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¿MAIDÁN EN EL CÁUCASO? TENSIONES Y EQUILIBRIOS GEOPOLÍTICOS ENTRE GEORGIA, RUSIA Y OCCIDENTE

Roberto Mansilla Blanco* (Para SAEEG)

Georgia vive momentos de aguda tensión política tras varios días de protestas ciudadanas, represión y detenciones en la capital Tbilisi contra la aprobación parlamentaria de la Ley de Transparencia sobre Injerencia Extranjera, también conocida como Ley contra Agentes Extranjeros, impulsada desde el año pasado por el primer ministro Bidzina Ivanishvili y su partido Sueño Georgiano (SG)

Dicha ley muestra similitudes con la que rige en Rusia desde 2022. Por tanto, el malestar de sectores opositores georgianos apoyados desde Occidente ha generado un prisma de opinión hacia el gobierno de Ivanishvili, al que han etiquetado como presuntamente «prorruso».

Más allá del plano interior el trasfondo de la crisis georgiana denota los pulsos geopolíticos entre Rusia y Occidente por controlar esferas de influencia en el espacio euroasiático, acelerados tras la invasión rusa de Ucrania y las actuales tensiones política y militares ruso-occidentales. Con sus matices pero no menos relevantes analogías, la crisis política que actualmente vive Georgia pareciera reproducir lo observado con la rebelión del Maidán en Kiev en el invierno de 2013-2014 y que llevó a la caída del entonces gobierno Viktor Yanúkovich, igualmente señalado de «prorruso».

El detonante: una «Ley Rusa» en una Georgia «seducida» por Occidente

El pasado 1° de mayo, el Parlamento georgiano aprobó el proyecto de la Ley de Transparencia sobre Injerencia Extranjera, anteriormente conocida como Ley contra Agentes Extranjeros, en la segunda de las tres votaciones necesarias. En marzo de 2023 dicha ley, coloquialmente calificada como «Ley Rusa», fue retirada de su aprobación parlamentaria por el primer ministro Ivanishvili tras registrarse protestas en las calles.

La ley exige que los medios de comunicación, ONGs y organizaciones sin ánimo de lucro sean registrados como «intereses de una potencia extranjera» en caso de recibir más del 20% de su financiamiento fuera del territorio georgiano. Rusia ha salido en defensa del gobierno de Ivanishvili argumentando una presunta injerencia occidental en las protestas con la intención de asestar un «intento de golpe de Estado», trazando un paralelismo con lo sucedido en Kiev con el Maidán de 2014.

De acuerdo con un informe de la Unión Europea (2021) existen en Georgia entre 1.200 y 2.300 organizaciones civiles que reciben más de un 20% del financiamiento exterior y que, visto el contenido de la ley, podrían verse afectadas. Según sus críticos, entre los que destacan además la UE, OTAN y EEUU, la Ley Rusa aleja a Georgia de la Unión Europea y la acerca a los imperativos geopolíticos del Kremlin. Tras la aprobación parlamentaria del borrador de la ley, la decisión final recae ahora en la presidenta Salomé Zurabishvili (también de SG) quien ya ha dejado asomar la posibilidad de utilizar el veto contra esa ley.

El conflicto de intereses geopolíticos entre Rusia y Occidente por la Ley Rusa se amplía al contexto político georgiano con la vista puesta en las elecciones parlamentarias previstas para octubre próximo. En juego está la hegemonía política de SG, en el poder desde 2012. En un espacio político sumamente atomizado la tensión ha desatado una confrontación permanente desde 2003 entre «prooccidentales», nacionalistas georgianos y «prorrusos».

De acuerdo con fuentes europeas, más del 80% de los georgianos manifiesta su apoyo para integrarse en la UE. Bruselas ha incentivado este camino para el país caucásico: en 1999 Georgia ingresó en el Consejo de Europa, un organismo de defensa de la democracia y los derechos humanos antecesor de la UE. En medio de la ampliación de la UE de 2004, Georgia fue incluida en la Política Europa de Vecindad (PEV); en 2014 firmó con la UE el Acuerdo de Asociación y el Acuerdo de Libre Comercio de Alcance Amplio y Profundo (ZLCAP) que le permitió a Tbilisi (al igual que a Ucrania y Moldavia) acceder al mercado único europeo en determinados sectores económicos.

Desde 2012, los gobiernos de SG han impulsado una serie de reformas amparadas desde Bruselas, con especial atención en la Ley de Desoligarquización y medidas de transparencia y lucha contra la corrupción para intentar allanar el camino a las negociaciones de ingreso.

En marzo de 2022, poco después de la invasión rusa de Ucrania, Georgia pidió formalmente su admisión a la UE. Esta petición fue finalmente atendida el 14 de diciembre de 2023, cuando Bruselas aceptó iniciar negociaciones de ingreso con Tbilisi. Muy seguramente determinada por las tensiones ruso-occidentales, esta inmediatez europea por acelerar las negociaciones de admisión con países en la órbita de influencia rusa como Georgia, Ucrania y Moldavia contrasta claramente con el atasco y el distanciamiento mantenido desde hace décadas con otros aspirantes de mayor trayectoria para ingresar en la UE, como es el caso de Turquía.

Por otro lado, el gobierno de Ivanishvili ha debido manejar delicados equilibrios entre Rusia y Occidente. Si bien continuó el esquema prooccidental mirando a la UE, su gobierno se opuso a la aplicación de las sanciones occidentales contra Rusia tras la invasión de Ucrania. La opinión pública occidental no tardó en tildarlo de «prorruso» y a SG como un supuesto «delfín» del Kremlin adoptando un estilo autoritario y represivo.

En lo relativo a la polémica Ley Rusa, Ivanishvili y SG han contado con el estratégico apoyo de la Iglesia Ortodoxa georgiana, lo cual denota una interacción de intereses entre el poder político y las autoridades religiosas muy similar al que desde hace dos décadas mantiene Putin en Rusia. Este factor puede implicar vías de conexión entre Moscú y Tbilisi a través del poder de influencia que mantienen las respectivas Iglesias ortodoxas nacionales tanto en las sociedades rusa como georgiana. Mirando a las elecciones parlamentarias de octubre próximo, Ivanishvili estaría manejando la posibilidad de garantizar a su favor el apoyo de sectores más tradicionalistas, sean «prorrusos» e incluso nacionalistas. 

Ecos de las «revoluciones de colores»

No es la primera vez que estas protestas populares suceden en Georgia. El precedente más significativo ocurrió a partir de 2003 con las denominadas Revoluciones de Colores, movilizaciones ciudadanas contra regímenes autoritarios que contaron con apoyo occidental pero que, visto en perspectiva geopolítica, implicaron un esquema de influencia por parte de Occidente a la hora de reconfigurar a su favor los equilibrios y sistemas de alianzas en el espacio euroasiático post-soviético, alejándolos de la influencia rusa.

Paralelamente a lo que ocurrió con la «Revolución Naranja» de Ucrania en el invierno de 2003-2004, en Georgia se vivió una situación similar con la «Revolución de las Rosas», que llevó a la caída del entonces presidente Eduard Shervarnadze (ex ministro de Exteriores soviético en la era Gorbáchov) y la asunción al poder del prooccidental Mijaíl Saakashvili. Como se mencionó con anterioridad, en Ucrania el levantamiento llevó al poder a los prooccidentales Viktor Yúshenko e Iulia Timoshenko tras denunciar un fraude electoral a favor del candidato «prorruso» Viktor Yanúkovich, delfín del entonces presidente Leonid Kuchma.

En el caso georgiano, la transición en manos de Saakashvili derivó en una explosiva mezcla de populismo, autoritarismo y corrupción con una política cada vez más distante e incluso agresiva con Rusia. En agosto de 2008, mientras Moscú lograba pacificar Chechenia por la fuerza, ocurrió la breve guerra ruso-georgiana, cuando el Kremlin acudió en rescate de las repúblicas de Osetia del Sur y Abjasia (de orientación prorrusa) tras fuertes enfrentamientos militares con Tbilisi. La independencia de facto de estas repúblicas, sólo reconocidas por Rusia, Nicaragua, Nauru y Venezuela, alteró el equilibrio de poder caucásico a favor de Moscú.

Los medios y gobiernos occidentales se mantienen expectantes ante la posibilidad de que las actuales protestas contra la Ley Rusa lleven a un eventual cambio de gobierno en Tbilisi redimensionando la orientación prooccidental de Georgia, ahora mucho más consolidada desde Bruselas tras la reciente apertura de negociaciones de admisión.

El Cáucaso y la tensión global

No se debe olvidar el peso del factor energético. Georgia depende en un 90% del suministro de petróleo y gas natural ruso toda vez el territorio es ruta de tránsito de oleoductos y gasoductos del mar Caspio hacia Rusia y Europa. Como sucediera con anterioridad en Ucrania, la baza energética es un arma geopolítica estratégica y de influencia para Moscú en el Cáucaso, particularmente en Georgia pero también en la vecina Armenia.

Es por ello que en esta ecuación geopolítica, Rusia y Occidente pujan por mantener sus respectivas esferas de influencia en Georgia y Armenia como puerta de acceso al Cáucaso, Oriente Próximo y Asia Central. En este juego geopolítico, Moscú interpreta que  Occidente intenta arrebatarle su tradicional peso preponderante en el Cáucaso Sur.

En el caso georgiano, Moscú estaría manejando algunas cartas a su favor: negocia con el gobierno de Ivanishvili un acuerdo confederal en torno a Abjasia y Osetia del Sur, muy probablemente con la intención de zanjar cualquier reclamación territorial en caso de un eventual cambio de gobierno en Tbilisi derivado de las elecciones parlamentarias. Tras la guerra de 2008, Rusia ha pasado a controlar un 20% de antiguo territorio georgiano, un contexto muy similar al que mantiene desde 2014 en Crimea y desde 2022 en el este ucraniano, principalmente en el Donbás, ahora «reintegrados» territorialmente dentro de la Federación rusa vía referéndums no reconocidos por la mayor parte de la comunidad internacional.

Aunque algunos analistas observan la posibilidad de que Moscú esté negociando con Tbilisi un nuevo estatus para Abjasia y Osetia del Sur como una especie de «moneda de cambio» a favor de aprobar la Ley Rusa, en perspectiva los objetivos del Kremlin estarían más bien enfocados en garantizar su seguridad regional creando un cordón sanitario en el Cáucaso Sur, similar al del Donbás en el este ucraniano, ante la posibilidad de un viraje prooccidental en Georgia similar al que hoy ocurre en Ucrania. Toda vez desarrolla líneas férreas para unir a Abjasia con territorio ruso, el Kremlin también permite inversiones chinas para financiar infraestructuras en la región.

Ante la posibilidad de perder influencias regionales motivado por la injerencia exterior y las tendencias prooccidentales, Rusia está recondicionado sus prioridades y alianzas en el Cáucaso. Tras las breves guerras por el enclave de Nagorno Karabaj (2020-2021 y 2023), el Kremlin ha profundizado sus lazos con una potencia energética (y cada vez más militar) como Azerbaiyán con el objetivo disuasivo de mantener el equilibrio de poder. En ese cometido, Moscú ha contado tácitamente con el apoyo de otros aliados como Turquía, Irán y China.

La victoria militar relámpago de Azerbaiyán sobre Armenia por el control de Nagorno Karabaj y el anuncio en abril pasado de la salida de los 2.000 efectivos militares rusos allí establecidos desde 2021 como fuerzas de paz reacondiciona el equilibrio militar y geopolítico regional, más favorable a la tácita confección de un eje ruso-azerí que implique asestar la disuasión estratégica ante una Armenia que, como Georgia, también ha mostrado sus expectativas de orientación prooccidental, tal y como defiende en Ereván el gobierno de Nikol Pashynian.

Moscú también observa con atención la necesidad de garantizar su seguridad en el Cáucaso ante la posibilidad de retorno de focos de islamismo radical, tal y como observamos en el atentado terrorista de Moscú el pasado 22 de marzo. La autoría atribuida a supuestos terroristas tayikos en ese atentado es un factor que persuade al Kremlin a intentar manejar equilibrios internos con sus poblaciones de origen musulmán, tomando en cuenta la lealtad de las autoridades y efectivos militares chechenos al esfuerzo bélico en Ucrania y la posibilidad de acentuarse recelos dentro de la sociedad rusa hacia inmigrantes caucásicos y centroasiáticos tras el atentado.

En ese sentido, y temiendo conatos de xenofobia y de detenciones arbitrarias, los gobiernos de Tayikistán y Kirguizistán han recomendado a sus ciudadanos no viajar a Rusia. El factor lingüístico también entra en juego: los gobiernos tayiko y kirguizo se resisten a adoptar las expectativas de Moscú por reforzar en esos países el uso del idioma ruso.

Moscú interpreta que Occidente busca crear una tenaza entre Ucrania y Georgia para alejar a Moscú de estas esferas de influencia. Los recientes acontecimientos dan a entender los alcances de este pulso geopolítico ruso-occidental en el espacio euroasiático. Mientras Europa busca crear un sistema defensivo alternativo a la OTAN con la vista en el «enemigo ruso», el presidente francés Emmanuel Macron anunció la posibilidad de enviar tropas francesas de la Legión Extranjera a Ucrania. La respuesta del presidente ruso Vladimir Putin ha sido aprobar maniobras nucleares cerca de la frontera con Ucrania como efecto disuasorio.

El desbloqueo en el Senado estadounidense de 61.000 millones euros de ayuda a Ucrania viene en un momento de cierta desesperación para Kiev; el gobierno de Volodymir Zelenski se muestra escaso de efectivos y armamento para contrarrestar la previsible ofensiva rusa a gran escala que, con apoyo militar de aliados como Corea del Norte, Irán y China, comienza cada vez más a asumirse como decisiva para definir el curso de la guerra. Incluso se especula con la posibilidad de abrirse una negociación que implique un eventual cese al fuego y el reconocimiento por parte de Kiev del actual statu quo.

Por tanto, para Occidente, resulta clave acelerar la ayuda militar a Ucrania toda vez que se muestra expectante ante la posibilidad de un giro político prooccidental en Georgia vía protestas e incluso Armenia. Este contexto traduciría implicar a Rusia en una especie de «guerra de dos frentes», uno claramente definido en Ucrania y otro en cámara lenta en el Cáucaso.

La expansión de las tensiones ruso-occidentales ha llegado también al Sahel africano, tal y como observamos recientemente en Níger con las escaramuzas de choque entre efectivos militares rusos y estadounidenses. Al mismo tiempo, la presencia militar, económica y cada vez más geopolítica de Rusia y China en el Sahel y los recientes golpes militares (Níger, Burkina Faso) con regímenes afectos a los intereses de Moscú y Beijing suponen un golpe estratégico para Francia y sus intereses geopolíticos en su tradicional esfera de influencia en el África francófona.

Estas tensiones ruso-occidentales tienen también incidencia en las elecciones al Parlamento europeo de junio próximo. Bruselas recela del efecto que puedan tener los canales de desinformación tanto rusos como chinos y las alianzas políticas vía partidos populistas y euroescépticos, varios de ellos de extrema derecha y algunos también señalados como «prorrusos».

Por otro lado, el presidente chino Xi Jinping inició a principios de mayo en París su primera gira europea en cinco años, que también le llevará a visitar socios económicos importantes como Serbia y Hungría, este último miembro de la UE y de la OTAN cuyo gobierno de Viktor Orbán ha manifestado sintonía con el eje sino-ruso. Beijing busca la iniciativa diplomática para crear un esquema de negociación que permita rebajar las tensiones in crescendo en Ucrania y Gaza, actualmente en vilo ante la posible ofensiva militar israelí sobre Rafah toda vez el grupo islamista palestino Hamás aceptó este 6 de mayo una tregua en los combates.

Al igual que Rusia, China interpreta que EEUU busca quebrantar la solidez del eje euroasiático sino-ruso, desafiante para la hegemonía «atlantista». Occidente presiona cada vez más a Beijing por su apoyo a Rusia en la guerra de Ucrania toda vez Washington sigue buscando vías indirectas y alternativas con la finalidad, hasta ahora infructuosa, de alejar a Moscú de su alianza con Bejing.

Como Putin en el espacio euroasiático, Xi debe igualmente manejar delicados equilibrios en sus esferas de influencia en Asia Oriental. Japón, Corea del Sur y Nueva Zelanda acaban de anunciar su integración al pacto AUKUS en materia de asistencia tecnológica militar para desarrollar conjuntamente misiles hipersónicos, drones submarinos y cibertecnología.

El pacto AUKUS, impulsado en 2021 por EEUU, Gran Bretaña y Australia, recrea una especie de «mini-OTAN» que implica una mayor injerencia occidental en Asia Oriental y el sureste asiático contra los intereses geopolíticos chinos. Por muy lejano y aparentemente desconectado que parezca, lo que se juega en Georgia y el Cáucaso tiene vertientes clave del gran pulso geopolítico a nivel global entre Rusia, Occidente y China.

 

* Analista de geopolítica y relaciones internacionales. Licenciado en Estudios Internacionales (Universidad Central de Venezuela, UCV), Magister en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, USB) Colaborador en think tanks y medios digitales en España, EE UU y América Latina. 

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ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE XIANNANG (CONOCIDA COMO HONG KONG)

Giancarlo Elia Valori*

Las guerras del opio (1839-1842 y 1856-1860) fueron impuestas por el Reino Unido a China.

 

El imperialismo en sus formas más horrendas, que son el colonialismo y el neocolonialismo, pierde el pelo, pero no el vicio.

Los recientes acontecimientos relacionados con la aprobación de una ley por parte del Consejo Legislativo (parlamento) de Xiannang (destrozado por los colonialistas con el nombre de simio de Hong Kong) están desatando la furia de muchos occidentales. No sólo creen que Xiannang sigue siendo una colonia británica, sino que cuando descubren que Londres la ha cedido pacíficamente y a regañadientes a Pekín hace veintisiete años, les gustaría que Occidente siguiera dictando sus propias reglas desafiando al pueblo chino y a los miembros del Consejo Legislativo, la expresión de los ciudadanos de Xiannang.

Demos un paso atrás y sumerjámonos en la historia para contar cómo el Oporto con aroma a incienso terminó en las manos codiciosas, sucias y sangrientas de los imperialistas británicos.

Todo comenzó cuando Gran Bretaña inició las dos Guerras del Opio (1839-1842, 1856-1860) para tener no solo la posibilidad sino el derecho de exportar drogas al Imperio Medio: Inglaterra fue el primer traficante autorizado por la fuerza de sus armas que se utilizaron para vender opio a los chinos, una droga refinada y perfeccionada a través de la India, reducida a la condición de apéndice de la reina Victoria.

Hong Kong fue fundada como colonia del Imperio británico después de que la dinastía Qing cediera la isla de Xiannang en 1841-1842 como resultado de la pérdida de la Primera Guerra del Opio, que humilló al Imperio Medio. La colonia se expandió a la península de Jiulong (Kowloon) en 1860 y se extendió aún más cuando el Reino Unido obtuvo un contrato de arrendamiento de 99 años de los Nuevos Territorios en 1898.

Dos años más tarde, una fuerza multinacional compuesta por Austria-Hungría, Francia, Alemania, Japón, Italia, el Reino Unido, Rusia y los Estados Unidos de América desembarcó en China para reprimir el levantamiento imperialista anticolonial de los bóxers. A esto le siguieron numerosos abusos, ejecuciones sumarias y violaciones contra la población civil china, así como el saqueo de objetos de arte (muchos de los cuales fueron llevados a Europa).

Cuando las tropas aliadas se trasladaron de Pekín al campo del norte de China, ejecutaron a un número desconocido de personas acusadas o sospechosas de ser o parecerse a los rebeldes bóxers. Mientras los Aliados estaban en Pekín, saquearon palacios, yamen y edificios gubernamentales, infligiendo una pérdida incalculable de reliquias culturales, libros de literatura e historia (incluido el famoso Yongle Dadian) y daños al patrimonio cultural (incluida la Ciudad Prohibida), el Palacio de Verano, Xishan y el Antiguo Palacio de Verano.

Más de 3.000 budas de bronce chapados en oro, 1.400 obras de arte y 4.300 bronces fueron saqueados del templo de Songzhu. El chapado en oro de los tanques de cobre frente a los edificios de la Ciudad Prohibida fue raspado por las tropas aliadas, dejando marcas de arañazos que aún se pueden ver hoy en día. El Yongle Dadian, compilado por 2.100 eruditos durante el período Ming Yongle (1403-1408), con un total de 22.870 volúmenes, había sido parcialmente destruido durante la Segunda Guerra del Opio en 1860. Más tarde se recogió en el Palacio Imperial de la calle Nanchizi. Sin embargo, fue encontrado y completamente destruido por la alianza en 1900. Parte del Yongle Dadian se utilizó para la construcción de fortificaciones.

La Biblioteca Completa de los Cuatro Tesoros (o Siku Quanshu) fue compilada por 360 eruditos durante el período Qing Qianlong. Recopiló 3.461 libros antiguos, con un total de 79.309 volúmenes. Algunos de ellos fueron destruidos en 1860 durante la Segunda Guerra del Opio. Otros 10.000 y más volúmenes fueron devastados en 1900 por la Alianza de las Ocho Naciones. La Academia Hanlin albergaba una colección de libros preciosos, libros de la dinastía Song, material literario e histórico y pinturas preciosas. La Alianza de las Ocho Naciones también saqueó estas colecciones. Algunos de estos libros, robados al pueblo chino, permanecen vergonzosamente conservados en los museos de Londres y París, sin que ningún intelectual haya pedido que se los devuelvan al pueblo chino-

La alianza se disolvió tras la firma del Protocolo de los Bóxers en 1901, después de dos años de lucha, un acuerdo que ahora se incluye en los tratados desiguales impuestos por la violencia.

Y hoy los herederos «multicolores» de los mismos colonialistas imperiales, ladrones, asesinos, violadores y engrasadores, regresan con una palabra de libertad y democracia: la suya, con la esperanza de seguir explotando Xiannang a su conveniencia y placer.

Con respecto a la nueva legislación sobre la salvaguardia de la seguridad nacional en Xiannang, los malentendidos y controversias de algunos se centran principalmente en estos puntos: 1) el proceso legislativo es demasiado rápido; 2) la nueva ordenanza es demasiado estricta y algunas disposiciones son demasiado ambiguas, lo que da un amplio espacio a las explicaciones y, por lo tanto, otorga más poderes a la aplicación de la ley; 3) la ley viola los principios de derechos humanos y puede obstaculizar las empresas extranjeras y poner en peligro a los extranjeros que viven en Xiannang; 4) la ley empuja aún más a Xiannang a perder singularidad y competitividad en el mundo, convirtiéndola en una ciudad que no tiene diferencia con otras ciudades de China continental.

Responder:

1) Si hay acuerdo entre los miembros del Consejo Legislativo, no está claro por qué es demasiado rápido; es especialmente ridículo decir esto en Italia, donde los ciudadanos se quejan de la excesiva duración de los procedimientos jurisprudenciales, procesales y burocráticos.

2) No corresponde a terceros juzgar la severidad y el mérito de las leyes de otro país, sino que es su pueblo el que se expresa a través de instituciones representativas. Y así lo afirma el derecho internacional, a menos que intervengamos con bombardeos humanitarios y armas sofisticadas para cambiar la opinión de la gente; después de todo, hacerlo eliminaría por completo las fuerzas de la ley y el orden en Xiannang como esperaban los mencionados.

3) La violación de los derechos humanos, el primero de los cuales es la vida, habría que exigirlo para los pueblos de Dresde, Hiroshima y Nagasaki; para los pueblos de Vietnam, Irak, Afganistán y los de África y otras partes del mundo, que fueron  carne de cañón para la industria armamentística occidental.

4) ¿Por qué los chinos no deberían convertirla en una ciudad que no tenga diferencias con otras ciudades de China continental? La respuesta es muy sencilla: para que siga siendo un enclave del imperialismo, o incluso se convierta en una base militar de la OTAN. Xiannang es chino, pero los imperialistas quieren que siga siéndolo solo en restaurantes, postales y souvenirs para los occidentales de vacaciones en busca de emociones, y para los militaristas de negocios con rostro «humano» y «democrático».

Esta legislación salvaguarda la seguridad nacional y está en consonancia con la práctica internacional. Todos los países del mundo conceden gran importancia a la legislación de seguridad nacional, que está vinculada a la supervivencia de un Estado. Xiannang es una Región Administrativa Especial de la República Popular China y no de otras, y tiene la responsabilidad constitucional de salvaguardar la seguridad nacional.

A través de la legislación del artículo 23 de la Ley Básica, Xiannang puede complementar las disposiciones legales locales relacionadas con la seguridad nacional, absorber nuevas disposiciones internacionales sobre delitos relacionados con la seguridad nacional y construir un sistema legal integral para salvaguardar la seguridad nacional. Solo de esta manera, y sin interferencias externas, Xiannang podrá ganar confianza, desarrollar su economía con tranquilidad y mantener la prosperidad y la estabilidad a largo plazo.

La seguridad nacional es la piedra angular del desarrollo de Xiannang, ya que no habrá conflicto entre la seguridad nacional y los intereses públicos. La razón es simple: no hay ningún interés público en este mundo que ponga en peligro la seguridad nacional. Si pone en peligro la seguridad nacional, no puede ser de interés público.

El artículo 23 de la Ley Fundamental añade algunos delitos de acuerdo con las necesidades de la situación actual: tiene visión de futuro y debería proporcionar un apoyo importante para el mantenimiento de la buena gobernanza y la estabilidad a largo plazo en Xiannang.

La legislación del Artículo 23 construye un fuerte muro de seguridad nacional y cierra algunas lagunas legales. En particular, la modificación de algunas leyes existentes, la conversión de algunos delitos de derecho consuetudinario en leyes estatutarias y la creación de efectos extraterritoriales no darán a los elementos antichinos y perturbadores ningún espacio para afianzarse en Xiannang, y aquí queda claro cómo la ciudad se protege contra las revoluciones de color heterodirigidas, cuyos fracasos están sembrando la muerte en Europa del Este.

El artículo 23 de la Ley Básica de Xiannang es claro y establece: «La Región Administrativa Especial de Xiannang promulgará su propia legislación para prohibir cualquier acto de traición, secesión, sedición, subversión del gobierno popular central y robo de secretos de Estado, y prohibir a las organizaciones o grupos políticos realizar actividades en la Región Administrativa Especial de Xiannang,  prohibir a las organizaciones o grupos políticos de la Región Administrativa Especial de Xiannang establecer vínculos con organizaciones o grupos políticos extranjeros». Es decir, evitar intervenciones desde el exterior que pongan en peligro la seguridad nacional y organizaciones que se dediquen a actividades que atenten contra la seguridad nacional.

El gobierno de Xiannang promovió la legislación del Artículo 23 el 30 de enero y lanzó una consulta pública de un mes de duración, durante la cual se recibieron más de 13.000 opiniones, de las cuales el 98,64 por ciento expresó apoyo y opiniones positivas. Sobre esta base, el gobierno de Xiannang redactó el proyecto de ley y lo presentó al Consejo Legislativo para su revisión.

Los reglamentos relativos a las nuevas disposiciones legislativas han estudiado y absorbido un gran número de disposiciones y precedentes del common law, manteniendo la coherencia y sincronización de la legislación nacional en materia de seguridad con los principales países y regiones del common law. Su marco penal y su sistema punitivo son científicamente razonables, comparables y compatibles con el derecho de seguridad nacional y pueden utilizarse como referencia para las esferas en las que se aplica el derecho consuetudinario. Las nuevas normas cuentan con suficientes preparaciones previas, una buena base de opinión pública y un alto grado de consenso social, y constituyen un punto de referencia importante para una legislación de alta calidad en la región administrativa especial.

Todos los ámbitos de la vida en Xiannang reconocen en general que sólo complementando la legislación local del artículo 23 y mejorando aún más el sistema institucional de la Región Administrativa Especial para salvaguardar la seguridad nacional será posible garantizar la prosperidad y la estabilidad de Xiannang y la aplicación a largo plazo del principio de «un país, dos sistemas».

La política de «un país, dos sistemas» contribuye a salvaguardar los derechos y libertades legítimos de los residentes de Xiannang y otros ciudadanos de conformidad con la ley, y conduce al mantenimiento de la prosperidad y la estabilidad a largo plazo de la Región Administrativa Especial de Xiannang.

Lo que se denomina el «muro protector» de la prosperidad y la estabilidad garantizará un desarrollo de alta calidad con un alto nivel de seguridad y amplias perspectivas de gobernanza, y la prosperidad en Xiannang se verá más favorecida.

El sistema de seguridad nacional y el estado de derecho servirán además como elemento disuasorio jurídico para las fuerzas de intervención externa y contribuirán a fortalecer la confianza y la identidad de la sociedad Xiannang en el estado de derecho, mejorará la confianza de los inversores y consolidará el reconocimiento internacional y las funciones de servicio global de Xianang como centro financiero internacional, optimizando el entorno empresarial gratuito y el mecanismo de promoción de Xianang en el mundo.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

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EL «COLLAR» A LO LARGO DE LA RUTA DE LA SEDA

Giancarlo Elia Valori*

Barrio chino en Singapur

¿Cuántos chinos hay en el mundo fuera de su patria? Hablando de chinos de ultramar, ya sean de nacionalidad u origen chino, debemos admitir que podemos encontrarlos en casi todos los rincones del mundo. Según las estadísticas de 2022, el número de chinos en el extranjero es una diáspora de más de 60 millones, repartidos en 198 países y regiones de todo el planeta. En este artículo, me ocuparé de los países con el mayor número de chinos.

Hablemos primero de Indonesia. Indonesia es el archipiélago más grande del mundo, con un número de islas que oscila entre 17.500 y 18.300, y también es la economía más grande del sudeste asiático. La población de Indonesia (277.534.122 habitantes) ocupa el cuarto lugar en el mundo, después de la India, la República Popular China y los Estados Unidos de América.

Indonesia es conocida como el país con mayor población china. Según las estadísticas, alrededor del 5% de la población indonesia es china (más de 10 millones), y más del 90% de ellos se han convertido en ciudadanos indonesios. La mayoría de los chinos indonesios provienen de las provincias del sur de China, como Fujian, Hainan y Guangdong. Los indonesios chinos se distribuyen principalmente en ciudades como Yakarta, Surabaya, Medan, Pekanbaru, Semarang, Pontianak (Pontinak), Sijiang (Makasa), Palembang, Bandung y Pangkal Pinang.

Sin embargo, debido a algunas razones históricas particulares, los chinos locales son relativamente sensibles a su identidad china. En los últimos años, el gobierno indonesio ha implementado una política de reforma democrática y apertura, reconociendo a los chinos como miembros de la familia nacional indonesia, y el estatus de los chinos ha mejorado. Según el censo oficial de Indonesia, actualmente hay unos 2,8 millones de chinos indonesios que reconocen su identidad china.

Con el rápido ascenso de China y la mejora gradual de las relaciones con Indonesia, un número cada vez mayor de chinos indonesios pueden afirmar con confianza que son chinos.

En Tailandia hay actualmente más de 30 grupos étnicos, con una población total de más de 71.801.279 habitantes. El principal grupo étnico del país es el tailandés, que representa el 40% de la población. El segundo grupo más numeroso es el de los laosianos, que representa el 35% de la población total. Los chinos representan el 14% de la población total, mientras que los malayos representan el 2,3% de la población total. Estos grupos étnicos representan la mayor parte de la población total de Tailandia, mientras que otros grupos étnicos se encuentran en proporciones más pequeñas.

Ahora hay casi 10 millones de chinos en Tailandia y la mayoría de los chinos en Tailandia provienen de Guangdong, Chaoshan, Xiamen y otras regiones. Los chinos en Tailandia tienen una larga historia y se pueden encontrar en grandes cantidades. Han aportado una contribución notable al desarrollo de la propia Tailandia.

Los chinos de Malasia (34.308.525 habitantes) son el segundo grupo étnico más numeroso, con unos 7,4 millones de personas, lo que representa alrededor del 21,5% de la población total de Malasia. Los datos muestran que los chinos malayos (o chinos étnicos) se refieren a los inmigrantes y sus descendientes que llegaron al país desde las provincias de Fujian, Guangdong, Guangxi y Hainan en China durante cientos de años a partir de las dinastías Ming (1368-1644) y Qing (1644-1911).

La proporción de chinos en la estructura demográfica de Malasia está disminuyendo año tras año. Según las estadísticas del Instituto de Estrategia y Liderazgo de Asia, el mayor grupo de expertos independiente de Malasia, si la tendencia actual de inmigración del país se mantiene sin cambios, el porcentaje de chinos malasios en la población nacional caerá del 38,2% en 1957 al 19,6% en 2030.

También hay muchos chinos en los Estados Unidos de América (339.996.563 habitantes), procedentes de la madre patria y de todo el mundo, que luego se naturalizaron como ciudadanos estadounidenses, incluidos sus descendientes.

Según los últimos datos publicados por la Oficina Federal del Censo de EE.UU., la población asiática total en EE.UU. ha alcanzado los 21,4 millones, con la población china a la cabeza con 5,08 millones. La mayoría de ellos se concentran en California, Nueva York y ciudades metropolitanas.

Los estadounidenses de origen chino provienen principalmente de Changle, Lianjiang, Fuqing y otras regiones de la provincia de Fujian, Gaocheng, Hengshui y otras regiones de Shijiazhuang, la provincia de Hebei y la región noreste.

La ciudad-estado de Singapur (4.044.000 habitantes según el censo de 2020) es el único país, con la obvia excepción de China, donde la población china es mayoritaria con 3.006.800 habitantes (74,3% de la población). El malayo es el idioma nacional de Singapur; el inglés, el chino y el tamil son idiomas oficiales y el inglés es el idioma administrativo.

De hecho, el comercio temprano de Singapur y su desarrollo como centro comercial vieron el crecimiento de una gran comunidad china dentro de la colonia británica. Los chinos provienen principalmente de los grupos dialectales Hokkien, Chaozhou, cantonés, hakka, qiong y fuzhou de las provincias costeras del sudeste de China, como Guangdong, Fujian y Hainan. El 40% de ellos son hokkien, seguidos por chaoshan, cantoneses y hakkas, hainaneses y fuzhou, etc.

Según los resultados del análisis demográfico de Statistics Canada, hay alrededor de 1,77 millones de chinos en Canadá (38.781.291 habitantes) y el porcentaje de chinos en Vancouver ha alcanzado el 21%.

Los chinos representan el 4,6% de la población total y ocupan el séptimo lugar entre todos los grupos étnicos, mientras que los seis primeros son canadienses, británicos, escoceses, franceses, irlandeses y alemanes. Por el contrario, como hemos visto en los EE.UU., que también es un gran país de inmigrantes, los chinos representan menos del 1,5%.

Myanmar (Birmania) limita con China y los dos países comparten una frontera común de más de 2.000 kilómetros. Los dos países son vecinos, amigos dependientes el uno del otro que siempre han compartido beneficios, así como las desgracias del colonialismo. Desde la antigüedad, los pueblos de los dos países formaron caravanas y viajaron a través de montañas y ríos para comerciar con bienes. Dado que la frontera entre los dos países no estaba clara en la antigüedad, el comercio terrestre entre Yunnan y Bhamo condujo a la emigración estacional de los «chinos de montaña» a Myanmar.

Actualmente hay alrededor de 1,63 millones de chinos viviendo en Myanmar (54.577.997 habitantes), lo que representa aproximadamente el 3% de la población. Las comunidades chinas en Myanmar viven en diferentes áreas. En términos de distribución, en ciudades como Rangún, la población china está dominada por cantoneses (incluidos Hakka, Chaoshan, etc.) y fujianeses, y la mayoría de ellos tienen pequeños negocios. Algunos llevan a cabo el comercio y tienen importantes empresas conjuntas en Singapur, Xianggang (Hong Kong) y Taiwán, Los chinos de Kokang y los chinos musulmanes viven principalmente en la zona fronteriza entre China y Myanmar.

Hoy en día en Filipinas (117.337.368 habitantes), nueve de cada diez de sus antepasados chinos procedían del sur de Fujian (Quanzhou, Zhangzhou, Xiamen), siendo Quanzhou la que vio la mayor emigración (80-90% de los chinos en Filipinas). El 10% restante procedía principalmente de Guangdong, y sólo unos pocos de otras provincias. El hokkien es la lengua franca de la comunidad filipino-china. En total, la ascendencia china representa alrededor del 20% en la nación filipina. Teniendo en cuenta la población filipina actual, podría haber más de 10 millones de personas con antepasados chinos. Sin embargo, en el pasado, debido al subdesarrollo de la educación china, la mayoría de las personas con antepasados chinos rara vez tenían la oportunidad de recibir una educación china y declararse de origen chino. Teniendo en cuenta también la fe católica, el resultado fue que un chino fue asimilado a un filipino indígena.

También hay chinos en América del Sur. En el Perú viven 1,3 millones de chinos (34.352.719 habitantes). Se estima que, en el Perú, los peruanos asiáticos representan al menos el 5% de la población. Una fuente afirmó que el número de ciudadanos con antepasados chinos podría llegar a los 5 millones (15-16% de la población total del país). Por el momento, sin embargo, los datos no se comprueban ni verifican.

La mayoría de los chinos peruanos hablan varios idiomas y, además del español o el quechua, muchos de ellos pueden hablar al menos mandarín y dialectos chinos, como el cantonés, el hakka, el mandarín y el hokkien. Dado que el primer grupo de inmigrantes chinos procedía de Macao, algunos de ellos también hablaban portugués.

En Australia (26.439.111 habitantes), la población total china es de aproximadamente 1.214.000 millones (4,59% de la población total). La comunidad china se ha convertido en el grupo minoritario no anglófono más grande de Australia.

Para los grupos chinos que actualmente optan por permanecer en Australia, a juzgar por los últimos datos del censo australiano publicados por la Oficina Australiana de Estadísticas, no solo está aumentando el número de chinos, sino que también está creciendo su influencia en este país, y también desempeñan un papel más importante en el fortalecimiento de los intercambios culturales y la cooperación entre los dos Estados.

Además de los diez países mencionados anteriormente, están Vietnam, la República de Corea (Sur) y Camboya con una población china que supera el millón de habitantes. Además, Francia, el Japón, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, Venezuela, la República de Sudáfrica, Italia, el Brasil, Rusia, España, Nueva Zelandia, los Países Bajos, la India, la India y otros países tienen una población china en el extranjero de más de 100.000 personas.

Desglosado por país y región, más del 70% de los chinos en el extranjero se concentran en el sudeste asiático, mientras que Indonesia, Tailandia y Malasia por sí solos representan alrededor del 60% del número total de chinos en el extranjero en el mundo.

Hoy en día, los chinos de ultramar ―o como yo los llamaría, «el collar que se extiende por la Ruta de la Seda»― son una puerta de entrada, un vínculo entre la República Popular China y los países de origen de sus ciudadanos lejanos. Se han convertido en una fuerza importante en los intercambios culturales y económicos entre China y el resto del mundo.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

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