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LA CRISIS DEL DERECHO INTERNACIONAL

Giancarlo Elia Valori*

Imagen de Gerd Altmann en Pixabay 

La idea de promover la agenda de derechos humanos a imagen y semejanza de los principios de los países occidentales —como depositarios de la Verdad Absoluta— es contraproducente y directamente dañina en el Cercano Oriente, Oriente Medio y Asia Central, ya que no considera la experiencia histórica de estas regiones geopolíticas. Además, muchos expertos en Occidente hablan de tales temas, pero realmente no conocen la cultura o los idiomas locales. Por lo tanto, cuando escriben sobre estos países, se basan en los idiomas clásicos del imperialismo —inglés y francés— con todo lo que inevitablemente sigue en progresión geométrica.

El declive del sistema bipolar en las relaciones internacionales a principios de la década de 1990 fue acompañado por grandes expectativas de políticos y expertos, que soñaban con el advenimiento de un mundo basado en el estado de derecho. Una especie de Paraíso en la Tierra, donde todos de repente serían felices, y las guerras, pero ante todo el hambre, desaparecerían. Sus sueños, sin embargo, no estaban destinados a hacerse realidad, ya que las guerras se han multiplicado y el hambre se está cobrando más víctimas que nunca, con el espectro de las guerras que ahora se ciernen sobre los recursos hídricos.

Las especificidades de las relaciones internacionales están determinadas por los tres componentes más importantes: el derecho internacional, la geopolítica y la ideología. Los primeros sistemas de tratados internacionales aparecieron en el mundo antiguo: después de la batalla de Qadeš entre los egipcios y los hititas a finales de mayo de 1274 a.C. En 1.258 se concluyó un tratado justo con respecto a la tierra que se gobernaría alrededor de la frontera que Ramsés II no pudo mover más al norte que Qadeš. Pero la diplomacia, en el sentido moderno de la palabra, solo comenzó a tomar forma después de la Guerra de los Treinta Años de 1618-1648.

El 15 de mayo de 1648 los príncipes protestantes firmaron el primer tratado de la Paz de Westfalia, en Osnabrück, que marcó el final del conflicto entre Suecia y el Imperio de los Habsburgo. Los príncipes católicos más tarde firmaron dos tratados más en Münster (el 24 de octubre del mismo año).

Westfalia y, en mayor medida aún, el Congreso de Viena (1º de noviembre de 1814 – 9 de junio de 1815) que lo reemplazó, también se basó en tres componentes: la multipolaridad, el equilibrio de poderes y el concierto de poderes, lo que significó principalmente la importancia de las grandes potencias: Austria, Prusia, Rusia y el Reino Unido. En muchos sentidos, los mismos principios eran característicos del sistema Yalta-Potsdam, que determinó las relaciones entre las dos superpotencias durante la Guerra Fría. Las normas del derecho internacional se respetan sobre todo porque hay una fuerza detrás de ellas que no puede ser ignorada. Es por eso que la paz reinó en Europa y los intereses de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y los Estados Unidos de América chocaron principalmente en los países de la periferia, es decir, al trasladar la Segunda Guerra de los Treinta Años (1914-1945) a los países del Tercer Mundo y a los Balcanes, para que las industrias de guerra de Occidente y Oriente tuvieran sus teatros de guerra como salidas para sus armas. Poco podría hacer la República Popular China definiendo tanto a los primeros como a los segundos socialimperialistas como imperialistas tout court, y tildándolos a ambos de hegemonistas. En la década de 1990 el mundo cambió. Se convirtió en “centrado en Estados Unidos”.

Después del colapso de la Unión Soviética, los Estados Unidos de América se convirtieron en la única superpotencia que asumió la responsabilidad del destino de la humanidad, es decir, de su propio “destino manifiesto”. El concepto del “fin de la historia”, desarrollado por el famoso politólogo estadounidense y profesor de la Universidad Johns Hopkins, Francis Fukuyama —aunque criticado por algunos expertos en los Estados Unidos de América— no ha sido revisado seriamente. A su vez, las diversas guerras en Asia, Yugoslavia y la difícil situación en África (el genocidio en Ruanda en 1994, en medio de la indiferencia de las Naciones Unidas y múltiples guerras locales) plantearon la cuestión del derecho a interferir en los asuntos internos de los países para proteger los derechos humanos.

La situación en la antigua Unión Soviética también cambió. Los líderes locales parecían estar decidiendo abandonar su soberanía por completo e integrarse en la medida de lo posible en las estructuras políticas occidentales.

Vale la pena mencionar la conversación entre el ex Presidente de los Estados Unidos de América, Richard Nixon (el último gran Presidente de los Estados Unidos), y el ex Ministro de Relaciones Exteriores de Boris Yeltsin, Andrey Vladimirovič Kozyrev, en junio de 1992. Cuando el presidente Nixon le preguntó cómo el gobierno ruso decidió las prioridades nacionales de su país, Kozyrev respondió que sus líderes se guiaban por valores universales: “¿Probablemente usted, como amigo de la democracia rusa, ayudará a formular estos intereses?”, preguntó Kozyrev. El ex presidente de los Estados Unidos respondió brevemente que no se comprometería a hacerlo, con la esperanza de que el Ministro los formulara él mismo. Sin embargo, después de que el presidente Nixon dejó el Ministerio de Relaciones Exteriores, no pudo resistirse a afirmar que era poco probable que tal Jefe de la diplomacia rusa pudiera ganarse el respeto de sus compatriotas.

La idea principal de los Estados Unidos de América, después del colapso del sistema bipolar, era tomar medidas para evitar la aparición de competidores serios en el ámbito internacional, especialmente en Eurasia. Ese esfuerzo, sin embargo, ocultaba una contradicción estructural: el mundo es demasiado complejo y diverso para ser controlado por un solo centro. La humanidad se enfrenta actualmente a situaciones en las que el sistema de derecho internacional es cada vez menos funcional.

Las potencias en la arena mundial se han visto alteradas y, sin el respeto del derecho internacional por todos, es imposible hablar de la existencia de un sistema de equilibrio, sino sólo del derecho mundial, considerado como una construcción únicamente en interés del país hegemónico, cuyo papel es cada vez más reclamado por los Estados Unidos de América.

La razón de la crisis en la que la diplomacia mundial se tambalea ahora son las ambiciones exorbitantes de Estados Unidos, que se han expresado en el intervencionismo “liberal” del Partido Demócrata y la ideología neoconservadora del Partido Republicano.

El ascenso económico de la República Popular China, así como la creación de las bases de política exterior por parte de la Federación de Rusia, que se ha recuperado de las consecuencias de la “terapia de choque” y la venta de cuasi-liquidación operada por Yeltsin, ha sentado gradualmente las condiciones para la creación de las bases de una nueva multipolaridad en el equilibrio de poder. El problema radica en el hecho de que es extremadamente desventajoso para los Estados Unidos reconocer esta nueva realidad, porque la posición única de los Estados Unidos después del final de la Guerra Fría le trajo considerables dividendos económicos y políticos. Además, la Casa Blanca dominó nuevos mecanismos para controlar las actividades de sus socios. Por ejemplo, muchas de las tecnologías estratégicamente importantes que muchos países necesitan se encuentran basadas en patentes de Estados Unidos.

Obviamente, para los Estados Unidos de América, la intensificación de la política exterior rusa desde la segunda mitad de la década de 2000 ha sido en muchos sentidos una revelación desagradable. Mientras que la República Popular China se desarrolló gradualmente, por el momento sin criticar a los Estados Unidos en temas controvertidos, la posición de Rusia, comenzando con el discurso de Vladimir Putin pronunciado en Munich en 2007, y especialmente después de la entrega de Crimea a la patria en 2014, comenzó a ser percibida por la Casa Blanca como un desafío destinado a restaurar la influencia perdida en Eurasia y el mundo en su conjunto.

¿Fue posible evitar el conflicto, que condujo a choques de intereses entre los Estados Unidos-OTAN y Rusia en el territorio de Georgia, Ucrania y Siria? Algunos expertos piensan que sí. El conocido politólogo británico, Richard Sakwa —profesor de la Universidad de Kent— señaló que el principal problema de Occidente es que durante muchos años no encontró mecanismos efectivos para integrar a países como Rusia y la República Popular China en la órbita de sus valores. Desarrollando esta idea, podemos ver que las condiciones para tal asociación deberían haber sido discutidas en pie de igualdad y no impuestas desde afuera.

¿Habrá un político en la Europa de hoy que sepa cómo volver a la cooperación y el compromiso con Rusia, reviviendo la idea de De Gaulle de una “Europa del Atlántico a los Urales”? En Italia ciertamente no; probablemente en Francia y Alemania. Mientras que, en general, los políticos actuales de la UE —excepto cuando intentan prohibir decir “Feliz Navidad”, por razones de inclusión políticamente correcta— están más interesados en servir a los intereses de los Estados Unidos.

Por lo tanto, la razón de la alienación surgida entre Rusia, la República Popular China y Occidente radica en la arrogancia de los llamados países desarrollados, que en realidad niegan a los demás la existencia de prioridades nacionales, imponiendo así —como buen Gauleiter— la esfera de interés de terceros.

El desarrollo de las relaciones de Rusia con los países orientales, y especialmente con la República Popular China, tiene por objeto compensar las pérdidas que Rusia ha sufrido como resultado de su confrontación con Occidente. Sin embargo, según algunos expertos, China no confía plenamente en la actual élite política rusa. Las complicaciones actuales en sus relaciones con los Estados Unidos y la Unión Europea a veces se ven aquí como nada más que contraste y oposición, que pueden terminar tan pronto como los políticos occidentales ofrezcan una compensación decente. Todo esto con la esperanza de que luego la Federación de Rusia cambie a una política anti-china consistente. Tales temores no son irrazonables, pero es poco probable que el lobby antirruso en el Congreso de los Estados Unidos encuentre estrategas lo suficientemente sutiles como para garantizar tal división.

Actualmente mucho depende de la política de la Casa Blanca. No se puede descartar que las acciones inciertas del presidente de los Estados Unidos —véase la huida literal de Afganistán— probablemente ayuden a aclarar la plataforma sobre la cual surgirá un concepto diferente de política exterior de los Estados Unidos. Un concepto que probablemente se adapte mejor a la realidad cambiada, ya que la pérdida de poder y confianza de los aliados se vio inevitablemente socavada en Afganistán.

Cada año resulta cada vez más evidente que el mundo moderno necesita nuevas bases de valor para su desarrollo. Con todos los reconocidos méritos de la democracia liberal, abandonará el escenario histórico. Pero, ¿qué conceptos lo reemplazarán y ayudarán a la humanidad a salir de la crisis? ¿Habrá algún modelo de meritocracia o transhumanismo, que ahora está de moda en ciertos círculos? Es demasiado pronto para responder a esta pregunta de manera definitiva. El hecho es que, un cuarto de siglo después del final de la Guerra Fría, ha resurgido la enemistad ideológica entre Europa y Rusia. Una razón importante de su aparición radica en los esfuerzos de Estados Unidos para evitar el resurgimiento de la idea de “Europa desde Lisboa a Vladivostok”. Con el fin de sentar las bases para superarlo, debemos reconocer el derecho de la Federación de Rusia y de la República Popular de China a seguir una línea de política exterior independiente y a intensificar los contactos con Rusia y China en el marco de los proyectos de integración de multilateralismo que había asegurado la estabilidad hasta la implosión de la Unión Soviética (25 de diciembre de 1991).

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción.

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EVOLUCIÓN DE LA CUESTIÓN DE SRI LANKA

Isabel Stanganelli*

En octubre de 1996 veinticinco mujeres tamiles portando bombas para efectuar ataques suicidas circulaban por Colombo, capital de Sri Lanka. La situación de angustia que generaban era tan evidente, que hasta los occidentales percibíamos que a pesar de trece años de convivencia con el horror, la guerra civil continuaba reservando sorpresas a los sufridos habitantes de la isla. ¿Cómo llegó a esa situación un pueblo que había logrado la independencia sin un solo disparo y en una perfecta armonía comunal y religiosa?

1994 fue año de elecciones en Sri Lanka. Tanto las elecciones generales —agosto—, como las presidenciales —noviembre—, fueron dominadas por una nueva líder, Chandrika Bandaranaike Kumaratunga, del Sri Lanka Freedom Party (SLFP), que obtuvo el 62,2% de los votos, muy próximo al récord mundial de 62,5 obtenido por Nelson Mandela.

En ambas campañas el principal tópico fue la guerra civil establecida en el norte y este del país a partir de los disturbios raciales de 1983. Cuando la presidente Chandrika Bandaranaike Kumaratunga admitió que toda esa región se encontraba virtualmente bajo control de los Tigres para la Liberación de Tamil Eelam (LTTE), generó un silencio desafiante que se intensificó al manifestar que intentaría negociaciones, puesto que cada esfuerzo para encontrar una solución militar había fallado desde entonces. Las negociaciones también habían fallado. En 1987 con el primer ministro de India Rajiv Gandhi como mediador se logró el acuerdo entre su país y Sri Lanka y el envío de las IPKF o Fuerzas Indias para el Mantenimiento de la Paz.

En 1989 el presidente Premadasa inició negociaciones de paz con la LTTE y con India para que retirara sus tropas. No solamente fracasó el plan para lograr la paz, sino que en junio de 1990 —tres meses después del retiro de tropas indias— se inició la mayor escalada de la guerra civil. Entre 1990-1994 las bajas totales habrían llegado a 30.000. De ahí la intención de la presidente de Sri Lanka de retomar nuevamente las negociaciones de paz.

Los hechos

En el proceso de independencia que hasta 1948 unió al país —entonces denominado Ceylán— con Pakistán e India, Sri Lanka se destacó por haber logrado la secesión e emancipación sin un solo disparo, con solamente algún ocasional activista en prisión y en una perfecta armonía comunal y religiosa.

El censo de 1946 indicaba que la población singalesa convivía con 11% de población tamil de Sri Lanka, con 11% de tamiles indios y con otras minorías[1]. En cuanto a la composición religiosa, 64,5% de los habitantes eran singaleses-budistas ante 20% de tamiles-hindúes. Los principales grupos culturales —el budista y el hindú— tienen muy poco en común y ninguno de los dos quiere renunciar al legado histórico de sus antepasados. Algunas de las mejores representaciones pétreas de Buda en el mundo se hallan en esta isla, donde la arquitectura budista es asombrosa. La región septentrional —hindú— posee un estilo arquitectónico proveniente de India meridional, que no logró crear elementos autóctonos.

En 1948 tal vez la más hábil de las minorías era la musulmana que coexistía con comunidades tanto tamiles como singalesas y alcanzaba el 6,6% de la población total. Los cristianos eran los que se encontraban en la situación más delicada: siendo la más poderosa e influyente minoría, parecían creer que sus privilegios provenían de Dios más que de los británicos. Tanto los protestantes como los católicos poseían el monopolio de las escuelas prestigiosas, además de fácil acceso al sector influyente en el gobierno por lo que tomaban las decisiones comerciales de envergadura. El conflicto con los budistas parecía inevitable. Sin embargo la cordialidad, amistad y respeto entre ambas comunidades se ha mantenido constante: los representantes del clero budista son invitados de honor en todas las ceremonias trascendentes de las iglesias cristianas y lo mismo ocurre con el clero cristiano en las grandes festividades de la comunidad budista. Es más, durante 1994 y los seis primeros meses de 1995 los comandantes de las tres fuerzas y el Inspector General de Policía eran cristianos, 25% de los embajadores de la última década del milenio también fueron cristianos.

En contraste, los tamiles de Sri Lanka siempre tomaron posiciones complicadas. La política colonial británica había fortalecido a las minorías para neutralizar a las mayorías. Por ello en 1946 todas las oficinas e instituciones del gobierno así como las bancarias tenían más tamiles que singaleses, quienes eran discriminados aunque la Constitución de 1946 establecía la libertad de cultos.

En las primeras elecciones generales de 1947 triunfó el Partido Nacional Unido (UNP) con D.S. Senanayake, quien invitó al Congreso Tamil (TC) a integrar su gabinete aunque también fue el responsable de la ultrajante ley de ciudadanía que quitaba el derecho de voto a los tamiles indios, que habían trabajado en las plantaciones por tres generaciones.

A diferencia de otras colonias donde los movimientos nacionalistas fueron el combustible para lograr la independencia, en Sri Lanka surgieron luego de ella. En las regiones de habla singalesa el portavoz del nacionalismo no fue el UNP sino el SLFP, dirigido por S.W.R.D. Bandaranaike, que en 1951 se había separado del UNP.

Como parte de su política de descolonización, en 1953 India había establecido el hindi —hablado por el 40% de la población— como idioma oficial y otorgó 20 años para el reemplazo progresivo del inglés. Como el 75% de la población de Sri Lanka hablaba singalés, durante su campaña electoral de 1954 Bandaranaike ofreció transformarlo en idioma oficial y, para otorgarle poder político a la propuesta, sugirió 24 horas para realizar la transición. Pese a la preocupación de los partidos opositores y a la renuncia de los ministros tamiles, durante 1955 la idea fue ganando terreno y solamente el partido trotskista se opuso a esa idea tan popular como carente de principios.

En las elecciones de 1956 el ganador fue Bandaranaike y ese mismo año se firmó el “Acta del Lenguaje Oficial” que confirmó como tal al idioma singalés. Los tamiles —que utilizaban el inglés para comunicarse con los singaleses— se sintieron relegados a ciudadanos de segunda clase. El norte y el este del país tenían comunidades mayoritarias tamiles que pronto acusaron la tensión del momento. Para presionar al gobierno la comunidad tamil inició huelgas y campañas de desobediencia civil similares a las utilizadas por el Mahatma Gandhi pero no fueron eficaces en Sri Lanka.

En 1957 se firmó el Pacto Bandaranaike-Chelvanayakam que, si bien mantenía el singalés como idioma oficial, permitía que las provincias Septentrional y Oriental utilizaran el tamil como idioma de la administración. Además se daría prioridad a quienes hablaran el idioma local en la entrega de tierras para la colonización: así por ejemplo los singaleses tendrían menos oportunidades en áreas de idioma tamil y viceversa. La UNP, los elementos ultranacionalistas y monjes budistas se opusieron a este pacto.

Los colonos singaleses de Padaviya rechazaron por la fuerza a 400 familias tamiles que, beneficiadas por el pacto, se aprontaban a ocupar tierras favorecidas por un reciente plan de irrigación y en mayo de 1958 atacaron un tren con partidarios del Partido Federal (FP) de origen tamil. La venganza fue un ataque tamil a Batticaloa. Así ambos grupos se embistieron violentamente en todo el país, llevando a cabo ambas comunidades graves violaciones a los derechos humanos. La violencia fue contenida al cabo de tres días por las fuerzas armadas y la policía, que llegaron a disparar contra su propio grupo étnico para hacer cumplir la ley y restablecer el orden. Pero los tamiles ya no volvieron a sentirse seguros. Hubo fuga de cerebros tamiles que eran excelentes profesionales en diferentes disciplinas. El pacto quedó sin efecto y la administración siguiente, a cargo de Sirima Bandaranaike —esposa del anterior— se caracterizó por una aún mayor discriminación.

Las elecciones de 1964 dieron el triunfo a Dudley Senanayake, y al día siguiente se firmó el Pacto Senanayake-Chelvanayakam con contenido similar al anterior. La diferencia fue que ahora quienes se opusieron fueron los partidarios del SLFP.

En las elecciones de 1970 ganó nuevamente el SLFP y con este partido nuevamente Sirima Bandaranaike accedió al cargo de primer ministro, adoptando en esta gestión una política más favorable a las minorías, si bien siguió ignorando al FP.

El creciente nacionalismo tamil se hizo fuerte en el distrito de Jaffna y comenzó a tomar decisiones desconociendo al gobierno central en una actitud peligrosa: 25% de los tamiles de la isla vivían entre singaleses y otro 25% con éstos y musulmanes. Fuera de la provincia Septentrional su gente era minoría. Además los empresarios tamiles habían establecido sus industrias en o cerca de Colombo.

Desde la independencia, además del Acta del Lenguaje Oficial, otros dos elementos completaron el deterioro de la situación: el establecimiento de restricciones para el ingreso de estudiantes a la universidad en 1970 y en 1983 un genocidio racial que puso en peligro la seguridad física de la comunidad tamil.

Respecto a las restricciones educativas, Jaffna contenía aproximadamente la mitad de la población tamil de Sri Lanka y poseía una excelente infraestructura educativa: los padres invertían mucho en educación para sus hijos debido a que los recursos naturales de esa región eran insuficientes y contaban con la educación para proporcionarles mejores oportunidades de trabajo tanto en Sri Lanka como en el exterior. Las restricciones hicieron que se formara el Frente Joven Tamil (TYF) para luchar por sus derechos, que en 1972 se transformó en la organización terrorista Nuevos Tigres Tamiles (TNT) y en 1975 en la mencionada LTTE. El radicalismo de los jóvenes contrastó con la búsqueda de soluciones pacíficas de la generación de sus padres. Sin embargo el único éxito obtenido por la LTTE fue que se detuviera la instalación de colonos singaleses en áreas tamiles. Las cuestiones de idioma, educación y empleo quedaron sin resolver. Jaffna comenzó a pedir la secesión como único camino para salvaguardar la existencia de los tamiles y de la cultura tamil, cerrando otro infortunado capítulo en las cada vez más deterioradas relaciones entre ambos pueblos. La secesión incluiría las provincias Septentrional, Oriental y el distrito Puttalam de la provincia Noroccidental, también de habla tamil.

No se debe olvidar el elemento musulmán de la provincia Oriental, que se oponía a las ideas secesionistas del Frente Unido para la Liberación Tamil (TULF) que contemplaba la posibilidad de organizar su propio partido. Un error monumental del TULF fue considerar que la comunidad musulmana se aproximaría a ellos contra los singaleses. La otra minoría, los tamiles de India, convivían con los musulmanes conservando sus valores culturales en armonía con los singaleses.

La más difícil de las comunidades era la de los tamiles de Sri Lanka y en especial la de los tamiles de Jaffna, quienes sostenían que al arribo de los británicos en 1795 e inclusive bajo gobierno holandés y portugués, Ceylán era una isla y dos naciones. Es cierto que cuando los británicos tomaron el reino de Kandy en 1815 establecieron un gobierno unificado.

[i] Se debe diferenciar a los tamiles indios de los tamiles de Sri Lanka. Los primeros fueron trabajadores introducidos en tiempos de la colonia desde India, mientras que los tamiles de Sri Lanka son los pobladores que arribaron a la isla en el 944 d.C. En el presente trabajo utilizaré el término tamiles para referirme a los tamiles de Sri Lanka y me referiré a la otra minoría como tamiles indios, frecuentemente empleados en las diferentes etapas de producción del famoso “té de Ceylán”.

En lo alto de esta inmensa roca se encuentra el castillo de Kandy. En la misma pueden apreciarse sus pinturas y sobrevive parte de la escalinata original de acceso.

Cuando los británicos se alejaron en 1948, los tamiles de Sri Lanka, 11% de la población, reclamó el 50% del gobierno, 66% de la línea de la costa y un tercio de la superficie de la isla. La idea era concentrar el poder y los valores tamiles en la península de Jaffna, de manera similar a lo logrado por la comunidad guyerat en India que culminó con la escisión del estado de Bombay y la formación del estado Maharastra. Más cercano a la cuestión tamil es el caso del antiguo estado Andra Pradesh cuya capital era Hiderabad y que se fraccionó en el estado Tamil Nadu con capital Madras. El sistema federal de gobierno de India hizo posible estas soluciones. Hablar de federalismo en Sri Lanka era considerado sinónimo de separatismo.

La situación de conflicto con centro en Jaffna pronto se deslizó de la arena política al campo de batalla. Comenzó el terrorismo en agosto de 1977 con un ataque al tren Jaffna-Colombo con 128 muertos, 98 de ellos tamiles. El gobierno envió al norte 1.500 efectivos y la guerrilla tamil, sabiéndose incapaz de resistirlos, se retiró a campos de entrenamiento en India o al Líbano. El terrorismo desapareció del norte de Sri Lanka en 1979 para reaparecer en 1981 como una sofisticada amenaza a la ley y al orden. La causa tamil ganaba notoriedad en el resto del mundo debido al accionar de estos grupos. Los incidentes más graves comenzaron en julio de 1983 interrumpiéndose el diálogo con las áreas de idioma tamil. En tanto el presidente Jayewardene intentó controlar la situación, desde India la primera ministra Indira Gandhi envió al ministro de relaciones exteriores Narashima Rao. Para ese momento 64.000 tamiles de Colombo habían sido desplazados de sus hogares y enviados a campos de refugiados.

La ONU, a través de la Comisión por los Derechos Humanos, estableció un embargo de armas. Pero más crítica era la posición de India, pues si aprobaba la secesión de Tamil Eelam podía ser utilizada como antecedente para la separación de Tamil Nadu del resto de India pero tampoco podía permanecer como espectador silencioso de los genocidios en Sri Lanka sin correr el riesgo de que se inflamaran pasiones en Tamil Nadu, con cincuenta y cinco millones de tamiles. Por ello India jugó —al menos en principio— la partida de favorecer una paz justa y perdurable entre ambas comunidades. Australia, Canadá, Nueva Zelanda, Reino Unido, EE.UU. y los países escandinavos aceptaron refugiados, que superaban los 100.000.

Como consecuencia de la violencia étnica de 1983 la actividad terrorista que hasta julio de 1983 se encontraba confinada a la península de Jaffna se generalizó obligando al presidente Jayewardene a fortalecer a las fuerzas armadas gubernamentales y a negociar secretamente con Israel para que sus expertos antiterroristas entrenaran a las tropas de combate y los proveyeran de armas modernas. Posteriormente se supo que en cuarteles de la Research and Analysis Wing (RAW) —servicio de Inteligencia Exterior de la India— se continuaba entrenando a guerrilleros tamiles. Indira Gandhi estaba al tanto de estas ambiguas actividades. El 31 de octubre de 1984 la primera ministra india fue asesinada por un guardia sikh. Se esperaba del sucesor, Rajiv Gandhi, una actitud diferente de la de su madre. Éste logra un acuerdo firmado en la capital de Bhutan. Las demandas tamiles fueron: reconocimiento de los tamiles como una nación diferenciada, el derecho de los mismos a la autodeterminación, integridad territorial del espacio tamil, reconocimiento de los derechos de ciudadanía y otros derechos fundamentales a los tamiles que habitaran Sri Lanka. Si bien todo esto implicaba pérdida de soberanía para Sri Lanka, las negociaciones hicieron que el gobierno cediera posiciones y se iniciara un alto el fuego en junio de 1985. Las organizaciones terroristas tamiles ganaron espacio e importancia como consecuencia de su éxito y comenzaron a combatir entre sí, especialmente en Jaffna, reanudándose la guerra civil  en agosto de ese mismo año.

En 1986 Rajiv Gandhi expresó que el gobierno de la isla no podía solucionar la crisis. La LTTE, fortalecida, tenía para ese momento 35 bases de entrenamiento en Tamil Nadu que además proveían armas, municiones, explosivos, etc., que cruzaban el estrecho de Palk —de solo 35 km de ancho— empleando barcos de pescadores. El primer ministro Rajiv Gandhi propuso nuevamente interceder para resolver el problema, pero el nuevo presidente R. Premadasa solicitó en 1989 a Rajiv Gandhi el retiro de las tropas indias, luego de 32 meses de permanencia. La agresividad de las tropas indias condujo a la decisión de asesinar a Rajiv Gandhi durante su gira electoral por Tamil Nadu. El hecho fue cuidadosamente planeado por Pottu Amman, el jefe de inteligencia de la LTTE y llevado a cabo en un ataque suicida el 20 de mayo de 1991 por una mujer tamil cuyos familiares habían muerto como consecuencia del accionar de la IPKF en Sri Lanka.

Este hecho que conmovió la opinión pública mundial hizo que la LTTE fuera vista como una organización terrorista y no como guerreros por la libertad de su pueblo. Las organizaciones de derechos humanos le dieron la espalda, pero inevitablemente la provincia Septentrional había quedado bajo control de la LTTE. El presidente Premadasa aprobó en agosto de 1992 una fuerte operación que permitiría liberar la península de Jaffna, pero en noviembre del año siguiente la guerra continuaba. La conmoción en las provincias de habla singalesa fue enorme, pues debieron asumir la realidad de que la LTTE poseía un poderío formidable. La opinión pública comprendió por qué el porcentaje de desertores en las fuerzas armadas superaba el 20% y por qué los jóvenes ya no se ofrecían como voluntarios. Por una vez esa misma opinión pública solicitó una solución negociada. La moral singalesa decaía.

Las elecciones de agosto de 1994 entregaron el poder como primer ministro a la Sra. Chandrika Bandaranaike Kumaratunga. La primera ministra tenía a su favor su gran idealismo y la pertenencia a una nueva generación de líderes. Sin embargo no logró negociar con la oposición secesionista.

En abril de 1995 se consideró que la guerra Tamil Eelam III había comenzado. Los misiles de la LTTE comenzaron a abatir aeronaves civiles y en agosto corrían rumores de una invasión tamil a Colombo[2]. A rumores de pilotos kamikazes tamiles se agregaba que poseían submarinos adquiridos a Ucrania. Evidentemente la LTTE estaba pesadamente armada.

En agosto de 1995 la presidente dirigió un mensaje televisivo dirigido a todas las comunidades en el que apelaba nuevamente al diálogo. Reconocía que los tamiles tenían genuinos motivos que requerían soluciones, y proponía entonces que Sri Lanka se transformara en una Unión de Regiones similar al Reino de Bélgica, una re demarcación de la provincia Oriental que permitiera a los distritos tamiles incorporarse a la provincia Septentrional y además autonomía regional. De todos modos tal enmienda a la Constitución necesitaba la aprobación parlamentaria, es decir acuerdo con la UNP —aunque en muchas oportunidades otros presidentes ignoraron al Parlamento—.

La maniobra propuesta por la presidente podía agravar el riesgo de secesión y ya había sido rechazada por el alto clero budista. A fines de 1996 la esperanza radicaba en que Occidente declarara organización terrorista a la LTTE para impedirle colectar fondos para sus actividades además de habilitar al FBI para monitorear sus movimientos. En tanto los ataques con bombas en Colombo continuaban.

S-11 y Sri Lanka

Tener en cuenta el contexto es imprescindible. Para su misión en Afganistán, EE.UU. necesitaba contar con Pakistán, que acababa de ampliar y profundizar su puerto de aguas profundas Gwadar, operable para los submarinos chinos, con capitales justamente chinos. Obviamente ya resultaría inconveniente amarrar la flota china en un país controlado por Washington.

Con la ayuda de China y Pakistán los otrora poderosos Tigres Tamiles se rindieron incondicionalmente en 2009.

En julio 2017 el gobierno de una Sri Lanka unificada otorgó derechos absolutos por 99 años sobre el puerto Hambantota, en el sur del país a China.

Actualmente Sri Lanka es parte del “collar de perlas” chino en el océano Índico[3].

* Profesora y Doctora en Geografía (UNLP). Magíster en Relaciones Internacionales (UNLP). Secretaria Académica del CEID y de la SAEEG. Es experta en cuestiones de Geopolítica, Política Internacional y en Fuentes de energía, cambio climático y su impacto en poblaciones carenciadas.

 

Referencias

[1] Se debe diferenciar a los tamiles indios de los tamiles de Sri Lanka. Los primeros fueron trabajadores introducidos en tiempos de la colonia desde India, mientras que los tamiles de Sri Lanka son los pobladores que arribaron a la isla en el 944 d.C. En el presente trabajo utilizaré el término tamiles para referirme a los tamiles de Sri Lanka y me referiré a la otra minoría como tamiles indios, frecuentemente empleados en las diferentes etapas de producción del famoso “té de Ceylán”.

[2] Una generación antes ya los singaleses se habían enfrentado al pánico en ocasión del bombardeo japonés de 1942 a la capital.

[3] Además en este país actualmente se producen los artículos ofrecidos por “Victoria´s Secret”.

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“ES LA TORMENTA QUE LLEVA AL PUERTO…”

Grl Heriberto Justo Auel*

Adrián Grünberg y Daniel Obligado, los jueces que sobreseyeron a Cristina Kirchner 

“El que engaña con un juramento reconoce que teme a su enemigo,

pero piensa poco en Dios”.

Plutarco -46/120 d.C-

1. El principal riesgo estratégico de la Argentina: la pérdida del Estado.

Cuando tomamos conocimiento del reciente fallo en la “Causa Hotesur/Los Sauces”  vino a nuestra memoria la frase del Libertador en el momento en que, postrado en el dormitorio de su hija pasaba a la inmortalidad diciendo: “Es la tormenta que lleva al puerto…”.

Los dos jueces prevaricadores del TOF Nro. 5 —Adrián Grünberg y Daniel Obligado— se “han llevado” lo que quedaba de la Institución Judicial. La Argentina llegó —con este aberrante hecho jurídico/político— al estadio de “Estado Fallido”[1].

Grünberg formó parte del TOF Nro. 1 hace ocho años, ante el que comparecí como “testigo de conceptos” en la causa “Plan Cóndor”. A través de las numerosas y desacertadas preguntas que me formulara me apercibí que, solamente quien simpatizara con el “terrorismo revolucionario” podría formular palabras tan capciosas y demostrativas de una actitud impropia y suspicaz. Ahora nos enteramos que, junto a Obligado, pertenecen a la zafaroniana “Justicia Legítima”[2].

Son “jueces militantes”. No debe extrañarnos la conducta de estos pseudo jueces que —muy probablemente— no tengan conciencia de la gravedad institucional de sus actos. Como bien lo expresara el griego Plutarco de Queronea hace dos mil años, estos togados —a los que hay que agregar al felón Bava— son “perjuros que piensan poco en Dios” y menos aún en el cansancio de “los buenos”, frente a los hipócritas.

Desde su creación —en 1986— el IEEBA insiste permanentemente que el “riesgo estratégico” central de la Argentina —en sus posguerras— es el de la pérdida de sus Instituciones Constitucionales, es decir, el de su ingreso a la categoría de “Estado Fallido”. El “entrismo revolucionario” en los partidos tradicionales había permitido que —en reiteradas oportunidades— “montoneros” y el “erp” llegaran al poder, encubiertamente.

Con los kk lo han hecho desembozadamente, porque la situación actual les impide el sigilo de otros tiempos. El presidente revista en los directorios del Foro de San Pablo —FSP[3]— y del Grupo de Puebla —GP[4]—. Este último —de reciente creación— constituye el apoyo político internacional del FSP que, como organismo privado internacional, planifica y dirige el proceso revolucionario continental iberoamericano.

El pasado miércoles 1º de diciembre, el GP inició su “7mo. Encuentro” en la Ciudad de Méjico con el objetivo expreso de “frenar el desembarco fascista del neoliberalismo” en la región, según nos hace saber “Página 12” de esa fecha.

La licuación del Estado Argentino se inició —subrepticiamente— en diciembre de 1983, con la destrucción de su núcleo duro: las FF.AA. y del Sistema Judicial. Este último, en su rama Federal Penal, fue el seleccionado para inhabilitar a aquellas.

Casi cuarenta años después, esa misma justicia “tuerta” —ocupada por “militantes revolucionarios”— sirve para sobreseer o procesar —según convenga— a quienes puedan obstaculizar el camino para alcanzar sus objetivos, que son los mismos que persiguen desde el momento en que iniciaron su “invasión” por las quebradas del Norte de nuestra Patria: el reemplazo de la Constitución Nacional y la toma del poder.  

Dicho proceso de “guerra civil revolucionaria” —1959/2021— queda descripta y comentada en los ensayos de IEEBA: ver 1) a 20). Cursamos —en el 2021— la 5ª Campaña desde el momento —1974— en que fueran movilizadas las FFAA y enviadas al “aniquilamiento” del enemigo interno, sin entregarles las bases ético-jurídicas para determinar claras “reglas de empeñamiento”.

En 1989 se produjo el último asalto revolucionario armado —en el intento de tomar al cuartel de “La Tablada”—. Desde entonces y hasta el día de hoy —han transcurrido 32 años— vivimos un “estado de guerra interno”[5] totalmente desconocido por nuestros conciudadanos, pues el sigilo revolucionario ha permitido evitar el tratamiento público de las causas de nuestra grave Inseguridad Nacional, a pesar de los miles de muertos que esta ha acumulado en las últimas décadas.

La pandemia y su correspondiente cuarentena “eterna” y la llegada de los “libertarios” —en las últimas elecciones— con su temible lenguaje duro y descarnado, hicieron caer los velos de quienes encubren al citado “estado de guerra”: “los transversales”, “las palomas” o “progres de izquierda y de derecha”. En los próximos días los conoceremos con nombre y apellido, pues serán los que intentarán evitar que la Dra. Victoria Villarruel ocupe su banca en Diputados. Desde ella Victoria nos hará conocer, oportunamente y uno por uno los secretos blindados por los cobardes revolucionarios, disfrazados de corderos.

La demoledora acción destructiva del Estado Nacional, Provincial y Municipal se realizó principalmente desde el Estado mismo, particularmente cuando la socialdemocracia ingresó —con el “gramscismo”— en la cultura argentina, relativizando valores y principios que licuaron a la familia y a las sanos usos y costumbres heredados de nuestras tradiciones cristianas.

La Argentina sin proyecto, con su Estado Nacional “fallido” —con sus Instituciones Constitucionales vaciadas— enfrenta a los dos próximos años con un Poder Ejecutivo sin autoridad y sin poder, un Poder Legislativo inhibido y un Poder Judicial desquiciado. La sociedad tiene por delante un progresivo caos social, un desastre económico y una inseguridad rampante. Su única esperanza es que a fines del 2023 podría cambiar el rumbo.

¿Estaremos en condiciones de transitar —ese largo y conflictivo período— sin firmes liderazgos políticos y con manifiestas fragmentaciones en las actuales coaliciones electorales, incapaces de enfrentar los grandes desafíos y transformaciones estructurales que la situación exige, cuando llega la hora de gobernar?

2. No hay salida de la crisis-decadencia argentina sin retomar el camino de la verdad.

La doble situación de posguerra que vivimos no ha tenido el más mínimo tratamiento público por parte de nuestros dirigentes políticos y sociales. Consecuentemente la sociedad no ha asumido las naturales derivaciones de esos dramáticos hechos sociopolíticos. Contrariamente, nuestros enemigos de ayer y de hoy que estudiaron detenidamente nuestro colapso, continúan explotando sus éxitos estratégicos con dividendos cada vez mayores.

Es este un extraño fenómeno sociológico, pues la norma en la Historia Militar Universal es exactamente la contraria: los países que sufren derrotas en las guerras, encuentran en ellas la energía para el resurgimiento.

Entendemos que la razón de esta excepción argentina se debe a la naturaleza de nuestra crisis-decadencia, que tampoco ha sido considerada por nuestros intelectuales —en su gran mayoría permeados por las ideologías de izquierda— ni en los trabajos de investigación de nuestras Universidades. El hombre de a pie está convencido que nuestro problema central es el económico-financiero y así lo interpreta la “dialéctica materialista” que difunden —consciente o inconscientemente— los formadores de opinión.

Las consecuenciasde nuestra crisis-decadencia centenaria son socioeconómicas, pero su origen es cultural y político. Intentar salir de esta situación cada vez más grave, sin entender su naturaleza, como hasta ahora lo hemos hecho, es imposible. ¿Seguiremos intentando encontrar al Ministro de Economía que haga un milagro? Deberíamos intentar un nuevo camino, pues estamos girando en ciclos, cada vez más cortos, alrededor de un punto 0.

Han aparecido últimamente algunos discursos que tienden —por necesidades prácticas en la conformación de las alianzas políticas— a plantear la exclusión de quienes manifiestan una moral dudosa o doble, pero entendemos que hay que ir mucho mas allá. La moral está relacionada con el “comportamiento” humano en la vida social, pero lo que ha sido destruido entre nosotros son los valores que regulan a ese “comportamiento”.

Es la cultura la que nos identifica como Nación y que otorga una ética a la Política.

En la elección del futuro Ministro de Cultura y Educación se debería tener en muy en cuenta esta situación, que le da una prioridad e importancia no observable en los últimos tiempos. La recuperación de la credibilidad de la Argentina está relacionada con la recuperación de su cultura identitaria. Esta es una condición —“sine qua non”— de la recuperación socioeconómica.

La pretensión de Ella de convertirnos en “aliados estratégicos” de China entregando la energía, los transportes y puertos como moneda de canje, para lograr un salvataje económico —luego de haber aniquilado las finanzas propias— que conlleve la adopción del “modelo de Xi Jinping” y así alcanzar su desesperada absolución penal, demuestra la más absoluta ignorancia política de Ella y de los siervos del instituto patria.

China tiene otra cultura asentada —en otras religiones— ajenas al Occidente Cristiano. Podemos ser socios comerciales con los chinos, pero dar el salto de garrocha a otra cultura y a otra órbita de seguridad estratégica en estos momentos de alta conflictividad mundial, es absolutamente inviable. ¿Qué haría Buenos Aires si se agrava la situación estratégica Washington/Moscú por la eventual ocupación rusa de Ucrania? Beijín honraría sus Tratados con Moscú y ello arrastraría a sus aliados estratégicos, incluyendo a Buenos Aires.

La ignorancia y la improvisación de los kk, pareciera no tener límites. Sin embargo, debemos enfrentar a los dos próximos años soportando al gobierno que padecemos. Mientras tanto, la pequeña política kk trabajará sin descanso para lograr los acuerdos con el “palomar progre” que le permita sobrevivir, como lo hizo hasta hoy. Lo acaba de expresar —en sus términos— el GP reunido en Méjico, orientado por el “canciller en las sombras” de nuestro gobierno, el chileno Ominami —MEO—, candidato perdedor serial en las elecciones trasandinas.

Una reacción rápida y oportuna de las Cámaras y de la Corte sería indispensable para reparar los últimos escandalosos fallos judiciales y mejorar nuestra actual situación de “Estado Fallido”, permitiendo así un posible y dificultoso tránsito hacia el renacimiento de la Patria. No hay salida de la crisis-decadencia argentina sin retomar el camino de la verdad.

* Oficial de Estado Mayor del Ejército Argentino y del Ejército Uruguayo. Ha cursado las licenciaturas de Ciencias Políticas, de Administración, la licenciatura y el doctorado en Relaciones Internacionales. Se ha desempeñado como Observador Militar de la ONU en la Línea del Cese de Fuego del Canal de Suez. Comandó tropas de llanura, montaña, aerotransportadas y mecanizadas.

 

Referencias

[1] Estado Fallido: es aquel que no puede garantizar su propio funcionamiento o los servicios básicos a la población. Eso puede deberse a que ha perdido el monopolio de la fuerza, sufre un vacío de poder, legitimidad disputada, instituciones frágiles o carece de capacidades y recursos para satisfacer las necesidades esenciales de sus ciudadanos, entre otras causas. Se mide el fracaso de un estado con los siguientes parámetros:

  • Corrupción política e ineficacia judicial.
  • Sobrepoblación y contaminación.
  • Altos niveles de criminalidad e inseguridad ciudadana.
  • Altos niveles de informalidad, pobreza y pobreza extrema.
  • Crisis económicas, inflación y desempleo.
  • Fuga de talentos (emigración altamente cualificada).
  • Bajos porcentajes de personas con educación superior.
  • Gran parte de la población con la primaria y/o secundaria
  • Pérdida de control físico del territorio o del monopolio en el uso legítimo de la fuerza.
  • Incapacidad de responder a emergencias nacionales.
  • Vulnerabilidad frente a desastres naturales.
  • Incapacidad para suministrar servicios básicos.

Incapacidad para interactuar con otros Estados, como miembro pleno de la comunidad internacional.

[2] Justicia Legítima es una rama del “kirchnerismo” que opera dentro del Poder Judicial, según directivas que parten el instituto patria. Su presidente es la exfiscal Cristina Caamaño, titular nada menos que de la AFI del actual gobierno.

[3] Foro de San Pablo (FSP) es un foro de partidos y grupos políticos de izquierda iberoamericanos desde reformistas centroizquierdistas hasta organizaciones activas de izquierda revolucionaria de Iberoamérica. Fundado por el PT —Lula— y Fidel en São Paulo, en 1990. De acuerdo con sus fundadores el Foro fue constituido para reunir esfuerzos de los partidos y movimientos de izquierda para debatir sobre el escenario internacional post caída del Muro de Berlín, con el objetivo de combatir las consecuencias del neoliberalismo en los países de Iberoamérica y el Caribe. Los miembros iberoamericanos del FSP tienen voz y voto. A los encuentros del Foro asisten también partidos y movimientos sociales de izquierda de otras regiones del mundo —Europa y Asia— los que solo tienen voz, pero no voto (aunque sí votan en las comisiones especiales).

La elección de Hugo Chávez en 1998 en Venezuela representó la llegada al poder del primer gobierno de izquierda en muchas décadas en Latinoamérica y el primer gobierno de un partido miembro del FSP, después de Cuba. Le siguió el triunfo de Lula en 2002 en Brasil, luego Tabaré Vázquez del FA en Uruguay en 2004, E. Morales por el Movimiento al Socialismo en Bolivia en 2005, M. Bachelet del Partido Socialista de Chile en 2006, R. Correa por A P en Ecuador en 2006, D. Ortega por el FSLN de Nicaragua en 2006, F. Lugo por la A P C en 2008, J. Mujica por el FA en Uruguay en 2009, M. Funes del FMLN de El Salvador en 2009, D. Rousseff por el PT de Brasil en 2010, O. Humala por el PNP en 2011, Nicolás Maduro del PSU de Venezuela en 2013. Todos ellos apoyados por los petrodólares venezolanos, se adscribieron al Socialismo Siglo XXI y al FSP. La Argentina ingresó al Foro con Néstor Kirchner —2003/2007—, pero lo hizo de modo encubierto. Cuando asumió Cristina Fernández la relación se hizo más abierta y cuando llega el actual gobierno su política exterior evidencia un compromiso total con el proceso revolucionario relanzado en 2019.

Revistan oficialmente en el FSP, las siguientes organizaciones argentinas:

[4] Grupo de Puebla (GP): representa una corriente que aspira a liderar y reunir al pensamiento progresista en América Latina, con elementos actualizados del Foro de São Paulo y de la Unión de Naciones Suramericanas —Unasur—. Fue creado en Puebla —Méjico— en julio de 2019 por treinta líderes de doce países de la región. Respaldan reformas estructurales al sistema de organización constitucional de los países; tienen una postura muy definida respecto a la injerencia de otros países, rechazan los pedidos del Grupo de Lima y de la Organización de Estados Americanos (OEA) para invocar el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) en Venezuela, el cual permitiría una intervención militar. Los argentinos que participan y lo integran son:

El Grupo de Puebla concluyó su cumbre con la presentación de un «modelo de desarrollo solidario», que seguramente Gómez Alcorta traerá al país. La vicepresidente argentina ha tenido participación permanente en las actividades del FSP y del GP, pero no aparece formando parte de sus directorios. Adopta la actitud de permanecer las sombras, como el que practica después de sus derrotas electorales.

[5] Estado de Guerra Interno (EGI): es la situación jurídica o de hecho que vive un país que no ha cerrado una guerra civil —en nuestro caso contrarrevolucionaria—, en la que el agresor cesa con la acción armada, pero retiene “una actitud hostil manifiesta” frente a las constituciones liberales, el capitalismo y la división de poderes de la República, ataca a la libertad, en sus diferentes expresiones y retiene una posición hipócrita de doble o triple discurso, mientras destruye a la propia identidad, a la economía y a las reglas de convivencia. Actualmente —después del fracaso del Socialismo Siglo XXI— adoptó el vago nombre de “Progresismo” y en la 7ª reunión del GP fijó como enemigo al “neoliberalismo”.