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¿LA INDEPENDENCIA DE MALVINAS ESTÁ EN LA AGENDA?

César Augusto Lerena*

(Publicado en el Diario Los Andes de Mendoza, 17.9.20)

Crear —como algunos proponen— una “Casa Argentina en Malvinas” para mejorar el diálogo, sería inviable. No permiten allí banderas argentinas y se daría el absurdo de tener una “Casa Argentina en Argentina”.

 

Días pasados en el Diario Los Andes de Mendoza se publicó “Malvinas, antes que sea tarde”, de autoría de un diplomático retirado argentino. Puedo coincidir, que la hipótesis independentista de Malvinas que formula es una probabilidad, y entiendo, que —seguramente— está siendo evaluada por la Cancillería Argentina; pero, estoy sorprendido —tratándose de un exfuncionario argentino— de sus afirmaciones.

Nos dice, que en pocos años se habrán de “cumplir dos siglos de ejercicio efectivo de soberanía británica sobre Malvinas” (sic) y, no es así, en 2033 se cumplirán 200 años de la invasión británica del territorio argentino, en una ocupación y explotación que mantiene, contrariando varias resoluciones de las Naciones Unidas y, muy especialmente la Res. 2065 donde se dejó en claro “la existencia de una disputa entre la Argentina y el Reino Unido (…) acerca de la soberanía sobre dichas Islas” e invitó a ambos países a negociar y, el propio Acuerdo de Madrid de 1989 que indicó: “Nada (…) será interpretado como: a) Un cambio en la posición de Argentina acerca de la soberanía o jurisdicción territorial y marítima sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes (…) Ningún acto o actividad que lleven a cabo la Argentina, el Reino Unido o terceras partes como consecuencia y en ejecución de lo convenido podrá constituir fundamento para afirmar, apoyar o denegar la posición de la Argentina o del Reino Unido acerca de la soberanía o jurisdicción territorial y marítima sobre las Islas Malvinas (…) y los espacios marítimos circundantes”. Es decir que, de ninguna manera, puede afirmarse, que el Reino Unido ha cumplido dos siglos de ejercicio efectivo de soberanía sobre las Islas Malvinas. Por razones de espacio no detallo la larga lista de derechos soberanos argentinos sobre las islas, pero, agrego, que el Reino Unido, contradiciendo la Res. ONU 31/49 avanzó ocupando 1.639.000 Km2 del Atlántico Sur más que los 11.410 km2 originales del archipiélago en disputa.

Las tropas argentinas, no “ocuparon las islas” —como dice— sino que recuperaron el territorio “ocupado” por el Reino Unido. Y en esa línea, el diplomático, entiende, que “es imprescindible incorporar a la mesa negociadora (…) a los isleños”. Estos, no son parte, porque son habitantes británicos; no son una población originaria, sino implantada y, en muchos casos, transitoria. Ello quedó reafirmado por dos hechos incontrastables: el estatus británico adquirido por los habitantes luego de 1982 y el referéndum de 2013 donde éstos aprobaron seguir perteneciendo al Reino Unido. No son un pueblo autónomo. Crear —como propone— una “Casa Argentina en Malvinas” para mejorar el diálogo, sería inviable (no se permiten banderas argentinas) y, se daría el absurdo, de tener una “Casa Argentina en Argentina”.

Amén de ello, en su artículo el diplomático manifiesta tener conocimiento directo con los habitantes de Malvinas, quienes le habrían manifestado su deseo de independizare; opinión —dice— que también estaría instalada en la British Commonwealth of Nations, pero, de lo que se trata, conforme la Disposición Transitoria primera de la Constitución Nacional, es que la Argentina ratificó “su legítima e imprescriptible soberanía sobre las islas Malvinas (…) por ser parte integrante del territorio nacional” y, que la recuperación de estos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía debe hacerse “respetando el modo de vida de sus habitantes”, no de su interés o deseo, sino el de la Nación Argentina y de los argentinos. Por ello —y otras razones que no detallo para no sobreabundar— no comparto las herramientas que propone; aunque, su hipótesis independentista está dentro de las probabilidades que debería estar atendiendo la Cancillería.

Vayamos, entonces, al escenario que vislumbra: “la Corona británica otorgándole la independencia a Malvinas (refiere a las Falklands Islands) e integrándolos a la Comunidad Británica de las Naciones”. ¿Cómo se compadece frente a la emergencia que plantea, tener mucha paciencia, diplomacia profesional y tiempo”? Les estaríamos dándole los años necesarios para seguir fortaleciéndose económicamente, es decir, lo mismo que ha hecho —salvo excepciones— la Cancillería en los últimos 55 años.

Pero, efectivamente, ¿está evaluando la Cancillería Argentina esta hipótesis? No quisiera estar en el pellejo de los funcionarios responsables si esta ocurriese. Me dirán que toda Latinoamérica nos acompañaría y me pregunto ¿qué fuerza cierta tendría ello? Nos han acompañado en todos los fueros internacionales respecto a discutir soberanía y a reconocer nuestros derechos. ¿lo harían frente a una supuesta autodeterminación, aunque sepamos que esta sería absolutamente amañada? ¿Cómo contrarrestar el apoyo que, esa hipotética “independencia”, tendría del British Commonwealth of Nations y de otros países afines? Entiendo que en lugar de llorar sobre la leche derramada y, lamentarnos por lo que dejamos hacer, ¿por qué no empezamos por conseguir que Uruguay nos apoye y cierre sus puertos a los buques que operan ilegalmente en el Atlántico Sur y Malvinas? ¿Cómo acordamos con España para que sus buques pesqueros no operen en Malvinas, no constituyan joint Venture en las islas y no adquieran productos de ese origen? etc.

El Reino Unido —a no ser que lo coloquemos en el peor escenario— no va a negociar, como no lo ha hecho en estos casi 200 años. La reciente presentación de Johnson respecto al Brexit, violando los acuerdos preexistentes con la U.E. (La Nación, 10/9/20) son una muestra acabada de quienes son.

Teniendo muy en cuenta la hipótesis que este diplomático retirado enuncia (suelen hacerlo más los jubilados que los activos, por una cuestión de verticalidad que opera en esos ámbitos) entiendo, que la Argentina debería crear un Ministerio del Atlántico Sur; actuar sobre la Unión Europea para que Malvinas quede afuera del libre comercio post Brexit; dar por finalizadas las “Declaraciones (el Acuerdo) de Madrid” y el Pacto Foradori-Duncan terminando con la Comisión de Pesca y cancelando los vuelos a Santiago y San Pablo que facilitan su comercio; reclamar el lucro cesante por la explotación de los recursos pesqueros (28 mil millones de dólares); iniciar acciones respecto a los Recursos Migratorios y la pesca ilegal (INDNR) de las especies originarias de Argentina; llamar a Concurso para la pesca en la Alta Mar; rechazar el Acuerdo de Nueva York y con ello las Organizaciones Regionales (OROP) contrarias a la Constitución Nacional y, que profundizarían la ocupación británica; Sudamericanizar el Atlántico Sur a través de un Protocolo Adicional al MERCOSUR; revitalizar el Tratado del Río de la Plata; fortalecer el Tratado con Chile y acordar respecto al corredor bioceánico; establecer como delito penal la pesca ilegal; declarar zona de emergencia pesquera y ambiental en el área de Malvinas para impedir la pesca ilegal de los británicos; pescar con la flota argentina fuera de las 200 millas y los recursos que migran a Malvinas; dotar a la Armada y a la Prefectura de los elementos de persuasión; apoyar a la flota mercante y fluvial y la industria Naval Pesquera; modificar la toponimia en Malvinas, etc. todas cuestiones que fortalecerían la posición de Argentina.

Dar a los habitantes de Malvinas el peor escenario para ser independientes y, ayudar al Reino Unido, a cumplir con la Res. 2065/65: discutir con la Argentina la soberanía de los Archipiélagos.

Ceterum censeo Carthaginem esse delendam.

 

* Experto en Atlántico Sur y Pesca. Ex Secretario de Estado, ex Secretario de Bienestar Social (Provincia de Corrientes). Ex Profesor Universidad UNNE y FASTA. Asesor en el Senado de la Nación. Doctor en Ciencias. Consultor, Escritor, autor de 24 libros (entre ellos “Malvinas. Biografía de Entrega”) y articulista de la especialidad.

Nota: Res. ONU 1514 (XV) de 1960; 2365 (XX) de 1965; 3160 (XXVIII) de 1973 y, la 31/49 de 1976.

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RECORDANDO NUEVAMENTE AL TRIÁNGULO ALIMENTARIO MUNDIAL

Agustín Saavedra Weise*

 

A ratos uno no sabe qué pensar cuando noticias y datos de interés pasan acá desapercibidos. Al respecto, y como estamos ingresando a la primera mitad del mes de Santa Cruz, yo sí quiero recordar un acontecimiento en Buenos Aires de julio 2016, importante para nuestro departamento y para Bolivia en general. Fueron unas jornadas de análisis agropecuario con protagonistas de alto nivel y dónde se habló de la mejor manera de alimentar a la humanidad. Al respecto y salvo la modesta opinión del suscrito, jamás escuché ningún comentario, ni siquiera de los sectores directamente interesados: ganaderos y agricultores.

Hoy en día el campo oriental se encuentra en jaque por efecto de organizaciones de naturaleza teóricamente ecológica que prácticamente buscan paralizar —si es posible— la producción agraria y ganadera, so pretexto de temas que tienen que ver con el medio ambiente.

No perciben que ellos se alimentan de lo mismo que se produce acá y sin eso no podrían sobrevivir; el mundo necesita también comer y como estado, necesitamos generar divisas mediante la exportación de productos alimentarios. Si hay que controlar que así sea, pero no satanicemos a nadie, más bien hay que generar pautas consensuadas de desarrollo sostenible sin disminuir la producción de alimentos. Al contrario: debemos expandir la frontera agropecuaria al máximo posible.

En el mencionado evento de julio 2016, grupos empresariales y multinacionales de alto nivel definieron un triángulo de la alimentación mundial, cuyo vértice era Santa Cruz de la Sierra. El triángulo estaba formado por nuestra capital oriental, San Pablo y Bahía Blanca. Cada parte tiene su razón de ser.

Santa Cruz de la Sierra representa la potencialidad productiva del interior subcontinental ¿Por qué eligen a nuestra tierra natal? ¿Por qué no elegir otras ciudades tan o más importantes del hinterland? Si desde el exterior eligen a Santa Cruz de la Sierra es por su privilegiada ubicación como área estratégica de la región y también por la capacidad que tiene para producir alimentos capaces de alimentar, no solamente a las Américas, sino al mundo entero. Bahía Blanca es un puerto argentino de aguas profundas —ubicado al sur de la pampa húmeda— por el cual se exporta gran cantidad de granos y San Pablo es el centro económico e industrial de América Latina. Dibuje el lector el triángulo sobre esos tres vértices y verá la sabiduría de lo planteado.

Estos grupos multinacionales de expertos cuando dicen algo lo dicen muy en serio. Empero, nadie en Santa Cruz ni en Bolivia se preocupó de enterarse, alegrarse y asombrarse de que nuestro terruño figure como vértice clave del triángulo de la alimentación mundial. Modestia aparte yo sí me ocupé del tema y divulgué el evento mediante un artículo publicado el 31 de julio de 2016, pero no es eso lo que me inquieta, finalmente la gente es libre de leer (o no) una nota periodística. Me preocupa hasta ahora el tema de fondo: nadie ha percibido —ni siquiera políticos y productores— la importancia de lo expresado en esa reunión ni la potencialidad geopolítica de Santa Cruz de la Sierra.

Pero algunos nos preocupamos, por eso vuelvo a mencionar el evento, recalco mi nota al respecto y ahora reitero nuevamente lo expresado hace 4 años en las conclusiones de esa histórica jornada agropecuaria: “Los organizadores y participantes se dieron cuenta de que el futuro de la agricultura del mundo pasa por América del Sur: Estados Unidos consume todo lo que produce, Europa cada día es más un gran jardín y África, si bien tiene agua y tierra, no tiene todavía muchos elementos que le harían falta para ser un lugar productivo. Por eso se proyecta un triángulo imaginario entre San Pablo, Santa Cruz de la Sierra y Bahía Blanca, que es desde donde saldrá la comida del mundo porque hay espacio y una población lo suficientemente educada para entender las nuevas tecnologías».

 

*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com

Tomado de El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://eldeber.com.bo/opinion/recordando-nuevamente-al-triangulo-alimentario-mundial_200139

CAMBIO E INSTITUCIONALIZACIÓN EN LOS SERVICIOS DE INTELIGENCIA LATINOAMERICANOS: BREVE REPASO

Fabricio Rauber Lema*

Imagen de Gerd Altmann en Pixabay

Introducción

En noviembre de 2015, una serie de ataques terroristas perpetrados en París dejaron más de 120 muertos y centenares de heridos. Según reportes policiales, sujetos armados con fusiles de asalto y explosivos generaron tiroteos “en los distritos 10 y 11 de la capital, además de provocar varias detonaciones cerca del Estadio de Francia”[1]. El punto más grave donde el ataque tuvo lugar fue en la sala de conciertos Bataclan, en la que murieron más de 80 personas. François Hollande, entonces Presidente de Francia, declaró el estado de emergencia en toda la República y el cierre de fronteras.

Meses después, una comisión estatal encargada de investigar el ataque y la respuesta que dieron los organismos estatales al mismo —de la que formaron parte los diputados Georges Fenech y Sébastien Pietrasanta—, afirmó que hubo “varios fallos en la gestión global de la amenaza terrorista (…) destacando la ausencia de preparación de Francia frente a este tipo de acciones”[2]. Del informe presentado se derivaba como parte primordial la reforma del servicio de inteligencia francés; entre las 39 propuestas emitidas para luchar contra el terrorismo —asunto sobre el que se centró la atención del debate político y público—, cuenta Fernández), estaba la creación de una agencia nacional de inteligencia y la fusión de tres entidades de élite (GIGN, RAID y BRI)[3]. A la falta de coordinación entre entidades del ramo y la presunta incapacidad para detectar la amenaza y su naturaleza, se le atribuyó una directa denominación como fallo de inteligencia.

La no articulación entre miembros de un determinado sistema de Inteligencia o la no identificación de una amenaza a tiempo supone serias consecuencias que, como en el caso descrito y uno de los escenarios más catastróficos, puede incluso costar vidas de ciudadanos y ciudadanas. Lejos de la idealización de la actividad de inteligencia y contrainteligencia implantada por el séptimo arte, donde los agentes transitan entre país y país, a bordo de lujosos automóviles y accionando sofisticadas armas que podrían fácilmente encajar en la ciencia ficción, la actividad de inteligencia y contrainteligencia supone tareas mucho más profundas de operaciones y análisis para la obtención de datos e información en busca de seguridad y oportunidades para el Estado y su ciudadanía. Es una actividad que, como otras, ha mutado a fin de ajustarse a las características y necesidades que la sociedad actual demanda y que, para el caso de los países latinoamericanos, supuso un encuadre dentro de conflictos ajenos que causaron serias heridas sociales y desconfianza colectiva. Hoy, sin haber superado aún tal bache por completo, se tienen en frente amenazas para la región que son objeto de una intervención colectiva y estratégica. 

Primeras prácticas

Luis Darío Buitrago explica que la inteligencia es una actividad cuya práctica se remonta a siglos atrás y ha fungido como una herramienta para el “desarrollo de los pueblos”[4]. Relata que en China se tienen los primeros registros sobre el empleo de espías. En el siglo XIX a.C., el rey Shao-K’ang envío a un colaborador para que vigile al asesino de su padre, mientras él reunía lo necesario para implantar la dinastía Xia. Tiempo después, Yi Yin, el que sería el primer espía reconocido, trabajó como agente encubierto para la dinastía Shang, y tuvo un papel preponderante en las campañas para derrotar a los Xia[5]. Yi Yin pasó como consejero del emperador Chieh y, gracias a su trabajo y jornadas junto a la autoridad, hizo un perfil sobre cómo era éste, lo que permitió, según cuenta Buitrago, realizar operaciones psicológicas sobre él.

En otro ámbito, continúa Buitrago, el primer desertor reconocido en la historia china fue Tai Kung, quien había sido espía para los Shang y se puso a servicio de la dinastía Zhou, a quienes informó sobre la organización, poderío militar, debilidades y fortalezas de los primeros. Con los datos entre manos, los Zhou pudieron “sorprender a los Shang en la batalla decisiva que terminó por derrocarlos”[6] (Sanz 2012, 05).

Durante la segunda guerra púnica, añade Buitrago, los comandantes romanos empleaban espías, colaboradores, embajadores y otros recursos para obtener datos e información que les permitiera conocer acerca de las actividades de los pueblos y combatientes cartagineses. Durante la Segunda Guerra Púnica, tales datos fueron fundamentales para interceptar dos ejércitos al mando de Asdrúbal Barca.

Así como se tenían actividades para la obtención de datos en el terreno, otras tareas como la recolección de imágenes resultaban estratégicas para conocer las capacidades y distribución del oponente. De acuerdo con la raíz misma de la actividad de inteligencia, en el seno militar se desarrollaron medios tecnológicos para obtener dichos datos que apoyaban la planificación de operaciones.

La primera vez que se utilizan medios aéreos para la obtención de imágenes estratégicas es en la batalla de Fleurus, en 1794, donde el Cuerpo Aerostático Francés de la Primera República usó un globo retenido por cuerdas, l’Entreprenant, para ganar un punto de observación que sería determinante en el transcurso de la batalla.[7]

Desde sus inicios, la inteligencia y la contrainteligencia vieron en su naturaleza el empleo militar fundamentalmente. Sin embargo, explica Andrew Rathmell, dicha actividad tuvo un proceso de evolución tardío, como “profesión y proceso moderno” [8] respecto del momento histórico en el que la sociedad se ubicaba. En el periodo temprano de la llamada modernidad, la inteligencia era un asunto militar y diplomático ad hoc. En dicha época, los servicios de inteligencia eran informales y, en muchos pasajes, una tarea personal. La actividad se fue formalizando tras el establecimiento de embajadas desde el siglo XVII y la evolución de las relaciones internacionales. La inteligencia militar inició un proceso de estructuración moderna “durante la era napoleónica a medida que en que la naturaleza de la guerra cambiaba y los requerimientos para información de uso militar útil se incrementaron”[9] [10].

A finales del siglo XIX, en medio de latentes conflictos bélicos y una habitual coyuntura beligerante, las potencias de entonces comenzaron a integrar la inteligencia y la contrainteligencia en las funciones del mundo militar, y la acreditación de agregados se normalizó. Conforme al avance de la tecnología, tanto desde lo industrial cuyas aplicaciones se dirigían a la cotidianidad ciudadana y empresarial, y a aquella de fines militares, fungieron como una oportunidad para que la inteligencia tomara un rol más sólido, en el marco de la Primera Guerra Mundial. Asimismo, esa necesidad y papel relevante que tomó, dio paso para que los medios técnicos y tecnológicos también experimentasen un avance para la recolección de datos y su difusión. Por un lado, la inteligencia y la contrainteligencia se ubicaron como actividades fundamentales para el conocimiento del entorno y de la naturaleza del oponente y también se cimentaron las bases de ésta como una entidad estructurada, organizativa y con procesos propios.

El periodo entreguerras, continúa Rathmell, detuvo la institucionalización en marcha. Durante la Segunda Guerra Mundial hubo un enorme avance debido a la escalada mundial de las necesidades de datos e información y el alcance de las operaciones. Allí, los consumidores de inteligencia y de contrainteligencia ya no fueron solamente las instancias militares —a las que naturalmente correspondía— sino también a las políticas. En otra instancia, y quizá no como un objetivo primigenio, la coalición contra Alemania y Japón dio como producto una comunidad de inteligencia, anclada en la estructura del Reino Unido y de los Estados Unidos.

Las estructuras de inteligencia de la Guerra Fría que surgieron en las décadas de 1940 y 1950 profundizaron y ampliaron esta institucionalización de la inteligencia. Por primera vez, la inteligencia desarrolló las características de un proceso y una profesión verdaderamente modernos. Curiosamente, el surgimiento de la inteligencia “moderna” tuvo lugar en una era en que la modernidad misma comenzaba a ser desafiada en las esferas artística e intelectual.[11]

Luego del cese de las hostilidades de la Segunda Guerra Mundial, la comunidad de inteligencia conformada había implementado una estructura burocrática permanente, con responsabilidades determinadas y procesos de producción establecidos. Las nuevas necesidades de información, esta vez en el marco de la Guerra Fría, ya no tenían que ver con un conflicto abierto, sino en la confrontación de dos bloques ideológicamente opuestos y que planteaban ordenamientos sociales divergentes. Tres características de la Guerra Fría proporcionaron a los servicios de inteligencia su modelo de funcionamiento y objetivos, según Andrew Rathmell:

    1. Escalada de la amenaza percibida: ideología y aniquilación nuclear.
    2. Naturaleza militarizada del objetivo: recolección de indicadores técnicos, científicos y económicos sobre el oponente.
    3. Previsibilidad del contexto geopolítico: el enfoque de las tareas apuntaba al monitoreo de las actividades militares y estratégicas de la Unión Soviética.

Dentro de tal escenario, la inteligencia y la contrainteligencia operaban con blancos específicos cuyo tratamiento obligaba, en la mayoría de ocasiones, al empleo de técnicas clandestinas que profundizaron la separación entre el servicio, la sociedad y los intereses de ésta.

Nuevo sentido

El fin de la Guerra Fría y la caída de la Unión Soviética supusieron el posicionamiento de un modelo económico con claros roles para el Estado y el sector privado, de donde derivaban percepciones de mundo y organización social, la preponderancia de una ideología hegemónica y, entre otras cosas, la superación de anteriores objetivos para las actividades de inteligencia. Frente a la ausencia del bloque antagónico y la amenaza que implicaba, apunta nuevamente Rathmell, surgieron múltiples críticas que demandaban la reforma de los servicios de inteligencia y los blancos de tratamiento sobre los que ubicaban su atención, sobre todo en un momento donde la revolución de la información dotaba de necesidades y herramientas nuevas y se avizoraba el surgimiento de amenazas transnacionales.

Sherman Kent, analista de Inteligencia y director de la Office of National Estimates (ONE), una prestigiosa dependencia de la CIA, fue quien tras publicar su célebre texto Strategic Intelligence for American World Policy, inauguró una novedosa visión de la inteligencia donde ésta se vuelve estratégica para el análisis de los fenómenos, riesgos y amenazas.

El inicio de una era de información ha permitido cambios dramáticos que abarcan el fin del comunismo, el inicio del «estado de mercado», con las transformaciones que lo acompañan en los roles del Gobierno y de actores privados, el surgimiento de Estados emergentes y la proliferación de actores no estatales. La inteligencia ahora tiene muchos objetivos, no uno; muchos consumidores, no sólo unos pocos; y vastas cantidades de información que es en gran medida poco confiable, no una escasez de información que proviene principalmente de satélites o espías y, por lo tanto, se considera precisa.[12]

El nuevo estadio de la inteligencia, denominada estratégica, no se ceñía a la identificación de aquellos posibles factores que constituyen lo antagónico, sino a un estudio y análisis del fenómeno donde se ubican los objetivos planteados, sus amenazas y las oportunidades que se pueden desprender de él. Es una tarea que busca minorar el aspecto reactivo y profundizar lo prospectivo. Don Macdowell[13], explica que para que la inteligencia estratégica tenga el éxito deseado, está sujeta a dos aspectos:

    1. Convencimiento al aparado directivo sobre la necesidad de un buen análisis para una alcanzar una buena planificación.
    2. Capacitación adecuada y amplia a los responsables de realizar el análisis, para que comprendan lo que implica la aplicación de sus habilidades y conocimientos en cuestiones estratégicas.

La actividad en Sudamérica

La inteligencia y contrainteligencia en nuestra región ha estado ligada en el imaginario social, y con justa razón, a tareas clandestinas, encubiertas y, principalmente, de persecución. En su germen, los servicios apuntaban hacia el tratado de objetivos a nivel interno, que luego se alinearon a la lucha contra una ideología determinada durante la Guerra Fría. Gómez de la Torre Rotta explica que el inicio formal de la actividad en América del Sur se ubica en mediados de los años cuarenta[14]. Entonces, Argentina creó la Coordinadora de Informaciones del Estado (CIDE) y Brasil, de su lado, el Servicio Nacional de Informaciones y Contra-informaciones (SFICI). En 1947, el PRI crea en México la Dirección Federal de Seguridad (DFS). El ejercicio de dichas entidades les alineó más a una verdadera policía política.

Ya en medio de la Guerra Fría, en Colombia se creó, en 1953, el SIC-DAS. En 1960, durante el gobierno de Manuel Prado, en Perú nació el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN).

La revolución cubana, como principal evento de la región, se ancló en el mapa mundial del enfrentamiento entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. En países de Sudamérica la disputa entre ambos bloques se alineó a la Doctrina de Seguridad Nacional, promovida por el país del norte, y que buscaba combatir la diseminación y avance del comunismo. A la luz de los hechos surgen —o se reforma—, por ejemplo, en Brasil el Servicio Nacional de Informaciones (1964); en Venezuela, la Dirección de Servicios de Inteligencia y Prevención (1969); la Dirección de Inteligencia Nacional y la Central Nacional de Informaciones, en Chile; la Dirección Nacional de Inteligencia, en Ecuador o la Agencia Nacional de Servicios Especiales, de El Salvador.

En el otro frente, entidades inspiradas en la doctrina y tareas de inteligencia de la URSS tuvieron su germen en instituciones como la Dirección General de Inteligencia cubana, y luego, con apoyo de la isla, la Dirección General de Seguridad del Estado en Nicaragua.

Durante dicha época, la inteligencia y la contrainteligencia en los países de la región estaba orientada hacia la seguridad interna, donde se buscaba un enemigo ideológico, los mecanismos para contrarrestarle y sus posibles efectos subversivos que se deriven, dentro de un campo de acción caracterizado por la falta de control y límites a las operaciones. José Manuel Ugarte afirma que en aquel momento las características de la inteligencia estaban alineadas a la “doctrina de seguridad continental y fronteras ideológicas de contrainsurgencia (…)”.

La actividad de inteligencia de la época tuvo caracteres comunes, aplicables en menor grado al caso costarricense: competencias muy amplias, orientadas fundamentalmente al ámbito interno, derivadas de conceptos de seguridad de gran amplitud (…) analizaba la propia sociedad, buscando allí al enemigo ideológico (…).  El objeto fundamental de tal actividad era el de detectar en la propia sociedad el enemigo u oponente de carácter subversivo, para lo cual se entendía necesario, como se sostenía a la época, conocer el acontecer de toda la sociedad. Esa orientación hacia la propia sociedad, sin límites de ninguna naturaleza, constituyó –con algunas excepciones- la característica más saliente de la actividad de inteligencia latinoamericana durante la Guerra Fría, que influiría en cierto grado en las características de tal actividad durante épocas posteriores.[15]

El fin del conflicto Este-Oeste, así como generó debate acerca de los objetivos sobre los que debería enfocarse la inteligencia en los Estados Unidos, acarreó análoga reflexión para los servicios en el sur del continente. El interés político que conllevaba el control y manejo de los servicios, capitalizado por la experiencia dejada sobre la población, fue uno de los primeros motores que llevaron a la democratización de éstos, como apunta Gómez de la Torre Rotta[16], y encuadrarlo en el estado de derecho. El proceso de institucionalización de la inteligencia y contrainteligencia en la región inició a través de la expedición de normativas que buscaban definir la actividad, y fijarle límites y contrapesos. Años después, tales cambios se acrecentaron frente a la proliferación de nuevas amenazas y a los cambios geopolíticos mundiales que afectaron, en la medida correspondiente, a la región[17]. En este sentido, se pueden mencionar los siguientes ejemplos:

País[18]

Año Normativa Detalle
Argentina 1991 Ley N°24.059, de Seguridad Interior Instauró el primer órgano de control legislativo para inteligencia y de seguridad interior en Latinoamérica. Creó una Comisión Bicameral de Fiscalización de Seguridad Interior e Inteligencia. La Ley fue modificada por la N° 25.520 (2001) y la N° 27.126 (2015).
Brasil 1999 Ley N°9.883 Creó el Sistema Brasileño de Inteligencia (SISBIN) y de la Agencia Brasileña de Inteligencia (ABIN).
Venezuela 2000 Ley del Sistema Nacional de Inteligencia Junto a la de 2000, en 2008 la Ley del Sistema Nacional de Inteligencia y Contrainteligencia fue el segundo intento por aprobar un marco normativo en dicha materia. Según críticos de la época, el proyecto incluía aspectos que menoscababan los derechos individuales.

En 2010, el Decreto N° 7.453 convirtió a la Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP) en el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), bajo control del Ministerio del Poder Popular para Relaciones Interiores y Justicia.

Perú 2001 Ley N° 27.479 Sustituida por la ley N° 28.664 (2006) y luego modificada por el Decreto Legislativo N° 1141 (2012).
Chile 2004 Ley N° 19.974 Fue creada la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI), y reemplazó a la Dirección de Seguridad Pública e Informaciones.
México 2005 Ley de Seguridad Nacional Dentro del marco normativo de incluyeron aspectos sobre Inteligencia.
Guatemala 2005 Ley 71 y Ley 18 Sobre la Dirección Nacional de Inteligencia Civil  (71) y el Marco del Sistema Nacional de Seguridad, donde se abordan normas para la función de inteligencia.
Ecuador 2009 Ley de Seguridad Pública y del Estado Creó la Secretaría Nacional de Inteligencia (SENAIN). En diciembre de 2018, el Decreto Ejecutivo N° 526 eliminó la entidad tras ser ésta objeto de críticas y reparos a las acciones que llevó a cabo, y dio paso al Centro de Inteligencia Estratégica.
Nicaragua 2010 Ley N° 750, Ley de Seguridad Democrática de la República de Nicaragua Creó el Sistema Nacional de Seguridad Democrática, donde a la Dirección de Información para la Defensa se le dio funciones de Secretaría Ejecutiva. Fue reemplazada, en 2015, por la N° 919, la Ley de Seguridad Soberana de la República de Nicaragua.
Bolivia 2010 Varios proyectos legislativos acerca de Defensa y Seguridad Algunos de las propuestas trataban sobre el Sistema de Inteligencia del Estado Plurinacional, donde se planteaba la creación de la Dirección de Inteligencia del Estado Plurinacional, que estaría fiscalizada por una comisión en la Asamblea Legislativa Plurinacional.
Colombia 2011 Ley Estatuaria N° 1.621 En 2011 se suprimió, mediante Decreto N° 4.057, el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) tras serios cuestionamientos sobre sus actividades, asimismo, se creó la Dirección Nacional de Inteligencia, a través del Decreto N° 4.179.
Paraguay 2014 Ley N° 5.241 Creó el Sistema Nacional de Inteligencia y la Secretaría Nacional de Inteligencia. Depende directamente del Presidente de la República.

Pese a que los marcos normativos, que suponen un avance no menor para la institucionalización de la inteligencia y de la contrainteligencia en la región, el proceso ha trascurrido —quizá— no a la brevedad esperada, y en medio de cuestionamientos y críticas hacia algunos servicios por alejarse de su misión esperada y convertirse en herramientas coyunturales con determinados fines políticos. Por la naturaleza de la actividad, y el poder que conlleva su manejo frente a la capacidad de los sistemas para estudiar el entorno social y sus componentes, resulta imperioso claros márgenes normativos para sus acciones.

(…) el proceso de institucionalización de inteligencia en América Latina tuvo un trasfondo marcado por la guerra fría, y hoy en día es característico que las estructuras tengan como eje de acción la seguridad interior y la defensa nacional. Además de los cambios de paradigma (…) aun [sic] siguen presentes las prácticas del enemigo interno (…).[19]

Consideraciones finales

El escenario actual que viven los países en el continente no precisa de una visión sobre los objetivos de inteligencia tradicionales. Las amenazas y conflictos híbridos, cuyas expresiones se pueden manifestar de forma simultánea en diversos ámbitos como el legal, cibernético, económico, político, comunicacional y mediático, y que en su naturaleza combinan elementos de diversos fenómenos con la participación de actores no estatales y en formas multimodales, según apunta Mariano Bartolomé[20], arrojan necesidades de análisis y tratamiento diversas para el estudio de los fenómenos, sus participantes, efectos e, incluso, las oportunidades para el Estado que puedan identificarse. Dichos fenómenos modifican las relaciones sociales entre ciudadanos y desde los sujetos hacia el Poder, y alteran conceptos clásicos como el monopolio del uso de la fuerza por parte del Estado —planteado por Weber—, que moviliza la actividad a diferentes dimensiones y sujetas a respuestas transdisciplinares. Un ejemplo de ello es el narcotráfico.

La institucionalización de la Inteligencia y de la Contrainteligencia en Latinoamérica requiere de un fortalecimiento orgánico que permita tener entidades sólidas con claros márgenes de acción y de personal altamente calificado, no sólo en las áreas del conocimiento que les corresponde, sino en cuanto a ética, sentido de pertenencia y servicio a la ciudadanía, principal beneficiario de los logros que puedan alcanzarse. Por otro lado, y con un papel preponderante, es necesario fomentar la Cultura de Inteligencia en la población, de modo tal que permita superar los imaginarios negativos asociados al campo y que posicionen la necesidad e importancia de la Inteligencia fundamentalmente para la seguridad del Estado y su ciudadanía, pero también como un elemento adicional de desarrollo de las naciones.

 

Referencias

Bartolomé, Mariano. “Amenazas y conflictos híbridos: características distintivas, evolución en el tiempo y manifestaciones preponderantes”. URVIO, Revista Latinoamericana de Estudio de Seguridad. No.25, 2019, p. 8-23.

Buitrago, Luis Darío. “El paradigma de la Inteligencia en el Estado democrático de Derecho”. Nuevos paradigmas de las Ciencias Sociales Latinoamericanas, Instituto Latinoamericano de Altos Estudios (ILAE), Lima, Perú, 2013, p. 27-44.

Carlos Yárnoz. “Más de 120 muertos en los atentados de París”. El País (España), 14/11/2015, <https://elpais.com/internacional/2015/11/13/actualidad/1447449607_131675.html>.

Fernández, Sophie. “Fallos de inteligencia en los atentados de París”. La Voz de Galicia, 06/07/2016, <https://www.lavozdegalicia.es/noticia/internacional/2016/07/06/fallos-inteligencia-atentados-paris/0003_201607G6P19992.htm>.

García Pérez, Heiner. “Servicios de inteligencia en América Latina, una visión comparada de la inteligencia estratégica: Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, Perú”. Tesis. Bogotá: Universidad del Rosario, septiembre de 2018.

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* Estudios en periodismo, Política Pública, por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO); e Inteligencia. Analista de política pública y temas relacionados a Inteligencia, Contrainteligencia y Seguridad.

Referencias

[1] Carlos Yárnoz. “Más de 120 muertos en los atentados de París”. El País (España), 14/11/2015,  <https://elpais.com/internacional/2015/11/13/actualidad/1447449607_131675.html>, [consulta: 16/02/2020].

[2] Fernández, Sophie. “Fallos de inteligencia en los atentados de París”. La Voz de Galicia, 06/07/2016. <https://www.lavozdegalicia.es/noticia/internacional/2016/07/06/fallos-inteligencia-atentados-paris/0003_201607G6P19992.htm>, [consulta: 16/02/2020].

[3] Ídem.

[4] Buitrago, Luis Darío. “El paradigma de la Inteligencia en el Estado democrático de Derecho”. Nuevos paradigmas de las Ciencias Sociales Latinoamericanas, Instituto Latinoamericano de Altos Estudios (ILAE), Lima, Perú, 2013, p. 28.

[5] En algunos espacios también llamada Hsia, es la dinastía más antigua en la historia de China. Sobre ella, tan sólo existen referencias literarias aunque, como explica Wisheu Walburga (1995), los relatos sobre su origen, existencia, obras y demás fueron puestas en duda debido a la falta de evidencia arqueológica que la respalde. Para  Gu Jiegang  -añade Walburga- de acuerdo a la tesis de la estratificación, dicha época fue modelada según las necesidades políticas de periodos concretos. Algunos hallazgos, como el complejo Erlitou, dan cuenta de asentamientos organizados con divisiones administrativas pero, hasta el momento, no son concluyentes para esbozar un entramado de sucesión dinástica.

[6] Sanz, Antonio. Historia de la inteligencia China: de Sun-tzu a la ciberguerra. Zaragoza: Universidad de Zaragoza, 2012, p. 5.

[7] Buitrago, Luis Darío. Op. cit., p. 30.

[8] Rathmell, Andrew. “Towards postmodern Intelligence”.  Intelligence and National Security, 2010, p. 90.

[9] Traducción del autor.

[10] Ídem.

[11] Rathmell, Andrew. Op. cit., p. 90, (traducción del autor).

[12] Treverton, Gregory. Reshaping national intelligence for an age of information. Cambridge: Cambridge University Press, 2004, p. 6 (traducción del autor).

[13] Mcdowell, Don. Strategic Intelligence: A handbook for Practitioners, Managers, and Users. Maryland: The Scarecrow Press, 2009.

[14] Gómez de la Torre Rotta, Andrés. “Servicios de Inteligencia y democracia en América del Sur: ¿Hacia una segunda generación de reformas normativas?” Agenda Internacional, 2009, p. 119-130.

[15] Ugarte, José. “Actividades de Inteligencia en América Latina: características, fortalezas, debilidadades, perspectivas de futuro”. Política y Estrategia. Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos, 2016, p. 44.

[16] Gómez de la Torre Rotta, Andrés. Op. cit.

[17] Uno de los eventos más relevantes que dio paso al cambio de paradigma en la Inteligencia fue el ataque a las Torres Gemelas, en los EE.UU. A partir de ello, el fenómeno del terrorismo fue entendido como una amenaza diferente que conjugaba factores y motivaciones diversas y actores no estatales.

[18] Elaboración propia, con base a Ugarte (2016) y Gómez de la Torre Rotta (2009).

[19] García Pérez, Heiner. “Servicios de inteligencia en América Latina, una visión comparada de la inteligencia estratégica: Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, Perú”. Tesis. Bogotá: Universidad del Rosario, septiembre de 2018.

[20] Bartolomé, Mariano. “Amenazas y conflictos híbridos: características distintivas, evolución en el tiempo y manifestaciones preponderantes”. URVIO, Revista Latinoamericana de Estudio de Seguridad. No.25, 2019, p. 8-23.