Agustín Saavedra Weise*
En círculos académicos de alto nivel se comenta que la actual búsqueda de un reequilibrio global entre las principales potencias mundiales debe interpretarse como un llamado urgente a la acción para líderes, diplomáticos y responsables de la política exterior. En particular, quienes deben darle forma y contenido a la política exterior de su nación deben estar preparados para los tiempos inciertos que se avecinan. En este campo, los recursos de “poder blando” a disposición de los gobiernos serán esenciales en la formulación de un plan de proyección externa. Los países más habilidosos en el uso y en la transferencia de su poder blando tendrán ventaja sobre los que carecen de él.
El poder en el ámbito externo de las relaciones internacionales se ha definido tradicionalmente en términos “duros” de poderío militar y económico. El poder duro implica coerción mediante el uso directo de la fuerza (o amenazas de hacerlo) y sanciones de diverso tipo. Por lo contrario, el poder blando tiene que ver con el uso de positivos mecanismos de atracción y persuasión que puedan coadyuvar con el crecimiento —o la mantención— de una imagen favorable, siendo a la vez capaces de proyectar objetivos externos. El buen uso del poder blando hace que un país sea más atractivo y que hasta sea visto como paradigma en el contexto internacional con respecto a un conjunto de acciones, de bienes consumibles o de meras costumbres. Estados Unidos ha sabido usar muy bien ambos poderes desde la época en que Theodore Roosevelt comenzó a proyectar internacionalmente al gran país del norte. Hoy en día, los “blue jeans”, el rock and roll, películas de Hollywood, celulares, avances tecnológicos y tantos otros atractivos, han hecho que el país del norte sea el número uno en materia de óptimo uso del poder blando, sin descartar que también ha sabido usar el poder duro, cuando así le ha convenido o cuando se ha visto obligado a ello.
El politólogo Joseph Nye —creador del concepto— inicialmente estableció tres fuentes primarias de poder blando: valores políticos, cultura y política exterior. En la arena de la política internacional, el poder blando es la capacidad de atraer y de cooptar, en lugar de coaccionar. En otras palabras, el poder blando implica moldear preferencias de los demás vía la atracción. Con el tiempo, más y más naciones han ido maximizando el uso del poder blando. No se acercan aún a la preponderancia estadounidense, pero cada cual a su manera está tratando de imbuir en el concierto internacional determinados valores. Hasta pequeños países utilizan su poder blando, como es el caso de Suiza, con su imagen de seguridad financiera, relojes de alta gama, maquinarias de precisión y turismo de alto nivel. No necesariamente tienen que ser grandes potencias las únicas que irradien poder blando. Lo pueden hacer otros estados de menor escala que tienen algo que ofrecer al mundo, algo que pueda servir de ejemplo y tenga carácter persuasivo. En ese sentido, se está gestando una verdadera geopolítica global del poder blando que cada día se acelera y crece más.
En el contexto de las naciones emergentes, los países asiáticos del Pacífico —encabezados por China— son los que mayoritariamente han estado exportando su poder blando mediante diversas imágenes. El espectacular crecimiento chino ha coadyuvado mucho en la “venta” por Beijing de su poder blando, el que si bien está lejos todavía del de EEUU, ya ha adquirido relevancia mundial.
África no tiene casi nada para vender, Australia, Canadá y Nueva Zelanda tienen activos propios que les permite proyectar algunos elementos de poder blando; América Latina podría también hacerlo, si se lo propone. Tanto en conjunto como a nivel individual —pese a elementos negativos que todos conocemos y deploramos— hay otros elementos positivos en nuestra región que pueden ser vendidos al mundo como poder blando ¿Qué estamos esperando?
*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com
Nota original publicada en El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://eldeber.com.bo/opinion/hacia-una-geopolitica-global-del-poder-blando_233541