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CUBA Y JAPÓN: DOS EXPERIENCIAS EN MATERIA DE DIPLOMACIA PÚBLICA EN ÁFRICA SUBSAHARIANA

Sunamis Fabelo Concepción*

Yoslán Silverio González **

C. Franklin M. Hernández***

Introducción

Uno de los objetivos de desarrollo sostenible (Sustainable Development Goals, SDGs) adoptados en la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, el Nº 4, plantea: garantizar una educación de calidad, inclusiva y equitativa, y promover las oportunidades de aprendizaje permanente para todos. Para lograr los 17 SDGs, y en particular el referido a la educación, es primordial la voluntad política de los gobiernos para su implementación. Para garantizar la educación inclusiva y equitativa para todos se formuló en 2015, el Plan de Acción 2030 para Educación (Education 2030 Framework for Action) con el objetivo de lograr el objetivo Nº 4. Uno de los pilares fundamentales para favorecer la puesta en marcha de estos objetivos, sobre todo en las naciones en vías de desarrollo, es la cooperación internacional. En este sentido, la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) resulta un pilar muy importante para impulsar diferentes programas de desarrollo socioeconómico que permitan a países como los africanos, los más rezagados en estos indicadores, poder avanzar en este sentido.

Los sectores de la cultura y la educación resultan puentes claves para la consecución de cualquier objetivo de desarrollo que se trace en la región, por cuanto la comprensión cultural y el desarrollo, y el fortalecimiento de las capacidades son vehículos indispensables. Si la educación constituye la base del empoderamiento de las sociedades africanas, la cultura es la forma, el cómo hacer posible ese objetivo. Es por ello que cultura y educación van de la mano y son instrumentos y fundamentos para llevar a cabo la cooperación por ejemplo en materia de salud, medio ambiente, seguridad alimentaria, entre otros.

Las relaciones que África ha mantenido con los actores tradicionales han estado fuertemente marcadas por un pasado colonial que no solo tensa los vínculos sino que los ha condicionado de una manera u otra. Sin embargo, el papel de actores no tradicionales en la región, ha demostrado otras posibilidades de desarrollo a pesar de las asimetrías e intereses. En ese sentido Cuba y Japón son dos estudios de caso interesantes. No solo se trata de analizar el papel individual que cada uno ha desempeñado en los países africanos sino de las posibilidades que la cooperación triangular Cuba-Japón-África abre en cuanto a educación y cultura de cara a las nuevas realidades geopolíticas, a los desafíos globales y en aras de la contribuir, de acuerdo con las posibilidades de cada uno, con la implementación de este objetivo en específico. 

África entre el Atlántico histórico y el Indo-Pacífico emergente

La historia de África ha estado especial y desafortunadamente ligada a la historia colonial de América. La huella de la esclavitud marcó el paso del continente negro a través del Atlántico. En el caso particular de Cuba, resulta importante apuntar ciertos elementos del devenir histórico cubano. El arribo de los españoles a la isla, supuso el “descubrimiento” y posteriormente el proceso de conquista y colonización. La desaparición de los indios cubanos estuvo condicionada por los maltratos sufridos a manos de los encomenderos. Para resolver los problemas de la fuerza de trabajo, desde la primera década de la colonización los españoles introdujeron africanos, mucho más resistentes que los indios a los rigores de la explotación. Los negros llegaron a Cuba desde muy temprano incorporándose al proceso de mestizaje, que incluía así a indios, blancos y negros. A la par trajeron sus universos culturales, los cuales también comenzaron a mezclarse, dando lugar a los cimientos de una identidad nacional: el ser cubano.

El arribo del mundo africano a Cuba llegó para concluir el proceso de conquista y colonización. La resistencia cultural africana debe entenderse en este contexto por una parte bajo el lente del sincretismo y la transculturación y por otro lado, la evolución de la conciencia de esclavitud[i]. En sus esfuerzos de esconder su religión africana y sus prácticas mágicas, los lucumís identificaron sus deidades africanas (orishas) con los santos del catolicismo, dando como resultado un sincretismo religioso conocido hoy en Cuba como la Santería. Un santo católico y un orisha lucumí son vistos como manifestaciones diferentes de la misma entidad espiritual.

Al principio del siglo XIX, el alza del contrabando negrero vino aparejado de una evolución activa y una reafirmación en las creencias religiosas, tanto de los que ya estaban en Cuba como de los que arribaban, puesto que renovaron elementos rituales quizás ya perdidos o en vías de extinción por la inclemencia y el trato inhumano de los terratenientes cubano-españoles. Este intercambio produjo un salto cualitativo y les permitió dar un paso más firme hacia su futura identidad[ii]. El significado de “lo cubano” fue definido sobre la base de los ideales que se forjaron durante el siglo XIX, bajo situaciones de adversidad extrema que permitieron un alto grado de maduración al sentimiento independentista. Fue así que de una manera u otra el sentimiento anticolonial, de rebeldía, independencia y libertad ha estado en la forja de la nacionalidad cubana.

De manera que ese pasado colonial común y de estrechos vínculos culturales marca un importante precedente en la historia de las relaciones entre Cuba y los países africanos. La historia y la sangre africana no solo corre por las venas de cubanos y cubanas, sino que ambos comparten las raíces de un mismo universo cultural que ha dejado su huella no solo a través del color de la piel, sino también de la religión, la música, las danzas y la historia del colonialismo. De ahí que no es de extrañar la presencia cubana en África desde el inicio del proceso de descolonización que coincidió con el triunfo de la Revolución Cubana en 1959. Ambos procesos se conectaron como parte de una visión de la política exterior de Cuba de saldar la deuda acumulada con los países africanos recién independizados, sobre todo a partir del apoyo en dos esferas fundamentales: salud y educación, las dos conquistas fundamentales de la Revolución Cubana, garantes de libertad, emancipación y una vida digna.

Desde entonces, a pesar de que Cuba es un actor de menor peso económico a nivel internacional, tiene una larga historia y prestigio en sus relaciones con África. Cuba ha sido uno de los que ha tenido la cooperación internacional en el centro de su política exterior, marcada por el internacionalismo, la solidaridad y el respeto a la soberanía de los pueblos. En cuanto a los enfoques, principios y fundamentos de la colaboración de Cuba habría que plantear que ésta se ha basado en el principio de compartir lo que se tiene con una profunda vocación humanista, logrando romper paradigmas y fronteras, al colaborar con países con los cuales no comparte incluso afinidades políticas.

Cuba ha contribuido al debate y a la construcción de nuevas prácticas de cooperación internacional, como un medio eficaz para erradicar la pobreza, el hambre y la exclusión en el mundo. Los enfoques y principios de la colaboración cubana son los siguientes: se produce en beneficio e interés mutuo y equitativo entre los Estados; Cuba comparte lo que tiene; es ofrecida sin ningún tipo de condicionamientos políticos; se desarrolla a partir de las potencialidades de los países involucrados sin ánimo de lucro; es una vía para la verdadera integración; responde a las necesidades planteadas por los países receptores; consisten en el envío gratuito de profesionales y técnicos de la salud dirigidos a la atención primaria de salud, en zonas rurales y remotas; los profesionales cubanos ofrecen sus servicios sin distinción de razas, credos religiosos y respetando las leyes y costumbres de los países.

En el caso de la reciente lógica geopolítica del Indo-Pacífico, debe señalarse que en el último decenio, a pesar de los profundos problemas estructurales que presentan los países africanos, heredados de la historia de colonialismo europeo, África ha experimentado un avance relativo en cuanto a determinados indicadores socioeconómicos y un incremento notable de sus relaciones internacionales con otros actores no tradicionales —países que no tuvieron un pasado colonial en África— tales como China, India y Japón.

En el caso de los intereses nipones, estos se han concentrado sobre todo en las subregiones del África Occidental, el Cuerno africano y el África Oriental y Meridional. Por lo tanto, la ribera africana del Océano Índico, se ha convertido en el epicentro de las relaciones de los países asiáticos con África. Esto ha evidenciado un desplazamiento del centro de atención, tradicionalmente enmarcado en el concepto euro-atlántico, hacia una lógica de lo “indo-pacífico”, en la cual Japón tiene un lugar preponderante a través de sus programas de asistencia al desarrollo y de iniciativas que tienen un impacto en las poblaciones locales en diferentes comunidades africanas.

En los últimos años, el concepto Indo-Pacífico ha ganado mucho auge tanto en la aplicación práctica como en el debate académico. Esto se trata de la superación de las anteriores concepciones de Asia-Pacífico, África Subsahariana y Medio Oriente; pues, el Indo-Pacífico consiste en la combinación de todos los territorios desde la costa oriental de África y del Golfo Pérsico hasta el Pacífico. Esta combinación de Estados no es casual: de hecho, el surgimiento del mismo concepto Indo-Pacífico se debe al entendimiento por parte de los principales actores de la región de la creciente interacción económica, política, militar e incluso cultural, entre los componentes del área.

Desde 2016, Japón comenzó a implementar oficialmente el concepto de un “Indo-Pacífico Libre y Abierto”, a través de la combinación de dos continentes (Asia y África) y de dos océanos (Pacífico e Índico). Esta proyección japonesa hacia el Océano Índico, demuestra la creciente importancia geoestratégica que la región tiene: en ella se ubican tanto las principales rutas marítimas entre Asia y Europa, así como los principales productores de petróleo del Medio Oriente. Dicha importancia ha motivado la necesidad de desarrollar una mayor cantidad de proyectos de infraestructura en la costa oriental de África, y la consecuente preocupación por la seguridad de esta subregión.

La proyección de estos actores asiáticos hacia África se diferencia de la de las potencias europeas y de Estados Unidos. A pesar de sus marcados intereses en el continente, el dinamismo desarrollado en el espació Indo-Pacífico, incorpora de manera orgánica a los países del este africano como sujetos activos, y no como meros objetos de fuentes de materias primas, lo cual promueve el desarrollo y el fortalecimiento de sus capacidades. En el caso de Japón sucede algo similar. Japón en África ha apostado por la cooperación. Además, el comercio japonés se encuentra distribuido de manera tal que disminuye el riesgo de dependencia comercial con respecto a un solo actor o rubro exportable.

La presencia japonesa en África, contribuye sin dudas a disminuir la tradicional dependencia de estos países a los poderes occidentales y fomenta las capacidades de determinados países de la región —aquellos que se convierten en centros de atracción de las inversiones extranjeras y de los proyectos de infraestructura— y con ello, el impulso a las políticas de integración implementadas por los organismos subregionales africanos y la Unión Africana. Una mayor confluencia de más actores extracontinentales —entre ellos los emergentes— podría incrementar las contradicciones geopolíticas por el control de zonas de influencia. Al parecer, la ribera oriental africana —costa del Índico— podría convertirse en una potencial zona de contradicciones entre los intereses de China, India y Japón, de una parte, y de las potencias occidentales por la otra.

Todas estas estrategias por el logro de áreas de influencia no solo se han centrado en el plano económico-comercial, político-diplomático e incluso en materia de seguridad, sino también pasa por la cuestión cultural. Estos tres países asiáticos —China, India y Japón— también han usado esta dimensión de la política: la influencia cultural. La comunidad india en los países africanos desde Sudáfrica hasta Uganda es muy fuerte, llegando a constituir una importante minoría étnica en estos dos países, desde la época del imperio colonial británico en África. Navegantes chinos, incluso llegaron a estas costas orientales de África mucho antes que los europeos y en la actualidad más de 2 millones de chinos viven y trabajan en toda la geográfica africana y su cultura y lengua son estudiadas en decenas de Institutos Confucio.

Japón tampoco se ha quedado rezagado en este sentido. La emergente presencia japonesa en el continente tiene como objetivo el desarrollo de una infraestructura de calidad de manera que la región se inserte eficazmente en el dinamismo del Indo-Pacífico para seguir avanzando en el desarrollo de sus relaciones con Japón, para lo cual el conocimiento sobre Japón a través de sus programas de cooperación técnica y formación profesional, es vital. Por su parte, la colaboración cubana en África, desde sus inicios se ha basado fundamentalmente en el desarrollo de una Diplomacia Pública, a través del uso de las raíces comunes presentes a ambos lados del Atlántico. Cuba contribuyó a través de la formación profesional a dotar a los procesos emancipadores que se estaban dando en la región de bases sólidas para el futuro desarrollo socioeconómico y por tanto para la sostenibilidad de los mismos. Por tales motivos, la cultura también ha formado parte de las políticas públicas de todos estos países.

A través de la diplomacia pública se pueden tejer y fortalecer nuevos puentes de cooperación en la esfera cultural resaltando los valores comunes que se comparten. Esto por tanto contribuye a generar un entorno de confianza y empatía. La cultura, en sentido amplio, constituye una herramienta fundamental para acercar a gobiernos que incluso puedan tener diferencias políticas.

Dado los nuevos contextos en los que se ve inmersa la región, se hace imprescindible el desarrollo de capacidades en las sociedades africanas de manera que puedan aprovechar los nuevos escenarios que comienzan a desplegarse. Los países africanos han logrado alcanzar una estabilidad política que les permite comenzar a desarrollarse en mejores condiciones que en tiempos anteriores. Se trata de un nuevo momento en el cual estas sociedades pasan de ser meros receptores de la ayuda, a convertirse en agentes del cambio. En tal sentido la Diplomacia Pública se convierte en una de las formas más eficientes para gestionar las políticas hacia África.

En el debate en torno a que se entiende por diplomacia cultural, Javier Noya incluye en este término un conjunto de conceptos, intentando delimitar el término diplomacia pública: relaciones culturales, poder blando, cooperación cultural, comunicación política internacional, gestión de las percepciones, propaganda internacional, diálogo de culturas, diálogo de civilizaciones, relaciones públicas internacionales y comunicación estratégica (Noya, 2007). Javier Noya plantea que la diplomacia cultural es la base actual de la diplomacia pública: “hasta tal punto que las etiquetas diplomacia pública y diplomacia cultural se manejan como intercambiables”. También este autor hace una diferencia con la cooperación cultural al plantearla como “relaciones de cooperación entre instituciones culturales y educativas para que dos países puedan interactuar intelectual, artística, y socialmente”, mientras que la diplomacia cultural sería “la incorporación de la cultura a los intercambios internacionales y su utilización para apoyar la diplomacia política y económica de un país.” (Menéndez Reyes, 2018).

De acuerdo con Ángel Badillo, la diplomacia cultural es: “aquella forma de comunicación exterior de los Estados en la cual la cultura desempeña una tarea central, pero instrumental, subordinada a objetivos vinculados a la imagen exterior del país” (Badillo 2014, p.7). Mientras tanto, la principal conclusión a la que arriba la diplomática española María Eugenia Menéndez, es que la diplomacia cultural es una forma de diplomacia en la que la cultura es un instrumento esencial para la clarificación de los mensajes políticos que se quieren transmitir a través de ésta (Menéndez Reyes, 2018, p.1).

Teniendo en cuenta lo aquí expresado la Diplomacia Cultural también se asocia con un tipo de diplomacia pública que incluye la Ayuda Oficial para el Desarrollo (AOD) como la ayuda gubernamental destinada a promover el desarrollo económico y bienestar de los países en desarrollo. La asistencia puede ser provista de forma bilateral, de donante a receptor, o canalizada a través de agencias multilaterales para el desarrollo como las Naciones Unidas o los sistemas bancarios. La asistencia incluye donativos, préstamos blandos (donde el donativo es no reembolsable al menos en un 25%) y la provisión de asistencia técnica” (Organización de Cooperación Económica para el Desarrollo, 2018) y en la formación de recursos humanos, como ha sido el caso distintivo de Cuba. 

Cuba: su aporte a la educación y formación de profesionales en África Subsahariana

Desde la década de 1960, Cuba comenzó a apoyar no solo a las fuerzas progresistas de América Latina sino también a los movimientos de liberación nacional del continente africano que consolidaba su camino hacia la descolonización, así como a otros gobiernos y fuerzas políticas progresistas de África Subsahariana: Ghana, Guinea Bissau, Guinea, Mali, Etiopía, Tanzania, Angola, Zimbabwe, Mozambique, Namibia y Sudáfrica. Este apoyo cubrió una amplia cantidad de esferas que iban desde el respaldo político-diplomático en los foros internacionales hasta el respaldo concreto en la formación profesional, la transferencia de recursos y hasta la ayuda militar a los movimientos anticolonialistas y antiimperialistas que luchaban por lograr o mantener las independencias de sus países.

Con la caída del Campo Socialista, la cooperación de Cuba con África se modificó sustancialmente y ha evolucionado en estas últimas tres décadas hacia nuevos métodos y alcances, pero siempre manteniendo el principio de la colaboración, sin interferencias en los asuntos internos de los países. Cuba mantuvo excelentes relaciones político-diplomáticas, al más alto nivel, con la mayoría de los países de la región e incluso alcanzó el status de Estado Observador dentro de la UA, privilegio que pocos países tienen. De esta manera, continuó con sus programas de cooperación Sur-Sur en África en esferas tales como la salud, la educación, la transferencia de tecnología y en el sector alimentario.

Dos pilares fundamentales de la cooperación Sur–Sur de Cuba han sido el de la salud y la educación. En el caso de África Subsahariana, la cooperación médica se ha centrado en la lucha contra enfermedades transmisibles como la malaria, el ébola y de manera más reciente contra la Covid-19. También otro de los programas en materia de salud extendidos a África ha sido la Operación Milagro, para devolver la visión a personas afectadas. En el sector de la educación Cuba se ha destacado por el ofrecimiento de becas para la formación en Cuba de personal médico. Entre 1999 y el 2015 se han graduado, en total, 73 848 estudiantes extranjeros, de todas las ramas y niveles educacionales. De ellos, 27 685 (37.5%) eran de 47 países del África Subsahariana. Cuba ha ayudado también con la creación de facultades de medicina para formar en las propias localidades a los profesionales que se necesiten. El número de facultades en el exterior se extendió a 11 países, de los cuales 6 eran africanos: Angola, Eritrea, Gambia, Guinea Bissau, Guinea Ecuatorial y Tanzania. Otro de los ejemplos ha sido la implementación del programa de alfabetización “Yo sí puedo” en Angola, con el cual se alcanzarían el 86.5 % de alfabetizados para el 2017 en ese país.

A raíz de la independencia de Angola en 1975, los acuerdos de colaboración entre Cuba y África se implementaron en varios campos especialmente en el tema de la alfabetización. Fue 1978 cuando se envía el primer grupo de pedagogos en donde participan cientos de colaboradores jóvenes. Como resultado fue la alfabetización de 1.3 millones de angoleños. Fue con África con quien se implementaron las primeras brigadas educativas, tanto de personas cubanas que viajaban a los países, como los cientos de jóvenes que llegaron a Cuba a formarse como profesionales.

Las primeras experiencias en Cuba fueron en la Isla de la Juventud, en donde se tenían las instalaciones educativas especialmente adaptadas por país para trabajar con las personas que llegaban a estudiar, bajo la responsabilidad directa del Ministerio de educación de Cuba. En la actualidad, muchos de los funcionarios que están en los gobiernos de los países africanos o siendo importantes funcionarios en organismos multilaterales, han cursado carreras profesionales en Cuba desde tiempos atrás.

Uno de los programas ejemplares en educación y que está considerado en la actualidad como una de las mejores herramientas para alfabetizar en el “Yo Sí Puedo”. Este programa fue creado por especialistas del Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño (IPLAC), dependencia del MINED a partir de una idea del Presidente Fidel Castro de crear un método de enseñanza mediante la asociación de los números con las letras del alfabeto. El IPLAC tiene como misión proyectar los resultados de la educación cubana internacionalmente. Fomenta los vínculos académicos científicos con instituciones nacionales y extranjeras, contribuyendo a la superación de los maestros y profesores de la región mediante diversas modalidades de educación posgraduada. El IPLAC cuenta con más de 400 especialistas preparados para asesorar y monitorear proyectos de alfabetización por radio y TV. Una vez que se ha establecido el convenio de colaboración, una misión de técnicos cubanos se desplaza al país para capacitar y acompañar a las distintas personas que participarán en el proceso de alfabetización, durante misiones de dos años. Los técnicos cubanos no realizan el proceso de alfabetización, su aporte consiste en transferir la metodología a los nacionales, acompañar y asesorar a los formadores y facilitadores, que son personas locales, en la implementación en el campo. (Morales, 2017).

Otro de los programas implementados en Cuba es el “Yo Sí Puedo seguir”, es trata de un programa de pos-alfabetización. Es un programa audiovisual para el desarrollo de habilidades, la comprensión y adquisición de conocimientos en el nivel elemental básico para personas jóvenes y adultas, de acuerdo con los sistemas educativos del país donde se implemente. La formación permite a la población beneficiaria asumir estudios superiores de capacitación laboral o mayor acceso a las diferentes fuentes de trabajo en las comunidades donde viven. En la concepción del plan de estudio el centro de acción es la persona con su enfoque personológico en el que se atiente a la individualidad, su sentir, su experiencia de vida, su actuar con una proyección social. La flexibilidad está dada por el carácter contextual en su concepción, al mantener una estrecha relación de interdependencia con el contexto histórico social en el que se implementa el programa, el constante progreso de las ciencias y las necesidades de los participantes. Este plan de estudios aunque está diseñado a nivel central, deja previsto el ajuste, el cambio, el enriquecimiento de su contenido de cada contextualización que se realiza. (Morales, 2017)

Los resultados alcanzados con la aplicación de los dos métodos permitieron que se desarrollaran territorios libres de analfabetismo, según los requerimientos de la UNESCO, los países de Venezuela, Bolivia y Nicaragua. El método se ha aplicado también en Angola, Guinea E., Guinea Bis., Namibia, Nigeria, Tanzania. (Morales, 2017)

A estos programas se han sumado otros que forman parte de la visión de mancipación y complementariedad que Cuba tiene en esa relación estrecha que es que Educación-cultura. Así por ejemplo es válido mencionar el Programa de colaboración deportiva y el de Formación de Brigadas de Emergencia, Programas de Capacitación y entrenamiento de maestros, campaña de prevención del Sida y otras enfermedades, la transferencia tecnológica. 

Formación profesional en especialidades de ciencias médicas

Otro de los pilares fundamentales de la colaboración que Cuba ha ofrecido a diferentes partes del mundo ha sido la formación en Cuba de personal médico a través de un amplio programa de becas a estudiantes procedentes de países en vías de desarrollo. Los estudiantes hacían un compromiso moral de trabajar después de su graduación en comunidades rurales de sus países, desprovistas de servicios de salud. Hasta 1988 se habían formado en Cuba más de 18 mil estudiantes.

Desde la creación, en 1999, de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) en La Habana, se han formado miles de estudiantes procedentes de África, América Latina y del Medio Oriente. En este período, los estudiantes llegaban a Cuba a través de becas que eran pagadas totalmente por el gobierno cubano. Este programa se mantuvo a pesar de la crisis económica de la década de 1990.

Por ejemplo, en el caso de Sudáfrica el primer grupo de 92 estudiantes procedentes de ese país llegó a Cuba en 1996. Un año más tarde se firmó el Programa de Colaboración Médica entre Cuba y Sudáfrica (SACMC) (Reed. G, 2008), que amplió el número de estudiantes sudafricanos, de bajos ingresos, seleccionados para formarse en Cuba, con la condición de regresar al país y trabajar, en el sector público, por el mismo periodo que se habían formado en la isla (Tandfonline, 2015). Bajo el Acuerdo de Cooperación en el campo de la Salud Pública y los Servicios Médicos de 2012, casi 3 000 estudiantes sudafricanos se formaron en Cuba.

Tabla 1. Estudiantes de medicina graduados en la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) entre 2005-2016(Morales, 2017)

Como se puede apreciar en la tabla anterior, solo en la ELAM (desde su fundación en 1999 y el 2016) se han graduado de medicina 27 630 estudiantes extranjeros, de ellos eran africanos 1 333. Estos datos representan solo a una de las universidades médicas de Cuba. Entre 1999 y el 2015 se han graduado, en total, 73 848 estudiantes extranjeros, de todas las ramas y niveles educacionales. De ellos, 27 685 (37.5%) eran de 47 países del África Subsahariana y 3 334 (4.5%) eran de 18 naciones de África del Norte y Medio Oriente. (Morales, 2017). En la siguiente tabla seleccionamos los diez países con mayor cantidad de graduados, de ambas subregiones, en el mismo período.

Tabla 2. Países con mayor cantidad de graduados en Cuba (1999-2015) (Morales, 2017)

Según datos del Ministerio de Comercio Exterior de Cuba (MINCEX), en el curso 2017/2018 estudiaban en el país unos 8 246 estudiantes africanos en diferentes carreras universitarias y bajo distintas modalidades: becarios financiados por sus gobiernos o autofinanciados. El total de estudiantes de diferentes nacionalidades que cursaban carreras de ciencias médicas en Cuba durante el curso 2018-2019 era de 8 478 (MINSAP, 2018) y en el curso 2019-2020 era de 7 726(MINSAP, 2019). La inmensa mayoría de estos estudiantes eran de países africanos y latinoamericanos. Si se suman el resto de las carreras universitarias y centros de educación, la cifra de africanos asciende a más de 9 mil (2018).

Cuba ha ayudado también con la creación de facultades de medicina para formar en las propias localidades a los profesionales que se necesiten. Si el año 1963 marcó el inicio de la cooperación médica, en 1975 se estableció, en la ciudad de Adén (Yemen) la primera facultad de medicina en el exterior con profesores cubanos. Desde entonces, varios países se han sumado a esta modalidad. El 12 de noviembre de 1986 se inauguró, con 30 alumnos, la Escuela de Medicina “Miguel Díaz Argüelles”, en Guinea Bissau, lo que constituyó el inicio de la colaboración docente con ese país. La primera graduación de médicos guineanos, en su propio país, fue el 24 de julio de 1992 (Marimon, 2019). Después de 2004 se implementó un nuevo programa de formación conjunto con las brigadas médicas cubanas, donde los estudiantes comenzaban a involucrarse en los problemas sanitarios de sus países en conjunto con los cubanos. Con esta nueva proyección, el número de facultades en el exterior se extendió a 11 países, de los cuales 6 eran africanos: Angola, Eritrea, Gambia, Guinea Bissau, Guinea Ecuatorial y Tanzania. (Marimon, 2019)

En el caso de Guinea Bissau, la guerra civil que estalló en ese país en 1988, afectó la colaboración médica. No fue hasta el 2006 que se realizó la reapertura de la Facultad de medicina, en Bissau. Como resultado de la colaboración docente cubana, entre el 2005 y el 2017 se graduaron 445 médicos, 318 en Guinea Bissau y 127 en Cuba. En el curso 2017-18, la Facultad de Medicina Raúl Días Arguelles, llegó a contar con un total de 34 profesores cubanos y 390 alumnos, del primero al sexto año de la carrera (Marimon, 2019). También en Guinea Ecuatorial las autoridades locales recibieron en Malabo, a 19 nuevos profesores procedentes de Cuba que se sumaban a los que ya se encontraban impartiendo clases en la Universidad Nacional de Guinea Ecuatorial (UNGE), como parte del convenio de cooperación entre ambos gobiernos. Uno de los factores en favor de esta colaboración es el idioma español, lo que facilita la presencia de profesionales cubanos.

Este ha sido un pilar fundamental de la colaboración Sur-Sur de Cuba en materia de formación profesional, la cual ha seguido consolidándose. En total se han graduado más de 30 mil estudiantes africanos en diversas especialidades, no solo en el sector de la medicina, sino también en ciencias sociales e ingeniería. De ellos, 28.299 pertenecen a la región de África Subsahariana. Muchos de estos egresados han llegado a ocupar puestos destacados tanto en el gobierno como en instituciones académicas en sus respectivos países. Esta es una importante contribución de Cuba a la formación de personal médico en todas estas naciones. 

Japón y su apuesta por la formación de recursos humanos en África Subsahariana

Japón ha apoyado a países en vías de desarrollo en cuanto a la formación de sus recursos humanos necesarios para impulsar el desarrollo socioeconómico. Se ha concentrado en la educación elemental, la educación superior y en la vocación técnica. En consonancia con la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, Japón adoptó en 2015 una nueva estrategia de cooperación en materia de educación denominada “Learning Strategy for Peace and Growth”, la cual estaba respaldada por la Carta de Cooperación al Desarrollo aprobada en ese mismo año por al gabinete nipón. Esta estrategia está destinada a lograr una educación con calidad a través de tres principios:

  1. Cooperación en materia de educación para lograr la enseñanza inclusiva y equitativa.
  2. Cooperación en materia de educación para el desarrollo de recursos humanos en los sectores industriales, científico y tecnológico.
  3. Establecer y expandir redes globales y regionales para la cooperación en materia de educación. (White Paper on Development Cooperation, 2017, p.52)

Con tal propósito, en el Fórum de Alto Nivel de la ONU celebrado en julio de 2017, el entonces Ministro de Relaciones Exteriores de Japón, Fumio Kishida (2012-2017), se centró en el tema de los niños y jóvenes, y expresó la voluntad por parte de Japón de otorgar mil millones de dólares hasta 2018 para los sectores de educación, salud, reducción de desastres e igualdad de género. Desde entonces, Japón ha incrementado sus programas para garantizar la educación de niños en situaciones de vulnerabilidad, y brindar educación vocacional. Solamente la contribución general de Japón para el Global Partnership for Education (GPE) destinado a la educación primaria entre el año 2007 y 2016 fue de 24.76 millones de dólares (Íbidem, p.52)

Japón ha sido uno de los principales contribuyentes en materia de Ayuda Oficial al Desarrollo en África, con cifras multimillonarias dirigidas a la implementación de varios programas de desarrollo socioeconómico, en la cooperación técnica  —technical assistance— y la formación profesional —capacity building— tanto en países africanos como en el otorgamiento de becas para estudiar en Japón. Un ejemplo en el plano de la cooperación técnica en materia de educación puede ser el implementado con ayuda japonesa en Burkina Faso. El denominado Proyecto de Apoyo a los Comités de Administración de Escuelas (School Management Committee Support Project, COGES) se implementó entre el 2009 y el 2013. En mayo de 2014 se lanzó su segunda fase, donde expertos japoneses estuvieron implicados junto con el Ministerio de Educación del país para mejorar la calidad de la enseñanza a través de la planificación y la implementación de actividades basadas en las necesidades de los estudiantes, así como para la distribución de los subsidios escolares (Íbidem, p. 116).

A raíz de la Conferencia Internacional de Tokio para el Desarrollo de África (Tokio International Conference on African Development, TICAD) en su quinta edición (TICAD V) celebrada en Yokohama, en 2013, Japón anunció que proveería ambientes de educación con calidad a unos 20 millones de niños en el periodo de 2013 – 2018. Para lo cual se ampliarían los proyectos para mejorar la educación en matemáticas y ciencias, así como en el asesoramiento en cuanto a optimizar los procesos de dirección educativa. Un ejemplo concreto de esto puede ser el caso de los Voluntarios para la Cooperación de Japón en el Extranjero (Japan Overseas Cooperation Volunteers, JOCVs) los cuales laboran en Kenya desde 2014, principalmente en escuelas primarias (Íbidem, p.33).

Como parte de los acuerdos de TICAD VI, celebrada en Nairobi, Kenya, en 2016, se anunció que la AOD japonesa hacia África sería de 30 mil millones de dólares, para proyectos de infraestructura y la capacitación de 10 millones de personas (Japan Ministry of Foreign Affairs, 2019, p. 239). En esta edición de TICAD VI también se decidió que la parte japonesa entrenaría aproximadamente a 20 mil profesores de matemáticas y ciencias, en un período de tres años a partir de 2016 para fortalecer sus habilidades académicas en ciencia y tecnología (Íbidem, p.52). Este acuerdo daba continuidad a los objetivos en materia de educación establecidos en TICAD V.

De esta etapa puede ser citado por ejemplo Ruanda. En este país del África Central, desde noviembre de 2016, JICA ha estado implementando un programa —JICA Partnership Program (JPP)— para la formación de profesores ruandeses de matemáticas en escuelas primarias. Otro de los programas se denomina Think About Education in RWANDA y consiste en invitar a Japón, a profesores de la Escuela Primaria Umuco Mwiza School así como a personal administrativo del Distrito de Gasabo para llevar a cabo un programa de entrenamiento de acuerdo a los métodos japoneses de enseñanza. A su regreso al país, ellos puedan diseminar estos conocimientos a otras escuelas. También profesores japoneses viajan a Ruanda para efectuar estas capacitaciones docentes (Íbidem, p. 118).

Otras iniciativas han estado dirigidas a mejorar las condiciones en los centros educacionales, como ha sido el caso de Botsuana, un país eminentemente rural, con una población en crecimiento y gran cantidad de migrantes. Cerca de Gaborone, la capital —a media hora en carro—, se ubicaba una escuela primaria pública —Serameng Primary School— en muy malas condiciones infraestructurales. Ante el crecimiento de la cantidad de estudiantes, la escuela no tenía fondos ni para mejorar las condiciones de las aulas ni para ampliarlas. Ante esta situación, Japón, a través del Grant Assistance for Grass-Roots Human Security Project financió la construcción de un nuevo bloque de aulas, entre febrero de 2016 y febrero de 2017. Este proyecto, de impacto local, benefició a unos 140 estudiantes (en cuatro grupos) que se alternaban en dos aulas y mejoró la calidad de la enseñanza elemental en ese distrito (Íbidem, p.117)

Japón también ha compartido sus experiencias en materia de educación en ciencias y tecnología con varios países africanos, como es el caso de Egipto, donde desde 2008 funciona la Egypt-Japan University of Science and Technology (E-JUST). Otra de las iniciativas en materia de educación, en este caso de educación superior, establecida desde 2014, fue la conocida como Iniciativa ABE (African Businees Education for Youth). A través de la misma se han entrenado 1 200 jóvenes africanos en universidades japonesas entre 2014 y 2018 (Japan Ministry of Foreign Affairs, 2019, p. 242) a través de un amplio programa de becas de maestrías y doctorados.

Otra de las políticas en materia de educación ofrecida por Japón a países africanos está relacionada con sus contribuciones como parte de la asistencia humanitaria en escenarios de conflictos. Estas crisis generan grandes volúmenes de desplazamientos forzados de personas —desplazados internos y refugiados— que se ven obligadas a abandonar sus áreas de residencia, de una región a otra dentro de su propio país o a cruzar las fronteras. En estos contextos es muy importante poder proveer educación a los niños y jóvenes que se encuentran en esta situación. A través de la educación y el entrenamiento vocacional se garantiza que estas personas estén en condiciones de reintegrase a sus sociedades cuando regresen. (White Paper on Development Cooperation, 2017, p.15).

En la sexta reunión de las Oficinas Centrales de Promoción de los ODS llevada a cabo en diciembre de 2018 en la Oficina del Primer Ministro japonés, se acordó el “Plan de Acción de los ODS 2019”. En este documento se establecen las principales iniciativas del gobierno nipón para su implementación basado en tres pilares, entre ellos: lograr la dinamización regional y el empoderamiento de la siguiente generación y de las mujeres. Con este Plan de Acción, Japón mantiene sus propósitos de contribuir con el desarrollo de los recursos humanos a nivel internacional, de lo cual África también se seguirá beneficiado. 

Horizontes de la cooperación triangular en África en materia de educación: los referentes cubano y japonés.

En el contexto de la diplomacia pública, la AOD se concibe sobre todo en un esquema de relacionamiento abierto, flexible y respetuoso en el entendido de intereses comunes, mutuos beneficios y fortalecimiento de capacidades. De ahí que se plantean los principios de la eficacia de la ayuda (La cooperación Sur-Sur en el contexto de la eficacia de la ayuda) como una herramienta para la búsqueda de complementariedad para construir una arquitectura que permita conectar plataformas nacionales, regionales y globales, interrelacionando diversas modalidades como son la Cooperación Norte-Sur, Sur-Sur, y triangular.

En el documento White Paper on Development Cooperation se define la cooperación Sur-Sur o Cooperación Triangular, como la que es ofrecida por un país en vías de desarrollo, relativamente avanzado, a otro país en vías de desarrollo, utilizando su experiencia en cuanto a las políticas de desarrollo y sus propias capacidades en la formación de recursos humanos. También plantean que en muchos casos, la cooperación, sobre todo técnica, es llevaba a cabo en países que tienen condiciones similares en el plano económico y cultural o que tienen o enfrentan retos similares en cuanto al desarrollo. Cuando esta cooperación es apoyada por donantes u organizaciones internacionales, la cooperación entre países en vías de desarrollo se define como cooperación triangular – triangular cooperation – (White Paper on Development Cooperation, p.123).

En este particular resulta de suma importancia el intercambio de ideas, información, arte, lenguaje y otros aspectos de la cultura como instrumentos fundamentales para fomentar un entorno de confianza y entendimiento mutuo a la hora de gestionar determinados problemas glocales. La glocalidad, en nuestros días, es resultado justamente de esos procesos globales que se expresan a nivel local[1].

Como se ha expuesto, la presencia cubana en África es un importante precedente en materia de Diplomacia Pública en la región. Las diversas experiencias desarrolladas tanto en Cuba como en los países africanos han demostrado las potencialidades de Cuba en la asistencia y formación de profesionales, haciendo énfasis en la vocación humanista. Por su parte, la reciente incursión nipona en África arroja nuevas luces sobre las posibilidades en cuanto a entendimiento cultural y desarrollo de capacidades.

Es así que pueden identificarse diversas posibilidades de cooperación cubano-japonesa en África. La esfera de la educación constituye un importante sector en el cual pueden identificarse las potencialidades de la cooperación triangular. La educación primaria y la alfabetización son de las batallas más importantes por librar en África en aras de transitar al desarrollo técnico y profesional. Los proyectos de inversión japonesa en África significan fuentes de empleo y por ende se hace necesario tener fuerza de trabajo capacitada.

La cooperación en materia de formación de profesionales de la salud sería un salto cualitativo y cuantitativamente superior en ese sentido. Así también lo podría ser en el sector del deporte. Otras importantes áreas pueden considerarse, tales como la educación ambiental y agrícola, en aras del fomento del bienestar ecológico, la seguridad alimentaria y en general la soberanía y el desarrollo sostenible. Estos son garantes fundamentales teniendo en cuenta la emergencia de una nueva lógica geopolítica que comienza a emerger en el entorno africano, en la cual actores no tradicionales empiezan a tener un peso relativo en sus relaciones con África.

 

Sobre los Autores

* Doctora en Ciencias Históricas (2018, Universidad de La Habana). Máster en Historia Contemporánea y Relaciones Internacionales (2011, Universidad de La Habana). Licenciada en Filosofía (2007, Universidad de La Habana). Actualmente es Investigadora y Profesora Titular en el Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI), donde es especialista en temas euroasiáticos; Jefa de Proyectos; y Coordinadora general del Equipo de Investigaciones sobre Comunicación, Política y Relaciones Internacionales. Email: sunamisfabelo@yahoo.es

** Máster en Historia Contemporánea Mención Estudios Afro-Asiáticos (2014). Investigador Agregado (2016) y Profesor Asistente (2018). Licenciado en Historia por la Universidad de La Habana (UH) en el año 2009. Jefe del Grupo de África y Medio Oriente del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI). Email: yosilglez@yahoo.es

*** Máster en Historia Contemporánea y Relaciones Internacionales (2020, Universidad de La Habana). Licenciado en Relaciones Internacionales (2018, Instituto Superior de Relaciones Internacionales). Investigador del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI) y miembro del Equipo de Asia como Especialista de Japón. Email: zsmaster1234@gmail.com 

 

Notas

[1] El paradigma glocal fue una de las principales contribuciones del marketing japonés a la creatividad y la innovación empresarial. Este término apareció publicado por primera vez en los círculos académicos económicos y sociológicos de Harvard a fines de la década de 1980 por investigadores japoneses de marketing estratégico, que desarrollaron el concepto glocal como traducción del término agrícola japonés dochakuka (土着化), que literalmente significa “indigenización” y refiere las técnicas agrícolas para adaptar un cultivo foráneo a las condiciones locales. El concepto glocal fue empleado posteriormente en ambientes académicos de otras ramas económicas y Roland Robertson popularizó el término al extenderlo a cualquier situación social, cultural o política en la que las dimensiones global y local se involucran. Robertson aplicó el glocalismo principalmente en el campo sociológico, destacando el hecho de que, principalmente en el mundo occidental, y en cierta medida, en Asia, los factores económicos y extra-económicos están estrechamente relacionados con los aspectos multiculturales de la poli-etnicidad que se pueden encontrar en las naciones y en lo que describió como “meganizaciones”. Robertson señaló que estas sociedades se enmarcan en una estructura a veces contradictoria de ejes de raza y etnia, marco que define sus espacios y dinámicas sociales. Además, el capitalismo global consolidaría esta tendencia mundial, que recibe nombres como comunicación multicultural, micro-marketing o glocal. (López Aranguren, 2020, pp. 11-22)

 

Bibliografía

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EL SISTEMA NUCLEAR Y DE MISILES DE RUSIA

Giancarlo Elia Valori*

Silo de un misil balístico intercontinental antes de una prueba. Sergué Kazak/TASS

La nueva política de amenaza/disuasión nuclear rusa se define en la Orden Ejecutiva Nº 355, denominada “Principios básicos de la política estatal de la Federación de Rusia sobre disuasión nuclear”, que entró en vigor el 2 de junio de 2020.

En primer lugar, las armas nucleares rusas se definen “sólo como medios de disuasión”, mientras que su uso es siempre y de todos modos una medida “extrema y obligatoria”.

Además, las represalias son “inevitables”, especialmente en el caso de que haya un ataque nuclear directo contra la Federación de Rusia, mientras que Rusia también quiere mantener para sí la posibilidad de infligir “un daño garantizado e inaceptable” a cualquier tipo de oponente, es decir, su cuasi destrucción como sociedad y como sistema productivo.

Los peligros militares en los que podría incurrir la Federación de Rusia en el futuro podrían ser la creación de una amplia fuerza convencional por parte de un oponente ruso —que, sin embargo, también tiene un arsenal nuclear, especialmente en las fronteras de la Federación de Rusia— o el despliegue de sistemas de defensa antimisiles, pero también de armas no nucleares, hipersónicas, UAV y de energía directa, por parte de Estados que consideran a Rusia un enemigo potencial.

O también el desarrollo de un sistema de defensa y ataque de misiles —incluso uno no nuclear— en el espacio por un oponente potencial.

También está la mera posesión —por otros Estados, vistos como “opositores” o como partes de alianzas enemigas— de sistemas de armas nucleares y/u otros tipos de armas de destrucción masiva (WMD) que, sin embargo, también pueden utilizarse hipotéticamente contra la Federación de Rusia. Sin embargo, en la mente de los responsables rusos de la toma de decisiones, también está la proliferación incontrolada de armas nucleares por parte de los opositores, de su lanzamiento o uso de instrumentos, así como la evolución de su tecnología.

Por último, el sistema militar ruso supervisa cuidadosamente el desarrollo de las armas nucleares y su presencia en países que nunca antes habían tenido armas nucleares en su territorio. Lo considera una amenaza grave. ¿Cómo se desencadena la reacción nuclear o militar convencional rusa a un uso adverso de armas nucleares contra su propio territorio y recursos, según los mecanismos oficiales previstos?

En primer lugar, con la recopilación inicial de datos fiables sobre un lanzamiento de misiles balísticos dirigidos contra el territorio y los recursos de la Federación de Rusia.

En segundo lugar, con el uso obvio de armas de destrucción masiva u otras armas avanzadas contra Rusia y sus aliados. En este cálculo estratégico, los aliados no incluyen a China, sino sólo a Bielorrusia y, probablemente, Kazajstán. La activación de una reacción nuclear rusa también puede ser causada por un ataque lanzado por un oponente o una alianza enemiga en los puntos críticos de la organización gubernamental, militar, económica y, en este caso, de petróleo y gas de Rusia.

En este caso, si los dirigentes rusos o sus principales recursos económicos fueran objeto de un ataque nuclear, la respuesta sería un contraataque de la Federación de Rusia contra los centros de toma de decisiones del oponente. Además, debería calcularse una posible respuesta nuclear de Rusia si los opositores lanzaron un ataque convencional capaz de poner en peligro las redes de tamaño, fuerza y control de la Federación de Rusia.

La decisión suprema para el uso del arma nuclear está en manos del Presidente de la Federación de Rusia, quien puede informar a los responsables de la toma de decisiones de los demás Estados o a las organizaciones internacionales —si ve la necesidad de hacerlo— de la voluntad rusa de lanzar un ataque nuclear contra un invasor o atacante, en ese momento y en ese lugar.

Además, también en este último documento, Rusia establece la línea del “lanzamiento del arma nuclear junto con la advertencia estratégica”.

Esto también dificulta la selección de amenazas, considerando el tiempo reducido para evaluarlas. Piensen aquí en las armas hipersónicas, que tienen tiempos de advertencia infinitesimales, o en las redes estadounidenses que actualmente están equipadas con misiles balísticos con ojivas convencionales para el ataque inmediato, lo que hace cada vez más difícil diferenciar inmediatamente entre un ataque nuclear y un ataque convencional.

Aquí es donde la vieja teoría rusa de la amenaza nuclear de la era soviética también se aplica a una fuerza convencional de la OTAN que tiene, sin embargo, tamaño y armas capaces de “poner en peligro” la propia naturaleza y estabilidad del Estado ruso. Si Vladimir Putin considerara también la amenaza de la OTAN a las importantes minorías rusas en el Báltico, en Europa del Este y en Europa sudoriental, el cálculo estratégico sería extremadamente difícil.

Para la Federación de Rusia —como con el zar Pedro I— una base en el Mediterráneo es también de importancia fundamental.

Con este fin, la guerra en Siria se ha materializado, la última fase de una cadena de “guerras de colores” o “primavera árabe” que, en el caso de Siria, ciertamente no tuvieron éxito para Occidente.

Mientras tanto, como ya ha sucedido en la región del Magreb, en América Latina y en otras regiones del mundo, Rusia quiere mantener algunos activos estratégicos esenciales: su control sobre las antiguas áreas “pro-soviéticas”, desde Medio Oriente hasta Venezuela y Cuba; la clara reafirmación de su propio papel como gran potencia y finalmente la creación por parte de Rusia de su propio papel como mediador e intermediario confiable, un Estado estable y creíble, así como una potencia influyente.

Además, todo esto sucede en una fase en la que la modernización de las armas y doctrinas rusas de la guerra nuclear y de lo que podríamos llamar guerra post-convencional (armas hipersónicas, de alta energía, etc.) aún no ha terminado.

En 2019, Vladimir Putin dijo que las herramientas actualizadas y modernas eran más del 82% de la Tríada Nuclear de la Federación de Rusia (tierra, mar y cielo). También dijo: “nuestro armamento debe ser el mejor de los mejores para poder ganar en un choque de este tipo”.

Además de la aceptación de nuevos y posibles acuerdos para reducir las armas estratégicas, Putin también dijo: “Estamos construyendo nuevos sistemas fiables de misiles y armas nucleares” para la disuasión.

Hoy, a mediados de 2020, se supone que la Federación de Rusia tiene 4.310 ojivas nucleares de diversa naturaleza y tamaño, que pueden ser utilizadas por lanzadores de largo y corto alcance, sólo por las Fuerzas Estratégicas de Misiles. 1.570 de estas 4.310 ojivas ya están posicionadas: 810 se colocan en misiles estratégicos terrestres; 560 forman parte del armamento submarino y 200 se colocan en aviones y en sus bases.

Unas 870 ojivas nucleares se almacenan finalmente en un “almacén”, junto con 1.870 ojivas no nucleares.

Además de estos datos, se puede decir que al menos 2.060 ojivas, que ahora están siendo desmanteladas, están a la espera de ser “desguazadas”.

De ahí que el número total real asciende a 6.370 ojivas, teniendo en cuenta las ojivas de misiles, convencionales y nucleares.

En la fecha del 5 de febrero de 2019 —fijada por el Tratado START—, la Federación de Rusia redujo el número de ojivas estratégicas en acción a 1.444 de conformidad con las disposiciones del Tratado.

Más tarde Rusia declaró 1.420 ojivas adicionales en 517 lanzadores y, en marzo de 2019, declaró la existencia de 524 lanzadores para 1.461 ojivas, pero hoy los datos varían muy rápidamente.

En octubre de 2018 Vladimir Putin había declarado: “Nuestra doctrina estratégica de las armas nucleares no permite un ataque preventivo, sino un contraataque mutuo”, es decir, “somos capaces de reaccionar rápidamente a un ataque nuclear o existencial de todos modos, sólo cuando sabemos con certeza que un posible agresor está atacando a Rusia”.

La línea política es la de la doctrina de diciembre de 2014, que decía: “Rusia se reservará el derecho de utilizar armas nucleares en respuesta al uso —contra Rusia o sus aliados— de armas nucleares o de cualquier tipo de destrucción masiva, o incluso en el caso del uso —contra Rusia— de armas convencionales si la propia existencia del Estado está en peligro”. Además, algunos responsables de la toma de decisiones rusos han declarado que las armas nucleares rusas pueden utilizarse si hay amenazas creíbles contra los sitios de misiles balísticos rusos, pero también en escenarios regionales que no implican una amenaza existencial para el Estado ruso o que de todos modos no utilizan armas de destrucción masiva.

También existe el problema de las armas definidas como “anómalas”, como el Poseidón – Kanyon, según la jerga estadounidense o el Status-6 (nombre en clave de la OTAN), que es un torpedo nuclear capaz de crear una vasta área de contaminación marina capaz de bloquear cualquier operación militar o económica durante mucho tiempo.

Se supone que la Federación de Rusia tiene actualmente 302 Misiles Balísticos Intercontinentales (ICBM) en su lugar y operativos, con una posible carga de 1.136 ojivas nucleares o no nucleares.

Rusia, sin embargo, declaró en varias etapas de las negociaciones START que tenía casi 400 ICBM en la “línea de fuego” o que los ICBM ya eran 513 a finales de septiembre de 2019.

Los ICBM rusos están organizados en la Fuerza Estratégica de Misiles para tres sectores diferentes, con un total de 11 divisiones cada uno con unos 39 regimientos de misiles.

Sin embargo, el 40º Regimiento de la 12a División, estacionado en Yurya, no tiene armas nucleares.

Hoy, sin embargo, Rusia todavía tiene misiles SS-18, SS-19 y SS-25 entre sus ICBM.

El SS-18 (RS-20V, o R36M2 Voivoda) es un misil colocado en silos, pero puede llevar un máximo de 10 ojivas. Todavía hay 46 misiles SS-18 con 460 ojivas, mantenidos como casi operativos, en la 13a División de Misiles estacionada en Dombarovsky y en la 62ª División de Misiles en Uzhur.

Los misiles SS-18 deberían ser retirados a finales de 2020, reemplazados por Sarmat, el RS-28.

El SS-19 (RS-18, o UR100NUTTH) pronto será reemplazado por el SS-27, otro misil silo, pero aún hoy dos regimientos de la Fuerza Estratégica de Misiles siguen siendo muy operativos con los misiles SS-19.

Rusia sigue retirando sus SS-25, los misiles autopropulsados Topol, a un ritmo de uno-dos regimientos por año, que serán reemplazados por el SS- 27 Mod. 2.

El misil SS-27, es un misil llamado en Rusia RS-24, o Yars, que puede acomodar hasta cuatro Vehículos de Reentrada Multi-Independientes (MIRVs). Se supone, sin embargo, que actualmente Rusia ya tiene 140 Yars operativos, móviles o en silos, con distribución de estos nuevos misiles a la División de Guardias de Misiles en Teykovo, pero también a la 39ª Guardia de Misiles en Novosibirsk, a la 42ª en Niznhny Tagil, a la 29ª en Irkutsk, y finalmente a la 14ª División de Misiles en Yoshkar-Ola.

Rusia también está desarrollando una nueva versión del misil SS-29, el Sarmat RS-28 que, como ya se ha señalado, se supone que ya ha reemplazado en gran medida al SS-18.

Con referencia específica a los misiles lanzados por submarinos, Rusia cuenta actualmente con 10 submarinos nucleares de tres clases: seis Delta IV, un Delta I y tres Borei. Cada submarino puede transportar 16 Misiles Balísticos Lanzados Submarinos (SLBM) y cada SLBM puede transportar varios MIRV, para un total de más de 720 ojivas.

Hasta 2020, el eje de la guerra de submarinos y misiles será el Delta IV, cada uno equipado con 16 SLBM.

Todos los submarinos Delta IV forman parte de la Flota del Norte, con base en Gazhyevo, en la península de Kola.

Los misiles Delta serán reemplazados por completo por el Borei, cada uno con 16 misiles SS-N-32 con seis ojivas cada uno.

Con referencia específica a las ojivas nucleares aéreas, Rusia utiliza dos tipos de bombarderos: el Tu-160 Blackjack y el Tu-95 M5 Bear. El número total de estos aviones es de 70 y ambos pueden transportar el A-15 Kent y los misiles AS-23B.

Cada TU-160 puede transportar 40.000 kilos de armamento, incluidos los 12 misiles AS-15B, con un total de 700 bombas nucleares transportadas que pueden ser lanzadas desde el avión.

Por lo tanto, Rusia prevé —y los responsables de la toma de decisiones rusas siempre conceden gran importancia también a las armas no nucleares— una fuerza nuclear que pueda ocasionar rápidamente el mayor daño posible a cualquier atacante, incluso a las superpotencias actuales, con una combinación de fuerzas terrestres, marítimas y aéreas.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. El Señor Valori ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Nota: traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. 

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EL CARIBE EN LA GUERRA DE INDEPENDENCIA DE ESTADOS UNIDOS

José E. Muratti Toro*

A las 4:00 de la tarde del sábado 29 de abril de 1780, un cortejo fúnebre salió de la Mansión Ford, al final de la calle Morris en Morristown, Nueva Jersey, donde residía el General George Washington. En el ataúd yacía el diplomático cubano Juan de Miralles Trailhon, vestido con un “espléndido” traje de gala escarlata bordado con encajes de oro, reloj de oro con diamantes del que pendían varios sellos, relucientes anillos de diamantes en los dedos, medias de seda blanca, zapatos con hebillas incrustadas con piedras preciosas, y una peluca terminada en trencilla cubierta con un sombrero tricornio con adornos dorados.

El féretro se balanceaba con la ondulación propia de las procesiones fúnebres, sobre los hombros engalanados con las chaquetas azules de cuatro oficiales de artillería. Martha Dandridge Washington y Catherine Littlefield Greene, indumentadas con tafetanes de seda negra, seguían al cortejo presidido por los generales George Washington, Baron Von Steuben, Henry Knox, y el Dr. James Thatcher, médico militar quien documentó el evento.

Les acompañaban los congresistas John Mathews, Nathaniel Peabody, el Dr. Philip Schuyler, padre de Elizabeth Schuyler quien se convertiría en la esposa de Alexander Hamilton, y Francisco Rendón, secretario de Miralles junto a un desaliñado contingente del ejército continental cuyos uniformes colgaban sobre sus hombros como abrigos dos tallas más grandes tras el hambre sufrida en el peor invierno de toda la Guerra de Independencia de las Trece Colonias.

Un suave viento frío movía las copas de los olmos y los algarrobos a ambos lados del camino polvoriento que conduce hasta el cementerio presbiteriano que más tarde se denominaría Evergreen. Cada sesenta segundos un cañonazo resonaba sobre los campos entre Morristown y Camden haciendo temblar a los dos cientos hombres del séquito, de una milla de largo, que acompañó al comerciante y nunca confirmado “ministro plenipotenciario” del gobierno español. Este principal aliado de las Trece Colonias desde antes de la declaración de guerra de España contra Gran Bretaña, junto al gobernador de Louisiana, Bernardo de Gálvez, hizo posible el triunfo del ejército continental en Yorktown, el 19 de octubre de 1781.

Tres años y cuatro meses después de que el holandés Johannes de Graaf, gobernador de la colonia holandesa de San Eustaquio, al este de Puerto Rico, disparase once salvas a manera de saludo a un buque de la recién formada marina de guerra de las Trece Colonias que se abasteció de armas y municiones para su revolución, un cubano, nacido en Alicante, cuidado en su lecho de muerte por Martha Washington, era honrado en las más solemnes exequias fúnebres dedicadas a un extranjero por el ejército continental bajo el mando de quien se convertiría en el primer presidente de los Estados Unidos de América.

La Guerra de Independencia daría un giro hacia la victoria sobre el hasta entonces invencible ejército británico, luego que el gobernador español del territorio de Luisiana, Bernardo de Gálvez, con una flota armada en La Habana, conquistara Manchac, Mobila y Panzacola, las principales fortificaciones navales de Gran Bretaña en Luisiana, Georgia y Florida, impidiendo que llegaran refuerzos al ejército de Lord Cornwallis estacionado en Yorktown.

El triunfo de los revolucionarios obedeció tanto al valor del ejército continental, como al sitio de las fuerzas navales francesas bajo el General De Grasse en Yorktown, así como a la desarticulación de las fuerzas navales británicas en el Golfo de México y el Atlántico, por las armadas combinadas de Francia y España.

Sin embargo, el rol del Caribe y de España en la mayoría de las narraciones sobre la Guerra de Independencia que se publican en los EEUU, brilla deslumbrantemente por su ausencia. Esta exclusión solo resulta comprensible desde la decisión concertada de historiador tras historiador de clasificarla como lo suficientemente intrascendente como para excluirla de una de las revoluciones más importantes en la historia de la humanidad. Posiblemente esta Guerra de Independencia es uno de los acontecimientos más documentados de la historia. Una búsqueda electrónica en Google, en abril de 2017, generó unas 24.0 millones fuentes de información en inglés y 1,840,000 en castellano. Sin embargo, en las principales 24 historias de los Estados Unidos que se utilizan a nivel escolar y universitario del país, España es mencionada una vez y el Caribe, ninguna.

Lejos de representar un error o un desatino, esta exclusión obedece a la cosmovisión que los Estados Unidos han desarrollado de su pasado convertido en la doctrina de un excepcionalismo que le distancia del resto de las naciones e imperios. La revolución de las Trece Colonias, incontrovertiblemente se convirtió en el vórtice de la sustitución del imperio monárquico-religioso por el imperio de la ley. Pero su triunfo no fue exclusivamente propio sino el esfuerzo colectivo con los dos principales adversarios de Gran Bretaña hasta ese momento y hasta un siglo más tarde.

La Declaración de la Independencia estadounidense fue, sin lugar a dudas, el principal catalítico de las revoluciones que convirtieron a la mayoría de colonias del mundo en repúblicas independientes de los imperios que las conquistaron. Además, sirvió de fundamento para la narrativa de democratización que colocó a los Estados Unidos en un sitial ejemplarizante para las demás naciones que se concibieron como tales a partir del siglo XIX. Toda vez que su narrativa se documentó y diseminó con propósitos de aleccionar y distinguirle de las demás naciones de la modernidad, toda exclusión de acontecimientos y co-protagonistas se desprende de la decisión premeditada de convertir dichas aportaciones en irrelevantes. Hay exclusiones que son accidentes. Esta no es una de ella.

Entre 1775 y 1781,España y Francia aportaron sobre veinte millones de libras tornesas amén de cientos de miles de armas, municiones, uniformes, alimentos y medicinas al ejército continental. El 5 de agosto de 1781, el almirante de Grasse zarpó de Cap François, Haití, y se detuvo en Cuba, donde recibió 1.2 millones de libras tornesas recaudadas por las “damas de La Habana”, mediante donativos y la venta de sus joyas. Con este dinero de Grasse pagó los jornales de sus marineros y las tropas francesas y, el 6 de septiembre en Virginia, Washington pagaría sus tropas que se hallaban al punto de insubordinación toda vez que hacía meses que no habían cobrado.

El dinero suministrado por los “generosos” cubanos además se utilizó para pagar por los carretones y suministros con los cuales alimentar el ejército combinado de 5,700 norteamericanos, 3,200 milicianos, los 7,800 franceses de Rochambeau y las 3,000 tropas traídas por de Grasse desde el Caribe que sumaban unos 19,700 soldados y las mujeres, niños y otro personal de apoyo que acompañaban las tropas.

Las aportaciones de Cuba y de Juan de Miralles, uno de sus más prestigiosos comerciantes, así como la del gobernador de Luisiana, Bernardo de Gálvez, a la causa de la independencia de las Trece Colonias, comparan favorablemente con las del marqués de La Fayette, Jean-Baptiste Donatien, Conde de Rochambeau y el almirante François-Joseph Paul, Marqués de Grasse, de Francia, quienes han sido retenidos como exclusivos colaboradores de las colonias continentales en la mayoría de los relatos sobre la Guerra de Independencia de los Estados Unidos de América.

Toda ideología, sobre todo cuando no se le reconoce como tal, suele normalizar más efectivamente una visión de mundo que, por familiar y cónsona con el conocimiento legitimado por la academia, ser reviste de verosimilitud, resistiendo consistentemente la mirada crítica de sus premisas y sus cánones.

En un presente en el que el presidente de los Estados Unidos ha protagonizado una celebración militar de su independencia, mientras miles de hispanos viven en condiciones infrahumanas en lo que en 1781 era territorio español, resulta doblemente ofensivo que se criminalice a los descendientes de quienes hicieron posible el triunfo de su revolución.

 

* Oriundo de Hormigueros, estudió en la UPR-RP, CUNY, SUNY y actualmente en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. Ha trabajado en educación superior, desarrollo organizacional, relaciones públicas y las Asociaciones de Industriales, Industria Farmacéutica y Productos de Puerto Rico. Su cuento «La víbora del desierto de Kavir» ganó el primer premio en el certamen de El Nuevo Día en 2012. Su libro ‘La víbora del desierto de Kavir y otros cuentos’ obtuvo el segundo premio del Instituto de Literatura Puertorriqueña. En abril creó “Plaza de la Cultura”, un espacio de gestión cultural en Plaza Las Américas. En junio de 2014 fue electo presidente del PEN Club de Puerto Rico.

Tomado de El Nuevo Día (Puerto Rico), https://www.elnuevodia.com/opinion/columnas/elcaribeenlaguerradeindependenciadeestadosunidos-columna-2503670/