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SEIS TRANSGRESIONES ESTRATÉGICAS Y GEOPOLÍTICAS QUE AYUDAN A ENTENDER LA CRISIS ENTRE OCCIDENTE Y RUSIA

Alberto Hutschenreuter*

La crisis que tiene lugar en Europa del este se debe, en buena medida, a la transgresión o quebrantamiento de al menos seis “leyes” estratégicas y geopolíticas históricas en las relaciones entre Estados.

La primera de ellas es parte casi elemental en la teoría de la guerra de Clausewitz: nunca se debe rebasar la línea de la victoria.

Esto significa que la Guerra Fría tuvo un ganador, Occidente. El triunfo fue categórico en todos los segmentos. Más todavía, lo fue tanto que la parte continuadora de la URSS, la Federación Rusa, acabó repudiando la ideología comunista soviética, adoptando el modelo capitalista y “siguiendo” al ex rival en materia de política exterior.

“La victoria otorga derechos”, sin duda. Occidente rentabilizó su triunfo y una de las estrategias para impedir que una Rusia restaurada se convirtiera (eventualmente) en un nuevo desafío fue ampliar la OTAN a los países eurocentrales y los tres del Báltico, siempre ajenos y reluctantes a Rusia. Entonces, la ampliación a Polonia, República Checa y Hungría fue considerada una medida comprensible.

Pero Occidente pronto decidió ir más allá, y prácticamente fue por todo. Pero al hacerlo traspasó la línea de su victoria, que nunca estuvo en duda. Llevar la OTAN más al este implicó algo peligroso: se comenzó a desestabilizar la seguridad internacional, puesto que dos de sus partes preeminentes (de las cuales una era y es la principal del globo) ingresaron en una fase de mayor discordia.

La segunda, siguiendo en clave estratégica, es la relativa con evitar la ruptura de la cultura estratégica.

Como consecuencia de lo anterior, la tensión aumentó y ambos poderes fueron tomando decisiones que los alejaron de lo que podemos denominar “cultura estratégica”, esto es, patrones de seguridad que las potencias evitan romper. Es decir, la rivalidad no incluye alterar equilibrios clave, por caso, en el segmento de las armas estratégicas.

Durante el tiempo de rivalidad, que comienza mucho antes de 2014 (Ucrania-Crimea), ambas partes han ido abandonando importantes tratados, por ejemplo, Estados Unidos se fue del Tratado ABM, un pacto firmado en 1972 fundamental para el equilibrio, nuclear. También se fue del acuerdo relativo con la eliminación de armas de alcance intermedio; mientras que Rusia consideró que este último había quedado obsoleto y, por tanto, su seguridad quedó afectada. Asimismo, Moscú dejó el régimen de control de plutonio.

Se trata de una novedad en la relación entre estos dos actores que en el pasado, en un estado de competición general, supieron mantener una cultura estratégica que los llevaba a negociar cuando el desequilibrio surgía. Ello explica los grandes acuerdos sobre armamento de los años setenta.

La tercera es no forzar órdenes internacionales.

La victoria de Occidente en la Guerra Fría fue, por entonces, una de tres. Las otras fueron sobre Irak, en 1991, y la predominancia del modelo económico, que fue en el que se basó la globalización en los “frenéticos noventa”.

Esa “globalización 1” estuvo marcada por lo que un francés denominó el modelo “neo-americano”. Y fue tan así que la política exterior de Clinton tuvo base esencialmente geoeconómica. Fue el tiempo del poder sutil de Occidente en relación con la obtención de ganancias de poder alrededor del mundo.

Luego sucedió el 11-S, y a partir de entonces el sistema internacional casi se identificó con los intereses estadounidenses y su lucha contra el terrorismo transnacional.

Pero el mundo cambiaba, y sin duda la principal razón era el surgimiento de China que reclamaba, como en los setenta, un sitio de jerarquía estratégica acorde con su ascenso.

Si bien hubo cooperación entre las potencias mayores frente a un enemigo que los acercaba, el terrorismo, situaciones como Irak, Libia y más tarde Siria los fueron separando, sobre todo en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde nunca se pudo autorizar una intervención en Siria para salvaguardar los derechos del pueblo sirio.

Hoy no es posible continuar con bienes públicos internacionales creados hace casi 80 años. Es decir, aunque Estados Unidos es la única potencia rica, grande y estratégica del mundo, ya no puede regir e incluso tuvo serios problemas para alcanzar objetivos relativos con su seguridad nacional, por ejemplo, en Afganistán, de donde acabó retirándose.

Desde el marco más estratégico-militar, Rusia, China y otros cuestionan que la OTAN sea el “globo cop” u organización política-militar regional del multilateralismo. En 2022 se podría impulsar un nuevo concepto estratégico de la Alianza, y se teme que entonces la OTAN asuma nuevas misiones.

La cuarta consiste en respetar códigos o aprensiones geopolíticas rivales.

Los códigos geopolíticos están relacionados, según John Lewis Gaddis, con el pensamiento y la acción geopolítica de un país. Pero en esta situación, los códigos están asociados con el pasado y las sensibilidades territoriales de Rusia.

Rusia es un actor (básicamente) de geopolítica terrestre, y ello se explica en función de su notable extensión. Aunque en principio ello implica un activo de seguridad, la gran cantidad de países con los que limita Rusia, 16 países, más su encierro geográfico, siempre supusieron una cuestión o sensación de vulnerabilidad (e incluso fatalidad).

Por ello, para este país es fundamental contar con zonas de amortiguamiento. Aquí radica su activo geopolítico mayor. Contando con ello, Rusia puede defenderse de potencias extranjeras. “La guerra siempre viene del exterior”, sostiene el profesor Carlos Fernández Pardo. Y Rusia, como ningún otro país, siempre supo de ello.

En este contexto, intentar llevar la OTAN al inmediato oeste del territorio ruso es no conocer la historia geohistórica y geopolítica. Por ello, en 1997 George Kennan, el diplomático que apoyado en las ideas de Spykman propuso tras 1945 contener a la URSS, desaconsejó ampliar la OTAN más allá de lo conveniente.

La quinta es no alterar determinismos geográfico-geopolíticos.

Hay países que por su ubicación se enfrentan con algunas restricciones en materia de política exterior y de defensa. Básicamente, son actores-pivotes que lindan con poderes mayores. Pero ello no los convierte en vasallos de dichos poderes. Sólo deben desplegar una diplomacia calibrada que considere las sensibilidades geopolíticas del actor central en la zona.

Esto no sucede solamente con Ucrania, un país situado en una zona de fragmentación o de “actividad balcánica geopolítica”. Y no nos referimos a las nuevas tendencias que hablan de la “geopolítica subterránea”, es decir, temas medio ambientales, recursos bajo tierra, etc., es decir, temas “desprovistos” de intereses nacionales.

En este cuadro, Ucrania y Occidente no parecen reparar en esta cuestión: el país debe ser parte de la OTAN. No se admiten otras alternativas, hecho que trastorna el “cinturón de fragmentación” que ha sido y es Europa del este.

La sexta es no pensar estratégicamente el mundo.

La transgresión de “leyes” estratégicas y geopolíticas en relación con la región de Europa del este está reduciendo peligrosamente las posibilidades de pensar estratégicamente el mundo.

Tenemos dos actores, Estados Unidos y Rusia, que necesariamente serán partes clave de un orden o régimen internacional (sobre el que por ahora no hay indicios) y que hoy están confrontados. Cualquier cesión por parte de uno de ellos implicará para el otro ganancias de poder. En términos de un “desenlace plus o II” de la Guerra Fría, si Ucrania pasa a ser parte de la OTAN, entonces Occidente habrá logrado la victoria total; si Rusia lo impide, pacto de por medio, habrá obtenido una reparación estratégica y el presidente Putin elevará su popularidad.

Resulta difícil creer que el curso del mundo, es decir, la carencia de orden alguno, finalmente quede abandonado porque dos de sus partes de escala estratégica, que deberían estar trabajando en la construcción de un mundo estable y seguro, se encuentran en una situación con posiciones que van tornando el conflicto cada vez más irreductible.

Desafortunadamente, el pasado enseña no pocos casos de crisis que concentraron tensiones entre grandes poderes comprometidos en situaciones que se podían haber resuelto, hasta quedar estos poderes atrapados entre las fuerzas de la guerra.

La crisis entre Occidente y Rusia se debe a que se han venido omitiendo (e incluso despreciando) claves estratégicas y geopolíticas. Pero aún quedan oportunidades (muy estrechas) para que la historia, una vez más, no acabe castigando esas omisiones.

 

* Doctor en Relaciones Internacionales (USAL). Ha sido profesor en la UBA, en la Escuela Superior de Guerra Aérea y en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación. Su último libro, publicado por Almaluz en 2021, se titula “Ni guerra ni paz. Una ambigüedad inquietante”.

©2022-saeeg®

 

VIGENCIA E IMPORTANCIA DE LA LOGÍSTICA

Agustín Saavedra Weise*

 

Imagen de Gerd Altmann en Pixabay 

Publiqué una nota sobre conceptos estratégicos allá por 1979. De esa época a la fecha las cosas han cambiado, pero lo conceptual permanece. Y eso sucede con las cuatro dimensiones clásicas de la estrategia planteadas por Michel Howard: la operacional, la logística, la tecnológica y la social. En cada tiempo y momento histórico alguna determinada dimensión tuvo preeminencia sobre las otras, pero todas deben estar coordinadas en función de la gran estrategia, del objetivo político o económico que se procura y su relación con el tiempo.

Habida cuenta de que en estos momentos todas las estrategias de naturaleza castrense, comercial, empresarial, electoral, etcétera están cambiando, creo que el elemento más sólido para tener éxito es una buena logística. Ella implica la adecuada coordinación, gestión, transporte y almacenamiento de los bienes necesarios. En casos militares puede tratarse también de personas de apoyo —aparte de la tropa— para llegar al lugar de distribución, donde finalmente se los utilizará y/o consumirá. Por tanto, la logística se encarga del producto (bienes, armas o personas) en lo referente a su almacenamiento, inventario, transporte, entrega y/o devolución.

La dimensión logística no significa otra cosa que organizar diversos ítems y saber transportarlos debidamente —con puntualidad— al lugar de operaciones, se trate de operaciones comerciales de “x” empresa o de las operaciones de un ejército y así sucesivamente.

La logística viene desde la remota antigüedad. Distinguidos generales del pasado como Aníbal, Alejandro El Magno, Julio César, Napoleón y otros, sin el inteligente uso de la logística, hubieran sido derrotados; por el contrario, a través de ella, consiguieron sus notables triunfos y conquistas. Se ha comprobado que Su Majestad la Reina de Castilla Isabel La Católica, era una experta en logística. Gracias al dominio de ese arte pudo liberar en 1492 a España del yugo de los sarracenos y expulsarlos al África tras haber permanecido en tierras ibéricas durante 700 años.

Hoy en día la cadena logística es ultradinámica en algunos casos y tradicional en otros. Demorarse un minuto o cortes de comunicaciones pueden significar el quiebre de muchos y el ingreso del caos. Lo hemos visto unas pocas semanas atrás cuando sucedió la interrupción temporal de las cadenas de comunicaciones Facebook y WhatsApp.

En Bolivia, lugar donde la prontitud aún no es un hábito, no se le dio ninguna importancia al tema del buque de carga repleto de contenedores que estuvo varado en el Canal de Suez. Es probable que algo de lo transportado por esa gigantesca nave venía para Bolivia y su atraso le creó inconvenientes a alguna empresa o empresario del país. Puede ser, puede no ser, el caso es que un medio de transporte muy alejado físicamente, hoy en 2021 es capaz de generar resultados desastrosos en otros lugares remotos si su logística falla.

Se habla de modernizar el Canal de Suez —tal como se hizo hace poco del otro lado del mundo con el de Panamá— para hacerlo más eficaz. Veremos. Quisimos recalcar ahora en esta breve nota la vigencia de la vieja logística, sin importar donde uno se encuentre. Las rutas marítimas seguirán siendo vital fuente de circulación mundial. La logística seguirá reinando en tierra, en los siete mares, en el aire y con seguridad, a mediano plazo lo hará en el espacio extra terrestre.

 

* Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com

Nota original publicada en El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://eldeber.com.bo/opinion/vigencia-e-importancia-de-la-logistica_256701

ENTRE EL TIEMPO Y EL ESPACIO: PODER E INICIATIVA

Agustín Saavedra Weise*

Según lo reiteradamente expresado por diversos especialistas, el tiempo es un elemento esencial en cualquier tipo de elaboración estratégica. Y ese tiempo es variable debido al acelerador tecnológico en materia de comunicaciones, transportes, medios de investigación, etc.

Piensen ustedes qué puede ocurrir con un dirigente estratificado en la situación anterior, en el ritmo pretérito, frente al actual dinámico ambiente nacional e internacional. A ello agreguemos la relatividad del tiempo, lo eterno que puede ser un momento de dolor y lo instantáneo que puede ser un momento de felicidad, aunque ambos duren exactamente lo mismo.

El “llegar a tiempo”, “hacer las cosas a tiempo”, “en el tiempo justo”, es otro valor fundamental de la victoria y de la sorpresa estratégica capaz de que confundir e intimidar al enemigo.

Esas variaciones conceptuales se combinan. ¿Cuál es el otro elemento esencial de toda estrategia? El espacio. Antiguamente las mejores visiones del terreno circundante se obtenían desde el lugar más alto de una aldea: la torre de la Iglesia. Ese observatorio de otrora está actualmente en el satélite. Pero además, nosotros desde el campanario nos podíamos ayudar con un anteojo de campaña, ahora el satélite puede darnos en detalle visiones asombrosas de toda laya.

Cualitativamente, el espacio ha variado en sus dimensiones, aparecen otros “espacios” que antes no eran considerados. Hoy todo comandante militar, todo líder político, todo líder empresarial, tiene que saber que cualquier operación está siendo observada espacialmente y en tiempo real mientras se desarrolla, tanto por el oponente como por el propio frente interno.

Además, el espacio físico que ocupamos es fundamental para todo nuestro plan, pues puede favorecernos o perjudicarnos. De ahí la importancia de la localización pero al final, todo dependerá de las circunstancias y del hábil uso que hagamos de la maniobra en el marco del espacio disponible para nosotros frente al de los contendores, sea cual sea la naturaleza de estos.

Una tercera dimensión —imprescindible para lograr una maniobra política exitosa— el poder, también ha cambiado. Cabe aquí agregar al conocimiento como fuente de poder, de dominio de unos sobre otros. Una sociedad que no posee una masa crítica de su demografía en el exigible nivel de conocimientos contemporáneos, carece de posibilidades de innovación e inserción en economías globalizadas. Perderá poder y su rango relativo irá en rápido retroceso. Cuando esa masa crítica sea mayor, mayor será el poder. Allí está el valor decantado de la educación y de la instrucción. Las naciones jamás deben perder esta visión realista de largo alcance del poder, ya sea en su versión dura —la fuerza— o en su versión blanda: diplomacia e influencias. Ambas son válidas para todo el conjunto de actividades en materia de política exterior y política interna.

Finalmente, desde mi modesto punto de vista, hay que agregar una última dimensión a estos pensamientos básicos. Se trata de la iniciativa, la capacidad de adelantar nuestros pasos frente al rival al mismo tiempo que auscultamos los pasos posibles que nuestro enemigo (militar, político, empresarial o comercial) tiene a su disposición o intentará realizar. Sin estos razonamientos elementales, jamás se podrá generar un criterio global capaz de llevarnos exitosamente y mediante decisiones adecuadas al punto deseado, al objetivo procurado, al triunfo en definitiva. Tiempo, espacio, poder e iniciativa, son partes indivisibles de cualquier concepción estratégica.

 

*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com

Nota original publicada en El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://eldeber.com.bo/opinion/entre-el-tiempo-y-el-espacio-poder-e-iniciativa_247761