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PACIENCIA ESTRATÉGICA IRANÍ: GUERRA BLANDA E ISRAEL

Salam Al Rabadi*

Desafortunadamente, siguiendo el patrón de las estrategias de muchos países basadas en un interés exagerado en temas de derechos humanos, mujeres y democracia en Irán (como el caso de la muerte de la joven iraní Mahsa Amini), ya no es posible ignorar el alcance de la explotación política, seguridad y cultural que se está produciendo. Este patrón fue adoptado previamente en Siria, lo que llevó a su entrada en el atolladero de la guerra desde 2011. Por lo tanto, con base en la presencia de Irán en la misma dirección política, se siguió el mismo patrón, en el que la problemática se relaciona principalmente con la confrontación del creciente poder iraní.

En principio, hay una estrategia que ha quedado clara y conocida y que se basa en trasfondos culturales cuyo principal objetivo es fragmentar las sociedades desde dentro (guerras blandas). Hay muchos países (Israel en particular) no pueden aceptar en absoluto la realidad de la presencia de Irán como una gran potencia regional. A pesar de todas las políticas de sanciones seguidas para aislar y marginar a Irán durante los últimos 45 años, pudo desarrollar su propia fuerza y ​​consolidar su influencia regional.

En consecuencia, aquellos países que son hostiles a Irán no tienen más remedio que avanzar hacia la explotación de algunos temas controvertidos dentro de la sociedad iraní relacionados con los derechos humanos, las mujeres y la democracia, con el fin de desestabilizarla y debilitarla. Por lo tanto, estos países avanzaron hacia la opción de la guerra blanda a través de:

    1. Penetración cultural dentro de la sociedad iraní para desgarrar su estructura política.
    2. Apoyar movimientos terroristas, incluido el intento de reproducir un nuevo ISIS.

En este contexto, hay mucha evidencia que confirma estas intervenciones externas destinadas a sumergir a Irán en conflictos y guerras internas, que incluyen, entre otros:

    • Incautación de cargamentos de armas procedentes del extranjero, coincidiendo con el inicio de disturbios internos.
    • Desmantelar células terroristas que planeaban asesinar a figuras de origen árabe y realizar operaciones terroristas en lugares religiosos para desencadenar una guerra civil.
    • Detención de grupos terroristas vinculados a inteligencia extranjera que trabajen en el contrabando de armas.

Sobre la base de estos hechos, parece que el objetivo principal es destruir la estructura social, exagerar la polarización política y socavar la estabilidad de la seguridad, para que Irán se vuelva más frágil y sujeto a división. Prácticamente, la República de Irán se enfrenta a una guerra híbrida, cuyo objetivo político se basa en enfrentar la influencia iraní que se basa en:

    1. Insistir en continuar con el programa nuclear.
    2. Apoyar los movimientos de resistencia frente a la ocupación israelí de Palestina.
    3. Estar presente en Siria y ayudar al ejército sirio en su guerra contra los movimientos terroristas.
    4. Apoyar a los hutíes en Yemen de forma permanente.
    5. Consolidar la influencia en Irak a todos los niveles.
    6. Acercamiento estratégico tanto con Rusia como con China.

Aquí hay que reconocer que las tensiones internas iraníes son una carta ganadora que Estados Unidos e Israel han tratado de explotar para incitar al pueblo iraní contra el régimen y chocar con él. Esta nueva situación o desafío requirió que el gobierno iraní adoptara una visión diferente sobre cómo lidiar con tales desarrollos. De hecho, el gobierno iraní y sus instituciones de seguridad siguieron una política de moderación y no dieron ningún paso provocativo que pudiera conducir a un enfrentamiento. Por el contrario, se ha trabajado en:

    • Absorber la ira de la gente y permitir manifestaciones.
    • Supervisar de cerca la situación de seguridad y controlar las células terroristas.
    • Revelar a la sociedad iraní las sucias políticas de movilización e incitación mediática.
    • Evidencia de que muchos movimientos de oposición están vinculados a la agenda de países extranjeros.
    • Vincular los hechos internos con el patrón basado en la implementación del modelo sirio en Irán.

En este contexto, e independientemente de la capacidad del gobierno iraní para enfrentar estas guerras blandas, existen desafíos políticos, culturales y de seguridad interna muy serios que ya no se pueden ignorar y requieren una reconsideración de muchas políticas que se pensaban se han vuelto axiomáticos, incluyendo:

    • Ya no es posible seguir una política que se basa en responsabilizar a los gobiernos iraníes y neutralizar al Líder Supremo de la Revolución (o la institución de la Guardianía del Faqih) de cualquier responsabilidad.
    • La existencia de cambios radicales vinculados a las amenazas a la seguridad, que ya no se limitan a la amenaza israelí, sino que se extienden a los movimientos terroristas.
    • Aumentando las complejidades asociadas a los planes extranjeros que buscan socavar los cimientos del estado iraní.
    • Las crisis internas parecen ser las más peligrosas, y pueden llevar a hacer concesiones estratégicas a nivel del expediente nuclear, la causa palestina, la relación con Siria y los movimientos de resistencia.

En resumen, el interés exagerado en los temas de derechos humanos se da en el contexto de las presiones a las que Irán ha estado expuesto durante décadas para lograr objetivos geopolíticos. Sin embargo, de acuerdo con cómo Irán enfrentó los desafíos anteriores, parece que es capaz de superar las dificultades actuales, ya que los pilares del Estado siguen siendo sólidos en todos los niveles.

Además, no debe subestimarse la capacidad de Irán para reevaluar sus relaciones exteriores, basándose en la ecuación de que la seguridad de Irán está vinculada a la seguridad de la región. Irán tiene muchas opciones que mejoran esta ecuación. Hay complejidades multidimensionales vinculadas a la realidad iraní, ya sea en términos de programa nuclear o de aumento de la intensidad de la colisión con Israel o de seguridad energética. Por ejemplo, ya no es posible confiar siempre en la continua moderación de Irán en Yemen y las repercusiones estratégicas regionales y globales resultantes, al menos en el nivel de los equilibrios de seguridad energética global.

Sin mencionar que si la paciencia estratégica de Irán se agota, no es nada improbable que Irán apunte directamente a los intereses israelíes. Quizás en algún momento la confrontación sea directa dentro de la propia Palestina ocupada. Como Irán es plenamente consciente de que todos los intentos de desestabilizarlo no pueden desligarse en absoluto de las reacciones de Israel, que se enfrenta a un peligro existencial tras perder todas sus guerras con el eje de resistencia que es apoyado total e ilimitadamente por la República de Irán.

 

* Doctor en Filosofía en Ciencia Política y en Relaciones Internacionales. Actualmente preparando una segunda tesis doctoral: The Future of Europe and the Challenges of Demography and Migration, Universidad de Santiago de Compostela, España. 

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IN MEMORIAM ROBERT FISK (30 de octubre de 2020)

Juan José Santander*

Robert Fisk (Maidstone, Reino Unido, 1946 – Dublin, Irlanda, 30 de octubre de 2020)

Las páginas refieren a The Great War for Civilisation: the Conquest of the Middle East. EEUU: Vintage Books, febrero 2007.

 

Ante la reciente nueva explosión de violencia en el ámbito del conflicto palestino-israelí evidenciando la disparidad de fuerzas entre los contendientes; con un profundo sentimiento de rechazo ante lo que personalmente percibo, casi sin excepciones, como una muestra de doble vara y manifestación de abrumadora generalizada hipocresía –en su raíz etimológica que refiere a la actuación de los actores en escena-; sin pretender establecer un criterio de apreciación de esas conductas o zanjar sobre su valoración aunque sí aspirando a humillar cierta ignorante arrogancia intelectual, deseo rendir homenaje a una de las plumas más certeras y honestas en el análisis de ése y otros conflictos, el periodista británico Robert Fisk, cuya voz continúa presente en sus escritos.

Ya que coincide con el tema de estas reuniones, me permito recordar muy sucintamente algunos fragmentos de la obra citada.

Los primeros refieren a la visión prospectiva en perspectiva de protagonistas y estudiosos de la cuestión una década antes de la declaración del Estado de Israel, que brindan un marco de análisis no por aparentemente remoto menos vigente.

 

1936, Lloyd George, Primer Ministro, ante los Comunes, sobre la Declaración Balfour, pág. 366.

“Fue en uno de los más oscuros períodos de la guerra que el sr Balfour preparó primero su Declaración. En ese tiempo el Ejército Francés se había amotinado; el ejército italiano estaba al borde del colapso; América había apenas comenzado de veras a prepararse. No había nada sino Bretaña confrontando la combinación militar más poderosa que el mundo haya nunca visto. Era importante para nosotros buscar toda ayuda legítima que pudiéramos conseguir. El Gobierno llegó a la conclusión, sobre información recibida de todas partes del mundo, que era muy vital que tuviéramos las simpatías de la comunidad judía… Ciertamente no teníamos prejuicios contra los árabes porque en ese momento teníamos cientos de miles de tropas peleando por la emancipación árabe del Turco. En estas condiciones y con el consejo que recibieron, el Gobierno decidió que era deseable para nosotros asegurarnos la simpatía y cooperación de esa tan distinguida comunidad, los judíos, alrededor del mundo. Fueron de ayuda para nosotros en América con amplio alcance; y fueron de ayuda hasta en Rusia en ese momento porque Rusia estaba por salirse y dejarnos solos. En esas condiciones, lo propusimos a nuestros aliados. Francia, Italia, y los EEUU lo aceptaron… Los judíos, con toda la influencia que poseían, respondieron noblemente al llamado.”

 

1937, Winston Churchill, sobre la partición de Palestina, pág. 368.

‘El rico, poblado, progresivo Estado Judío se halla en las llanuras, y en las costas (de Palestina). Alrededor de él, en las colinas y tierras altas, abarcando a lo ancho y hacia la lejanía en los desiertos ilimitables, los árabes guerreros de Siria, de Transjordania, de Arabia, respaldados por las fuerzas armadas de Iraq, presentan la incesante amenaza de guerra… Para mantenerse, el Estado Judío debe estar armado hasta los dientes, y debe convocar todo hombre apto para fortalecer su ejército. ¿Pero cuánto tiempo permitirán continuar este proceso las grandes poblaciones árabes en Iraq y Palestina? ¿Puede esperarse que los árabes permanezcan impasibles contemplando la construcción con capital judío mundial y recursos de un ejército judío equipado con las más mortíferas armas de guerra, hasta que sea lo bastante fuerte como para no temerles? ¿Y si alcanzara alguna vez el ejército judío ese punto, quién puede asegurar que, aferrado a sus estrechos límites, no se lanzarán sobre las nuevas tierras no desarrolladas de su entorno?”

1938, George Antonius, historiador, pág. 367.

“El tratamiento dado a los judíos en Alemania y otros países europeos es un baldón para sus autores y para la civilización moderna; pero la posteridad no exonerará a cualquier país que no asuma su propia parte en los sacrificios necesarios para aliviar el sufrimiento y penurias judíos. Colocar el grueso de esa carga sobre la Palestina árabe es una evasión miserable del deber que compete a todo el mundo civilizado. Es también moralmente indignante. Ningún código moral puede justificar la persecución de un pueblo con la intención de aliviar la persecución de otro. La cura para la expulsión de judíos de Alemania no debe buscarse en la expulsión de los árabes de su solar natal; y la ayuda a la penuria judía no debe realizarse al costo de infligir una penuria equiparable a una población inocente y pacífica.”

 

Nuevamente George Antonius, sobre los riesgos de confiar demasiado en el ya entonces nutrido cuerpo de literatura sobre el tema, pág. 365.

“…debe ser utilizado con cuidado, en parte porque el alto porcentaje de abierta o velada propaganda, y en parte porque lo remoto de las fuentes árabes indispensables ha militado en contra de una real ecuanimidad, aun en las obras de historiadores neutrales y ecuánimes. La propaganda sionista es activa, muy organizada y difundida; la prensa mundial, al menos en las democracias occidentales, es ampliamente susceptible a ella; domina muchos de los canales disponibles para la diseminación de noticias, y más particularmente los del mundo de habla inglesa. La propaganda árabe es, en comparación, primitiva e infinitamente menos exitosa: los árabes tienen poco de la habilidad, ubicuidad políglota o recursos financieros que hacen la propaganda judía tan efectiva. El resultado es que, de hace más o menos una veintena de años, el mundo ha estado mirando Palestina principalmente a través de lentes sionistas y ha inconscientemente adquirido el hábito de razonar con premisas sionistas.”

 

Demos ahora la palabra al autor:

Pág. 377. “Siguiendo sus esfuerzos, la tarea de reportar sobre su dirigencia política sin esperanza, su victimización —más cruelmente evidenciada cuando eran presentados como los agresores por un todopoderoso Israel y, después, un cada vez más hegemónico EEUU— y sus patéticos, bravos y a menudo brutales intentos por buscar la simpatía del mundo ha sido una de las experiencias periodísticas más depresivas. Cuanto más escribíamos sobre el despojo palestino, menos efecto parecía tener y más atacados éramos como periodistas.”

Pág. 378. “Porque a través de estos largos años, había un notable, virtualmente inmutable fenómeno que aseguraba que el balance de poder en Medio Oriente permaneciera sin cambios: El sostén inconmovible, ampliamente acrítico, a menudo involuntario de América a Israel. La ‘seguridad’ de Israel —o su supuesta falta— se convirtió en la vara de medida de todas las negociaciones, de todas las amenazas militares y de todas las guerras. La injusticia hecha a los palestinos, el despojo, las masacres, no sólo la pérdida de esa parte de Palestina que se volvió Israel —y está internacionalmente reconocida como tal— sino también la ocupación del resto del territorio del Mandato (británico) y la sangrienta supresión de cualquiera y toda manifestación de resistencia palestina: todo esto tenía que quedar en segundo lugar ante la seguridad de Israel y los valores civilizados y la democracia por los que Israel era ampliamente promocionado. Su ejército, que a menudo se comportaba con crueldad e indisciplina, debía ser visto como un ejemplo de ‘pureza de armas’ y aquéllos de nosotros que testimoniábamos la muerte de civiles por Israel debíamos ser tildados de mentirosos, antisemitas o amigos del ‘terrorismo’…”

‘‘Terrorismo’ es una palabra que se ha vuelto una plaga de nuestro vocabulario, la excusa y razón y permiso moral para la violencia promovida por los Estados —nuestra violencia— que ahora se usa contra inocentes en Medio Oriente cada vez más indignante y promiscuamente. Terrorismo, terrorismo, terrorismo. Se ha convertido en un punto final, un signo de puntuación, una frase, una figura de elocución, un sermón, la suma final de todo lo que debemos odiar para ignorar la injusticia y la ocupación y el asesinato en masa. Terror, terror, terror. Es una sonata, una sinfonía, una orquesta afinada a cada televisor y receptor de radio y reporte de agencias de noticias, el culebrón del Diablo, ofrecido en horario de máxima audiencia o destilado en fatigosamente vacuas y mendaces formas por los ‘comentaristas’ de derecha de la costa este americana o el Jerusalem Post o los intelectuales de Europa. Golpe contra el Terror. Victoria sobre el Terror. Guerra al Terror. Guerra Incesante contra el Terror. Raramente en la historia soldados y periodistas y presidentes y reyes se han alineado en rangos tan sin pensar ni cuestionarse.”

A propósito de la previa a los Acuerdos de Oslo y el surgimiento de Hamás

Pág. 390. “…La quimera de un estado palestino y su capital en Jerusalén que nunca —jamás— se les darían.”

“No era difícil ver por qué tanto los israelís como Arafat hicieron causa común en un pacto secreto. La ocupación israelí se volvía cada vez más brutal y la creciente fuerza de las milicias religiosas palestinas, especialmente Hamás, amedrentaban a la vez a los israelís y a la dirigencia palestina. Por años, los israelís habían animado a Hamás en su construcción de mezquitas y servicios sociales como rival a la ‘terrorista’ OLP y a la dirigencia del exilado ‘súperterrorista’ Arafat. Igual que América ayudó a crear a Osama bin Laden y a Saddam Hussein, así Israel nutría Hamás y su dirigencia de imanes y autoconvencidos luchadores que pedían ahora Palestina —toda Palestina— para los palestinos. Al final, lo que sacó a Arafat de la oscuridad fue el poder de estos rivales islámicos entre los palestinos, y la medida en que estaban sangrando a Israel en los territorios ocupados. Sin la oposición de Hamás y la Yihad Islámica, los israelís no habrían tenido deseo alguno de retirarse. Sin su existencia —sin esas intransigentes demandas panislámicas que sobrepasaban de lejos las aspiraciones de Arafat— los israelís habrían tenido escaso interés por reconocer a la OLP o devolver una mota de Palestina a Arafat.”

Estas apreciaciones contribuyen a mi juicio a mejor comprender las circunstancias presentes a través de sus antecedentes.

 

* Diplomático retirado. Fue Encargado de Negocios de la Embajada de la República Argentina en Marruecos (1998 a 2006). Ex funcionario diplomático en diversos países árabes. Condecorado con el Wissam Alauita de la Orden del Comendador, por el ministro marroquí de Asuntos Exteriores, M. Benaissa en noviembre de 2006). Miembro del CEID y de la SAEEG. 

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ISRAEL Y TURQUÍA EN BUSCA DE SOLUCIONES

Giancarlo Elia Valori*

Han transcurrido doce y once años desde los incidentes de Davos y Mavi Marmara, respectivamente, y las relaciones entre Turquía e Israel están siendo objeto de intensos esfuerzos de recuperación. Son dos importantes vecinos orientales e influyen en la estabilidad regional.

Actualmente, como en el pasado, las relaciones entre los dos países tienen una estructura basada en la realpolitik, persiguiendo así una relación de equilibrio/interés, y dependen de la cuestión palestina y de la posición de Israel como contraparte privilegiada de la Casa Blanca. Sin embargo, resumamos brevemente la historia de las relaciones turco-judías.

El primer acontecimiento importante que viene a la mente al mencionar judíos y turcos es que cuando más de 200.000 judíos fueron expulsados por la Inquisición española en 1491, el Imperio Otomano los invitó a establecerse en su territorio.

Turquía fue el primer país musulmán en reconocer a Israel en 1949. La primera misión diplomática de Israel en Turquía se inauguró el 7 de enero de 1950, pero, tras la crisis de Suez en 1956, las relaciones se redujeron al nivel de chargé d’affaires. En la segunda guerra árabe-israelí de 1967, Turquía decidió no involucrarse y no permitió que las relaciones se rompieran por completo.

La década de 1990 vio una tendencia positiva y un desarrollo en términos de relaciones bilaterales. Después de la segunda Guerra del Golfo en 1991 —que, como recordarán, siguió a la primera iraquí de 1980-1988 en la que el mundo entero estaba en contra de Irán (con la única excepción de la República Popular Democrática de Corea, Siria, Libia y el apoyo moral de la Albania de Enver Hoxha)— Turquía estaba en el centro de la política de seguridad en la región. En ese contexto, las relaciones entre Turquía e Israel se reavivaron seriamente.

En 1993, Turquía mejoró las relaciones diplomáticas con Israel a nivel de embajadores. La firma de los Acuerdos de Oslo entre Palestina e Israel condujo a relaciones más estrechas. El acuerdo de cooperación militar de 1996 fue firmado entre los dos países en la lucha contra el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en Turquía, que proporcionó un importante apoyo logístico y de inteligencia a ambas partes.

En la década de 2000, hubo un nuevo acercamiento con Israel, debido a la política de “cero problemas con los vecinos” promovida por el Partido de la Justicia y el Desarrollo de Erdoğan. Todavía recuerdo el número 3/1999 de la revisión italiana de la geopolítica «Limes» titulada “Turquía-Israel, la Nueva Alianza”.

En 2002, una empresa israelí emprendió el proyecto de modernizar doce tanques M-60 pertenecientes a las fuerzas armadas turcas. En 2004, Turquía acordó vender agua a Israel desde el río Manavgat.

La visita del Primer Ministro Erdoğan a Israel en 2005 fue un punto de inflexión en términos de mediación entre Palestina e Israel y un mayor avance de las relaciones bilaterales. En 2007, el presidente israelí Shimon Peres y el presidente palestino Mahmud Abbas hablaron en la Gran Asamblea Nacional turca con un día de diferencia. Las visitas de alto nivel desde Israel continuaron.

El 22 de diciembre de 2008, el Primer Ministro israelí Ehud Olmert fue a Ankara y se reunió con el Primer Ministro Recep Tayyip Erdoğan. En esa reunión, se lograron progresos significativos con respecto a la mediación de Turquía entre Israel y Siria.

Aparte de los incidentes antes mencionados, el deterioro de las relaciones turco-israelíes se produjo cinco días después de la reunión antes mencionada, es decir, la Operación “Plomo Fundido” contra Gaza el 27 de diciembre de 2008. Después de ese evento, las relaciones entre las dos partes nunca fueron las mismas que antes.

Recientemente, sin embargo, ambos países han hecho declaraciones de buena voluntad para normalizar las relaciones políticas. En diciembre de 2020, el Presidente Erdoğan declaró que quería mejorar las relaciones con Israel y dijo: “No es posible que aceptemos la actitud de Israel hacia los territorios palestinos. Este es el punto en el que nos diferenciamos de Israel, de lo contrario, nuestro corazón desea mejorar nuestras relaciones con él también”.

En sus relaciones con Israel, Turquía está planteando la cuestión palestina como una condición. Cuando lo miramos desde la perspectiva opuesta, la cuestión palestina es un asunto vital para Israel. Por lo tanto, es un grave obstáculo para las relaciones.

Por otro lado, muchas cuestiones regionales como el Mediterráneo oriental, Siria y algunas cuestiones de seguridad en la región requieren la cooperación de estos dos países clave. Por esta razón, está claro que ambas partes desean al menos poner fin a la crisis, reducir la retórica a nivel de liderazgo y centrarse en la cooperación y las áreas de realpolitik.

En los próximos meses, sin duda se harán esfuerzos para lograr un equilibrio entre estas intenciones y las condiciones que hacen necesario reiniciar las relaciones bilaterales con Israel en igualdad de condiciones. A medida que la mejora de las relaciones con Israel también influirá positivamente en las relaciones de Turquía con los Estados Unidos.

Turquía busca evitar que Estados Unidos y la UE impongan sanciones que podrían llegar a aumentar la retórica neo-otomana antioccidental, mientras que la mejora de las relaciones con Israel podría ofrecer un resultado positivo no sólo para evitar los daños antes mencionados, sino también para resolver las cuestiones turcas relacionadas con el Mediterráneo oriental, las aguas territoriales, Libia y Siria. Turquía no tiene intención de dar marcha atrás en este tipo de cuestiones que considera vitales. Todo lo contrario. Le gustaría transmitir mensajes positivos a nivel de conversaciones y cumbres.

Otra cuestión importante de fricción entre Turquía e Israel es el uso de petróleo y gas en las reservas del Mediterráneo oriental entre Egipto, Israel, Grecia y Chipre (Nicosia).

Este enfoque excluye a Turquía. Los Estados Unidos y la UE también apoyan firmemente la situación actual (que abordamos en un artículo anterior) por la razón adicional de que Francia ha sido incluida en la ecuación.

La alineación de fuerzas y frentes en estas áreas marítimas también fue ampliamente vista durante la guerra civil en Libia, donde Turquía, Egipto, los Emiratos Árabes Unidos, Francia, así como otros actores como Rusia, Italia, etc. entraron en escena.

En última instancia, un punto de contacto entre Turquía e Israel es el papel de mediación que el primero podría desempeñar en las relaciones entre Irán e Israel, especialmente después de la mejora de las relaciones turco-iraníes.

De hecho, tras el ataque aéreo estadounidense en Bagdad —que mató al general iraní Qassem Soleimani el 3 de enero de 2020—, el Ministro de Relaciones Exteriores turco declaró que la acción estadounidense aumentaría la inseguridad y la inestabilidad en la región. También informó de que Turquía estaba preocupada por las crecientes tensiones entre Estados Unidos e Irán que podrían convertir a Irak de nuevo en una zona de conflicto en detrimento de la paz y la estabilidad en la región. También hubo una llamada telefónica de condolencia del presidente Erdoğan al presidente iraní Rouhani, instándole a evitar una escalada conflictiva con Estados Unidos después del ataque aéreo.

En consecuencia, es de interés del presidente turco mantener un canal abierto con Irán, para que él mismo pueda suavizar las tensiones mutuas entre Israel e Irán, y —a su vez— la diplomacia israelí puede influir en las decisiones del presidente Biden, aunque menos pro-Israel que las de Donald Trump.

Se sabe que Turquía tiene muchos problemas de relación con Estados Unidos —especialmente después del intento de golpe de Estado del 15 al 16 de julio de 2016 e incluyendo la mencionada cuestión petrolera— y se da cuenta de que sólo Israel puede resolver la situación sin problemas.

De hecho, las relaciones entre Israel y Estados Unidos no están en su mejor momento como lo estuvieron bajo el presidente Trump. El Presidente Erdoğan parece desconocer este hecho, pero de hecho el presidente turco sabe que la única voz que la Casa Blanca puede escuchar es la de Israel, y ciertamente no la de las monarquías del Golfo, actualmente en desacuerdo con Turquía.

Israel mantiene un perfil bajo ante las declaraciones del presidente Erdoğan con respecto a los palestinos —ya que considera que son consecuentes—, así como en relación con una serie de actitudes claramente antisionistas del pueblo turco.

Sin embargo, estamos seguros de que las declaraciones de apertura y aquiescencia israelíes del presidente Erdoğan seguramente darán resultados concretos.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales y ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Artículo traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción.

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