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LA OTAN Y SUS NUEVOS FANTASMAS

F. Javier Blasco Robledo*

Es bien sabido que OTAN son las siglas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Organización que consiste en una Alianza político-militar creada durante la Guerra Fría en 1949 y que se fundamenta en el mutuo apoyo militar entre los países miembros en caso de agresión por parte de terceros. Es básicamente una Alianza entre Europa y Norteamérica nacida con el exclusivo fin de garantizar la libertad y la seguridad de los países miembros a través de medios políticos y militares y hacer frente a las amenazas que provenían desde la extinta Unión de Repúblicas Soviéticas (URSS).

De entre los anteriores medios, los políticos se basan en la exaltación y el exhaustivo empleo de los valores democráticos mediante la habilitación a sus miembros para que libremente puedan consultarse y cooperar de igual a igual y por consenso en asuntos relacionados con la defensa y la seguridad con especial dedicación a la resolución de los conflictos, la construcción de la confianza entre sus miembros, extender valores democráticos individuales o colectivos y en analizar y prevenir las implicaciones en los potenciales futuros conflictos tanto dentro, como fuera de su área de interés o influencia.

La mayoría de las alianzas, por no decir todas ellas, suelen tener un periodo variable de vigencia y existencia a lo largo del cual atraviesan diferentes fases que podríamos definir como: creación, expansión, afianzamiento, máximo esplendor, adaptación a nuevos objetivos y misiones, progresivo decaimiento y la definitiva disolución o desaparición voluntaria o forzada por acontecimientos de diversa índole y motivo u origen.

Pues bien, la OTAN, como cualquier alianza político-militar y máxime desde que su principal acicate o enemigo desapareció de la faz de la tierra, la URSS, para mantener su supervivencia e interés, ha ido pasando por casi todos los estadíos y ha tenido que irse adaptando a nuevas amenazas, misiones y procedimientos; lo que ha supuesto una serie de cambios francamente importantes en su orientación, empleo, estructuras y misión.

Por otro lado, las nuevas exigencias, el natural desgaste en las relaciones entre los aliados por los inevitables choques políticos, económicos o sociales; las rehencillas que aparecen por motivos comerciales o de liderazgo e inevitables roces entre países vecinos; así como, el tener que paliar diferentes puntos de vista sobre la cambiante misión y situación de la alianza e incluso, las propias consecuencias de determinadas evoluciones internas en la forma de entender la orientación actual o futura de la propia Organización o de cada uno de los países; así como, los inevitables nuevos enfoques en las relaciones exteriores individuales y colectivas de los mismos, hacen que cualquier fundamento político, por muy granítico que fuese en su día, empiece a tambalearse, resquebrajarse e incluso se pueda llegar a destruir.

A la vista de lo expuesto anteriormente y de los profundos cambios, tensiones y exigencias aparecidas o creadas en las últimas cumbres de la Alianza, así como, las discrepancias entre aliados europeos derivadas de un Brexit, que no augura un feliz final, y otras actuaciones individuales de algunos de los dirigentes de sus miembros más importantes, sería posible que la OTAN pudiera estar atravesando la penúltima o incluso la última de las mencionadas fases.

Las constantes, insistentes y estridentes exigencias de Trump sobre el grado de participación, compromiso y aportación económica real de los aliados en gastos de defensa, sobre todo, de aquellos como España, que se encuentran francamente alejados de cumplir los acuerdos de inversión para la defensa colectiva, adoptados por todos ellos hace ya demasiado tiempo en la Cumbre de Gales (2014); ciertas diferencias sobre la necesidad, eficacia y rendimiento de los despliegues de fuerzas norteamericanas en Europa y su posible redespliegue o repatriación; las discrepancias sobre la idea de la defensa común del solar europeo tras un duro Brexit; el recientemente buscado, aunque nada fácil, protagonismo a jugar por la UE —impulsado principalmente por Francia y secundado por Alemania— en dicha tarea y los diferentes y muy peligrosos escarceos y amagos de Putin con algunos de los viejos países miembros o satélites de la URSS que de forma directa o indirecta, siguen ligados a Rusia aunque la mayoría de sus habitantes preferirían mirar hacia el bando completamente contrario, son grandes piedras en un camino cada vez más difícil de recorrer a la vieja usanza, al unísono y sin discrepancias.

A la difícil situación anterior, como capítulo específico y francamente importante, habría que añadir los problemas derivados de la Turquía de Erdogan por sus encontronazos y acciones individuales o en relación con más de un aliado por diversos motivos como las grandes diferencias de criterio en la compra de materiales antiaéreos entre EEUU y Turquía por culpa de la adquisición turca de los misiles S-400 a Rusia y el veto norteamericano a la compra de los pretendidos F-35 como consecuencia de lo anterior o los constantes, cada vez más frecuentes y crecientes encontronazos entre Turquía y Grecia por la explotación de recursos energéticos bajo las aguas griegas o chipriotas en el Mediterráneo son problemas que han superado en mucho las tradicionales y enquistadas disputas entre ambos países. Los cambios en la orientación política interna y externa, cada vez menos democrática en Turquía que se manifiestan en el insaciable afán de expansionismo e intervención de Erdogan —en una cada vez más aparente y patente búsqueda de la reconstrucción del viejo Imperio Otomano— en la mayor parte de los conflictos cercanos a sus fronteras o más allá de las mismas en Siria y Libia principalmente y, últimamente, en Nagorno Karabaj ponen en peligro el inestable equilibrio con Rusia, sin olvidar su elevado grado de fijación con el exterminio de los kurdos y los arriesgados y peligrosos acercamientos a Irán lo que pone muy nerviosos a EEUU, Israel y Arabia Saudí.

Como importante y peligrosa patata caliente para los europeos hay que referirse a la existencia de más de dos millones de refugiados en territorio turco esperando saltar a Europa y que son contenidos allí gracias a importantes y millonarias subvenciones de la UE para evitar que esto suceda. Avalancha humana que Erdogan periódicamente amenaza con su suelta y darle vía libre si se le molesta en sus sucias actuaciones y felonías nacionales e internacionales.

Todos los asuntos referidos son ingredientes más que suficientes y demasiado fuertes cada uno, para que la picante ensalada de la Alianza resulte poco atractiva y prácticamente incomible, y hasta puedan llegar a ser el origen o la causa para que se puedan romper por más de un punto o motivo sus viejas y ya muy remendadas costuras.

Ciertamente, Turquía viene desarrollando de forma progresiva, y mucho más patente e intensa desde su autogolpe de Estado de 2016, una política absolutista y claramente antidemocrática y dictatorial. Erdogan viene sometiendo a su pueblo a una fuerte tiranía aunque aparentemente mantiene en el país un régimen “democrático”; ha cambiado la estructura de gobierno y el alcance del poder presidencial concentrando, poco a poco, el control de todos los poderes del Estado en su persona e incluso, ha anulado el signo laico del Estado con una conversión de culto del islam, llegando a derogar el “inamovible” legado de Atatürk (el padre de la patria turca) y en reconvertir en mezquita la antigua basílica ortodoxa de Santa Sofía, a pesar de ser monumento Patrimonio de la Humanidad.

Es el segundo país de la OTAN en aportación de fuerzas a la misma; ocupa su flanco oriental y cierra, por su privilegiada posición estratégica, el libre paso de Rusia hacia el Mediterráneo; cuenta con numerosas y potentes fuerzas armadas y sirve de base a importantes unidades norteamericanas de aviones de combate, cazabombarderos y armas nucleares. Es quizá por ello, por lo que su pérdida traería consecuencias incalculables para la seguridad, efectividad, equilibrio y el despliegue de las fuerzas restantes ya que quedarían con su más importante y peligroso flanco al descubierto.

Erdogan conoce bien la importancia de su terreno y la necesidad de la Alianza de su capacidad militar y quizá, sea por ello, por lo que juega con la paciencia de sus aliados a sabiendas de que haga lo que haga, no se le corrige aunque desde hace mucho tiempo, es merecedor de ello. La situación de deterioro en sus relaciones individuales y colectivas va en aumento; sus demostraciones y retos antidemocráticos han roto todos los cánones permitidos y se ha convertido en un aliado muy voluble y cada vez menos fiable, lo que unido a los otros temas enunciados podría dar origen a una ruptura o a la transformación profunda de la Alianza en otro tipo de organización, más reducida o con pretensiones menos ambiciosas. 

Por si fueran pocos los problemas enunciados, en el flanco opuesto nos encontramos con España, otro país que últimamente y sobre todo, desde que cuenta con un gobierno social-comunista —siendo los comunistas de corte e inspiración bolivariana (Venezuela) y muy amigos de Irán— tampoco está poniendo fáciles las relaciones con la Comunidad Internacional. El presidente Sánchez, a pesar de gozar de una gran capacidad de disimulo y de aparentar que no se entera de los problemas u objeciones que los demás le plantean, ha sido objeto de varias reprimendas públicas y notorias por parte de Trump en las últimas Cumbres por todo lo anterior y al ser de entre los medianos, el que menos y con gran diferencia, invierte en defensa.

España es un país que en el aspecto de la acumulación de poder presidencial, incluso en detrimento de la figura del Jefe del Estado y en el control o dominio sobre los poderes del Estado, viene practicando una especie de turquización (aunque algo más light) que recientemente vuelve a encender las luces rojas en el seno de la UE, por lo que indudablemente, también inquietará en la OTAN.

Está sumida en la peor y más profunda situación en ambas crisis sanitaria y económica del mundo y con tales credenciales y movimientos telúricos en lo político y lo social, probablemente será incapaz durante más de un lustro de salir del hoyo en el que el gobierno la ha sumergido por su mala gestión y falta de previsión. Es muy posible que aumenten las agitaciones sociales cuando se compruebe la mucha necesidad y la poca eficacia de los apoyos económicos que puedan llegar de la UE, que llegarán —si llegan— tarde, con cuenta gotas y a lo largo de un periodo de tres largos años; sobre todo, si no se encuentra un pronto remedio a la pandemia y la sociedad civil consiga encarrilar la economía aún a costa de soportar las grandes cargas impositivas que soterradamente y contra todo consejo, se vienen anunciando en estas fechas. Tiene sin solventar el grano de Gibraltar tras el Brexit sin acuerdo y mantiene una muy dudosa y voluble política con respecto al futuro político en Venezuela, lo que molesta a muchos aliados en Europa y en la OTAN.

A todo lo anterior, hay que añadir que Marruecos, el eterno enemigo a la espalda, ha percibido el olor de la sangre y a carne putrefacta y, como tradicionalmente suele hacer, ha comenzado a lanzar sus aspiraciones territoriales sobre aguas y espacios, que en este caso incluyen las islas Canarias y, al mismo tiempo, se encuentra en un franco y efectivo proceso de importantes programas de reame de sus fuerzas armadas con adquisiciones de material moderno a proveedores de un variopinto abanico que va desde Francia y EEUU hasta Rusia. Situación altamente preocupante y nada nimia tanto para la OTAN en general, por ser Marruecos un especial aliado de varios de sus integrantes, como para España, a no ser que dejemos de pertenecer a Alianza y se rompieran los lazos con ella.

No debemos olvidar que las constantemente decrecientes fuerzas armadas españolas, poco o mal pagadas, cada vez peor instruidas y adiestradas por falta de suficientes presupuestos para ello, bastante envejecidas y escasamente dotadas con materiales modernos o de última generación, se encuentran además mayormente dedicadas a todo tipo de menesteres o misiones de tipo protección civil por la necesidad de contar con mano de obra barata o gratis en la lucha contra la pandemia del COVID y, por lo tanto, se están volviendo incapaces de ser un elemento de peso en el potencial de la OTAN. Además, a la vista de las pocas expectativas de salir de la macro crisis económica, es más que previsible que la aportación española real en gastos en defensa no llegará en lustros a las mencionadas cotas otrora establecidas, lo que las relega a convertirse un aliado sin importancia, sino una rémora o un lastre, lo que podría cuestionar a los demás el mantener su pertenencia a la Alianza.

En resumen, aunque no se quiere decir claramente, nos encontramos ante una OTAN semi paralizada porque aparte de sufrir problemas de identidad en su núcleo duro, aún tiene que encajar los inconvenientes derivados de un más que posible Brexit duro y sin acuerdo y el papel a jugar por la UE en la defensa europea, si es que alguna vez es realmente capaz de pasar de las palabras a los hechos; además, se encuentra con sus dos flancos con problemas de conveniencia e incluso de permanencia, en manos de regímenes bastante conflictivos por sus tendencias, procedencias o por los intereses o agendas, ya no tan ocultas, de los que integran o dirigen sus respectivos gobiernos.

Veremos si alguien está dispuesto o es capaz, de lidiar tanto toro Victorino o de poner los necesarios cascabeles a los incansables gatos; que sucederá cuando se sepa el nombre del nuevo inquilino de la Casa Blanca y cuál será su postura con respecto al futuro y el papel de la Alianza; hasta donde llegará la UE en lo referente a sus “ambiciosas aspiraciones” en la defensa europea de forma semi independiente; como quedan las relaciones entre el continente y la islas británicas tras un Brexit duro y seguramente muy conflictivo y cuál será la orientación de la Unión cuando Merkel —ya que Macron está perdiendo fuelle y fuerza— deje de llevar las riendas de la misma y sobre todo, si se complican los particulares peligros que podrían venir desde cualquiera de sus  flancos en el Mediterráneo.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Reserva) de España.  Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.                      

 

Artículo publicado en https://sites.google.com/site/articulosfjavierblasco/la-otan-y-sus-nuevos-fantasmas

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AZERBAIYÁN Y ARMENIA INTENSIFICAN EL CHOQUE ARMADO EN TORNO AL ENCLAVE EN DISPUTA DEL ALTO KARABAJ

 

 

 

El Deber*

Ambos países se acusan mutuamente de ataques a la población civil mientras Moscú, la UE y la OTAN piden un alto al fuego inmediato

 

Las Fuerzas Armadas de Azerbaiyán y de Armenia intensificaron este domingo los combates en la frontera entre ambos países, enfrentados desde el derrumbe de la URSS por el montañoso enclave del Alto Karabaj. Los enfrentamientos se producen tras duras acusaciones cruzadas de ataques contra la población civil en ambos países en las que se habría producido muertos, aunque no hay ninguna confirmación oficial.

El Ministerio de Defensa de Azerbaiyán lanzó una “contraofensiva” en respuesta a los ataques que, asegura, Armenia efectuó a primera hora de la mañana contra posiciones azeríes. Armenia, por su parte, acusa a Azerbaiyán de haber iniciado las hostilidades y declaró la ley marcial y la movilización militar en su territorio. Moscú, aliado de Armenia, donde tiene una base militar, la UE y la OTAN pidieron un alto el fuego inmediato que permita “comenzar las negociaciones” para calmar la situación. Mientras tanto Turquía ofreció todo su apoyo a Azerbaiyán.

Según Bakú, Armenia violó el débil alto el fuego en la región al lanzar la primera hora de este domingo “provocaciones a gran escala” con bombardeos intensivos contra las posiciones del Ejército azerí a lo largo de todo el frente y contra asentamientos en primera línea de la zona de conflicto. El Ministerio de Defensa aseguró haber causado al país rival severas pérdidas tanto en material bélico como en soldados. Además, Zakir Hasanov, ministro de Defensa azerí, informó de que tomaron el control de seis aldeas y de varios puntos estratégicos. Los armenios lo negaron y sostienen, sin embargo, que consiguieron esquivar “exitosamente” los ataques, según el primer ministro, Nikol Pashinián.

Las fuerzas azeríes, apoyadas por tanques, misiles y artillería, aviación y drones, destruyeron 12 sistemas de misiles antiaéreos de Armenia, según Bakú. Azerbaiyán admitió el derribo de un helicóptero de combate por parte de Armenia, pero afirmó que el piloto logró aterrizar y que no hubo pérdidas humanas. Al mismo tiempo, negó que perdieron varios tanques, como los armenios informaron horas antes.

 

En un mensaje de su cuenta de Twitter, Pashinián denunció la ofensiva de Azerbaiyán con ataques aéreos y misiles contra Artsaj (nombre armenio del Alto Karabaj), y aseguró que el Ejército haría todo para proteger a su “patria de la invasión azerí”. “Prepárense para defender nuestra patria sagrada”, digo Pashinián a la población en un comunicado citado por la cadena británica BBC.

Ante este aumento de las hostilidades, la OTAN llamó a ambos países a una solución pacífica. “Las partes deben cesar de inmediato las hostilidades que causaron ya víctimas civiles. No hay solución militar a este conflicto. Las partes deben reanudar las negociaciones para lograr una resolución pacífica, indicó la Alianza Atlántica en una declaración oficial atribuida al representante especial para el Cáucaso y Asia Central, James Appathurai.

Turquía, actor clave en este conflicto, respondió ofreciendo su “total apoyo” a Azerbaiyán y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, aseguró que la “solidaridad” con Bakú “continuará y se incrementará”. Turquía mantiene como política estatal un apoyo sin fisuras a Azerbaiyán.

Ante esta situación, el mandatario armenio Pashinyan, pidió a la comunidad internacional que se asegure de que Turquía no se involucra en el conflicto de su país con Azerbaiyán por la región del Alto Karabaj, informa Reuters. Pashinyan advirtió de que el comportamiento de Turquía podría tener consecuencias destructivas para el sur del Cáucaso y las regiones vecinas.

Una escalada del conflicto preocupa a los países de la región, porque temen que una nueva guerra pueda arrastrar también a Rusia —aliado de Armenia—, y a Turquía —que el domingo reiteró su apoyo a Bakú—, defendiendo a Azerbaiyán. Moscú, de inmediato, abogó por la calma y el restablecimiento del alto el fuego, mientras que Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, llamó a ambos países a detener las hostilidades y volver a las negociaciones “sin precondiciones”.

El enclave montañoso del Alto Karabaj (o Nagorno Karabaj), controlado por Armenia en suelo de Azerbaiyán, es escenario de uno de los conflictos territoriales que quedó enquistado tras el derrumbe de la Unión Soviética. Da la impresión que, desde la breve guerra de cuatro días que enfrentó a Armenia y Azerbaiyán en 2016, ambos Estados se han ido preparando para nuevos conflictos armados y, de hecho, los combates se repitieron de forma cada vez más frecuente y con mayor intensidad.

Además, no solo circunscritos al enclave del Alto Karabaj, sino a lo largo de la frontera entre ambos países, como ocurrió en julio en la región de Tavush. Aquel fue un choque que dejó una quincena de muertos y que Bakú achaca a un ataque armenio en una zona estratégica de Azerbaiyán, ya que junto a ella discurren varias tuberías clave para el suministro de petróleo y gas del Caspio hacia Europa.

En 1994, Bakú y Ereván alcanzaron un alto el fuego y encauzaron una resolución al conflicto en el marco de diálogo del llamado grupo de Minsk (codirigido por Rusia, EEUU y Francia y bajo el amparo de la OSCE), pero desde entonces se han seguido produciendo incidentes.

Aumento en gasto militar

El gasto en Defensa de ambos países se disparó en la última década y se lleva un parte importante de su presupuesto: en torno al 4 % del PIB, según datos del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (Sipri). Gracias a la bonanza petrolera que vivió Azerbaiyán desde 2000, Bakú modernizó sus Fuerzas Armadas y cuadriplicó su gasto militar hasta superar los 1.500 millones de dólares anuales, incorporando armamento puntero de origen ruso, israelí y turco.

Armenia trató de hacer lo mismo, pero debido a que su economía es más pequeña, su presupuesto militar es un tercio del de su vecino y rival. Sin embargo, el Gobierno azerí se queja de que, en el último año, Ereván recibió 500 toneladas de material militar ruso y, según algunas informaciones, se trata de armamento de alta tecnología.

“Detectamos envíos por avión y por tierra a través de Kazajistán, Turkmenistán e Irán. Preguntamos a nuestros colegas rusos qué enviaron y por qué, pero no recibimos ninguna respuesta”, lamentó el jefe del Departamento de Asuntos Exteriores de la Presidencia de Azerbaiyán, Hikmet Hajiyev, en un reciente encuentro con periodistas en Estambul.

“Sabemos que no es material de uso civil, sino militar, pero no sabemos en concreto de qué armas se trata. Además, hemos detectado en los últimos meses una concentración inusual de tropas armenias en la frontera”. Pero, Azerbaiyán también reforzó sus posiciones con la llegada de militares turcos y, según denuncian diversos medios, rebeldes sirios como los que Turquía también empleó en la guerra de Libia.

 

Nota original publicada por El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://eldeber.com.bo/mundo/azerbaiyan-y-armenia-intensifican-el-choque-armado-en-torno-al-enclave-en-disputa-del-alto-karabaj_202197

CÓMO FUNCIONAN LOS SERVICIOS RUSOS

Giancarlo Elia Valori* 

 El presidente Vladimir Putin habla en una reunión con oficiales de la inteligencia militar rusa, GRU en Moscú, Rusia, noviembre de 2018. (Alexei Druzhinin, Sputnik, Foto de la piscina del Kremlin vía AP).

El sistema de seguridad de la Federación de Rusia estaba formado, por supuesto, por los restos de la KGB, que se había disuelto deliberadamente y tal vez de manera irrazonable en 1991. Gran parte del “Comité” fue destruido sin ningún programa, y luego redistribuyó algunos elementos de la KGB a otros organismos o incluso a otras oficinas que no son de inteligencia, siempre tratando de contrastar y competir con las oficinas y los aparatos de seguridad entre ellos. Una idea razonable, pero para ser utilizada de una manera no exclusiva. Pero, cabe señalar, los Servicios de Seguridad rusos fueron reconstruidos y modificados después de la Guerra Fría, precisamente según el modelo estadounidense, no porque Estados Unidos hubiera ganado la “Guerra Fría”, sino porque Washington todavía mantiene, y es un error allí también, hasta 17 servicios diferentes en funcionamiento. El fin de la confrontación global había debilitado y marginado incluso antes de 1989 a las estructuras occidentales. La unidad de inteligencia política en los EE.UU. fue abolida en 1985, al igual que la División General de Inteligencia del FBI.

En Inglaterra, la Subdivisión F, la unidad contra las “actividades subversivas” cambió del MI5 a la lucha contra el terrorismo, y el criterio básico en Londres, que hoy parece cuestionable, era operar contraespionaje en el país y el espionaje sólo en el extranjero. El divide y reinarás de la clase política en los Servicios. Pero también una garantía de ineficiencia y “agujeros” informativos.

La Rusia postcomunista hizo lo mismo: la KGB fue desmembrada, con la asignación de la Guardia Fronteriza a otro organismo ad hoc y tropas de comunicaciones a la FAPSI, otra nueva agencia, mientras que los búnkeres secretos fueron en gran parte retirados o asignados a una simple oficina de la Administración Presidencial. Sin embargo, el sistema nacido de la antigua KGB duró hasta 1998. En 1991 Yeltsin intentó, sin embargo, establecer un único Ministerio de Seguridad y Asuntos Internos, una vieja reforma que había sido establecida en 1953 por Stalin, pero la Corte Constitucional bloqueó la decisión.

Y, por supuesto, ningún país puede permitirse hoy una concentración de poder como la derivada de un único servicio. Especialmente las clases políticas cleptocráticas o, como suele ser el caso de Occidente, las que son completamente incompetentes. O ambas cosas.

La larga guerra entre las clases políticas y los Servicios se ganaría, en este caso, precisamente por los Servicios. Y no es verdad que esto siempre sea malo. Las amenazas a Moscú no fueron particularmente agudas a principios de la década de 1990 por lo que el Servicio Ruso pudo transformarse, con la debida lentitud burocrática, de una manera bastante radical. Y sin demasiados daños, excepto por la falta de noticias sobre la relación entre los operadores de la transformación clepto-liberal de la economía y la clase política. No es extraño, era el objetivo que querían alcanzar.

La “liberación” de la economía rusa postsoviética fue el fin, el silencio obligatorio de los Servicios, o su participación en el clepto-sistema, era el medio. Una gran parte de la KGB, especialmente la relacionada con la contrainteligencia, fue reconstruida como FSB.

La Primera Dirección Central, la de operaciones extranjeras y espionaje, se convirtió en el Servicio de Inteligencia Extranjera, el SVR; la 6ª y 8ª Dirección de la KGB, que ya operaban en inteligencia electrónica y señales, se fusionaron y organizaron en una nueva Agencia, la Agencia Federal de Comunicaciones e Inteligencia Gubernamentales, FAPSI, sobre el modelo explícito de la NSA estadounidense. La 15ª Dirección de la KGB se convirtió en la Dirección Presidencial de Programas Especiales, responsable de la protección de la infraestructura más secreta y delicada del país, mientras que la Primera Dirección de Seguridad, o 9ª Dirección de la antigua KGB, tenían como objetivo proteger a las personalidades más importantes del país.

Las tropas fronterizas, como ya hemos señalado, se convirtieron en una administración autónoma. Fue Yeltsin quien se aseguró de que la competencia entre los Servicios y las agencias fuera máxima, también para evitar que sus ministros conocieran cuestiones antes o mejor que él.

Pero el problema es la comprensión, no «tenerlo primero». Si el estadista no lo logra, no hay nada que pueda mostrarle una nota del Servicio, una nueva idea, iniciativa, una nueva operación, nada. Están los que nacieron evaluadores de tráfico, los que nacieron estadistas. Y nosotros, como asesores de segundo nivel, somos demasiados. El SVR también compitió con el GRU (el Servicio Militar) y el FSB, que luego participó en competencias reales con la FAPSI.

Dentro de la Presidencia, también estaban los servicios que los rusos llaman “sociológicos”: el GAS, para monitorear la situación sociopolítica (y económica) en las regiones más alejadas de Moscú, luego el Vybory, que sirve para monitorear los procesos electorales y también el desafío de controlar los costos administrativos. Eficiente incluso hoy.

En 1993 incluso se fortaleció el sistema de competencia interna de los Servicios. Ese año también apareció la Policía Tributaria, que competía directamente con el Departamento de Seguridad Económica del FSB. En manos de Putin, estas estructuras, especialmente la Oficina Tributaria, se convirtieron en la principal herramienta, muy selectiva, contra los «oligarcas». Los oligarcas afines fueron elegidos, los otros fueron forzados al exilio o algunas visitas a Siberia.

Una elección racional y práctica para no destruir el sistema, que habría sido exagerado, y una manera de mantenerse en el poder.

La competencia excesiva entre los Servicios puede dar lugar a peligrosas luchas internas por la estabilidad del Estado y, sobre todo, por la fiabilidad de la información, por lo que la Presidencia trató de poner un límite a este “juego de matanza”. En 1998, la idea de reunir todas las piezas en las que la vieja KGB había sido dividida renació justamente para evitar que la competencia entre las Estructuras destruyera la función misma de inteligencia. Pero no fue hasta 2003 que Putin, ahora en el poder, abolió el Servicio Federal de Policía Tributaria, luego también la FAPSI, finalmente la Agencia Federal para la Guardia Fronteriza y algunas otras oficinas. En cambio, nació el “Comité Estatal para combatir el comercio ilegal de estupefacientes”, los Guardias Fronterizos se reincorporaron al FSB y la FAPSI se dividió de nuevo entre el FSB y el Servicio Federal de Seguridad. Eso se había mantenido intacto entre las diversas y a menudo inteligentes “reformas”.

El FSB tuvo inmediatamente un control total, casi directo, del Ministerio del Interior. La 5ª Dirección de la KGB, que se ocupaba de la “investigación política” dirigida e inventada por Yuri Andropov, escapó en parte de la reconstrucción-fragmentación de los servicios rusos. Como dijo el propio Andropov, la 5ª Dirección fue creada para “luchar contra la subversión ideológica inspirada en nuestros enemigos en el extranjero”. Y pensar que algunos periódicos italianos, cuando se convirtió en secretario del PCUS, hablaron de su “pasión por el jazz” y por el “arte moderno”. Nada lo prohíbe, por supuesto, pero Andropov no dudaría por un momento en enviar a ciertos artistas al frío siberiano.

El 1º Departamento de la 5ª Dirección se especializó en la infiltración y el control de los sindicatos, el 2º operaba contra los centros, internos y extranjeros, que apoyaban a los disidentes soviéticos en el extranjero, la 3ª operaba dentro del mundo estudiantil, y sólo la 5ª Dirección, con la 14ª controlaban a periodistas extranjeros, el 13º mantuvo un ojo en los punks y grupos espontáneos, el 8º a los judíos. Llegaron a emplear hasta 2.500 empleados. Para “limpiar” la imagen de la 5ª Dirección, en 1989, fue renombrada “Dirección para la Protección de la Constitución”, pero fue eliminada formalmente en agosto de 1991. Después de siete años, en 1998, la nueva Dirección para la Protección de la Constitución nació dentro del FSB. Opera, según la Presidencia rusa, en la “esfera sociopolítica” contra la “sedición interna” que siempre ha sido, afirmaba Yeltsin, “más peligrosa que las invasiones externas”.

Luego, este departamento fue colocado en el departamento de “Lucha contra el Terrorismo”, debido a que los servicios de inteligencia rusos siempre han separado el “terrorismo” de la “subversión”, una señal de que su análisis político es más fino que el occidental. Pero en 2002, de nuevo por temor a concentrar demasiado poder en un servicio, el Servicio de Lucha contra el Terrorismo se dividió en dos. Increíble cómo una agencia de inteligencia podría haber trabajado con esta continua trituración institucional. El Servicio BT, o Contraterrorismo, fue devuelto al FSB pero con un nuevo nombre, SZOKS y BPeh, el “Servicio para la Protección de los Fundamentos del Sistema Constitucional” en el primer caso y el de “Lucha contra el Extremismo Político” en el segundo. Se debe tener en cuenta que la lucha contra el terrorismo siempre estuvo separada de la lucha por la “protección de la Constitución”.

En esos años, nació una nueva necesidad rusa: el control del vecino extranjero, es decir, la CEI. El proyecto vigente de la Federación Rusa-Belarús nació en 1999.

Pero en 2005 el FSB necesitó realizar operaciones serias más allá de sus vecinos, por ejemplo en las zonas europeas y norteamericanas. Desde entonces, los servicios rusos tienen especial cuidado de no permitir que las revoluciones de color, típicas del enfoque actual de los Servicios Occidentales a la desestabilización/aislamiento de la Federación de Rusia, estallen en su “área de respeto”. Todo surge de la transformación “democrática” serbia, de la red de OTPOR, organizada en la embajada de Estados Unidos en Hungría, y de las redes de las fundaciones estadounidenses e incluso europeas.

Ante las revoluciones de color, el FSB también resultó una agencia de inteligencia del viejo estilo, con su nueva “Dirección para la Coordinación de la Información Actual” (UKOI) y la de “planificación estratégica, análisis y previsión” (DAPSP) como los órganos más importantes y poderosos del Servicio. El GRU y el SVR también retoman su antigua función como agencias de inteligencia en las etapas de la llegada y los primeros años de Putin en el poder.

En 2005, la estructura del FSB que organiza las relaciones con los países de la CEI, es renombrada como “Servicio de Información Actual”. En 2003, vimos que los Guardias Fronterizos finalmente fueron retornados al FSB.

Pero hay, la Federación siempre sigue siendo un “estado policial”, otros dos cuerpos que se ocupan de las fronteras y que no son dirigidos por el Kremlin. Es el “Centro Antiterrorista de los Países de la CEI” y luego el sistema de control interno de la Organización de Cooperación de Shanghái. En 2006, la Duma aprobó el establecimiento de un servicio especial que elimina a los terroristas en el extranjero. Escribí “elimina”. Por otro lado, un Servicio también tiene que ver con ciertas etapas de la vida.

Siempre recordamos el delicado y largo momento del pasaje entre Yeltsin y Putin en 2000. En ese año que Vladimir Putin insertó una parte del FSB en las Fuerzas Armadas, feudo del excelente GRU, nunca muy manipulado por los políticos. El FSB, que era el objetivo geográfico y estratégico, organizó inmediatamente una “Dirección para el Cáucaso Norte” y una contrainteligencia militar en esa área.

También cambia el estilo de trabajo del Servicio: a partir de 2003, el FSB y el SVR no sólo revelan la información confidencial que han recopilado, sino que también la interpretan, algo a lo que la vieja KGB nunca se habría atrevido.

El “kappa” fue excelente, como todos los Servicios que tienen detrás de ellos un verdadero Estado (meditación actual para Italia) especialmente para las operaciones en el extranjero y para la penetración en otros lugares, como en Italia, por ejemplo, pero nunca se atrevió a interpretar los datos que recopiló, esperando irremediablemente al discurso paramarxista y osificado del Kremlin. Según la charla pseudo-marxista, la KGB hizo lo que se le antojaba. Buenos tiempos. La información llegaba casi sin procesar y sólo al escritorio del director de la KGB (y luego, por un tiempo, también al del FSB) y sólo él quien seleccionaba los datos que consideraba importantes. Los datos recogidos por el Servicio eran enviados a los diversos departamentos de la Comisión Central, y por supuesto aquí radicaba el control del Partido sobre la KGB.

Luego, en la década de 1990, se añadieron a la Lubjanka otras Direcciones: el Servicio Psicológico, que estaba interesado en los fenómenos de masas y la contrapropaganda.

El análisis de fuentes abiertas, tan importante hoy en día para todos los servicios, no existía entonces como tal. Ni antes ni después de la caída del régimen soviético. Hubo algún estudio de los errores y de las evaluaciones correctas realizadas por el Servicio en años anteriores y para casos similares. También existía la campaña, organizada a través de los muchos canales occidentales complacientes, para crear el «mito» del FSB, como años antes se había realizado para la KGB, sin duda un excelente servicio, pero no tan extraordinario como la propaganda indicaba, incluso la occidental.

Pero la propaganda, para un Servicio, siempre debe estar bien organizada y apoyada, no como sucede en Italia, donde parece que nuestros Servicios están representados principalmente por los militantes de “Avanguardia Operaia”. Y, por nombrar uno, uno de estos viejos militantes fue ministro del interior y de un partido de derecha. Está muy implicado Francesco Cossiga, que votó a favor de una moción individual de no confianza sobre este líder político.

Aquí, incluso hoy en día, los Servicios Soviéticos, aunque excelentes y eficientes (especialmente desde el punto de vista operativo) surgen de esta larga odisea entre clases políticas inciertas, evaluaciones sectoriales y a menudo de “consensos” políticos incompetentes. Hoy es crucial el papel de Putin, que ha restablecido la competencia entre las agencias, pero de una manera más compleja y controlada por el Kremlin. Después de Vladimir Vladimirovic, y este es sin duda uno de los objetivos de las actuales operaciones occidentales, los servicios rusos volverán al caos resultante de una poliarquía política a menudo para-criminal.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. El Señor Valori ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Nota: traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. 

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