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CONSEJOS VENDO Y PARA MI NO TENGO

F. Javier Blasco Robledo*

Refrán castellano generalmente usado para recriminar a quien suele pasarse la vida dando, e incluso hasta imponiendo consejos como tales, o las mal llamadas «recomendaciones» a los demás, pero que, sin embargo, no los toman o aplican para sí mismos; suelen auto exculparse de su cumplimiento o, a pesar de sus constantes y poco afortunadas incursiones en determinadas competencias, que les son ajenas, difícilmente, saben resolver sus propios problemas.

Es un hecho bien sabido y altamente conocido que el mundo, por unos motivos o por otros, está en manos de un plantel de políticos, poco o nada afortunados, que no se encuentran a la altura de las circunstancias ni cuentan con las capacidades necesarias para la resolución rápida o la menos eficiente de las crisis y los grandes problemas que nos rodean y acosan. Hecho este, que se agrava en España, donde, por desgracia para los españoles, cuentan con un gobierno incompetente, anclado en el pasado, revanchista y totalmente vendido al albur y los caprichos de los peores enemigos internos de España por la necesidad que tiene de contar con el apoyo o el beneplácito de éstos hasta para ir al retrete.

Con bueyes como esos debemos atravesar una larga y pesada caminata por un desierto lleno de continuos peligros derivados de su mala política, los constantes bandazos y cambios de criterio, las imposiciones más que arbitrarias y orientadas a los aspectos que satisfagan y no enfaden a sus «colegas» de legislatura y al continuo y alegal retorcimiento de la ley, el inherente poder de las instituciones y la auténtica legalidad y moralidad de sus actuaciones.

Un gobierno que nos tiene acostumbrados a movimientos de singular y abyecta auto propaganda y al farol constante frente a una desnortada Europa para, a los pocos días, terminar cayendo en el mayor servilismo y seguidismo de aquello que rotundamente negaba días u horas atrás. Un gobierno que difícilmente mira por el bien general de la nación y de todos los conciudadanos, sino por agradar a los suyos y lo que es peor, la propia y exclusiva supervivencia personal de su líder, aún a costa de tener que derrumbar, de forma constante, con alevosía, nocturnidad y hasta de forma zafia, las mejores o más potentes y casi inamovibles columnas sobre las que descansaba el propio régimen establecido y la ya mencionada continuidad del Sr. Sánchez.

Para este gobierno, las cosas están siempre muy claras, aunque sus soluciones y la obligatoriedad del punto de aplicación legal de una u otra determinación varíe en función del grado de amistad, necesidad de mantener contenta a la caterva que le apoya y del nivel de acercamiento de quien osa incumplir con lo preceptuado por las normas correspondientes, cuando todas ellas son similares en obligaciones y deberían contar con una amplia y clara necesidad de acatamiento y cumplimiento legal por todos los ciudadanos y regiones de España.

Dependiendo de la necesidad que se tenga del apoyo futuro de la parte en litigio con la norma que se pretende aplicar con carácter general o particular, vergonzosamente y sin inmutarse lo más mínimo, se pone un mayor o menor énfasis en la necesidad moral y legal de su cumplimiento. Llegando, en ocasiones, a justificar y apoyar su no cumplimiento, como es el caso con el tema de la lengua castellana en Cataluña.

Siempre que dicha puesta en cuestión o condicionamiento sobre su cumplimiento total o parcial provenga del PP o de una región concreta, como es la madrileña; la maquinaria propagandística propia del gobierno y la derivada de los numerosos medios palmeros que se abrazan al mismo —quizás en busca de algún tipo de suculenta subvención— actúan ferozmente contra aquellos osados con la simple finalidad de despedazarlos y en busca de unos apoyos perdidos, de momento, difíciles de recuperar.

Sánchez capitanea un gobierno que actúa a base de Reales Decretos, impuestos a la nación sin ni siquiera intentar consensuar con el principal partido de la oposición o los mayoritarios gremios directamente afectados. Al más puro estilo despótico o dictatorial, en cuestión de horas se legisla en España de forma precipitada, obligando con ello, a que sea el Tribual Constitucional el que dedique la mayor parte de sus esfuerzos a corregir las malas o inconstitucionales decisiones adoptadas por un gobierno que primero dispara y luego pregunta, sin importarle a quien y en qué modo afecte su andanada.

Además, cuando es corregido por tamaña y alta figura judicial no se amedra un pelo, mira para otro lado y continua con su labor destructiva del concierto y la concordia entre los gobernados. No hace caso a las resoluciones de los altos tribunales, hasta las trata de ridiculizar o poner en tela de juicio, sobre todo, si estas son contrarias a los espurios intereses propios o de sus propios compañeros de viaje, quienes mientras le prometen continuidad en su sillón, colaboran en la ejecución o puesta en práctica de un malévolo plan, cuyo fin último no es más que la destrucción de la patria, sus símbolos y la cohesión entre las tierras y las gentes que forman y encuadran España como un Estado y nación, que tiene el privilegio y la responsabilidad de ser el más antiguo de Europa; factores, hechos y elementos estos, a los que nunca se debe renunciar.

Los actos y decisiones arbitrarias, alegales y casi siempre abusivas, puestas en práctica por este gobierno son muchas y darían para una tesis completa de varios cientos de páginas a nada que se quisiera profundizar un poco en cada una de ellas. Son de sobra conocidos porque su zafiedad y chabacanería es tan grande que es imposible ocultarlas; pero, como se suceden con tanta rapidez en el tiempo, casi no da lugar a que se puedan leer ni a bucear en ellas con la profundidad requerida.

De entre las no tumbadas por los tribunales, muchas duran menos en su aplicación que un bollo a la puerta de un colegio a la hora del recreo, otras acaban sumidas en las profundidades y telarañas de cajones nacidos para albergar legajos de poca o ninguna utilidad y del resto, la mayoría son tan difíciles y complejas de interpretar, que ni las mismas autoridades se atreven a aplicar, porque saben que nunca valdrán para nada, salvo para, en balde, hacerles trabajar.

Recientemente hemos sido testigos de un hecho palmario, la crisis energética. Crisis a la que se le han atribuido diversas paternidades como, la continuidad o repercusiones económicas de tantos años de pandemia con la economía parada o a ralentí, la guerra de Ucrania, la mala fe de Putin y ahora también el cambio climático. Excusas todas ellas, que, si bien encierran parte de verdad, son empleadas con profusión y hasta la saciedad, para ocular las verdaderas causas de que nos encontremos así.

Causas que, en mayor o menor medida, tienen su origen en la incompetencia de los gobiernos e instituciones nacionales e internacionales para capear el más que anunciado temporal, en las intransigentes ideologías de los partidos y unas malas aplicaciones de los planes nacionales e internacionales de contingencia —en algunos casos inexistentes a pesar del peligro que se cierne sobre Europa—, que ante necesidades extremas, pongan en marcha recursos con los que contamos, aunque se encuentra rechazados por ideología, a sabiendas que el no aplicarlos supondrán grandes esfuerzos sobre una sociedad hastiada de tanto pedirle mayores y continuos esfuerzos de mano de unos incompetentes, que solo hacen que aumentar sus gastos debido a regalías absurdas o a unos desmesurados incrementos de dudosos cargos de asesoría, remunerados con arbitrariedad.

Los planes presentados por el gobierno para cumplir con algo que se nos vendió como «una recomendación a la que nosotros ni nos íbamos a acercar», consisten en quitarse la corbata, apagar las luces de las calles, escaparates y monumentos a las diez de la noche y regular de forma abusiva e incomprensible el termostato del calor y el frio de los sistemas de temperatura exterior. Todo de obligado cumplimiento, sin rechistar ni coordinar con los afectados y las comunidades que por su cumplimiento deben velar y ni una palabra de reducción de gasto energético por el macro gobierno, ni del replanteamiento de nuestras capacidades de producir energía (incluida la nuclear), un plan hidrológico cabal, el establecimiento de más capacidades de recogida y almacenamiento de aguas y un largo etcétera que realmente, nos lleve a una mayor autosuficiencia energética y aun ahorro sustancial.

Sin embargo, la única respuesta oficial ante las trabas impuestas y el escaso margen de tiempo otorgado para poner en práctica algunos acondicionamientos en los locales de las empresas afectadas, es que las leyes están para cumplirse, se han marcado unas desproporcionadas las multas —totalmente abusivas por coercitivas— y el señor presidente —como si la cosa no fuera con él— tras aprobar el Decreto, cogió sus varios medios aéreos oficiales para desplazarse, como viene siendo habitual a la Mareta y me imagino, que allí los derroches de energía tanto para él, como para su familia y previsiblemente sus amigos del alma, no se tendrán en cuenta ni contarán.   

  

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

 

FRONTERAS ETNICAS, ¿UNA SOLUCIÓN VIABLE Y DURADERA PARA LA PAZ? EL CASO DE BOSNIA-HERZEGOVINA.

Cristian Beltrán*

Extraído de: El Orden Mundial.com

«Los Balcanes no son en realidad ningún polvorín. El polvorín es Europa y los Balcanes son la mecha. Eso es lo peligroso. Los conflictos que allí se originan no permanecen en aquella región, no se quedan aislados. Y justo en la situación actual, en la que el mundo se ha vuelto más inestable, donde no hay una verdadera supremacía».

Norbert Mappes-Niediek, periodista y autor alemán.

«Para explicar cómo se puede alcanzar más fácilmente la paz, se requiere la comprensión de las causas de la guerra».

Kenneth Waltz

 

Mostar, marzo de 2006, contemplo las verdosas aguas del Neretva correr mansamente por debajo del puente, los últimos rastros del invierno se hacen sentir en la gélida mañana. El silencio, es solo interrumpido por el clérigo llamando al rezo matinal desde lo alto del minarete de la mezquita cercana. El Neretva no solo es una barrera geográfica que divide a la ciudad, también es política, de un lado se agrupa la mayoría de la población musulmana; es la parte vieja de Mostar en donde los minaretes de las mezquitas se elevan recortando el cielo de la mañana, la de los bazares y el aroma a café turco y mujeres en yihab. Hay que cruzar el puente para entrar a la parte bosnio-croata y católica, amparada desde lo alto del monte Hum por una enorme cruz, símbolo de quien domina ese sector de la ciudad. Al comienzo de la guerra, bosniacos[1] y bosnios-croatas expulsaron y derrotaron a los serbios; la guerra se extendió al interior de aquella alianza hasta que en el año 1994, un tratado de paz reunió nuevamente a ambos bandos con el objetivo de recuperar territorios de manos serbias. Las batallas en Mostar se cobró la vida de civiles y de militares, y pusieron fin al puente Kriva Cuprija («Puente inclinado»), construido en 1558 por el arquitecto otomano Cejvan Kethoda. Terminado en 1566 y aclamado como uno de los mayores logros arquitectónicos en los Balcanes controlados por el Imperio otomano, sería destruido en 1993; más que un objetivo militar, su desaparición fue un gesto simbólico de la guerra y la imposibilidad de una convivencia. Musulmanes y croatas se acusaron mutuamente de ese crimen cultural. Terminada la guerra, se reconstruyó el puente usando piedras originales y el mismo diseño. Al acto de inauguración asistieron distintas personalidades políticas de la entonces Comunidad Europea, las mismas que vieron expectantes el mayor genocidio de la historia europea posterior a la II Guerra Mundial. Mostar es una sucesión de edificios a medio derrumbar y casas marcadas por las bombas; los cementerios musulmanes y cristianos se amontonan en pequeñas plazas y al pie de los cerros. Terminada la guerra y con los auspicios de los Estados Unidos y del apoyo europeo, nació la “Federación Bosnio-croata”, una de las dos entidades que conforman la República de Bosnia-Herzegovina. Abandonamos Mostar, desde donde se siente la cálida brisa del Adriático, en dirección a Sarajevo, la región de Herzegovina, la parte occidental del país, salpicada de aldeas de mayoría católica y banderas croatas flameando en cada techo.

Visegrad, abril de 2011, al este del país, en la frontera con Serbia. Solo pasaron unos cuantos minutos cuando a través de un laberinto de calles y edificios de monoblocks dejé Sarajevo oriental para adentrarnos en la «República Srpska», la parte autodenominada serbia en Bosnia-Herzegovina. En esta parte del país las mezquitas van dando paso a los monasterios ortodoxos. Viajamos a través de escarpados montes y suaves ondulaciones plagadas de cultivos frutales y antiguas casonas de piedra y techo a dos aguas, cada tanto, los restos ennegrecidos de alguna casa son testigos de los violentos combates sucedidos en los ‘90. Las huellas de la guerra han dejado su marca, como en toda Bosnia, las aldeas, de mayoría bosnio-ortodoxa se suceden una tras otra. Arribamos a Visegrad a las 10 de la mañana, a lo alto, los restos de la fortaleza medieval se elevan como centinelas sobre la ciudad. Atravesé el puente construido por los musulmanes en 1571, obra del arquitecto imperial otomano Sinan por orden del Gran Visir Mehmed Paša Sokolović, un devirshe[2]; en ambos extremos de la construcción ondea la bandera serbia. El puente sirvió de inspiración para la novela del premiado Ivo Andric «Un Puente sobre el Drina». Andric relata los pormenores de la construcción, la historia de una Bosnia multiétnica en épocas en que la ciudad estaba bajo dominio otomano. En 1992, el minarete de la antigua mezquita fue volado y el sitio de su construcción arrasado por las radicales serbios; la población musulmana, mayoría en la ciudad, fue expulsada en medio de un bacanal de sangre y violaciones. En los montes circundantes, las fuerzas bosnias combatieron contra voluntarios rusos: las tumbas de cuarenta de estos se encuentran en Visegrad. La ciudad cayó finalmente en poder del ejército serbo-bosnio pasando a integrar la «República Srpska», una de las dos entidades de Bosnia-Herzegovina. Solo una mezquita queda en la ciudad, a la cual asisten unos pocos fieles y familiares de las víctimas de la guerra venidos de otras partes de Bosnia. En una esquina del puente, ondea en un mástil la bandera de Serbia. Desde hace unos años, Visegrad es el lugar de encuentro de los sectores más radicalizados del nacionalismo serbios, los «chetniks», en cuyas banderas negras, se encuentra estampada la figura de Draza Mihailovich, héroe de la resistencia serbia contra la Alemania nazi. Visegrad fue testigo de las masacres de musulmanes en los años 90’ cuando el Drina se tiñó de sangre. Después de la guerra ya no quedarían familias musulmanas en la ciudad. En ninguna parte, salvo en algún edificio público, ondea la bandera bosnia.

Mayo de 2011, nos abrimos paso a través del Valle de Presevo en el sur de Serbia; a nuestra derecha, las montañas que delimitan las fronteras de Serbia con Kosovo; contra ellas se asienta la ciudad de Presevo. A nuestra izquierda, más allá, las tierras búlgaras, al sur Macedonia del Norte, el próximo destino. El valle de Presevo, de suaves planicies y sembradíos multicolores está salpicado de pequeñas aldeas y alguna que otra ciudad en importancia. En esta región las banderas albanesas salpican los paisajes. A lo lejos, a través de los cristales del bus observo los lejanos minaretes que brillan bajo el sol matinal. Esta parte de Serbia es una encrucijada religiosa, étnica y política, la mayoría de la población es musulmana y se identifica como albanesa, otra parte importante, son refugiados bosnios, los «bosníacos». La guerra en Kosovo a fines de los ‘90 trajo también sus consecuencias en todo el valle, la policía serbia debió enfrentarse con grupos autodenominados liberadores que aspiraban a separar una parte del territorio serbio y unificarlo con la vecina Albania. El enfrentamiento dejó cientos de muertos y una frágil paz. A medida que el bus se acerca a la frontera con Macedonia del Norte, como se denomina ahora a la antigua República de Macedonia, el mundo bizantino va dando paso al oriental, más parecido al mundo construido alguna vez por el Imperio Otomano.

Las tres escenas representadas anteriormente, de mis sucesivos viajes, describen la complejidad de la coexistencia en Bosnia, especialmente en ciertas regiones en donde comunidades niegan la existencia del estado bosnio o definitivamente no se sienten parte del mismo. En ese contexto se desarrolla una de las problemáticas que aún quedan por resolver en este viejo rincón de Europa. En 2021, el llamado «non paper»[3], una especie de documento anónimo comenzó a circular en las cancillerías europeas y entre las más altas esferas políticas. El documento hace referencia una “solución pacífica” de la cuestión bosnia y de su partición según criterios étnicos, lo que convalidaría la limpieza de los años ‘90. De esta manera, el documento atribuido a los eslovenos rediseñaría el mapa según cual las regiones bosnias de mayoría bosnio-croata, esto es el oeste del país recostado sobre el Adriático formarían un Estado autónomo lo que alentaría su incorporarían a Croacia, las regiones bosnias del este, de mayoría serbo-bosnia seguirían el mismo camino dejando a los bosníacos, únicos herederos del Estado bosnio, reducidos a una pequeña porción centro-norte con capital en Sarajevo, siendo los bosnios musulmanes la mayoría de la población de Bosnia-Herzegovina. Por su parte, los distritos norte de Kosovo, de mayoría serbia se integrarían con Serbia y el resto pasaría a formar una «Gran Albania».

Mapa balcánico de acuerdo al «non paper». En rojo, la Gran Albania incluyendo Kosovo, en azul la Gran Croacia incluyendo las regiones occidentales de B-H y la Gran Serbia incluyendo el norte y el sudeste de Bosnia-Herzegovina, que quedaría reducida a las zonas de mayoría musulmana en verde.
Extraído de: https://twitter.com/theFWolf14/status/1382972288597889025

La publicación en los medios del “non paper” generó muchas divergencias entre los políticos bosnios y en especial, de los bosníacos que ven el plan como una reivindicación de la limpieza étnica sufrida por el pueblo musulmán en los años ‘90. Desde Occidente, en especial la Unión Europea y el Alto Comisionado en Bosnia, el «non paper» carece de sustento y es inviable, pero ¿qué implicancias tiene una propuesta semejante? Bosnia-Herzegovina, como los Balcanes en general, representa un mosaico étnico que se extiende por Bosnia, Macedonia, Kosovo, Serbia, siendo menos pronunciado, debido a las guerras de los años ‘90 en Croacia. Pero ese mosaico, siempre complejo, también se extiende al Cáucaso y otras regiones de la Europa oriental como Ucrania o Moldavia en donde los recientes acontecimientos amenazan con desintegrar territorialmente a esos estados. En este contexto, lo que se esperaría como una solución a las querellas históricas, en especial en Bosnia, podría derivar en otra guerra e incluso extenderse al resto de los Balcanes. Por otra parte, un modelo territorial basado en criterios étnicos ¿podría aplicarse a regiones tan explosivas como el Cáucaso, en especial Azerbaiyán o las costas del Mar Negro que dan sobre Transnitria o el sur de Ucrania? En el primero de estos casos, la minoría armenia fuertemente enclavada en Nagorno-Karabah, lo que se tradujo en continuas guerras desde la desaparición de la Unión Soviética, mantiene lazos con Armenia mientras se encuentra rodeada de fuerzas azeríes desde la última guerra en 2020. En cuanto a Transnitria, un Estado solo reconocido por Rusia y de facto autónomo, los deseos de independencia se acrecentaron en estos últimos tiempos desde el comienzo de la guerra en Ucrania. Por último, en este conflicto, la avanzada rusa sobre el este ucraniano amenaza con desmembrar al país, que ya perdió el control de la región oriental. En definitiva tanto en el Cáucaso como en los territorios ribereños al mar Negro, el mosaico étnico se fue definiendo en el transcurso de los últimos dos siglos y sólo se mantuvo firme a la sombra de los diversos sistemas internacionales instaurados por las grandes potencias, que impedían cualquier tipo de desestabilización. En el caso de Bosnia-Herzegovina, primero el Imperio Otomano, luego la primera Yugoeslavia y por último la Yugoeslavia de Tito, a partir de 1945, lograron mantener a raya el caldero étnico siempre a punto de explotar. Antes de la guerra, ciudades como Visegrad, Mostar, Foca o Srebrenica eran multiétnicas, la convivencia entre serbo-bosnios y musulmanes, hoy bosníacos, era relativamente calma incluso en esas ciudades, los musulmanes representaban la mayoría de la población.

El nuevo mapa político de Bosnia-Herzegovina surgido de la guerra de 1992-1995, fue un preludio a esta propuesta que circula hoy en Europa, los Acuerdos de Dayton bajo presión de Estados Unidos y con la anuencia de Europa y una debilitada Rusia, transformaron a Bosnia en un Estado con dos entidades étnicamente homogéneas, producto del traslado forzoso de poblaciones y las masacres. De esa manera, la «República Srpska» que ocupa el 49% del territorio quedó con mayoría serbo-bosnia donde antes eran minoría y en la «Federación croata-musulmana», la otra entidad, sucede lo mismo. Visto de esta manera, la solución definitiva según el «non paper» no revestiría mayores inconvenientes, pero sería convalidar la limpieza étnica de los años ‘90 en donde la población musulmana o bosníaca ha sido la principal víctima que además no está dispuesta a ceder territorio, por otra parte, ese modelo de solución podría generar una escalada de violencia en Kosovo, Macedonia del Norte y como señalamos anteriormente, en la cuenca del Mar Negro, ya en marcha con la guerra ucranio-rusa. En este marco, el papel de la UE es clave a medida que se retrasa la incorporación de los Balcanes a la unión, en especial el estatus de candidatos de Bosnia-Herzegovina. La incorporación de Bosnia al concierto de naciones de Europa, podría resolver gran parte de los problemas que debe afrontar aún el país, en especial, el de su desintegración. Por otra parte, la integración de Bosnia-Herzegovina al concierto europeo no puede llegar a buen puerto sin resolver las tensiones internas, como señala Timothy Less, en este conflicto existen dos puntos básicos, «las minorías no quieren ser parte de un estado si eso implica ser ciudadanos de segunda clase sin una adecuada seguridad, derechos y oportunidades. Y segundo, es que las mayorías no quieren que las minorías se vayan con los territorios que relaman como suyos…». En este punto, Bosnia-Herzegovina presenta esa contradicción.

 

* Licenciado en Historia por la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba. Investigador free lance sobre asuntos balcánicos y del Cáucaso. Adscrito a la Cátedra de Historia Contemporánea (2011-2012) en la Escuela de Historia de la misma facultad. Docente dependiente del Ministerio de Educación de la Provincia de Córdoba. Miembro de la SAEEG.

 

Bibliografía Consultada

Bugajski, Janusz “Return of the Balkans:: Challenges to European Integration and U.S. Desingagement”. Strategic Studies Institute, US Army War College (May. 1, 2013)

Čeperković, Marko, Gaub, Florence. “Balkan Futures: Three Scenarios for 2025”. https://www.iss.europa.eu/content/balkan-futures-three-scenarios-2025

Judah,Tim. “Bosnia: ¿un Futuro en Suspenso?”.En https://www.realinstitutoelcano.org/analisis/bosnia-un-futuro-en-suspenso-ari/

Less, Timothy.  “Multi-ethnic States Have Failed in the Balkans”. En https://balkaninsight.com/2017/01/16/multi-ethnic-states-have-failed-in-the-balkans-01-16-2017/

Less, Timothy. “Dysfunction in the Balkans. Can the Post-Yugoslav Settlement Survive?”. En https://www.foreignaffairs.com/articles/bosnia-herzegovina/2016-12-20/dysfunction-balkans

Milosevich-Juaristi, Mira. “¿Es posible la partición de Kosovo?”. En https://www.iss.europa.eu/content/balkan-futures-three-scenarios-2025https://www.realinstitutoelcano.org/es-posible-la-particion-de-kosovo/

Martinez, Jorge. “Un polémico referéndum en Bosnia trae viejos odios del pasado”  En https://geopolitico.es/un-polemico-referendum-en-bosnia-trae-viejos-odios-del-pasado/

Milanovic, Branko. “Los Balcanes y el Futuro de Europa”. En https://elpais.com/elpais/2013/07/02/opinion/1372759528_022678.html

Non Paper. En https://necenzurirano.si/clanek/aktualno/objavljamo-slovenski-dokument-o-razdelitvi-bih-ki-ga-isce-ves-balkan-865692 (non paper)

 

Referencias

[1] «Bosniacos» es la denominación con la que se conoce a la población musulmana de Bosnia-Herzegovina; «bosnios» hace referencia a cualquier habitante de Bosnia-Herzegovina independiente de su religión.

[2] Una de las costumbres del Imperio Otomano en tierras balcánicas fue la de llevarse los niños varones de las aldeas cristianas para incorporarlas al servicio imperial. Además de la educación religiosa en el Islam, muchos de estos niños podía pasar a pertenecer al cuerpo especial de combatientes y muchos otros realizar tareas como funcionarios administrativos o incluso políticos de alto rango.

[3] Primož Cirman / Vesna Vuković. «Objavljamo dokument o razdelitvi BiH, ki ga išče ves Balkan». Necenzurirano.si, 15/04/2021, https://necenzurirano.si/clanek/aktualno/objavljamo-slovenski-dokument-o-razdelitvi-bih-ki-ga-isce-ves-balkan-865692 

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RENTAS DE GUERRA

Alberto Hutschenreuter*

La confrontación entre rusos y ucranianos sigue su curso en el país del este de Europa. La posibilidad de un acuerdo para cesar el fuego no parece estar cerca, pues, como advierte Richard Haass, difícilmente Kiev vaya a aceptar una situación tan desfavorable: más del 20 por ciento del territorio (geoeconómicamente importante) se encuentra bajo control de las fuerzas rusas. Pero, además, la «potencia civil» europea y Estados Unidos prosiguen suministrando capacidades a Ucrania, situación que prolonga la guerra sin que ello implique que Ucrania revierta lo perdido. Por último, en su reciente cumbre de Madrid, la OTAN, lejos de realizar algún anuncio relativo con descartar eventuales nuevas ampliaciones, aprobó un concepto que incrementa la acumulación militar de la Alianza, principalmente en el noreste de Europa.

El origen de esta innecesaria guerra comprende tres niveles. Un nivel mayor relativo con la rivalidad entre Occidente (Estados Unidos) y Rusia; un nivel que implica a Kiev y Moscú; y finalmente, el nivel interno en Ucrania, es decir, la confrontación que tenía lugar desde 2014 entre las fuerzas ucranianas y las fuerzas filo-rusas del este del territorio. Todos los niveles se encuentran relacionados, nos ayudan a comprender la guerra y, acaso lo más relevante, nos aportan datos al momento de comprender la decisión de Moscú de movilizar sus fuerzas el 24 de febrero.

En el nivel superior o estratégico, el propósito de Estados Unidos ha sido, desde hace bastante tiempo, lograr ganancias de poder frente a Rusia, es decir, debilitar a este actor con el objetivo de evitar que (eventualmente) se convirtiera en un poder euroasiático preeminente que volviera a desafiar la supremacía de Occidente. Una «Yalta sin Rusia» significaba que no solamente no había nada que repartir con el gran poder (ya no superpotencia, como bien advirtió Leon Aron), sino que había que vigilarla en su propia frontera: la ampliación de la OTAN fue una estrategia de rentabilización de la victoria estadounidense en la Guerra Fría dirigida a ese proyecto.

La negativa de Occidente a proporcionar a Rusia garantías relativas con que la OTAN abandonaría nuevos ciclos de ampliación, negativa que, en buena medida, determinó la invasión rusa a Ucrania, necesariamente hay que interpretarla como una continuidad de aquella estrategia occidental, pues la guerra no solo impactaría sensiblemente en el prestigio estratégico-internacional de Rusia, la aislaría y afectaría su frente económico basado en exportaciones de materias primas (hay que señalar que la guerra dilatará, una vez más, las necesarias reformas que necesita llevar adelante Rusia para aspirar a desplegarse como un poder cabal).

Pero también hay en esta guerra búsqueda de rentas que no apuntan solo a Rusia. La guerra precipitó un cúmulo de sanciones por parte de Occidente (actualmente hay siete grados de puniciones activas sobre Rusia), siendo una de las más importantes la relativa con dejar de importar dichas materias primas, especialmente los suministros energéticos (según la Oficina Europea de Estadística, Eurostat, en 2021 la Unión Europea importó de Rusia el 40 por ciento del gas y el 28 por ciento de petróleo que consumió).

Pero la guerra también fungió como una oportunidad para alcanzar uno de los propósitos más ansiados por parte de Estados Unidos en relación con desacoplar a Europa de Rusia, particularmente a Alemania, el país de la UE que había logrado que el suministro de recursos proveniente de Rusia fuera de territorio ruso a territorio alemán: de eso se trató el gasoducto ampliado «Nord Stream 2», hoy paralizado.

La energía supone poder para aquel que la detenta y dependencia para aquel que la requiere. En estos términos, Rusia ostenta una capacidad de «disuasión energética»; más todavía, una capacidad de «suasión» (para utilizar el concepto de Edward Luttwak) en materia de energía, es decir, un recurso que le permite a Moscú capacidad para disuadir y persuadir, algo que, sumado a otras estrategias rusas destinadas a hacer vulnerables a los países o debilitar asociaciones entre países, son inaceptables para el primero.

Como dijimos, el propósito estadounidense relativo con el desacople energético Europa-Rusia era anterior a la guerra; y si bien durante la presidencia de Trump Estados Unidos fue crítico con Europa en algunas cuestiones, fue con el regreso de los demócratas cuando se buscó reafirmar la alianza atlanto-occidental. Ese regreso significó también retomar la estrategia de post-contención frente a Rusia.

Pero el objetivo no solo ha sido desconectar el vínculo energético Europa-Rusia, sino algo que completa la estrategia de separación: que la UE pase a depender (con el tiempo) de fuentes de energía estadounidenses (hay que tener presente que, gracias a la técnica conocida como «fracking», en 2021 Estados Unidos ha sido el mayor productor de petróleo del mundo, seguido por Arabia Saudita y Rusia; asimismo, también lo es en producción de gas, seguido por Rusia e Irán).

En relación con ese segundo propósito estadounidense, la de ser el «nuevo grifo» de Europa, que exige que los países europeos construyan más terminales de gas natural licuado, es interesante destacar que, desde principios de 2022 hasta abril, Estados Unidos envió a Europa tres cuartas partes de todo su gas natural licuado. Este aumento significa que Estados Unidos se ha convertido en el actor que suministra la mitad de las importaciones de gas licuado natural de Europa, esto es, el doble de la participación registrada en 2021, según datos del sitio de Bloomberg.

Esa técnica de explotación de recursos (relativamente reciente) le ha permitido a Washington no solo dejar de depender de fuentes externas ubicadas en áreas inestables, una meta establecida tras el 11-S, e incluso de nuevas plazas alternativas, logrando así revertir la preocupante situación de vulnerabilidad que sufría a principios del siglo XXI: la de ser el mayor consumidor de esas fuentes del globo y disponer de pocas reservas nacionales.

Otros actores podrán llegar a suplir las compras que realizaba la UE a Rusia, de hecho, China e India han incrementado sensiblemente sus adquisiciones a ese país, confirmando así una tendencia de la política exterior de Rusia desde que las relaciones de este país con Occidente quedaron cada vez más comprometidas como consecuencia del envenenamiento de Navalny en 2020.

La guerra en Ucrania es una confrontación innecesaria, pero ello no quita que sea funcional para algunas de las partes. Sin duda, ha sido funcional para Estados Unidos en relación con una estrategia frente a Rusia que puso en marcha desde el mismo momento que acabó la Guerra Fría. Pero también la guerra fungió favorable para que aquel país lograra un propósito largamente anhelado: que Europa no mantenga vínculos geo-energéticos con Rusia.

Europa nunca ha abandonado su zona de confort estratégico-militar, esto es, su condición de «protectorado estratégico estadounidense». Ahora posiblemente sumará la de «protectorado energético» de la potencia mayor. Son las «rentas» de la guerra.

 

* Doctor en Relaciones Internacionales (USAL). Ha sido profesor en la UBA, en la Escuela Superior de Guerra Aérea y en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación. Miembro e investigador de la SAEEG. Su último libro, publicado por Almaluz en 2021, se titula “Ni guerra ni paz. Una ambigüedad inquietante”.

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