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LA ARGENTINA 2023: SU LONGEVA CRISIS, SUS CONFLICTOS Y ESTADOS DE GUERRA.

Heriberto Justo Auel*

“El progreso es imposible sin cambio y detrás de todo cambio subsiste un conflicto”.

F. Aznar Fernández-Montesinos (1)

 

Introducción

Desde hace décadas nuestro Instituto ―IEEBA― viene señalando que la naturaleza de nuestra centenaria crisis-decadencia* es cultural y política (2), con severas consecuencias socioeconómicas que progresivamente se agravan con el transcurrir de los años. Debemos reconocer que aramos en el mar: lo objetivo y material oculta a las causas abstractas del drama y se continúa ―cíclicamente― atacando a las consecuencias e ignorando a la causa primera de esta crítica situación calamitosa.

Lo mismo ha ocurrido con las “primarias” de Sta. Fe, en las que gran parte de la prensa interpretó ―superficialmente― que triunfó la “moderación”, cuando en verdad triunfó el “progresismo globalista”, encubierto aliado del castro comunismo (3). No hay sensores para penetrar en la “ola profunda”. Hay confusión analítica y mientras esta siga adelante, habrá crisis-decadencia. Coincidentemente con este hecho Austria expulsó a Soros, pero ello no alcanzó para relacionarlo.

Una de las principales manifestaciones de la grave situación que transitamos es la inseguridad ―pública y estratégica― y su consecuencia, el número diario de muertes inocentes que ya se hace insoportable. Sin embargo la dirigencia política ―en plena campaña electoral― no encuentra una sola idea aceptable para alcanzar la Paz Social. Por el contrario, Larreta ―candidato a la presidencia― ha dicho ―en estos días― que “la Argentina no tiene una sola hipótesis de conflicto” y que por ello propone “enviar al Ejército a las fronteras y a la Gendarmería a reforzar a las Policías”. A semejante propuesta ―en castellano antiguo― se le llama “burrada”** (4).

Estamos pagando un precio muy alto por la falta de idoneidad de quienes ocupan cargos públicos en el área de la Seguridad Nacional. Conceptualmente atrasan casi un siglo. Cuando finalizó la IIGM ―1945― y se inició la GM conocida como “Guerra Fría” ―1947― ingresa en la investigación y desarrollo ―ID― la electrónica ―la computadora―, que acelera el proceso de innovación científico-tecnológico. El mundo desarrollado ingresó rápidamente a una nueva etapa civilizatoria: “la posindustrial” o “la del conocimiento”, un salto cualitativo del “progreso” y ―consecuentemente― un cambio en la forma de producir y de hacer la guerra. Como lo expresa Aznar Fernández Montesinos (1), “con ese cambio llegaron nuevos conflictos” (5).

Coincidentemente, en 1945 ―cuando finalizó la IIGM― en el ámbito político-estratégico internacional ingresó la posibilidad de la hecatombe*** ―con la presencia de las armas de destrucción masiva QBN― que ampliaron enormemente el espectro del conflicto, cumpliéndose así la sentencia clausewitziana que dice: “cada tiempo tiene su forma peculiar de guerra”. Dos años más tarde ―1947― se inició una GM absolutamente diferente, la citada Guerra Fría y ―en nuestro Hemisferio Sur― las primeras y sorpresivas guerras “diferentes”, asimétricas/híbridas, que los argentinos peleamos sin conocerlas ―una sublimitada y otra limitada―. A pesar de estos hechos, para gran parte de nuestra dirigencia nada ha cambiado en el ámbito de la Seguridad Nacional.

La mayoría de quienes manejan las palancas se forma en nuestras universidades. En ellas los conocimientos polemológicos, estratégicos o geopolíticos no tienen cabida en la currícula de Ciencias Sociales, o bien solo se desarrollan a través un barniz, de programas elementales. Lo mismo ocurre en el campo de la investigación académica y en los posgrados de estos conocimientos específicos.

Los Institutos Militares Superiores ―que capacitan a los Oficiales de Estado Mayor― no cuentan con posgrados especializados y la Universidad Nacional de la Defensa no vertebra su oferta académica sobre un eje belígero ―de cuarto nivel―. El resultado de estos graves atrasos curriculares ―en los niveles formativos y de perfeccionamiento― es la total falta de idoneidad en la alta conducción de la Seguridad Nacional, como lo hemos padecido en las últimas cuatro décadas y se lo comprueba ―sin lugar a duda― con la escandalosa situación alcanzada hoy, en esa área.

La ignorancia en la alta dirección de la Seguridad Nacional se agrava con la presencia de “la revolución” en los gobiernos ―desde el ‘83 en adelante― que de hecho crean zonas liberadas al delito organizado ―el narcoterrorismo― como principal sostén financiero del castro comunismo (6).

El cuerpo social ―“desinformado e indefenso”― paga diariamente ―y en aumento progresivo― una dolorosa cuota de sangre por las carencias conceptuales, legislativas, organizacionales, disuasivas y operativas del Estado, frente a las nuevas formas del delito y/o de la agresión.

El trastocamiento de la victoria táctica argentina frente al castro comunismo ―en los ‘70― se transformó en derrota política-estratégica ―en los ‘80― inducida por la inteligencia británica con una maniobra estratégica-jurídica de aproximación indirecta, ejecutada por los sucesivos gobiernos argentinos desde 1983. Desde entonces la Argentina se autodestruye.

Las dirigencias ignoran totalmente los actuales “estados de guerra” retenidos por los enemigos que agredieron a la Nación Argentina en la segunda mitad del siglo XX, se ignora la gravedad de la situación estratégica presente y se oculta al soberano el conocimiento de los nuevos riesgos y amenazas estratégicas activas en Iberoamérica y en nuestro país.

Los cambios civilizatorios llegaron, sus correlativos e inéditos conflictos también, pero el progreso no llega pues los conflictos continúan, la decadencia continúa y la disgregación está a la vuelta de la esquina. Si el soberano vota en las elecciones presidenciales como lo hizo en Santa Fe, el castro comunismo continuaría en el poder, con otros ropajes. No habrá pacificación nacional. Se agravará el conflicto.

Se homologaría ―en nuestro país― lo ocurrido con la sucesión Uribe-Santos en Colombia, que finalizó con Petro en el poder. El “topo” Santos apuñaló a su padre político, produjo un “Tratado de Paz” falso y la “revolución” logró llegar al poder ―siendo minoría―. Lo que no pudieron las bandas armadas más importantes de Iberoamérica ―las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo (FARC-EP), el Ejército de Liberación Nacional (ELN), el Ejército Popular de Liberación (EPL) y el Movimiento Diecinueve de Abril (M-19)―, a lo largo de décadas, lo alcanzó la hipocresía. La “revolución” tiene buena memoria: recorre los caminos que ya le han sido exitosos.

La longeva crisis

Luego de esta apretada y necesaria introducción, ingresemos ahora a nuestro subtema 2. Las Crisis ―como puerta de ingreso al conflicto―. La situación general de un país ―su statu quo****― no es estable, inmóvil o permanente. Por el contrario ―desde 1945― es altamente dinámica: cambia aceleradamente. Si nuestra dirigencia ideologizada no percibe la naturaleza y el ritmo de esos cambios civilizatorios, tenemos una crisis dirigencial y consecuentemente una crisis generalizada, que se origina en las universidades. Estas no son “universitas”*****, sino politécnicas. Cunas de avanzadas juveniles ideologizadas, desarraigadas y posmodernas. En consecuencia, una mayoría de nuestras elites intelectuales se transculturizan y son extemporáneas. Viven en el ayer. Pierden su identidad y buscan su bienestar, con lo cual todos perdemos el bien vivir.

El origen etimológico del término “crisis”, es griego y podría traducirse como “cambio” o “decisión”. El sentido lato que le damos hoy ―en las Ciencias Sociales― es descriptivo de “un sentido situacional peligroso, que exigiría tomar fuertes decisiones para recuperar una normalidad”. Como respuesta a esta probabilidad, los Estados Modernos han organizado sus mecanismos de “prevención, control y conducción de crisis”. Los Estados anticuados y burocratizados ―como lo es el nuestro― pueden sentir ―en un momento dado― la gravedad de no contar con la información o los medios que exige un hecho sorpresivo de crisis, como lo vivimos en 1959 o en 1982 que, si hoy se repitieran, sus consecuencias serían aún mucho más graves.

En términos militares, crisis es el estadio previo al desencadenamiento de un conflicto. Cuando existen mecanismos de “prevención” es posible desactivar una escalada de la crisis a conflicto armado, como lo hemos comprobado en los Balcanes Europeos en los últimos años. Cuando esos mecanismos están ausentes y las declaratorias de una parte escalan ―como lo vemos entre nosotros por parte de quienes hoy perciben perder el poder y prometen sangre― la natural interacción de las partes genera una dinámica de acción/reacción, con un empleo progresivo eventual de fuerza, hasta que una de las partes se imponga.

Otra forma de desescalar una crisis y evitar el conflicto, es el gatopardismo: Por ejemplo: privilegiar la “unidad” y simular el “cambio”, presentando nuevas apariencias: una coalición ampliada que incorpora al enemigo, pero con otro vestuario (6). Las coaliciones electorales ―que para ganar elecciones aceptan en su organización “quintas columnas”― pierden gobernabilidad: no habrá cambio. Se agravará el conflicto: lo vemos en el Brasil de Lula, el Chile de Boric o la Colombia de Petro.

Iberoamérica ingresó a una nueva etapa de crisis “revolucionaria” a partir del momento en que el Foro de San Pablo ―FSP― reunido en Caracas ―XXV Encuentro― el 24 de julio de 2019, lanzó su “contraofensiva revolucionaria” para:

    • ocupar nuevamente los gobiernos perdidos en elecciones libres o
    • retener los que podría perder, por ineptitud ―que es nuestro caso―.

La “contraofensiva” se inició de inmediato, con dos modos de acción diferenciados:

    • la aplicación del “hard-power” ―vía sedición― en Colombia, Ecuador y Chile (5) y
    • la aplicación del “soft-power” ―vía judicial― en Brasil (5).

Todos estos países se encuentran hoy ―con el agravamiento de sus respectivas crisis políticas― en el umbral del conflicto, aunque sus gobiernos llevan muy poco tiempo en el poder.

En la Argentina la fecha clave al respecto será el 22 de octubre de 2023 ―día de las elecciones presidenciales― pues en esa fecha se juega la continuidad “revolucionaria” o el cambio hacia la normalidad constitucional. El proceso de crisis provocado por el desgobierno kk indica que perderán nuevamente el poder y la “contraofensiva revolucionaria” prevé ambos modos de acción, que ya cursan las fases operativas preliminares:

    • el “soft-power” se ha encaminado en el frente judicial con el pedido de juicio político a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, con la sorpresa Marijuan, los retiros de querellantes e incontables “chicanas” en las causas pendientes de Ella.
    • El “hard-power” continúa su gimnasia preparatoria con los refuerzos de los “piquetes”, con los paros de transportes, las marchas, los acampes y los “taponamientos” diarios en la CABA y la “insurgencia sediciosa” en Jujuy (6) que cumple un mes de actividad continua, extendida a toda la provincia, bajo conducción de Casa Las Fuerzas Federales incumplen decisiones de la Justicia Federal jurisdiccional.

La percepción de hartazgo social crece sin pausa y surge ―naturalmente― el temor al contacto con el umbral del conflicto generalizado. En ese ambiente tensionado, Schiaretti inculpa a Macri y Bullrich de ¡¡“profundizar” la grieta!! Justamente él, que se prestó como móvil de la “puñalada trapera” (8) de Larreta. Parafraseando a Cicerón, le decimos “Quousque tandem abutere, Schiaretti, patientia nostra?”******.

Recordemos al Sr. Gobernador que “la hipocresía es el colmo de las maldades”. Schiaretti, Ud. y los socialdemócratas que lo invitan ingresar a Cambiemos ¡SON LA GRIETA! Uds. son los que votaron las leyes kk, fueron sus ministros, provienen de las formaciones armadas de los ‘70, de la Juventud Comunista, de los Socialismos. Uds. son lobos disfrazados de ovejas. Partidarios de la ideología de género, del aborto, de la eutanasia, de la política de los DD.HH. y de toda contracultura proveniente del globalismo progresista.

Se lo voy a decir también en cordobés básico: “!dejen de joooder alaaargentina, Schiaaretti¡”. Si quieren terminar con la grieta, organicen el Partido Socialdemócrata Argentino y preséntense en las elecciones, no infecten como quintacolumnistas a Cambiemos. ¡La mayoría de los argentinos no quieren ser castro comunistas ni vivir en un narcoestado! El horno no está para bollos Gobernador y los liceístas de todo el país lo estamos observando. Algunas “ovejas negras” hemos tenido, pero aquello fue antes de la caída del muro.

Los conflictos presentes

Violencia y violar reconocen una misma etimología. Para el sociólogo Wright Mills, “el poder es ―en esencia― violencia”. En el ámbito de la sociedad posmoderna muchos conceptos se han desdibujado, contribuyendo a una incertidumbre generalizada y a la erosión identitaria. De este modo el concepto de conflicto se ha ampliado, conteniendo al de las nuevas guerras y como resultado de la pérdida de poder de los Estados, que no siempre ostentan el monopolio de la violencia/fuerza ―como lo estamos viendo en el caso del Grupo Wagner en Rusia―. Es la evolución que dio origen a las Guerras de 4ta. Generación.

Los conflictos del siglo XXI son complejos, diversificados, fragmentados. Se han multiplicado sus formas y sus actores y se difuminan las fronteras entre sus diversas tipologías. Veamos el conflicto actual en Jujuy: hay insurgencia, sedición, violencia étnica, confesional, comunitaria, criminal transfronteriza e ideológica. ¿Será esa la razón por la que Larreta no los ve? (9).

Aparece una “zona gris” entre guerra y paz, lo interno y lo externo, los negocios y la política, lo estratégico y lo delictivo o lo público y lo privado y su consecuencia es la presente situación de inestabilidad. La legitimidad, la legalidad y la moralidad configuran un espacio difuso, de contornos inciertos y con un núcleo común. La perfección moral pone en riesgo a la seguridad frente al conflicto y la búsqueda constante de soluciones ―ante esta dinámica evolución― crea nuevos conceptos y nuevas organizaciones, sin solución de continuidad.

La parálisis política argentina ―en las últimas cuatro décadas― está signada por una doble situación de posguerras, controladas por nuestros enemigos del siglo XX. En el ámbito de la Seguridad Nacional dichos enemigos ―en colusión― nos han impuesto una legislación que inmoviliza a las FF.AA. ―espiritual y materialmente― y controla políticamente a las FF. S y P, alcanzando un nivel de inseguridad e indefensión inéditos en nuestra historia (10).

Los estados de guerra o de beligerancia, activos ******* 

La Argentina retiene ―en sus posguerras― dos “estados de guerra” o “estados de beligerancia”. En el caso de la guerra sublimitada “contrarrevolucionaria” ―1974/1989― el “estado de guerra” correspondiente es retenido por la actitud hostil del agresor ―a lo largo de siete campañas sucesivas ―1959/2023 (10)― y actualmente, travestido en kk, gobierna desde el 2003. En el caso de la guerra limitada provocada por el Reino Unido ―1982― el “estado de guerra” es sostenido por Londres, por cuanto no cumple con la Resolución 2065 XX de la Asamblea General de la ONU ―1965― que le obliga a negociar la soberanía de las Islas usurpadas y refuerza constantemente a la FT Conjunta establecida en el Atlántico Sur (11).

Sobre estos “estados de guerra” ―que nuestra dirigencia no “vive”― se enanca la maniobra en acto de la “contraofensiva revolucionaria” que conduce el FSP ―en su cuarto año de desarrollo― que en nuestra Patria tiene en las próximas elecciones presidenciales su momento álgido. Vivimos en estos días ―de junio, julio y agosto de 2023― las “preliminares” de la batalla por el poder.

Los “revolucionarios” somatizan los efectos del desastroso gobierno kk. Llegaron “para quedarse” pero todo indica que serán expulsados, por ello actúan con la reserva ―la quinta columna socialdemócrata enquistada en Cambiemos―. Ella ―la Cte― podría así llegar a las elecciones con dos fórmulas propias. Presenciamos tres hechos sorpresivos que apuntan en esa dirección: la puñalada “trapera” de Larreta, el incidente insurgente jujeño ―provocado en territorio “propio”― y la sorpresa electoral de Santa Fe ―Carrió mediante―, mientras la opinión pública se concentra en el juego de Massa con el FMI. Hay ansiedad, hay desinformación conducida, hay irresponsabilidad y “los buenos”, que son más, pueden suicidarse electoralmente. Si así no fuere, se echará mano al modelo chileno: al temido “hard power sedicioso”.

 

* Oficial de Estado Mayor del Ejército Argentino y del Ejército Uruguayo. Ha cursado las licenciaturas de Ciencias Políticas, de Administración, la licenciatura y el doctorado en Relaciones Internacionales. Se ha desempeñado como Observador Militar de la ONU en la Línea del Cese de Fuego del Canal de Suez. Comandó tropas de llanura, montaña, aerotransportadas y mecanizadas.

 

Aclaraciones

* Decadencia: período histórico en el que un movimiento artístico o cultural, un Estado, una sociedad va perdiendo su fuerza expansiva o los valores que lo constituyen e identifican y se debilita, hasta desintegrarse.

** Burrada: dicho o hecho necio, torpe o disparatado.

*** Hecatombe: suceso trágico en el que se produce una gran destrucción y muchas desgracias humanas y materiales.

**** Statu quo: expresión latina con que se hace referencia al estado o situación de ciertas cosas, como la economía, las relaciones sociales o la cultura, en un momento determinado.

***** Universitas: el conjunto de todas las cosas.

****** Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?: frase pronunciada por Cicerón en la primera oración de la Primera Catilinaria”. Se traduce del latín al español como “¿Hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia?”

******* Estado de Guerra: se da durante el lapso en que la voluntad de luchar se manifiesta de modo suficiente.

 

Citas bibliográficas

  1. Aznar Fernández-Montesinos. Entender la Guerra en el Siglo XXI. Ed. Complutense, enero de 2011.
  2. J. Auel. “La cultura, la civilización y la guerra: continuidad y cambio”. IEEBA, diciembre de 2001, www.ieeba.org.
  3. J. Auel. “¿Reencontrará ―la dirigencia occidental― el sendero de la ‘Paz Westfaliana’ en el siglo XXI”? IEEBA, 24/05/2023, www.ieeba.org.
  4. J. Auel. “Las claves de la inseguridad nacional”. IEEBA, 18/07/2018, www.ieeba.org.
  5. J. Auel. “La dirigencia argentina frente a los desafíos de la Seguridad Nacional en el siglo XXI”. IEEBA, agosto de 2015, www.ieeba.org.
  6. J. Auel. “La contraofensiva revolucionaria iberoamericana en el 2019”. IEEBA, 26 de noviembre de 2019, www.ieeba.org.
  7. J. Auel. “20 Jun 23. Jujuy: “Insurgencia “ y “Sedición” impunes”. IEEBA, 09/07/2023, www.ieeba.org.
  8. J. Auel. “Una puñalada trapera, que veíamos venir”. IEEBA, 12/06/2023, www.ieeba.org.
  9. J. Auel. “La dirigencia argentina frente a las guerras del siglo XXI”. IEEBA, diciembre de 2020, www.ieeba.org.
  10. J. Auel. “El futuro de la Argentina exige el sinceramiento del actual sistema de representación”. IEEBA, 21/04/2023, www.ieeba.org.
  11. J. Auel. “Un análisis sociológico-político de la crisis-decadencia de la Argentina”. IEEBA, julio de 2020, www.ieeba.org.

AUSENTISMO ELECTORAL

Santiago González*

La reconstrucción de la democracia argentina, y la recreación de la confianza en ella, pasa por la regeneración de los partidos políticos.

 

En el sistema democrático, una consulta electoral es una pregunta que los ciudadanos se hacen a sí mismos para conocer de manera amplia, sistemática y ordenada su evaluación sobre la marcha de los asuntos comunes hasta el momento del comicio, y su opinión sobre el rumbo futuro que deberían tomar esos asuntos, con atención a un menú de opciones ofrecido por los partidos políticos que seguramente ha de incluir la continuidad de lo presente junto con diversas alternativas para cambiar el derrotero. En nuestro ordenamiento institucional, la respuesta a esa consulta es obligatoria, y sus resultados son vinculantes: quiere decir que el manejo de la cosa pública deberá emprender el camino decidido por los votantes.

La República Argentina adhirió formalmente a este arreglo republicano en la Constitución de 1853, comenzó a aplicarlo de manera más o menos sistemática a partir de la organización nacional de 1880 y lo perfeccionó con el sufragio universal de 1912, ampliado con la inclusión del voto femenino en 1952. Sobre esta base, la Argentina acostumbra describirse a sí misma como una nación democrática, pero el sistema republicano raras veces funcionó normalmente entre nosotros, y nunca lo hizo con la continuidad necesaria como para adquirir solidez. Primero lo sabotearon los golpes militares, después las proscripciones políticas y por último, ya desde los setenta pero acentuadamente desde los ochenta, la desintegración de los partidos. Ahora, casi como lógica consecuencia, aparece la deserción ciudadana.

En los 14 comicios provinciales celebrados este año, la suma de ausentismo, voto anulado y voto en blanco ronda en promedio el 40 por ciento, una proporción nunca vista en la historia electoral del país. El desglose de esa proporción resulta todavía más alarmante: los votos anulados y en blanco, que implican una disconformidad con la oferta pero no con el sistema ya que el votante se tomó la molestia de acercase a la urna, representan una cuarta parte. El resto, un 30 por ciento de los empadronados, prefirió quedarse en su casa: no discute la oferta, se desentiende del sistema. No encuentra allí un instrumento útil para resolver los problemas de su vida o perfilar el futuro de sus hijos. Peor aún, no se siente parte de un conjunto, la nación, cuya expresión visible y vital es la participación política, tarea de todos y cada uno.

Estos datos, que marcan una tendencia continua y creciente por lo menos desde la crisis del 2001, han despertado la preocupación de algunos observadores de la escena política, que en general la han resuelto con apelaciones escolares a la responsabilidad ciudadana. “El voto no es solamente un derecho, sino una obligación, y desentendernos de la cuestión cívica no nos exonera del compromiso ciudadano”, advierte un editorial del diario La Nación. Agrega que la abstención “nos sitúa en la categoría de meros espectadores de una realidad que no asumimos como propia.” Con un poco más de enjundia, la consultora Shila Vilker, también citada por el diario, atribuye al ausentismo un “nihilismo activo”, un “hacer destructivo” motorizado por la “bronca”: desconfianza y pérdida de fe en la política.

Incumplimiento de un deber, falta de compromiso, nihilismo, destrucción: estos observadores, y probablemente también otros, describen el fenómeno en términos de reproche e incluso de condena. Pero votar en blanco o no votar envía un mensaje político tan valioso como el voto positivo, y ese mensaje debería ser leído correctamente, sin rechazo ni subestimación. Para muchos ciudadanos no votar, votar en blanco o depositar alguna leyenda ofensiva en la urna puede ser un modo de expresar de la manera más clara posible, y en la única oportunidad en que se lo consulta, su fuerte disconformidad con el estado de las cosas, con las opciones que se le ofrecen para reencauzarlas, y con el sistema que hace posible y tolera todo lo anterior.

Además, ¿qué instrumentos le ofrece ese sistema al votante para que pueda ejercer responsablemente y a conciencia su derecho y su obligación? La primera herramienta de la ciudadanía es la información. Hoy casi toda la prensa es militante, vale decir que es parcial y sesgada y lo es de manera tan amplia y evidente como para que nadie confíe demasiado en lo que dice. Se la ha visto involucrada en operaciones para destruir o encumbrar a tal o cual personaje, y se la ha visto detener su cobertura cuando llega al límite de los negocios oscuros, a los que no suele ser ajena. Cruzado ese límite se ingresa a una región de entendimientos, complicidades y transacciones que el votante nunca ve en los medios pero cuya existencia intuye, porque de lo contrario las cosas nunca habrían podido ir tan mal, durante tanto tiempo, en diferentes contextos y bajo cualquier gobierno.

El ciudadano, con su ausencia, quiere decir mal y pronto que está harto de que le tomen el pelo. Ya se dio cuenta de que todo es un juego con suculentos premios del que él no participa y de cuyas alternativas se entera apenas a medias, aunque su presencia sea imprescindible para que el juego pueda desarrollarse. Su situación recuerda a la de esos policías que suelen verse apostados en los estadios de fútbol de espaldas al campo: tienen que estar ahí pero no pueden ver el partido. Los políticos y sus voceros reclaman la presencia del ciudadano en las urnas pura y exclusivamente porque sus votos son los que les dan legitimidad para llegar al poder del estado, del que se valen para engordar sus cuentas bancarias y las de sus amigos, o para imponer a los demás sus berrinches ideológicos, o para cobrar de agencias extranjeras por imponerlos, o para todo eso junto.

La reacción de los ciudadanos que deciden no prestarse al juego, y que preocupa a los observadores, se distribuye como ya dijimos en dos categorías que podríamos describir ahora con más precisión valiéndonos de esa oposición entre “apocalípticos” e “integrados” que Umberto Eco aportó al análisis sociocultural. Los “integrados” rechazan las opciones que les plantea el comicio, pero preservan el sistema, lo ratifican con su asistencia, con la emisión del voto. Los apocalípticos creen que nada de lo que hay puede mejorarse, y que es necesario hacer volar todo por el aire y empezar de nuevo. Entonces optan por no votar, o bien se inclinan por alguna opción disruptiva cuya llegada al poder produciría, eso creen, el mismo efecto dinamitero. Lo suyo, antes que un “hacer destructivo” como dice Vilker, se parece más a esa virtuosa “destrucción creativa” que suele atribuirse al sistema capitalista.

Sin embargo, las cosas son más complicadas y no se resuelven mediante un rechazo, más o menos violento. Al enumerar las amenazas y distorsiones que sufrió nuestro sistema democrático mencionamos al principio los golpes de estado, las proscripciones y el eclipse de los partidos. Las dos primeras se resolvieron, la tercera no, y en ella reside el meollo del problema. La reconstrucción de la democracia argentina, y la recreación de la confianza en ella, pasa por la regeneración de los partidos políticos. En una sociedad de masas no hay política sin partidos, no hay partidos sin participación popular, y no hay participación popular sin conciencia nacional. En la Argentina no hay partidos, no hay participación popular, no hay conciencia de pertenencia a un todo llamado nación, y en consecuencia hay deserción ciudadana en los comicios, porque la oferta se muestra ajena, distante y sospechosa como si la hiciera un proveedor de servicios.

Pero las siglas políticas no son empresas de servicios especializadas en administrar el Estado. Podrían serlo, pero en ese caso el contrato sería otro e incluiría garantías de cumplimiento y eficacia. Los partidos son, deberían ser, agrupaciones de ciudadanos, unidos por una misma convicción sobre cómo debe administrarse la nación y cuál debe ser su lugar en el mundo, y que persiguen el poder para llevar esas convicciones a la práctica. Y la participación no se limita, no debería limitarse, a mirar por televisión las trifulcas entre candidatos, ni a simpatizar con uno o con otro. La participación política consiste en informarse, estudiar, acudir todas las semanas al comité, la unidad básica o lo que sea, pagar la cuota, poner el cuerpo, y discutir, promover a los mejores y separar a los oportunistas, y todo lo que supone la vida partidaria. Se habla con razón de la distancia entre la política y los ciudadanos, pero se omite decir que el eslabón faltante entre unos y otros es justamente el partido.

Políticos y publicistas acostumbran criticar el asistencialismo diciendo que a la gente no hay que regalarle pescado sino enseñarle a pescar. Pero nunca dicen que a la gente no hay que ofrecerle servicios políticos sino enseñarle a participar en la vida política y facilitarle esa participación. Defienden lo primero porque aspiran a quedarse con más de la mitad de lo que el ciudadano pesque, y omiten lo segundo porque no quieren competencia en esa rapiña. El sistema no sólo no entrena para la vida política, sino que ha impuesto un sinnúmero de trabas, requisitos y regulaciones absurdos para la inscripción y el reconocimiento de nuevos partidos, como lo han comprobado a su costo José Luis Espert, Javier Milei, Juan Gómez Centurión, y otros que han pretendido últimamente promover alternativas diferentes.

 

* Estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires y se inició en la actividad periodística en el diario La Prensa de la capital argentina. Fue redactor de la agencia noticiosa italiana ANSA y de la agencia internacional Reuters, para la que sirvió como corresponsal-editor en México y América central, y posteriormente como director de todos sus servicios en castellano. También dirigió la agencia de noticias argentina DyN, y la sección de información internacional del diario Perfil en su primera época. Contribuyó a la creación y fue secretario de redacción en Atlanta del sitio de noticias CNNenEspañol.com, editorialmente independiente de la señal de televisión del mismo nombre.

 

Artículo publicado el 30/06/2023 en Gaucho Malo, el sitio de Santiago González, https://gauchomalo.com.ar/ausentismo-electoral/

ORDEN, DIVINO TESORO

Iris Speroni*

“El Jardín de las Delicias” de El Bosco, detalle.

En nuestro bendito país vivimos entre el caos y la anomia. 

 

Lecturas previas:

Equilibrio inestable

http://restaurarg.blogspot.com/2019/12/2020.html

Más de lo mismo 

http://restaurarg.blogspot.com/2020/08/mas-de-lo-mismo.html

 

El caos y la anomia van desde cosas menores que sólo causan inconvenientes y trastornos, a temas graves.

A saber:

Los delincuentes comunes tienen carta blanca para asaltar a un trabajador que espera el colectivo a las cinco de la mañana, o una señora que viene de hacer las compras; a robar una mochila, un celular, una moto, un automóvil, un comercio minorista, ganado o una carga de camión. El Estado, como institución, no persigue al delito común.

Las personas de a pie todos los días viven con zozobra las más diversas situaciones: si habrá transporte público al día siguiente para ir a trabajar o, peor aún, para volver a la tarde a la casa. Si habrá clases o no al día siguiente y por lo tanto, con quién dejar a los niños. El Estado, a pesar de arrogarse la autoridad de aplicación de control —y a veces gestión— del transporte público (o de educación), no cubre su obligación.

Acceder a la salud pública en algunos lugares puede ser caótico. Las guardias de los hospitales están sobrepasadas, con reyertas permanentes (por el conflicto por mucha demanda y oferta insuficiente) entre los pacientes con el personal y entre sí. A lo que hay que agregar —al menos en las grandes urbes— escenas de prepotencia por parte de drogones que exigen psicofármacos al personal. La policía o está ausente o su presencia es a todas luces insuficiente, lo cual deja desprotegido al personal, al resto de los pacientes y a las instalaciones.

Ingresar a algunas universidades públicas —no todas— es un viaje psicodélico. Parecen las habitaciones de heroinómanos —al menos como las describen en Hollywood— o las fotos del departamento de Charly en su peor momento. Graffitis, trapos colgados con leyendas que enuncian intereses y/o demandas incomprensibles. No pareciera un ámbito propicio para el estudio. Lamentablemente las escuelas públicas primarias y secundarias han adoptado esas modalidades en los últimos tiempos. Todas las superficies cubiertas con leyendas estrambóticas —ej. retrato de Mandela, banderas multicolores y rezos a la Pachamama— que, creo, deben distraer la atención del alumnado. Digo yo, que de docencia y psicopedagogía no entiendo nada.

Un escalón abajo en este listado (a mi criterio), es la anomia en los lugares públicos. Las disputas políticas se dirimen por demostraciones de fuerza en la calle (no otra cosa es cortar una ruta o la 9 de julio); dando por redundante el sistema de representación instituido (los cuerpos deliberativos definidos por la Constitución). Se extiende a lo más pedestre: sin que nos enteráramos se suprimió la prohibición de defecar, orinar o copular en la vía pública, no hace falta higienizarse para utilizar el transporte público y se ha degradado toda forma de convivencia.

Pero el peor desorden es la ausencia de moneda. Nada tiene precio. Nadie sabe cuánto va a valer el sueldo cuando se cobre [*]. Lo mismo corre para los honorarios, facturas o cualquier otra cuenta a cobrar. Tampoco uno sabe cuánto pagará de luz el próximo bimestre. Hasta el ABL cambia mensualmente por inflación. En resumen, es imposible hacer la más mínima planificación de la economía familiar o de un comercio o de una industria o de una producción agropecuaria o de un servicio a brindar. Un horizonte de tres meses es una alquimia. El Estado no cumple con su obligación de sostener el valor de una moneda de curso legal.

Otro punto, que afecta a las empresas y a las economías familiares por igual, es la tasa de interés. La misma está determinada unilateralmente por el BCRA. Ésta constituye el piso mínimo de todas las tasas de interés en pesos en la economía argentina. Si el BCRA fija una tasa de 80% anual para sus transacciones, todas las tasas de la economía serán 80%+plus. Si la fija en 100%, no habrá tasa en la economía inferior a eso. Por lo tanto, todo particular que deba saldar sus deudas con la tarjeta de crédito o retraso de pago de servicios públicos o impuestos, pagará lo que fije el BCRA más algo. En cuanto a los privados, les define el costo de descontar cuentas a cobrar (o cheques diferidos o pagarés). A veces, deben venderlos por la mitad de su valor si quieren contar con la liquidez necesaria para hacer frente a sus obligaciones, por ejemplo, el adelanto de impuestos. En resumen, el Estado, vía el BCRA, les complica la vida a todos y pone en riesgo, eventualmente, la supervivencia de su explotación. El Estado, o mejor dicho, los gobernantes que administran al Estado, no nos aseguran los beneficios de la libertad.

 

Fue el Estado

Es el Estado el que instala la anomia y el caos en la sociedad y no al revés.

No es un pueblo descontrolado al cual los gobernantes no saben o pueden controlar, sino un pueblo razonablemente ordenado y coherente al cual el Estado boicotea, dinamita y bastardea permanentemente 7×24.

Una buena prueba fue la celebración por el tercer campeonato del mundo de fútbol de varones. Millones de personas en la calle. Pudo ser una tragedia. Una puerta doce multiplicada por diez mil. Nada sucedió. En parte porque la gente estaba feliz. Pero en parte porque somos personas intrínsecamente civilizadas y —lo hemos demostrado a carta cabal— sabemos convivir. O supimos hacerlo esas cuantas horas.

Esto se agrega a lo cotidiano. Todos los días la gente va a trabajar (aun cuando no se sepa el valor de compra del sueldo a fin de mes). Los proveedores entregan la mercadería, a veces con precio abierto. Los profesionales ofrecen sus servicios —aunque la factura sea pagada 60 días después, Dios sabe a qué valor—. Los alumnos van todos los días a la escuela. Existen fechas de exámenes. Se dan turnos para VTV. Los panaderos hornean su pan y las medialunas. Todos hacemos nuestra parte.

Millones de argentinos todos los santos días hacemos nuestra parte.

Los únicos que no hacen su parte son los gobernantes. 

Los gobernantes

Los representantes del pueblo tienen bien marcada la cancha. Los límites y las reglas de juego. Se les dice lo que deben hacer y juran hacerlo. ¿Dónde? ¿Cómo?

La Constitución les dice sus obligaciones. La ceremonia de asunción no es para que les aplauda la familia. Es una formalidad donde juran respetar la constitución, ante testigos y en presencia de fedatario (escribano). Esto es, se hacen cargo de un contrato.

¿Qué les ordena a hacer la constitución a nuestros queridos, bien amados gobernantes?

Preámbulo…afianzar la justicia, consolidar la paz interior”. Esto implica ocuparse de los delincuentes comunes y evitar que nos masacren por goteo y en cámara lenta, como sucede ahora. El laissez faire, laissez passer actual, aprovechar la excusa de la pandemia para liberar presos, no buscar a los prófugos y no voy a enumerar las acciones de funcionarios públicos que conocemos de memoria, es un incumplimiento de esta cláusula del contrato. ¿Por qué lo hacen? Los que están en el métier (fiscales, jueces, algunos policías, empleados judiciales) probablemente lo hagan por plata. El resto de la dirigencia política lo hace o bien porque el crimen les lleva su parte en efectivo una vez por semana o bien porque están demasiado ocupados robando en otra área de gobierno para meterle garra a esto. Quien se decida a cambiar las cosas, deberá echar a (casi) todos los jueces y a (casi) todos los fiscales y vaciar (casi) todas las cátedras de las facultades de derecho nacionales.

Otra que Hércules limpiando los establos.

Preámbulo…proveer a la defensa común”. Olvídense. Ni en la agenda está. Le delegaron al Foreign Office la determinación de los ascensos militares. No se gasta un peso ni en comprar una gomera. Un miembro jerárquico de las FFAA con años de desempeño y estudios gana mucho menos que un empleado administrativo raso de la ANSES. Por supuesto, no hay ni tanques, ni buques, ni aviones, ni municiones.

Preámbulo…promover el bienestar general”. No hay bienestar si la jubilación es miseria, si hay que esperar horas para ser atendido en una guardia, cuando la educación es deficiente y el transporte público es errático, escaso, poco confortable y, a veces, peligroso.

Pero lo peor de todo es la inestabilidad económica. La destrucción de la moneda, el tipo de cambio manipulado, las altas tasas nominales de interés. Nada genera tanta angustia y zozobra en los corazones y en alma de todos los argentinos.

Todos estos ítems también forman parte del contrato que los funcionarios firman/juran. El art. 75 de la Constitución, incs. 11 y 19, les exige a nuestros bien amados líderes:

11. Hacer sellar moneda, fijar su valor y el de las extranjeras… 19. Proveer lo conducente a … la defensa del valor de la moneda…”.

Lo cual, a todas luces, no cumplen.

La manipulación del tipo de cambio por parte de las autoridades, su subvaluación, hace que los bienes y servicios exportables reciban menos pesos que lo justo (lo que desestimula las exportaciones) y salga artificialmente barato importar (por eso los miles de millones de dólares en chucherías que se traen de China). ¿Por qué? Porque el Estado, con esta medida, desordena todos los precios de la economía. Hace antieconómico explotar una finca de peras y manzanas o de vides (porque el propietario debe vender a mitad de su precio su cosecha) [**], pero también hace cuesta arriba competir con productos industriales cuando el importado se compra a mitad de precio.

Todos estos efectos aunados generan destrucción de valor. Cierre de explotaciones, quiebras, desestímulos varios. Pérdida de riqueza, desocupación, pobreza. Por todo esto, hace más de una década que el PBI per cápita decrece. Por todo esto, Argentina pierde palmo a palmo su lugar de potencia mundial desde hace décadas.

El modelo

Sin embargo éste es el modelo económico, político, social y cultural del país. Podría agregar más cosas, como que los gobiernos, en particular desde Macri a hoy, dejaron de festejar las fiestas patrias y se le falta el respeto lisa y llanamente a la religión oficial del Estado argentino, la cual se suplanta por paganismos varios. Pero es para otro día. Me quedo en lo económico.

Este modelo —LELIQs con intereses millonarios diarios, dólar y todas las divisas subvaluadas, tasas de interés de tres dígitos—, esto es el modelo. Es el sistema caótico con el cual el poder está cómodo.

No es un modelo con problemas que anda mal. El modelo es ésto.

Como las bacterias crecen cuando sube la temperatura (con ese proceso se hace el yogur o se leva la masa) de la misma manera quienes gobiernan se hacen más ricos con el caos; léase inflación, distorsiones en los tipos de cambio y tasas de interés delirantes.

El barril sin fondo

Como el modelo es éste, y con el mismo algunos pocos, justamente los que gobiernan, se hacen ricos, nadie propone cambiar. Nadie quiere, sabe o puede eliminar el sistema de Leliqs.

Nadie quiere, sabe o puede acabar con el sistema desdoblado del mercado cambiario. Pueden preguntarle a cada uno de los candidatos.

Nadie quiere acabar con el curro infinito de la deuda pública.

El tipo de cambio desdoblado (pagan la mitad a quienes exportan y se lo ceden a los amigos a mitad de precio) no lo van a cambiar. Quienes consiguen los dólares a mitad de precio están ante el mejor negocio de sus vidas ¿quién no quiere comprar diez millones de dólares al precio de cinco? No hay negocio sobre la tierra que se le compare. Ni robar las armas que EEUU manda a Ucrania y venderlas al mercado negro da más dinero que esto. Además, no es un negocito de monedas. Se repartieron 88.446 millones de dólares sólo en 2022. Se repartieron hasta el fondo del tarro, al punto que meses después no pueden hacer frente a las obligaciones del Estado. ¡Con todo el dinero que los argentinos les dieron en concepto de impuestos y confiscación cambiaria!

Mientras los productores de peras y manzanas de Río Negro o los madereros de Corrientes o los cultivadores de té de Misiones [***] no saquen el facón y degollen a medio directorio del BCRA, esto va a seguir sucediendo [****].

¿Qué pasó con ese dinero? ¿Qué sucedió con los 88.446 millones de dólares de exportaciones del 2022? ¿Qué sucedió con los U$D 1.000 millones de exportaciones de maní del 2022?

Se lo repartieron los amigos de De Mendiguren, quienes acceden a esos dólares a mitad de precio. Los que anuncian inversiones en terminales automotrices inverosímiles, en la sapiencia de que el BCRA les vende esos cientos de millones de dólares a mitad de precio. Invierto 20 millones, digo que sale 200 millones, compro 200 millones a mitad de precio. Gané 80 millones de dólares. Clinck, caja.

Habrá o no peaje en la secretaría que lo autorice, pero en el fondo, eso es irrelevante.

El Estado funciona como una herramienta para quitarles dinero a unos argentinos y dársela a otros (y la mayor de las veces a extranjeros, como las terminales automotrices). 

Las próximas elecciones

Pareciera que la dirigencia empresarial y política, que no se caracteriza ni por su altruismo, ni por sus deseos de grandeza, ni por el amor al país, ni por tener demasiadas luces, nos ofrece lo de siempre. El modelo BCRA+De Mendiguren.

Por lo pronto a mí me importan pocas cosas para esta elección:

    1. entrar a los BRICS, y
    2. esperar a que sobrevivamos a cuatro años de más de lo mismo.

Lo que a mí me importa:

    1. acabar con el aborto,
    2. acabar con el desatino de las LELIQs,
    3. liberar el tipo de cambio,
    4. comerciar libremente en cualquier divisa,
    5. llegar al pleno empleo,
    6. que todo el trabajo sea en blanco,
    7. que el trabajo sea bien pago,
    8. pertrechar a las FFAA,
    9. llegar a U$D 300 mil millones de exportaciones.

Todo eso, será para dentro de cuatro años, con suerte.

Otro sí digo:

El Orden

Argentina creció y se constituyó como una de las potencias mundiales entre 1880 y 1975. Casi cien años de paz. En un breve lapso terminó la Guerra del Paraguay (que finalizó el período de guerras civiles), derrotó al indio araucano en la Campaña del Desierto y coronó al dominar la última sublevación provincial cuando la Nación sofocó el levantamiento de Tejedor (provincia de Buenos Aires).

El indio, o mejor dicho los malones, eran promovidos por el gobierno chileno como forma de hostigar a la Argentina e impedir su crecimiento. Le daba armas y dineros a los araucanos, los cuales pasaban el verano con sus familias y el invierno maloneando, esto es robando ganado (vacuno y equino), quemando casas y robando mujeres y niños. Una guerra de guerrillas. Lo producido se lo vendían a la oligarquía chilena la cual hacía pingües ganancias, incluida la venta de cueros a California por vía marítima. El resultado aquí era: a. pérdida permanente de patrimonio —los malones se llevaban todo el crecimiento de hacienda y había que empezar de cero—, b. la hostilidad contra los asentamiento de población al zaherir en los más débiles, las mujeres y niños. Para las almas sensibles que defienden los malones: las mujeres eran vendidas a los prostíbulos de Valparaíso, y las más lindas, a los de California.

Esto es, el gobierno chileno, al usar como herramienta a varones corajudos de la Araucanía, tercerizó frenar el avance del gobierno argentino sobre el territorio patagónico, probablemente con la esperanza de poder hacerlo ellos en nuestro lugar.

La zozobra de la vida de las familias en zonas de frontera fue lo que motivó que gran parte del Ejército de Roca estuviera integrado por indios argentinos, como parte del ejército regular y con grado militar; porque era imposible crecer y prosperar cuando uno es el objeto de una guerra de guerrillas estimulada por un poder extranjero, como una pieza de ajedrez de las relaciones internacionales.

La Argentina no pudo contraatacar —como forma de defensa efectiva— sino hasta que el ejército chileno estuvo ocupado en La Guerra del Pacífico (1879-1884), cuando éste no pudo brindarle el soporte a los guerreros araucanos, los cuales debieron replegarse en la Araucanía. Roca no masacró a nadie. Los corrió y ellos se volvieron a sus casas, con sus mujeres y sus hijos. Lo único que pasó es que el soporte de esa guerra de guerrillas (las FFAA chilenas, el gobierno chileno y la oligarquía chilena) estaba ocupado en el frente norte. Ganaron territorios a Bolivia y Perú; perdieron sus pretensiones sobre la Patagonia. Es conveniente tener todo esto en mente para las décadas que se vienen.

Cabe preguntarse por qué desde 1983, a partir de que perdimos la Guerra del Atlántico Sur y nuestro país está intervenido por los vencedores, es que se cambió el “relato” sobre lo sucedido en la Conquista del Desierto, y por qué a los niños, adolescentes y adultos jóvenes universitarios no se les enseña todo esto que está pulcramente documentado. Por qué no se enseña la fuerte relación entre los malones de araucanos y el gobierno chileno. Por qué se insiste en que los araucanos vivían en territorio patagónico cuando toda la documentación sostiene que la población precolombina de la zona era toda tehuelche. Dicho no sólo por exploradores españoles y portugueses sino por aventureros, viajeros y agentes de la Corona Inglesa. ¿Por qué?

Tuvimos años de paz, crecimiento en riqueza, población, cultura, hasta que nuevamente, potencias extranjeras se entrometieron para debilitarnos. Y no hay mejor forma de extenuar y menguar a un pueblo que generar conmoción interior. Con ese espíritu debemos evaluar los hechos de la década del ’70, los cuales derivaron en un gigantesco endeudamiento con Martínez de Hoz, grillete que tenemos hasta hoy.

Hay que recuperar el país, darle paz y estabilidad al pueblo y sacarnos la deuda externa de encima.

Esperemos que quien asuma en diciembre nos deje algo de país (o al menos un país íntegro territorialmente) en el 2029.

Un abrazo, querido lector.

 

* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).

 

Notas

[*] Qué se va a poder comprar con lo que se cobre = cuál va a ser el “poder de compra”.

[**] Por esta razón (el dólar subvaluado) es que se redujo la superficie plantada de arándanos, se han talado limoneros en Tucumán y la superficie plantada con cerezos en Los Antiguos crece a velocidad de caracol.

[***] El cluster manicero exportó en 2022 U$D 1.000.000.000.000. Esto es, el BCRA le robó a todos los productores, contratistas, transportistas, peones, del maní la suma de U$D 500 millones. Lo digo en criollo: les chorearon 500 palos verdes y aquí no pasó nada. No corre sangre por las calles, no sucede como en Brasil que aparece un funcionario muerto en la bañera, nada. Así que lo van a seguir haciendo.

[****] Ustedes deberían haber visto las audiencias de la comisión de agricultura de Diputados (Diputados TV) donde los productores tímidamente balbuceaban que tenían “un problema” con el tipo de cambio.

 

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Artículo publicado el 24/06/2023 en Restaurar, http://restaurarg.blogspot.com/2023/06/orden-divino-tesoro.html.