LA RESIGNIFICACIÓN DE LA DIGNIDAD HUMANA EN TIEMPOS DE GUERRA TECNOLÓGICA

Yarina Amoroso* – Mayra Bárzaga** Sunamis Fabelo Concepción***

Imagen de Gerd Altmann en Pixabay
El campo de batalla tecnológico

El capital digital está reemplazando a la propiedad intelectual en la cima de las cadenas de valor mundiales. Los datos se han convertido una expresión concreta del poder ya que se trata del recurso más valioso, hay competencia para acceder a ellos y quien puede acaparar en mayor cantidad se sitúa en posición de fuerza sobre el resto de piezas del sistema[1]. De manera que grandes imperios digitales acaban conociendo a las poblaciones mejor que sus gobiernos y han desarrollado una extraordinaria habilidad para escapar a su control.

De ahí que varios estudios plantean la necesidad de abordar dos cuestiones centrales: cómo puede el ciudadano recuperar el control sobre la información que ha generado y cómo imaginar un modelo alternativo para una economía de datos que reduzca la actual asimetría entre la información que las grandes plataformas tienen de sus usuarios y la falta de transparencia sobre los algoritmos y modelos de negocio con que estos datos se procesan y explotan. Por eso, en el marco del debate sobre la soberanía digital, son cada vez más las voces que insisten en que son los ciudadanos y no los gobiernos los que deben poder ejercer su “soberanía digital” (Soler i Lecha, 2019).

La llegada de la quinta generación (5G) de manos del gigante chino Huawei ha complejizado estos debates. La 5G convirtió la conectividad en una plataforma con lo cual las redes de acceso inalámbrico proporcionan una conectividad sin fisuras, extendida e ilimitada para todas las personas y organizaciones, y por tanto aumenta significativamente la capacidad del control y procesamiento de datos en tiempo real. Ante este escenario, algunos países expresaron su preocupación ante la factibilidad de que Beijing pueda usar estas redes para ejercer presión o efectuar algún tipo de vigilancia electrónica. Por lo tanto entre los posibles escenarios se ha barajado la posibilidad de que cada una de las potencias cree su propio «ecosistema» tecnológico para reducir su dependencia mutua y así obligar a sus aliados a una adhesión incondicional; de manera que en un futuro pudiera emerger uno o diversos telones de acero tecnológicos, y en último término, avanzar hacia una cierta “desglobalización” digital (Farrés, 2020).

Este escenario puso de manifiesto una vez más como la competencia geopolítica se ha ido trasladando también al ámbito de la tecnología y las comunicaciones como nueva frontera del poder y escenario de reedición de la Guerra Fría. Sin dudas, esta bipolaridad tecnológica ha comenzado a crear nuevas esferas de influencia. Por si fuera poco, con el 5G todavía en una primera fase de implementación, ya se abría la carrera por el siguiente gran estándar, la Sexta Generación (6G), por parte de Japón, lo cual no solo es expresión de una competencia mundial, sino que de concretarse condicionaría una rearticulación de las alianzas.

Se dice que la 5G, en cierto sentido, dividió a Europa. La implementación de esta tecnología que llegaba desde China chocaba con la idea de una soberanía digital, sobre todo después de los sucesos de Cambridge Analítica y tomando en consideración las presiones de EUA en torno al caso Huawei. ¿Debe discriminarse una mercancía —en este caso una tecnología— en función de su origen? Esta cuestión está asociada al escenario descrito anteriormente sobre el control de los datos de los europeos a que tendría acceso el Gigante Asiático, fundamento sobre el cual se apoya la consideración de la influencia china en el socavamiento del orden liberal.

Si a esto unimos la colaboración en el área tecnológica entre Beijing y Moscú, estaríamos añadiendo el componente de la guerra híbrida supuestamente liderada por el Kremlin contra la Unión Europea. Occidente cuestiona a Rusia sus actuaciones en el ciberespacio y, sobre todo, la supuesta injerencia en procesos electorales occidentales, lo cual consideran que expresa una voluntad de debilitar el orden liberal y sus instituciones. Son recurrentes las acusaciones sobre las campañas rusas de desinformación e injerencia así como el apoyo a candidatos que cuestionan la UE, la OTAN o la integridad territorial de los estados que componen estas organizaciones.

Por su parte, en 2019 el gobierno ruso anunció su intención de desconectar al país de la red global de internet. Finalmente en diciembre de ese año se anunció RuNet, la alternativa nacional al internet global, con el objetivo de proteger a  Rusia de las interferencias del extranjero. Un proyecto que cuenta con el apoyo de grandes empresas rusas como Yamdex, MegaFon, Beeline, MTS, RosTeleom (Álvarez, 2019)

La apuesta más reciente de la compañía china Huawei, junto a otras operadoras chinas es construir un nuevo Internet, con el objetivo de mejorar las comunicaciones y prepararlas para lo que se está desarrollando y llegará en los próximos años, cuando además de los dispositivos actuales habrán más dispositivos IoT, comunicaciones para vehículos autónomos y más. El proyecto chino se denomina “New IP” y se estima que algunos de estos productos/servicios estarán listos para ser puestos a prueba a principios del 2021. (Rus, 2020).

Si bien, a día de hoy, se mantiene el liderazgo de las empresas de Silicon Valley, se aprecia una especie de regionalización digital, encabezada en Asia por Rusia, China, así como también por Corea del Sur y Japón, sin que esto signifique una disminución del nivel de interconectividad. Estamos en un momento crucial en el que se sentarán las bases democráticas y políticas de las próximas décadas; en función de las decisiones que se tomen, y se están tomando, para la instauración de elementos de IA y el desarrollo de algoritmos, el futuro de las sociedades será uno u otro. A nivel regional la guerra tecnológica se expresa a través de imperativos de dependencia.

En general se trata de una nueva dependencia por la subordinación de los territorios virtuales y por tanto por el control de los datos, propiciado por la falta de soberanía comunicacional y tecnológica de la mayoría de los países del planeta y la ausencia de regulaciones a las TIC. Las manifestaciones más recientes de la guerra tecnológica son expresión de un conflicto cada vez más intenso.

Esta disputa comercial y tecnológica, trasciende hacia la carrera armamentista:

Un documento del Servicio de Investigación del Congreso de EEUU explica que la 5G puede tener “muchas aplicaciones militares”: vehículos militares autónomos, nuevos conceptos operativos militares, y aumentará el poderío del sistema de comando y control de las Fuerzas Armadas lo que prevén que aumentaría su poderío a escala mundial y los servicios secretos serán mucho más efectivos que los actuales

Esta realidad corrobora lo señalado por la especialista cubana en el tema Rosa Miriam Elizalde; la tecnología digital va consolidando un nuevo modelo de gestión política: el Colonialismo 2.0 que sobrepasa el modelo “democrático-nacional”. (Elizalde, 2018)

Su impronta trasciende a todas las facetas de la vida humana y de la naturaleza, el dominio de la tecnología y la inteligencia artificial no es un asunto sólo de las corporaciones y de los gobiernos, es un asunto de los ciudadanos de todo el planeta; su influencia en los destinos de la humanidad y del planeta nos involucra a todos y todas.

Covid-19 y escenario comunicacional

Los tiempos de Covid-19 han alentado la guerra tecnológica desde diversos ángulos. En el boletín mensual del Laboratorio Europeo de Anticipación Política de junio del 2020 se destaca la centralidad de los datos como el oro negro de la era moderna. Según señala Satya Nadella, directora de Microsoft, el mundo ha logrado una transformación digital de dos años en dos meses. La necesidad sanitaria de mantenerse aislado provocó, por poner un ejemplo, que la plataforma de video conferencia Zoom, aumentara en dos meses de 10 a 300 millones de participantes en reuniones diariamente. Y como este, se pueden poner numerosos ejemplos más de la explosión de datos que se ha producido en todo el planeta.

Hay un gran debate acerca del tema pero la mayoría de los analistas coinciden en que los grandes polos de poder contemporáneos se caracterizan por la acumulación de datos como capital; lo que los especialistas llaman “supremacía cuántica”.

En los últimos 20 años los monopolios que utilizan el modelo “plataforma”, que aprovecha la fuerza combinada de la conectividad a internet y la inteligencia algorítmica, han obtenido una optimización algorítmica que les permite una extracción de datos más intensificada. La maximización del control de los datos obtenidos durante la crisis sanitaria les permitirá a las compañías por “plataformas”, para 2025, mediar en más del 30% de la actividad económica mundial, un indicativo de la creciente “plataforma” de la economía real (Gurumurthy y Chami, 2020).

La situación de cuarentena que vivió un tercio de la población mundial por el COVID-19 incrementó exponencialmente el tráfico en internet, lo cual implica una gran acumulación de datos y Meta Datos por parte de las Big Tech, produciéndose un cambio cualitativo en la información acumulada. Por primera vez los vínculos sociales se establecieron en su mayoría desde la virtualidad, logrando obtener datos de todas las relaciones sociales de los conectados a las redes. La descomunal inyección de dinero y de macrodatos que obtienen empresas como Google, Amazon, Facebook, Netflix, Alibaba, impulsa aún más el desarrollo de la inteligencia algorítmica, acortando el plazo a que trascenderá la humanidad, lo que los teóricos de la Inteligencia Artificial llaman “Extasis computacional”.

Pero el salto cualitativo fue mayor, las “plataformas” Uber, Airbnb, WhatsApp, Facebook, Instagram, Alibaba, etc. consolidaron un ámbito para intermediar la conexión de personas y servicios pagos para los usuarios (ciudadanos) de las redes sociales y servicios TICs, integrándolos a su ecosistema de dominación, de manera supuestamente voluntaria. Su especial poder y sus ganancias que residen en el Algoritmo, en la acelerada concentración a escala mundial y en la constante oferta/demanda de dispositivos que conectan a millones de ciudadanos/usuarios; alcanzó niveles insospechados de ganancias durante la pandemia (Datos).

La pandemia, así como la politización de la misma, han propiciado que se instalaran nuevas estrategias de biocontrol humano por gobiernos y otros organismos, la biología y no la tecnología aceleró la digitalización del mundo. Los gobiernos se apropiaron del conocimiento del ADN de los ciudadanos y la acumulación exponencial de conocimiento complejo en biotecnología, informática, robótica, estadística, ingeniería de sistema o de datos, aceleró los tiempos de la transición digital, siendo considerado por los analistas la COVID-19 como el primer virus ciborg, pues se propaga con la misma facilidad por los cuerpos que por las redes.

La pandemia ha sido propicia para potenciar la “batalla de las narrativas” a través del uso de las Fakenews y la desinformación con determinada intencionalidad, muy vinculada al resurgimiento y fomento de teorías de la conspiración, al discurso del odio, con una identificación con estigmas, ideas racistas, xenófobas, homófobas.

Ello por ejemplo se ha reflejado en los ataques a la imagen de China, acusada de ser el país donde se creó el virus y luego se puso en marcha por la Ruta de la Seda para poner en crisis a Occidente y posteriormente dar la oportunidad a Beijing de presentarse como salvadora a partir del despliegue de su Ruta Sanitaria, brindando auxilio y experiencias para manejar la crisis.

Por otra parte se ha asociado el éxito de las medidas para enfrentar la pandemia con aquellos países comunistas o socialistas, donde supuestamente existen regímenes autoritarios y por tanto su población es más dócil y vulnerable a la coacción a la hora de acatar medidas que recorten sus libertades como las cuarentenas.

En medio del ambiente de la tensión desatada por la letalidad de la pandemia, las confrontaciones en la red se han agudizado. Recientemente Twitter ha eliminado perfiles por difundir “narrativas geopolíticas favorables al Partido Comunista de China” y suspende otras 150.000 por ser “amplificadoras”. Estas cuentas publicaban información sobre temas como las protestas de Hong Kong o Estados Unidos y el COVID19. Por su parte el gobierno chino ha condenado la decisión de Twitter y ha exigido que se tomen estas medidas con aquellas cuentas que atacan a China.

Resignificación de la dignidad humana

Cada vez se hace más necesario reflexionar sobre el lugar del ser humano en este escenario, y desde luego, frente a los nuevos derroteros, reflexionar sobre la resignificación de la dignidad humana. La dignidad de la persona humana no sólo es un derecho fundamental en sí mismo, sino que es también el fundamento de las libertades, incluidos los derechos a la intimidad, la privacidad, la autodeterminación informativa y a la protección de los datos personales.

Las violaciones a la dignidad de las personas pueden incluir su consideración tal si fueran objetos, o tal si éstas estuvieran al servicio de alguna. En efecto, esto se relaciona con los casos en que se plantea la resignificación de la tecnología por vía de su inclusión en tanto paradigma central superador de la persona y en el centro de las relaciones que con ella se desenvuelven.

Cada día se les exige a las personas que revelen más información personal a través de internet, para participar en actividades sociales, administrativas, asuntos comerciales, con un alcance cada vez más limitado para salirse de la red. Con toda la actividad potencialmente desarrollable en línea, la noción de consentimiento libre e informado, se coloca bajo una enorme tensión. De hecho, hasta se elimina a cada minuto y se combina para clasificar a los individuos en tiempo real, e incluso para crear perfiles múltiples, muchas veces contradictorios. Estos perfiles pueden ser circulados en microsegundos sin el conocimiento de las personas y utilizados como base para la toma de decisiones importantes que les afectan.

Los perfiles utilizados para predecir el comportamiento de las personas amenazan con la estigmatización, la inclusión en estereotipos, segregación y exclusión social y cultural. Con este tipo de Inteligencia artificial que subvierte la elección individual y la igualdad de oportunidades, se puede acabar ahogando la creatividad, la innovación y las libertades de expresión y asociación que han permitido el florecimiento propiamente de las tecnologías digitales. (Varona, D. 2020).

Mientras tanto, se utiliza una suerte de estado continuo de excepción por razones de seguridad para múltiples capas de técnicas intrusivas que permiten monitorear la actividad de las personas (Anderson, K y Waxman, M. 2013).

Por otra parte, es menester reconocer que ciertos tipos de datos, como por ejemplo aquéllos genéticos, no sólo deben responder a regulaciones específicas sino también deben estar sujetos a la evaluación de preocupaciones más amplias de la sociedad, a través de comités de ética. Por su propia naturaleza, los datos genéticos se refieren no sólo a una persona sino también a su ascendencia y descendencia; además, no sirven únicamente para identificar las relaciones y elementos encontrados en los genes de una persona, sino que, pueden proporcionar información de los padres e hijos, facilitando el arribo a decisiones que influyen en sus posibilidades en la vida, inclusive antes del nacimiento.

La concentración potencial de datos personales genéticos en manos de un núcleo limitado de actores puede tener implicaciones para los titulares de los datos dada la existencia de una creciente dependencia de un sistema global de recopilación y análisis de un flujo constante de datos. Esto determina que la sociedad y la economía —más vulnerables a fallas de seguridad sin precedentes y ataques maliciosos descontrolados— deban abordar el futuro con un pensamiento innovador.

Existe una creciente demanda y necesidad de considerar al sujeto de los datos, como una persona y no únicamente como consumidor o usuario, en tanto es central que desde las decisiones de carácter político se comprenda su papel sustantivo en el desarrollo de mecanismos de prevención de un futuro, donde las personas estén determinadas por algoritmos y sus variaciones continuas. Se necesita asumir a nivel consciente las implicancias de estar equipados para ejercer también con responsabilidad y adecuado cuidado hacia las personas y su dignidad en línea, pero no solo a nivel discursivo sino a nivel factual.

Así los conceptos tradicionales de privacidad y protección de datos, sus tradicionales principios que ya contenían matices éticos para la protección de la dignidad, deben resignificarse a la luz de las tendencias de hoy, que han abierto un capítulo completamente nuevo, y se verifica una necesidad de explorar si los principios son suficientemente robustos para la era digital. La noción de datos personales en sí misma, es probable que cambie sustantivamente en la medida que la tecnología cada vez más permite a las personas ser re-identificadas a partir de datos supuestamente anónimos. Además, el aprendizaje que se produce en la fusión de la inteligencia humana y artificial, debilitará de alguna manera los tradicionales conceptos de derechos y responsabilidades.

De ahí la imprescindible necesidad de resignificar a la persona, a su dignidad eminente y colocarla en el centro del centro, de forma tal, que todo el ecosistema gire en torno a ella y no se permitan distorsiones de tipo alguno.

Solo así, se comprenderá que se afirme que la privacidad y la protección de datos, son parte de la solución y no del problema. Siendo por el momento, la tecnología controlada por las personas, se postula la necesidad de continuar profundizando ese control, lo que implica también una educación en valores desde edades tempranas y para toda la sociedad. Otro tanto en la necesidad de que en las aulas de ingeniería de Software y diseño de sistema a la par de las mejores enseñanzas de la TIC, sus potencialidad, la incentivación a la innovación y su importancia en el desarrollo, se estudien también los impactos sociales y se forme consciente la responsabilidad ética del diseñador de sistemas en inteligencia artificial. (Varona, D. 2018).

Conclusiones

El ser humano todos los días, forma parte consciente e inconscientemente, a través de sus datos y de la manipulación de los mismos, de una guerra invisible propiciada por el uso de las tecnologías y sobre todo por grandes emporios tecnológicos que las controlan unido a aquellas empresas y gobiernos que tienen “relaciones de colaboración”. La manipulación de los datos personales en la red ha devenido en verdaderos mecanismos carentes de transparencia por lo que ejercen un control sin límites y cada vez  más refinado con el uso de la IA lo que tienen además la tendencia de volverse una práctica cada vez más extendida.

En materia tecnológica resurge una especie de nueva guerra fría. Se desarrolla una tendencia hacia la regionalización digital. La disputa por controlar internet y el desarrollo tecnológico especialmente en materia de conectividad pone de manifiesto una serie de confrontaciones que se están desarrollando en las Relaciones Internacionales.

El contexto de la Covid-19 ha demostrado para bien y para mal todo lo que es posible hacerse con el uso de las tecnologías. Unos han exacerbado sus bondades y han aumentado las ganancias en materia de datos adquiridos. En este período se avizora un escenario cada vez más complejo en materia de soberanía y dignidad humana. Las Naciones Unidas deben abrir con toda urgencia un espacio para la reflexión y toma de decisiones a favor de contribuir a preservar los objetivos y principios de la Carta en correspondencia además con los objetivos ODS_2030.

 

* Master en Derecho Público, Universidad de Valencia, Estudios de Doctorado (DEA) Aspectos éticos y Jurídicos de la Información Digital, Universidad de Valencia. Diploma Superior de Políticas Públicas de Internet, FLACSO_Ecuador. Profesora y Líder científico del Grupo de Investigaciones de Informática Jurídica del Centro de Gobierno Electrónico de la Universidad de Ciencias Informáticas. Experto UNESCO en Infoética, Protección y Gestión de Patrimonio Digita. Es miembro del observatorio iberoamericano de Protección de Datos, Premio de educación popular de la AEPD. Ha coordinado y participado en investigaciones nacionales e internacionales en la materia. Actualmente coordina el Proyecto de Investigación “Sistema para la obtención de objetos digitales con valor legal” Programa Nacional de Automatización liberado por el ICIMAF, CITMA_Cuba. Premio a la Obra de la Vida de la Unión Nacional de Juristas de Cuba_La Habana_2018. (yarinamoroso@gmail.com). ORCID: 0000-0002-0185-082X 

** Profesora e Investigadora del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI). Licenciada en Historia y Filosofía en el Instituto Superior Pedagógico “Enrique José Varona”. Especialista en metodología de investigación prospectiva. Ha realizado investigaciones sobre las correlaciones de fuerzas políticas en América Latina y temas de comunicación política. Conferencista de varios cursos en FLACSO-Cuba, Cancillería de Ecuador, Instituto Internacional de Periodismo, Centro de Migraciones de Cuba, Embajada de Cuba en Venezuela. Coautora del libro: “Unasur: Proceso y Propuesta” coordinado por FEDAEPS Ecuador. Autora de varios Artículos en Revistas Académicas. Ha participado en numerosos eventos nacionales e internacionales relacionados con estas temáticas. Fue investigadora del Centro de Estudios de América hasta 2010. (mayramarbg17@gmail.com). ORCID: 0000 0002 0410 569X 

*** Doctora en Ciencias Históricas (2017, Universidad de La Habana). Máster en Historia Contemporánea y Relaciones Internacionales (2011, Universidad de La Habana). Licenciada en Filosofía (2007, Universidad de La Habana). Actualmente Investigadora y Profesora Titular del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI). Jefa del Equipo de Comunicación, Política y Relaciones Internacionales. Ha desarrollado varias investigaciones y asesorías sobre estudios euroasiáticos y de comunicación política, especialmente en el campo de la antropología política, en lo referido a representaciones sociales y diálogo cultural. Es autora de numerosos trabajos relacionados con estos temas. Coordina e imparte diversos cursos de grado y posgrado en la Universidad de La Habana y la Universidad de Artemisa. Entre 2007 y 2010 fue investigadora del Centro de Estudios Europeos. (sunamisfabeloc@yahoo.es; sunamisfc@nauta.cu). ORCID: 0000 0002 4752 2688

 

Bibliografía

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Referencia

[1] Esta tendencia se irá afianzando como “capitalismo de vigilancia”, se trata de un nuevo modelo de negocio de extracción, comercialización y predicción a partir de datos y conductas privadas.

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RUSIA Y EL MAR GLACIAL ÁRTICO

Isabel Stanganelli-Frankenberg*

Rompehielos ruso “50 Let Pobedy” (en ruso: 50 лет Победы ; “50 años de victoria”).

Introducción

Lo que no lograron siglos de campañas rusas, una franca salida al mar, lo está logrando el cambio climático global. La superficie de hielo en el Ártico ha disminuido 50% en los últimos 40 años, aportando nuevas posibilidades para el comercio intercontinental y la exploración de combustibles fósiles.

El satélite europeo Cryosat, lanzado en 2010 para monitorear la evolución del calentamiento global, anunció que el hielo del Ártico desparecería completamente a fines de 2013. Posteriormente retrasó ese pronóstico en diez años. Pero, de hecho, la navegación costera siberiana-escandinava se encuentra relativamente libre, siempre que cuente con el soporte de rompehielos y sistemas satelitales atentos a la seguridad de la navegación.

Sus rutas son cada vez más transitadas y si bien no alcanzan el tráfico del canal de Suez, en las conexiones entre el océano Pacífico y Europa, ahorran a China varias semanas de travesía respecto de Suez. Los envíos comerciales de China a los mercados europeos en el verano por la “Ruta Septentrional” resultan un 40% más rápidos que a través del canal de Suez. China planea para 2020 que entre 5 y 15% de su comercio utilice la ruta ártica. Esta ruta navegable durante la mitad del año se extiende desde el mar de Kara al mar de Siberia Meridional y se integra con las islas del mar de Bering[1].

Su uso por Rusia también tiene que ver con el comercio, pero predomina el ejercicio de su soberanía sobre el Ártico y sus recursos, principalmente minerales. Aunque el proceso de deshielo presenta fluctuaciones menores, la actividad en relación con los hidrocarburos se concentra en los meses de junio a octubre, coincidiendo con el verano septentrional.

Se considera que el retroceso de los glaciares árticos deja expuestas 15% de las reservas mundiales de petróleo y 30% de las de gas natural.

Se estima que el Ártico contiene 20% de los recursos no descubiertos de hidrocarburos mundiales que junto con el de esquistos —recurso que se considera que lidera globalmente Rusia— debería sostener la producción de petróleo nacional[2].

Una investigación del Instituto Geológico de Estados Unidos afirmó que bajo la menguante banquisa ártica se encuentran escondidos 90.000 millones de barriles de petróleo y 44.000 millones de gas natural, lo que corresponde al 13% y al 30% respectivamente, de las reservas mundiales de dichos recursos[3].

Actualmente Rusia extrae una pequeña cantidad de petróleo offshore en el Ártico y menos de 1 millón de toneladas/año de fuentes no convencionales. Gazprom Neft y Surgutneftegaz son pioneras en los trabajos de petróleo de esquistos en Rusia. Gazprom Neft está explorando por su cuenta y también en forma conjunta con Royal Dutch Shell.

Para estas actividades Rusia cuenta con cuatro elementos primordiales:

  • Los reclamos sobre la extensión del mar patrimonial o zona económica exclusiva.
  • El asentamiento o reasentamiento de bases militares en su costa e islas.
  • El incremento de la cantidad y calidad de su flota de rompehielos.
  • La exploración y explotación de sus recursos, principalmente minerales y entre ellos específicamente hidrocarburos y níquel.

Reclamos territoriales

Existen reclamos sobre la región por parte de Rusia, Dinamarca —como extensión de Groenlandia—, Noruega, Islandia, Estados Unidos y Canadá. Todos estos países acordaron en 2008 solucionar sus diferendos ante la ONU, que ya en 1990 había laudado a favor de la Federación de Rusia en el mar de Okhostsk, próximo a Alaska. Pero cada vez más Estados, no necesariamente aledaños a este mar, están evidenciando interés en el Ártico —como China—.

Esta disputa por el territorio del Ártico viene dándose desde hace años. Se habla de conversaciones entre pares, de reuniones estratégicas de alto nivel, de política geoestratégica y recursos naturales (los combustibles fósiles), todo centrado en el protocolo. Esto ocurre al menos desde el 2011 o tal vez desde mucho antes[4].

Noruega, ante la disminución de reservas de hidrocarburos en el mar del Norte, está obligada a mirar al Ártico, donde sus rivales son Dinamarca y Rusia. Y Estados Unidos disputa un trozo del Ártico con Canadá, desde que se hizo con Alaska en 1867.

Hemos visto que no todos los países en esta disputa son naciones árticas, ya que China también entró en el juego, no disputando territorios, sino haciendo negocios con Rusia, lo que hace que aumente su presencia en la zona y con Groenlandia que posee minerales muy utilizados en la industria tecnológica, por lo que ha hecho una fuerte inversión.

Independientemente de la asignación de sectores marítimos para el reclamo de la zona económica exclusiva —que permite entre otras actividades las relacionadas con los recursos del subsuelo—, resulta de vital importancia el relevamiento de los sedimentos de la plataforma subyacente al mar. Rige el principio de asignar a los Estados los sectores cuyas plataformas sumergidas contengan sedimentos asociados con los continentales.

Rusia sostiene que la dorsal Lomonosov, de 1.800 kilómetros de longitud, es continuación de Siberia y en consecuencia parte de su plataforma continental. Bajo el argumento de que esta dorsal no es oceánica, había elevado su petición ante la ONU en 2001 que le solicitó la presentación de estudios sísmicos probatorios.

Debido a los reclamos superpuestos entre Canadá y la Federación de Rusia el relevamiento realizado por el rompehielos ruso “Akademik Fyodorov”, en 2014, resultó el primer estudio sísmico realizado en el lecho del Ártico. El área reclamada por Rusia supera 1,2 millones de Km2. Dinamarca también sostiene que Lomonosov es parte de la plataforma continental de Groenlandia. 

Bases militares rusas

Mientras se realizan reclamos y ante la creciente importancia estratégica de los hidrocarburos y las rutas de navegación, Moscú está reactivando su presencia en la región.

Luego de 20 años, a mediados de 2013 Rusia reinstaló su base en el archipiélago Novosibirsk que ya cuenta con diez buques de guerra y cuatro rompehielos nucleares, que llegaron liderados por el crucero misilístico nuclear “Pedro el Grande”.

En el verano septentrional de 2014, Rusia envió expediciones a los archipiélagos Franz Josef, Severnaya Zemlya, a Novosibirsk y a la isla Wrangel. En casi todos los casos Moscú planea instalar infraestructura militar para unificar información y monitorear las condiciones aéreas, superficiales y submarinas de su sector del Ártico. En abril 2014, el presidente Vladimir Putin encomendó el establecimiento en el Ártico de una estructura de comando unificada para barcos y submarinos y la creación de una nueva autoridad de gobierno de la región[5]. Esta idea fue reforzada por la formación de un Comando Septentrional con dos brigadas con centro en Yamal y Murmansk en 2016 y 2017 respectivamente, además de organizar el Centro de Control de la Flota Septentrional.

Rusia también instaló estructuras modulares en la isla Wrangel —donde continúa funcionado un radar de la etapa soviética— y una base aérea en cabo Schmidt, en el mar de los Chukchi —140 kilómetros al sur de la isla Wrangel—[6]. A estas dos últimas instalaciones militares, Rusia sumó a fines de 2014 la de isla Alexandra, que además cuenta con saunas y facilidades deportivas. En 2015 agregaron unidades militares en la isla Kotelny, en la república Sakha y en Alakurtti, en el oblast Murmansk. Además apostó 10 estaciones de búsqueda y rescate, 13 bases aéreas y 10 estaciones de radares para defensa aérea[7]. Hacia 2025 hará patrullajes con bombarderos PAK DA, si bien Moscú considera que para entonces la región polar estará suficientemente protegida por sus Tu-95MS y Tu-160[8].

Simultáneamente con las actividades militares, la Marina realiza tareas de limpieza del Ártico, depósito de residuos desde hace siglos. Los más abundantes se originaron en la década de 1960 y son principalmente aviones y barriles de petróleo descartados.

Los rompehielos

Según el American Bureau of Shipping, en 2013 utilizaron esta ruta 71 buques, 54% más que el año anterior, si bien este volumen no llega al 2% del transporte marítimo mundial. En cuanto a los rompehielos que los acompañan, deben reunir tres condiciones básicas: estar reforzados en ambas bandas para resistir la presión del hielo, su proa debe estar diseñada para lograr quebrar gruesas capas de hielo y debe tener combustible suficiente como para llevar a cabo funciones cuya duración resulta siempre incierta. Esta condición sólo la cumplen los rompehielos nucleares, de los que Rusia posee la mayor flota. Rosatom, a través de Atomflot, está a cargo de estos rompehielos. De los 30 que posee Rusia, seis utilizan energía nuclear. El más reciente, denominado “50 Let Pobedy” —“50 años de Victoria”—, botado en 2007, es el mayor del mundo con 160 metros de largo, 30 de eslora y dos motores nucleares capaces de producir 55 megavatios (Mw) —suficiente para cubrir las necesidades de una ciudad pequeña—. Estos buques resultan aptos para romper una capa de dos metros de hielo, situación frecuente en el mar de Kara. Los que funcionan a base de diesel consumen entre 350 y 400 ton/día por lo que el volumen que ocupa el combustible en un buque de estas características, que usualmente permanece navegando por dos meses, es importante.

Atomflot planea incrementar la producción de rompehielos más poderosos. Entre ellos está navegando desde noviembre 2017 el clase Árctica, capaz de producir 60 Mw y quebrar hielo de tres metros de espesor. A fines de 2016 se terminó otro rompehielos construido en forma conjunta con Finlandia. Similar objetivo ocupa a astilleros de Canadá, Estados Unidos, Alemania y Noruega[9].

Hidrocarburos

Rusia tiene planes ambiciosos para el desarrollo de los hidrocarburos del Ártico, pero enfrenta problemas económicos y las sanciones iniciadas en 2014 contra el Kremlin, que prohíben la exportación de equipos de alta tecnología asociada a esta actividad. La existencia —y ambigüedad— de las sanciones obligó a importantes compañías petroleras europeas a detener sus tareas o retirarse de empresas conjuntas con empresas rusas. Al respecto resulta llamativo —y aparentemente contradictorio— el anuncio realizado en julio de 2015 por Fugro, con oficinas centrales en Países Bajos, sobre el suministro de un sistema de monitoreo estructural a Exxon Neftegas, operadora del consorcio de Sakhalin-1[10].

Se destacan dos emprendimientos:

  • En abril de 2014 Rusia realizó su primer envío de petróleo desde el Ártico —70.000 toneladas— desde la plataforma Prirazlomnaya, hasta el momento la única perforación petrolera en el Ártico ruso. Su destino fue Europa por petrolero y la compradora la francesa Total. Ha sido el foco de las protestas de ambientalistas que sostienen que un derrame de petróleo podría tener consecuencias ecológicas catastróficas para el territorio Ártico. La cantidad total de combustible cargado de Prirazlomnaya desde el inicio de la perforación superó los 4,3 millones de barriles, según Gazprom Neft. Ubicada a 60 kilómetros de la costa en el helado mar de Pechora, Prirazlomnaya fue atacado por activistas de Greenpeace en 2013, quienes intentaron escalar la plataforma. La embarcación utilizada por los activistas de Greenpeace, el “Arctic Sunrise”, fue posteriormente abordada por oficiales rusos armados y su la tripulación y capitán fueron detenidos[11]. Rusia tiene planes ambiciosos para el desarrollo de los recursos de hidrocarburos del Ártico, pero han retrocedido debido a las sanciones por la crisis de Ucrania que prohíben la exportación de equipos de aceite de alta tecnología a Rusia.
  • Para 2017 debía estar funcionando la planta de gas natural licuado (GNL) de la península Yamal. Con este proyecto, firmado en 2013 entre el mayor productor de gas independiente de Rusia, Novatek, (60% de participación en la empresa), la francesa Total (20%) y la china CNPC (también 20%), Francia esperaba que la mayor parte de su petróleo y gas procedieran de Rusia en 2020[12]. En abril 2014 el proyecto GNL Yamal seguía en pie a pesar de las crecientes tensiones con Occidente y poco después Technip (también francesa) confirmó que continuaría con sus planes de construir la infraestructura para el proyecto[13]. Estos incluyen la construcción de puertos y plantas de GNL para ser exportado por buques metaneros. Ante la persistencia y profundización de las sanciones contra Rusia, en agosto 2014 Novatek señaló que buscaría financiamiento de China. Finalmente cuatro bancos chinos aceptaron financiar el proyecto con al menos US$ 10.000 millones en la primera mitad de 2015[14]. También se acordó con Vietnam la exploración offshore al norte del archipiélago Nova Zembla.

Conclusiones

Según los científicos de la NASA, de aquí al 2030 o 2050, la banquisa ártica podría desaparecer por completo en el verano, permitiendo la apertura de nuevas rutas comerciales. Algunos países quieren tener el control de las rutas, otros quieren que sea de libre navegación.

En el caso de la Federación de Rusia, el Ártico es uno de sus principales objetivos de política exterior. Cerca de dos millones de sus habitantes viven al norte del Círculo Polar Ártico y su supervivencia depende del éxito de Moscú en sus demandas y emprendimientos.

Rusia está invirtiendo mucho, con la esperanza de que realmente aumente el tráfico. Ha priorizado la modernización de todos los puertos que se encuentran en la ruta y también invirtió en una flota de rompehielos de propulsión nuclear, siendo la única en el mundo en poseer este rompehielos.

Los principales obstáculos actuales para lograr los objetivos previstos son la devaluación creciente del rublo —que encarece los suministros importados—, la dificultad de financiación de proyectos debido a las sanciones y el bajo precio internacional del petróleo —que implica también reducción del precio del gas natural— que hace que las inversiones en relación con el precio de venta final de los hidrocarburos no resulten rentables.

Hasta ahora todavía estas rutas siguen siendo complicadas por la dificultad que significa navegar en aguas tan heladas, lo que provoca la duda razonable de si las ganancias en término de distancia pueden ser anuladas por la lentitud que los barcos sufren en este tipo de aguas.

Falta mucho tiempo para poder ver la real explotación del Ártico. Mientras tanto, todos los países interesados deberán llegar a un acuerdo en lo geopolítico y en lo comercial.

 

* Doctora en Geografía/Geopolítica, Magíster en RRII. Investigadora y miembro de la Comisión Directiva del Centro de Investigaciones Geográficas UNLP. Profesora de grado y posgrado de la Universidad Nacional de La Plata, Universidad Nacional de Río Negro, Universidad del Salvador. Invitada por Bridas Co. para realizar estudios sobre petróleo en Turkmenistán y Azerbaijan. Secretaria académica de la SAEEG. Correo electrónico:  isabelstanganelli@yahoo.com.ar

Referencias

[1] En 2012 el rompehielos nuclear ruso “Vaigach” realizó 250 rescates de buques en un mes y medio solamente en la región del mar Báltico.

[2] “Russia’s First Arctic Oil Rig Will Keep Pumping Despite Sanctions”. Reuters, 15/09/2014, <http://www.themoscowtimes.com/top_stories/article/newsletter/507052.html>.

[3] “El Ártico: guerra geopolítica por recursos de petróleo y gas”. Iniseg, 19/05/2020. <https://www.iniseg.es/blog/seguridad/el-artico-guerra-geopolitica-por-recursos-de-petroleo-y-gas/>.

[4] Ídem.

[5] “Russian Navy is Planning Summer Expeditions to Contested Arctic Region”. The Moscow Times, 21/05/2014, <http://www.themoscowtimes.com/business/article/newsletter/500642.html> [consulta: 25/06/2014].

[6] La isla Wrangel es una reserva natural, habitada por osos polares y se encuentra en la lista de la UNESCO como Patrimonio Natural de la Humanidad. Son frecuentes los reclamos por Greenpeace.

[7] “Russia Planning to Claim Arctic Territory With UN in 2015”. The Moscow Times, 30/10/2014, <http://www.themoscowtimes.com</news/article/newsletter/510346.html> [consulta: 31/10/2014].

[8] “Russia is using Extortion in the Arctic”. The Moscow Times, 02/12/2014. <http://www.themoscowtimes.com/business/article/newsletter/500642.html> [consulta: 08/07/2015].

[9] El más reciente rompehielos chino, “White Dragon”, se encuentra en el mar Antártico.

[10] “Fugro equipment monitoring Sakhalin platform integrity”, Offshore Magazine, 13/07/2015, <http://www.offshore-mag.com/articles/2015/07/fugro-equipment-monitoring-sakhalin-platform-integrity.html> [consulta: 18/07/2015]. Cabe aclarar que este equipo se utilizará en la plataforma petrolera Berkut en el campo Arkutun Dagi frente a la isla Sajalín en el océano Pacífico y no en el Ártico.

[11] “Russia’s Arctic Drilling Rig Pumps Over 4 Million Barrels of Crude”. The Moscow Times, 30/07/2015, <https://www.themoscowtimes.com/2015/07/30/russias-arctic-drilling-rig-pumps-over-4-million-barrels-of-crude-a48654 >.

[12] “Total Sees Russia as Biggest Source of its Oil Output by 2020”. Reuters, abril 24 de 2014. Disponible en <http://www.themoscowtimes.com/business/article/newsletter/498872.html> [consulta: 08/05/2015].

[13] “France’s Technip Confirms Plans to Build Yamal LNG Facility in Russia”. The Moscow Times, 16/05/2014, <http://www.themoscowtimes.com/business/article/newsletter/500334.html>, [consulta: 18/05/2014].

[14] “Russia’s Novatek Expects China to Largely Finance Yamal Gas Project”. Reuters, 09/12/2014, <http://www.themoscowtimes.com/business/article/newsletter/512935.html>, [consulta: 08/01/2015].

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EL SISTEMA NUCLEAR Y DE MISILES DE RUSIA

Giancarlo Elia Valori*

Silo de un misil balístico intercontinental antes de una prueba. Sergué Kazak/TASS

La nueva política de amenaza/disuasión nuclear rusa se define en la Orden Ejecutiva Nº 355, denominada “Principios básicos de la política estatal de la Federación de Rusia sobre disuasión nuclear”, que entró en vigor el 2 de junio de 2020.

En primer lugar, las armas nucleares rusas se definen “sólo como medios de disuasión”, mientras que su uso es siempre y de todos modos una medida “extrema y obligatoria”.

Además, las represalias son “inevitables”, especialmente en el caso de que haya un ataque nuclear directo contra la Federación de Rusia, mientras que Rusia también quiere mantener para sí la posibilidad de infligir “un daño garantizado e inaceptable” a cualquier tipo de oponente, es decir, su cuasi destrucción como sociedad y como sistema productivo.

Los peligros militares en los que podría incurrir la Federación de Rusia en el futuro podrían ser la creación de una amplia fuerza convencional por parte de un oponente ruso —que, sin embargo, también tiene un arsenal nuclear, especialmente en las fronteras de la Federación de Rusia— o el despliegue de sistemas de defensa antimisiles, pero también de armas no nucleares, hipersónicas, UAV y de energía directa, por parte de Estados que consideran a Rusia un enemigo potencial.

O también el desarrollo de un sistema de defensa y ataque de misiles —incluso uno no nuclear— en el espacio por un oponente potencial.

También está la mera posesión —por otros Estados, vistos como “opositores” o como partes de alianzas enemigas— de sistemas de armas nucleares y/u otros tipos de armas de destrucción masiva (WMD) que, sin embargo, también pueden utilizarse hipotéticamente contra la Federación de Rusia. Sin embargo, en la mente de los responsables rusos de la toma de decisiones, también está la proliferación incontrolada de armas nucleares por parte de los opositores, de su lanzamiento o uso de instrumentos, así como la evolución de su tecnología.

Por último, el sistema militar ruso supervisa cuidadosamente el desarrollo de las armas nucleares y su presencia en países que nunca antes habían tenido armas nucleares en su territorio. Lo considera una amenaza grave. ¿Cómo se desencadena la reacción nuclear o militar convencional rusa a un uso adverso de armas nucleares contra su propio territorio y recursos, según los mecanismos oficiales previstos?

En primer lugar, con la recopilación inicial de datos fiables sobre un lanzamiento de misiles balísticos dirigidos contra el territorio y los recursos de la Federación de Rusia.

En segundo lugar, con el uso obvio de armas de destrucción masiva u otras armas avanzadas contra Rusia y sus aliados. En este cálculo estratégico, los aliados no incluyen a China, sino sólo a Bielorrusia y, probablemente, Kazajstán. La activación de una reacción nuclear rusa también puede ser causada por un ataque lanzado por un oponente o una alianza enemiga en los puntos críticos de la organización gubernamental, militar, económica y, en este caso, de petróleo y gas de Rusia.

En este caso, si los dirigentes rusos o sus principales recursos económicos fueran objeto de un ataque nuclear, la respuesta sería un contraataque de la Federación de Rusia contra los centros de toma de decisiones del oponente. Además, debería calcularse una posible respuesta nuclear de Rusia si los opositores lanzaron un ataque convencional capaz de poner en peligro las redes de tamaño, fuerza y control de la Federación de Rusia.

La decisión suprema para el uso del arma nuclear está en manos del Presidente de la Federación de Rusia, quien puede informar a los responsables de la toma de decisiones de los demás Estados o a las organizaciones internacionales —si ve la necesidad de hacerlo— de la voluntad rusa de lanzar un ataque nuclear contra un invasor o atacante, en ese momento y en ese lugar.

Además, también en este último documento, Rusia establece la línea del “lanzamiento del arma nuclear junto con la advertencia estratégica”.

Esto también dificulta la selección de amenazas, considerando el tiempo reducido para evaluarlas. Piensen aquí en las armas hipersónicas, que tienen tiempos de advertencia infinitesimales, o en las redes estadounidenses que actualmente están equipadas con misiles balísticos con ojivas convencionales para el ataque inmediato, lo que hace cada vez más difícil diferenciar inmediatamente entre un ataque nuclear y un ataque convencional.

Aquí es donde la vieja teoría rusa de la amenaza nuclear de la era soviética también se aplica a una fuerza convencional de la OTAN que tiene, sin embargo, tamaño y armas capaces de “poner en peligro” la propia naturaleza y estabilidad del Estado ruso. Si Vladimir Putin considerara también la amenaza de la OTAN a las importantes minorías rusas en el Báltico, en Europa del Este y en Europa sudoriental, el cálculo estratégico sería extremadamente difícil.

Para la Federación de Rusia —como con el zar Pedro I— una base en el Mediterráneo es también de importancia fundamental.

Con este fin, la guerra en Siria se ha materializado, la última fase de una cadena de “guerras de colores” o “primavera árabe” que, en el caso de Siria, ciertamente no tuvieron éxito para Occidente.

Mientras tanto, como ya ha sucedido en la región del Magreb, en América Latina y en otras regiones del mundo, Rusia quiere mantener algunos activos estratégicos esenciales: su control sobre las antiguas áreas “pro-soviéticas”, desde Medio Oriente hasta Venezuela y Cuba; la clara reafirmación de su propio papel como gran potencia y finalmente la creación por parte de Rusia de su propio papel como mediador e intermediario confiable, un Estado estable y creíble, así como una potencia influyente.

Además, todo esto sucede en una fase en la que la modernización de las armas y doctrinas rusas de la guerra nuclear y de lo que podríamos llamar guerra post-convencional (armas hipersónicas, de alta energía, etc.) aún no ha terminado.

En 2019, Vladimir Putin dijo que las herramientas actualizadas y modernas eran más del 82% de la Tríada Nuclear de la Federación de Rusia (tierra, mar y cielo). También dijo: “nuestro armamento debe ser el mejor de los mejores para poder ganar en un choque de este tipo”.

Además de la aceptación de nuevos y posibles acuerdos para reducir las armas estratégicas, Putin también dijo: “Estamos construyendo nuevos sistemas fiables de misiles y armas nucleares” para la disuasión.

Hoy, a mediados de 2020, se supone que la Federación de Rusia tiene 4.310 ojivas nucleares de diversa naturaleza y tamaño, que pueden ser utilizadas por lanzadores de largo y corto alcance, sólo por las Fuerzas Estratégicas de Misiles. 1.570 de estas 4.310 ojivas ya están posicionadas: 810 se colocan en misiles estratégicos terrestres; 560 forman parte del armamento submarino y 200 se colocan en aviones y en sus bases.

Unas 870 ojivas nucleares se almacenan finalmente en un “almacén”, junto con 1.870 ojivas no nucleares.

Además de estos datos, se puede decir que al menos 2.060 ojivas, que ahora están siendo desmanteladas, están a la espera de ser “desguazadas”.

De ahí que el número total real asciende a 6.370 ojivas, teniendo en cuenta las ojivas de misiles, convencionales y nucleares.

En la fecha del 5 de febrero de 2019 —fijada por el Tratado START—, la Federación de Rusia redujo el número de ojivas estratégicas en acción a 1.444 de conformidad con las disposiciones del Tratado.

Más tarde Rusia declaró 1.420 ojivas adicionales en 517 lanzadores y, en marzo de 2019, declaró la existencia de 524 lanzadores para 1.461 ojivas, pero hoy los datos varían muy rápidamente.

En octubre de 2018 Vladimir Putin había declarado: “Nuestra doctrina estratégica de las armas nucleares no permite un ataque preventivo, sino un contraataque mutuo”, es decir, “somos capaces de reaccionar rápidamente a un ataque nuclear o existencial de todos modos, sólo cuando sabemos con certeza que un posible agresor está atacando a Rusia”.

La línea política es la de la doctrina de diciembre de 2014, que decía: “Rusia se reservará el derecho de utilizar armas nucleares en respuesta al uso —contra Rusia o sus aliados— de armas nucleares o de cualquier tipo de destrucción masiva, o incluso en el caso del uso —contra Rusia— de armas convencionales si la propia existencia del Estado está en peligro”. Además, algunos responsables de la toma de decisiones rusos han declarado que las armas nucleares rusas pueden utilizarse si hay amenazas creíbles contra los sitios de misiles balísticos rusos, pero también en escenarios regionales que no implican una amenaza existencial para el Estado ruso o que de todos modos no utilizan armas de destrucción masiva.

También existe el problema de las armas definidas como “anómalas”, como el Poseidón – Kanyon, según la jerga estadounidense o el Status-6 (nombre en clave de la OTAN), que es un torpedo nuclear capaz de crear una vasta área de contaminación marina capaz de bloquear cualquier operación militar o económica durante mucho tiempo.

Se supone que la Federación de Rusia tiene actualmente 302 Misiles Balísticos Intercontinentales (ICBM) en su lugar y operativos, con una posible carga de 1.136 ojivas nucleares o no nucleares.

Rusia, sin embargo, declaró en varias etapas de las negociaciones START que tenía casi 400 ICBM en la “línea de fuego” o que los ICBM ya eran 513 a finales de septiembre de 2019.

Los ICBM rusos están organizados en la Fuerza Estratégica de Misiles para tres sectores diferentes, con un total de 11 divisiones cada uno con unos 39 regimientos de misiles.

Sin embargo, el 40º Regimiento de la 12a División, estacionado en Yurya, no tiene armas nucleares.

Hoy, sin embargo, Rusia todavía tiene misiles SS-18, SS-19 y SS-25 entre sus ICBM.

El SS-18 (RS-20V, o R36M2 Voivoda) es un misil colocado en silos, pero puede llevar un máximo de 10 ojivas. Todavía hay 46 misiles SS-18 con 460 ojivas, mantenidos como casi operativos, en la 13a División de Misiles estacionada en Dombarovsky y en la 62ª División de Misiles en Uzhur.

Los misiles SS-18 deberían ser retirados a finales de 2020, reemplazados por Sarmat, el RS-28.

El SS-19 (RS-18, o UR100NUTTH) pronto será reemplazado por el SS-27, otro misil silo, pero aún hoy dos regimientos de la Fuerza Estratégica de Misiles siguen siendo muy operativos con los misiles SS-19.

Rusia sigue retirando sus SS-25, los misiles autopropulsados Topol, a un ritmo de uno-dos regimientos por año, que serán reemplazados por el SS- 27 Mod. 2.

El misil SS-27, es un misil llamado en Rusia RS-24, o Yars, que puede acomodar hasta cuatro Vehículos de Reentrada Multi-Independientes (MIRVs). Se supone, sin embargo, que actualmente Rusia ya tiene 140 Yars operativos, móviles o en silos, con distribución de estos nuevos misiles a la División de Guardias de Misiles en Teykovo, pero también a la 39ª Guardia de Misiles en Novosibirsk, a la 42ª en Niznhny Tagil, a la 29ª en Irkutsk, y finalmente a la 14ª División de Misiles en Yoshkar-Ola.

Rusia también está desarrollando una nueva versión del misil SS-29, el Sarmat RS-28 que, como ya se ha señalado, se supone que ya ha reemplazado en gran medida al SS-18.

Con referencia específica a los misiles lanzados por submarinos, Rusia cuenta actualmente con 10 submarinos nucleares de tres clases: seis Delta IV, un Delta I y tres Borei. Cada submarino puede transportar 16 Misiles Balísticos Lanzados Submarinos (SLBM) y cada SLBM puede transportar varios MIRV, para un total de más de 720 ojivas.

Hasta 2020, el eje de la guerra de submarinos y misiles será el Delta IV, cada uno equipado con 16 SLBM.

Todos los submarinos Delta IV forman parte de la Flota del Norte, con base en Gazhyevo, en la península de Kola.

Los misiles Delta serán reemplazados por completo por el Borei, cada uno con 16 misiles SS-N-32 con seis ojivas cada uno.

Con referencia específica a las ojivas nucleares aéreas, Rusia utiliza dos tipos de bombarderos: el Tu-160 Blackjack y el Tu-95 M5 Bear. El número total de estos aviones es de 70 y ambos pueden transportar el A-15 Kent y los misiles AS-23B.

Cada TU-160 puede transportar 40.000 kilos de armamento, incluidos los 12 misiles AS-15B, con un total de 700 bombas nucleares transportadas que pueden ser lanzadas desde el avión.

Por lo tanto, Rusia prevé —y los responsables de la toma de decisiones rusas siempre conceden gran importancia también a las armas no nucleares— una fuerza nuclear que pueda ocasionar rápidamente el mayor daño posible a cualquier atacante, incluso a las superpotencias actuales, con una combinación de fuerzas terrestres, marítimas y aéreas.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. El Señor Valori ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Nota: traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. 

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