocar la inestabilidad de los mercados si no está bajo control.
Respecto del uso de los chips por parte de los individuos, podemos preguntarnos ¿cuál es la garantía de los códigos para mantener la información en forma confidencial? ¿Puede la empresa o algún individuo violar esa confidencialidad y acceder a los datos de la cuenta bancaria del titular o utilizar la información para facilitar el ingreso a su casa? ¿Podrán acceder a los datos biológicos de un usuario y utilizarlos en detrimento del portador del chip? En el ámbito laboral, ¿podrán las empresas obligar a sus empleados a implantarse chips para determinadas cuestiones de interés para su empleador?
El uso de la Inteligencia Artificial también pone en duda el respeto de los derechos civiles y políticos de los ciudadanos. El debate que en algún momento se abrió en torno a Internet, cobra vigencia con las nuevas tecnologías y con el uso de la Inteligencia Artificial. Entonces había surgido la pregunta si Internet era una herramienta que favorecía la democracia o si en verdad era tan libre como se la promocionaba. Con el tiempo, la intervención de algunos gobiernos, la proscripción de ciertos temas o el bloqueo de páginas fue poniendo en dudas su aporte a la democracia. Por su parte, la tecnología nos demuestra diariamente que no tiene ese potencial democratizador que se le atribuyó en algún momento a Internet. Puede apreciarse que, en un sinnúmero de casos, está siendo utilizada para vigilar a las sociedades.
Lo que está por detrás de la “información”, los algoritmos, la Inteligencia Artificial, está siendo utilizada para manipular tendencias, elecciones y generar divisiones en la sociedad. Pero, por otro lado, la información que nos llega, ¿es la realidad? ¿o es lo que quieren que veamos?
El caso de Cambridge Analytica y Facebook son una alerta —quizás tardía— del rumbo peligroso que está tomando la humanidad en esto que se nos muestra como un progreso. Los ciudadanos suelen mostrar temor o desconfianza por los organismos de inteligencia de sus países pero la realidad nos muestra que una red social, un buscador de Internet, un banco o un supermercado que otorga tarjetas a sus clientes logran reunir una mayor cantidad de información de las personas: tendencias, consumos, gustos, redes de contactos y numerosos otros datos.
Entonces, ante este avance de las tecnologías que todo lo invaden, cabe preguntarse: ¿cuál es el impacto del uso de las tecnologías en los individuos y en las sociedades?
Por lo que podría apreciarse, Nicholas Negroponte ha tenido razón cuando vislumbró que se podría disponer de una inmensa memoria que producirá un inmenso poder, el poder del ordenador que le dirá a sus controladores humanos quién es el “enemigo”, el “sospechoso”, quién se rebela contra el sistema y/o cómo actuar. En este punto, también Sartori parecería estar en lo cierto cuando dice que estas máquinas son utilizadas por personas de carne y hueso pero esas máquinas y esos humanos, en verdad, trabajan para una pequeña élite nacional y para otra pequeña élite global que ejerce el poder mundial, el Estado Profundo Global que progresivamente avanza restringiendo nuestras libertades, imponiendo las reglas que le conviene a las diversas sociedades, moldeando a los individuos para que respondan a sus intereses. Quizás ya estemos asistiendo a la tecnocracia totalitaria.
* Licenciado en Historia egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (1991). Doctor en Relaciones Internacionales, School of Social and Human Studies, Atlantic International University (AIU), Honolulu, Hawaii, Estados Unidos. Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires, Editorial Almaluz.
Referencias
[1] Todd Gitlin Enfermos de información. De cómo el torrente mediático está saturando nuestras vidas. Barcelona: Paidós, 2005, p. 70.
[2] Giovani Sartori. Homo videns. La sociedad teledirigida. Madrid: Santillana, S.A. Taurus, 1998, p. 45.
[3] Ibíd., p. 11.
[4] Ídem.
[5] Ibíd., p. 43.
[6] Ibíd., p. 79.
[7] Ibíd., p. 80.
[8] Ibíd., p. 102.
[9] Nicholas Negroponte. Being digital. Nueva York: Knopf, 1995. [El mundo digital. Barcelona: Ediciones B, 1995].
[10] Giovani Sartori. Op. cit., p. 130.
[11] Ídem.
[12] A. M. Turing. “On Computable Numbers, with an Application to the Entscheidungsproblem”. Proceedings of the London Mathematical Society, Volume s2-42, Issue 1, 1937, p. 230–265.
[13] Serafín Moral. “Alan Turing: el poder de la razón”. Conferencia impartida el 04/11/2009 en la ETSI Informática y Telecomunicaciones y organizada por la Biblioteca Universitaria de la Universidad de Granada.
[14] Ídem.
[15] Ídem.
[16] Ídem.
[17] Luis Fernando Real Martín. “Voces Secretas: SIGSALY, el encriptador de la Segunda Guerra Mundial”. En: Revista Antena, nº 184, Edita COITT, diciembre de 2011.
[18] Ídem.
[19] Serafín Moral. Op. cit.
[20] Sobre el espionaje global, ver: Marcelo Javier de los Reyes Giménez: Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones. Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019, 310 p.
[21] Jorge Marirrodriga. “Control social y silencio global. China se dispone a utilizar un sistema de puntos para controlar a sus ciudadanos”. El País (España), 03/11/2018, <https://elpais.com/elpais/2018/11/02/opinion/1541169586_933422.html>, [consulta: 04/11/2018].
[22] David Brennan. “Cuida tus pasos: China despliega software que reconoce el “modo de caminar” de sus ciudadanos”. Newsweek en español, 07/11/2018, <https://newsweekespanol.com/2018/11/china-software-caminar-vigilancia/>, [consulta: 08/11/2018].
[23] Yéssica Salazar. “¿Qué es la biometría y cómo puede ayudar a detectar la Covid-19 a través de la tos?”. Periodista Digital, 21/05/2020, <https://www.periodistadigital.com/tecnologia/20200521/biometria-ayudar-detectar-covid-19-traves-tos-noticia-689404311863/>, [consulta: 21/05/2020].
[24] Ídem.
[25] “¿Por qué el coronavirus impulsará la biometría a corto plazo y de ‘forma definitiva’?” iProUP, 20/04/2020, https://www.iproup.com/innovacion/13142-por-que-el-coronavirus-impulsara-la-biometra>, [consulta: 21/05/2020].
[26] Ídem.
[27] “Implante de chips en cuerpo humano: el futuro en esalud”. Clinic Cloud, <https://clinic-cloud.com/blog/implante-de-chips-en-cuerpo-humano-el-futuro-en-esalud/>, [consulta: 20/05/2020].
[28] Lucía Blasco. “Cómo funcionan los microchips que se implantan bajo la piel y permiten pagar sin efectivo ni tarjeta”. BBC News Mundo, 29/11/2018, <https://www.bbc.com/mundo/noticias-46372725>, [consulta: 18/05/2020].
[29] Philipp Oehmke. “Coches autónomos: cuando el algoritmo mata”. XL Semanal, 15/01/2019, <https://www.xlsemanal.com/conocer/20190115/coche-autonomo-muerte-ordenador-algoritmo.html>, [consulta: 20/01/2019].
[30] “Un hombre demuestra la vulnerabilidad de Google Maps creando un atasco virtual con 99 móviles y una carretilla”. 20Minutos, 03/02/2020, <https://www.20minutos.es/gonzoo/noticia/4139983/0/hombre-crea-atasco-virtual-en-google-maps-trasnportando-un-carrito-con-99-moviles/>, [consulta: 04/02/2020].
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