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TENDENCIAS EN ASIA EN VÍSPERAS DE LA CUMBRE PRESIDENCIAL DE LA ORGANIZACIÓN DE COOPERACIÓN DE SHANGHAI (OCS).

Isabel Stanganelli*

Mientras Occidente luce alienado por shocks económicos, guerras y otras calamidades, Asia parece buscar caminos para lograr alguna forma de concordia. Muchos de ellos han exigido tiempo, reuniones y negociaciones, a veces muy arduas y no siempre exitosas. Pero también se vislumbran avances y relaciones novedosas, se están formalizando alianzas otrora improbables y hasta ciertos países usualmente poco interesados en acuerdos o alianzas, están considerando conveniente aproximarse.

La mayor parte de estas novedades resultarán visibles en la Cumbre presidencial anual de la Organización de Cooperación de Shanghai OCS, a realizarse los próximos 3 y 4 de julio y que está preparando India, cuya presidencia ostenta este año[1].

Hechos destacados

1.- Turquía y Siria, con Rusia e Irán como mediadoras, han reiniciado el diálogo suspendido durante décadas y severamente dañado desde 2011, por el momento a través de funcionarios de alto rango de ambos países[2]. Acompaña a estos avances la readmisión de Siria en la Liga Árabe el 7 de mayo, luego de 12 años de ausencia, con la única condición de permitir el acceso irrestricto a quienes requieran ayuda humanitaria, aún en zonas fuera del control de Damasco. Qatar objetó el reingreso de Siria en la Liga Árabe pero no vetó esa decisión.

2.- Tras la adhesión de Irán a la OCS en 2022, India buscó revitalizar la cooperación económica con Teherán en la forma de una asociación a largo plazo, negociada por el secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, Ali Shamkhani, y el asesor de seguridad nacional de India en Teherán, Ajit Doval, para fortalecer la cooperación y comunicación a nivel bilateral, regional y multilateral entre los países de la región. Prestaron especial atención al desarrollo del puerto de Chabahar, modelo de cooperación entre Teherán y Nueva Delhi que también fortalece los esfuerzos conjuntos con Rusia y otras naciones para desarrollo de corredores económicos disponibles para el transporte internacional. La cooperación incluye también cuestiones bancarias bilaterales con las monedas locales, eliminación de sanciones y otros asuntos regionales así como la preocupación por la situación en Afganistán que intenta formar un gobierno inclusivo. Esta aproximación entre India e Irán sumada —como ya veremos— a la distensión entre Irán y Arabia Saudí son cuestiones que incomodan a Washington. A pesar de los esfuerzos de Estados Unidos, India no necesita su ayuda para promover sus intereses en la región del Golfo.

3.- Bahréin, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos (EAU) además de Arabia Saudí, al ser socios de diálogo de la OCS y estar dispuestos a unirse a los esfuerzos de cooperación de esta Organización refuerzan la presencia de la misma en el golfo Pérsico. Los EAU han preferido mantener sus acuerdos comerciales con China (Huawei) y Francia (cazas Rafale) pese a las presiones de Washington, molesta además por la aproximación de la OCS al Golfo postergada hasta la actualidad por una prensa occidental negativa sobre Irán, que ya está perdiendo eficacia.

4.- La participación de grandes poderes asiáticos, como China e India, en Medio Oriente se incrementa en forma contínua. Con la mediación de China, desde el 10 de marzo de 2023 Arabia Saudí e Irán restauraron sus relaciones diplomáticas y aunque la puesta a punto de los documentos de respaldo llevaría un par de meses, ya firmaron acuerdos referidos al comercio e infraestructura tecnológica. La falta de soporte de Washington a Arabia Saudí en Yemen y sus ambiciosos programas nucleares de uso civil, la respuesta limitada a los ataques con drones de 2019 y 2022 contra los EAU y la misma Arabia Saudí y el intento de los Estados Unidos de presionar a Abu Dhabi y Riad para bajar el precio del petróleo en función de la situación en Ucrania redujeron las comunicaciones telefónicas entre el presidente Biden y sus pares en Riad, hicieron que el Golfo enviara menos petróleo al mercado y que los EAU recibieran al presidente sirio. La política de no interferencia china es válida en el Medio Oriente, pero Beijing requiere recursos… En 2021 firmó un acuerdo petrolero por 25 años con Teherán y celebró su primera cumbre con los EAU en 2022. Con estos ingredientes, que intercediera en las negociaciones de restauración del diálogo entre Irán y Arabia Saudí simplemente simplificaba las realidades geopolíticas regionales preexistentes. China además se opone formalmente a las sanciones internacionales contra Irán, aunque gracias a ellas Beijing prácticamente cuenta con la exclusividad de productos clave iraníes. La influencia de China sobre Irán es notable —y observa muy de cerca los desarrollos nucleares iraníes— pero mantiene su diplomacia de equilibrio entre facciones rivales del Golfo. El mismo mes que el presidente Xi visitó Riad, China abrió su primer consulado en Siria, en Bandar Abbas. Cuando se levanten las sanciones contra Irán (no hay fecha pero invariablemente en algún momento se levantarán y a la milenaria China no le importa esperar), Beijing estará primera en la lista para beneficiarse. Su premisa es: “no tomar partido… no hacer enemigos”. De ahí la base de su política con Rusia.

5.- El realineamiento de la política exterior de Turquía reforzando sus relaciones con los EAU e Israel (además de la ya mencionada normalización de relaciones con Siria y hasta con Arabia Saudí), han mejorado notoriamente desde 2022, con lo que su rol como potencia estabilizadora regional asociada a la OCS resulta cada vez más estratégico. Y ésta fue una gran noticia pues históricamente las relaciones habían sido pésimas. El actual escenario de diplomacia, independientemente del grado de éxito alcanzado, ha permitido acuerdos como los de Abraham, el foro de Negev, I2U2 (India, Israel, EAU y Estados Unidos), entre otros.

6.- Independientemente de las relaciones ya mencionadas entre China, Arabia Saudí e Irán, también se destaca la relación entre China y Turquía. Aunque China cuenta con una base militar —la única en el exterior— en la estratégica Djibouti, la magnitud de la misma es ínfima en relación con el poderío estadounidense. La seguridad regional ha estado tradicionalmente ligada a Estados Unidos y China no parece interesada en competir en ese terreno. Pero ambos actores juegan en Medio Oriente y el campo de batalla tiene que ver con las telecomunicaciones, la Inteligencia Artificial (IA) y el potencial industrial del Golfo —liderado por China— y con efectos en toda Eurasia. Y no se pueden desestimar las relaciones entre China y Turquía (miembro de la OTAN). Es que China, a diferencia de Estados Unidos, sí tiene planes para cambiar la economía regional con infraestructura digital, con infraestructura en medios de comunicación —nuevamente ligada a la IA— y con la capacidad para salvar económicamente a economías en crisis. Beijing triplicó desde 2019 sus exportaciones a Ankara y la ayudó a superar la crisis monetaria de 2022. Huawei y la construcción de redes 5G en la mayoría de los países del Golfo (Proyecto Huawei del Mar Rojo sobre energía solar, 2019) inspira pánico en Washington que considera que esa red puede recopilar inteligencia sobre aviones estadounidenses. Huawei proporciona la mayor parte de la banda ancha de Turquía.

7.- India y Rusia también se encuentran cada vez más próximas. El pragmatismo ideológico del gobierno del Primer ministro de la India, Narendra Modi, lleva al país a ampliar su participación estratégica y de seguridad en este Nuevo Orden multipolar propuesto desde Asia. Subramayam Jaishankar, ministro de Asuntos Exteriores de la India, ha calificado las relaciones con Rusia como una de las más estables en las relaciones globales. Incluso ante las presiones occidentales respecto de Ucrania, el gobierno indio ha respondido que sus decisiones responderán a su propio interés. Y al respecto continúa intensificando sus compromisos económicos: acuerdos de libre comercio, fabricación en India de material estratégico con patentes de Rusia, etc. Washington parece resignada, aunque intenta buscar alguna alternativa atractiva para de alguna manera recuperar a India. Si la propuesta es incrementar el desarrollo de Delhi atribuyendo al país un rol como garante de la seguridad continental: India no requiere este reconocimiento de Washington pues ya es un actor reconocido como potencia en ese continente y en muchos Estados no asiáticos (miembro del G-20, BRICS, Grupo Quad, etc.). India es importante comprador —y revendedor— de hidrocarburos rusos y a cambio coloca manufacturas indias en Rusia y en el mundo, la aceptación de tarjetas Ru-Pay indias y las Mir rusas en sus intercambios, los corredores marítimos entre Vladivostok y Chennai también benefician esta relación… Desde que Rusia decidió dar la espalda a Occidente —o viceversa—, el comercio bilateral con Delhi superó los 50.000 millones de dólares (abril 2022-marzo 2023), meta que Rusia e India esperaban alcanzar hacia 2025. No menos importante: la aproximación entre ambas potencias permite a India acceder a Siberia, al Ártico y al Lejano Oriente ruso y todos sus recursos. India aboga por un orden internacional multipolar democrático y Rusia no tiene reparos al respecto.

8.- Pakistán finalmente inició su aproximación a la OCS. A pesar de haber ingresado —como India— en 2017, Islamabad fue renuente a participar en esta Organización. Pero la sorpresa en la Cumbre ministerial de la OCS en mayo pasado fue la asistencia del Ministro de Relaciones Exteriores de Pakistán, Bilawal Bhutto Zardari, primera presencia nacional en 12 años. Ante las tensas relaciones entre su país e India, su joven presencia (33 años) fue considerada como muy favorable. Celebró dos cumbres bilaterales con sus pares de Rusia y Uzbekistán y asistió a todos los eventos durante la Cumbre. Posteriormente el cálido apretón de manos con su homólogo indio en la cena de gala indicó a los múltiples medios de comunicación presentes que la posibilidad de la presencia física (no virtual) del Primer Ministro Shahbaz Sharif en la Cumbre de julio 2023 es alta. Este dato resulta llamativo: el último enfrentamiento bélico entre ambos países ocurrió entre el 14 de febrero y el 22 de marzo de 2019 y causó cerca de 50 bajas, mayoritariamente indias. Sería deseable considerar a la próxima Cumbre una oportunidad para que ambos países allanaran sus diferencias históricas. Pero hasta el momento, el gesto de ambos dignatarios presentes muestra una tendencia que no puede permanecer ignorada.

9.- Arabia Saudí y Siria —junto con Jordania, Egipto e Iraq— a través de sus ministros de Relaciones Exteriores se pusieron de acuerdo para que Siria regresara a la esfera regional. Solicitaron en mayo en Amman el establecimiento de lazos militares y de seguridad con Damasco para eliminar la interferencia extranjera en Siria, apoyar las instituciones de este país para que pueda controlar todo su territorio e imponer el estado de derecho y principalmente lograr el fin de la ocupación estadounidense. La administración Biden tiene efectivos en el 30% del territorio sirio. El 18 de mayo el presidente sirio al-Assad llegó a la ciudad portuaria saudí de Yeda donde fue recibido por el secretario general de la Liga Árabe, Ahmed Abulgueit y altos cargos sauditas. Riad ha dado un giro a su postura previa para poner fin al conflicto iniciado entre ambos Estados en 2012.

10.- Las relaciones entre China y Rusia son complejas, asombrosas y de público conocimiento. Sin embargo su análisis justifica un tratamiento individual en otro escrito.

Conclusiones

Existen numerosas iniciativas quizás menos notables que las enunciadas, aunque cualquiera de ellas puede transformarse en un movimiento clave. La actual dinámica geopolítica obliga a permanecer en alerta estratégica.

Todas estas tendencias no pasan desapercibidas para Washington. La percepción más generalizada es que los Estados Unidos han perdido credibilidad a lo largo de las últimas décadas, principalmente en el Golfo y en el mundo árabe. Los desarrollos en Iraq, Afganistán, Siria, las Primaveras árabes, con una gestión Biden que continúa su estrategia de “difundir democracia” en el mundo son contradictorios y despiertan el escepticismo regional. Occidente se ha involucrado en diferente grado en conflictos de larga duración en el Medio Oriente, como el árabe-israelí y otros más actuales como los de Iraq, Irán, Líbano, (Libia y Sudán en África), Siria, Yemen…

El último acierto diplomático de Washington fue el acuerdo de Camp David, del que ya transcurrieron 45 años y aún quedan detalles por pulir.

La distensión Arabia Saudí-Irán incomoda a los Estados Unidos, la reducción de su influencia en los países del Golfo, la presión para abandonar Siria, el fracaso del Acuerdo de Abaham[3], la pérdida de mercados, la mayor importancia de India y China en el mundo, Rusia cada vez más cómoda en Asia son solo algunos aspectos que alteran los cálculos de la gestión de Washington.

En general los gobernantes árabes —siempre seducidos por el modo de vida occidental— se aproximan política y estratégicamente más a Rusia, China y el entorno asiático en general: miran más hacia el Este. Cada vez más señales indican que el futuro de la humanidad dependerá del continente asiático y las relaciones que sus potencias establezcan.

 

* Profesora y Doctora en Geografía/Geopolítica, Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Magíster en Relaciones Internacionales, UNLP. Secretaria Académica de la SAEEG.

 

Referencias

[1] Recordemos que los integrantes permanentes de la OCS son China, Rusia, Tadjikistán, Uzbekistán, Kirguizstán, Kazakhstán, Irán (2022), India y Pakistán. Son observadores Mongolia, Afganistán y Belarús mientras que son socios para el diálogo Turquía, Arabia Saudi, Azerbaiján, Armenia, Qatar, Camboya, Nepal, Sri Lanka y Egipto. Los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Kuwait Maldivas y Myanmar recibieron el estatus de socios.

[2] Para detalles ver: Stanganelli, Isabel. “Aproximación Siria-Turquía, mediación de Rusia y reacciones de Estados Unidos”. En SAEEG, 09/05/2023, https://saeeg.org/index.php/2023/05/09/aproximacion-siria-turquia-mediacion-de-rusia-y-reacciones-de-estados-unidos/

[3] El “Acuerdo de Abraham”, firmado el 15 de septiembre de 2020 entre Israel, los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Bahréin promovió que se abrirían embajadas y promovería la cooperación en el comercio, el turismo, la tecnología, la energía y la seguridad al tiempo que suspendía planes de Israel de anexar partes de Cisjordania. El acuerdo generó controversias y críticas por grupos y países que apoyan la causa palestina y finalmente fracasó.

 

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¿QUÉ NOS DICEN LOS CULTIVOS DE ADORMIDERA EN AFGANISTÁN?

Isabel Stanganelli*

Imagen de Gordon Johnson en Pixabay

«Afganistán es el modelo de lo que se puede alcanzar en Iraq».

George W. Bush, discurso ante la Asamblea de la ONU.

 Septiembre 2002

 

Hubo batallas, sucesivos presidentes, cambios de Constitución, rotación de «responsables» de garantizar la paz y la «democratización»  vigente en Occidente. Estamos refiriéndonos a 20 años, el doble de la estancia soviética en el país.

Y me referiré solamente a un aspecto de las actividades y objetivos en Afganistán durante esas dos décadas: los cultivos de amapola.

Resulta de utilidad mencionar que luego del petróleo y las armas, las drogas son el tercer producto mundial de comercio. El Triángulo de Oro —Myanmar, Laos, Tailandia— había sido la mayor zona productora de opio[1] del planeta durante la Guerra Fría, pero la Media Luna de Oro —con Afganistán como punto de partida— pronto sustituyó con creces a la anterior como parte de la post Guerra Fría[2]. Y fue justamente una buena fuente de ingresos durante la resistencia a la ocupación soviética 1979-1989.

La cuestión es que en 2003, una hectárea, cultivada con trigo rendía US$ 350, una con adormidera —en un 75% amapola blanca— rendía US$  6.150. Si tenemos en cuenta que este cultivo es menos exigente, es fácilmente colocable en el mercado, su valor es ínfimo en relación con el valor de venta final por lo que los compradores pueden incrementarlo sin mayores pérdidas —siempre tendrán consumidores en el ancho mundo—, puede ser guardado o acopiado indefinidamente y permite comprar todo lo imaginable: armas, alimentos, protección… Resulta el producto perfecto para sostener una guerra y también para reconstruir un país. 

Evolución de los cultivos

Este cultivo existe en Afganistán desde hace siglos, pero hemos visto que su uso comercial se inició durante la ocupación soviética del país. Los muyahidines —sostenidos por la CIA— tenían cultivos. Enviaban la morfina base a Pakistán o a Turquía donde era transformada en heroína. Tanto la resistencia a la ocupación soviética como la posterior guerra civil entre los grupos que habían expulsado a los soviéticos, pero que no lograron acuerdo para gobernar el país, fueron destruyendo las infraestructuras agrícolas, los principales canales de irrigación y las rutas al mercado de todas las restantes fuentes de ingreso nacionales, además de producir la emigración de la población. Con respecto a la población más capacitada, comenzó a destacarse en foros científicos y académicos en países vecinos y ya no regresaron.

Después del retiro soviético, y ya sin Rocky ayudando, el país perdió los subsidios de Moscú, no recibió más ayuda de Washington ni del resto del mundo —salvo la ocasional de Pakistán—. Los señores regionales de la guerra, líderes de tribus y clanes, lucharon entre sí, provistos de importantes fuerzas a las que pagaban, alimentaban, vestían y armaban —y cuya fidelidad compraban— con el dinero que aportaban los crecientes cultivos de opio.

Era la última década del siglo XX y en su transcurso Afganistán no solo sustituyó al Triángulo de Oro en la producción de opio sino que recibió la actividad de Pakistán, donde estaba comenzando a ser considerada ilegal.

Hacia 1996 el grupo mayoritario pashtún de ideología talibán logró imponerse a la Alianza del Norte (uzbekos, tadjikos, hazaras) y tomó Kabul. Entre sus medidas impuso la reducción de esta producción y solicitó ayuda internacional para subsidiar a los campesinos que sustituyeran este cultivo. Recibieron unos 630.000/año durante cinco años… Colombia recibió en el mismo lapso 399 millones anuales…

Como consecuencia, los cultivos en Afganistán no se redujeron: pasaron de 58.400 hectáreas en 1997 a 91.000 en 1998. Y siguieron incrementándose. Los campesinos necesitaban alimentarse y recuperarse de los daños producidos por los conflictos. Lamentablemente éstos continuaron.

Fue exactamente en 1999 cuando la producción de 4.565 toneladas superó a la de todo el resto del mundo incluyendo al Triángulo de Oro, llegando a alcanzar el 70% del total mundial.

Sin embargo en el año 2000 se redujo a 3.300 toneladas en plena época de cosecha —julio—; el entonces gobernante Mullah Omar prohibió los cultivos, hizo incendiar los laboratorios de heroína y encarcelar a los campesinos que no destruyeran sus cultivos. Esta decisión se debió a que Washington afirmaba que el gobierno talibán se sostenía con armas adquiridas con los ingresos provenientes del opio. En 2001 se siguieron reduciendo las hectáreas cultivadas, 1.625 hectáreas, 96% de reducción. Posiblemente el 4% restante proviniera de áreas aún no controladas por los talibán, las de la aún beligerante Alianza del Norte.

La llamativa reducción en 2001 fue y sigue siendo objeto de numerosas especulaciones: ¿se buscaba reducir la oferta para aumentar su precio? (personalmente no creo pues esto beneficiaba a la alianza rival septentrional), ¿se procuraba lograr el reconocimiento del gobierno por la ONU?, ¿el levantamiento de sanciones y la ayuda internacional? Al menos la solicitaron. Y lograr reducir en un año el 96% de un cultivo no deja de ser un logro asombroso.

Numerosos diplomáticos occidentales advirtieron que si se perdía este gesto los cultivos volverían. Pero el entonces presidente Bush Jr. bloqueó cualquier gesto a favor de la rehabilitación diplomática de los talibán al reclamar la entrega de Osama bin Laden como consecuencia de 11-S.

Afganistán «protegida» por Occidente

En 2002, ya sin los talibán, la ONU señaló el colapso total de la ley y el orden en Afganistán. Según Estados Unidos se plantaron 30.700 hectáreas, 74.000 según la ONU y hubo provincias que hasta incorporaron cultivos de cannabis —marihuana—. En 2003 la ocupación entregó semillas de trigo para sustituir el cultivo de adormidera, pero curiosamente donde se entregaron esas semillas fue donde más se cultivó amapola y ese año se produjo 6% más opio que el año anterior, 75% del opio del mundo con 61.000 hectáreas bajo cultivo —según Estados Unidos—, 80.000 para la ONU, el doble de superficie que en 2002.

Gran cantidad de sindicatos, organizaciones y hasta campesinos y funcionarios preferían compartir las ganancias antes que combatir: «vuelva en una semana y no encontrará los cultivos». Por pocos dólares negaban haber visto siquiera laboratorios. «Los americanos están enojados…. destruyamos algunos cultivos a orillas del camino»… El gobierno carecía de capacidad para investigar la corrupción oficial por drogas.

En 2004 el área cultivada se incrementó en 40%, incorporándose áreas nuevas y se esperaba que para 2005 el incremento de cultivos fuera del 43%. La ONU señaló un gran deterioro en la situación general y la existencia de campos que incorporaron maquinaria nueva, algo no hallado en otros cultivos.

Las familias próximas a Kabul que destruyeron los cultivos de opio quedaron en la miseria: se instalaron minas en sus campos para evitar nuevos cultivos.

Este era el gráfico de la evolución de la producción desde el retiro soviético hasta los primerísimos años de la ocupación occidental.
La misión de Estados Unidos y la OTAN en Afganistán

En 2020 se cultivaban 224.000 hectáreas. Ya en 2018 la Oficina de Drogas y Crimen de la ONU aseguró que los opiáceos colaboraban entre el 6 y el 11% del PBI y superaban el valor de los servicios y bienes exportados. Afganistán ya estaba superando en producción el 90% mundial[1].

Curiosamente se responsabilizó y se sigue culpando a los talibán de dicha evolución y cae en el olvido la reducción del 96% de los cultivos decretada por el Mullah Omar antes de su destitución y la ocupación del país por Occidente. La elevada distribución de los cultivos es un hecho documentado y creciente a partir de 2002, coincidente con la ocupación extra continental.

Luego de 20 años en Afganistán, de haber implementado estrategias de toda índole y de haberse retirado cediendo nuevamente el gobierno al entonces derrocado régimen que había eliminado el cultivo en forma drástica, hoy se acusa a los talibán de enriquecerse con el mismo. Contradicción…

Reconocer la imposibilidad de controlar los cultivos por parte del gobierno de Estados Unidos y la OTAN debido a que no controlaban la totalidad del territorio ni aun habiendo permanecido 20 años es un argumento que se contradice con las noticias que recorrieron el planeta durante ese período.

De todos modos ya había algunos indicios de que algo no estaba saliendo bien… En 2017 el Washington Post informó que soldados estadounidenses pagaban a los granjeros para que dejaran de cultivar la amapola, intentaron esterilizar los suelos con productos químicos, bombardearon laboratorios[2] —operación «Tempestad de hierro»— y hasta llegaron a ocuparse de arrancar flores con las manos. Fue el año en que la superficie cultivada superó holgadamente las 300.000 hectáreas. Y es fácil deducir que si hubieran estado cerca de lograr erradicar los cultivos habrían sumido en la pobreza al pueblo al que querían «liberar». Nueva contradicción… El pueblo se habría lanzado contra los «liberadores».

Conclusiones

La Alianza occidental no había aprendido nada del pasado. Para los afganos, vencedores ante Alejandro, el imperio británico y el soviético, esta última incursión no fue más que otra invasión bárbara y la resistieron como a las anteriores con los recursos y alianzas que se les presentaron. Continúa siendo un bastión en el centro de Asia.

Por otra parte, llama la atención la desigualdad absoluta entre los dos contendientes. ¿Con qué estrategia ingresaron Washington y sus aliados en Kabul? ¿Asignar el control de Kabul a ciertos socios internacionales —hasta que se hizo cargo la OTAN— mientras las tropas estadounidenses presentaban dudosas batallas en el sur sin saber si los señores de la guerra que los protegían en realidad eran «leales»?

¿Obligando a intervenir a Pakistán para restar «profundidad estratégica» a los talibán? Esto también resultó una mala decisión como comprobamos con los bombardeos y la destrucción por drones de este país vecino que «no estaba ayudando lo suficiente».

Hemos visto que la batalla contra la adormidera resultó perdida y patética.

Además… en 20 años ¿no pudieron contar con al menos un estratega capaz de lograr algún triunfo, algo que aunque fuera por un instante iluminara esta estéril agonía de dos décadas que terminó con la entrega del poder a los mismos que habían sido derrocados y el abandono a su suerte de aquellos afganos que decidieron apostar por la superpotencia?

No hubo planeamiento estratégico y si entre los integrantes de la coalición hubo alguien capaz de advertir el peligro, no fue escuchado.

Lamentablemente Sherman Kent no se equivocó al advertir que por acertada que fuera la evaluación de los analistas y estrategas, nada obliga a quienes comandan a escucharlos.

 

* Profesora y Doctora en Geografía/Geopolítica, Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Magíster en Relaciones Internacionales, UNLP. Secretaria Académica de la SAEEG.

 

Referencias

[1] El opio es base para producir morfina, goma de opio y heroína.

[2] Si bien la Media Luna de Oro originalmente se refería a Afganistán, Irán y Turquía, la situación internacional la transformó en el principal centro de producción y origen de rutas, principalmente hacia el norte, oeste y sur de esta república.

[3] “El lucrativo negocio del opio. La guerra de las amapolas: el fracaso de EEUU en Afganistán que aupó a los talibanes”. El Confidencial, 21/08/2021, https://www.elconfidencial.com/mundo/2021-08-21/guerra-taliban-eeuu-afganistan-amapolas-heroina_3238702/ [consulta: 20/02/2023].

[4] Hubo más de 200 bombardeos que debieron ser suspendidos debido a su alto costo y a la vez a su ineficacia.

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TURQUÍA Y LOS BALCANES. OTOMANISMO POR OTROS MEDIOS.

Cristian Beltrán*

28 de junio de 1389, punto de inflexión en la historia de los pueblos balcánicos; las fuerzas otomanas de Murad derrotan a los serbios en el Campo de los Mirlos, Kosovo. Así se dio inicio a la conquista de los Balcanes. Griegos, búlgaros, albaneses, bosnios, montenegrinos, serbios y croatas cayeron bajo dominio otomano no sólo en los terrenos político y económico, sino también cultural y social, comenzaría así la islamización de los cristianos especialmente en Bosnia, Albania y el sur de Serbia. En ese entonces, la fuerza militar y la guerra decidieron la política exterior turcomana hacia Europa. Cinco siglos después, en el XIX, el Imperio Otomano empezaría su retirada de tierras balcánicas bajo el influjo de los levantamientos nacionalistas, hasta su derrota final en la I Guerra Mundial[1].

Sobre el despojo de ese imperio surgió la Turquía moderna y secular de Kemal Ataturk, el padre de la patria turca, más cercana a Europa, a pesar de su tradición islámica, que a Oriente Medio. Tanto es así que Turquía se convirtió en el principal socio político y aliado militar de Occidente durante la Guerra Fría como miembro de la OTAN. A partir de 1991 y tras la caída de la Unión Soviética y la consecuente expansión europea hacia el este, el espacio balcánico comenzó a cambiar. El comienzo del siglo XXI ha marcado un reacomodamiento de piezas en el tablero geopolítico de los Balcanes, la ampliación de la Unión Europea (en adelante UE) hacia la región se estancó con algunos de los estados ya como miembros plenos, Grecia y Croacia y otros en proceso de adhesión como Serbia, Montenegro, Albania o Macedonia. En el caso de Bosnia-Herzegovina, el estado más volátil de la región el proceso de incorporación sigue congelado.

En este contexto, el resurgimiento del poderío turco solo se puede entender a partir la anarquía reinante del sistema internacional caracterizado por disputas a escala global y regional con actores que van desde los EE.UU. hasta China pasando por Rusia, Alemania o Francia. En esta especie de río revuelto, Turquía comenzó a tomar protagonismo a través de una política más activa con su vecino inmediato, los Balcanes, aprovechando la inercia de Europa occidental con respecto a la región, el foco de los EE.UU puesto en Oriente Medio y en China y la posibilidad de ruptura política en Bosnia. La creciente influencia turca en los Balcanes se inició con la llegada de Recep Tayyip Erdoğan (Partido de la Justicia y el Desarrollo) al poder en 2014, como presidente[2]. La nueva concepción de la política exterior turca, hastiada de las interminables negociaciones entre Ankara y la UE para que Turquía acceda de una vez por todas a la comunidad, propició un giro de aquella y un salto del protagonismo turco en el espacio geopolítico circundante. De esta manera, Erdoğan definió a Turquía como un poder regional en ascenso capaz de intervenir como en asuntos internacionales que van desde la inversión financiera en obras hasta ser garante en procesos de paz. El gobierno de Ankara comenzó a prestar especial atención a lo que alguna vez fue el espacio geopolítico otomano, espacio de suma importancia ya que el eje Turquía-Balcanes es vital para el transporte de gas y petróleo desde el mar Caspio hacia Europa. Pero además, Turquía se ha convertido recientemente en un actor clave de la región en otro aspecto como es el de los refugiados de la guerra en Siria; el aluvión de desplazados se ha direccionado hacia Turquía como escala previa a los países de la UE a través de las rutas de Serbia, Bosnia o Albania, en este sentido, el gobierno de Ankara sabe de su importancia como escudo anti inmigratorio o en todo caso como «filtro» de los mismos para llegar al resto de Europa.

Desde esta nueva perspectiva, Turquía ha emprendido recientemente una política decididamente activa en todos los campos sin desprenderse de los lazos que aún tiene con la UE. Una de las causas es la necesidad del gobierno de Ankara de prestar apoyo a los casi 3.000.000 de musulmanes (en Bosnia, Serbia, Albania, Macedonia) que habitan la región y especialmente a los que sufrieron las consecuencias de las guerras en la ex Yugoeslavia. En este sentido Turquía ha iniciado conversaciones con Serbia, pieza clave en el tablero de ajedrez balcánico y cuya historia nacional se cimenta sobre el recuerdo de la guerra con los turcos como señalamos al comienzo, lo que ha significado un paso importante en la estabilidad regional. El gobierno de Ankara se ha presentado como una fuente de financiamiento externo, como señala el portal de noticias Euronews: «en los últimos años Turquía ha multiplicado su presencia en la zona, tanto política como económica. Ha financiado y participado en la construcción de la autopista que une Belgrado con Sarajevo. Tanto la Unión Europea como los países vecinos esperan que se complete este proyecto de transporte por carretera como señal de progreso en estos momentos de tensión»[3]; sino también como mediador en el conflicto entre Serbia y Kosovo, de mayoría musulmana, en este sentido como lo señala el propio Erdoğan en su visita a Serbia: «Hemos hablado durante mucho tiempo sobre temas importantes, sobre la estabilidad en la región. Hemos hablado sobre lo importante que es mantener la paz»[4].

«Bajo el proyecto de la Profundidad Estratégica (Stratejikl Derinlik) diseñado por Ahmet Davutoğlu (ministro de Asuntos Exteriores entre 2009 y 2014 y primer ministro de Turquía entre 2014 y 2016), Turquía debería convertirse en un actor regional y global de primer orden, para lo cual debería llevar una política de cero problemas en la que la mediación y la buena vecindad serían principios básicos. La base ideológica de esta nueva política se basaba en encontrar los rasgos comunes históricos, religiosos y culturales con los países vecinos y usarlos como una herramienta para profundizar en las relaciones. En esto la diplomacia pública jugó (y juega actualmente) un papel fundamental, ya que desde entonces los Balcanes, pero especialmente Bosnia y Albania, son considerados aliados naturales de Turquía por ser de mayoría musulmana y por su pasado otomano común»[5].

En este contexto Turquía está dispuesta a jugar un rol estratégico en su relación con los pueblos balcánicos y en especial con Bosnia-Herzegovina, en este sentido el presidente turco expreso en un reciento foro económico bosnio-turco que «Como la República de Türkiye, siempre hemos dado una peculiar importancia a las relaciones con Bosnia y Herzegovina. Nuestra política sobre este país siempre ha sido sincera, objetiva, inclusiva y unificadora. En esta geografía, donde los diferentes grupos étnicos y religiosos tienen que convivir, las divisiones étnicas y religiosas no producirán más que dolor y lágrimas…»[6]. Sin dudas que este creciente protagonismo de Turquía en su histórico espacio de interés va de la mano con el estancamiento de las negociaciones entre la UE y Ankara, y es esta situación la que le permite al gobierno turco aumentar su influencia en la región, como señalan Levaggi y Limia: «La “desilusión” del gobierno turco con Occidente no solamente se aplica a sus socios europeos, sino también a EE.UU. y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), a la que se acusa de apoyar a enemigos que trabajan para “desestabilizar” el país. Como alternativa a su horizonte europeísta, han crecido las voces dentro y fuera del gobierno para explorar una opción “eurasianista”» mediante el fortalecimiento de los vínculos con Rusia y China»[7].

Cabe preguntarnos si los turcos aún están realmente interesados en ser miembros de la UE o en realidad ese contexto le permite erigirse como un actor de peso regional, con más ganancias que pérdidas, a pesar del discurso de su presidente que insta a la UE a que «se deshaga de inmediato de su ceguera estratégica» y haga avanzar el proceso de adhesión de Turquía al bloque en el marco de una «agenda positiva»[8]. Como señala Herrero de Castro, «Turquía se postula, y así debería ser visto, como un renovado y emergente poder regional que ha comenzado el proceso para recrear la hegemonía, la presencia e influencia regional que anormalmente había dejado de ostentar desde el final de la Primera Guerra Mundial. La pregunta no es, hacia dónde va Turquía, sino hasta dónde quiere llegar»[9].

 

* Licenciado en Historia por la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba. Investigador free lance sobre asuntos balcánicos y del Cáucaso. Adscrito a la Cátedra de Historia Contemporánea (2011-2012) en la Escuela de Historia de la misma facultad. Docente dependiente del Ministerio de Educación de la Provincia de Córdoba. Miembro de la SAEEG.

 

Referencias

[1] La derrota del Imperio Otomano en la I Guerra Mundial determinó su desintegración territorial y política y el nacimiento de la República de Turquía.

[2] Tras haber dirigido el país como primer ministro durante 11 años, Erdoğan fue elegido presidente en primera vuelta en el verano de 2014. Luego de su elección, declaró que, como consecuencia de ello, «en los hechos, el régimen se volvió presidencial», algo que quedó refrendado por un referéndum en 2017.

[3] «El-presidente-turco-erdogan-promete-su-ayuda-a-serbia-para-promover-la-paz-en-los-balcanes». Euronews, 07/09/2022, https://es.euronews.com/2022/09/07/el-presidente-turco-erdogan-promete-su-ayuda-a-serbia-para-promover-la-paz-en-los-balcanes.

[4] Ídem.

[5] Ortega Sánchez, C. «Diplomacia Turca en los Balcanes». Geopol, 15/10/2022, https://geopol21.com/diplomacia-turca-en-los-balcanes/.

[6] «Erdogan-las-divisiones-etnicas-y-religiosas-no-produciran-mas-que-dolor-y-lagrimas». TRT, 07/092022, https://www.trt.net.tr/espanol/turkiye-1/2022/09/07/erdogan-las-divisiones-etnicas-y-religiosas-no-produciran-mas-que-dolor-y-lagrimas-1876669.

[7] González Levaggi, A, Limia, E. «El “outsider”: Turquía y la utopía europeísta». Nuso.org, Nº 270, julio – agosto 2017, https://nuso.org/articulo/el-outsider-turquia-y-la-utopia-europeista/.

[8] «Erdogan-las-divisiones-etnicas-y-religiosas-no-produciran-mas-que-dolor-y-lagrimas». Op. cit.

[9] Herrero de Castro, R. «La emergencia de Turquía como potencia regional». Real Instituto Elcano, 23/01/2008, https://www.realinstitutoelcano.org/analisis/la-emergencia-de-turquia-como-potencia-regional-ari/.

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