Archivo de la etiqueta: Fascismo

LA HUELLA GALLEGA EN LA «GRAN GUERRA PATRIÓTICA» CONTRA EL FASCISMO

Introducción

A diferencia de otras comunidades existentes en el Estado español, como son los casos de vascos, asturianos y catalanes, la presencia gallega dentro de las fuerzas militares de la URSS que lucharon en lo que en Rusia se denomina como la «Gran Guerra Patriótica» contra la invasión nazi-fascista es mucho menor y está menos documentada. No obstante estos problemas, se han podido identificar algunos combatientes gallegos en las fuerzas soviéticas, así como otros que si bien no combatieron, se encontraban en territorio de la URSS al comienzo de la guerra.

Una de las razones principales que podría explicar por qué pocos gallegos estuvieron involucrados en las fuerzas soviéticas durante la II Guerra Mundial puede ser el hecho de que, con el golpe de Estado del general Francisco Franco el 18 de julio de 1936, la insurrección militar franquista contra la República triunfó rápidamente en Galicia.

De este modo, Galicia no fue escenario de frentes militares durante la Guerra Civil española (1936-1939), pero sí de una gran represión por parte del franquismo, aspecto que muy seguramente dificultó la posibilidad de que diversos gallegos escaparan hacia la URSS.

No obstante, el profesor Ángel Luis Encinas Moral, catedrático de Geografía e Historia y profesor del Departamento de Filología románica y eslava en la Universidad Complutense de Madrid[1], considera que una pista importante para rastrear esta huella gallega en la URSS podría darse con la posibilidad de gallegos que escaparan del franquismo vía Asturias y País Vasco, así como otros que lograran llegar a Madrid y Barcelona, entre otras ciudades, durante los primeros tiempos de la Guerra Civil española, para después salir hacia la URSS vía Francia o el Mediterráneo.

Por tanto, y si bien puede que no sea ésta la única causa, la rápida victoria de la insurrección militar franquista en Galicia muy probablemente afectó la posibilidad de que un número considerable de gallegos republicanos lograran exiliarse en la URSS, al menos en comparación con los casos de asturianos, vascos, catalanes y madrileños, entre otros. Con todo, sí existen algunos casos de gallegos «niños de la guerra».

Los gallegos que lograron escapar hacia la URSS o bien lo hicieron antes de la guerra civil española, atraídos por la construcción del socialismo en ese país, o más bien por los avatares propios del abastecimiento de víveres y armas que para la República española se realizaba desde territorio soviético y que involucraría a republicanos gallegos en las rutas de transporte marítimo.

Caso contrario fue el de la División Azul[2], también identificada como Legión Española de Voluntarios en Rusia. Aquí la presencia de gallegos es mayor y, por lo tanto, está mejor documentada. La División Azul fue enviada al frente ruso por el dictador Franco, combatiendo al lado del invasor nazi-fascista contra las fuerzas soviéticas.

El reclutamiento, forzoso o voluntario, de combatientes gallegos para la División Azul supuso una especie de devolución de favores por parte del franquismo por el apoyo nazi-fascista a sus fuerzas durante la Guerra Civil española.

No obstante, y a diferencia de los gallegos combatientes en el Ejército soviético, sí existen registros e investigaciones sobre gallegos que fueron enviados a los Gulag durante la II Guerra Mundial. Esta información permite observar aspectos relevantes sobre cómo fueron a parar algunos de estos gallegos a la URSS. En ellos destacan unos 29 gallegos, la enorme mayoría combatientes de la División Azul, así como algunos republicanos.

Con todo, es posible rastrear algunas huellas de la presencia gallega en fuerzas soviéticas que pelearon en la Gran Guerra Patria contra el nazi-fascismo.

Debe igualmente destacarse que el exilio republicano español en la URSS fue de aproximadamente 4.236 personas[3], entre marinos, aviadores, estudiantes enviados por la República española para la academia de aviación de Kirovabad (República Socialista Soviética de Azerbaiyán), los denominados «niños de la guerra» y profesores o exiliados en la URSS antes del comienzo de la II Guerra Mundial, entre otros.

Unos 700 de esos republicanos españoles se enrolaron en el Ejército Rojo para combatir al nazi-fascismo. Debe igualmente destacarse que, al principio, las autoridades soviéticas mantenían ciertas reticencias para la inclusión y reclutamiento de efectivos extranjeros en sus fuerzas armadas para la lucha contra la invasión nazi-fascista, argumentando obvias medidas de seguridad.

Combatientes gallegos en el Ejército Rojo

Como fuentes principales y referencias bibliográficas para la identificación de los gallegos combatientes en las fuerzas soviéticas, se han utilizado tres estudios imprescindibles. Estos son:

    1. El libro conjunto de Eusebio Cimorra, Enrique Zafra, Isidro R. Mendieta, El Sol sale de noche. La presencia española en la Gran Guerra Patria del pueblo soviético contra el nazi-fascismo (Editorial Progreso, Moscú, 1970);
    2. El libro de A. V. Elpátievsky, La emigración española en la URSS. Historiografía y fuentes, intento de interpretación (2008), traducido del ruso por el profesor Ángel Luis Encinas;
    3. Y finalmente el libro anteriormente mencionado de Encinas Moral, Ángel Luis, Fuentes históricas para el estudio de la emigración española a la URSS (1936-2007), Exterior XXI, 2008.

En estos textos destacan varios nombres de gallegos que combatieron en las fuerzas soviéticas durante la II Guerra Mundial. Son estos:

Nombre

Año y lugar de nacimiento

Trayectoria

Enrique Líster Forján

1907 Ameneiro (actual Ayuntamiento de Teo. A Coruña)

Líster es probablemente el personaje más destacado no sólo entre los gallegos que lucharon en la URSS sino también dentro del exilio español. De profesión cantero, ingresó en el Partido Comunista Español  (PCE) en 1931. Durante la guerra civil llegó a coronel jefe de cuerpo de Ejército. Fue general en los ejércitos de la URSS, Yugoslavia y Polonia. Es un personaje clave[4] por su participación como general en el bando republicano durante la Guerra Civil Española y como general de división del Ejército soviético en la lucha contra el invasor nazi-fascista. En el otoño de 1939, Líster comenzó sus estudios en la Academia General Superior del Ejército Rojo «M. V. Frunze» junto a otros 28 oficiales procedentes de las milicias, entre los que destacaban Juan Modesto, Valentín González «El Campesino», Pedro Mateo, Joaquín Rodríguez y Manuel Tagüeña[5].  Tras salir de la URSS, en 1968 fundó el Partido Comunista Obrero Español en desacuerdo con la actitud del PCE frente a la Primavera de Praga. Regresó a España en 1977. En 1986 reingresó en el PCE. Falleció en Madrid el 8 de diciembre de 1995.

Dositeo Sánchez Fernández

1903, Lugo.

De profesión chófer, ingresó en el PCE en 1936. Durante la guerra llegó a Jefe de Brigada. En la U.R.S.S. trabajó en Járkov, fue voluntario en el Ejército Rojo (ER), chófer en el Comité de Cultura y Bellas Artes en Moscú. Fue repatriado a España.

Manuel Martínez

?

Apodado «El Gallego», muerto en Poznan (Polonia) durante la ofensiva soviética  camino de Berlín.

Valentín Fernández

?

El libro El Sol sale de noche hace referencia a sus orígenes gallegos (p. 319-320).

 Leopoldo Canitro José

1923, Ourense

De profesión campesino. Canitro José combatió con las fuerzas republicanas españolas enroladas en el Ejército soviético en la localidad de Krasny Bor, en Leningrado, en 1943. Posteriormente, fue detenido y enviado al Gulag de Karagandá, en Kazajstán.

José Abuin Somoza

1905, Pontevedra

Llego a la U.R.S.S. en el barco Cabo San Agustín. En el Partido Comunista desde 1940. Trabajó en Odessa, Voroshilovgrad, Alma-Atá. Voluntario en el ER, obrero en Simferópol, pensionista. Falleció en Simferópol en 1971.

Aparicio Rodríguez Sol

1899, Pontevedra

Mecánico de aviación. Ingeniero. En el PCE desde 1936. Oficial de mecánicos de Cuatro Vientos. Durante la guerra civil fue jefe del aeródromo de Los Llanos (Albacete), jefe de mecánicos  del grupo de aviación soviético en Teruel. En la U.R.S.S. trabajó en Kramatorsk, Tashkent, voluntario en el ER, estuvo en guerrilleros, después mecánico en un garaje del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) Se fue a México.

Alberto Casal Broullón

1912, Vigo.

Marinero. En el PCE desde 1937. Durante la guerra civil luchó en la flota en el crucero «Miguel de Cervantes». En la U.R.S.S. trabajó en Gorki, voluntario en el ER, teniente mayor de zapadores, condecorado con la orden «Guerra Patria». Después de la guerra salió de la U.R.S.S., estuvo 14 años en la cárcel de Burgos. Trabajó en Cuba. Volvió a Moscú en 1976. Repatriado.

Valentín Fernández González 

1912, Lugo

Albañil. Ingresó en el PCE en 1936. Durante la guerra civil fue comandante en la brigada 100 de la 11 División. En la U.R.S.S. trabajó en Mitichi, Kokand, voluntario en el ER, tornero en la fábrica Krasni Proletari de Moscú. Cayó en las guerrillas en España.

Ezequiel Fernández Moreira

1909, Lugo

Sastre y camarero. Ingresó en el PCE en 1965. Marinero del barco «Cabo San Agustín». En la U.R.S.S. trabajó en Rostov, Alma Atá, voluntario en el ER, obrero en la fábrica 30 de Moscú. Falleció en Moscú en 1970.

Antonio Frians Brions

1899, A Coruña

Marinero en el «Cristóbal Colón». Durante la guerra vino a la U.R.S.S. en el barco «Juan Sebastián Elcano». Trabajó en Kramatorsk, voluntario en el ER, obrero en Crimea, Kíev, pensionista. Se repatrió en 1971.

Francisco Funqueiriño Joves

1904, A Coruña

Marinero, llegó a la U.R.S.S. en el barco «Inocencio Figaredo». Trabajó en Rostov, Ordzhonikidzhe, Aktiubinsk, voluntario en el ER. Obrero en Crimea, Dniepropetrovsk, en el PCE desde 1969-70. Falleció en 1983.

José Gabin Villamarín

1909, A Coruña

Fogonero de barcos. Miembro del PCE desde 1944. Llegó a la U.R.S.S. en el barco «Inocencio Figaredo». En la U.R.S.S. trabajó en Rostov, voluntario en ER, estuvo en guerrilleros, obrero en la fábrica 30 de Moscú. Se repatrió en 1965.

Rafael García Souza

1905, A Coruña

Empleado. En el PCE desde 1935. Durante la guerra civil fue jefe de la 139 Brigada. En la U.R.S.S. trabajó en Kolomná, Kírov, voluntario en el ER, obrero en la fábrica Nº 30 en Litkarino (región de Moscú) traductor en Cuba, pensionista. Falleció en marzo de 1978.

José Antonio Mauricio García  

1917, Pontevedra

Durante la guerra civil fue marinero del «Jaime I». Ingresó en el PCE en 1944. Vino a la U.R.S.S. en misión especial en el barco «Juan Sebastián Elcano», a Odessa. Trabajó en Rostov, Ordzhonikidze, Aktiubinsk, voluntario en el ER, obrero en Moscú. Se repatrió.

José Núñez Edreida

1917, A Coruña

Marinero. Trabajó en Cheliábinsk, Samarcanda, voluntario en el ER. Se repatrió.

Jorge Fernández Anania

1917, Ourense

Artillero en la Armada. En el PCE desde 1936-70. Durante la guerra llegó a la U.R.S.S. en el barco «Cabo San Agustín». En la U.R.S.S. trabajó en Gorki, voluntario en el ER. Obrero en Leningrado.

Gustavo Pérez Bonet

1917, A Coruña

Llegó a la U.R.S.S. a la escuela de pilotos, trabajó en Kolomná, Kokand, voluntario en el ER, Crimea, obrero en Moscú. Fue repatriado

Antonio Prieto Montero

1905, A Coruña

Obrero de la construcción. En el PCE desde 1928-70. Durante la guerra teniente en el Quinto Regimiento, después en el SIM (aviación). En la U.R.S.S. trabajó en Rostov, Ordzhonikidze, voluntario en guerrilleros, educador de jóvenes en la RU de Krasnogorsk, en Izium (Járkov), obrero en Moscú, empleado en la Embajada cubana. Se repatrió en octubre de 1980

Pedro Prado Mendizábal

1902, Lugo

Comandante del crucero «Méndez Núñez», jefe de EM de la Marina, asesor naval del EM, general, coronel, capitán de primer rango en el EM de la flota soviética, empleado en la Editorial de Literatura Extranjera, especialista en Cuba. Se repatrió desde Cuba en 1977.

Avelino Rey Carro

1913, A Coruña

Electricista en la marina de guerra. Durante la guerra civil fue miembro del Comité comarcal de Cartagena. En la U.R.S.S. trabajó en la fábrica Lijachov, voluntario en el ER, estudió en Nagórnaya, obrero en la imprenta del Consejo de Ministros (Gosisdat), en la imprenta de la Universidad de Moscú. En el PCE desde 1938-70. Se repatrió.

Manuel Rodeiro Pereira 

1911, Ferrol

A la U.R.S.S. llegó en 1937 en el barco mercante «Cabo San Agustín» y hasta 1939 trabajó en la flota del Mar Negro. Obrero en Odessa, Rostov, voluntario en el ER, especialista en explosivos, jefe de sección en la fábrica de Riazán y residió en Moscú, pensionista. Falleció en 1987

José Rodríguez Casanova

1917, Lugo

A la U.R.S.S. llegó en el barco «Cabo San Agustín» el 24 de septiembre de 1937. Trabajó en Járkov, Cheliábinsk, Samarcanda, Voluntario en el ER, obrero en Moscú. Se repatrió

Ramón Silva González

1886, A Coruña

Contramaestre en el barco «Cabo San Agustín» en el que llegó a la U.R.S.S. Obrero en la producción, sargento mayo en el ER, obrero en el sovjós de Crimea. Falleció en 1963.

José Trigo Rey

 

1897, Vilaxoán (Pontevedra)

Marinero mercante, llegó a la U.R.S.S. en el barco «San Agustín». Trabajó en Odessa, Kramatorsk, Tashkent, voluntario en el ER, obrero en Tashkent, Crimea, Simferópol. Ingresó en el PCE en 1947. Falleció en Simferópol en 1967.

El libro El Sol sale de noche también hace referencia a otros nombres de republicanos españoles enrolados en las fuerzas soviéticas cuyos apellidos pueden sugerir la posibilidad de origen gallego. Son estos los de José Estrela, Juan Otero, Freixas (peleó en el frente de Rzhev), Freire, Cartabón, Meroño, Secundino Pozo y Celestino Alonso, este último Comisario del Comisariado Popular de Asuntos Interiores (p. 253 del libro de Elpátievsky). No obstante, no ha sido posible verificar la autenticidad del posible origen gallego de todos ellos.

Un nombre frecuente en ambos libros es el del Comandante Joaquín Feijóo Fernández, del Ejército Obrero Rojo y Campesino. Si bien Elpátievsky confirma su origen sevillano (p. 245) y de su desaparición física durante la ofensiva soviética en Crimea (p. 260), es de destacar que el apellido Feijóo revela una posible ascendencia gallega.

Los combatientes españoles, y por tanto los gallegos involucrados en las filas del Ejército Rojo participaron en misiones y frentes de combate en Bielorrusia, Rusia Central, Krasnodar, Ucrania (Járkov), así como la defensa de Leningrado, Stalingrado, Smolensk, la cabeza de puente del Kubán (en el Cáucaso), Krasny Bor (donde pelearon contra la División Azul) y Crimea (Shúbino). Estos republicanos estuvieron enrolados en la 4º Compañía y la 989º Regimiento del Ejército Rojo.

Con respecto a los gallegos que se encontraban en la URSS durante el conflicto, sea como «niños de la guerra» o exiliados[6], pero que no fueron combatientes aunque algunos de ellos contribuyeron con el «esfuerzo de guerra», podemos identificar los siguientes:

Nombre

Año y lugar de nacimiento

Trayectoria

Ramón Barros Santos

1910, A Coruña

Ingresó en el Partido Comunista Español (PCE) en 1936. Electricista. Durante la guerra civil fue dirigente de la Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) en el Ejército del Centro y responsable de cuadros de la Comisión Ejecutiva de la JSU. En la U.R.S.S. trabajó en la fábrica Lijachov. Fue repatriado.

Ernesto Lamarca Rafales

1912, Vigo

Telegrafista. En el PCE desde 1937 y en el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) desde 1957. Durante la guerra civil fue oficial de transmisiones, jefe de Estado Mayor de la 60ª División, comandante. En la URSS educador en la casa de niños de Járkov, Instituto de Maquinaria, candidato y doctor en ciencias técnicas, jefe de laboratorio en Voroshilovgrad.

Nieves Álvarez González

1905, Ourense

Maestra. En el PCE desde 1931. Durante la guerra directora de una guardería en Barcelona. En la U.R.S.S. trabajó de maestra en Pirogóvskaya, en la fábrica Lijachova, Kokand, Crimea, Dniepropetrovsk, pensionista en Yalta. Casada con Francisco Barbado. Se repatrió en diciembre de 1958.

José Aparicio Pérez

1913, Vigo

Marinero. En el PCE desde 1946. Vino a la U.R.S.S. en el barco Cabo San Agustín. Trabajó en Odessa, Voroshilovgrad, Alma-Atá, Crimea y Kíev. Falleció en Kíev en 1978.

Talin Barbado Álvarez

1936, Ourense.

Moscú, Kokand, Dniepropetrovsk, agrónomo en Crimea.

José Conde Galinanes

1905, Pontevedra

Marinero. En el PCE desde 1957-70. Durante la guerra cabo artillero en el acorazado «Jaime I». Fue a la U.R.S.S. en el barco Juan Sebastián Elcano. Trabajó en Rostov, Ordzhonikidze, Kazajstán, Crimea y Kíev. Falleció en en mayo de 1989.

Esther Cruz Gil

1911, Lugo

Miembro del PCE desde 1936. Esposa de Antonio Muñoz Díaz. Vivían en el Lux. Se repatrió.

Juan Del Río García

1898, Pontevedra

Marinero del barco «Inocencio Figadero». Kramatorsk, Kíev. Se repatrió.

Manuel Fernández Cortinas

1905, Lugo

Campesino. En el PCE desde 1928. Encarcelado en 1931, 1933 y 1934. Condenado a muerte en 1935. Organizador de comités de radio en Madrid, dirigente de las MAOS de Madrid. Durante la guerra comandante, teniente coronel, miembro del CP de Madrid, condecorado con 3 medallas: del Valor, de sufrimiento por la patria y del Deber. En la U.R.S.S. estudió en Kusnarienko, obrero en Crimea y Dniepropetrovsk, pensionista. Falleció en Dniepropetrovsk el 22 de junio de 1978.

Manuel Fernández Soto

1912, Ferrol

Cabo de artillería de la Marina. Ingresó en el PCE en 1937. Tomó en el asalto al crucero «Miguel de Cervantes», luchó en el Ciscar y miembro del CP de Murcia. En la U.R.S.S. Estuvo en guerrilleros. Regresó a España.

José García Pérez

1894, Pontevedra

Marinero del barco «Juan Sebastián Elcano», Odessa, Rostov. Falleció en Aktiubinsk en 1943.

Antonio Lago Santos

1910, A Coruña

Fue a la U.R.S.S. en calidad de marino en el cañonero «Dato». Trabajó en un koljós de la región de Rostov, Crimea, Azov. Ingresó al PCE en 1978. Falleció en 1987.

José López González

1916, A Coruña

Trabajó de armador metálico para el cementerio de Artiómovsk. Falleció en marzo de 1984.

Carmen Martínez Aguyón

1930, Pontevedra

Óbninskoye, Sarátov, Tarásovka, EO de Noguinsk y Krasnogorsk, costurera en Moscú. Repatriada en 1992.

Pepita Martínez Aguyón

1928, Pontevedra

Óbninskoye, EO de Krasnogorsk. Se repatrió.

Teófilo Martínez Aguyón

1932, Pontevedra

Óbninskoye, Sarátov, Tarásovka. Se repatrió.

Antonio Méndez Fernández

1928, A Coruña

Odessa, Sarátov, EO de Podolsk, casa de inválidos N.6 (región de Moscú). Se repatrió.

Justo Nogueira Gordaliza

(190?) Monforte de Lemos (Lugo)

Trabajó de maestro en Eupatoria, Sarátov, Najávino. Instituto de Lenguas Extranjeras. Ingresó en el PCE en 1931. Se repatrió en 1972.

Serafín Noche López

1916, Villalba (Lugo)

Marino. Fue a la U.R.S.S. en el barco «Juan Sebastián Elcano». Ingresó en el PCE en 1961. Trabajó en Odessa, Rostov y Aktiubinsk. Se repatrió en diciembre de 1979.

José Juan Pena Seigido

1928, A Coruña

Pravda, Sarátov. Murió en 1947 en Noguinsk.

Andrés Pena Seigido

1928, A Coruña

Pravda, Sarátov, Bolshevo, Universidad. Actualmente trabajó en la revista Tiempos Nuevos. Falleció en Moscú en junio de 1990.

Amparo Pena Seigido

1930, A Coruña

Pravda, Sarátov, Tarásovka, Schólkovo. Actualmente reside en Cuba a donde fue después de repatriarse en 1957.

Darío Pena Seigido

1932, A Coruña

Pravda, Sarátov, residió en Moscú trabajando de traductor. Falleció en Moscú en 1989.

María Pérez Pérez

1926, A Coruña

Járkov, Stalingrado, Ufá, técnico de medicina de Sérpujov, enfermera en Stúpino, Instituto de medicina de Yaroslavl, médica en Tula y Cuba, en el P. desde 1960. Volvió en 1974 a la U.R.S.S. Falleció el 20 de enero de 1998.

Manuel Rial Formoso

1894, Pontevedra.

Marinero en el barco «Juan Sebastián Elcano». Navegó en el Mar Negro hasta 1944, fogonero en el combinado Karagandá úgol. Se repatrió.

José Manuel Ríos Amigo

1910, Vigo

Marinero, fue  a la U.R.S.S. a Sebastópol en 1939 en un barco. Trabajó en los barcos «Armenia» y «Kursk» hasta 1942, cargador en Buzuluk (Chkálov) y en Kúybyshev. En el PCE desde 1959-70. Falleció en octubre de 1980.

Marina Sendín López

1916, Lugo

Mecanógrafa, miembro del PCE desde 1935. En la U.R.S.S. trabajó en la fábrica Lijachov, en la IC, Instituto 205 y en ediciones, falleció en Rumania en 1974.

Rogelio Trillo Caneda

1907, Corcubión (A Coruña)

Marinero. En el PCE desde 1934. Lllegó a la U.R.S.S. en el barco «Inocencio Figaredo». En la U.R.S.S. trabajó en Odessa, Tuapse, Krasnovods, Poblodar, sovjós Feodosiski (Crimea), Dniepropetrovsk, pensionista. Se repatrió en 1970.

Gallegos en el Gulag

A diferencia de los combatientes gallegos en el Ejército Rojo, sí existen mayores registros sobre gallegos deportados a los Gulag, algunos de ellos combatientes de la División Azul, y otros no combatientes que formaban parte de las listas de españoles que pasaron por los campos de trabajos forzados soviéticos.

Según el historiador Secundino Serrano, unos 185 republicanos españoles fueron enviados a los Gulag por las autoridades soviéticas[7]. Entre ellos estarían algunos de los considerados «niños de la guerra» así como marinos y pilotos republicanos.

Debe destacarse que varios de estos gallegos tuvieron contacto con la URSS (y posteriormente quedaron a vivir allí) gracias al envío de material de guerra y de víveres desde puertos soviéticos hasta la España bajo dominio republicano durante la Guerra Civil. Esta ruta se hacía por el mar Mediterráneo y llegaban a puertos del mar Negro.

La ruta debía sortear la costa italiana, bajo control del régimen fascista de Benito Mussolini, aliado de Franco en la guerra civil, así como el Norte de África, en particular Libia, entonces bajo dominio italiano. A la mayoría de ellos, el final de la guerra civil española les sorprendió estando en la URSS como parte de estas labores de transporte de mercancías.

Una fuente imprescindible para rastrear la huella de los republicanos españoles en el Gulag es la historiadora Luiza Iordache Cârstea[8], profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona y de la UNED. La profesora Iordache facilita el listado de 21 marinos gallegos detenidos en Odessa en junio de 1941. Fueron internados en los campos de concentración de Norilsk, Karagandá (Spassk y Kok Uzek), Odessa y en otros campos occidentales de la URSS.

La lista de gallegos deportados a los Gulag aportada por la profesora Iordache es la siguiente:

Nombre

Año de Nacimiento y localidad (Provincia)

Profesión

Incidencias

Pedro Armesto Saco

1912. Pobra de Brollón (Provincia de Lugo)

Alumno náutica

Repatriado el 2 de abril de 1954

Ángel Castañeda Ochoa

1909. Catoira (provincia de Pontevedra)

Mozo

Repatriado el 2 de abril de 1954

José Castañeda Ochoa.

1901. Catoira  (Pontevedra)

Marinero

Repatriado el 2 de abril de 1954

Juan Antonio Castro López

1906. Pobra do Caramiñal (provincia de A Coruña)

Engrasador

Repatriado el 2 de abril de 1954

José Diz Rivas

1904. Vilaxoán (Pontevedra)

Marino

Internado en el Gulag desde junio de 1941 a 1948. Fallecido en el campo de Odessa, el 22 de agosto de 1948.

José García Santamaría

1913. Palmeira (A Coruña)

Ayudante de cocina

Repatriado en 1954.

Juan Gómez Mariño

1911. Ribeira (A Coruña)

Marinero

Repatriado en 1954.

Antonio Leira Carpente.

1912. Pontevedra

Marinero artillero. Cargo: sirviente alza

Repatriado en 1954.

José López González.

1916. A Coruña

Mozo artillero

Internado en el Gulag (27 de junio de 1941-agosto de 1948); destino desconocido.

José Pérez Pérez

1897. De Pobra do Caramiñal (A Coruña)

Marinero

Repatriado en 1954.

Enrique Piñeiro Díaz

1912. Buenos Aires (Argentina) De padres gallegos.

Apuntador

Repatriado en 1954.

Manuel Rodríguez Tejeiro

1910. Ferrol (A Coruña)

Cabo de artillería. Cargo: apuntador.

Liberado en agosto de 1948, fallecido de tuberculosis en Alupta el 2 de agosto de 1954.

Joaquín Trigo Sayans

1906. Figueirido (Pontevedra)

Marino

Liberado en agosto de 1948, repatriado en 1956.

José García Gómez

1911. Palmeira (A Coruña)

Marinero

Repatriado en el buque Semíramis, el 2 de abril de 1954.

Vicente García Martínez.

1893. Pobra do Caramiñal (A Coruña)

Marinero

Repatriado en el Semíramis, el 2 de abril de 1954.

Manuel Dávila Eiras

1900. De Pobra do Caramiñal (A Coruña)

Tripulante del vapor Rosa.

Marinero repatriado en 1954.

Manuel Dópico Fernández

Ferrol. Año desconocido

Desconocida

Fallecido en el campo de concentración de Karagandá (actual Kazajstán) en 1945.

Ricardo Pérez Fernández

1893, en Pobra do Caramiñal (A Coruña)

Marinero

Fallecido en el campo de Odessa, en 1949.

José Plata Loira

1904. Pontevedra

Fogonero

Falleció en Norilsk, en 1941.

Domingo García Meitas

1910. Pobra do Caramiñal (A Coruña)

Maquinista

Detenido en 1940

José Núñez Edreira

1917. A Coruña

Marino

Acusado de espionaje. Repatriado en 1957.

En 2013, durante una visita a Kazajstán por parte del entonces presidente de gobierno español Mariano Rajoy, su anfitrión el presidente kazajo Nursultan Nazarbayev entregó unos cuadernos con las fichas de españoles recluidos en uno de los cuatro gulags de Karagandá, en el número 99, de Spassk. De los 152 españoles de la lista, catorce son gallegos.

En este sentido, las investigaciones realizadas hasta ahora concluyen que en la relación de presos españoles se diferencian dos «grupos». Si eran redirigidos desde Odessa, se trataba de republicanos: marinos o pilotos, entre otras profesiones. Por el contrario, si procedían de Kolpino, Krasny Bor o Leningrado (actual San Petersburgo) y Nóvgorod, eran de la División Azul, ya que esos fueron frentes de guerra donde lucharon.

En esa lista, facilitada igualmente por la Embajada de Kazajstán en Madrid, figuran tres gallegos republicanos: el marinero-motorista José Trole Castelo (A Coruña, 1912); el piloto y también carpintero y chófer José Carreira Romero (Ourense, 1917); y el marinero-artillero Manuel Rodríguez Tegueiro (Ferrol, 1918). Los tres habían ingresado en el año 1948 en el campo de Odessa.

Además de los tres gallegos republicanos, en este listado figuran también once combatientes gallegos de la División Azul, que fueron enviados al Campo Nº 99 en Karagandá. Fueron posteriormente repatriados a España entre 1954 y 1959, tras la muerte de Stalin y durante el mandato de Nikita Jrushchov.

Esta lista de once personas se divide así:

Nombre

Fecha nacimiento, localidad (Provincia)

Profesión

Detención

Juanín Gullón Antonio

1923, Mondariz (Pontevedra)

Mecánico

Detenido en 1943 por el Ejército Rojo en Kolpino (región de Leningrado).

José Manuel Ferreiro

1921 (Pontevedra)

Campesino

Detenido en Kolpino.

Vicente Román Constante

1916. A Guarda (Pontevedra)

Hornero

Capturado en 1943 cerca de Leningrado.

Federico Dobal del Río

 

1923. Vilagarcía de Arousa (Pontevedra)

Zapatero

Capturado en Krasny Bor en 1943. Desde 1954 trabajó como carpintero. Se afilió al Partido Comunista en 1966.

Domingo Pérez Elisio

San Juan de Ourense (Ourense)

Mercader

Detenido en Kolpino.

Graña Rebociño

1924 Ourense (Ourense)

Peón

Detenido en Kolpino.

Leopoldo Canitro José

1923. Ourense

Campesino

Combatió en Krasny Bor (Leningrado), donde fue detenido.

Manuel Bousa Carias

1924, Monforte de Lemos (Lugo)

Desconocida

Desconocida

Eusebio Calavio Belicillo

1917, Lugo.

Mercader

Detenido en Nóvgorod.

José García Eugenio

1921. Ferrol (A Coruña)

Carpintero

Detenido por el Ejército Rojo en Kolpino

Vicente Calvo González

1913. Betanzos (A Coruña)

Radista

Detenido en Kolpino.

Deben igualmente destacarse otros casos de gallegos a los que la II Guerra Mundial les sorprendió en la URSS y posteriormente fueron reenviados a diversos Gulags y campos de trabajos forzados, considerados por las autoridades soviéticas como posibles «espías» y «traidores a la URSS», sospechosos de ser agentes internacionales. Son ellos:

José Ramón Carreira, natural de Ourense, dirigente de la Unión General de Trabajadores (UGT), piloto de aviación que llegó a Leningrado en 1938 en un buque mercante. Durante la guerra fue enviado al Gulag de Norilsk hasta su repatriación a España en 1954.

Julián Fuster Ribó, natural de Vigo, cirujano, enviado al Gulag de Kengir y que fue repatriado a España en 1959. El Premio Nobel Alexander Soljenitsin menciona en su obra maestra Archipiélago Gulag al «español Fuster».

José Calvo, enviado por la República española a formarse de aviador en Kirovabad y posteriormente enviado al Gulag durante la guerra.

Ricardo Pérez Fernández, tripulante de buques, enviado al Gulag de Odessa en febrero de 1949.

Durante el año 1937, estas personas realizaron transportes de material de guerra y víveres entre la España republicana y la URSS, pero debido a las dificultades del tráfico marítimo por el Mediterráneo y otras circunstancias bélicas, el final de la Guerra Civil les sorprendió a varios de ellos en distintos puertos soviéticos.

 

* Analista de geopolítica y relaciones internacionales. Licenciado en Estudios Internacionales (Universidad Central de Venezuela, UCV), Magister en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, USB) Colaborador en think tanks y medios digitales en España, EE UU y América Latina. Analista Senior de la SAEEG.

 

Fuentes utilizadas y lecturas recomendadas:

  1. Ensayos y artículos:

Alted Vigil, Alicia; Nicolás Marín, Encarna; Gonzalez Martell, Roger. Los niños de la guerra de España en la Unión Soviética. De la evacuación al retorno (1937 – 1999). Madrid, 1999.

Alted Vigil, Alicia. «El exilio español en la Unión Soviética». Revista Ayer. Ver en:http://www.revistaayer.com/sites/default/files/articulos/47-6 ayer47_ExiliosEspanaContemporanea_Lemus.pdf.

Encinas Moral, Ángel Luis. Fuentes históricas para el estudio de la emigración española a la URSS (1936-2007), Exterior XXI, 2008.

Arasa, Daniel. Los españoles de Stalin. Barcelona, 2005.

A.V. Elpátievsky. La emigración española en la URSS. Historiografía y fuentes, intento de interpretación, Exterior XXI, 2008.

Carmen Calvo Jung. Los últimos aviadores de la República. La cuarta expedición a Kirovabad. Coeditado por el Ministerio de Defensa y la Fundación Aena.

Eusebio Cimorra, Enrique Zafra, Isidro R. Mendieta. El Sol sale de noche. La presencia española en la Gran Guerra Patria del pueblo soviético contra el nazi-fascismo. Moscú: Editorial Progreso, 1970.

González Martínez, Carmen y Nicolás Marín, María Encarna. «’Rojos y azules’ españoles en la Unión Soviética», Historia Actual online, 40, (2), 2016, p. 7-28.

Iordache Cãrstea, Luzia. Cartas desde el Gulag. Juan Fuster Ribó, un español en la Unión Soviética de Stalin. Alianza Editorial, 2020.

Iordache Cãrstea, Luzia. Republicanos españoles en el Gulag (1939-1956). Institut de Ciències Polítiques i Socials, 2008.

Iordache Cãrstea. Luzia, En el Gulag. Españoles republicanos en los campos de concentración de Stalin. RBA, 2014.

Juárez, Javier. Patria. Una española en el KGB. Barcelona: Random House Mondadori, 2008.

Secundino Serrano. Españoles en el Gulag. Republicanos bajo el estalinismo. Península, 2011.

Torres, Francisco. Cautivos en Rusia. Los últimos combatientes de la División Azul. Editorial Actas, 2018.

    1. Medios de comunicación

Faro de Vigo:

https://www.farodevigo.es/sociedad-cultura/2013/10/16/gallegos-gulag/896958.html  

https://www.farodevigo.es/sociedad-cultura/2014/09/14/fuerza-gallega-reto-stalin/1093792.html

La Voz de Galicia

https://www.lavozdegalicia.es/noticia/galicia/2019/08/19/29-gallegos-gulags-stalin/0003_201908G19P6994.htm

https://www.lavozdegalicia.es/noticia/cultura/2013/10/12/gulag-estuvieron-presos-22-gallegos-cuatro-fallecieron/0003_201310G12P42991.htm

https://www.lavozdegalicia.es/noticia/santiago/2011/08/21/diecisiete-anos-bajo-yugo-stalin/0003_201108SX21P2992.htm

El País (España)

«El hombre del siglo”, El País (España), 16 de abril de 2007. Ver en: https://elpais.com/diario/2007/04/16/galicia/1176718702_850215.html

Nueva Tribuna (España)

“Españoles en el Ejército Rojo”

https://www.nuevatribuna.es/articulo/cultura—ocio/9mayo-victoria-nazismo-europa-espanoles-ejercito-rojo/20200508084414174600.html

Diario de León (España)

“Rusia envió a 185 republicanos españoles al gulag sin juzgarlos”, Diario de León, 20/10/2011. Ver en: https://www.diariodeleon.es/articulo/cultura/rusia-envio-185-republicanos-espanoles-gulag-juzgarlos/201110200400021208855.html

    1. Otros ensayos de interés

Luis Reyes. Españoles en la II Guerra Mundial. Ilustraciones de Dionisio Álvarez Cueto. Audaba Ediciones, 1990.

Antonio Vilanova. Los olvidados. Los exiliados en la URSS, Ruedo Ibérico, 1960.

Eduardo Pons Prades. Republicanos españoles en la II Guerra Mundial. La Esfera de los Libros, 2000.

Roque Serna Martínez. Heroísmo español en Rusia. 1941-1945, 1981.

José Gros, Relatos de un guerrillero comunista español, A.T.E, 1977.

 

Referencias

[1] Debe destacarse que el profesor Ángel Luis Encinas Moral obtuvo la convalidación de su título de Master of Arts en Historia por la Universidad Lomonósov de Moscú en 1987. Es Doctor en Geografía e Historia, y profesor de Historia y Cultura de los Pueblos Eslavos, de Literatura Rusa y de Relaciones Literarias Hispano-Rusas de la Titulación de Filología Eslava en la Universidad Complutense de Madrid. Domina con fluidez idiomas de interés científico como el ruso, ucraniano, búlgaro, ruso y eslavo antiguo y eslavo eclesiástico.

[2]En 2016, el Instituto de Estudios Vigueses (https://www.ievigueses.com/gl), bajo la dirección de su presidente Xosé Carlos Abad, comenzó una investigación para recopilar información sobre vigueses que lucharon en la II Guerra Mundial, principalmente bajo la División Azul. Se estimaron cifras de unos 216 vigueses que lucharon en las fuerzas alemanas y algunos en las fuerzas soviéticas. Se estima igualmente que medio millar de gallegos fueron enrolados por la División Azul para combatir en el frente ruso. Más información en: https://www.lavozdegalicia.es/noticia/vigo/vigo/2016/07/24/instituto-estudios-vigueses-busca-testimonios-miembros-division-azul/0003_201607V24C5995.htm. Debe mencionarse igualmente la existencia de la Hermandad Gallega de la División Azul Spansky Jarasho, fundada en 1960 en A Coruña, y que sigue en funcionamiento en una segunda etapa. Ver en: https://www.adiantegalicia.es/costa-da-morte/2019/09/23/la-hermandad-gallega-de-la-division-azul-condecora-a-un-ex-militar-de-vimianzo.html

[3] Esta es la cifra que podemos encontrar en el libro del profesor Encinas Moral, Ángel Luis, Fuentes históricas para el estudio de la emigración española a la URSS (1936-2007), Exterior XXI, 2008.

[4] «El hombre del siglo», artículo publicado en El País (España), el 16 de abril de 2007, con motivo del homenaje a Enrique Líster. Ver en: https://elpais.com/diario/2007/04/16/galicia/1176718702_850215.html.

[5] Alted Vigil, Alicia. «El exilio español en la Unión Soviética», Revista Ayer. p. 140-141. Ver en: http://www.revistaayer.com/sites/default/files/articulos/47-6-ayer47_ExiliosEspanaContemporanea_Lemus.pdf

[6] Utilizamos como fuente principal el libro de Encinas Moral, Ángel Luis, Fuentes históricas para el estudio de la emigración española a la URSS (1936-2007), Exterior XXI, 2008.

[7] «Rusia envió a 185 republicanos españoles al gulag sin juzgarlos». Diario de León, 20/10/2011. Ver en: https://www.diariodeleon.es/articulo/cultura/rusia-envio-185-republicanos-espanoles-gulag-juzgarlos/201110200400021208855.html.

[8] La historiadora Luiza Iordache es autora de libros sobre los españoles en la URSS como Cartas desde el Gulag; Republicanos españoles en el Gulag (1939-1956), y En el Gulag. Españoles republicanos en los campos de concentración de Stalin. Correo electrónico: luiza.iordache@gmail.com.

©2025-saeeg®

EL 9 DE MAYO Y EL RELATO DE LA «VICTORIA SOBRE EL FASCISMO»

Roberto Mansilla Blanco*

Este 9 de mayo de 2025 se conmemora el 80º aniversario del final de la II Guerra Mundial en Europa, con la rendición de la Alemania nazi. En Rusia esta celebración tiene un significado emotivo y prácticamente sagrado: es el «Día de la Gran Guerra Patriótica», la victoria del pueblo soviético sobre el fascismo. Un hecho histórico que evidencia porqué la URSS y el sacrificio del pueblo soviético en una guerra de liberación nacional contra el agresor extranjero fueron los verdaderos artífices que permitieron la victoria aliada y la derrota nazi-fascista.

Por otro lado, ese mismo día, la Unión Europea (UE) conmemora el «Día de Europa» por ser la fecha de la igualmente célebre «Declaración Schuman» realizada en 1950 por el entonces ministro francés de Exteriores Robert Schuman y que abogaba por la integración europea a través de la creación de la Comunidad del Carbón y del Acero (CECA), organismo germinal de la actual UE.

No obstante, las celebraciones previstas, tanto en Rusia como en Europa, para este 9 de mayo de 2025 se observan condicionadas por las tensas relaciones ruso-europeas derivadas por la guerra de Ucrania. Más allá de las operaciones militares en el frente ucraniano y de las negociaciones que impulsa el presidente estadounidense Donald Trump para alcanzar una tregua duradera en este conflicto, el trasfondo de las tensiones entre Bruselas y Moscú se enfoca en contextualizar el control del relato histórico sobre quién fue el verdadero ganador en la victoria contra el nazi-fascismo.

Como elemento disuasivo por parte de Trump para garantizar el incierto éxito de esta negociación de un alto al fuego, Washington y Kiev firmaron 1° de mayo un acuerdo de cooperación económica para la explotación de las denominadas «tierras raras». Simultáneamente, Moscú aseguró completar la recuperación absoluta del control en la localidad de Kursk tras la efímera y surrealista invasión militar ucraniana de agosto pasado.

Bajo un ambiente de conmemoración histórica, ambos acontecimientos, el acuerdo entre EEUU y Ucrania y la liberación de Kursk, reflejan elementos que implican observar con atención el pulso ruso-europeo por difundir sus respectivos relatos históricos en torno a la celebración de este 9 de mayo.

Celebrar cada quien por su lado

El protocolo de invitaciones para la celebración de este 9 de mayo tanto en Rusia como en Europa refleja el respectivo nivel de equilibrios y alianzas geopolíticas.

El Kremlin ha confirmado la asistencia de los líderes de China, India (cuyo presidente Narendra Modi se encuentra en medio de una crisis con Pakistán tras un atentado terrorista que amenaza con explotar el conflicto entre ambas potencias nucleares), Brasil, Eslovaquia, Hungría, Serbia, Venezuela, otros países asiáticos, africanos, de América Latina y del espacio post-soviético como Kazajstán y Kirguizistán, que aportaron miles de combatientes hace ocho décadas. China, Vietnam y Corea del Norte han enviado delegaciones militares para desfilar ese día en la Plaza Roja.

Por su parte, el presidente ucraniano Volodymir Zelenski anunció una celebración en Kiev en la que ha invitado a los ministros de Exteriores de la UE. La comisaria europea de Asuntos Exteriores, la estonia Kaja Kallas, llamó a boicotear la celebración del 9 de mayo en Moscú instando a presidentes de países miembros de la UE (Hungría y Eslovaquia) y aspirantes de admisión (Serbia) a no aceptar la invitación rusa.

En tono amenazante, Zelensky fue incluso más allá: llegó a declarar que «Ucrania no puede garantizar la seguridad» de los líderes mundiales que estarán presentes en la Plaza Roja el próximo 9 de mayo.

Rusia: la simbiosis de la «Gran Guerra Patriótica» con la «Operación Militar Especial» en Ucrania

Moscú siempre ha criticado la escasa voluntad occidental, rayando incluso hasta en la negación histórica, a la hora de reconocer el enorme esfuerzo realizado por la URSS y su papel decisivo en la derrota del eje nazi-fascista.

De los 80 millones de muertos que se calcula dejó la II Guerra Mundial, 27 millones fueron de ciudadanos soviéticos provenientes de diversas nacionalidades en ese momento bajo la soberanía de la URSS. Son estos ciudadanos rusos, ucranianos, bielorrusos, moldavos, kazajos, georgianos, armenios, tártaros, bálticos, kirguizos, tayikos y uzbecos, entre otros. De allí la presencia en las celebraciones del 9 de mayo en Moscú de varios de los mandatarios de esos países independientes tras la disolución de la URSS en 1991, lo cual supone un reconocimiento oficial por parte de esas nacionalidades al esfuerzo bélico de sus ancestros en la victoria sobre el fascismo.

El contexto de la guerra en Ucrania le ha otorgado al 9 de mayo en Rusia una dinámica especial, tendiente a fortalecer el audaz viraje patriótico y nacionalista impulsado por Putin. Compatibilizar la guerra ucraniana desde 2022 con la «Gran Guerra Patriótica» de 1941-45, argumentando que Rusia lucha actualmente contra el «régimen nazi de Kiev» que, apoyado por Occidente, ha provocado decenas de miles de muertos en el conflicto en el Donbás desde 2014 contra compatriotas rusoparlantes que hoy han regresado al seno de la «Madre Rusia», le ha permitido al Kremlin recrear un relato histórico asertivo y eficaz con la finalidad de legitimar sus objetivos ante la opinión pública y la sociedad rusa.

Así mismo, y en términos de soft power, la excelente tradición filmográfica rusa (por cierto escasamente apreciada en Occidente), ha constituido igualmente un factor determinante a la hora de fortalecer esta perspectiva «patriótica y nacionalista», dentro y fuera de Rusia, en lo concerniente a la victoria sobre el fascismo. En Rusia, obviamente, tienen muy claro quién fue el ganador en la II Guerra Mundial.

Paralelamente, el Kremlin ha logrado reforzar la perspectiva del «Russky Mir», el «mundo ruso» como un espacio civilizatorio que lucha contra la «contaminación de los perniciosos valores» de un Occidente cada vez más agresivo, donde se ha instalado un sentimiento de «rusofobia» y ante un clima político europeo donde vuelve a asomar el rostro del fascismo a través del avance electoral de algunos de esos partidos políticos. De este modo, y ante la indiferencia occidental, Rusia reclama su papel protagonista ante la historia como el principal actor en la victoria contra el fascismo.

Este argumento, muy cuestionado e incluso rechazado por Occidente principalmente entre sus altas esferas de poder, le ha permitido al Kremlin cohesionar a la sociedad rusa en este esfuerzo bélico interpretando que la guerra que actualmente se lleva a cabo en Ucrania es prácticamente de facto contra la OTAN y una UE que ahora da un vuelco de 360 grados en su naturaleza pacifista encaminándose hacia un incierto rearme y militarización precisamente contra lo que considera como la presunta «amenaza rusa».

Sea por convicción o por mero instrumento propagandístico, la indolencia occidental a la hora de reconocer el enorme esfuerzo soviético en la victoria contra el fascismo le ha servido al Kremlin de argumento válido para atacar a sus rivales occidentales acusándoles de «hacerle el juego» a los fascistas, atizando así fantasmas del pasado.

No obstante, si debemos atender al espectro político de la ultraderecha europea, éste dista de ser homogéneo en sus posiciones con respecto a las relaciones con Rusia. Algunos partidos como Alternativa por Alemania (AfD) y el francés Reagrupamiento Nacional (RN), curiosamente muestran una posición más prorrusa y negativa a apoyar militarmente a Ucrania.

En el caso de AfD incluso rompen «líneas rojas» del «atlantismo» y el «europeísmo»: abogan por que Europa debe alejarse del eje «atlantista» con EEUU (incluso saliendo de la OTAN) mientras defiende la concreción de estrategias comunes hacia el eje «euroasiático» conformado por China y Rusia.

En todo caso, este 9 de mayo en Moscú servirá como un escaparate en clave geopolítica por parte de Putin para mostrar la arquitectura de alianzas que Rusia, a pesar de la guerra y el aislamiento occidental, ha logrado confeccionar en este momento, capacitada para desafiar la unipolaridad hegemónica «atlantista» y demostrando su resiliencia ante las sanciones occidentales. Con el trasfondo de esta celebración histórica de victoria sobre el fascismo, el Kremlin ha demostrado la conjunción de intereses y la sintonía geopolítica de un eje euroasiático cada vez más fortalecido.

La óptica occidental: minimizar el esfuerzo soviético para atacar a la Rusia de Putin

Si bien no es una posición unánime a nivel oficial, sí se percibe en la opinión pública occidental una tendencia a minimizar e incluso degradar ese esfuerzo soviético en la lucha contra el fascismo, un aspecto que obviamente irrita a Rusia.

En los últimos años, y de forma más acentuada tras el comienzo de la guerra en Ucrania, cada 9 de mayo, varios medios europeos insisten en publicar reportajes históricos que enfatizan en los supuestos desmanes, violaciones y crímenes cometidos por el Ejército Rojo en su camino hacia Berlín en vez de respaldar la tesis histórica de la liberación de Europa del Este del yugo nazi-fascista. El frecuente argumento en los medios es procrear la idea de que, en vez de una liberación, lo que ocurrió fue la sustitución del totalitarismo nazi por el estalinista.

En Europa, y en especial tras la invasión rusa de Ucrania en 2022, suele estigmatizarse al 9 de mayo en Moscú como una especie de desafío de Putin contra Occidente a través del fastuoso desfile militar en la Plaza Roja y de plasmación de una ideología nacionalista y patriótica que, desde algunas fuentes occidentales, llegan incluso a comparar con expresiones fascistas con la obvia intención de desprestigiar y fomentar la «rusofobia», estigmatizando a Putin como una especie de “nuevo Hitler”.

Por tanto, este 80º aniversario de la victoria contra el nazi-fascismo, que debería servir como un colofón diplomático importante para iniciar, al menos tácticamente, un acercamiento entre la UE y Rusia que fortaleciera esas posibilidades de negociación en Ucrania con el «plan Trump», más bien está exacerbando las tensiones y el distanciamiento de Bruselas con Moscú.

El nuevo gobierno de coalición en Berlín llegó incluso a amenazar al embajador ruso con detenerlo si asistía a las celebraciones del 9 de mayo en la capital alemana. Toda vez clama contra el avance de partidos y movimientos fascistas que, irónicamente, son socios de gobierno en algunos países europeos, la UE liderada por la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, y el mandatario francés Emmanuel Macron, se ha enmarcado en una aguda campaña propagandística que ensalza el frenesí por el rearme como herramienta de «autonomía defensiva estratégica» ante la que considera sin ambigüedades como una supuesta «amenaza rusa», lanzando constantemente en los medios mensajes de tinte apocalíptico ante una presunta guerra inminente.

El control del relato ante la opinión pública resulta esencial para las elites «europeístas»: es cada vez más frecuente observar en medios de comunicación, principalmente redes sociales, la proliferación de cursos avanzados de formación en geopolítica y defensa toda vez se inicia una campaña orientada a legitimar el alistamiento militar entre los jóvenes, una herramienta útil de captación de recursos ante la precariedad laboral en diversos sectores, visiblemente definida por el cambio tecnológico que estamos asistiendo. Con este discurso, la UE dista mucho de conservar el legado de Schuman apostando cada vez más por el «poder duro» como estrategia de disuasión.

El célebre semiólogo italiano Umberto Eco acuñó el término del «fascismo eterno», que hoy vuelve a la actualidad ante este revival de los «neo» y «post-fascismos» que pululan dentro de una heterogénea ultraderecha en Europa que mira con ambigüedad a Trump y Putin pero con homogénea firmeza contra las «elites europeístas». Pero este 9 de mayo, en Moscú, Bruselas y Kiev, lo que debería ser una celebración conjunta sobre el sentido histórico que supuso la victoria sobre el nazi-fascismo parece más bien sumergirse en la acritud y las turbulentas aguas de las tensiones geopolíticas.

 

* Analista de geopolítica y relaciones internacionales. Licenciado en Estudios Internacionales (Universidad Central de Venezuela, UCV), Magister en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, USB) Colaborador en think tanks y medios digitales en España, EE UU y América Latina. Analista Senior de la SAEEG.

©2025-saeeg®

VISIONES GEOPOLÍTICAS CONTRAPUESTAS. UN SIGLO DE PÉRDIDA DE INICIATIVA EUROPEA. (PRIMERA PARTE)

Marcelo Javier de los Reyes*

«Britons wants you». Afiche con la imagen de Horacio Kitchener: “¡Únete al ejército de tu país! Dios salve al rey”, 1914.
Introducción

Los países de Europa dominaron buena parte del mundo hasta comienzos del siglo XX. Se utiliza el concepto de “la paz armada” para denominar la carrera armamentística y el desarrollo de la industria militar —por parte de las potencias europeas— que se llevó a cabo entre el fin de la guerra franco-prusiana (1871) hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial (1914). A comienzos del siglo, la competencia entre las potencias por los espacios desencadenó cuatro crisis internacionales que obraron como precedentes de la guerra que se iniciaría en 1914: la primera crisis marroquí, 1905-1906, que involucró a Francia, España y Alemania; la anexión austríaca de Bosnia-Herzegovina, 1908; el incidente de Agadir en Marruecos, 1911, que también tuvo como escenarios Marruecos y como protagonistas a Alemania y a Francia; y las guerras balcánicas, 1912-1913.

Estas guerras provocaron los siguientes cambios en la región:

    • el imperio turco quedó reducido en los Balcanes a la región en torno a Estambul,
    • Serbia, aliada de Rusia y protectora de los derechos de los ciudadanos eslavos en el seno de Austria-Hungría, se consolidó como el principal Estado de la región;
    • el imperio austrohúngaro, alarmado por el poder que adquiría Serbia, contempló la necesidad de emprender una guerra preventiva como forma de impedir que Serbia provocara un levantamiento general de los eslavos en sus dominios. Para los Habsburgo estaba claro que si ello ocurría, Serbia contaba con el apoyo de Rusia.
    • Alemania estaba dispuesta a acudir en respaldo de Austria-Hungría.
    • lo propio haría Rusia a favor de Serbia y, a su vez, Francia respaldaría a Rusia.

De este modo, estas cuatro crisis permitían comprender como se alinearían las fuerzas de cara a un conflicto y cómo se tensaban las relaciones entre las potencias haciendo casi imposible que la guerra pudiera evitarse.

La emergencia de nuevos actores, como Estados Unidos y Japón, comenzó a revelar que el poderío europeo tenía sus limitaciones. En el caso del Japón, el hecho palpable se aprecia en la guerra con Rusia (1904-1905), a la cual derrotó. Su poder se mantuvo durante la década del 30 y hasta la mitad del 40, y ello se constata en la invasión a las colonias europeas en Asia cuando se produjo la expansión japonesa.

Con respecto a Estados Unidos, su peso y presión sobre la política exterior y sobre la defensa europea se aprecian ya desde el curso de la Primera Guerra Mundial y se mantiene hasta el presente, asfixiando la geopolítica de los países de la Unión Europea y de la de cada uno de los países europeos, aun los que no integran ese bloque.

En los últimos años la dirigencia europea está percibiendo las limitaciones que ello le ha ocasionado y ha tomado conciencia que, de continuar por ese camino, sus decisiones permanecerán bajo la subordinación de los Estados Unidos, o en el futuro de Rusia o de China. Angela Merkel y Emmanuel Macron procuran torcer ese destino.

Mar y Tierra. La mirada puesta en el este.

Carl Schmitt en su libro Mar y Tierra[1], obra editada en 1942, se refiere a las dos bestias de la Biblia, a Leviatán y a Behemot —la del mar y la de la tierra—, para ejemplificar la puja entre el poder naval y el poder terrestre. El dominio de los mares se encontraba hacia fines del siglo XIX en poder del Reino Unido pero la guerra que los Estados Unidos le impusieron a España en 1898, mediante la cual no sólo perdió sus colonias de Filipinas, Guam, Cuba y Puerto Rico sino también su flota de guerra, posicionó a la potencia americana como un nuevo poder naval. Esta conquista coincidía con la geopolítica diseñada por el almirante Alfred Thayer Mahan (1840-1914) en la última década del siglo XIX, quien ponderó el poder naval. Cabe destacar que por esa época el poder naval requería del apoyo de bases estratégicas en tierra como puntos de apoyo para que los buques pudieran abastecerse así como realizar sus actividades específicas, fueran estas militares o comerciales. Estos puntos de apoyo eran cruciales más aun teniendo en cuenta que el combustible utilizado era el carbón. De este modo, se ponía fin al mayor imperio que existió en la historia y los Estados Unidos pasaban a ser una potencia global. Sin embargo, a pesar de que algunos se refieren al “aislacionismo estadounidense” —tema quizás para otro trabajo— debe recordarse la batalla de Derma (1805), en Trípoli, actual Libia, de la que participaron sus marines.

Por esos años el poder naval británico comenzaba a tener un competidor emergente, Alemania, cuya política exterior había cambiado a partir del káiser Guillermo II, imponiendo la Weltpolitik en reemplazo de la Realpolitik desarrollada hasta ese momento por el Canciller Otto von Bismarck con su antecesor, Guillermo I.

Un dato no menor es que tanto el Reino Unido como Alemania tenían grandes reservas de carbón, aunque la segunda no contaba con las mismas bases de apoyo que los británicos supieron conquistar expandiendo su imperio a escala global.

En cuanto a Rusia, su política de expansión hacia el este se inició con la asunción al trono de Pedro el Grande (1672-1725) en 1689[2]. El zar le arrebató a los turcos la zona del mar de Azov, en la desembocadura del río Don, y estableció alianzas con los estados europeos para, precisamente, contrarrestar el poder de los turcos. Del mismo modo, esclareció los límites con Suecia y Polonia en el oeste, lo propio hizo en el sur de sus dominios sobre el río Dnieper y hacia el sudeste, en el Cáucaso, sobre el río Ural, la desembocadura del Volga en Astrakhan y el río Terek[3]. Hacia el este expandió sus dominios sobre Siberia hasta llegar a la península de Kamchatka en 1697. En el plano militar Pedro es considerado el responsable de la modernización del ejército y de la marina de Rusia. Para su organización siguió el modelo europeo y mandó construir una pequeña armada que luego enfrentó a los suecos en el Báltico y a los turcos en el mar Negro en 1696.

La expansión del Imperio ruso también tuvo como protagonista a Catalina la Grande, cuyo gobierno se extendió de 1762 a 1796. La zarina llevó a cabo campañas militares que se dirigieron contra el Imperio otomano, con el objetivo de apropiarse de los puertos cálidos del mar Negro, indispensables para la actividad comercial rusa. En la Guerra Turco-rusa de 1768 a 1774, Rusia conquistó Crimea, anexionada al imperio en 1783. Entre 1787 y 1792 se hizo con todos los territorios ubicados al oeste del río Dniéster, incluido el puerto Ochakov, sobre el mar Negro.

La política imperial de expansión continuó con los sucesores de Catalina la Grande. Hacia Occidente, gracias a las tres particiones de Polonia de 1772, 1793 y 1795, el Imperio ruso obtuvo 468.000 km2 de tierra e incorporó 6 millones de habitantes. Rusia le arrebató a Suecia las islas Åland y toda Finlandia (guerra de 1808 y 1809), a Turquía le ocupó Besarabia (guerra de 1806 a 1812) y en Asia se anexionó Georgia en 1801 y en 1813 ocupó Daguestán y otras áreas. La alianza que las potencias conservadoras realizaron en Europa le permitió a Rusia su expansión hacia en tres direcciones: al suroeste, hacia el Mediterráneo, interfiriendo en las provincias balcánicas de Turquía; al sur, hacia el Cáucaso y Asia central, y al este hacia el Pacífico. La expansión no iría por entonces más allá de las costas del Pacífico y de Alaska, la cual fue vendida a los Estados Unidos en 1867, principalmente debido a las dificultades que implicaban la administración y el aprovisionamiento.

El zar Nicolás I instaló sus tropas en Dardanelos, lo que llevó a las otras potencias europeas a percibir la amenaza de Rusia en Oriente Próximo y en los Balcanes. En 1853, tras la invasión rusa de los principados del Danubio —Moldavia y Valaquia—, Turquía le declaró la guerra a Rusia. En la guerra de Crimea (1853-1856), Rusia se enfrentó a una coalición formada por Turquía, el Reino Unido, Piamonte y Francia, sufriendo un duro revés.

A pesar de que el zar Alejandro II debió firmar la paz de París en 1856 —por lo que Rusia fue obligada a abandonar Kars y parte de Besarabia y su posición en el mar Negro quedó neutralizada y el protectorado ruso sobre los principados del Danubio fue suprimido—, Rusia mantuvo el avance en el Pacífico y en el golfo Pérsico. En 1850 se estableció un asentamiento ruso en el estuario del río Amur y la mitad norte de la isla de Sajalín fue ocupada en 1855. Tres años más tarde, toda la región del Amur y el área meridional (donde se fundó en 1860 la ciudad de Vladivostok) quedaron totalmente anexionadas. En la región de Asia central, Rusia extendió sus dominios hasta alcanzar prácticamente la frontera con la India británica, con la anexión de Tashkent (1865), Bujara (1866), Samarcanda (1868), Jiva (1873) y Jojand (1876); Merv fue anexionada en 1884, tres años después de la muerte de Alejandro.

Su política paneslavista la llevó a involucrarse en los problemas internos del Imperio otomano pero las potencias europeas, principalmente el Reino Unido, siempre temerosas de la dominación rusa de los Dardanelos, convocaron al Congreso de Berlín (1878) para revisar el tratado de San Stefano que había resultado de la guerra ruso-turca de 1877–1878. El equilibrio de poder entre las potencias estaba vigente pero la puja por el poder en Medio Oriente, el Cáucaso y Asia Central estaba tomando fuerza.

Años más tarde, en julio de 1890, el gobierno ruso recibió una alarmante noticia: China había comenzado a construir un ferrocarril hasta la periferia del Extremo Oriente ruso con la ayuda de ingenieros británicos[4]. Hasta ese momento el ferrocarril ruso acababa en los Urales, desde donde se podía continuar a través de un camino de postas que se extendía a lo largo de Siberia[5]. Desde el lago Baikal se podía llegar a Vladivostok en barco a través de los ríos Shilka y Amur, pero dependiendo de las estaciones del año, la comunicación regular podía interrumpirse. Este viaje podía demandar al menos 11 meses[6]. La alternativa era por mar, rodeando India, China, Corea y Japón —unos seis meses de travesía— pero cualquier posible conflicto entre Rusia y el Reino Unido, China o Japón dejaría incomunicado el Extremo Oriente con la Rusia Europea[7].

En agosto de 1890, Nikolái Girs, ministro de Asuntos Exteriores del Imperio ruso, declaró que la construcción del ferrocarril Transiberiano era algo “de vital importancia”[8]. La geopolítica se imponía. La construcción de la “Gran Ruta Siberiana”, como fuera denominado oportunamente el Transiberiano, comenzó el 31 de mayo de 1891 y se inauguró en 1904, lo que permitió conectar Moscú con Vladivostok (9.288 kilómetros) e impulsó un gran desarrollo económico y militar durante el imperio y durante el régimen soviético.

La inauguración del Transiberiano causó alarma en otra potencia: el Reino Unido. Cabe aquí recordar el denominado “Gran Juego”, que durante el siglo XIX enfrentó al Reino Unido y al Imperio ruso por el control de Asia Central, el cual estuvo a punto de derivar en un conflicto armado.

Tras el Congreso de Berlín, Chipre pasó a ser colonia del Imperio británico, el cual controlaba las entradas al Mediterráneo, Gibraltar, y el canal de Suez, inaugurado en 1869, además de la isla Malta.

En 1870 el gobierno persa firmó un acuerdo con el barón Julius de Reuter (1816-1899) —nacido en Kassel, Alemania con el nombre de Israel Beer Josaphat, cambiándolo cuando se estableció en Londres en 1845—, fundador de la agencia de noticias Reuter—, por el que le concedía la explotación de las minas petroleras del país durante setenta años. En 1902, otro acuerdo fue suscrito por el entonces gobierno persa con el británico William Knox D’Arcy, al que le otorgó por sesenta años la concesión, explotación y comercialización del petróleo iraní en todo el país, excepto en cinco partes del norte[9].

El descubrimiento de petróleo en Persia en 1908, de la mano de los intereses y del gobierno británico, dio origen a la inmediata fundación de la Anglo-Persian Oil, que en 1954 pasaría a llamarse British Petroleum, y de la cual un gran porcentaje era de la corona británica.

El mencionado incidente de Agadir de 1911 llevó a que Winston Churchill comprendiera que el Imperio alemán estaba dispuesto a disputar la hegemonía en los mares. Poco después fue nombrado primer lord del Almirantazgo, cargo desde el que llevó adelante una audaz transformación de la armada británica: decidió reemplazar el carbón por el petróleo para propulsar los buques, lo cual les proporcionaba una mayor energía y se liberaban de la función de los fogoneros[10].

Pocos días antes del inicio de la Primera Guerra Mundial, el gobierno británico había otorgado a la Anglo-Persian Oil Company el contrato de suministro de petróleo para la Royal Navy.

Otra decisión del Imperio alemán hubo de encender las alarmas en el gobierno británico y, sin duda, fue otro de los verdaderos detonantes de la declaración de guerra del Reino Unido: el proyecto del ferrocarril Berlín – Bagdad. Nuevamente la expansión hacia el este y la competencia entre una talasocracia y una telurocracia, Leviatán y Behemot.

Algunas fuentes consideran que la construcción del ferrocarril habría sido el principal motivo del inicio de la guerra. Bagdad, por entonces, era parte del Imperio otomano. El ferrocarril conectaría Alemania con Medio Oriente, evitando el Mediterráneo y el canal de Suez, ambos bajo control británico. La línea férrea debía extenderse a Basora —hoy la segunda ciudad en importancia de Iraq— lo cual permitiría el acceso de Alemania al golfo Pérsico pero su trazado significaría una amenaza comercial para el Cáucaso, controlado por Rusia, y una amenaza militar para la India, la joya del Imperio británico. Del mismo modo, el ferrocarril permitiría el transporte del crudo hacia Alemania, con lo cual podía obtener combustible para su esfuerzo bélico.

Demoras por cuestiones técnicas y diplomáticas llevaron a que en 1915 el ferrocarril se encontrara a 480 km de su finalización.

Durante la guerra los británicos ocuparon Bagdad y las guerrillas del militar británico Thomas Edward Lawrence, más conocido como Lawrence de Arabia, atacaron la línea ferroviaria del Hiyaz que entre 1908 y 1916 unió las ciudades de Damasco y Medina, a través de la región del Hiyaz, en Arabia Saudí, con un ramal hacia Haifa, en las costas del mar Mediterráneo. El proyecto original contemplaba conectar Kadıköy con La Meca pero la revuelta árabe, impulsada por los británicos no logró que fuera más allá de Medina.

Dos hechos que contribuyeron con la Revolución Bolchevique

Durante el año de 1917 dos hechos promovidos desde dos diferentes actores estatales contribuyeron al desenlace del conflicto social que afectaba a Rusia desde fines del siglo XIX y que había derivado en acciones terroristas, como la que ocasionó la muerte del zar Alejandro II, el 13 de marzo de 1881, por parte del grupo terrorista Naródnaya Volia (Наро́дная во́ля “Voluntad del Pueblo”).

La ideología marxista acechaba tanto al Imperio alemán como al ruso desde antes del inicio de la guerra. Cabe recordar que el primer intento revolucionario en Rusia tuvo lugar en 1905.

En 1917, dos de los líderes marxistas rusos se encontraban fuera del país. Lev Davídovich Bronstein (1879-1940), más conocido como Trotsky, distanciado ideológica y personalmente de Vladímir Ilich Uliánov (1870-1924), Lenin, se estableció en Nueva York entre enero y marzo de ese año. El propio Trotsky comentaba acerca de su estadía en esa ciudad:

Mi única profesión en Nueva York fue la de socialista revolucionario. Fue antes de la guerra por la “libertad” y la “democracia”, y en aquellos días, la mía era una profesión tan deplorable como la de un contrabandista. Escribí artículos, edité un periódico e hice discursos en reuniones de trabajadores. Estuve hasta el cuello en el trabajo, y por lo tanto en ningún momento me sentí extranjero”.[11]

Deportado de Francia y de España por sus escritos y actividades contra la guerra, llegó a Estados Unidos como exilado político. Trotsky era conocido como un líder carismático y popular durante la revolución de 1905 y por su oposición a la “guerra imperialista”. Fue recibido por una multitud conformada mayoritariamente por exiliados revolucionarios rusos, inmigrantes judíos, rusos, alemanes y polacos, y la información acerca de su arribo fue publicada en los principales periódicos en inglés, ruso, yiddish y alemán[12].

Una edición de Forward con Trotsky. Cortesía del autor. Fuente: “Trotsky’s New York”. An Interview With Kenneth D. Ackerman, Jacobin, https://www.jacobinmag.com/2016/10/trotsky-new-york-socialist-party-debs-revolution/

Trotsky estaba preocupado por “la actitud del movimiento socialista hacia la guerra y la participación en ésta de Estados Unidos”. El presidente Woodrow Wilson había ganado la elección presidencial de 1916 por haber mantenido a su país fuera de la guerra pero esa habría sido una táctica para la reelección y una conveniencia económica ya que los Estados Unidos estaban involucrados en la guerra abasteciendo a los aliados y obteniendo enormes ganancias. Trotsky escribe en Mi Vida:

[…] las cifras del crecimiento de las exportaciones estadounidenses durante la guerra me asombraron; eran, de hecho, una completa revelación. Y fueron esas mismas cifras las que no sólo predeterminaban la intervención de Estados Unidos en la guerra, sino también el rol decisivo que Estados Unidos jugaría en el mundo después de la guerra.[13]

El 3 de febrero de 1917 el presidente Wilson rompía relaciones diplomáticas con Alemania y Trotsky mantenía su posición contraria a que los Estados Unidos ingresaran a la guerra.

La estadía de Trotsky fue exitosa a pesar de las discrepancias que mantuvo con algunos sectores socialistas. Al tomar conocimiento de la revolución de febrero decidió retornar a Rusia. A finales de marzo partió rumbo a Rusia vía Halifax y la noche anterior fue despedido por unos 800 simpatizantes. Sin embargo, en su regreso fue detenido por los británicos e internado durante un mes en un campo de concentración en Canadá.

Sin embargo, Trotsky no sólo vivió de las conferencias que brindaba en Nueva York sino que fue el recaudador del oro capitalista —aportado por Jacob Schiff (titular de la firma Kuhn, Loeb and Company, quien financió al Japón en su guerra contra Rusia de 1904-1905 porque estaba “enfurecido con los pogromos y políticas antisemitas del zar”[14]) y Felix Warburg (figura clave en la élite judía alemana y de la comunidad judía estadounidense de principios del siglo XX, quien participó en organizaciones como la Agencia Judía, el Comité de Distribución Conjunta Judía Estadounidense y el Comité Judío Estadounidense[15]), entre otros— que permitiría llevar a cabo la revolución.

Trotsky obtuvo en un país capitalista los recursos necesarios para la creación del Ejército Rojo que enfrentaría y derrotaría a los restos de las fuerzas zaristas que aún se mantenían resistiendo.

Poco después de su partida, el 6 de abril, el Congreso de Estados Unidos dio su aprobación para entrar en la guerra.

La mencionada revolución de febrero dejó al imperio en manos de un gobierno provisional integrado por liberales y socialistas con el consentimiento de los bolcheviques. El 15 de marzo el zar Nicolás II debió abdicar. No obstante y a pesar que las tropas alemanas habían tomado buena parte de la Rusia europea, el nuevo gobierno continuaba la guerra. Era imprescindible que Lenin volviera a Rusia.

Desde su exilio en Suiza seguía los acontecimientos de su país y su retorno fue una operación alemana en su búsqueda de forzar la salida de la guerra de Rusia. Sin embargo, el plan fue ideado por el socialista revolucionario ruso Alexander Israel Lazarevich Gelfand (o Helphand; en ruso, Израиль Лазаревич Гельфанд, nacido en Bielorrusia en 1867 fallecido en 1924), más conocido por su seudónimo Alexander Parvus, o simplemente Parvus[16].

La operación se llevó a cabo en lo que se denominó el “tren blindado” o “tren sellado”.

Itinerario del viaje de Lenin en el “tren sellado”. Foto: Michael Pearson, Lenin’s mistress.

El 9 de abril de 1917 Lenin y otros 31 revolucionarios partieron en tren desde la estación de Zúrich en dirección a la frontera alemana. El destino era San Petersburgo, adonde llegó el 16 de abril tras atravesar Alemania, Suecia y Finlandia. No bien llegó a destino, Lenin llamó a la revolución mundial: “Esta guerra entre piratas imperialistas es el comienzo de una guerra civil en toda Europa”[17].

Como puede apreciarse, los “piratas imperialistas” —o capitalistas— desde Estados Unidos y desde otros países como Alemania financiaron la revolución en Rusia.

La cuña en Medio Oriente

Durante el transcurso de la guerra, hubo un acuerdo secreto y una declaración que no solo fijaban las condiciones que habrían de imperar durante la postguerra: sellaron la situación de Medio Oriente desde ese momento. Uno fue el Tratado secreto de Londres, en 1915, mediante el cual Italia ingresó al conflicto del lado de los aliados luego de que le fueran prometidos por Francia y el Reino Unido los siguientes territorios: Trentino, Alto Adigio, Istria, gran parte de Dalmacia, Libia, Eritrea, Somalia y concesiones en Asia Menor (Anatolia turca). Otro fue el Acuerdo Sykes-Picot, en 1916, por el cual y en base al Tratado de Londres, las potencias hicieron sus proyecciones con respecto al reparto de territorios al finalizar el conflicto. Francia y el Reino Unido acordaron el reparto de los territorios del denominado “enfermo de Europa”, el Imperio Otomano, el cual quedaría reducido prácticamente a la región de Anatolia. Finalmente se produjo la Declaración Balfour, en 1917, por la cual el Reino Unido le prometió a las organizaciones sionistas la cesión de parte de Palestina. Este acuerdo no solo fue una traición al esfuerzo de guerra y a la promesa que el gobierno británico les hizo a los árabes que luchaban codo a codo con Thomas Edward Lawrence (1888-1935), “Lawrence de Arabia” sino que también constituye el eje de los actuales conflictos que enfrentan a árabes y palestinos con israelíes.

El plan para el reparto de Medio Oriente entre británicos y franceses tras la derrota del Imperio otomano, según el Acuerdo Sykes-Picot. Fuente: https://recortesdeorientemedio.com/the-sykes-picot-agreement-1916-2/
La postguerra y el período de entreguerras

Francia se impuso con su posición más dura en la mesa de negociaciones, lo que tuvo serias consecuencias en la postguerra y produjo un fuerte resentimiento en los vencidos, fundamentalmente en Alemania. Una vez finalizadas las negociaciones en la conferencia se le presentaron los acuerdos como un hecho consumado a los vencidos. Los alemanes, quienes representaron a la recién fundada República de Weimar, firmaron el 28 de junio de 1919 luego de ser amenazados con una invasión total de su país.

La reconfiguración territorial en Europa, Medio Oriente y Asia Central fue el punto de partida para futuros conflictos. Con el fin de la guerra desaparecieron los imperios austro-húngaro, otomano y alemán, los que se sumaron al ya desaparecido Imperio ruso.

El marxismo no solo avanzaba por Rusia sino también por Europa, particularmente en Alemania. El 9 de noviembre de 1918, tras difundirse que el emperador Guillermo II de Prusia había dimitido —sin que el propio káiser fuera consultado— los comunistas proclamarían la república. Ante este rumor, ese mismo día, el diputado socialdemócrata Philipp Scheidemann se adelantó al Partido Comunista alemán (KPD) y desde el balcón del Reichstag, en Berlín, proclamó la república. Aun sin contar con el apoyo pleno del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), pues varios miembros no estaban de su lado. En la tarde, una gran multitud se reunió ante el Palacio Imperial de Berlín y el líder de la Liga Espartaquista, Karl Liebknecht también proclamó la república y llamó a la creación de una “República libre y socialista de Alemania” y a partir de entonces ondearía “la bandera roja de la República libre de Alemania”[18].

La sociedad alemana se polarizó de manera irreconciliable e izquierda y derecha formaron grupos armados que se enfrentaban en las calles. La extrema derecha sumó a muchos soldados que retornaban del frente de batalla.

El levantamiento espartaquista estuvo al borde de provocar la guerra civil y entre el 8 y el 10 de enero de 1919 se produjo en Berlín una tentativa de insurrección. El levantamiento fue sofocado y “los grupos paramilitares ‘limpiaron’ la ciudad, asesinando a cientos de revolucionarios, entre ellos a los dos íconos del Partido Comunista Alemán, Rosa Luxemburgo (1871-1919) y Karl Liebknecht, arrojando sus cuerpos al canal de Landwehr”[19].

La humillación que sufrió Alemania con su derrota llevó a Karl Haushofer (1869-1946) a desarrollar su teoría del Lebensraum o del “espacio vital” para albergar y alimentar a la —entonces— creciente población alemana. Se trataba de una concepción imperialista que ponía fin a la idea de las fronteras como líneas rígidas para concebirlas como “organismos vivos que se extienden y se contraen, del mismo modo que la piel y otros órganos protectores del cuerpo humano”[20].

Cabe mencionar que Rudolf Hess y Adolf Hitler fueron encarcelados en la Fortaleza de Landsberg durante un año y medio por su participación en el putsch de la cervecería del 8 de noviembre de 1923, a donde Haushofer los visitó en varias oportunidades. Durante el período de entreguerras se fue gestando una amistad entre Rudolf Hess, Adolf Hitler y Karl Haushofer —quien fue oficial del Estado Mayor—, un “extraño triunvirato” como lo denomina el escritor británico Martin Allen, quien se refiere a esta relación en una de sus obras[21]. A principios de la década de 1930, el Nationalsozialistische Deutsche Arbeiter Partei (NSDAP) creó el Arbeitsgemeinschaft für Geopolitik con sede en Heidelberg, “con la finalidad de desarrollar las ideas geopolíticas haushoferianas y asesorar al partido nazi en la toma de decisiones políticas”[22]. Antes de ascender al poder, Adolf Hitler recurrió varias veces al concepto de Lebensraum y ya en el gobierno se constituyó en uno de los pilares de la política del III Reich pero le dio un sesgo ideológico y racial a la definición de la Geopolítica[23].

Mientras las potencias centrales y Europa en general quedaban geopolíticamente encerradas por la Rusia bolchevique y las potencias atlantistas, las corrientes ideológicas se radicalizaron. El comunismo se expandía por Europa a la vez que surgía el fascismo en Italia, el nacionalsocialismo en la República de Weimar —en una Alemania que no había perdido la guerra— y en España emergió el falangismo. Estas ideologías llevaron a la guerra civil española entre 1936 y 1939, en la que se enfrentaron y de la que participaron varios países europeos.

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.

 

Citas bibliográficas y notas

[1] Carl Schmitt. Tierra y mar. Una reflexión sobre la historia universal. Madrid: Trotta, 2007, 112 p.

[2] En realidad Pedro el Grande, quien nació en 1672, había asumido el trono a la edad de diez años compartiéndolo con su hermanastro Iván V y bajo la regencia de su hermana Sofía (de 1682 a 1689). Iván padecía de una discapacidad mental y Pedro, a los diecisiete años, junto a un grupo de conspiradores, se hicieron con el gobierno y encerraron a Sofía en un convento, la única que podía disputarle el reinado. Por tal motivo, se toma formalmente el año 1689 como la asunción al trono por parte de Pedro. Iván murió en 1696 y hasta ese año fue co-zar de Pedro.

[3] Eduardo A. Zalduendo. Las seis Rusias. Sociedad, política y economía. Buenos Aires: Editorial de la Universidad Católica Argentina, 2000, p. 159-160.

[4] Alexéi Volynets. “Por qué Rusia construyó el ferrocarril Transiberiano”. Russia Beyond, 21/01/2017, <https://es.rbth.com/cultura/historia/2017/01/21/por-que-rusia-construyo-el-ferrocarril-transiberiano_685766>, [consulta: 28/10/2020].

[5] Ídem.

[6] Ídem.

[7] Ídem.

[8] Ídem.

[9] “Especial ‘29 de Estand’, día de la nacionalización de la industria petrolera”. Pars Today (Irán), 19/03/2020, <https://parstoday.com/es/radio/iran-i63167-especial_29_de_estand_día_de_la_nacionalización_de_la_industria_petrolera>, [consulta: 28/10/2020].

[10] Diego Durán y Joaquín Armada. “La Gran Guerra y el petróleo”. En: Historia y Vida, 02/12/2013.

[11] Linda Tenenbaum. “Trotsky en Nueva York, 1917: Un radical en la víspera de la Revolución, por Kenneth D. Ackerman”. World Socialist Web Site, 17/10/2016, [consulta: 20/10/2016].

[12] Ídem.

[13] Ídem.

[14] “Jacob Henry Schiff”. Jewish Virtual Library, <https://www.jewishvirtuallibrary.org/jacob-henry-schiff>, [consulta: 12/10/2020].

[15] “Felix M. Warburg Papers”. Jacob Rader Marcus Center of the American Jewish Archives, <http://collections.americanjewisharchives.org/ms/ms0457/ms0457.html>, [consulta: 12/10/2020].

[16] “Alexander Parvus (1867 – 1924)”. Marxists Internet Archive, <https://www.marxists.org/espanol/parvus/index.htm>, [consulta: 15/10/2020]

[17] Joaquín Armada. “El tren de la revolución”. En: Historia y Vida, nº 588, 2017.

[18] Matthias von Hellfeld. “¡Que viva la República!”. Deutsche Welle, 02/06/2009, <http://www.dw-3d.de/dw/article/0,,4280165,00.html>, [consulta 10/06/2009].

[19] Ídem.

[20] Ratzel, Kjellen, Mackinder, Haushofer, Hillon, Weigert, Spykman. Antología geopolítica. Buenos Aires: Pleamar, 1975, p. 92.

[21] Martín Allen El enigma Hess. El último secreto de la segunda guerra mundial al descubierto. Barcelona: Planeta, 2005, 397 p.

[22] Rubén Cuéllar Laureano. “Geopolítica. Origen del concepto y su evolución”. Revista de Relaciones Internacionales de la UNAM, nº 113, mayo-agosto de 2012, p. 65-66.

[23] Ídem.

©2020-saeeg®