Todas las entradas de: SAEEG

ORIENTE MEDIO EN LLAMAS

F. Javier Blasco*

Los términos “Oriente Próximo” y “Oriente Medio” se refieren a la misma región de sudoeste de Asia que incluye: Arabia Saudí, Bahréin, Chipre, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Irak, Irán, Israel, Cisjordania y la Franja de gaza (Territorios Palestinos), Jordania, Kuwait, Líbano, Libia, Omán, Catar, Siria, Turquía y Yemen. Una parte del mundo que ya desde el imperio romano se la viene definiendo como el Oriente o el lugar por donde, cada día, aparece el sol.

Una región que crece y se desarrolla en torno al también denominado Mediterráneo oriental y sus tierras aledañas. Región, que ha sido origen y fuente de culturas, riquezas, imperios, desarrollos de la ciencia o religiones y sobre todo, de enfrentamientos no solo entre los aborígenes y vecinos del lugar sino, en muchas ocasiones, con implicaciones del resto de Europa y en los últimos cien años, también de EEUU.

No hace falta ser un lince ni un especialista en geopolítica para saber que dicha zona es constantemente una caldera hirviendo donde se cuecen muchos acuerdos, convenios, tratados e implicaciones internacionales y que ha incrementado su interés, importancia o enjundia desde el descubrimiento del petróleo y sus derivados energéticos.

Basta con ojear la prensa y tener unos pocos conocimientos de la historia reciente para entender que las tensiones políticas y enfrentamientos bélicos por reivindicaciones territoriales o por la explotación de recursos en el área, aumentan y disminuyen de forma constante entre los diferentes países de la zona y con implicaciones más o menos fuertes, directas o indirectas de Organizaciones Internacionales o países no aborígenes, que mantienen o fomentan cambiantes apoyos o reacciones en función de sus sustanciosos intereses creados en la zona.

Plagada de importantes y cruentas guerras abiertas durante décadas o cerradas en falso; estados fallidos; peligrosas alianzas; constantes aspiraciones para el logro del dominio zonal; una constante búsqueda y explotación de recursos energéticos o del dominio de los vecinos; fratricidas luchas religiosas; necesidades de crear zonas de protección o amortiguamiento entorno a su fronteras; inusitadas y desproporcionadas carreras de armamentos —Arabia Saudí fue el mayor comprador de armamento del mundo el año pasado— y la muy perseguida búsqueda e incremento o mejora del arma nuclear a través de laboratorios de enriquecimiento o centrales de dicho tipo, que les proporcionen el necesario combustible.

Zona donde las tradicionales grandes potencias (Rusia y EEUU) mantienen políticas encontradas, basadas en su propia permanencia, prestigio internacional, punto de proyección y como medio de fomentar la necesidad de crear los necesarios apoyos en su búsqueda de mercados armamentísticos y dependencias prolongadas en tecnologías, protección y seguridad. Un amplio y cada vez más rico mercado donde poder comprar y exportar productos de todo tipo, por lo que últimamente empieza a despertar el interés del principal negociante a buen precio, China, que trata de satisfacer sus inagotables necesidades energéticas y de fomentar diversas inversiones para de este modo, poder establecerse de forma permanente rellenando los huecos y espacios que el resto pueda dejar.

Con demasiados gallos en un mismo o acotado corral (Israel, Turquía, Irán y Arabia Saudí) pretendiendo dominarlo o, al menos, propiciarse de los beneficios derivados de la extracción de sus productos petrolíferos sin límite en el tiempo y en grandísima cantidad. Con la aparición relativamente reciente en la arena internacional de países que no eran nada más que pobres espacios desérticos y un sinfín de secanos arenales con algún que otro palmeral; pero que ahora, tras la aparición del petróleo y sus derivados se han convertido, en muy pocos años, en países ricos y punteros que hablan de tú a tú al resto del mundo y ya se atreven con todo, hasta con escudriñar el mundo espacial (Irán, Emiratos Árabes e Israel).

Aunque son muchos los países y conflictos en la zona, no obstante, me gustaría resaltar algunos de ellos que por su idiosincrasia, trascendencia e importancia, siguen engordando y dando la lata, ya que algún día nos pueden salpicar y porque de no pararse o finalmente apaciguar, pueden ir evolucionando a peor o de tal manera que sus complicaciones puedan acarrear resultados nefastos para el resto de la humanidad.

En primer lugar, citar los inagotables y siempre calientes conflictos en Siria y Libia que se han internacionalizado aún mucho más y en los que el papel de Erdogan toma cada día mayor importancia ya que se le acaban las excusas para participar en ellos y que se ve obligado, sobre todo en Libia, a desplegar fuerzas propias disfrazadas de mercenarios, para que no les lluevan mayores críticas desde la Comunidad Internacional.

La propia Turquía y su deriva hacia la rigurosa religiosidad islamista, al contrario del legado de Atatürk, país que no cesa de buscarse conflictos internos y externos con todos sus vecinos y aliados como su empeño en el exterminio de los kurdos o con EEUU con la compra de armamento a Rusia (S-400) en una especie de intento de Erdogan de recuperar parte o la totalidad del poder y el dominio que ejerció durante más de seis siglos el Imperio Otomano, imperio que alcanzaba la frontera con Marruecos por el oeste, Budapest por el norte, la frontera oriental de Irán por el este y la punta más occidental al sur de la Península Arábiga.

Su gran paso internacional en el aspecto religioso ha sido convertir Santa Sofía, 15 siglos después de su construcción como la Basílica de Constantinopla en mezquita, habiendo sido en las últimas décadas patrimonio de la humanidad al centrar su uso y empleo como museo abierto a toda persona con independencia de su raza o religión. Un lugar muy  conocido mundialmente, que ha sido lugar de culto tanto para cristianos ortodoxos y católicos como para musulmanes, ha estado bajo dominio de diferentes imperios y sufrido reiteradas transformaciones.

Pero, quizá los temas más candentes actualmente en sus manos, sean los acuerdos con Rusia en materia del paso de ductos por su territorio y la polémica suscitada por la explotación de los recursos energéticos bajo las aguas chipriotas o griegas. Asunto este último, que podría desencadenar cualquier tipo de enfrentamiento militar entre ambos países con involución de la UE (Francia se encuentra ya verdaderamente implicada en el conflicto con material naval y aéreo desplazado a la zona) a pesar de que los dos pertenecen a la OTAN.

Conviene mencionar la evolución y ebullición política interna y externa de los países árabes y persa, así como con el tema de la confrontación encubierta en Yemen dando cabida a una cruenta guerra por el predominio, expansión y asentamiento final de la religión, según su propia interpretación y las suspicacias creadas esta misma semana con el acuerdo —anunciado por Trump— entre Israel con los Emiratos Árabes Unidos (EAU) para sellar la paz entre ambas partes y establecer relaciones diplomáticas con intercambio de embajadas.

El acuerdo constituye un giro geoestratégico sin precedentes en un cuarto de siglo a cambio de lograr la normalización de los lazos israelíes con un tercer Estado del mundo árabe —después de Egipto (1979) y Jordania (1994)—. Aunque aún queda mucho por desarrollar, aclarar, definir y amarrar; según el propio acuerdo, Israel acepta suspender (oficialmente, dilatar en el tiempo) la anexión parcial de Cisjordania tal y como estaba previsto en el plan de paz elaborado bajo el mecenazgo del presidente norteamericano y presentado en Washington el pasado mes de enero.

El acuerdo, además de suponer una gran baza política a nivel interno para Trump —envuelto en un proceso electoral que se le ha puesto muy cuesta arriba por su pésima gestión del COVID 19 con el mayor número de muertos totales a nivel mundial (170.000) y el hecho de que la economía norteamericana no marche todo lo bien que se esperaba— persigue establecer una nueva hoja de ruta para Oriente Medio con la idea de desbloquear y poner en marcha el “gran potencial económico de la región”.

Aunque los pasos previos no eran muy conocidos, este acuerdo no ha aparecido por generación espontánea; la actitud e implicaciones diversas de Irán en el tema de la seguridad en la región y la debacle del tan cacareado pacto nuclear —denunciado últimamente por varios de sus firmantes y el OIEA, por lo que se le puede considerar muerto de facto— ha ido moviendo, primero soterradamente y luego de forma más oficial, a Israel y a las monarquías del Golfo a mantener desde hace décadas, relaciones en temas de cooperación económica, pero fundamentalmente, en aquellos relativos a la seguridad.

Es muy posible que este acuerdo de paz y cooperación árabe-israelí haya sido acelerado, entre otra serie de factores internos, por la creciente presencia militar de Irán en los conflictos de Siria y Yemen así como por sus apoyos a Hezbollah (Líbano) y Hamás (Gaza), lo que supone una mayor necesidad del acercamiento de posiciones entre ambos actores para afrontar la emergencia de un enemigo común que, además actúa o despliega a las puertas de sus respectivas fronteras.

Este acuerdo de paz y normalización de relaciones representa, en principio, una mala noticia para Irán, país, que rechaza toda relación o contacto con Israel y aboga permanentemente por la eliminación material y física del “Estado de Israel” debido a la ocupación de la Palestina histórica. Tampoco ha servido de bálsamo de fierabrás para calmar los enrarecidos ánimos políticos en Israel (inestabilidad del gobierno tras tanto proceso electoral fallido y la gestión del Covid) ni ha sido bien acogido por gran parte de su población a consecuencia de la mencionada cesión en la aspiración territorial, aunque se la vista de un carácter de temporalidad y sin embargo, en cuestión de horas, si ha sido muy celebrado y aplaudido tanto por la ONU, como por la UE.

La reciente explosión de toneladas de viejo material altamente explosivo, mal almacenadas y sin control en el puerto y ciudad de Beirut, ha supuesto una catástrofe sin precedentes en el azotado país; se precisarán ayudas externas valoradas inicialmente en más de 20.000 millones de dólares para su reconstrucción.

El grave incidente se unió a la inestabilidad política que durante muchos meses viene reinando en El Líbano. Su inopinada aparición supuso un incremento de la misma al propiciar importantes levantamientos de la población civil. Así, las quejas y algaradas civiles que siguieron al hecho, supusieron la rápida y forzada dimisión en bloque del gobierno y ya veremos si, en un futuro próximo, no sirve de acicate o punto de entrada para que Hezbollah vuelva a tomar las riendas o tomar parte importante en la inestabilidad política del país y, por consiguiente, de toda la región.

La citada explosión es un claro ejemplo y una muestra patente de la frágil situación existente en una zona en la que todo anda manga por hombro, cogida por alfileres y en la que basta cualquier tipo de chispa para que se provoque una catástrofe de graves consecuencias locales y de alcance a nivel mundial.

En Irán, a los problemas ya mencionados y los derivados del constante incumplimiento por su parte del famoso Programa nuclear acaecidos tras el abandono del mismo por EEUU en mayo de 2018, hay que añadir el ya prolongado tema referente a los apresamientos y señalamientos de petroleros por los iraníes en su paso por el estrecho de Ormuz o, recientemente, de sus propios buques apresados por los norteamericanos cuando pretendían suministrar derivados del petróleo a Venezuela. Además de lo anterior, hay que resaltar que Teherán sigue empeñado en continuar con sus programas de armamento y misiles de diversos tipos y alcances.

Los largos y cruentos conflictos latentes, aunque bien calientes, tanto en Siria como en Libia permiten a varios actores llevar a cabo sus agendas más o menos ocultas. De entre todos los actores destacan Rusia y Turquía. El primero, busca ocupar los espacios de liderazgo abandonados por EEUU y mejorar su paso al Mediterráneo, así como su afincamiento en el mismo mediante el establecimiento de bases permanentes en Siria; por su parte Turquía, lleva a cabo acciones de acoso y exterminio contra los kurdos en la franja fronteriza con Siria como el modo de debilitar al partido de los trabajadores kurdos (PKK) que tantos problemas le acarrea en su país y como forma de intervenir en la solución internacional de conflictos zonales para mostrar su predisposición a optar al mencionado liderazgo a imagen y semejanza del papel desarrollado durante el Imperio Otomano.

Además, Rusia tiene un gran interés en mejorar y ampliar sus crecientes relaciones con Turquía al ser consciente de que ello le hará más fácil el paso por los Dardanelos e indispondrá aún más a un engorroso y a la vez, potente aliado, dentro del seno de la OTAN. Organización que, como bien es sabido, últimamente no está muy interesada en la zona y además, no atraviesa por sus mejores momentos en aspectos de financiación, cohesión y hasta de cara al porvenir de la misma en un futuro no muy lejano que, aunque solo sean posturas o rumores, han ido dejando huellas bien claras desde hace más de dos años y que ya hasta se plasman por escrito, aunque sea en un trabajo literario de memorias personales[1].

Sin pretender alargar mucho más el relato, conviene tener presente que Oriente Medio no es una zona caliente aislada en un mar en calma chicha y lleno de prosperidad. Por el este, cuenta con Afganistán, Pakistán y la India con sus correspondientes problemas locales y de vecindad que se arrastran durante muchos años y, que de vez en cuando, resurgen como el Ave Fénix para sembrar de inquietud la paz mundial. Al suroeste, linda con el Sahel, zona caliente y en ebullición donde los problemas tras el traslado de los terroristas yihadistas del Estado Islámico y las diferentes marcas procedentes de la antigua Al Qaeda siembran el horror entre los pueblos y tribus locales; tribus o pueblos que, ya estaban enzarzados de por sí en conflictos de diversa intensidad y que son el origen de la mayor parte de la inmigración que alcanza Europa por el sur. Su flanco oeste lo constituye el norte de África; zona que viene sufriendo una serie de cambios y revoluciones importantes tras la muerte y/o el derrocamiento de viejos líderes que durante muchos años mantuvieron férreamente sus posiciones y que ahora, pueden ser el germen de otra serie de conflictos internos o en sus relaciones y pretensiones vecinales a modo de guerra santa o simplemente por hacerse notar.

Sin olvidarnos del mismo Marruecos; país que lleva años en una desenfrenada carrera de compra de armamentos y firmando ciertos acuerdos de cooperación industrial y militar, principalmente con Francia y EEUU y que para más inri, acaba de acordar un sistema de apoyos y hasta ejercicios militares mutuos con el Reino Unido para convertir sus relaciones en preferenciales tras el Brexit, a modo de pinza con Gibraltar al norte. Sus recientes escaramuzas o cortas incursiones en el espacio aéreo y ciertas reclamaciones unilaterales sobre las aguas jurisdiccionales españolas —que incluyen gran parte de la islas Canarias— basadas en determinadas pretensiones de explotación de recursos del subsuelo y que van contra todo tratado y convenio internacional sobre el tema, no es un tema baladí, ni forman parte de un programa de diversión personal del monarca marroquí o para mantener distraído a su pueblo. País que arrastra desde 1975 el conflicto sobre el Sahara y su independencia, que aún sigue arrinconado en los cajones de la ONU, pero que se ha convertido en un gran grano o divieso que algún día puede explotar.

A todo esto, habrá que añadir los peligros y derivadas, aún no totalmente desarrollados en el conjunto de la zona, provenientes de la pandemia del Covid-19, pandemia que de hacerse más fuerte y altamente desarrollada, provocará sin duda, movimientos masivos de personal infectado hacia el norte o el oeste, según los casos, en busca de salvación y apoyos en sanidad.

La UE no se encuentra en situación ni dispuesta a hacer nada en la arena internacional. Al haber dejado este apartado en manos de Borrell, se aseguraron de la imposibilidad de que en los próximos años, que serán muy duros y de pocos gastos para fastos a la vista de lo visto, salvo los necesarios para salvar el propio pellejo de la Unión en el aspecto económico; por lo tanto, no se moverá más allá de las buenas palabras, bien quedas, buenos deseos, las recomendaciones y poco más.

España, que tiene parte del problema bien cercano o incluso metido en casa ya, sigue silbando y mirando para otro lado, con una ministra de exteriores muy mal preparada para temas de profundidad o enjundia y con un gobierno incapaz de manejar ningún tipo de crisis nacional o internacional. Un gobierno que nos ha llevado a las mayores cotas de incapacidad de previsión y gestión, con el mayor número de muertos y contagios y que ha convertido al país en un apestado desde el que, en estos días aciagos, huyen los pocos turistas que se habían arriesgado a venir y al que la inmensa mayoría de países amigos o aliados le han puesto en la lista negra de aquellos lugares a los que sus ciudadanos no deben o pueden visitar.

No somos nada ni política ni económicamente en el mundo ni en Europa, nos hemos convertido en un pelele y, para colmo, tenemos un presidente falsamente sonriente, que deambula por los corrillos en Bruselas y acepta todo lo que le regalan o dan; totalmente dependientes de la ayuda de los socios europeos y sin capacidad de invertir en temas de defensa y ni de seguridad propia o colectiva. Pero además, puede que en estas situaciones de dificultad, nos encontremos solos y aislados si, alguna vez, parte de lo descrito en este quilombo de riesgos y amenazas, nos afecta directamente y a alguien se le ocurre pasarnos la cuenta y hacérnosla pagar.

* Coronel de Ejército de Tierra (Reserva) de España.  Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

Artículo publicado originalmente en https://sites.google.com/site/articulosfjavierblasco/oriente-medio-en-llamas

 

Referencias

[1] “Bolton advierte de que un segundo mandato de Trump podría significar el fin de la OTAN”. Europapress, 07/08/2020, <https://www.europapress.es/internacional/noticia-bolton-advierte-segundo-mandato-trump-podria-significar-fin-otan-20200807103245.html>.

17 DE AGOSTO

“San Martín en Boulogne-Sur-Mer” por Antonio Alice (1886-1943)

La anécdota de don José de San Martín reprendiendo a su yerno por no dejar a su hija jugar con las medallas de sus condecoraciones indica claramente qué valor concedía él a los honores, casi con un eco de Camoëns y su

mejor es merecerlos sin tenerlos

que poseerlos sin merecerlos.

Y hoy que tanta vocinglera alharaca se organiza en defensa presunta de la dignidad de la mujer, recordar el epitafio que elige para despedir a Remeditos:

mi amiga.

Tanta nobleza, liberalidad y generosidad, como la manifiesta en su correspondencia con el pretencioso Bolívar (cuyo retrato pidió a su nieta, la que jugaba con las medallas, que le copiara de una miniatura que le había pedido en Guayaquil), previo a su exilio para no mezclarse con las luchas mezquinas que desgarraban el continente que había contribuido singular y paladinamente a liberar, su elección de Francia para ese retiro —y no la pérfida Albión que sí recibirá encantada a Rozas cuando llegue el momento—, su intento de obtener la aquiescencia de un español de estirpe real para gobernarnos, convicción monárquica compartida con otro inmarcesible, don Manuel Belgrano, sólo que éste, adelantándose como en tantos otros aspectos a su tiempo, propone revivir la dinastía inca. Todo para que fuera lo mejor para todos:

no es para mal de ninguno

sino para bien de todos.

concluirá su epopeya años después don José Hernández.

Y estudia en París guitarra con Fernando Sor, y recibe a un don Juan Bautista Alberdi en casa de Guerrico que antes de serle presentado describe su voz desde el vestíbulo como la resonancia de un clarín de libertad.

Parafraseando a don Jorge Luis Borges:

Lo que se cifra en un hombre.

Recordémoslo y honremos su memoria siendo dignos de ella.

 

Juan José Santander* 

* Diplomático retirado. Fue Encargado de Negocios de la Embajada de la República Argentina en Marruecos (1998 a 2006). Ex funcionario diplomático en diversos países árabes. Condecorado con el Wissam Alauita de la Orden del Comendador, por el ministro marroquí de Asuntos Exteriores, M. Benaissa en noviembre de 2006). Miembro del CEID. 

©2020-saeeg®

 

LA PESCA ARGENTINA EN ALTA MAR ES UN EJERCICIO SOBERANO IMPOSTERGABLE

César Augusto Lerena*

Hacia la década del 70 y, aún antes, llegaron al Atlántico Sur decenas de buques pesqueros extranjeros; luego, a partir de 1982, el otorgamiento de licencias británicas ilegales en el área de Malvinas, los acuerdos con la URSS y la Unión Europea, promovieron el interés en el caladero y, a partir de ello, entre 350 y 500 buques depredan en la Alta Mar los recursos migratorios originarios de la ZEE Argentina, ingresando incluso dentro de ésta. Se estiman en un millón de toneladas anuales las que estos buques extraen, de las cuales, unas 250 mil, son el principal sustento de Malvinas.

Esta pesca no es neutra desde el punto de vista de la Soberanía Nacional ni la biología, ya que los recursos forman parte de un ecosistema que estas extracciones depredan, ocasionando un grave desequilibrio. Los buques extranjeros se apropian de recursos originarios de la ZEE, de dominio del Estado Argentino, independientemente del lugar donde se capturen.

Más allá de que el Instituto de Investigación (INIDEP) debería determinar en esa área el “Rendimiento Máximo Sostenible” (la máxima captura posible sin depredar), basta saber que la Argentina desembarca oficialmente por año unas 800 mil toneladas de unos 530 buques de diversas esloras, mientras que en la Alta Mar, entre 350 y 500 buques extranjeros de gran porte pescan subsidiados en forma ininterrumpida, con trabajo esclavo, recargando combustible libre de impuestos y haciendo transbordo en la Alta Mar, para estimar, que los desembarcos argentinos se duplicarían si los barcos nacionales pescasen en esa área y, con ello, duplicarían la ocupación de mano de obra y la radicación industrial en el litoral marítimo y, seguramente, acuerdos de por medio, se desalentaría la pesca ilegal (INDNR) y el interés de pescar con licencias británicas en el área de Malvinas de la ZEE Argentina.

La pesca en la Alta Mar es entonces, por parte de los buques nacionales, un imperativo estratégico impostergable para desalentar la pesca extranjera a distancia (17.000 pesqueros chinos pescan en el mundo) con interés creciente de alimentos proteicos; la necesidad de consolidar la nuestra Soberanía Marítima, debilitar la posición británica en el área de Malvinas y favorecer los Acuerdos entre partes previstos en la CONVEMAR, con el objetivo de alcanzar la Soberanía territorial, económica, social y alimentaria.

Se debieran establecer los instrumentos y alicientes en forma URGENTE, determinando cuántos buques y de qué tipo; con qué participación y periodicidad de cada empresa; qué efectos tendría esta captura sobre las cuotas, etc. La pesca en la Alta Mar debe ser una política de Estado para administrar, íntegra, sustentable y sostenible el Atlántico Sudoccidental y asegurar nuestra Soberanía Marítima y, no llevar adelante esta práctica en forma URGENTE, supondría una violación de los funcionarios responsables (Secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca y Consejo Federal Pesquero) a los art. 1º, 4º, 5º, 22º y 23º de la Ley 24.922 y al art. 2º de la Ley 24.543 ratificatoria de la Convención del Mar (CONVEMAR) y, un atentado a la soberanía y seguridad nacional, por favorecer la ocupación británica —violando la Disposición transitoria Constitucional— y extranjera; por no proteger los derechos preferentes de la Nación sobre los recursos migratorios originarios de la ZEE Argentina; facilitar la pesca ilegal que depreda los recursos para la alimentación y la generación de empleo de los argentinos y, desatiende la competencia extranjera con materias primas argentinas —ilegalmente capturadas— en el mercado internacional, ya que si bien, la pesca en la Alta Mar es libre, debe ser responsable; no dañar el ecosistema; acordada y teniendo presente los intereses de Argentina (ribereña).

Esta acción favorecerá a que la Argentina se constituya en Estado Administrador de sus especies migratorias originarias en la Alta Mar y hacer un llamado público a la explotación en la Alta Mar.

La CONVEMAR, en su Preámbulo ya manifiesta que los Estados están “…conscientes que los problemas de los espacios marinos están estrechamente relacionados entre sí y han de considerarse en su conjunto” que, reconocen la conveniencia de utilizar en forma equitativa y eficiente sus recursos (…) preservar el medio marino y conservar sus recursos vivos (…) teniendo en cuenta, en particular, los intereses y necesidades especiales de los países en desarrollo…”, solo por ello, los buques extranjeros, podrían considerarse ilegales cuando capturan los recursos migratorios originarios (o sus especies asociadas) del país, cuando no acuerdan con la Argentina, tratándose de un país en desarrollo.

En el art. 55º y 56º de la CONVEMAR se establecen los derechos de soberanía para la exploración y la jurisdicción del Estado ribereño en la ZEE donde éste deberá tener en cuenta los derechos y deberes de los demás Estados y, en el art. 58º inc. 3 precisa, que los Estados de Bandera (extranjeros) tendrán en cuenta los derechos y deberes del Estado ribereño, cumpliendo con la Convención. A su vez, el art. 61º establece que “el Estado ribereño determinará la captura permisible de los recursos en su ZEE” y asegurará que los recursos de su ZEE no se vean amenazados por un exceso de explotación”. Tales medidas tendrán presente las necesidades económicas de las comunidades pesqueras ribereñas y las necesidades especiales de los Estados en desarrollo y, teniendo en cuenta, la interdependencia de las poblaciones (…) Al tomar tales medidas el Estado ribereño tendrá en cuenta sus efectos sobre las especies asociadas con las especies capturadas o dependientes de ellas, con miras a preservar o restablecer tales especies asociadas o dependientes, por encima de los niveles en que su reproducción pueda verse gravemente amenazada…”.

La CONVEMAR entiende que el Estado ribereño debe preservar las especies migratorias o asociadas en la Alta Mar y, por ello que en su art. 62º determina que promoverá la utilización óptima de los recursos en la ZEE (y) los Estados de Bandera que pesquen en la ZEE deben observar las medidas de conservación y demás condiciones de las leyes del Estado ribereño…”, es decir, que la CONVEMAR, establece una serie de obligaciones tanto para los Estados Ribereños como para los de Bandera que capturan en la ZEE y, ello es absolutamente razonable, porque el ecosistema es único e indivisible, ya que la sobrepesca en la ZEE afectará los recursos que migran o están asociados a éstos en la Alta Mar, tanto, como la sobrepesca en ésta afectará los recursos de la ZEE, razón por la cual, los Estados de Bandera que pescan más allá de las 200 millas están obligados a acordar la captura con los Estados Ribereños. Ello, sin perjuicio de entender que el dominio de las especies del Estado ribereño (la Argentina) en la ZEE no puede perderse por el solo hecho que migren y transpongan la línea imaginaria de las 200 millas. El Estado Argentino a este respecto, debe iniciar urgentes acciones legales e institucionales.

Cuando por imperio del art. 23º de la Ley 24.922 la Argentina otorga permisos de pesca de gran altura a los buques nacionales para pescar en la Alta Mar, está cumpliendo con la CONVEMAR, cuestión a la que también deberían ajustarse los buques extranjeros, ya que, sin acuerdo, su captura no declarada ni reglamentada se transforma en ilegal. Esto se reafirma en el art. 63º inc. 2 de la CONVEMAR cuando indica que “tanto en la ZEE como en un área más allá de ésta, y adyacente a ella, se encuentre la misma población o poblaciones de especies asociadas, el Estado ribereño y los Estados que pesquen esas poblaciones en el área adyacente procurarán, directamente (…) acordar las medidas necesarias para la conservación de esas poblaciones en el área adyacente” y, se reitera en el art. 64º para las especies altamente migratorias ya que, aun no estando descriptos el calamar, la merluza, etc. en el Anexo I de esta Convención como especies “altamente migratorias”, deben tenérselas como tales, ya que de otro modo, ya que cumplen todos los requisitos para ello, por cuanto estos recursos originarios de la ZEE Argentina migran a la Alta Mar, regresando luego a ésta sino son capturados en su tránsito por los buques extranjeros que pescan en la Alta Mar, circunstancia biológica que la hace indubitablemente migratoria.

Reitero, sería ilógico entender y jurídica cuestionable, que un recurso migratorio de dominio del Estado Ribereño, por el solo hecho de transponer una línea imaginaria (las 200 millas) cambie de titularidad y, sea apropiado libremente, por cualquier embarcación extranjera, provocando un grave desequilibrio en el ecosistema y el peligroso antecedente de explotar un caladero como propio. Como, si una gallina salta el corral y es faenada por el vecino y con ello, no solo se apropia del ave, sino que le impide su reproducción y descendencia, además de considerar esta práctica como legítima por el derecho consuetudinario, el uso y la costumbre de un hecho repetido en el tiempo, en un territorio concreto.

Teniendo en cuenta esto, en el art. 4° de la Ley Pesca (24.922) se estableció que: “son de dominio y jurisdicción exclusivos de la Nación, los recursos vivos marinos existentes en las aguas de la ZEE argentina y en la plataforma continental argentina (…) La Argentina, en su condición de Estado Ribereño, podrá adoptar medidas de conservación en la ZEE y en el área adyacente a ella, sobre los recursos transzonales y altamente migratorios, o que pertenezcan a una misma población o a poblaciones de especies asociadas a las de la ZEE Argentina”, lo que se ratifica en el art. 5º d) y 22º de la ley: “Con el fin de proteger los derechos preferentes que le corresponden a la Nación en su condición de Estado Ribereño, la Autoridad de Aplicación, juntamente con el Ministerio de Relaciones Exteriores, deberá organizar y mantener un sistema de regulación de la pesca en la zona adyacente a la ZEE Argentina, respecto de los recursos migratorios o que pertenezcan a una misma población o a poblaciones de especies asociadas a las de la ZEE Argentina…”, todo, ya dicho en 1995 en el art. 2º inc. c) de la CONVEMAR, donde se declara que: “es necesario facilitar la cooperación para evitar la sobrepesca, y permitir controlar las actividades de los buques pesqueros en la Alta Mar (…) teniendo presente que el gobierno argentino considera de su interés prioritario la conservación de los recursos que se encuentran en su ZEE y en el área de la Alta Mar adyacente a ella, donde la Argentina como Estado Ribereño, y los Estados que pesquen esas poblaciones en el área adyacente a su ZEE deben acordar las medidas necesarias para conservar esas poblaciones o las asociadas y, fuera de ello, el gobierno interpreta que, para cumplir con la CONVEMAR está facultado para adoptar, de conformidad con el derecho internacional, todas las medidas que considere necesarias para tal fin». Cuestión que la Autoridad de Aplicación desde 1995 —al menos— o el Consejo Federal Pesquero desde 1998 han incumplido.

Esta facultad, derechos y obligaciones que se establecen en las leyes respecto a las especies migratorias o asociadas, es absolutamente entendible, porque, por su naturaleza, muchos recursos migran y, es posible, que transpongan distintas —líneas imaginarias— que carecen de barreras que impidan su libre egreso y regreso. Y esta característica es, precisamente lo que las hace migratorias.

Independientemente de lo previsto en el art. 89º de la CONVEMAR, es necesario destacar la preeminencia en la administración de los recursos migratorios en la Alta Mar por parte de los Estados Ribereños por sobre los Estados de Bandera, por lo dicho y porque, de otro modo, no estaría garantizada la sostenibilidad del recurso en la ZEE ni en la Alta Mar a que refieren los artículos precedentemente citados. Además de que el art. 86º de la CONVEMAR que refiere a la “Alta Mar” aplica “a todas las partes del mar…”, pero no puede considerarse  una parte” de este a los peces semovientes migratorios originarios de la ZEE Argentina, entendiendo que “parte” es un “elemento, fracción o cantidad que resulta de dividir un todo” y, obviamente, los peces no son parte del mar, sino que están o viven en este.

No hay sostenibilidad posible del recurso si el Estado Ribereño no se constituye en Administrador del Ecosistema (en la ZEE y acordado en la Alta Mar), de otro modo ¿qué sentido tiene establecer el “Rendimiento Máximo Sostenible” en la ZEE Argentina y no hacerlo en la Alta Mar cuando es conocida la migración y la existencia de especies asociadas en ésta? De igual modo, ¿qué sentido tienen las vedas, reservas o limitaciones a la captura en la ZEE Argentina (artículo 56º de la CONVEMAR: Derechos, jurisdicción y deberes del Estado ribereño en la ZEE, b, iii) si las especies que se preservan en sus etapas de desarrollo vital, luego, ¿en su migración a la Alta Mar son depredadas sin control alguno?

Al respecto la FAO (FIDI) es esclarecedora: “las poblaciones transzonales son fundamentalmente “residentes” de las ZEE que desbordan unas millas hacia alta mar” y, amplía: “actualmente observamos la tendencia a la firma de acuerdos de pesca entre países ribereños y los que pescan en aguas distantes, donde estos últimos, se comprometen a pagar el acceso a los recursos y, el Estado ribereño fija el número de licencias, por ej. en Seychelles, Mauricio, Marruecos, Senegal, etc. y, ello se interpreta, como el reconocimiento de facto de un derecho privilegiado del Estado ribereño (Munro, 1993)”.

Una vez establecido por el Estado Ribereño en todo el ecosistema el Máximo Rendimiento Sostenible (y no solo en la ZEE) y, teniendo en cuenta, que por los art. 69º y 70º de la CONVEMAR los Estados sin litoral (que no es el caso del Reino Unido, China, España, etc.) tienen derecho a participar sobre los excedentes de la ZEE del Estado ribereño, mediante acuerdos bilaterales, se entiende que, en la libertad de pesca “responsable” que tienen los Estados de Bandera en la Altar Mar; estos y los Ribereños están obligados a realizar acuerdos bilaterales en procura de una pesca sostenible, aplicando por analogía, lo previsto en el inc. a) de los artículos citados: “La necesidad de evitar efectos perjudiciales para las comunidades pesqueras o las industrias pesqueras del Estado ribereño».

Ya hemos dicho que, la libertad de pesca en la Alta Mar que refiere el inc. e) del art. 87º y la Parte VII de la CONVEMAR, no es una libertad absoluta, ya que ésta debe enmarcarse en los fundamentos de cooperación que se explicitan en el Preámbulo de la CONVEMAR, donde “los problemas de los espacios marinos están estrechamente relacionados entre sí y han de considerarse en su conjunto…”, es decir ZEE y Alta Mar, y, teniendo en cuenta “las necesidades especiales de los países en desarrollo…”, además, que estas libertades deben ejercerse cumpliendo los deberes del Estado de Bandera previstos en el art. 94º: a) “las obligaciones del Capitán y los oficiales en la prevención, reducción y control de la contaminación marina”; b) tratándose los peces de semovientes, los Estados deben combatir la piratería que se apropia de los peces que capturan en forma ilegal (INDNR) y depredadora (art. 88º, 100º y 101º inc. ii de la CONVEMAR) y actuar en consecuencia, lo que invalida la “pronta liberación” que refiere el art. 292º de la Convención; c) adoptar las medidas de cooperación, conservación y administración de los recursos vivos (Art. 117º, 118º); y, d) determinar las capturas permisibles y de conservación, teniendo en cuenta la interdependencia o asociaciones de las especies, el esfuerzo de pesca, etc. (Art. 119º).

Es imprescindible y urgente terminar con esta depredación en la Alta Mar de los recursos pesqueros migratorios argentinos porque quebranta la soberanía territorial y alimentaria argentina; le quita sostenibilidad a la pesca en la ZEE y en el ecosistema; atenta contra la economía y el empleo nacional; hace imprevisible la actividad industrial y el desarrollo del litoral marítimo; favorece la internacionalización del Atlántico Sudoccidental y la consolidación británica en Malvinas. Ocupar la Alta Mar y pescar en ellos debe ser una estrategia del Estado Nacional que trasciende las cuestiones pesqueras y da respuesta a la Disposición transitoria primera de la Constitución Nacional.

Ahora ¿de quién es la responsabilidad de que los recursos migratorios originarios de la ZEE Argentina sean capturados en la Alta Mar por buques extranjeros y de quién debiera ser la responsabilidad de que se capturen con buques de bandera nacional más allá de las 200 millas? ¿De quién la responsabilidad de que esos buques extraigan todos los años un volumen estimado al millón de toneladas valuadas en unos 2.600 millones de dólares que le permitirían a la Argentina llevar un nuevo modelo pesquero industrial, triplicando las exportaciones y el trabajo? Del Secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca y del Consejo Federal Pesquero. No se puede pretender que —espontáneamente— la flota argentina vaya a pescar a la Alta Mar con los mayores riesgos y costos que ello implica.

En ese sentido, en primer lugar, habría que eximir de todo impuesto interno (incluso al combustible) a todos los buques que pesquen en la Alta Mar.

En cuanto a las especies cuotificadas esta captura debería alcanzar a la que se realice parcialmente entre la milla 185 y 200 y mayoritariamente en la Alta Mar, sin que ello implique una reducción de la cuota de captura asignada a cada buque, siempre que las capturas en la ZEE entre las millas referidas, no superen el 20% de lo capturado en la misma marea en la Alta Mar o el porcentual que pudiera asignarse, acordarse (es una ecuación económica) en el caso de la merluza (igual criterio en las otras especies), modificando el art. 20º y 21º de la Res. CFP 26/09 y, el artículo 24º de la misma Resolución, para que las embarcaciones habilitadas a pescar en Alta Mar lleven a bordo un profesional del INIDEP a cargo de la empresa armadora, quienes debería garantizar que las capturas se ajusten a estos porcentuales máximos, a la par de realizar una tarea de investigación relativa a la disponibilidad de las especies en el área, respondiendo con la inhabilitación de su título, si se falsease la información al respecto.

Las fuerzas armadas y las de seguridad, por su parte, prestarán el apoyo necesario a la flota nacional, entendiendo, que eventuales confrontaciones y agresiones de buques extranjeros a los buques nacionales deben interpretarse como actos de piratería previstos en los artículos 80º, 100º y 101º de la CONVEMAR y consecuentemente sujetos a la represión y aprehensión.

Todo ello es necesario, porque, por un lado, los citados artículos de la Res. 26º del CFP desalientan la captura en la Alta Mar y, por el otro, la presencia de cientos de buques extranjeros ilegales y la acción de piratería de estos, impide —incluso— a la flota nacional efectuar lances de pesca sin riesgo dentro de la ZEE en el área cercana a las 200 millas y, puede parecer difícil de entender, que no pudiendo pescar en el área lindera dentro de la ZEE, puedan hacerlo fuera de ella.

Se preguntarán las razones por las cuales se verían afectados los buques nacionales que, pescando en la Alta Mar, lo hagan también parcialmente y durante la misma marea, en el área lindera dentro de la ZEE y, por tal motivo, se les descuente el total de la captura de la cuota asignada, ya sea ésta realizada dentro o fuera de la ZEE. Pues bien, en primer lugar, se trata de implementar una política de fomento a quién pesque mayoritariamente en la Alta Mar, ya que ello representaría mayores riesgos y costos. En segundo lugar, se entienden las eventuales dificultades de traslado en las operaciones de pesca, en medio de una importante y agresiva flota extranjera, pero también es necesario, no solo tener la flota argentina en la Alta Mar sino en el límite interior de las 200 millas, para desalentar el ingreso a la ZEE de la flota extranjera. En tercer lugar, al igual que la acción fundacional de la flota costera marplatense de entonces, que se transformó y aventuró a la pesca de altura, la pesca de Gran Altura o en la Alta Mar, genera razonables prevenciones que son necesarias tener en cuenta hoy y que tal vez en el futuro no existan y, en cuarto lugar y, no por ello menos importante, las investigaciones que pueda realizar la Argentina respecto al Rendimiento Máximo Sostenible de las especies en la Alta Mar, permitirá al país posicionarse en la Administración del recurso pesquero en el Atlántico Sudoccidental y, consecuentemente, denunciar con argumentos científicos irrefutables, la pesca ilegal (INDNR) de los recursos migratorios originarios de la ZEE Argentina. Todo ello, en contraposición con el Acuerdo de Nueva York, que fuera aprobado erróneamente por la Ley 25.290, aunque nunca fue ratificado por la oposición en el Congreso, por cuanto hubiera transferido la administración del Atlántico Sur a las Organizaciones Regionales de Ordenamiento Pesquero (OROP) y con ello a los Estados de Bandera que mayoritariamente la integran y al propio Reino Unido que pretende internacionalizar el Atlántico Sur y profundizar su invasión del mar argentino.

Del mismo modo y, con el objeto de incentivar la Pesca en la Alta Mar, los días de captura por fuera de las 200 millas deberían considerarse equiparados a las paradas biológicas previstas en el apartado IV de la Res. del CFP Nº 26/2009, por entenderse que, en la actualidad, las capturas en la Alta Mar las realizan los buques extranjeros. Igualmente, y con el mismo objeto, estas capturas deberían estar exentas del pago de derechos de capturas.      
Al mismo tiempo el Consejo Federal Pesquero debiera modificar la Res. Nº 08/2004 para disponer de una nueva norma que responda a lo previsto en los art. 1º, 4º, 5º, 22º y 23º de la Ley 24.922; la Res. del CFP Nº 1/2008 (con las modificaciones que requiere); al Art. 2º de la Ley 24.543 (ratificatoria de la CONVEMAR), su preámbulo y sus art. 55º, 56º, 58º, 61º a 64º, 69º, 70º, 80º, 87º, 89º, 94º, 100º, 101º y 117º a 119º y, respondiendo a los intereses soberanos de que la Argentina administre y acuerde la captura de los recursos migratorios originarios de la ZEE Argentina en la Alta Mar.

Hay buques extranjeros en el Atlántico Sur que se trasladan 13.000 millas para pescar nuestros recursos. Los buques argentinos deberán navegar algo más 200 millas para hacerlo. Nos lo reclama nuestra Soberanía Nacional, Política, Económica, Alimentaria y Social.

 

* Experto en Atlántico Sur y Pesca. Ex Secretario de Estado, ex Secretario de Bienestar Social (Provincia de Corrientes). Ex Profesor Universidad UNNE y FASTA. Asesor en el Senado de la Nación. Doctor en Ciencias. Consultor, Escritor, autor de 24 libros (entre ellos “Malvinas. Biografía de Entrega”) y articulista de la especialidad. 

Copyright ©2020