Archivo de la etiqueta: Política Exterior

EL CONFLICTO DEL ATLÁNTICO SUR (PARTE 2). OPERACIONES MILITARES, DIPLOMACIA Y CONTINUIDAD DEL CONFLICTO.

Marcelo Javier de los Reyes*

Introducción

En la primera parte se analizó el proceso de colonización de las islas por parte de España, los avances del Reino Unido sobre sus colonias —la ocupación de Jamaica como base de operaciones para atacar al imperio español, su intención de ocupar Malvinas—, la ocupación francesa que le dio su nombre a las islas, el reconocimiento de la corona francesa, que cedió ante los reclamos españoles, así como la toma de posesión de las Provincias Unidas del Río de la Plata y los hechos que los británicos adujeron como pretexto para elevar la tensión en el Atlántico Sur y que derivaron en una escalada de lo que hasta el momento era un litigio por la soberanía de las islas.

En esta segunda parte se hace referencia al inicio del conflicto, desde el momento en que el Proceso de Reorganización Nacional decidió emprender la recuperación militar de las islas. La cuestión militar es abordada mediante un sintético cuadro cronológico. Luego se analiza la participación de Chile y Perú en el mismo, así como la disponibilidad de Bolivia, la cual debió ser abortada inmediatamente por las presiones que recibió su gobierno.

Para finalizar se considera la situación actual de militarización del Atlántico Sur, lo que incrementa la conflictividad en esta región del planeta.

La recuperación

Según información que trascendió a los medios, el 30 de marzo el gobierno británico habría recibido información de inteligencia de sus agentes en Buenos Aires, en la que se notificaba que el gobierno militar no había planeado el incidente en Georgias —como consideraban en Londres—, ni Davidoff tenía nada que ver con los planes del gobierno argentino. Si era cierto que el plan de recuperación ya había sido diseñado con anterioridad.

En el prefacio del libro del almirante Sandy Woodward, la propia Margaret Thatecher expresa que en la noche del miércoles anterior a la recuperación de las islas, el secretario de Estado de Defensa, John Nott, le había informado que la Flota Argentina había zarpado pero que “ignoraba si lo había hecho para realizar otro ejercicio o para invadir las Islas Falkland”[1].

Las naves argentinas zarparon el día 28 de marzo rumbo a las Malvinas e iniciaron el desembarco el día 2 de abril.

Los hechos preliminares al desembarco muchas veces no son tenidos en cuenta al momento de analizar el Conflicto del Atlántico Sur y se asume que el mismo comenzó el día de la recuperación por parte de las fuerzas argentinas. Visto de este modo se podría adjudicar la plena responsabilidad del conflicto al gobierno argentino, pero en realidad se omite la escalada diplomática y militar que llevó a la junta militar a pasar de la sorpresa por la reacción británica —ante un incidente al que Buenos Aires le restó importancia— a una posición más rígida en la que se optó por hacer uso del poder militar pero de ninguna manera desencadenar un conflicto armado. Obviamente hubo un serio error de apreciación con respecto a la reacción británica e incluso fue el hundimiento del crucero ARA General Belgrano el que puso fin a las expectativas de una solución diplomática.

Con respecto a la reacción de los Estados Unidos también habría habido un error de apreciación, aunque la Cancillería había adelantado que el gobierno de Washington reaccionaría como luego lo hizo[2]. De todos modos cabe destacar que el almirante Sandy Woodward, en el prólogo de su libro, le agradece a quien fuera secretario de Defensa de los Estados Unidos, Caspar Weinberger, porque fue el funcionario que

hizo abandonar la posición hasta ese momento en favor de Argentina de la administración Reagan, para persuadir al Presidente y al Pentágono en el sentido de brindar el máximo apoyo al más fiel aliado militar de los Estados Unidos.[3]

Los factores internos gravitaron sobre las respectivas políticas exteriores

Tanto el gobierno británico como el argentino llegaron a los días previos con un serio desgaste en sus respectivos frentes internos.

El Reino Unido ya no era uno de los países prósperos de Occidente, sino una potencia en crisis y con una gran conflictividad social. Margaret Thatcher asumió el gobierno en un momento en que los conservadores se habían convertido en la alternativa frente a los laboristas, quienes no daban respuestas a los problemas económicos que afectaban a la sociedad británica. Luego de asumir debió enfrentar a los sindicatos, a los socialistas, e incluso a algunos dirigentes del Partido Conservador, su propio partido, que se inclinaban a acordar con sectores de la izquierda.

El conflicto suscitado a partir del incidente en las islas Georgias despertó un sentimiento ambiguo. Por un lado el gobierno conservador de Thatcher, jaqueado por los mencionados problemas internos, fue visto por la sociedad como el responsable por la pérdida de territorios británicos pero, por otro lado, creó una oportunidad para que su gobierno reaccionara usando su fuerza militar, distrayendo de ese modo a la opinión pública de las cuestiones internas y apaciguándola en su ansiedad por la acción, una vez que tomó conocimiento de ese hecho a partir de la difusión en los medios. De alguna manera el gobierno se encontraba acorralado y si no reaccionaba podría caer.

Por ese entonces el Reino Unido se veía a sí mismo como una potencia en el ocaso, una potencia limitada al mundo europeo y ya no de alcance global por lo que esa victoria le permitió a los británicos fortalecer su autoestima. Prueba de ello son las expresiones de quien fuera ministro de Defensa durante el conflicto, Sir John Nott:

Las Falklands le hicieron mucho bien al Reino Unido. Luego de la Segunda Guerra, todos veían a este país como una nación en declive.

La guerra revivió la autoconfianza de los británicos. Fue un gran episodio de nuestra historia.[4]

La situación interna en la Argentina no era mejor que la británica. El general Leopoldo F. Galtieri había asumido la presidencia en reemplazo del general Roberto Viola. El Proceso de Reorganización Nacional se hallaba desgastado debido a la crítica situación económica, la que estaba causando un serio descontento social que parecía presentarse como incontrolable. A ello se sumaban las denuncias por violaciones de los derechos humanos. El día 30 de marzo de 1982 se llevó a cabo una movilización popular en el centro de la ciudad de Buenos Aires que fue reprimida por la policía. La manifestación fue organizada por la CGT con la consigna “pan, paz y trabajo”. En otra movilización en la ciudad de Mendoza la policía reprimió con dureza con un saldo de un muerto.

Para cuando se produjeron estos hechos las fuerzas conjuntas ya llevaban dos días de navegación con rumbo a las Malvinas. Si bien la decisión de recuperar las islas ya había sido tomada con bastante anterioridad, según algunos analistas, se esperaba que esa acción pudiera descomprimir la crítica situación interna. Mientras las noticias fueron favorables para la Argentina, el gobierno militar pudo obtener el consenso de la población.

Segundos decisivos: El hundimiento del HMS Coventry (National Geographic)

Cronología del conflicto del Atlántico Sur

1981

diciembre

Primer viaje de la operación comercial del empresario argentino Constantino Davidoff a las islas Georgias. Si bien se llevaron a cabo los trámites correspondientes ante el gobierno británico, la embajada en Buenos Aires hizo algunas observaciones.
1982

19 marzo

Segundo viaje del Señor Davidoff a las Georgias. Miembros de la British Antartic Survery (BAS) de Grytviken observaron el desembarco e informaron al gobernador Rex Hunt en las islas Malvinas “que un grupo de civiles y militares argentinos había invadido la Isla San Pedro”.
19 de marzo La embajada británica en Buenos Aires hizo saber al gobierno argentino del malestar del gobierno británico ante el izamiento de la bandera argentina en las Georgias y de la versión de que habría desembarcado personal militar argentino.
21 de marzo Zarpó de Puerto Stanley (Puerto Argentino) el HMS Endurance con la misión de dirigirse a Puerto Leith, en las Georgias, a evacuar a los trabajadores argentinos, si ello era necesario.
24 y 25 de marzo El gobierno británico instruyó que debían reforzarse las tropas en las Malvinas y para ello embarcó a marines en el buque RRS John Biscoe en Montevideo y ordenó que el RRS Bransfield, anclado en Punta Arenas, zapara el día 25 de marzo con destino a Puerto Stanley (Puerto Argentino).
2 de abril Se llevó a cabo el desembarco de las fuerzas argentinas en las islas, las que cuidaron de no producir bajas a los ciudadanos británicos ni a los malvinenses, aunque si perdió la vida el infante de marina Capitán de Corbeta Pedro Edgardo Giachino. El Reino Unido comenzó el alistamiento de a su flota. Fuerte respaldo popular que se manifiesta en la Plaza de Mayo.
3 de abril El gobierno argentino informó que las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur se incorporaron a la soberanía argentina. Por su parte el Reino Unido rompió relaciones con la Argentina, nombrando a Suiza como representante de sus intereses ante el gobierno de Buenos Aires, anunció la aplicación de sanciones económicas y el envío de la Task Force (fuerzas de tareas) al Atlántico Sur.

Argentina nombró a Brasil como representante de sus intereses ante Londres.

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó la Resolución 502 que exigía el retiro argentino de las islas y la iniciación de negociaciones. La votación fue la siguiente: a favor de la resolución en contra de la Argentina: Estados Unidos., Francia, Guayana, Irlanda, Japón, Jordania, Togo, Uganda, Zaire y el Reino Unido. Abstenciones: URSS, China, Polonia y España. En contra sólo votó Panamá.

El General Mario Benjamín Menéndez fue nombrado Gobernador Militar de las Islas Malvinas y se solicitó una sesión extraordinaria de la OEA.

4 de abril Venezuela expresó su total apoyo a la Argentina.
5 de abril Perú anunció su respaldo a la Argentina. La acción argentina provocó la renuncia del canciller británico, lord Carrington. La escuadra británica partió de su apostadero en Portsmouth. La Comunidad Económica Europea respaldó la decisión de la corona británica de aplicar sanciones económicas a la Argentina. Austria congeló el envío de tanques comprados por Argentina y Canadá el envió de equipos militares a la vez que amenazó con la aplicación de sanciones económicas.

Argentina anunció formalmente la suspensión de todos los pagos al Reino Unido.

6 de abril El presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, designó al general Alexander Haig para interceder en el conflicto. Haig se reunió con el Canciller Argentino, Nicanor Costa Méndez, en Washington. El Reino Unido requisó el transatlántico Camberra para utilizarlo como transporte de tropas.

Nicaragua expresó su total apoyo a la Argentina.

7 de abril: Haig viajó a Londres. Los británicos dispusieron de una zona de exclusión marítima de 200 millas en torno de las Malvinas a partir del día 12 de abril. La Argentina convocó a sus reservas y Costa Méndez regresó a Buenos Aires.

La URSS declaró su apoyo a la Argentina. La OTAN aconseja al Reino Unido a no utilizar la fuerza. Francia, Bélgica, Holanda, Alemania Federal prohíben las ventas de armas a la Argentina.

8 de abril Haig se entrevistó con Margaret Thatcher, quien se mostró intransigente para negociar. Argentina para aprovisionar a las tropas destacadas en las Malvinas creó un puente aéreo. Se anunció que la fuerza naval inglesa navegaba a la altura de las islas Azores.
10 de abril Haig, recién llegado de Londres, se reunió con Galtieri mientras que se llevaba a cabo otra manifestación popular de apoyo a la recuperación de las Malvinas. El general Galtieri dirigió la palabra a los manifestantes desde los balcones de la casa de gobierno.
11 de abril Las conversaciones no proporcionaban ninguna solución. Juan Pablo II exhortó a ambos países a deponer actitudes extremas. Haig regresó a Londres, mientras que Costa Méndez anunció que el diálogo continuaba.
12 de abril Desde Londres y por vía telefónica Haig le comunicó a Costa Méndez que el gobierno británico mantiene una posición intransigente. En la madrugada las naves de la Task Force procedieron a bloquear las islas, mientras que la Flota de Mar Argentina permanece en sus apostaderos.
14 de abril Galtieri le comunicó telefónicamente a Reagan que su gobierno mantiene su buena disposición para encontrar una salida pacífica al conflicto. Haig regresó a Buenos Aires desde Londres. Thatcher recibió el respaldo de la Cámara de los Comunes.
17 de abril Prosiguieron las conversaciones de Haig con las autoridades argentinas sin que se arribe a una solución.
19 de abril El canciller Costa Méndez anunció la solicitud ante la OEA de aplicar el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR). Haig regresó a los Estados Unidos.
20 de abril Con 18 votos a favor y tres abstenciones la Argentina logró la convocatoria para una reunión de Cancilleres americanos.
22 de abril El general Galtieri llevó a cabo una inspección a las tropas acantonadas en Malvinas.
25 de abril Los británicos atacaron las Georgias en Puerto Leith y Grytviken logrando retomarlas y tomado como prisioneros a los marinos argentinos. El teniente de navío Alfredo Astiz, al mando de los efectivos argentinos, firmó la rendición sin oponer resistencia.

Días antes, fuerzas del SAS y del SBS fracasaron en su intento de tomar las islas cuando dos de los helicópteros Westland Wessex que transportaban a las tropas del SAS a una localización en la costa oeste se estrellaron en condiciones atmosféricas atroces en el glaciar Fortuna. Las tropas y la tripulación aérea fueron rescatadas en malas condiciones climáticas por el helicóptero Wessex del HMS Antrim.

26 de abril El gobierno militar anunció que las fuerzas argentinas estarán dispuestas para el combate hasta la última capacidad defensiva.
30 de abril El gobierno argentino dispuso que las aeronaves y buques británicos sean considerados “hostiles”. Un accidente produjo la caída de un helicóptero del Ejército Argentino en Caleta Olivia, pereciendo 10 efectivos.
1º de mayo El Estado Mayor Conjunto informó acerca de las acciones bélicas en el Atlántico Sur: la aviación británica llevó a cabo cuatro ataques a Puerto Argentino mientras que helicópteros británicos operaban contra Puerto Darwin. Fragatas británicas cañoneaban Puerto Argentino y los intentos de desembarco fueron rechazados por las fuerzas argentinas. En la confrontación resultó averiada una fragata británica y cinco aviones Harrier destruidos. En Argentina fue convocada la clase 1961 a la vez que Galtieri recalcó que la Argentina “responderá al ataque”.
2 de mayo El submarino atómico británico Conqueror atacó y hundió al Crucero ARA General Belgrano fuera de la zona de exclusión declarada por los británicos con un saldo de 323 víctimas entre desaparecidos y muertos. El Aviso ARA Alférez Sobral también fue atacado, muriendo ocho tripulantes, entre ellos el capitán de la nave, Capitán de Corbeta Gómez Roca. El Aviso ARA Alférez Sobral concurría en apoyo del piloto de un avión de la Fuerza Aérea Argentina, eyectado de su aparato el día anterior al Norte de Puerto Argentino, cuyo equipo radioeléctrico daba señales de rescate en esa zona.
4 de mayo Los británicos llevaron nuevas incursiones aéreas sobre Puerto Argentino y Puerto Darwin. Los aviones Super Etendard 203 y 204 de la Armada Argentina, equipados con misiles Exocet, piloteados respectivamente por el entonces Capitán de Corbeta Augusto César Bedacaratz y el Teniente de Fragata Armando Raúl Mayora, atacaron y hundieron al destructor Sheffield: 20 marinos británicos muertos. Un Sea Harrier fue derribado sobre Goose Green.
5 de mayo El representante argentino ante las Naciones Unidas, Eduardo Roca, condenó severamente a los Estados Unidos por su apoyo al Reino Unido. Se acepta la intervención de la ONU como mediadora.
6 de mayo La ONU propuso el retiro de las fuerzas de Argentina y del Reino Unido del archipiélago como un paso previo a la iniciación de las conversaciones. Al día siguiente Londres anunció la ampliación del bloqueo naval a sólo 12 millas del litoral marítimo argentino.
9 de mayo El pesquero argentino Narwal fue hundido tras un ataque de aviones británicos los que también atacaron con cohetes y ametrallaron a las embarcaciones de salvamento. El saldo del ataque fue de 1 muerto y 13 heridos.
10 de mayo El gobierno británico decretó una zona de exclusión aérea de 100 millas náuticas alrededor de la isla Ascensión.
12 de mayo A bordo del transatlántico Queen Elizabeth II partieron 3.000 soldados británicos desde Southampton. Entre estos se destacaba un regimiento de “gurkas”. Aviones argentinos ocasionaron averías a dos fragatas, con pérdidas de dos máquinas y un helicóptero inglés.
14 de mayo Regresan a Buenos Aires los 189 argentinos capturados en las islas Georgias, entre los cuales se encuentran los trabajadores cuya presencia en el archipiélago generó el enfrentamiento. En un ataque nocturno los británicos destruyeron 11 aeronaves argentinas en tierra.
15 de mayo Buques británicos cañonearon Puerto Calderón, isla de Borbón, dañando a diez aviones argentinos.
16 de mayo La aviación británica atacó a barcos mercantes argentinos: el Río Carcarañá fue hundido y el Bahía Buen Suceso averiado. Se produjeron nuevos ataques aéreos a la Isla Soledad.
17 de mayo Se renovaron las sanciones de la Comunidad Económica Europea.
19 de mayo El Papa Juan Pablo II convocó a los cardenales argentinos y británicos a concelebrar una misa por la paz. Por su parte los británicos continuaron sus ataques a las posiciones argentinas.
20 de mayo Javier Pérez de Cuellar, Secretario General de la ONU, anunció el fracaso de sus gestiones en favor de la paz. El gobierno del Perú presentó una propuesta que también fracasó. Un helicóptero Sea King de la marina británica que realizaba una “misión secreta” se estrelló cerca de Punta Arenas, Chile.
21 de mayo A pesar de sufrir severos daños en cuatro fragatas y el hundimiento de la Ardent (22 muertos), perder tres aviones Harrier y dos helicópteros, los británicos lograron establecer una cabecera de playa en Puerto San Carlos. Esta batalla les valió el reconocimiento a los pilotos argentinos. Argentina perdió seis aviones y tres helicópteros.
22 de mayo En Puerto Darwin fue abatido un avión Harrier.
23 de mayo Ataques aéreos de las fuerzas argentinas: un avión argentino derribado y serias pérdidas navales para las fuerzas británicas.
24 de mayo Fue hundida la fragata británica Argonaut. Un experto en explosivos murió al intentar desactivar una bomba que había quedado sin explotar dentro de la fragata británica Antelope. Los 175 tripulantes abandonaron la embarcación.
25 de mayo Aviones argentinos causaron averías a tres fragatas misilísticas. Los Super Etendard 203 y el 204 piloteados por el capitán de corbeta Roberto Curilovic y el teniente de navío Barraza ocasionaron serios daños al buque Atlantic Conveyor –cargado con equipos, armamentos y helicópteros–, el cual se hundió seis días después. Fue bombardeado y hundido el destructor Coventry con un saldo de 19 británicos muertos. La aviación inglesa atacó  Puerto Argentino perdiendo tres Harrier.
27 de mayo Retornaron a su país los 263 sobrevivientes del HMS Sheffield hundido por aviones argentinos.
28 de mayo El Sumo Pontífice reclamó una paz justa y honrosa durante su visita a Londres. Las tropas británicas inglesas se incrementaron con el arribo de 3.800 hombres. Los británicos avanzaron sobre Darwin y Pradera del Ganso mientras que, durante una reunión del TIAR, quedó aprobada una resolución favorable a la argentina.
30 de mayo Los Super Etendard 203 y 204 junto con cuatro Skyhawks A4-C (dos de los cuales fueron derribados por la defensa antiaérea británica) de la Fuerza Aérea, luego de un intenso operativo, consiguieron averiar al portaaviones Invincible. Londres nunca confirmó la información.
31 de mayo Fueron derribados dos Skyhawk argentinos. El Atlantic Conveyor, alcanzado el 25 de mayo por un misil Exocet, terminó de hundirse.
2 de Junio En la ONU fracasaron nuevamente las gestiones de paz mientras que el Consejo de Seguridad aprobó la resolución 505 que designó como mediador a Pérez de Cuellar. Avanzadas británicas se encuentran a sólo 20 kilómetros de Puerto Argentino y tropas británicas tomaron el Monte Kent.
3 de junio El Canciller Costa Méndez pronunció un discurso en la Habana ante los representantes del Movimiento de Países No Alineados.
4 de junio Los Estados Unidos y el Reino Unido vetaron un nuevo proyecto de cese del fuego en las Naciones Unidas.
6 de junio Ante la sospecha de que una aeronave argentina se aproximaba a naves británicas, el HMS Cardiff disparó sus misiles. Poco después se determinó que el ataque produjo el derribo de un helicóptero Gazelle británico, ocasionando la muerte de sus cuatro tripulantes y del personal que transportaba.
8 de junio La Fuerza Aérea Argentina rechazó un intento de desembarco inglés en Fitz Roy y en Bahía Agradable. La fragata Plymouth y los transportes de tropas Sir Galahad y Sir Tristan fueron hundidos. Asimismo, fueron atacados lanchones de desembarco de personal (LSL) ocasionando un significativo número de bajas. Los británicos identifican esta operación como el “desastre de Bahía Agradable”
11 de junio El Papa Juan Pablo II llegó a la Argentina para convocar a una unión por la paz.

El Queen Elizabeth II regresó a Southampton transportando 700 sobrevivientes de los buques hundidos HMS Coventry, HMS Ardent y HMS Antelope.

12 de junio Fue atacado el HMS Glamorgan mediante el uso de la batería terrestre de misiles (ITB) ocasionando 13 muertos. Las tropas británicas continuaron su avance hacia Puerto Argentino tomando 400 prisioneros.
13 de junio Las fuerzas británicas quebraron las defensas argentinas y en Buenos Aires, por la noche, al saberse el desenlace desfavorable del conflicto, se realizó una manifestación solicitando al gobierno la «no-rendición».
14 de junio Se anunció el alto el fuego: Los generales Jeremy Moore y Mario Benjamín Menéndez, respectivamente comandante de las fuerzas británicas y gobernador militar de las islas Malvinas, parlamentaron el alto al fuego y la consiguiente rendición de las tropas argentinas. Al tomarse conocimiento de la rendición en Buenos Aires se llevó a cabo una manifestación rechazando la rendición: se produjeron desmanes y represión policial.

Fotografía del momento en que un Dagger de la Fuerza Aérea Argentina dirige el ataque a la fragata HMS Ardent Foto: Horacio Mir González.

La posición de Chile frente al conflicto

Las relaciones entre Chile y Argentina estaban lejos de ser cordiales en oportunidad del conflicto del Atlántico Sur. Desde fines del siglo XIX la historia mostró numerosos desencuentros por cuestiones limítrofes y tan sólo pocos años antes, en 1978, ambos gobiernos estuvieron a horas de iniciar una guerra por la disputa de la soberanía del canal de Beagle y de las islas Picton, Lenox y Nueva. Versiones extraoficiales dejan entrever que el mismo se había iniciado.

La desconfianza entre Santiago de Chile y Buenos Aires —ambos países estaban gobernados por militares— se mantuvo mientras la Argentina enfrentaba a las fuerzas británicas en el Atlántico Sur. Esta circunstancia llevó al gobierno militar argentino a conservar su capacidad naval en reserva ante una posible agresión chilena durante el conflicto con el Reino Unido o durante la postguerra.

Siempre se supo que las fuerzas armadas chilenas apoyaron con informes de inteligencia a las fuerzas británicas y que le proporcionaron cobertura a una fuerza especial británica que intentó un ataque a la base aeronaval de Río Grande. Para distraer a las fuerzas armadas argentinas y restarles operatividad frente a los británicos realizaron desplazamientos navales y terrestres.

Con posterioridad al conflicto del Atlántico Sur, cuando el general Augusto Pinochet fue detenido en Londres, Margaret Thatcher destacó el respaldo que el general chileno les había brindado a los británicos en la campaña de 1982. El general Jeremy Moore también hizo mención a ese hecho.

En agosto de 2005 el ex comandante en jefe de la Fuerza Aérea Chilena (FACH), general Fernando Matthei Aubel dio a conocer la colaboración de su país para que los británicos triunfaran en 1982. Si bien la noticia fue difundida como que se hacía público “uno los secretos mejor guardados de la historia de Chile”, la misma no sorprendió a nadie en la Argentina[5].

Las informaciones acerca del respaldo de Chile al Reino Unido ya habían sido proporcionadas por Rupert Allason —cuyo seudónimo es seudónimo de Nigel West— en su libro The Secret War for the Falklands (La guerra secreta por las Malvinas)[6]. En su investigación incluso había llegado a confirmar la operación que intentaron llevar a cabo miembros de las SAS (Fuerzas Especiales inglesas) en Río Grande, la denominada “Operación Mikado”, que consistía en aterrizar con dos Hércules C-130 en esa base, destruir los misiles, los aviones Super Étendard, matar a los pilotos y refugiarse en Chile —considerado “territorio neutral”— con la excusa de un desperfecto técnico. Por su parte, el presidente Reagan le advirtió a Thatcher que esta clase de operaciones llevaría que otros países de la región se involucraran en la guerra, como Perú.

Operación Mikado. Mapa de la frustrada operación de sabotaje planeada por fuerzas del SAS contra la base aeronaval de Río Grande.

En sus declaraciones el general Matthei expresó:

Hice todo lo que tenía que hacer para defender a Chile. A mí me pagaban para eso. La amistad con los argentinos era problema de otros. Yo hice todo lo posible para que Argentina perdiera la Guerra de las Malvinas.

Matthei fue agregado aéreo en Londres entre los años 1971 y 1974 y se asume como autor exclusivo de esta colaboración con los británicos al punto que manifiesta que el propio Augusto Pinochet y los demás integrantes de la Junta Militar chilena desconocían los hechos. Es imposible creer que hechos de esta envergadura fueran desconocidos por las más altas autoridades de Chile.

Tiempo antes de las confesiones de Matthei el presidente de Chile, Ricardo Lagos, tuvo un gesto hacia la Argentina al entregarle al presidente Néstor Kirchner una documentación que le había hecho llegar el primer ministro británico Tony Blair.

Blair le había enviado unas páginas impresas del segundo tomo del libro titulado The official history of the Falklans Campaign (La Historia Oficial de la Campaña por las Falklands) el cual fue encargado por su gobierno en 1997 al historiador Sir Lawrence Freedman, profesor del King’s College de Londres[7]. Freedman dedicó ocho años a esta investigación y tuvo acceso a documentos que hasta el presente permanecían clasificados como secretos.

La obra de Freedman ha ocasionado incomodidades en el Reino Unido porque pondría en duda los derechos británicos sobre las islas.

En lo que respecta a Chile aporta detalles de la colaboración del gobierno de Pinochet con las fuerzas británicas durante las operaciones en el conflicto. De ahí que la intención de Blair fue ponerlo en autos al presidente Lagos de que la publicación del libro de Freedman podría tensar sus relaciones con Argentina.

El gesto de Lagos puede ser bien interpretado y lo hizo con la certeza de que la actual relación con la Argentina es “lo suficientemente fuerte como para no verse afectada con las revelaciones”[8]. También podría ser considerado como la mejor opción ya que tarde o temprano la información estaría en conocimiento de las autoridades argentinas y no era conveniente crear nuevamente un clima de desconfianza más aún luego del caso de espionaje en el consulado argentino en Punta Arenas.

Las declaraciones de Matthei también fueron condenadas por el canciller de Chile Patricio Walker y por el embajador de Chile en Buenos Aires, Luis Maira, quien circunscribió esos hechos a un mundo dominado por el conflicto de la Guerra Fría y prefirió poner de manifiesto los logros del presente:

Lo esencial hoy es buscar en la Argentina y en Chile, bajo gobiernos democráticos, proyectos nacionales que respondan a los nuevos tiempos y aseguren una vida mejor para nuestra gente. Esto exige afianzar la amistad entre los países latinoamericanos, algo indispensable en un mundo como el de la posguerra fría y la globalización en el que el peso de las regiones organizadas es determinante a los fines económicos y para lograr un mayor peso político en la comunidad internacional.[9]

El embajador Maira también consideró que un reforzamiento del compromiso chileno con la recuperación de las islas Malvinas sería una réplica efectiva a las declaraciones de Matthei. En ese sentido recordó que “cada año Chile patrocina en la ONU la resolución que ponga término a este enclave británico en el Atlántico Sur, devolviendo su control al Estado argentino”. 

Perú, el aliado de la Argentina

Perú y la Argentina mantienen lazos históricos de amistad que se remontan la guerra de independencia contra la corona española. El general José de San Martín es considerado el Libertador del Perú —así como de Argentina y, junto al Bernardo O’Higgins, de Chile—. Fue precisamente el general José de San Martín quien, el 28 de julio de 1821, en una ceremonia pública, proclamó la Independencia del Perú. Del mismo modo, fue el creador de la Marina de Guerra del Perú y quien firmó el decreto de creación de la primera bandera del Perú y del primer escudo de ese país, tras haber asumido el cargo de Protector del Perú, conforme al decreto del 3 de agosto de 1821.

También es justo recordar a Roque Sáenz Peña, quien luchó como voluntario del lado del Ejército del Perú en la Guerra del Pacífico contra Chile (1879-1883). Una enfermedad contraída en los campamentos de la Guerra del Pacífico le dejaría secuelas de por vida y que lo llevarían a la muerte en 1914, antes de terminar su mandato como presidente de la República Argentina[10].

En 1982 Perú era gobernado por el arquitecto Fernando Belaúnde Terry (28 de julio de 1980-28 de julio de 1985) del partido de centro Acción Popular. A diferencia de Chile y de la Argentina, se trataba de un gobierno constitucional. Cabe recordar, asimismo, que la Secretaría General de las Naciones Unidas estaba a cargo del diplomático peruano Javier Pérez de Cuéllar, quien realizó ingentes esfuerzos de mediación durante el conflicto.

Javier Pérez de Cuéllar, Secretario General de las Naciones Unidas

El investigador peruano Andrés Gómez de la Torre Rotta destaca algunas cuestiones a tomar en cuenta la momento de analizar la determinación del gobierno del Perú a respaldar a la Argentina. En los años 70 del siglo XX los litigios territoriales entre los países de la región eran una seria causa de tensiones entre los gobiernos, varios de ellos conducidos por militares: “Videla en Argentina, Pinochet en Chile, Bánzer en Bolivia, Morales Bermúdez en Perú y Alfredo Poveda presidiendo la Junta Militar en Ecuador”[11]. En 1941 Perú y Ecuador se habían enfrentado en una guerra que llevó a la firma del Protocolo de Paz, Amistad y Límites de Río de Janeiro de 1942 que puso fin al conflicto, cuyos garantes principales fueron Estados Unidos y Brasil, “por sus posiciones de hegemón hemisférico y subcontinental, respectivamente”. Además de estos dos países, los beligerantes pudieron elegir otros dos Estados garantes: “Ecuador mostró simpatía y propensión por Chile, en tanto que Perú hizo lo propio con Argentina”[12].

Además de este conflicto, Andrés Gómez de la Torre Rotta destaca la crisis del canal de Beagle en 1978, la conmemoración del centenario de la guerra del Pacífico que enfrentó a Perú y Bolivia contra Chile (1879-1881), así como los reclamos de Bolivia por la salida al mar a través del océano Pacífico y el desconocimiento de Ecuador de un tramo de la frontera con Perú. A ello agrega la carrera armamentística en la región.

Durante la crisis del Beagle, en 1978, “hubo una intensa interacción y contacto entre los cancilleres del Perú, José de la Puente y Rabdill, y de la Argentina, César Guzzetti, quienes habrían analizado la posibilidad de su ‘trilateralización’ en el contexto de una escalada con consecuencias bélicas bilaterales argentino-chilenas”[13].

El presidente Belaúnde Terry, debido a su buena relación con Estados Unidos, decidió asumir un rol protagónico al inicio del Conflicto del Atlántico Sur, en abril de 1982. El investigador peruano recuerda que Belaúnde había estudiado en la Universidad de Texas y se había exiliado en Argentina y en Estados Unidos, tras el golpe de Estado de 1968, que puso fin a su primer gobierno (1963-1968)[14].

Respecto de las negociaciones llevadas a cabo por el presidente peruano, Andrés Gómez de la Torre Rotta señala:

Sus esfuerzos durante las conversaciones con el secretario de Estado, Alexander Haig, deben ser entendidos en el contexto de la búsqueda de una salida que fuera lo más realista y lo menos costosa posible para la Argentina.[15]

Septiembre de 1981. Pilotos de combate peruanos y argentinos en la IV Brigada Aérea, Mendoza, Argentina. Foto: Gómez de la Torre Rotta.

Perú aspiraba a jugar un papel activo y relevante en un hipotético escenario de posconflicto que contemplaba separa a las fuerzas militares involucradas en el conflicto e implementa un régimen de administración temporal. En función de ese rol, la Cancillería del Perú llevaba adelante una intensa gestión ante la OEA en Washington para afianzar las gestiones multilaterales llevadas a cabo por la Cancillería argentina, a cargo de Nicanor Costa Méndez.

Perú y Argentina mantenían una inocultable estrecha relación institucional a nivel militar, al punto de que “coincidieron y estandarizaron sus proveedores militares y sus políticas de adquisición de armas”[16]. A ello debe agregarse que muchos oficiales peruanos se habían graduado en institutos de formación militar de Argentina.

Además de los contactos permanentes que existían entre los jefes de ambos ejércitos —especialmente entre Pedro Richter Prada y Leopoldo Galtieri—, existía una relación más estrecha entre los jefes las Fuerzas Aéreas, el general Dante Poggi y el general Hernán Boluarte, por parte del Perú, y el brigadier Omar Rubens Graffigna de la Argentina.

En setiembre de 1981, aviones A-37B Dragonfly del Grupo 7 de la Fuerza Aérea Peruana (FAP) se trasladaron a la IV Brigada Aérea de Mendoza para realizar ejercicios de recarga aérea con aviones KC-130 y ejercicios de combate disimilares con A-4 Skyhawk. Para Andrés Gómez de la Torre Rotta este punto es muy importante debido a que la Fuerza Aérea Chilena también disponía de una considerable cantidad de A-37 y este intercambio le permitía a los militares argentinos conocer detalles de esa aeronave[17].

Con el inicio de las operaciones militares y ante el embargo de armas que se impuso a la Argentina, el gobierno del presidente Beláunde Terry mostró su buena predisposición de ayudar a su aliado del sur transfiriendo material militar. A los efectos de no dejar rastros visibles de esa transferencia y para evitar ser considerado un país beligerante, Perú acordó no enviar material de origen soviético.

De tal modo que se optó por los Mirage 5 y sus sistemas de armas, como misiles Nord AS-30 aire-superficie. Hoy se sabe que fueron enviados diez aviones de la flota de 32 que operaban en el Grupo 6 de Chiclayo, al norte de Lima.

Asimismo se consideró no enviar unidades navales ya que serían detectadas por Chile en su travesía a la Argentina[18].

Perú también había considerado enviar misiles Exocet MM38 destinados a las corbetas peruanas pero, finalmente, fue misteriosamente retenido en puertos franceses ante la sospecha de que el embarque de los misiles tendría por destinatario final la Armada Argentina[19].

Cabe enfatizar que el mayor Aurelio Crovetto Yáñez fue la figura esencial esta transferencia de los Mirage ya que “lideró el recibimiento del silente vuelo de los aviones en la ruta La Joya-Jujuy-Tandil por espacio aéreo de Bolivia”[20]. El mayor Crovetto se quedaría en Argentina hasta finalizado el conflicto con el objetivo de prestar apoyo técnico a sus colegas de la Fuerza Aérea.

Aparte de este apoyo, aviones de transporte peruanos DC-8 realizaron vuelos Lima-Tel Aviv-Lima-Buenos Aires a los efectos de trasladar material necesario para apoyar el esfuerzo bélico de la Argentina, mientras que aviones Hércules trasladaban equipos desde Perú, a pesar de sufrir algunos efectos militares por su toma de posición en el conflicto[21].

Video de la operación de traslado de los aviones de Perú a la Argentina.

El respaldo de otro aliado: Bolivia

Por entonces era presidente de Bolivia el general Celso Torrelio Villa. El 13 de abril, el comandante de la Fuerza Aérea Boliviana, Natalio Morales Mosquera, expresó que su país desplegaría aviones caza a la frontera en apoyo a Argentina y que también pondría a disposición la flota de Transporte Aéreo Militar (TAM), la infraestructura aeroportuaria y combustible[22]. Además agregó: “Así como Perú ya está cooperando militarmente, nosotros también hemos decidido hacerlo. Nuestro apoyo no sólo es moral, sino material”. Pronto, esa buena disposición quedaría en la nada, cuando al día siguiente, “la embajada británica le pidió públicamente al presidente Torrelio que confirme si Bolivia optó por iniciar hostilidades contra el Reino Unido”[23]. El gobierno boliviano fue advertido sobre serias sanciones económicas internacionales, especialmente en el área de la minería, por lo que el 15 de abril, la Cancillería boliviana esclareció su posición expresando que “los problemas entre Argentina y Gran Bretaña deben ser resueltos por la vía diplomática” y que “en ningún momento el gobierno ha contemplado realizar acciones de tipo militar”[24].

A pesar del paso atrás que debió dar el gobierno de Bolivia, 25.000 ciudadanos de ese país radicados en el norte argentino se ofrecieron como voluntarios para colaborar en diferentes tareas durante el conflicto bélico[25].

El ex embajador boliviano en Buenos Aires, Liborio Flores Enríquez, piloto de la Fuerza Aérea Boliviana (FAB) también se presentó como voluntario para ir a Malvinas.

La historia boliviana daría cuenta que cuando se produjo la invasión de las Malvinas por los británicos en 1833, el presidente de Bolivia, Mariscal Andrés Santa Cruz, envió una carta de protesta —a la reina de Inglaterra y a su primer ministro, con copia a Buenos Aires— dejando en claro que Bolivia solo reconocía a la República Argentina como unidad territorial sobre las Malvinas. Fue el primer país en reclamar por la invasión.

La política de “desmalvinización”

El término desmalvinización implica el proceso utilizado ya por el mismo gobierno militar tras la derrota en el Atlántico Sur y que fue erróneamente continuado por los gobiernos democráticos que lo sucedieron. “Desmalvinizar” significa omitir el conflicto, ignorarlo, y eso se ejercitó a través de la subestimación no sólo de las fuerzas armadas sino también de los soldados que dieron su vida en defensa de una de las pocas cuestiones de Estado —si no la única— que lograba unificar a los argentinos.

Cabe mencionar que la Constitución Nacional en la primera de sus Disposiciones Transitorias expresa:

La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional.

La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes, y conforme a los principios del Derecho Internacional constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino.

Con la “desmalvinización” también se omitía toda la cuestión previa al día 2 de abril de 1982, lo que confirmaría la creencia de que la Argentina había sido el Estado agresor sacando del contexto histórico el hecho del desembarco. Por otro lado permite considerar que la reacción del gobierno militar sólo tenía por objeto ocultar los conflictos sociales y económicos que tenía en el frente interno. Puede haber sido uno de ellos pero no el único.

Es cierto que hubo numerosos errores en la conducción de la guerra pero debería considerarse el reconocimiento internacional que tuvieron los pilotos de la Fuerza Aérea y de la Aviación Naval y los numerosos daños que le ocasionaron a la marina británica: el hundimiento de los destructores HMS Sheffield y Coventry; las fragatas HMS Ardent y Antelope; el buque de desembarco HMS Sir Galahad y el buque mercante Atlantic Conveyor; los serios daños causados a dos destructores británicos, catorce fragatas, dos buques de desembarco e incluso el portaviones Invincible. El destructor Glamorgan fue dañado por un misil Exocet lanzado desde tierra. A ello se suman 37 aviones británicos que fueron perdidos por diversas causas y ello sin contar los daños que hubiesen causado los torpedos y bombas que no alcanzaron a explotar.

Relato del ataque al HMS Invincible por parte de sus protagonistas.

Resulta paradójico que quienes fueron los enemigos de la Argentina en ese entonces, los británicos, hayan realizado documentales en los que reconocen esos hechos que la dirigencia argentina intentó omitir.

A diferencia de los ciudadanos argentinos, los británicos desconocían todo acerca de las Malvinas. Andrew Thompson de la BBC, quien cubrió el conflicto del Atlántico Sur como periodista en primer lugar desde Londres y luego desde Buenos Aires como corresponsal del diario británico The Times, pone de manifiesto el bajo nivel de conocimiento que existía entre la población y entre los propios periodistas no sólo de la ubicación de las Malvinas sino también de la Argentina:

Sólo exagero un poquito si digo que pasé muchas horas en la tarde del viernes 2 de abril de 1982 explicando a los investigadores de un conocido programa de televisión británico que las “Falkland” quedaban en el Atlántico Sur, y no al norte de Escocia, y que Argentina quedaba al sur, y no al norte de Brasil.[26]

En una entrevista realizada por la BBC al historiador inglés Peter Beck, profesor de Historia Internacional de la Universidad de Kingston y autor del libro Las islas Falklands como problema internacional, se le preguntó cómo creía él que —dos décadas después— los británicos ven esa guerra que en su momento contó con el apoyo de la gran mayoría de la población. Su respuesta fue la siguiente:

Creo que hoy mucha gente encuentra muy difícil de creer que hayamos peleado por las Falklands, porque eran islas en las que nadie pensaba y ciertamente nadie sabía dónde estaban.[27]

El desconocimiento de los británicos por las islas Malvinas o por la Argentina ha quedado demostrado en una entrevista realizada por la BBC a ciudadanos de diferentes edades a veinte años del enfrentamiento armado[28].

Aún peor era el desconocimiento de los propios gobernantes británicos. Sir John Nott, quien fue ministro de Defensa del Reino Unido durante la guerra de las Malvinas confesó a la BBC —veinte años después— que no tenía presentes esas islas hasta que Argentina las ocupó en 1982:

Tenía un enorme globo terráqueo en mi oficina del Ministerio de Defensa y fui a verlo para redescubrir la posición geográfica de las Falklands. Me horrorizó un poco comprobar cuán lejos estaban.[29]

El mismo Nott no confiaba en la decisión de enviar la flota a una región tan lejana:

Luego me quedé solo con ella (Thatcher) y le expresé mi escepticismo sobre la viabilidad de la operación. Las islas estaban a 8.000 millas y no contábamos con apoyo territorial y aéreo adecuados.[30]

El conflicto del Atlántico Sur fue traumático para los combatientes de ambos bandos. Muchos de los sobrevivientes, afectados por el desempleo así como por problemas físicos y psíquicos optaron por el suicidio. En marzo de 2002 se estimaba en 250 el número de veteranos británicos que combatieron en el conflicto del Atlántico Sur y que se suicidaron por traumas psicológicos ocasionados por la guerra. Pero en 2013, el Ministerio de Defensa británico dio a conocer un estudio en el que remarca que informa que el número real de ex combatientes que se suicidaron es de 95[31].

Errores de apreciación

Los tres actores del conflicto —Argentina, el Reino Unido y los Estados Unidos— cayeron en suposiciones estratégicas que derivaron en serios errores de apreciación.

El gobierno argentino consideró que su par de Londres sólo reaccionaría de manera retórica. Con respecto de Washington, esperó que sólo interviniese para imposibilitar que el conflicto desencadenara la guerra y consideró que la participación de la Argentina en América Central sería un elemento a tener en cuenta por los Estados Unidos.

Por último estimó que la opinión pública internacional apoyaría la posición de la Argentina, lo que actuaría como una presión sobre el gobierno de Londres.

Con respecto del Reino Unido, el gobierno británico evaluó que la Argentina no usaría la fuerza para recuperar las Malvinas y que los Estados Unidos le darían su respaldo en el conflicto.

Por su parte los Estados Unidos también consideraron que la Argentina no llegaría al empleo de la fuerza, a lo que se añadía que el gobierno de Buenos Aires no forzaría a su par de Washington a tomar alguna decisión que pudiese resultar incómoda.

En el plano diplomático la Argentina llevó la peor parte pues si bien contó con el apoyo de América Latina y de varios países del Tercer Mundo, las negociaciones dejaron bastante que desear; no puso énfasis en sus títulos soberanos sobre las islas y se quedó estancada en la situación coyuntural.

En cambio el Reino Unido fue el actor que más se favoreció al contar con el respaldo de la Comunidad Europea, de la OTAN, obtuvo en su favor la Resolución 502, contó con los Estados Unidos como mediador del conflicto asegurándose luego su apoyo y neutralizó la aplicación del TIAR.

Con respecto de los Estados Unidos, reforzó su relación con el Reino Unido pero a costa de dañar su relación no sólo con la Argentina sino también con gran parte de los países de América. El Conflicto del Atlántico Sur fue una de las cuestiones que llevo a su pérdida de credibilidad entre los Estados americanos.

Evolución del conflicto

En los últimos años se observa una disminución con respecto a las posibilidades de que un conflicto estalle tanto en el área del Atlántico Sur como en la región circundante y ello, en buena medida, obedeció también a un elemento extra regional relevante: la implosión del imperio soviético.

Cabe entonces, a partir de lo expuesto, citar la pregunta y la respuesta que a la misma ya se ha formulado el Contralmirante (R) de la Armada Argentina Roberto Pertusio:

¿Cuál es el enemigo común a enfrentar hoy en el Atlántico Sur? No existe, en los tiempos que corren, un Estado que inspire la constitución de un bloque defensivo en nuestro común espacio marítimo.[32]

En los últimos años los países ribereños han trabajado en el desarrollo de fórmulas de cooperación aunque pueden apreciarse potenciales conflictos, en función de los cuales habrá que trabajar para neutralizarlos.

Entonces sería apropiado formularse otras preguntas: ¿por qué existen bases militares que exceden la capacidad de disuasión para los países de la región? Un ejemplo de ello son las islas Malvinas, en la que el gobierno británico ha invertido miles de millones de dólares en el emplazamiento de un complejo militar y en el mantenimiento de naves, aviones y personal, frente al desarme que paralelamente sufrieron las fuerzas armadas argentinas durante la democracia[33] y frente a la declaración del gobierno argentino de no volver a utilizar la fuerza contra las islas[34].

En 2020 se tomó conocimiento que el Reino Unido invirtió 11 de millones de libras esterlinas en refaccionar y ampliar el muelle ubicado en la costa noreste de las islas Georgias.

Una primera respuesta a esta pregunta podría estar en la conclusión final a la que llega Mariano Bartolomé:

Existen elementos de juicio que permiten considerar como probable que el Conflicto del Atlántico Sur (CAS) del año 1982 haya sido el resultado de la deliberada creación de una crisis, y su posterior escalada voluntaria al plano bélico, por parte del gobierno británico, con el apoyo de los EE.UU. y la OTAN, con los objetivos no declarados de asegurar su liderazgo político en el corto y mediano plazo y facilitar la presencia militar (no necesariamente oficial) de esa alianza en la región.[35]

Considerado de esta manera, el Conflicto del Atlántico Sur habría sido la primera guerra de la OTAN y fuera de su jurisdicción.

¿Por qué el gobierno británico no inició un diálogo para proceder a una retrocesión como sí lo hizo con Hong Kong? ¿Por qué los Estados Unidos están mostrando interés en militarizar el Atlántico Sur?

Con respecto a comparar la situación de Malvinas con Hong Kong merece ciertas aclaraciones. Hong Kong fue un territorio dependiente del Reino Unido por cesión de China a través de tres tratados: la isla de Hong Kong fue cedida por el tratado de Nankin de 1842; la península de Kowloon por el tratado de Kowloon de 1860; el resto del territorio que equivale al 90% de la superficie por el tratado de Beijing de 1898, el cual cedía la tenencia al Reino Unido en calidad de arriendo por el término de 99 años. Ese acuerdo ya expiró y es el que permitió la retrocesión de Hong Kong a China.

En el caso de las Malvinas no ha habido ninguna cesión ni arriendo por parte de la Argentina sino que hubo una anexión llevada a cabo por la fuerza. A decir verdad, se trata de una situación colonial que de ninguna manera adquiere legalidad con el tiempo.

Documental del programa emitido por Channel 5 de Londres, titulado “The Great Falklands Gamble: Revealed”, con motivo del 30º aniversario del conflicto, en 2012.

La controversia acerca de Hong Kong fue resuelta de manera bilateral entre las partes sobre la base de acuerdos preexistentes y de forma paulatina. Por otro lado el Reino Unido no invocó el principio de derecho a la autodeterminación de los habitantes de Hong Kong, los cuales no tomaron parte en las negociaciones: el 95% de la población es de origen chino. En el caso de las Malvinas la población es en su gran mayoría descendientes de británicos, es decir que no es la población originaria de las islas como en el caso de Hong Kong.

El Reino Unido no obró de la misma manera con respecto a los habitantes de la isla Diego García, en el océano Índico, perteneciente al archipiélago de Chagos. En plena Guerra Fría ese océano estaba dominado por la marina soviética hasta que por un acuerdo entre el Reino Unido y los Estados Unidos, hacia los años sesenta, el primero cedió al segundo la isla para establecer una base de bombarderos de largo alcance que permite el control de Medio Oriente y desde la que se atacó a Afganistán. A principios de los setenta, para llevar a cabo la construcción de la base, el gobierno británico de Harold Wilson trasladó por la fuerza a los habitantes originarios de Diego García reubicándolos en Mauricio. En este caso no se tuvo en cuenta la autodeterminación de los habitantes la isla.

Según el capitán Jorge Luis Colombo el caso de la isla Diego García guarda similitudes con el de Malvinas porque así como los estadounidenses podían contrarrestar el pabellón soviético en el Índico con su presencia en Diego García, de la misma manera los británicos pueden contrarrestar el pabellón argentino en el Atlántico Sur. En esta zona existen veinticuatro países ribereños, veintiuno en África y tres en América del Sur, de los cuales sólo tres pueden tener una presencia naval en el Atlántico: Argentina, Brasil y Sudáfrica. De los tres sólo la Argentina se encuentra más al sur convirtiéndose en el único Estado que virtualmente tiene proyección sobre el Atlántico Sur. A esos veinticuatro países se suma otro que no es ribereño pero que si se encuentra ocupando un lugar en ese espacio: el Reino Unido. Por ello el Capitán Colombo denomina a las islas Malvinas las “Diego García Atlánticas”[36].

Por otro lado existen diferencias a considerar en el plano económico financiero entre ambos casos como así también con respecto de las relaciones de poder en juego en el contexto internacional.

Retornando a la pregunta formulada más arriba, es posible que los miembros de la OTAN hayan actuado en ese momento atendiendo a sus actuales intereses o, dicho de otra manera, con proyección a futuro.

Existen documentos que demuestran que antes de que se iniciara el conflicto estaban muy avanzadas las negociaciones que llevarían, de un modo u otro, a la devolución de las islas[37]. Indudablemente la acción militar sirvió para fortalecer a un gobierno británico —indiferente como los anteriores a los intereses de los isleños— que perdía popularidad y que era cuestionado por sus medidas económicas. Los isleños, llamados despectivamente kelpers, de ignorados se convirtieron en protagonistas, se sintieron en situación de reclamar y se constituyeron en uno de los elementos que en el presente impiden retomar las negociaciones al punto en el que se encontraban antes del conflicto. Cabe reflexionar, entonces: si no ha habido un conflicto armado entre España y el Reino Unido ¿por qué la misma situación se aprecia con respecto a la soberanía de Gibraltar y, aún más, siendo ambos Estados miembros de la Unión Europea?

Los otros elementos que obstaculizan las negociaciones pueden encontrarse formando parte de uno de los ejes que movilizan al mundo en el presente: el de la apropiación de los recursos energéticos y naturales.

Las islas del Atlántico Sur cobran importancia por su riqueza ictícola que les ha permitido a los habitantes de las Malvinas obtener beneficios de la explotación pesquera. Como estos beneficios no son constantes procuran incrementar sus ingresos a través de la actividad petrolera para lo cual han otorgado áreas para exploración pero sin mucho éxito hasta el presente. Otra esperanza proviene de estudios geológicos realizados que permiten comparar el suelo de las islas con el de Sudáfrica por lo que se estima que podrían existir diamantes y oro. También en este sentido los descubrimientos de oro no son muy alentadores. A ello se suma la probable existencia de depósitos minerales en el lecho marino y la proyección antártica que tienen las Malvinas.

Con respecto al litigio entre el Reino Unido y la Argentina se puede afirmar que las inversiones realizadas en las islas reclamadas por la Argentina, el actual nivel de ingreso que sus habitantes obtuvieron a partir de la década del noventa gracias a las licencias pesqueras, el fortalecimiento que se ha desarrollado en torno a la identidad[38] de los habitantes de esas islas como de los otros territorios de ultramar británicos (Malvinas, Santa Helena, Tristán da Cunha, Ascensión) ––aglutinados también a través de sitios en Internet[39]––, y la conexión con el continente a través de Chile[40] y ahora de Brasil, conspiran contra el reclamo de soberanía por parte de Buenos Aires.

En este sentido los mensajes británicos son claros. El ministro de la Cancillería británica Denis MacShane, oportunamente expresó que “es nuestro compromiso con la soberanía de las islas Falkland (Malvinas) el que da pie a que este diálogo tenga lugar. Los nativos de las islas Falkland (Malvinas) sienten entusiasmo en desarrollar relaciones con sus vecinos porque saben que las Falkland (Malvinas) serán británicas por todo el tiempo que ellos así lo deseen”[41].

De tal manera que es poco probable —por no decir imposible— que las negociaciones entre la Argentina y el Reino Unido en torno de la soberanía de las islas del Atlántico Sur puedan prosperar.

No obstante, se ha avanzado mucho en la relación con el Reino Unido en los últimos años; se reanudaron las relaciones diplomáticas a principios de los noventa, pero la República Argentina ha manifestado debilidad y esto es responsabilidad de todos sus gobiernos democráticos desde 1983, los que han firmado acuerdos pesqueros perjudiciales y otros tratados, como los Acuerdos de Madrid de 1991, la aceptación de la reserva ecológica británica establecida de manera inconsulta con la Argentina, la aprobación de vuelos al continente, el denominado “pacto” Foradori-Duncan, entre tantos otros[42].

Sin embargo existe un tema preocupante para los países del Atlántico Sur. El dominio global por los recursos energéticos, los minerales estratégicos y el agua requiere del control del espacio marítimo sudatlántico, lo que impulsa una creciente militarización de esta amplia extensión oceánica. En octubre de 2002 la prensa informó del interés de los Estados Unidos de establecer una base militar en São Tomé e Príncipe para proteger sus explotaciones petroleras[43], sumando un nuevo “enclave” de los países miembros de “Five Eyes” —los cinco estados angloparlantes (Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda) que desarrollaron la red de espionaje global Echelon— que se sumaría a la islas Ascensión, Santa Elena, Tristán da Cunha y a las islas Malvinas en el Atlántico Sur. Al parecer, el conflicto de 1982 despertó un interés geoestratégico por el archipiélago São Tomé e Príncipe y en esa ocasión las autoridades de este pequeño Estado africano habrían sido contactadas para servir de retaguardia ante un eventual ataque de la Argentina a Santa Elena.

Algunas consideraciones finales

El análisis del Conflicto del Atlántico Sur pone en evidencia graves errores en el proceso de toma de decisiones por ambas partes, la Argentina y el Reino Unido, en buena medida por no haber procedido a un exhaustivo análisis desde la inteligencia estratégica. Claro que, escrito desde el presente, podría llevarnos al desarrollo de una historia contrafáctica pero, en verdad, no es ese el propósito.

En este caso el almirante de la Marina de los Estados Unidos Harry Train ha expresado, en un artículo escrito en 1987, que como docente de la Universidad de Defensa Nacional de los Estados Unidos analizaban dos casos dignos de especial estudio: uno era el de la crisis de Grenada.

Este segundo caso es el Conflicto de Malvinas, el cual, rico en decisiones político-militares y lleno de errores y cálculos equivocados en ambos bandos, provee una excelente oportunidad para que nuestros generales y almirantes examinen una compleja construcción diplomática y comprueben cómo los factores políticos, algunos de los cuales aún pasan desapercibidos, causaron el fracaso del proceso diplomático, dando por resultado la guerra. Es también posible examinar el período de desarrollo de un conflicto durante el cual un bando actuaba todavía según las reglas para el manejo de crisis, mientras el otro ya estaba en guerra, fenómeno político-militar éste nunca acaecido antes en la moderna historia militar.[44]

Efectivamente, mientras el gobierno argentino procedió a una ocupación de las Malvinas con la intención de ejercer una presión diplomática para sacar de vía muerta la discusión de la soberanía de las islas, el gobierno británico pensaba en términos de guerra, es decir que se manejaban dos niveles diferentes. Debido a eso, la Junta Militar argentina se abstuvo de atacar a la Fuerza de Tareas del Reino Unido manteniendo siempre la esperanza de que el conflicto podría resolverse diplomáticamente, lo cual fue echado por tierra cuando el submarino británico HMS Conqueror recibió la autorización de hundir al crucero ARA General Belgrano, el 2 de mayo de 1982, fuera de la zona de exclusión establecida por el Reino Unido. Ese hecho puso fin a toda posibilidad de llegar a un acuerdo diplomático, más aún cuando el 4 de mayo la aviación argentina hundió al destructor HMS Sheffield.

Desde la errónea percepción estratégica de la Junta Militar debe considerarse que si se hubiera esperado unos pocos meses más y la recuperación argentina de las Malvinas se hubiese llevado a cabo en octubre o noviembre, la Argentina hubiera recibido más aviones Super Etendard y misiles Exocet de Francia y el Reino Unido habría desmantelado parte de su flota como estaba programado, lo cual hubiera puesto al gobierno de Londres en una situación muy difícil ya que no habría podido enviar una flota al Atlántico Sur. Se desconoce por qué los militares no esperaron un poco más y anticiparon la Operación Rosario.

Entre estos errores estuvo desestimar la intervención de los Estados Unidos a favor de su tradicional aliado, el Reino Unido, por considerar que también se encontraba obligado por el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), también llamado Tratado de Río a actuar ante la agresión a un país firmante del mismo. Sin embargo, el gobierno estadounidense consideró que la Argentina fue el país agresor al ocupar las islas, posición compartida por Chile y Colombia.

Es probable también que los militares argentinos considerasen que la Unión Soviética vetaría la posición británica en las Naciones Unidas, a la vez que los Estados Unidos se mantendrían neutrales ya que el Reino Unido y la Argentina eran países amigos. Ninguna de esas hipótesis se dieron como se esperaban y, aún peor, la Argentina debió enfrentar a una fuerza de la OTAN y mantener en alerta a buena parte de sus fuerzas ante el temor de un ataque desde Chile, lo que de alguna manera ocurrió en oportunidad de la fracasada Operación Mikado, mediante la cual los británicos intentaron destruir los aviones Super Etendard y los misiles Exocet, así como matar a los pilotos argentinos en la base de Río Grande, en la isla de Tierra del Fuego.

Estos serían algunos de los errores estratégicos del lado argentino. Por el lado británico se habría considerado que la Fuerza de Tareas enviada llevaría a cabo una operación sencilla pues consideraban que los pilotos argentinos no contaban con la suficiente preparación para volar los Super Etendard y utilizar los Exocet. Fue así como en esa guerra no solo se hundió por primera vez un buque británico después de la Segunda Guerra Mundial, el HMS Sheffield, sino varios buques más, así como el derribo de varios aviones y helicópteros. Se estima que el número de bajas de soldados es muy superior al declarado por los británicos pero, una vez terminada la guerra, el gobierno de Londres dispuso un acta de secreto militar hasta el día 14 de junio de 2072.

Por otro lado, los británicos no habrían esperado que el Perú colaborase con el envío de aviones militares y pilotos para reforzar a las Fuerzas Armadas argentinas.

Estos pocos ejemplos permiten apreciar algunas de las fallas que ambos países presentaron en el proceso de toma de decisiones.

Con respecto a la situación actual del conflicto, al presente no existen amenazas regionales, ni tampoco globales, que motiven la militarización del Atlántico Sur —más aún habida cuenta del estado de indefensión actual de la Argentina—, salvo el control de los recursos naturales (energéticos y pesqueros), el control de los pasos bioceánicos y la proyección sobre la Antártida.

En función de ello, podría considerarse que el Atlántico Sur puede convertirse en una zona de conflictos a partir de esta lucha de intereses por los recursos energéticos que se está llevando a cabo a través de las corporaciones de las principales potencias y con el aval de sus respectivos gobiernos.

Con referencia de los países de la región que se encontraron involucrados directa o indirectamente en la confrontación bélica, la historia debería ser aprovechada para comprender que una alianza implícita con potencias extra regionales impide abordar las soluciones a nuestras propias diferencias, a la vez que paraliza la implementación de una sinergia que les permita alcanzar una identidad propia y establecer proyectos de desarrollo en forma conjunta. Sería deseable y conveniente fortalecer las medidas de confianza mutua entre nuestros países y dejar de lado los intentos de obtener ventajas a costa de los conflictos introducidos por potencias foráneas.

Finalmente, sería un anhelo del autor que lo expuesto precedentemente sirva para introducir un cambio en la sociedad argentina respecto a la mirada de este conflicto en el que muchos de los hijos de la Patria dieron su vida por una de las pocas políticas de Estado que tiene la Argentina. Del mismo modo, que se revalorice a las Fuerzas Armadas como instituciones medulares para garantizar la Soberanía Nacional y para velar por nuestra integridad territorial.

* Licenciado en Historia egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (1991). Doctor en Relaciones Internacionales, School of Social and Human Studies, Atlantic International University (AIU), Honolulu, Hawaii, Estados Unidos. Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires, Editorial Almaluz.

Referencias

[1] Sandy Woordward. Los cien días. Las memorias del Comandante de la flota británica durante la guerra de Malvinas. Prefacio de Margaret Thatcher. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1992, p. 9.

[2] Ídem.

[3] Ibíd., p. 16.

[4] “Nott: ‘Un gran episodio de nuestra historia’». En: BBC Mundo.com, 26/03/2002 <http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/specials/newsid_1885000/1885629.stm>, (consulta: 10/10/2002).

[5] «Hice todo lo posible para que Argentina perdiera la Guerra de las Malvinas». En: Las Últimas Noticias, 31/08/2005, <http://www.lun.com/ediciones_anteriores/detalle/noticia.asp?idnoticia=C385948477140741&dia=31&mes=8&anno=2005> [consulta: 01/09/05].

[6] West, Nigel. [Rupert Allason] The Secret War for the Falklands: The SAS, MI6, and the War Whitehall Nearly Lost. London: Little, Brown, 1997.

[7] Lawrence Freedman. The official history of the Falklans Campaign (vol. I, 253 pages; vol. II, 49 pages). Londres: Routledge, 2005.

[8] María Luisa Mac Kay. “Malvinas: gesto de Lagos sobre las revelaciones de la ayuda de Chile a Londres”. En: Clarín, 23/06/2005, <http://www.clarin.com/diario/2005/06/23/elpais/p-00701.htm>, [consulta: 30/06/2005].

[9] Luis Maira. “Profundizar los esfuerzos para que Argentina recupere las Malvinas”. En: Clarín, 04/09/2005, <http://www.clarin.com/diario/2005/09/04/elmundo/i-03103.htm> [consulta: 04/09/2005].

[10] Ricardo Cuya Vera. “Roque Sáenz Peña en la guerra del pacífico: el ideal, el coraje y el honor”. Las memorias de Miguel Grau (Perú), 14/09/2017, <https://www.grau.pe/historia-de-la-guerra-con-chile/roque-saenz-pena-en-la-guerra-del-pacifico-el-ideal-el-coraje-y-el-honor/>, [consulta: 12/04/2018].

[11] Andrés Gómez de la Torre Rotta. “La ayuda secreta de Perú durante la guerra de Malvinas”. Infobae, 31/03/2018, <https://www.infobae.com/def/defensa-y-seguridad/2018/03/31/la-ayuda-secreta-de-peru-durante-la-guerra-de-malvinas/>, [consulta: 02/04/2018].

[12] Ídem.

[13] Ídem.

[14] Ídem.

[15] Ídem.

[16] Ídem.

[17] Ídem.

[18] Darío H. Garayalde. “La ayuda que nos prestó Perú en Malvinas”. El Heraldo (Concordia, Entre Ríos, Argentina), 29/02/2020, <https://www.elheraldo.com.ar/noticias/183782_la-ayuda-que-nos-presto-peru-en-malvinas.html>, [consulta: 10/03/2020].

[19] Ídem.

[20] Andrés Gómez de la Torre Rotta. Op. cit.

[21] Ídem.

[22] Rafael Sagárnaga. “Malvinas, pormenores de un pretexto hecho guerra”. El País (Bolivia), 11/06/2016, <https://www.elpaisonline.com/index.php/noticiastarija/item/218631-malvinas-pormenores-de-un-pretexto-hecho-guerra>, [consulta: 10/04/2020].

[23] Ídem.

[24] Ídem.

[25] “El día que 25 mil bolivianos se ofrecieron a luchar por Argentina”. El Tribuno, 02/04/2020, <https://www.eltribuno.com/salta/nota/2020-4-2-17-44-0-malvinas-25-000-bolivianos-se-ofrecieron-como-voluntarios-para-luchar-por-argentina>, [consulta: 10/04/2020].

[26] “Pocos sabían de Argentina o las islas”. En: BBC Mundo.com, 26/03/2002 <http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/specials/newsid_1875000/1875100.stm>, [consulta: 10/10/2002].

[27] “La Gran Bretaña de Thatcher”. En: BBC Mundo.com, 26/03/2002 <http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/specials/newsid_1871000/1871074.stm>, [consulta: 10/10/2002].

[28] “El recuerdo de los británicos”. En: BBC Mundo.com, 26/03/2002 <http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/specials/newsid_1874000/1874679.stm>, [consulta: 10/10/2002].

[29] “Nott: ‘Un gran episodio de nuestra historia’». Op. cit.

[30] Ídem.

[31] “En Gran Bretaña aseguran que hubo menos suicidios de veteranos de Malvinas de lo estipulado”. La Nación, 14/05/2013, <https://www.lanacion.com.ar/politica/en-gran-bretana-aseguran-que-hubo-menos-suicidios-de-veteranos-de-malvinas-de-lo-estipulado-nid1581864>, [consulta: 18/05/2013].

[32] Roberto Pertusio. “La Defensa y la Seguridad en el Atlántico Sur”. En: Colección. Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad Católica Argentina “Santa María de los Buenos Aires”, Año VII, número 11, 2001, p. 232.

[33] Son interesantes las motivaciones que para Mariano Bartolomé llevaron al conflicto del Atlántico Sur y las razones por las cuales el gobierno del Reino Unido procedió a esa desmesurada inversión. Mariano Bartolomé. El conflicto del Atlántico Sur. Una perspectiva diferente. Buenos Aires: Círculo Militar, 1996.

[34] Los propios diplomáticos británicos recogen esta declaración como es el caso del ministro de la Cancillería británica Denis MacShane. Al respecto: “Discurso pronunciado por el ministro de la Cancillería Británica, Denis Macshane, durante la reunión del Consejo del Atlántico Sur, en Londres el 22 de mayo de 2002. El Reino Unido, la Argentina y el Atlántico Sur”. En: Embajada Británica en Caracas, <http://www.britain.org.ve/news45.htm>, [consulta: 18/12/03].

[35] Mariano Bartolomé. Op. cit., p. 266.

[36] Jorge Luis Colombo. “Malvinas las Diego García Atlánticas”. En: Boletín del Centro Naval (República Argentina), número 748, año 1983.

[37] Un diálogo con varios diplomáticos argentinos ha permitido confirmar esta versión.

[38] La identidad en esos territorios también es fortalecida a través de la presencia del obispo de la Iglesia Anglicana de Chile, obispo Tito, y su esposa Myriam, quienes arribaron a las islas Malvinas el 06/12/2003. Ambos fueron huéspedes del gobernador. Este constituye el segundo viaje del obispo. En: Sartma.com <http://www.sartma.com/artc_564_FI_4.html>, 08/12/2003, [consulta: 18/12/2003].

[39] Sartma.com (South Atlantic Remote Territories Media Association). “The news that matters from the British Territories in the South Atlantic Ocean” <www.sartma.com>

[40] El gobierno argentino negó la solicitud de Lan Chile para incrementar sus vuelos a las islas. El gobierno argentino desea que nuevos vuelos sean realizados desde territorio argentino.

[41] “Discurso pronunciado por el ministro de la Cancillería Británica, Denis Macshane, durante la reunión del Consejo del Atlántico Sur, en Londres el 22 de mayo de 2002. El Reino Unido, la Argentina y el Atlántico Sur”. En: Embajada Británica en Caracas, <http://www.britain.org.ve/news45.htm> [consulta: 18/12/03]. Cabe agregar que el ministro MacShane produjo un malestar en el gobierno español al manifestar que las posibilidades de un acuerdo con España sobre Gibraltar que sea aceptado por sus habitantes son “simplemente cero” y al asegurar “que el Peñón está ‘históricamente relacionado’ con Gran Bretaña como Ceuta y Melilla lo están con España». “Exteriores califica de ‘inoportunas’ las declaraciones británicas sobre la situación de Gibraltar”. En: El Mundo (Madrid), 09/06/2003, <http://www.elmundo.es/elmundo/2003/06/08/espana/1055100851.html> [consulta: 18/12/2003].

[42] Al respecto, ver: Carlos Augusto Lerena. “El Atlántico Sur, Malvinas y pesca. Los desaciertos de la Cancillería Argentina”. Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG), 14/08/2019, <https://saeeg.org/index.php/2019/08/14/el-atlantico-sur-malvinas-pesca-los-desaciertos-de-la-cancilleria-argentina/>.

[43] Ana Dias Cordeiro. “São Tomé poderá ter uma base naval americana no Golfo da Guiné”. Público (Portugal), 22/10/2002, <https://www.publico.pt/2002/10/22/jornal/sao-tome-podera-ter-uma-base-naval-americana-no-golfo-da-guine-175724>.

[44] Harry Train. “Malvinas: Un caso de estudio”. Boletín del Centro Naval, 748, enero/marzo 1987.

¿QUIÉN EJERCE EL PODER EN EL ATLÁNTICO SUR?

César Augusto Lerena*

Una ONG desconocida, denominada OPRAS (Organización para la Protección de los Recursos del Atlántico Sur) que, por su integración sería un brazo de la Cámara de Armadores de Pesqueros y Congeladores de Argentina (CAPECA), después de acordar con el Sindicato de Armadores de Industrias de Pesca de Brasil (SINDIPI), nos sorprende, haciendo lo mismo, con Armadores Españoles, para cuidar nuestros recursos pesqueros (¿?). Esto, nos ha servido como disparador para preguntarnos ¿quien ejerce el poder en el Atlántico Sur?

Días pasados, reflexionando sobre la situación de ocupación del Atlántico Sur, la pesca ilegal extranjera, la matriz extractiva nacional y la crisis internacional, repasé la situación, pensando quiénes son los actores y, cuál es su participación en estas cuestiones.

La Argentina con una ZEE de 3.146.345 km2, 6.816 km de costa, 1.784.000 km2 de plataforma continental, millones de km2 en el sector meridional del Atlántico Sur y la Antártida, es un “ESTADO MARÍTIMO”, del cual 1.639.900 km2 está ocupado por el Reino Unido y, con o sin licencias británicas, buques españoles, chinos y otros extraen ilegalmente todos los años un millón de toneladas de recursos pesqueros del mar argentino o migratorios de este.

En este escenario, Uruguay presta apoyo logístico portuario a esos buques depredadores. El vuelo a San Pablo desde Malvinas promoverá el intercambio de las islas con ese país y le servirá de pie de playa al mundo, amén que los isleños sigan llevando sus productos a España si la UE aprueba el libre comercio con el Reino Unido luego del Brexit o, si este no ocurriese, a través de los joint venture españoles-británicos en Malvinas. Por su parte, ahora Chile, presenta un reclamo sobre la presentación de Argentina ante la ONU de los límites exteriores de la Plataforma Continental.

Es un complejo menú por resolver en el Atlántico Sur. Estamos en problemas con tres de los cuatro países del MERCOSUR y, a ello, se nos agrega el reclamo de Chile y la pretensión de una ONG y empresas españolas de cuidarnos el recurso que los chinos y otros países asiáticos nos quitan y les quitan a los españoles (¿?). En principio, me resultan muy raras tres cosas: la primera, que para este objeto la citada CAPECA forme una ONG para cuidar sus intereses en el mar argentino, cuando a través de la Cámara podría actuar ante los poderes competentes; la segunda, que los buques españoles que pescan a distancia —tan depredadores e ilegales como los chinos— pretendan cuidar recursos de la Argentina y, la tercera, que las Autoridades competentes no ejerzan el debido poder administrador del Atlántico Sur. No es un tema menor lo que está pasando desde hace 40 años en el Atlántico Sur, que se agrava en forma sostenida y creciente. Es decir, la situación en el Atlántico Sur es un “escenario de fricción” como denominaría Marcelo Elizondo. Al que debemos agregarle nuestra situación general (pandemia, deuda externa, caída industrial, pobreza, desocupación, etc.) y de un sector pesquero que, en forma endémica, recicla un mismo modelo extractivo y se agrava a los habituales problemas internos por la caída de la demanda y del precio internacional.

Dejaré para una próxima oportunidad las cuestiones relativas a la administración pesquera de Argentina, para avanzar con las extrañas, pero, no puedo dejar de mencionar el absurdo de haber promovido las “Áreas Marítimas Protegidas (AMP)” que limitan, la explotación pesquera, en algunos casos en favor del Reino Unido en Malvinas (ya profundizaré en otro trabajo), para cuya restricción hubiese bastado la intervención del INIDEP y del Consejo Federal Pesquero y, las primeras informaciones que indican detonaciones en las áreas —sin estudio de impacto ambiental previo— asignadas a la explotación petrolera que podrían afectar la actividad pesquera.

El caso Chile. La Argentina realizó la presentación el 21 de abril de 2009 en la ONU de los límites exteriores de su Plataforma Continental, sobre trabajos iniciados en 1997 y ello dio lugar a la “aprobación de las recomendaciones de la Comisión de Límites de la Plataforma Continental (CLPC) de la ONU el 28 de marzo de 2016. Con tal motivo elaboré para el Senador Pino Solanas un proyecto de ley de aprobación de las recomendaciones bajo el expediente S-2182/16 del 10/8/16, que durmió el sueño de los justos. Chile recién apoyó la CONVEMAR en 1997 y habría hecho la presentación a la ONU en 2019. Su gobierno hoy efectúa el reclamo —que parece dirigido a su política interna— porque, bien es sabido, que la Comisión de la ONU solo efectuó “recomendaciones” y no aprobaciones, las que quedan firmes si no hay reivindicaciones similares. Si, llama la atención, que al referirse a los límites de nuestros archipiélagos algunos autores chilenos refieran a “los amplios espacios del Atlántico Sur actualmente bajo administración del gobierno británico…”. No parecen haber cambiado mucho los apoyos probritánicos en Chile.

El caso Uruguay. No puede postergarse un Acuerdo con la República de Uruguay. Un Acuerdo ampliatorio del Tratado del Río de la Plata y su Frente Marítimo firmado en 1973, que puede resolverse muy satisfactoriamente para ambas partes y que lleve a la práctica una verdadera integración rioplatense postergada por 200 años. El daño que nos ocasiona la logística que realizan chinos y españoles en los puertos se Uruguay es tan grave en lo económico como en nuestra relación soberana en el Atlántico Sur. Está en el gobierno argentino ponderarlo y actuar en consecuencia.

El caso Brasil. La autorización de los vuelos a Brasil desde Malvinas habría que cancelarla, porque, a lo ya dicho precedentemente, consolida un quiebre a todos los acuerdos suramericanos de no facilitar las operaciones del Reino Unido desde Malvinas. La generación de negocios entre los ocupantes de Malvinas y Brasil tendrá un carácter irreversible y una ruptura de las políticas de unidad latinoamericanas.

El Reino Unido en Malvinas. No repetiremos lo mucho ya tratado sobre los avances del Reino Unido en el Atlántico Sur desde la firma de los llamados “Acuerdo de Madrid” y la fórmula del paraguas. Si, destacaremos el gravísimo hecho de que, en esta política de consolidarse en la región y violar la Resolución de la ONU 31/49 sistemáticamente, el Reino Unido, el pasado 25 de mayo, inauguró un Puerto con un costo de ₤ 11 millones, en las islas Georgias del Sur para darle apoyo a buques de investigación, de patrulla de pesca y de la Royal Navy armados.

El Consejo Federal Pesquero. A todo esto y, haciendo la advertencia que los miembros de este Consejo están habilitados para participar de manera remota, en ninguna de las 10 Actas de reuniones de 2020 de las cuales tomamos vista, se trataron los asuntos gravísimos citados (con alcance al sector pesquero) —incluso el ingreso de 100 buques extranjeros a la ZEE— pese que conforme el artículo 7º, 9º y s.s. de la Ley 24.922 el Subsecretario de Pesca y el Consejo Federal Pesquero —que preside— son los responsables de establecer y ejecutar la política pesquera nacional.

Frente a esta suerte de default de gestión, no resultaría raro, que las Cámaras Empresarias del país y hasta ONGs se ofrezcan a ayudar a cuidar nuestros recursos, ya que es necesario que en las actividades públicas haya una participación privada; lo que sí, llama la atención, que lo hagan mediante un Acuerdo con pescadores españoles agrupados en la Asociación Española de Armadores de Buques de Pesca de Merluza (ANAMER) y de la Confederación Española de Pesca (CEPESCA), muchos de ellos, propietarios de los buques que pescan y depredan nuestros recursos migratorios del Atlántico Sur con o sin licencia británica de Malvinas. Aceptar la participación de empresas no radicadas en la Argentina para que cuiden nuestros recursos pesqueros sería como “dar al zorro a cuidar el gallinero”. Luego, que algunos portales titulen a este acuerdo como firmado por “Representantes de Argentina y España” seguramente será para magnificar el absurdo.

Esta propuesta me hace acordar al Acuerdo firmado con el Reino Unido por Cavallo, para evitar que los buques asiáticos pescaran en una medialuna al este de Malvinas, que posibilitó luego al Reino Unido el otorgamiento de licencias pesqueras, precisamente, entre otros, a los españoles.

Seamos claros, los buques españoles realizan igual pesca ilegal (INDNR) que los chinos, etc. Empezando, porque si lo que se quiere es preservar “la salud de los ecosistemas del área” (sic), debieran saber que tanto el calamar, como la merluza, etc. forman parte del Ecosistema Pesquero Argentino y, no solo, los recursos dentro de la ZEE Argentina, sino, muy especialmente los migratorios o asociados, como desde 1995 lo establece la Ley 24.543 y desde 1998 la Ley 24.922 que, con el fin de proteger los derechos preferentes de la Argentina, en su condición de Estado Marítimo (ribereño para la CONVEMAR) y, teniendo presente el preámbulo de ésta que destaca tener en cuenta “…en particular, los intereses y necesidades especiales de los países en desarrollo, sean ribereños o sin litoral” y, por tanto, las empresas españolas deben acordar su captura con la Argentina en su carácter de país Ribereño y, no con el Reino Unido de Gran Bretaña —como lo vienen haciendo— que en forma prepotente ocupa el territorio marítimo argentino y el Archipiélago de Malvinas, al igual que lo hace con Gibraltar.

Los buques españoles, que refieren venir pescando “desde hace 37 años” (recordemos Malvinas, 1982) no debieran regirse —como dicen— en el Atlántico Sur por “normativas específicas de la Unión Europa” (sic), y, dejar de hacerlo, como el propio acuerdo entre OPRAS y el SINDIPI brasileño lo indican: en absoluta colisión con las regulaciones que rigen en aguas jurisdiccionales para las especies transzonales y asociadaspara enfrentar con razonabilidad el daño que los extranjeros que pescan a distancia (NdA: entre otros los españoles) están provocando en el ecosistema del Área y sus recursos. No caben dudas de que los derechos e intereses de los estados ribereños, explícitamente mencionados en el artículo 116 de la CONVEMAR se ven sistemáticamente atacados e ignorados” (sic), más aún cuando en el Atlántico Sudoccidental aplican las normas precedentemente citadas, resultando tan cristalino como insólito este Acuerdo, donde refieren que no van a regular en el área ocupada por el Reino Unido en Malvinas: “…sin que su extensión afecte a los espacios marítimos susceptibles de disputas o controversias relativas a jurisdicción o soberanía” (sic) que, seguramente, se reservan para seguir pescando con las licencias ilegales otorgadas por los británicos en Malvinas o asociados a ellos. Un disparate contrario a los intereses nacionales de la llamada OPRAS y una irreverencia inaceptable de los firmantes españoles. Me vienen a la memoria los Acuerdos Marco URSS-Bulgaria y el firmado con la Unión Europea (empresas españolas) cuyos buques nunca pescaron en la zona de exclusión británica en Malvinas.

Y debo adherir a lo dicho respecto a la pesca ilegal en el acuerdo entre OPRAS y el SINDIPI brasileño, ya que utilizando sus argumentos —que por razones de espacio no transcribo— ratifico que tanto los españoles como chinos realizan pesca ilegal (INDNR) en el Atlántico Sur y, por lo tanto —reitero— el carácter de absurdo del acuerdo firmado con los armadores españoles. Acuerdo que, en todo caso, debiera promover el Estado Nacional —con la participación de todo el sector empresario y gremial— y absolutamente ajustado a la legislación nacional, teniendo en cuenta nuestra preferencia de Estado ribereño.

Refiere OPRAS en su acuerdo con el Sindicato Brasileño que “si bien la FAO y las Naciones Unidas, están en conocimiento de la situación, la falta de acciones gubernamentales concretas parecen empañar la gravedad, excusando inapropiadamente a los organismos multilaterales, hasta el momento, de actuar…”, es decir, responsabiliza a las organizaciones locales y a la inacción de los organismos multilaterales, sobre las que parecen quererse colocar esta ONG, para resolver un problema que, en el caso del acuerdo español, es parte. Como si los depredadores solo fueran asiáticos y estos buques españoles que confiesan vienen pescando hace 37 años en el Atlántico —precisamente, cuando los británicos recuperaron Malvinas— con buques congeladores de gran porte pescando a distancia en caladeros externos (léase, entre ellos el Atlántico Sur), donde manifiestan tener 193 buques y efectúan el 58% de sus capturas. No son unos pobres pescadores artesanales.

Finalmente surge de la lectura de los objetivos de OPRAS, que esta entiende que los problemas de explotación ilegal más allá de las 200 millas de la ZEE excede la actual capacidad de los organismos públicos para adoptar medidas consistentes con sus facultades y limitaciones geopolíticas” (sic) y, pese a su condición de ONG sin fines de lucro manifiesta su deseo de: “crear una Comisión Técnica de Administración del Área Regulada, con una integración mixta, donde el sector público y las organizaciones promotoras” (sic) “la participación de OPRAS y su oportuna integración en la Comisión Administradora o Comité Ejecutivo correspondiente” (sic), “integrar a OPRAS en comisiones de regulación…” (sic); Establecer una relación institucional formal y activa con las organizaciones internacionales o multilaterales, en relación con la ordenación de los recursos…” (sic) “Promover e impulsar un sistema de gobernanza y ordenamiento pesquero…” (sic), en síntesis, parece la OPRAS reservarse un lugar en la administración de los recursos de todos los argentinos.

Y reitero la pregunta: ¿Los españoles nos cuidarán los recursos? Y ¿quién ejerce el poder administrador y soberano en el Atlántico Sur?

Ceterum censeo Carthaginem esse delendam.

* Experto en Atlántico Sur y Pesca. Ex Secretario de Estado, ex Secretario de Bienestar Social (Provincia de Corrientes). Ex Profesor Universidad UNNE y FASTA. Asesor en el Senado de la Nación. Doctor en Ciencias. Consultor, Escritor, autor de 24 libros (entre ellos “Malvinas. Biografía de Entrega”) y articulista de la especialidad.

Copyright ©2020

 

SIGNIFICADO DE LA COOPERACIÓN BILATERAL CON HAITÍ

Pedro von Eyken*

 

Un artículo sumamente motivador de Omar Martín Tejada Pérez, integrante de la SAEEG y oficial retirado de la armada peruana, me llevó a enviarle este modesto aporte a Marcelo Javier de los Reyes. Respondo también a la propia invitación de este último para escribir sobre Haití[1].

Primero me interesa recordar, como siempre que hablo de Haití, que fue el primer país del mundo que reconoció nuestra independencia. Sucedió en 1817, cuando el Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Juan Martín de Pueyrredón, envió un agente a dialogar con el presidente de Haití, Alexandre Pétion. El mandatario haitiano estaba interesado en cooperar con la emancipación de los países americanos y era conocida, en ese sentido, su relación con Simón Bolívar, a quien ofreció armas, barcos y soldados para su lucha emancipadora.

Haití fue la primera república negra del mundo y la primera en abolir la esclavitud. Esta liberación impulsó su independencia y en ello Haití sentó un precedente mundial. En el hemisferio occidental, Haití fue la segunda nación en obtener su independencia en enero de 1804, luego de Estados Unidos (1776) y 150 años antes que la mayoría de las naciones africanas. La esclavitud fue abolida en Haití siete décadas antes que en EE.UU. y 90 años antes que en Brasil. Por esos hechos históricos Haití debió pagar un alto precio pecuniario frente a su antigua metrópoli, Francia, y otro político frente a Estados Unidos, que ocupó militarmente el país caribeño de 1915 a 1934. A esos orígenes difíciles como nación independiente en época tan temprana le debe el digno pueblo de Haití buena parte de sus infortunios actuales.

Si seguimos por el título del artículo de Tejada Pérez, también he visitado un orfanato en Haití, sostenido por la generosidad de seres humanos sensibles que, desde el extranjero, comprenden las necesidades materiales y de afecto de miles de niños haitianos. Las familias extranjeras les cambian totalmente la vida a estos chicos en el más amplio sentido de la palabra cambio.

Seguidamente me extenderé en una digresión sobre el rol desempeñado por la Argentina en la Fuerza de Estabilización de la ONU en Haití (MINUSTAH), antes de pasar al punto focal de mi artículo, la cooperación bilateral.

Tomé contacto con la MINUSTAH cuando llegué a Haití, justo cuando esa Misión se estaba retirando. La Argentina tenía el segundo contingente de fuerzas desplegadas en ese país y un general del Ejército Argentino, Gabriel Guerrero, se desempeñó como Segundo Comandante de la Fuerza Militar (Deputy Force Commander) entre 2012 y 2013.

Con el presidente de Haití, Jovenel Moïse.

Nuestro país aportó tropas de paz durante 13 años (2004-2017), donde quedaron de manifiesto la eficiencia y el profesionalismo con que nuestras Fuerzas Armadas llevaron adelante una política de Estado, las misiones de paz en el orden internacional. Argentina desplegó, en esos años, 12.800 cascos azules, hombres y mujeres, que cumplieron su labor en un país muy vulnerable, devastado en enero de 2010 por un terremoto que se cobró más de 300.000 vidas y dejó sin techo a un millón y medio de personas. Entre otros problemas estructurales que conviven con sus encantos, Haití posee montañas deforestadas, altas tasas de desocupación y analfabetismo, enfermedades endémicas como malaria, dengue y tifus y un enfrentamiento político y social que se acentuó a partir de julio de 2018 y aún continúa. En ese contexto complicado, la pandemia de COVID-19 abre un interrogante preocupante, cuando se escriben estas líneas, debido a la elevada vulnerabilidad sanitaria y hospitalaria del país.

Seis años después del terremoto provocó desolación el huracán Matthew, que atacó con virulencia el sur del país en septiembre de 2016, dejando un saldo de más de 800 muertos y miles de desplazados.

Un párrafo destacado, en el ámbito de la MINUSTAH, merece la actuación del Hospital Militar Reubicable Argentino a cargo de nuestra Fuerza Aérea, que culminó en forma exitosa en septiembre de 2017. En esos días recorrí el hospital y escuché numerosas alabanzas. El hospital asistió al personal de la fuerza de paz pero también dio apoyo sanitario a la población local en emergencias y catástrofes. Llevó a cabo más de 200 mil atenciones médicas.

De 2017 a 2019, la MINUSTAH dio lugar a la Misión de Apoyo a la Justicia de la ONU (MINUSJUSTH), con la que coincidí. En ella deseo subrayar el destacado papel que tuvieron los efectivos de la Gendarmería Nacional Argentina (GNA). Cumplieron un rol destacado y reconocido en ambas Misiones de la ONU. En el caso de la MINUSJUSTH, la satisfacción por el desempeño de los oficiales y suboficiales de nuestra GNA me fue expresamente señalada por un general de la gendarmería francesa y otro de la policía canadiense, que dirigieron sucesivamente el componente policial. Fuerzas de nuestra Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) también participaron.

Idéntico profesionalismo, eficiencia y lealtad debo reconocerle a los efectivos de la GNA que integraron el Elemento de Seguridad (custodia) de nuestra Embajada en Haití. Fueron tres grupos, de 12 a 14 oficiales y suboficiales cada uno, hombres y mujeres que protegieron con celo las vidas de mi esposa, de otros funcionarios y empleados de la embajada y la mía propia. Deben desplazarse a Haití solos, sin sus familias, durante un año. Mi gratitud es para siempre.

Hecha esa importante digresión, deseo abordar el punto focal de este aporte, la cooperación bilateral y comienzo con una frase frontal: la relación bilateral con Haití sin cooperación técnica (a veces también humanitaria) vacía de contenido la relación bilateral. La relación política es muy buena; por ejemplo, el apoyo de Haití a nuestro reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas ha sido claro y permanente. La relación comercial, en especial de las exportaciones argentinas, se ve limitada por el tamaño relativamente pequeño del mercado haitiano. Y la relación cultural, con sus eventos de difusión, depende de la seguridad del país caribeño. Pero si no se impulsa la cooperación técnica, una embajada en ese país carece de sentido.

Entre 2005 y 2016 se desarrolló en Haití, primero en el norte y luego extendido a otras regiones, un proyecto de cooperación bilateral emblemático, ProHuerta, dedicado a mejorar la horticultura familiar y la seguridad alimentaria. El programa, coordinado por el área de cooperación internacional de la Cancillería Argentina y en el que intervenían el Ministerio de Desarrollo Social y el INTA, con ingenieros agrónomos y promotores haitianos, mejoró de forma tangible esa situación en un país esencialmente agrícola. También participaron agencias de cooperación extranjeras. ProHuerta sirvió, además, para mejorar una deficiencia estructural en Haití como la irrigación de agua. Según una encuesta del Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria (CNSA) de ese país, publicado en 2015, el 93 por ciento de las familias involucradas en el ProHuerta mejoraron su situación alimentaria. El programa, que cumplía 25 años en Argentina, se desarrolló durante una década en Haití, donde llegó a contar con más de 21.000 huertas, 5.200 granjas, 1.500 promotores y beneficiar a más de 140 mil huerteros familiares.

Lamentablemente, el programa se discontinuó en 2016. En 2018 se intentó relanzarlo con un alcance más modesto y una misión de funcionarios de nuestro Ministerio de Desarrollo Social y dos ingenieros agrónomos del INTA se desplazó a Puerto Príncipe. Mantuvimos reuniones con diferentes agencias gubernamentales y extranjeras, como la española y el Programa Mundial de Alimentos. Se avanzó en un alcance acotado a la seguridad alimentaria de la primera infancia, de interés especial de la Primera Dama de Haití. Pero finalmente no llegó a concretarse nada hasta mi traslado a Buenos Aires, en septiembre de 2019.

La cooperación técnica bilateral, a partir de 2017, se limitó a un programa de Apoyo a los Derechos Humanos coordinado por el área de cooperación internacional de la Cancillería, que preveía una semana de actividades en Puerto Príncipe y otra en Buenos Aires, con asistencia de especialistas de ambos países y de las Naciones Unidas. Desconozco si existen planes para reactivar Pro Huerta, aunque lo deseo fervientemente. Todos los países con embajada en Haití (son 20 más la Nunciatura Apostólica) mantienen proyectos de cooperación. Hasta Panamá, el más pequeño de los siete países latinoamericanos con representación en Puerto Príncipe, tiene esos programas. En los gobiernos de Brasil y Chile, en los últimos años, se produjeron fuertes cambios de orientación política, de la centro-izquierda a la derecha, pero se mantuvo la cooperación técnica con Haití. También cooperan Cuba, México y Venezuela.

Como no me resigné fácilmente a abandonar la razón de ser primordial de nuestra relación con Haití, en 2019 intenté modestas formas de cooperación puntuales en lugares distantes uno de otro y de la capital. En marzo visité una escuela rural modestísima, llamada Don Diego de Villaguay, de 150 chicos muy humildes, cercana a la frontera con la República Dominicana. La escuelita surgió hace algunos años por iniciativa del Suboficial David Garcés del Ejército Argentino, un hombre con profundo sentido humanitario que prestó servicios en la MINUSTAH y pertenece a la comunidad adventista. No tienen casi nada, falta de todo. Pero entre la ciudad entrerriana de Villaguay —el pueblo y la intendencia municipal— y la Iglesia Adventista del Séptimo Día de Haití, sostienen como pueden esa escuela que necesita hace tiempo, entre tantas cosas, un equipo electrógeno y algunas computadoras. Pasamos un par de horas inolvidables con mi mujer y los efectivos de GNA que nos llevaron. Dejamos alimentos para varios días. Los pocos maestros que enseñan en todos los grados, cobran un “sueldo” sólo cuando la comunidad de Villaguay envía dinero que se recauda en alcancías distribuidas en la ciudad entrerriana. Sino, enseñan igual. Los conocí. Me comprometí a conseguir algo de lo que pedían, mantuve reuniones semanas después, durante mis vacaciones en Buenos Aires, pero me fui de Haití sin poder regresar con alguna mejora. La comunidad de Villaguay sigue ayudando como puede y ya piensa en recibir algunos chicos, cuando terminen en esa escuelita, para aprender oficios y el idioma castellano con mate entrerriano. Apenas regresé trasladado a la Argentina, visité en esa ciudad a la Intendenta y a algunos medios de prensa.

En abril del año pasado, al regresar a Haití de mis vacaciones, visité la localidad de Corail, ubicada en el extremo sudoeste de Haití. En esa zona con malaria, a siete horas de camino tortuoso, se encuentra un hospital reequipado por la Argentina a través de la UNASUR. En 2013, fue rebautizado “Presidente Néstor Carlos Kirchner” por ese aporte. La entonces presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, mantuvo una teleconferencia con el anterior presidente de Haití, Michel Martelly, para referirse al acto. Si las dos banderas nacionales se encuentran en ese Hospital, atendido por médicos cubanos y haitianos, el embajador argentino debía conocerlo. Un diputado haitiano, perteneciente a la circunscripción de Corail, nos invitó a almorzar junto al director del hospital. Nos pidieron un equipo de odontología y paneles solares para la deficiente energía eléctrica. También me comprometí a hacer lo posible por conseguirlo. Pero me tuve que ir del país cinco meses después.

En la foto siguiente aparecemos mi mujer y yo en el hospital, junto a médicos cubanos y haitianos, alrededor del monolito con las dos banderas y el nombre del ex presidente argentino de 2003 a 2007.

Podría hablar de otros proyectos que suponen mejoras para un país tan vulnerable. Hasta el presidente de Haití, Jovenel Moïse, al despedirse de mí en el Palacio Nacional dos días antes de irme, me preguntó si sería posible conseguir asesoramiento para introducir vacas lecheras por inseminación artificial, a fin de iniciar una industria láctea que Haití no tiene y para que los niños más humildes tengan una copa de leche en las escuelas. Hoy no la tienen.

Si todo lo antedicho no puede conseguirse por la cooperación estatal, como se vio que no pudo ser, estoy seguro que hay instituciones argentinas que podrían colaborar.

La caridad bien entendida empieza por casa, dice un refrán. Nuestro país también tiene necesidades. Pero si nos quedáramos con el refrán, no existiría la cooperación Sur Sur.

No me faltaron ganas sino tiempo. Ojalá otros puedan conseguir lo que yo no pude. Pertenezco al Servicio Exterior y servir también es eso, en ese país entrañable. Algún día volveré a Haití.

 

* Diplomático de carrera, ex embajador argentino en Haití (2017-2019), licenciado y doctorando en ciencias políticas por la Universidad Católica Argentina.

 

Referencia

[1] TEJADA PÉREZ, Omar Martín. «Haití. Una gota de esperanza en medio del desastre, la adversidad y la burocracia. La historia de la reconstrucción de un orfanato», SAAEG, 16 de mayo de 2020, https://saeeg.org/index.php/2020/05/16/haiti-una-gota-de-esperanza-en-medio-del-desastre-la-adversidad-la-burocracia-la-historia-de-la-reconstruccion-de-orfanato/