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¿CONOCEMOS A CHINA?

Heriberto Justo Auel*

Imagen de lzwql en Pixabay 

“Porque ganar cien victorias en cien batallas, no es la cumbre de la destreza.

Someter al enemigo sin luchar, es la cumbre de la destreza”.

Sun Tzu -544/496 a.C.

 

  1.  La Cultura es lo que importa.
  2. China: el Imperio del Centro.
  3. China y la contrarrevolución iberoamericana en la “anilla externa”.

 

1. La Cultura es lo que importa

“El arte de la guerra” —del filósofo y estratega chino Sun Tzu— sigue siendo el texto de estrategia más influyente en las guerras de Asia Oriental y ha influido en el pensamiento militar oriental y occidental, así como en las tácticas de negocios y en la estrategia legal, entre otros campos. En Occidente Napoleón fue un ávido lector del chino —contemporáneo de Confucio— y por lo tanto ha influido —sin duda— en el pensamiento del Libertador San Martín, que combatió contra el Emperador y aprendió de él —al igual que Clausewitz— antes de su regreso a la Patria, en 1812.

Entre los más recientes conductores militares exitosos seguidores de Sun Tzu, Mao Zedong —también conocido como Mao Tse-Tung— fue quien lo reinterpretó y tradujo los principios del Maestro al ámbito de la guerra revolucionaria. En sus “Cinco Escritos Militares” Mao explicita —para sus Oficiales Milicianos durante la “larga marcha”— el pensamiento del mítico estratega oriental, actualizándolo a su tiempo y a la guerra insurgente: “lograr la victoria con el mínimo derramamiento de sangre”. La estratagema (1) y el engaño debían reemplazar a la debilidad cuantitativa y cualitativa de los revolucionarios marxistas.

El desembarco de China en nuestra región y particularmente en nuestro país —en la posguerra fría— nos llevó a dedicarle varios ensayos en los últimos años: —en www.ieeba.org—.

  • “La Seguridad Estratégica de la Región en el Nuevo Escenario Internacional”. Enero de 2002.
  • “El Nuevo Ordenamiento Internacional Posterior a la Intervención de EE.UU. y de sus aliados en Irak”. 21 de mayo de 2003.
  • “Estrategia para la Convivencia en Paz”. 27 de octubre de 2007.
  • “La Situación Estratégica del Atlántico Sur en el año 2012”. Agosto de 2012.
  • “La Dirigencia Argentina Frente a las Guerras del Siglo XXI”. Diciembre de 2015.
  • “La Geopolítica del ´Virus Chino´”. Mayo de 2020.
  • “Un Análisis Estratégico del Vacuna-Gate”. Marzo de 2021.
  • “El Encuadramiento Geopolítico Internacional de la Actual Situación Estratégica Argentina”. Marzo de 2021.
  • “Las Guerras Híbridas en el Ámbito de una Nueva Guerra Mundial”. Abril de 2021.
  • “Mientras China acelera la Ocupación de la Anilla Externa del Rimland, el Foro de San Pablo Acelera la Contraofensiva Revolucionaria en Colombia”. Mayo de 2021.
  • “Las Guerras Asimétricas de Séptima Generación en Iberoamérica y la Argentina”. Mayo de 2021.
  • “¿Cómo Salimos de la Ciénaga…que Supimos conseguir…? Agosto de 2021.

El título de este primer punto —“la cultura es lo que importa”— reproduce el título del último libro de Samuel Huntington (2) —en colaboración con Harrison—. Con su subtítulo —“la cultura da forma al progreso”— coinciden en un todo con el fin que perseguimos en este punto. Conocer a China es conocer a su cultura, es decir, a su identidad, que por supuesto, no es la nuestra. Advertimos esto, pues existe una intención kk de reemplazar a nuestro sistema político, tomando como modelo al régimen chino.

El sanjuanino Gioja —ex presidente del PJ— lo expresó así: «China y el PCCh son referentes a mirar siempre y a seguir su ejemplo». “El Gobierno del PJ busca implementar el sistema comunista chino en Argentina” (8).

Toda cultura reconoce como origen y sostén a una religión. En el caso chino se trata de varias religiones: el confucionismo (3), el taoísmo (4) y el budismo (5). El sincretismo religioso prevalece en la China actual, pero la influencia confuciana en la cultura se traduce en la aceptación del “autoritarismo político”, que tiene su ratificación en la aceptación del “partido único” (6) y en la reciente decisión del Legislativo de otorgar la permanencia sin plazos de Hi Jinping en el poder (7), lo cual es lo más parecido a una dictadura.

Los argentinos vivimos en el Occidente Cristiano —desde siempre— y este se define en el siglo XXI por:

    • Basar su filosofía en la herencia de la Antigüedad Griega.
    • Basar su jurisprudencia en el Derecho del Imperio Romano.
    • Basar su teología en la tradición judeocristiana.
    • Basar su concepción artística en el Renacimiento europeo.
    • Basar su pensamiento sociológico en la Ilustración francesa.

Como es fácil de observar, nuestro cimiento cultural no responde a lo establecido por el sincretismo religioso chino. La superficial pretensión ideológica del salto de garrocha que pretende la actual dirigencia “pseudo-revolucionaria” argentina es absurda e intrínsicamente perversa (9) y solo encubre la búsqueda desesperada de la impunidad de “Ella”.

La admirable ineptitud y liviandad que demuestra diariamente “Tartufo” solo puede tener una explicación en el “contrato” que lo llevó a la presidencia: lograr la absolución de “Alí Babá y los Cuarenta Ladrones” a través de la eliminación rápida de nuestro sistema constitucional, con lo cual se eliminarían las decenas de causas kk que transitan por los Tribunales. No hay otra explicación ante tanta e inconcebible torpeza gubernamental.

En la perversa necesidad de la “modernización” del instrumento jurídico Estado, que solapadamente pregonan, se encuentra la razón de ser del sorpresivo “dedazo” que, desde la nada, encumbró a “Tartufo” en la presidencia y le obliga a renegar de su dignidad, de su hombría y de su dudoso honor, para cumplir con el objeto del “contrato”: destruir a las instituciones, la cultura, la economía, la credibilidad del país, la esperanza de los ciudadanos y un largo etc., para justificar o legitimar el oportuno salto de garrocha geopolítico que nos lleva a una órbita ajena a nuestra cultura/identidad, fuera de la esfera de influencia Hemisférica Occidental y a transformarnos —a la cabeza del Foro de San Pablo— en la piedra en el zapato de EE.UU. en su actual disputa por la hegemonía mundial, con el emergente Imperio Chino.

Hace pocas semanas el principal asesor de Seguridad Nacional de Washington vino a Buenos Aires para advertir a la Casa Rosada acerca del peligroso rumbo de nuestra Cancillería. Sin embargo el “instituto patria” —luego de la advertencia— obligó a redoblar apuestas.

2. China: el Imperio del Centro (10)

Por más que la palabra China se haya extendido a la mayoría de las lenguas occidentales, los chinos nunca llaman así a su país. Para ellos es Zhōngguó, que en traducción literal significa algo así como “Estado del Centro”, “poder central” y, más tarde, “nación”. La apelación al centro en Zhōngguó parece deberse a razones geográficas. ¿Dónde estaba inicialmente ese centro? Más o menos al sur del desierto de Gobi y al norte del Yangtsé, siguiendo la cuenca del río Amarillo.

Zhōngguó era un centro en torno al que deambulaban enemigos. La obsesión por distinguirse de ellos y mantenerlos a raya iba a servir de justificación —en diversas épocas— para construir secciones de lo que se convertiría en la “Gran Muralla”. Con los siglos, el radio que salía del centro se amplió hasta las fronteras actuales de la República Popular que responden —con escasas diferencias— al territorio controlado por el emperador Kangxi —1661/1722—, de la dinastía Qing. Con él, Zhōngguó se convirtió en el Imperio del Centro, lo que sancionaba su hegemonía secular en Asia Oriental.

China siempre se auto percibió como “centro” o eje del mundo civilizado. Siendo una de las más antiguas culturas, su civilización fue una de las más avanzadas del orbe. Sin embargo ingresó a una etapa de oscura decadencia. La explicación del siglo largo en que China estuvo a punto de desaparecer como nación —entre las guerras del opio y la formación de la República Popular actual— la buscan los chinos —ya sean comunistas o nacionalistas— en los tratados desiguales con que las potencias imperiales impusieron un dogal de miseria, oprobio y atraso a su país.

Sin duda que todo ello los afectó, pero esa explicación renguea. ¿Por qué no pudo Zhōngguó, ya convertido en el Imperio del Centro, resistir la presión extranjera? Desde las guerras del opio la dinastía Qing no ganó una sola a los kwai —diablos blancos—. Contaba con una tecnología militar caduca, pero el rezago venía de más lejos. Durante más de dos mil años China se había organizado sobre una agricultura pasablemente productiva, cuyo excedente lo distribuía y se lo apropiaba una elite burocrática que tenía a raya el brío patrimonialista de los terratenientes. En la cumbre, un emperador sostenía el artilugio mientras duraba el mandato del cielo. Pero eso ya no valía.

El gran sismo de la historia china del siglo XIX no fue el saqueo del Palacio de Verano de Pekín (1860), sino la guerra civil conocida como la Rebelión de los Taiping (1850-1864). Ambos bandos creían tener buenas razones para luchar y lo hicieron sin escatimar vidas. Aun sin artillería ni aviación, la guerra causó bajas estimadas entre veinte y treinta millones de personas, casi la mitad que en la Segunda Guerra Mundial.

Los años posteriores no supusieron una mayor presencia internacional de China, sometida a largos conflictos en el interior de su territorio: luchas entre señores de la guerra, invasión japonesa entre 1930 y 1945 y guerra civil entre los comunistas seguidores de Mao Zedong y el Kuomintang (nacionalistas) de Chiang Kai-shek, entre 1945 y 1949.

El repliegue hacia el interior continuó durante la era maoísta —1949/1976— pero el peso internacional del país más poblado del mundo se hizo sentir en algunos conflictos —guerra de Corea 1950/1953— en apoyo a los partidos comunistas o a sus escisiones maoístas; en el aliento a los movimientos anticolonialistas que siguieron a la GM II, en el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con EE.UU. tras el viaje de Richard Nixon —1973— o en su acceso a la ONU, como única representante de China.

Sin embargo es difícil no ver en la política exterior maoísta un retorno a la misma orgullosa soledad que había caracterizado a las dinastías imperiales. Contrariamente a lo realizado por la URSS, China no salió de sus fronteras a difundir su revolución. El “maoísmo internacional” fue y es fruto de líderes revolucionarios autónomos.

La era de reformas —con Deng Xiaoping— supuso una pasividad internacional aún más intensa, bajo el lema “Estrategia de Desarrollo Independiente y Pacífico” que permitió a China concentrarse sobre su propio crecimiento económico. Tras la masacre de Tiananmen —1989— Deng siguió insistiendo en su postura de vivir y dejar vivir, defendiendo una política de no intervención en los asuntos internos de otros países.

Su archifamoso pragmatismo le llevó así a contentarse con la reunificación de su país —fin de la ocupación colonial en Hong Kong y Macao, el intento de retorno de Taiwán a la patria común— y a una oposición de baja intensidad al hegemonismo o protagonismo internacional de Occidente, en especial de EE.UU.

El portentoso crecimiento económico de China en las últimas décadas empujó a sus sucesores a ingresar —con paulatina intensidad— en los asuntos del comercio internacional, fundamentales para su estrategia mercantilista. Las exportaciones se convirtieron en un sector decisivo para la salud económica de China y así, poco a poco, el país se incluyó activamente en el nuevo orden económico internacional que siguió a la desaparición de la Unión Soviética.

Durante esos años EE.UU. se convirtió en lo que —con exageración “gringa”— se ha llamado “la hiperpotencia” y China —expectante ante la situación— continuó ampliando sus mercados, sin crear problemas especiales.

El ascenso económico de China y su próxima conversión en la mayor economía mundial, por un lado y los problemas de gestión económica tras la “Gran Contracción de 2008” en Occidente, especialmente en EE.UU. por el otro, dio lugar a una oportunidad única para impulsar el ascenso de China. Ello no debería ser objeto de preocupación, de no ser por las ambiciones de sus dirigentes.

Aunque hayan renunciado al sueño de la revolución mundial y que el socialismo con rasgos chinos no sea otra cosa que un ´capitalismo de compadres´ (11) o ´capitalismo de Estado´ —que es el objetivo de los kk— , no van a renunciar indefinidamente a hacer valer sus triunfos —para mejorar su posición— y tratar de recomponer eventualmente el papel central que durante siglos ocupó en Asia el Imperio del Centro.

Sin embargo, ser una potencia regional cuando el mundo es ya una aldea global, sería contentarse con poco. A quienes se creen legítimos herederos del Imperio del Centro no les bastaría con otra cosa que con la hegemonía mundial. La cuestión empero no sería de preocupar, salvo por el hecho de que esos herederos no creen en la democracia ni en el imperio de la ley.

El cambio de actitud no ha tenido que esperar al ascenso de Xi Jinping a la cumbre. Ya se había hecho notar durante el liderazgo de Hu Jintao. En 2004 uno de sus consejeros hablaba de la necesidad de pasar del lema de Deng, al de Ascenso Pacífico, una política orientada a convertir a China en una gran potencia.

China no iba a limitarse a su papel de líder económico: tenía que convertirse en un actor militar decisivo. Desde 2010 esa meta se ha impulsado con fuerza y, tras la llegada al poder de Xi Jinping China muestra con toda claridad su deseo de ser considerada una de las grandes potencias en un mundo multipolar.

Hace pocos años, Joseph Nye (12) distinguía entre “poder duro” y “poder blando”. En realidad, no hacía sino recordar que el poder se ejerce por coacción y por influencia, una distinción al menos tan antigua como Tucídides. Sin embargo el progresismo internacional —que tiene a Davos como referencia, ´la davosía´— se arrebató, porque al igual que Nye participaba de la ridícula ilusión —al igual que los políticos argentinos— de que al poder duro lo había jubilado —definitivamente— el arco justiciero de la historia.

Los chinos —tal vez porque han leído a Sun Tzu— no son tan cándidos. La verdadera garantía del poder está en la violencia legítima y su prelación sobre la influencia está en la naturaleza de las cosas. Mao lo formulaba así: «El poder político brota del cañón del fusil».

Xi Jinping ha precisado —por la vía de los hechos— las nuevas aspiraciones de China. Su “sueño chino”, definido como el rejuvenecimiento de la nación, deja lugar a pocas dudas. China tiene que volver a ser el Imperio del Centro, un centro cuyo radio aspira a extenderse al universo mundo.

Xi ha buscado y busca tiempo. Si su estrategia está clara, la táctica tendrá que adaptarse a las oportunidades que surjan. Por el momento, dos objetivos regionales se perciben con claridad para el mediano plazo. Uno es la sempiterna reivindicación de la unidad nacional y tiene a Taiwán en el punto de mira. El otro, extender la presencia militar china a los mares cercanos. La garantía de ambos depende de situar en primer plano a la Defensa Nacional.

Conflictos territoriales en el Mar del Sur de China

China ha aprendido del RU y de EE.UU. que no es posible imponer su hegemonía sin una presencia activa en el aire y en los mares. Los cambios tecnológicos han impulsado —esta vez radicalmente— la obsolescencia de las políticas aislacionistas, cuyo epítome fue la construcción de la Gran Muralla.

China necesita desesperadamente romper la primera barrera insular para tener paso franco hacia los mares del mundo, ante todo el Pacífico. El control del Mar del Sur y, más aún, la unificación con Taiwán, serían un paso decisivo hacia esa meta. Pero no basta. China necesita también imponer su predominio en el Pacífico Norte, donde el panorama es más complejo. Las dos Coreas y Rusia cortan la salida al mar, desde Manchuria. Los puertos chinos más septentrionales están en Tianjin, Lushun —el antiguo Port Arthur— hoy una importante base de la flota y Dalian; todos ellos justo en el paralelo 39N. Vladivostok está en el 43N.

Japón tapona la salida hacia el nordeste, entre los paralelos 45N y 33N. En 2012 se produjo una seria crisis entre Japón y China por ocho islas deshabitadas que los japoneses llaman Senkaku y China Diaoyu. El archipiélago se encuentra al sudoeste de Okinawa, a poca distancia del norte de Taiwán y pertenece a Japón. Desde entonces, China ha enviado a la zona barcos a los que llama guardacostas, pero que son navíos de guerra camuflados.

Estos y otros incidentes han aumentado considerablemente la tensión en el Pacífico Norte y su repetición hace temer que cualquier imprevisto pueda desencadenar una respuesta armada por uno u otro lado.

Los dirigentes chinos no dejan de tener en cuenta esa posibilidad porque, también en el caso de Japón, EE.UU. se vería obligado a afrontar una guerra según el “Tratado de Cooperación y Seguridad Mutua” que entró en vigor en mayo de 1960. Aunque la interpretación de su Tratado de Seguridad con Corea del Sur sea menos terminante, sería difícil que EE.UU. no se viese también implicado en una guerra entre ese país y su vecino del norte. Son consecuencias que China toma en cuenta.

En resumen, todo hace pensar que para los dirigentes chinos el eslabón más débil en la cadena que representa la primera barrera insular se encuentra en el Mar del Sur, donde la diversidad de intereses nacionales, la debilidad de los gobiernos locales y las decisiones imprevisibles de sus líderes pueden animarla a una estrategia de hechos consumados.

“El Indo-Pacífico es un espacio geopolítico único que alberga múltiples contenciosos. China supera numéricamente a Estados Unidos en buques, pero no en capacidades, como consecuencia de la ventaja tecnológica norteamericana” (13).

A su llegada al poder Xi Jinping se presentó como un reformador. Conviene precisar: Xi no ha hecho ninguna de las reformas prometidas cuando de ellas pudiese derivarse menoscabo para el poder institucional del Partido Comunista o para los intereses nacionales de China, tal y como los entiende el Partido Comunista; pero sí ha emprendido reformas que contribuyen a mantener el primero y aumentar los últimos.

Uno de los sectores en los que ha tomado un gran número de iniciativas llamadas a desperezar el funcionamiento de la institución, ha sido en el de las fuerzas armadas.

Será el ejército de tierra quien inicialmente experimente los mayores cambios. Sus efectivos previos a la reforma se cifraban en 1,55 millones, organizados en cuerpos de ejército según el tradicional modelo soviético. Un cuerpo de ejército solía contar con entre treinta mil y cien mil efectivos. Ese tamaño —demasiado grande para maniobrar con facilidad— ha sido sustituido en muchos países por una combinación de tecnología y unidades más eficientes: las divisiones.

De esta suerte los actuales dieciocho cuerpos de ejército se reagruparán en un número de entre veinticinco y treinta divisiones. El sistema de mando será también más ágil, con mejores y más rápidas comunicaciones entre las divisiones y los teatros de mando y, por supuesto, con el Estado Mayor Conjunto.

En conclusión: Xi retiene el mandato histórico del “Imperio del Centro”, pero tiene muy en cuenta la experiencia del aislamiento provocado por la “orgullosa soledad”. Debe conjugar las experiencias del pasado lejano y reciente, con las oportunidades de los nuevos tiempos, sin olvidar a Sun Tzu. La continuidad del desarrollo chino le exige la expansión. Necesita abrir caminos para obtener la energía y los alimentos para mil cuatrocientos millones de habitantes y de los mercados, para su producción. Para ello construye un moderno sistema de disuasión militar y paralelamente un amplio “soft-power” que tiene como eje a “los caminos de la seda”, terrestres o marítimos.

Este proyecto estratégico resuelve en gran parte a los naturales bloqueos —en sus cuatro puntos cardinales— abarcando la totalidad de Asia, Europa y África. El apresurado y desprolijo retiro de EE.UU. de Afganistán fue un “regalo” para XI, que ya está presente allí, en el único espacio de comunicación del Asia Central con las “aguas calientes”. Además, los informes indican que hay reservas minerales por un valor de US$ 850.000 millones: hierro, cobre, litio, cobalto y tierras raras. La inexplicable “incoherencia” de Biden, es que una de las principales razones de su retiro ha sido la necesidad de reunir a sus FF.AA. ante el desafío chino.

En los últimos meses China ha mostrado problemas para mantener el ritmo de sus exportaciones y muestra a una “sociedad volátil”. Hay analistas (14) que advierten “agitación de emociones” por parte de Xi, que podrían conducir a “un nuevo gran levantamiento”. ¿Habrá tomado nota nuestra Embajada en Beijín? Podrían quedar —los kk— colgados del pincel.

3. China y la contrarrevolución iberoamericana en la “anilla externa”.

Con referencia a la presencia china en Iberoamérica, el 21 de marzo de 2021 le dedicamos un ensayo específico —el Nro. 8 de la Pág. 2— que expresa —en parte— en su Punto 3:

Los caminos contemporáneos
Para sus críticos es un proyecto para dominar el mundo; para sus defensores facilita el desarrollo de regiones olvidadas.

“China con una estrategia indirecta —progresivamente— ocupa espacios llaves en la “anilla exterior” a través de una maniobra planetaria que la posiciona como gran potencia.

La “revolución socialista iberoamericana” se ha enancado en dicha maniobra y Beijín, apelando a su milenaria cultura la explota, pero no se compromete. ¿Hasta dónde llegará la hipócrita intencionalidad de los KK? Acaban de nombrar en Beijín a un joven chinólogo —Vaca Narvaja—, “embajador especializado” formado desde en su niñez en La Habana.

La práctica negociadora china —exclusivamente mercantilista— ignora aquellas acciones violatorias del Derecho Internacional o de los Derechos Humanos de sus contrapartes. Tal ha sido el caso de su relación con Chávez y Maduro. Hoy Venezuela debe US$ 60.000 millones a Xi y por ello se hizo cargo de PDVSA, para cobrar las acreencias de los últimos veinte años. Ese desembarco se está desarrollando en conjunto con el aliado ruso, que tiene allí intereses y tropas que acompañan a las cubanas establecidas en Caracas hace veinte años.

En la Argentina el encubierto gobierno de Ella está demoliendo lo que queda de la economía “de mercado”. Es condición necesaria para dar “el salto de garrocha” —que venimos anticipando en los últimos meses— y así legitimar el desembarque chino en nuestro país —sumido en un caos provocado—, para pasar —sigilosamente— a la órbita imperial de Beijín y al “capitalismo de Estado”, redentor de la Argentina Nac&Pop, que estrenaría simultáneamente una nueva Constitución Nacional, hecha a medida, si lograran triunfar en las elecciones de medio tiempo.

Es la fórmula que anticipan los enérgicos últimos discursos de Ella —que ignoran a Tartufo— y los hechos —dosificados— que ejecutan los alfiles alquilados. El nombramiento del nuevo ministro de Justicia es sumamente elocuente, frente a las eventualidades inmediatas.

Mientras tanto y navegando en superficie, la oposición complaciente sigue descansando y ejercita el diálogo. Vive en un aletargado período sabático, plagado de anécdotas televisivas.

El cambio del sistema político es la maniobra central —y única— que persigue el “gobierno de científicos”, conducido desde el “Instituto Patria”. Ello explica lo inentendible: la más absoluta ineficiencia y pasividad en todos los frentes del gobierno de Tartufo. El cambio de Constitución, un nuevo alineamiento regional con las autocracias y el cambio de inserción internacional, encubren la absolución de Ella y su encumbramiento histórico: la heroína que logró —luego de setenta años de luchas revolucionarias— los fines últimos de la Revolución Socialista Iberoamericana.

Se consagraría así el encuentro combinado de la compleja contraofensiva revolucionaria regional/local —encubierta por los kk— con la maniobra exterior —planetaria— de la súper potencia “in partibus”. Pero la salida de la zona de seguridad de Occidente no será fácil ni gratuita. Un Lula políticamente rehabilitado les será imprescindible. Y el Foro de San Pablo —FSP— deberá garantizar la contención de la reacción de los pueblos, cosa que por el momento pareciera imposible.

El avanzado posicionamiento internacional de Xi —en toda la “anilla exterior”— prevé acuerdos en infraestructura, energía, minería, transporte y exportaciones de alimentos. En la Argentina el acuerdo porcino y la construcción de la central Nuclear IV —en Campana— son los dos más importantes. Contemplan inversiones por US$ 30 mil millones. Además de lo invertido por Beijín en nuestra Patria en las últimas décadas, BAE NEGOCIOS nos hace saber que el gobierno, en una videoconferencia con la “Academia China de Ciencias Sociales” realizada la semana pasada —19/23 de marzo de 2021—, manifestó que “hay más de 20 proyectos relacionados con la energía y la infraestructura que se están negociando” con China. Con una economía golpeada por el coronavirus, Alberto Fernández busca aumentar la cooperación con el país gobernado por Xi Jinping en una unión similar a la ‘alianza estratégica integral´ que sellaron Argentina y China durante el gobierno de Cristina Kirchner”.

La “Anilla Externa” abarca al “New World”, que contiene a nuestra Iberoamérica.

Cuando faltan escasos días para las “PASO” llama nuestra atención que periodistas y políticos de primera línea se preguntan en los medios por la “inentendible” conducta actual del gobierno y su falta de “sentido común”. Hay una explicación para ello: han apoyado a los kk —con todo entusiasmo— en la política de derechos humanos del enemigo, a la consecuente destrucción total de la Defensa Nacional y, con ello, a la Inteligencia Estratégica. Deambulan a ciegas. Podría tratarse de un dramático “transvasamiento ideológico inadvertido”.

Nuestra dirigencia —en gran número— ha perdido la noción de la realidad en la que vivimos. Ignoran absolutamente nuestro “doble estado de guerra” —en una situación de doble posguerra— y a las serias acechanzas estratégicas de nuestra Patria. No escuchamos una sola palabra —en los repetitivos y vacíos discursos preelectorales— acerca de la contraofensiva revolucionaria lanzada por el “FSP” en julio de 2019 y hoy en pleno desarrollo regional y local.

Son “políticamente muy correctos”. Les puede ocurrir —si la ciudadanía no los salva— lo que les fue advertido al Tribunal que osó preguntar a Ella “si iba a responder preguntas” y que —como respuesta— fue duramente apostrofado: quienes deberán responder muy pronto, son ustedes”. ¡¿Habrán entendido el claro el mensaje estos mansos togados y nuestros peligrosos “progres”?!

Para que reflexione nuestra dirigencia —en los álgidos días preelectorales que vivimos— vuelvo a citar la sentencia de Sun Tzu que encabeza a este ensayo. Allí encontrarán —muy probablemente— la explicación de su confusa perplejidad:

“Porque ganar cien victorias en cien batallas, no es la cumbre de la destreza.

Someter al enemigo sin luchar, es la cumbre de la destreza”.

 

* Oficial de Estado Mayor del Ejército Argentino y del Ejército Uruguayo. Ha cursado las licenciaturas de Ciencias Políticas, de Administración, la licenciatura y el doctorado en Relaciones Internacionales. Se ha desempeñado como Observador Militar de la ONU en la Línea del Cese de Fuego del Canal de Suez. Comandó tropas de llanura, montaña, aerotransportadas y mecanizadas.

 

Citas

(1). Estratagema: acción hábil y engañosa para conseguir algo, especialmente la operación o maniobra militar de guerra que se realiza para atacar por sorpresa al enemigo, capturarlo, desarmarlo, etc., al menor costo.

(2). S. Huntington y L. Harrison. “La Cultura es lo que Importa”. Buenos Aires: Planeta, 2001.

(3). Confucionismo: hace hincapié en los rituales formales de todos los aspectos de la vida, desde casi las ceremonias religiosas de estricta cortesía y deferencia a uno de los ancianos, especialmente a los padres y al Estado en la forma del Emperador. Fue la religión oficial de China hasta 1912, cuando se proclamó la República. Desde entonces es un Estado ateo. El 67,5% de la población se declara creyente y en su mayoría revistan en un sincretismo, con fuerte tradición confuciana.

(4). Taoísmo: al principio no era una religión sino un sistema filosófico que surgía de las creencias más primitivas. Esta religión se inspiró en las primeras religiones que aparecieron en China, que practicaban el culto a la naturaleza y a los antepasados. No tiene unas normas o ceremonias definidas: tan solo hay que seguir el ‘tao’el “camino” y dejarse llevar por el ritmo de natural de las cosas.

(5). Budismo: el budismo es la religión más importante de China y la que cuenta con más seguidores. Sin embargo, no es originario de este país, sino de la India. El culto budista se introdujo en China a medida que se conquistaban nuevos territorios y a través de la Ruta de la Seda. Con el paso del tiempo, el interés por el budismo creció y se construyeron templos por todo el país. El budismo que se practica en China también ha tomado ideas y principios de otras creencias y existen distintas versiones de esta religión.

(6). Partido Comunista Chino: los partidos democráticos —ocho— son amigos íntimos del PCCh y partícipes del poder en unidad y cooperación con éste, en vez de ser partidos de oposición o fuera del gobierno.

(7) El Partido Comunista de China (PCCh) propuso y logró eliminar una cláusula de la Constitución que prohíbe a un presidente estar en el cargo más de diez años, un total de dos mandatos consecutivos. Disidentes y observadores de la política china consideran esta decisión un “paso hacia la tiranía, mientras el gobierno defiende la acción como una herramienta para mantener la estabilidad».

(8). E. Simón. “Gioja reveló que el Gobierno del PJ busca implementar el sistema comunista chino en Argentina”. El País Diario, 03/09/2021.

(9). Perversa: que corrompe las costumbres o el orden y estado habitual de las cosas.

(10). J. Aramberri. “El Imperio del Centro”. Revista de Libros, 01/04/2017. (J. Aramberri —desde 2009— es el decano de la Facultad de Lenguas y Estudios Culturales en la Universidad Hoa Sen en Saigón, Vietnam. Anteriormente fue profesor de Turismo en la Universidad Drexel en Filadelfia. Es profesor honorario de la Universidad Dongbei de Dalian y de la Universidad del Suroeste en Chengdu, ambas en China).

(11). M. Pei. “China’s Crony Capitalism. The Dynamics of Regime Decay”. Cambridge y Londres, Harvard University Press, 2016.

(12). J. Nye. Actualmente profesor en la ‘Kennedy School of Government’ de la Universidad de Harvard.

(13). Aznar Fernández Montesinos F. “Geopolítica naval del Indo Pacífico”. Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), 08/09/2021.

(14). Chang G. G. “El Xenófobo Plan Chino para Cerrarse al Mundo”. Gatestone Institute. N.Y., 04/09/2021.

 

Artículo publicado por el 08/09/2021 por el Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires, (IEEBA).

 

LAS GUERRAS ASIMÉTRICAS DE SÉPTIMA GENERACIÓN EN IBEROAMÉRICA Y LA ARGENTINA.

Heriberto Justo Auel*

Imagen de PIRO4D en Pixabay

“Las guerras son como el camaleón”.

Carl von Clausewitz (1780-1831)[1]

 

Llegó a Iberoamérica la categoría “asimétrica-híbrida”[2] en su especie de “séptima generación”[3].

La Guerra Mundial en acto —la “Contraterrorista Global”— se da por iniciada —por los estrategas teóricos— el 11S01 a través de un hecho de macro-terrorismo, que bien puede considerarse como el paradigma de la “guerra asimétrica-híbrida” en curso: el ataque a las “Torres Gemelas”.

El General prusiano von Clausewitz —el más importante teórico de la guerra de Occidente— al señalar en su clásica obra “De la guerra” que este fenómeno sociopolítico era “como el camaleón”, nos dio una clarísima pauta de su permanente mutación, al ritmo que impone la evolución de la civilización humana, rescatando a su vez tres constantes constitutivas como necesarias y permanentes:

  1. la racionalidad en la decisión política,
  2. la creatividad en la decisión estratégica y
  3. la violencia intrínseca de sus componentes.

Cuando en su dinámica evolución la guerra alcanzó —recientemente— la etapa de la presente “asimetría-híbrida”, pueden señalarse —además— algunos principios que la distinguen[4]:

  1. Máximo empleo de la tecnología disponible.
  2. Flexibilidad en el plano táctico.
  3. Alta consideración del elemento humano y
  4. Lograr el apoyo de la opinión pública.

A su vez, estos principios exigen:

  1. Reorganización de las Instituciones Armadas del Estado.
  2. Flexibilización de las organizaciones de Inteligencia, en todos sus niveles.
  3. Actualización de la doctrina de guerra, del adiestramiento y de las organizaciones tácticas de las FFAA.

Con lo expresado podemos concluir que las guerras de la etapa de la “civilización del conocimiento” ya no serán como las de antes. Hay una nueva forma de hacer la guerra y una nueva forma de producir.

Llegamos así al momento en el que debemos conceptualizar a la “guerra asimétrica”, abarcar con amplitud la situación belígera en nuestra Iberoamérica y en particular la que corresponde a nuestra Argentina en absoluta indefensión, desarmada espiritual y físicamente por ignorancia, torpeza y decisión de los elementos revolucionarios neocastristas infiltrados en el poder político, desde 1983[5].

A partir de fines del siglo XX interactúan, promoviendo la transformación de la guerra, las siguientes innovaciones[6]:

  1. las nuevas tecnologías de la comunicación,
  2. la satelización,
  3. la informatización de las tecnologías,
  4. la miniaturización,
  5. el incremento de la letalidad, furtividad y eficacia de los sistemas de armas,
  6. la emergencia de redes de conflictos,
  7. la relativa desaparición de las fronteras geográficas, de las cívico/militares y de la paz/guerra.

La “asimetría” de mayor significación se observa en la confrontación de los Estados con ONG privadas y complejas, compuestas por elementos de carácter religioso fundamentalista, mafias, revolucionarios ideológicos, intereses financieros, etc., que varían en su composición según las regiones, pero que interactúan globalmente.

Necesariamente —luego de la implosión de la URSS— surgieron nuevas estrategias que sirven al débil frente al fuerte, en un ámbito “irrestricto” [7]. En ellas el factor tiempo se revaloriza en detrimento del espacio estratégico, que se difumina. En el tiempo, el más débil busca su oportunidad.

Ya no veremos a la caballería de Murat persiguiendo como un rayo al enemigo vencido por Napoleón en el campo de batalla o a Guderian, creando la “ruptura” para lanzar la “blitzkrieg” sobre la profundidad con los “Panzer” y los “Stukas” o al Grl Schwarzkopf, paralizando las estructuras de comando y logística iraquíes con misiles de crucero, antes del lanzamiento de la fase terrestre de la campaña. Como se observa en los casos citados, el más lúcido y fuerte, aceleraba la victoria.

Ahora, en la “asimetría-híbrida”, el Estado fuerte tendrá que “Pensar la Política” capaz de “Pensar a la Guerra”, frente a las ONGs débiles que conducirán su “tiempo”.

El modelo para seguir —por el débil— es el de Mao —inspirado en Sun Tzu— cuyo hallazgo estratégico fue ralentizar las operaciones frente al Estado chino cuando inició la “Larga Marcha”. También lo hizo el Cnl Güemes en la “guerra gaucha” o el Cnl Julio A. Roca en los meses previos a la victoria singular de Santa Rosa[8], ambos desde un Estado débil. Estos conductores buscaron en el “tiempo” la variable que les permitió transformar su debilidad en fortaleza.

Raymond Aron[9] sintetizó estos conceptos diciendo: “Los guerrilleros ganan la guerra si no la pierden y quienes luchan contra ellos la pierden, si no la ganan”. Excelente reflexión para los argentinos de hoy, si se interesaran por su seguridad y su futuro.

Estas partes operan con “tiempos” diferentes. La asimetría del fuerte radica en su velocidad y la del débil en su capacidad para disminuir el “ritmo” de las operaciones. En una extrema síntesis: la “asimetría-híbrida” es la que niega la ventaja que tiene el oponente.

El débil “no tiene plazos”.

El proceso revolucionario castro-comunista en Iberoamérica lleva sesenta años continuados y en la Argentina cursa su Quinta Campaña[10]. La “asimetría” fue conducida hasta hoy con éxito por los estrategas de La Habana, que demostraron y demuestran una adaptación ágil ante la acelerada evolución geopolítica internacional y propia.

El 29 de julio de 2019 —en su “XXV Encuentro”— en Caracas, el Foro de San Pablo (FSP) lanzó la actual “contraofensiva revolucionaria” para recuperar los gobiernos perdidos en los últimos años en el subcontinente. En su ejecución —sobre la Cordillera Andina— se observan con claridad los principios de la categoría de “guerra asimétrica”, encuadrando a las flexibles operaciones de “séptima generación”.

En los dos años transcurridos, el FSP tuvo dos intentos fallidos de insurgencia y un gran éxito en Chile. En estos días conduce un empeñamiento de sedición dramático en Colombia. Mientras tanto, en Buenos Aires la oposición sigue hablando de populismo y de inflación, mientras el gobierno explota a la pandemia para quitarse el antifaz… y asegurar su permanencia en el poder, lograr el “partido único” y una nueva Constitución. Ella asegura así su absolución judicial, “pues la Historia ya la absolvió”. 

La “asimetría bélica”, consecuencia de la expansión del espectro de la guerra.

Los lanzamientos nucleares en Japón en 1945 expandieron el espectro del conflicto. En un extremo se localizó la hecatombe y en el otro, el terrorismo. En 1947 la “Doctrina Truman” inicia la “Guerra Fría” que aplicó el “Corolario Spykman” —es decir la “Contención” de la URSS— con el “Shatterbelt” sobre el “Rimland”, conformado por bases aéreas y navales.

En los años 1950/53 —sobre el extremo Este del Rimland— se dio la “Guerra de Corea” —el primer chispazo de la Guerra Fría— desarrollándose de modo convencional. Dos años después —sobre el centro del Rimland— ocurrió la “Guerra de Vietnam” o “Segunda Guerra de Indochina”, entre 1955 y 1975. Fue el segundo chispazo de la Guerra Fría y su larga duración —veinte años— nos dice que el actor más débil impuso su estrategia “sin plazos”.

El cursor bélico se desplazó hacia el extremo opuesto al de los arsenales QBN. Los vietnamitas Ho Chi Minh (1890-1969) y el Grl Giap (1911-2013) derrotaron a una superpotencia nuclear con menos recursos tecnológicos, menor equipamiento y menores efectivos regulares. El vencedor describió a esta victoria con la metáfora de la lucha del tigre y el elefante: “con una estrategia adecuada del tigre, el elefante puede morir desangrado”.

Ho adaptó la doctrina Mao que expresaba: “el insurgente es el pez que nada en el océano de la gente”, siguiendo las siguientes fases:

  • Fase política: obtención de apoyos locales —“entrismo”—.
  • Expansión de la fase 1: desgaste de la gobernabilidad —“insurgencia”—.
  • Ofensiva revolucionaria abierta, con las fuerzas suficientes para lograr la victoria. —“sedición—.

¿Se han cumplido algunas de estas fases en los últimos sesenta años de castro-comunismo en Iberoamérica? Entendemos que se han cumplido sobradamente las dos primeras, en especial los años transitados por la etapa 2) en la que se ha logrado controlar a un sector —¿un 25%?— de la población. La fase 3), está en sus preliminares.

La “revolución” no pretende el control del espacio geográfico, extemporáneamente. Su resiliente objetivo es el de “ganar las mentes y corazones” de una masa crítica de la población, además de cierto apoyo externo.

La retirada de Saigón de los EE.UU. produjo un punto de inflexión en Occidente. Los EE.UU. no se habían adaptado en oportunidad. Ello impulsó la teorización de las “guerras asimétricas”. El nuevo conflicto violento salía de los teatros de operaciones militares y se posaba sobre las ciudades.

La guerra se hacía irregular, apelaba a la voluntad de los actores y la peor derrota que se somatizaba era la psicológica. Desde el punto de vista estratégico la opinión pública, los medios que la manipulan y la mente de ambos contendientes se habían convertido en la arena de la batalla.

Las FFAA de la era pos-heroica —que operarían en ambiente “asimétrico”— debían transformarse en todas sus capacidades. Consecuentemente se inició en los ´90 la “Reforma de los Asuntos Militares (RAM)” y seguidamente la “Reforma Integral (RI)”, que quedó abierta.

Contemporáneamente, la Argentina —en su doble posguerra— y luego de la Guerra del Atlántico Sur (1982), estaba en óptimas condiciones para tomar el mismo rumbo, pues había acumulado una experiencia homóloga a la estadounidense. Pero aquí el enemigo comunista había avanzado sensiblemente en el “entrismo” correspondiente a la fase 2) y los efectos de la derrota convencional en el Atlántico Sur, hizo el resto.

Las reformas no se hicieron y, contrariamente, se inició un proceso de demolición de la Seguridad Nacional para llegar al nivel de desastre que ostentamos en 2021, que nos hace vislumbrar la apertura de la fase 3). Cuando en los ´80 los mandos medios de las FFAA reaccionaron para intentar salvar a sus Instituciones, cierta prensa lo observó como un “golpe de Estado” y la población rechazó el intento, mayoritariamente. La fase 2) ya estaba lanzada.

Aún hoy, cuando en la CABA hay que elegir quién encabece la lista de Diputados de “Cambiemos” en las elecciones de medio tiempo, se busca el perfil del “ni” —del progre— que no aleje al electorado “moderado” [11], entendiendo por tal al que relativiza o niega a la amenaza y al riesgo estratégico, presente desde hace sesenta años. La fase 2) ya ha madurado.

Ese electorado “moderado” y sus dirigentes “light”, se perciben derrotados antes de luchar. “Mejor rojos que muertos”. Son quienes desprecian al “mérito”, al “esfuerzo” y consideran al “héroe” como un psicópata que no elige su derecho a “ser feliz”. Conciben que los deberes les sean ajenos y, sabiendo que es un dato falso, afirman —por Ley— que hubo treinta mil “desaparecidos”. Estas “tibias palomas” ¿ante quienes se “moderan” y por qué adoptan una máxima “prudencia”? …

Para tomar el pulso actual del proceso de las “Guerras Asimétricas de Séptima Generación” en Iberoamérica y en la Argentina, transcribiremos a continuación tres párrafos de la larga “Resolución del Grupo de Trabajo” del FSP[12] del 1º de junio de 2021:

  • Resolución: Reitera su respaldo a los gobiernos revolucionarios, progresistas, populares y de izquierda de Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua, México y Argentina, por el verdadero compromiso con sus pueblos y los del mundo”.
  • Reconocimiento: Reconoce los esfuerzos del gobierno argentino encabezado por el presidente Alberto Fernández, en la búsqueda por revertir las consecuencias de la implantación de políticas neoliberales, que tanto daño causaron a su nación”.
  • Proposición: Desarrollar una campaña mediática en respaldo de la lucha que libra el movimiento social, popular y político de izquierda colombiano, contra la implantación de políticas neoliberales y por el cese de las masacres a líderes sociales y excombatientes”.
El pensamiento militar chino y el poder imperial emergente en Beijíng.

En los últimos ensayos publicados por el IEEBA se ha tratado acerca de la expansión geopolítica china sobre la “anilla externa” —dentro de la que se sitúa nuestra Iberoamérica[13] [14] [15]—. Por esa razón consideramos que es importante conocer —aunque fuere superficialmente— al pensamiento militar chino, toda vez que su presencia en la región es cada vez mayor. Ello origina una natural confrontación de poder con la superpotencia regional americana, que nos afecta de modo directo. Colisionan dos culturas y está en disputa la hegemonía mundial.

La “guerra mundial contraterrorista global” —que abarca a la actual “contraofensiva revolucionaria iberoamericana”— se incardina con el sordo conflicto por la hegemonía mundial entre EE.UU. y China, pugna que por ahora se mantiene en los andariveles económicos, financieros y comerciales, mientras Beijing consolida su alianza con la Rusia nuclear —“un matrimonio sin amor”— y continúa su carrera de armamentos, para nivelarla con la OTAN.

Decíamos en mayo de 2020 y en marzo y abril de 2021[16] [17] [18], describiendo la situación regional:

“Cuando citamos a las ‘amenazas o guerras híbridas/asimétricas’ estamos conceptualizando a una forma ambigua de choque entre actores estatales y no estatales, capaces de combinar acciones militares convencionales o no convencionales con otras, basadas en la desestabilización del enemigo mediante acciones complementarias, sin restricciones, con todos los instrumentos disponibles —diplomáticos, militares, económicos, sociales y de información— explotando las debilidades del opuesto, en todos sus aspectos.

Los chinos les llaman “guerras irrestrictas”: no hay límites. Normalmente su objetivo apunta a la dirección política contraria y a influenciar en la opinión pública propia, internacional y del enemigo. Sin duda su objetivo prioritario es la de influir sobre la voluntad social.

Las “guerras hibridas” son un natural derivado de las “guerras asimétricas”. Son un recurso del débil frente al fuerte. En 2006 las empleó el Hezbolá frente a Israel, en 2014 lo hizo el Dáesh, también Rusia en su intervención en Ucrania o China en la construcción de islas artificiales en el Mar de China Meridional, de modo que recientemente se popularizaron en el ámbito de la seguridad internacional.

Como las FFAA no tienen un rol principal en ellas, se crea una “zona gris”, que aumenta los niveles de confusión de nuestros dirigentes ideologizados o estratificados en el pasado.

Lanzada en Iberoamérica la contraofensiva terrorista-revolucionaria por el XXV Encuentro del FSP en 2019, la “amenaza asimétrica-hibrida” se ha encaminado en las modalidades de las “guerras de séptima generación”, como las ha bautizado en el año 2017 César Augusto Niño González —Máster en Seguridad y Defensa— en las que establece que: “el terrorismo sigue siendo la piedra angular del reordenamiento de la Seguridad Internacional y Nacional”.

Seis meses después del lanzamiento de la contraofensiva revolucionaria, en la que hubo fracasos y éxitos —Colombia, Ecuador, Perú, Chile— fuimos sorprendidos por la pandemia del coronavirus. La dirección estratégica revolucionaria, teniendo en cuenta las consecuencias de las cuarentenas, replanteó el plan original, flexibilizando objetivos y plazos. En nuestro país se aceleraron las acciones que conducen al total copamiento del Poder y China reactivó sus planes de inversión y contralor de las economías regionales que le permitan satisfacer sus necesidades de insumos”.

La milenaria cultura china, mientras busca su expansión por los “caminos de la seda” sobre Eurasia, se expande en África e Iberoamérica por vía económica-financiera y no deja de “asegurar” sus mercados e inversiones con tropas en África y “bases militares de control espacial y de comunicaciones” en Iberoamérica.

Su Política Exterior y de Defensa deben mantener un sutil equilibrio para retener el empleo de estrategias sectoriales “indirectas”  —todas, menos las de fuerza—. De ese modo, aún en “las zonas grises” no cruzará la “línea roja que se auto impone”. Su principal oponente occidental —EE.UU.— es a la vez su mejor socio comercial y financiero, ecuación que exige prudencia, firmeza y sapiencia.

Ello no le impide elaborar doctrinas de eventuales guerras frente a enemigos superiores, tal como la anunciada “guerra irrestricta”. Sus FFAA podrían nivelarse con las de EE.UU. recién dentro de dos o tres décadas. Hasta entonces, Beijing deberá mantenerse en la zona gris”, con acciones militares no bélicas”. Si las reglas jurídicas internacionales de la guerra entraran en conflicto con los intereses chinos, ellas serán dejadas de lado, sin mayor consideración.

Los “revolucionarios” argentinos —que practican el axioma que reza: “cuando peor, mejor”—, para demostrar el fracaso del capitalismo, tienden su mano hacia China para tomar su exitoso modelo “neocomunista”. Deberían tener en cuenta algunos reparos que XI antepone frente a la corrupción y a la ilegalidad y —además— a algunas consideraciones recientes de analistas internacionales, que pasamos a citar:

Investigadores de la Universidad Camilo José Cela de Madrid:

“El futuro del sistema internacional y de su liderazgo, vendrá dado por la forma en que se canalicen las tensiones presentes. Es decir, si el orden hegemónico admite una reforma que pueda acomodar el nuevo papel de China y de EE.UU. o si el enfrentamiento produce una ruptura. Esto abre la puerta a distintos caminos, entre los que se encuentra una hegemonía compartida, con una regionalización del orden mundial en la que ambas potencias se repartan zonas de influencia”.

Nuestro amigo Ricardo Auer expresó el 10 de junio pasado —en Infobae— estas conclusiones:

“El futuro nos ofrece tres escenarios:

1) Como China juega a la estrategia de alargar los tiempos necesarios para su consolidación, EE.UU. se vería obligado a definir pronto una estrategia de confrontación administrada, con alianzas globales que ralenticen la consolidación china.

2) Como las grietas profundas entre dos grandes suelen ser un negocio mutuo, para impedir la entrada de terceros, existe la posibilidad (baja, por ahora) que China y EE.UU. se pongan de acuerdo en administrar conjuntamente al mundo, repartiendo zonas de influencia, como ocurrió en la Guerra Fría con la URSS.

3) Que ambas potencias se degasten realmente entre sí y ofrezcan al mundo la oportunidad de un mayor equilibrio multipolar, beneficioso para todos los pueblos del mundo.”

Algunas consecuencias de la confrontación analizada por estos analistas son coincidentes. El pretendido salto —absolutorio— de Ella, a la órbita asiática, debería tener en cuenta lo señalado, pues dicho conflicto es prioritario para las decisiones que adopten las grandes potencias y para todos los alineamientos regionales derivados.

“Las guerras son como el camaleón” —decíamos en nuestro encabezamiento— y nuestra dirigencia política lo ignora, o simula hacerlo. Ya estamos encaminados hacia la tercera fase de la larga agresión revolucionaria que padecemos desde 1959, sin embargo no se la cita, no la ven. En Chile —octubre de 2019— y ahora en Colombia, la tercera fase —“sedición”— fue conducida por el FSP a través de centenares de cubanos, venezolanos y colombianos, específicamente adiestrados.

En la Argentina se da la paradoja irónica de que el tramo final de la segunda fase —insurgenciaestá conducida por el propio gobierno nacional movilizando diariamente a “sus” organizaciones sociales, con dineros públicos. Ella comanda la revolución local desde un mutismo atronador, establecida en el Instituto Patria y Tartufo, el mascarón contratado, simula gobernar destruyendo —a tiempo completo— lo que resta de la dignidad de los argentinos, desde una Casa Rosada vacía y desde un Estado fallido.

¿Se llegará en nuestra querida Patria a la tercera fase —sedición—?

El pueblo argentino sano —que es mayoría— tiene la palabra.

 

* Oficial de Estado Mayor del Ejército Argentino y del Ejército Uruguayo. Ha cursado las licenciaturas de Ciencias Políticas, de Administración, la licenciatura y el doctorado en Relaciones Internacionales. Se ha desempeñado como Observador Militar de la ONU en la Línea del Cese de Fuego del Canal de Suez.

Se ha desempeñado como Profesor Titular de Polemología, Estrategia Contemporánea y Geopolítica, en Institutos Militares Superiores y en Universidades Públicas y Privadas. Ha sido conferencista invitado en el país y en el exterior. Ha publicado numerosos artículos sobre su especialidad y cinco libros acerca de la evolución de la situación internacional en la posguerra fría. Actualmente se desempeña como: Presidente del “Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires” (IEEBA), Presidente de la “Academia Argentina de Asuntos Internacionales” (AAAI) y Director del “Instituto de Polemología y Estrategia Contemporánea” (IPEC), de la Universidad Católica de la Plata (UCALP). Es miembro activo de la Asociación Argentina de Derecho Internacional y miembro Honorario del Instituto de Teoría del Estado.

 

Artículo publicado originalmente por el Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires (IEEBA), https://ieeba.org

 

Referencias

[1] Carl von Clausewitz. “De la Guerra”. Princeton Univertsity Press, 1984.

[2] La guerra asimétrica es un conflicto violento en el que se constata una abismal diferencia cuantitativa y cualitativa entre los recursos políticos, militares y mediáticos de los contendientes comprometidos, que los obliga a utilizar tácticas atípicas. En la guerra asimétrica no existe un frente determinado, ni acciones militares convencionales. Por el contrario, se basa en combinaciones de acciones políticas y militares, implicación de la población civil y otras operaciones similares. El concepto fue acuñado por William Lind en 1986. La guerra híbrida es el producto natural de la adaptación de la guerra irregular (a grandes rasgos contraria a los usos y costumbres de la guerra) y asimétrica (encaminada a explotar las vulnerabilidades de las fuerzas regulares) al mundo actual.

[3] En las Guerras de Séptima Generación —como las ha conceptualizado el Dr. Niño González— es el terrorismo quien funge como señuelo que exige repensar al viejo modelo de la Seguridad Nacional. Por más que se bombardeen y realicen operaciones militares contra grupos terroristas, el fenómeno será cada vez más difuso para las operaciones de seguridad convencionales y la tendencia es que cuando menos sujetos terroristas cometan los actos, el impacto y la espectacularidad aumentan y más aún cuando los medios sean menos regulares y más sorpresivos.

[4] C. Pintado Rodríguez. “De la Guerra Asimétrica”. Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), 19/05/2014, Documentos de Opinión 55, https://www.uma.es/foroparalapazenelmediterraneo/wp-content/uploads/2014/05/DIEEEO55-2014_GuerraAsimetrica_C.Pintado.pdf.

[5] H. J. Auel. “La Guerra Mundial Contraterrorista Global, ¿Híbrida…con derivación QBN? Abril de 2015, Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires (IEEBA), https://ieeba.org.

[6] C. Pintado Rodríguez. Op. cit.

[7] Guerra Irrestricta: el término surge del libro “Guerra sin restricciones” de los coroneles chinos Qiao Liang y Wang Xiangsui, en febrero de 1999. Se trata de una obra teórica de profundo calado sobre las guerras asimétricas futuras, a gran escala. De manera muy resumida sus autores postulan la utilización de cualquier clase de lucha —sin tener en cuenta ninguna objeción ética— ante una potencia abrumadoramente superior en fuerza, tecnología o influencia diplomática.

[8] H. J. Auel. “Homenaje al Sr. Tte Grl. D. Julio Argentino Roca al cumplirse cien años de su fallecimiento”. Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires (IEEBA), 18/10/2014, https://ieeba.org.

[9] R. Aron. “Pensar la Guerra”. Buenos Aires, 1987. Centro Naval, Instituto de Publicaciones Navales, Colección Estrategia, 361 págs.

[10] H. J. Auel. “La Amenaza Híbrida en la Quinta Campaña”. Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires (IEEBA), julio de 2010, www.ieeba.org

[11] J. Mugica Díaz. “Los motivos por los que Horacio Rodríguez Larreta no quiere que Patricia Bullrich sea candidata en la CABA”. 09 Jun 21. Infobae Digital.

[12] Foro de San Pablo: Elemento Director Político-Estratégico del castro-comunismo creado en Jul 90 por Fidel Castro y Lula da Silva.

[13] H. J. Auel. “El encuadramiento geopolítico internacional de la actual situación estratégica argentina”. Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires (IEEBA), marzo de 2021, https://ieeba.org.

[14] H. J. Auel. “Las Guerras Híbridas en el Ámbito de una Nueva Guerra Mundial”. Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires (IEEBA), abril de 2021, https://ieeba.org.

[15] H. J. Auel. “La Geopolítica del Virus Chino”. Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires (IEEBA), marzo de 2020, https://ieeba.org.

[16] H. J. Auel. “El encuadramiento geopolítico internacional de la actual situación estratégica argentina”. Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires (IEEBA), marzo de 2021, https://ieeba.org.

[17] H. J. Auel. “Las Guerras Híbridas en el Ámbito de una Nueva Guerra Mundial”. Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires (IEEBA), abril de 2021, https://ieeba.org.

[18] H. J. Auel. “La Geopolítica del Virus Chino”. Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires (IEEBA), mayo de 2020, https://ieeba.org.

 

“LA SEGURIDAD ESTRATÉGICA DE LA REGIÓN EN EL NUEVO ESCENARIO INTERNACIONAL” (CONFERENCIA EN FEDEPAC, ENERO DE 2002)

Grl Heriberto Justo Auel*

Señor Presidente de FEDEPAC, Señoras, Señores:

Nuestro agradecimiento a FEDEPAC por la invitación que nos ha cursado al IEEBA para exponer acerca de un tema central en los días que vivimos. Dividiremos nuestra conferencia en dos partes. En la primera, conceptualizaremos la evolución estratégica internacional posguerra fría y en la segunda lo haremos apuntando —brevemente— a la región iberoamericana y a la de nuestra Patria.

El 11 de septiembre del año 2001 terminó —inesperadamente— la posguerra fría. Esta posguerra fue un interregno de diez años —entre dos guerras mundiales—, caracterizado por la confusión de los dirigentes, la perplejidad de los intelectuales y la desorientación de los políticos ideologizados.

Ese lapso transicional —que aun percibimos— separó a las dos primeras guerras mundiales —en la historia universal— que se desarrollan en ambiente QBN: la “guerra fría” y la que acaba de iniciarse, la “guerra antiterrorista global”.

Ello las hace “diferentes”. Tan diferentes que algunos de nuestros dirigentes aun no las han descubierto. Por ello las niegan como hechos políticos, las reemplazan con “doctrinas” y “planes” y las hacen judiciables, si bien las pruebas nunca aparecen en el momento de su presentación. Indudablemente, desde el 11S01 hay un nuevo escenario internacional, un sorpresivo escenario que nos llega cuando somatizamos —como comunidad— la larga crisis estructural del Estado y la larga decadencia de la Nación Argentina.

Intentaremos interrelacionar a esta nueva situación internacional marco, con la grave situación estratégica regional actual, indudablemente afectada por los acontecimientos internacionales, cosa que seguirá ocurriendo en los próximos años. Para ello es necesario —a priori— establecer que en nuestro entender la etiología, el origen, el germen de nuestra crisis estructural histórica y de arrastre, es cultural y política.

Si nos dejamos llevar por el metraje de la prensa o por las horas televisivas dedicadas a ella, el tratamiento que observamos es, además de superficial, exclusivamente económico, financiero y fiscal. Y, nos equivocamos. Nuestra decadencia tiene su origen en causas mucho más profundas. Si atendemos a los efectos y no a sus causas, no vamos a erradicar nuestra calamitosa situación.

Hace muy pocos días —en un matutino porteño— el profesor Giovanni Sartori publicó un artículo titulado: “Una guerra inédita, pero que debe ser llamada por su nombre”. Me pareció importantísimo para los argentinos este título, porque nosotros nos hemos negado entender lo que es la guerra. Es más, somos un país en triple posguerra que no ha asimilado, digerido ni reaccionado ante ninguna de ellas. Como ya lo señalamos, las hemos negado obstinadamente y su consecuencia está a la vista: éste nuevo cuadro situacional externo nos sorprende en pleno estado de debilidad e indefensión estratégica, real y perceptual.

Probablemente la profundidad del colapso a que nos llevaron los simpatizantes del terrorismo ideológico vernáculo, triunfantes en las posguerras a través de la explotación política de su victoria estratégica, permita que la voz de la cordura vuelva a escucharse, por sobre la gritería anárquica del democratismo revolucionario.

Decía el profesor Sartori: “¿Estamos en guerra, está sucediendo una guerra? Muchos piensan que la palabra no tiene importancia y, por lo tanto, que cada uno puede llamar al evento que estamos viviendo como quiera, sin embargo la elección de la palabra tiene importancia, las palabras son nuestras lentes y hasta cierto punto nuestros ojos. Equivocar la palabra es equivocar la visión de la cosa”. Y.… así es.

Pero vayamos más allá. Las palabras son expresiones de ideas y cuando transmitimos mal una idea porque “equivocamos” la palabra, estamos confundiendo a los ciudadanos. Ello es grave si se lo hace desde una posición dirigencial. Si la comunicación social confunde, si el intelectual esta perplejo, se produce un efecto demoledor en la sociedad.

“La defensa de la ciudad no está en las piedras de las murallas, sino en los hombres que viven dentro de las murallas”.

Una dirigencia que niega la realidad que la circunda, que niega la existencia de los conflictos aun en el nivel de hipótesis, que no tiene conceptos claros, que conduce sin rumbo, extraviada por intereses personales y crematísticos, que ha olvidado la ética heredada; nos lleva inexorablemente a la disolución.

Así, por esta vía, hemos alcanzado la imagen que se ha difundido en los días que corren: sentada sobre las enormes riquezas de su heredad, la Joven Nación Argentina se ve obligada a pedir limosna …”

El último párrafo del artículo de Sartori dice: “La guerra que viene, que ya está presente, se gana o se pierde en casa. Se ganará si sabemos reaccionar a la chatura intelectual y moral en la que navegamos actualmente”…“y que hoy lleva a que un italiano sobre cuatro justifique a Ben Laden. Y se perderá si dudamos de nuestros valores y de la civilización que nos encarna”.

Sartori pide a los italianos “reaccionar” ante la “chatura intelectual y moral” que los ha llevado a que uno de cada cuatro italianos justifique a Ben Laden. Sepamos los argentinos que, de acuerdo con una reciente encuesta Gallup “tres de cada cuatro argentinos se han alineado a Ben Laden”. ¿Qué reacción debiéramos de tener ante esta escandalosa comprobación, si deseáramos guardar equivalencia con la de Sartori?

Como mínimo estos hechos deben de ser motivo de nuestra profunda reflexión… de una introspección que nos lleve a reencontrar nuestras raíces.  Nuestra cultura original, nuestra cultura fundacional. La cultura sanmartiniana expresaba que “debíamos ser lo que somos, o bien no seríamos nada”. ¿Y qué éramos? …, ¿qué somos?: somos hispanos-criollos-católicos, TODOS. Yo, nieto de alemanes e italianos, soy hispano-criollo-católico.

Tenemos una cultura/ética heredada que nos identifica. Allí reside la soberanía de la Nación. Es lo que hemos recibido de nuestros padres, de nuestros abuelos, de nuestra Patria… Una ética, un conjunto de valores, principios y creencias que es lo que señala Sartori con todo acierto. Es nuestra identidad. Es una personalidad nacional que, frente al “otro” o “los otros”, en el medio internacional interdependiente y globalizado, nos diferencia…, nos permite saber quiénes somos y qué somos y, a partir de allí qué queremos, adonde vamos, cuál es nuestro destino, cuál es el escenario común del conjunto social de pertenencia que transforma a la sociedad en comunidad de ideales y de intereses. He allí la unidad nacional, hoy ausente.

Aquella cultura original, sanmartiniana, era expansiva, generosa, fuerte. Pedía DEBERES, no derechos. Salía a dar, no a pedir. Y no a dar dinero. A dar libertad, a dar independencia, a dar la posibilidad de ser libres e independientes aun al costo de nuestra sangre, cuando aún no teníamos ni Estado ni riquezas. Teníamos por cierto la seguridad de los que éramos y… lo teníamos a San Martín.

Con el tiempo hemos trasegado a una cultura contractiva, egoísta, débil. De una actitud centrifuga ingresamos progresivamente a una centrípeta: a pedir y no a dar. Figuras menores pretenden cambiar nuestra identidad, nuestra ética; lo que no podemos ni debemos cambiar: la cultura y, cobardemente rechazan nuestro decidido ingreso a la civilización del conocimiento que nos obliga a cambiar lo instrumental, para ingresar al mundo con competitividad; a ser, en nuestro tiempo.

¿Y.…qué es lo que hemos escuchado desde esta débil actitud cultural en estos dramáticos días, ante la caída de las Torres Gemelas?: “!Yo…, argentino!”. “Yo no tengo nada que ver”, “¿Por qué comprometernos nosotros?, Es un problema de ellos, no es nuestro”. “¡Seguramente se lo buscaron!!”. Y.… en verdad, el problema que tenemos por delante es de todos, es del planeta. Estamos en presencia de una guerra mundial. Que no nos queden dudas: esta guerra nos abarca. Hay un frente de combate en Afganistán en este momento, en ese espacio estratégico llave, al norte del Índico. Luego habrá otros, incluso en Iberoamérica.

La retaguardia de esos combates es el resto del planeta. No olvidemos que la retaguardia es el espacio débil del teatro de la guerra. Lo ha expresado de un modo tangencial el canciller saudita —que vive muy de cerca del conflicto—: “Ben Laden no atacó a Estados Unidos, atacó al mundo” y podríamos agregar que despertó una nueva e inédita etapa en la vida de la comunidad internacional.

En los últimos cinco siglos ha habido diez guerras mundiales Estamos entrando a la décimo primera. Acabamos de terminar la última, en 1991. Todavía hay quienes —entre nosotros— creen que la última guerra mundial fue la Segunda Guerra Mundial —que terminó en el ’45— a pesar de que vivimos muy intensamente a esa última guerra mundial, la llamada guerra fría. Allí está la génesis del drama que nos envuelve al comenzar el Siglo XXI.  Ya señalamos que fue “diferente” y que por ello hay quienes —aun hoy— no la ven. Como dice Sartori, “la niegan con eufemismos”.

En el Hemisferio Norte esa guerra fue fría, pero en el Hemisferio Sur, no fue fría. Digamos que fue tibia y sorpresiva. Peleamos una guerra fuera de la Convención de Ginebra —por ello no convencional— que agredía a los débiles “Estados Sur” no consolidados, con sus instituciones malversadas. Entre nosotros las Fuerzas Armadas fueron empleadas para gobernar, la institución judicial para hacer negocios, la institución legislativa para distribuir canonjías y, en resumen, el Estado para distribuir prebendas…. Se le llamó el “Estado Prebendario”. ¿Quién lo ignora?

Esa guerra fue el catalizador de nuestra crisis cultural —estructural-histórica— y llegamos adonde hoy estamos. Cuando una cultura es contractiva y débil busca permanentemente la evasión. La evasión frente a la realidad que no se asume ni enfrenta. La evasión construye falsedades en reemplazo de la realidad y esa falsedad es la falacia política —el “relato” o “narrativa”—. No hay responsabilidad en el “progre relativizado”: la culpa siempre es del otro.

Para operar sobre las falacias, deben crearse necesariamente los mitos. Allí surgen esas palabras que encubren la realidad y así alcanzamos una sociedad mitómana, donde las cosas no son llamadas por su nombre…, hemos encontrado palabras para evadir la verdad con la utopía y el mito, como lo plantea Sartori.

La Política es un arte que opera sobre realidades. La Estrategia sirve a la Política. La acompaña: es la teoría de la acción política y no se hace Estrategia si no se opera sobre la realidad que nos circunda… Si fabrico a la realidad, no opero con la verdad, opero sobre la irrealidad y los mitos chocan con esa verdad, llevando al espíritu débil a crear otra falacia y otro mito, para volver a evadir la real situación que está presente y que se proyecta hacia el futuro como tabú, como una dualidad difícil de penetrar pero que deberemos enfrentar, tarde o temprano, dominando a la circunstancia o, tardíamente, dominados por las circunstancias.

La Escuela Unicista, es argentina. Ha encontrado la estructura del concepto y con ello una tecnología para entrar en las tinieblas del futuro, donde opera el arte político y el arte estratégico. Ello ayuda al natural coraje necesario para enfrentar a esa oscuridad, al tabú. Sin embargo, no la estamos utilizando.

San Martín no sabía adónde estaba el grueso del enemigo, al otro lado de los Andes. Pero tenía la sagacidad, el coraje y la audacia que exige el desafío estratégico y logró superar en la confrontación de voluntades inteligentes al enemigo, con un plan continental. No huyó por la tangente. Dominó a su circunstancia.

Hemos renunciado —después de tremendas y dramáticas experiencias nacionales— a la seguridad estratégica como responsabilidad exclusiva y excluyente del Estado Nación. El Estado argentino tiene prohibida por Ley la posibilidad del desarrollo del planeamiento estratégico —atendiendo al riesgo y a la amenaza ya presentes—. Paradójicamente, por la Ley de Defensa Nacional. Las Leyes de Seguridad Nacional vigentes prohíben taxativamente a las FF.AA. entender —lo que la Constitución les impone— sobre la compleja situación estratégica existente desde hace años en el Continente.

Un Secretario de Estado —responsable legal de esa área— pidió públicamente la disolución de las FF.AA. en medio del caos social y, días después, el Cte. J. “Provisorio” de las FF.AA. manifestó que “no sabe para qué existen” (La Nación – 13 Ene 02).

Las Fuerzas Armadas argentinas pueden ser policía militar en el interior de cualquier país del mundo, pero cuando explotó el edificio de la calle Pasteur, constituyendo un indudable hecho terrorista de carácter estratégico, hubo un General israelí con tropas y bandera israelíes, en ese lugar. No estaba legalmente autorizado ningún General argentino para operar en ese lugar público. Se lo impedía la Ley de Defensa Nacional. Pero eso no es lo más grave. Esa es una anécdota demostrativa de lo que afirmamos. Lo más grave es que, al carecer de planeamiento estratégico, nuestro país no tiene previsiones de ningún tipo frente a la acelerada y difícil situación en desarrollo.

POR ESO LA ARGENTINA NO ES CONFIABLE. Ello va mucho más allá de lo que significa un plan económico “sustentable”, que tampoco tenemos. La Defensa Nacional es un Bien Público, un concepto que hay que abarcar y entender: es la posibilidad de evitar la guerra o de ganarla, si nos es impuesta. Ello nos está vedado por ley.

La violencia es connatural en el hombre. Si hay vida hay conflicto. La paz, la paz perfecta, está en los cementerios. Si los hombres son inteligentes, si desarrollan sus instituciones, si tienen mecanismos creíbles y firmes, si son sanos y expansivos, es indudable que van a lograr un estadio de paz y progreso. Habrán ganado el estadio de la paz posible.

Luego de cada una de las guerras mundiales ha habido y hay una etapa singular, a ser entendida: la etapa de posguerra. En ella, quien ganó la última guerra mundial moderará la PAX. Recordemos a las que ya fueron: la Pax Británica, la Pax Española, la Pax Americano-Soviética y llegamos a la presente, la “Pax Global”. En esas “posguerras” quien ganó la última guerra mundial asume, quiéralo o no, el rol de moderador de un nuevo statu-quo: un proceso de transculturación en el que los valores del victorioso en la guerra son transferidos a quienes han participado y no han participado en la guerra.

La última guerra mundial —la guerra fría 1947/1989-91— terminó con dos pasos sucesivos: en el ’89 la caída del muro y en el ’91 la implosión soviética. La ganó Occidente: la libertad, la economía de mercado y los derechos humanos. Se iniciaron así diez años de “Pax Global” y de una enorme confusión… Había sido tan sencilla la lógica bipolar de la guerra fría que, cuando finalizó, apareció una verdadera perplejidad entre los intelectuales y la citada confusión en la opinión pública.

Fueron numerosos los analistas que plantearon sus tesis sobre el inmediato futuro: los Fukuyama, los Toffler, los Huntington, los Kaplan, los Hoffmann y todos aquellos que desde su óptica específica empezaron a predecir qué era lo que sobrevenía; cómo iba a ser el mundo, el “nuevo orden”, el reacomodamiento, el realineamiento. Había implosionado un imperio —sin sangre— a través de una maniobra estratégica de aproximación indirecta iniciada con el solo anuncio del establecimiento —fuera de la atmósfera— de un escudo contra misiles, desarrollado a nivel de prefactibilidad: la “Iniciativa de Defensa Estratégica”, en reemplazo de la “Mutua Destrucción Asegurada”.

Era el pasaje de una actitud estratégica ofensiva a una actitud estratégica defensiva, que ponía fin al período de “Pax Nuclear” o “Pax del Terror Nuclear” al anular al arsenal nuclear enemigo, en sus posiciones de lanzamiento.

Aquella situación disuasiva-nuclear era percibida en nuestros viajes por Europa en los ‘70. Europa suponía que era el espacio probable de la guerra nuclear en ciernes. Pero la disuasión nuclear funcionó, era creíble en el Este y en el Oeste.… Los arsenales nucleares crecieron hasta alcanzar unas treinta mil ojivas de cada lado y se perfeccionaron intensamente los sistemas de lanzamiento, ya sea desde el fondo de los océanos, desde los bombarderos en vuelo o desde los silos, en zonas desérticas. Todo ello fue anulado por las bases laséricas espaciales de la “Iniciativa de Defensa Estratégica”.

Sin embargo la disuasión estratégica nuclear siguió vigente durante los diez años de posguerra fría, entre los poseedores de los arsenales nucleares. Mientras tanto, entre los “no poseedores” se cernían las Guerras de la Tercera Especie, una reiteración de las ya vividas, pero desde situaciones nacionales extremadamente críticas.

A partir del 11S01 la paz sustentada en el sistema de disuasión nuclear ha dejado de funcionar en el Hemisferio Norte. En la presente guerra mundial “contraterrorista global”, la novedad es que la disuasión, convencional o nuclear, no funciona y que las “guerras de la Tercera Especie” o de “Tercera Generación” se han catalizado.

Ahora el Norte desarrollado va a entender mejor porqué el Sur no tuvo paz de ningún tipo, durante la guerra fría. Ahora el mundo entenderá al terrorismo —a pesar de las dudas de Sampson en La Nación del 24/02/2002—, al actual macro terrorismo o al de la guerrilla revolucionaria-terrorista que administraba la violencia con gotero sobre sociedades sin un Estado Institucional consolidado, sin planeamiento estratégico y que, consecuentemente, no presentó batalla.

La batalla no se ve con los ojos del cuerpo, se conceptualiza. Es el encuentro de las maniobras estratégicas. Es una estratagema. Es la que dirige a los combates. Sin ella, la victoria en el combate táctico no se transfiere a la explotación estratégica del éxito, en el plano político; es decir, en el plano de la guerra.

Los conceptos se desarrollan y perciben si hay un alto nivel de abstracción. Las batallas son los encuentros de las maniobras. Nuestro enemigo terrorista-revolucionario, que maniobró frente a nosotros, tenía dirección estratégica externa. Se inspiraba en Sun Tsu. No en Clausewitz.

Clausewitz representa el pensamiento lineal de los occidentales. Sun Tsu, el estratega chino que vivió cinco siglos antes de Cristo, orientó las doctrinas revolucionarias durante la guerra fría —a través de la interpretación de Mao— e indudablemente orienta hoy las estrategias del macro terrorismo global del acto.

La afiatada operación del 11S01 tiene el sello del estratega chino. Muestra una acción planificada detalladamente, de altísimo contenido psicológico y de una refinada perfección en el uso de los medios, en el manejo de los tiempos y en lo simbólico en la elección de los blancos.

El mensaje al mundo fue contundente: “a partir de hoy —11 de septiembre— la libertad quedó aplastada por un nivel de permanente inseguridad”. El aviso dice con claridad: “YA NO HABRÁ DISUASIÓN”. El empleo químico, biológico o nuclear (QBN) es hoy posible y probable. Y como la libertad y la seguridad son funciones de una misma ecuación, hagámonos cargo que estamos afectados por esas funciones y, además, dentro de esa ecuación.

Hay un conjunto de razones por las que esta agresión de un enemigo “privado” —dilecto hijo del capitalismo y de la globalización— contra los Estados Seculares, eligió como blanco a EE.UU., cabeza del Imperio Global y paradigma cultural-político —en la posguerra fría— de la civilización del conocimiento, frente a las fuerzas “antisistema” que resisten a ambas.

Se ha plantado la falacia justificativa en la situación del Gran Medio Oriente. Este conflicto —israelí/palestino— lleva más de medio siglo. Puede ser el termómetro de la nueva guerra. El termómetro, pero no la causa. Nada tienen que ver las religiones. Sí tienen que ver los fanáticos-fundamentalistas y sectarios que ocupan ciertos espacios en las religiones y que se han asociado con el Crimen Organizado Internacional. Hay religiones que no han podido separar la jurisdicción teológica de la política. Los cristianos lo hemos hecho: “a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”.

Que lo hayamos resuelto no quiere decir que no tengamos algún sectario fundamentalista entre los cristianos. Cuando estos fundamentalistas van en contra de la secularización del Estado, pasan a ser una quinta columna en su propio Estado. No pueden compartir un mundo que se estrecha, no pueden relacionarse ni negociar nada porque el dogma es innegociable, inflexible. Por ello tienen en la violencia la única alternativa. Nos plantean: “o nosotros o ellos”.

Nuestra cultura y su correspondiente ética política tienen un sostén, que es la religión. Nuestra religión ha resuelto el problema de las relaciones sociales y políticas. Al hombre que va al templo se le dice: “cuando salgas del templo, compórtate en función de estos valores y de estos principios” y ello otorga un buen margen de convivencia de la diversidad, en libertad. Por supuesto que también hay muchos confundidos, que creen que los valores y principios son las modas y, consecuentemente, los cambian o relativizan como si fuesen sombreros. Estos equívocos se pagan muy caros.

Si en una cultura y en su respectiva ética está la identidad, un cambio en los valores significa una pérdida de soberanía. En las últimas décadas la relativización de nuestros valores,  principios, tradiciones y arraigo, en la confusión intelectual provocada por cierta modernidad o moda, trajo el malentendido entre “la continuidad y el cambio”, que están postergando nuestra capacidad de recuperación. Lo que debe continuar es la cultura y lo que debe cambiar es la dinámica civilización.

Vivimos una etapa de altísima dinámica de mutación civilizatoria y debemos impulsar a nuestra gente para que ingrese a ese cambio, para ingresar cuanto antes a la etapa “de la civilización del conocimiento”. No hemos podido desarrollar integralmente “la etapa de la civilización industrial”. Hoy, cuando el mundo desarrollado transita la etapa posindustrial, debemos recuperar el tiempo de las décadas perdidas. Pero, para ello hay una condición inexorable: recuperar nuestra identidad cultural.

Delineada y conceptualizada genéricamente la evolución situacional del marco estratégico externo, vayamos ahora a la segunda parte: la situación regional y la propia.

Iberoamérica tiene una situación estratégica muy compleja y de difícil resolución.

Tan difícil es que, por primera vez en la historia panamericana, en los últimos años se han producido tres reuniones de los Ministros de Defensa del continente. Tres, y las tres fracasaron. Fueron diálogos de sordos. No hubo una comprensión abarcadora de la grave e inédita situación que está delante de nuestros ojos. Cada actor tuvo su cosmogonía. Existen visiones parcializadas, limitadas, que no dimensionan los cambios cualitativos. No fue posible un entendimiento común, frente a un problema que nos es común.

El “narcoterrorismo” tiene su origen en América y afecta —de diversos modos— a todos los actores del continente. Es el nombre del crimen organizado internacional en las Américas. Ahora, iniciada la “Guerra Mundial Contraterrorista Global” el Continente la enfrentará sin los necesarios Acuerdos de Seguridad Colectiva y Defensa Común. Sin Políticas de Defensa Combinadas.

El macro-terrorismo ha declarado a Occidente —el 11S01— una “guerra asimétrica” conducida por un enemigo no estatal, complejo, conformado por el “crimen organizado internacional” —que tiene siglos de existencia sigilosa y que ahora ha salido a superficie— desafiando abiertamente a los Estados Seculares a punto tal que estos —espontáneamente— están votando en el Consejo de Seguridad por unanimidad, para castigar al flagelo. No hay un solo Estado que haya querido quedar afuera. Los que van a quedar afuera —como lo dice Sartori— son los actores que no tienen la cultura suficiente para entender el fenómeno y que serán barridos por ambos contendores.

Al “crimen organizado” —normalmente centenario— se han sumado los fundamentalismos religiosos y las organizaciones revolucionarias neo-marxistas —mayoritariamente iberoamericanas—, a la cabeza las FARC y el ELN colombianos que se mantienen activos.

Las operaciones estratégicas en curso en Asia llegarán pronto a nuestras costas. La “Alianza Desarrollada Norte” ya ha desplegado su infraestructura electrónica, el dispositivo de las Bases de Apoyo, el marco legal, la inteligencia y tiene determinados a sus blancos. El narcoterrorismo también ha reaccionado y eleva el ritmo de sus acciones en el continente. Por primera vez el Foro de San Pablo se ha reunido, hace unos días, en su núcleo: en La Habana. Los “encuentros” bianuales, ahora son anuales.

Estamos en las preliminares de una prolongada batalla continental, en el marco de la nueva guerra mundial. Al finalizar su gestión —recientemente— el Grl Barry Mc. Caffrey —Director del Departamento de Políticas para el Control de Drogas de los EE.UU.— expresó en una conferencia en la Escuela Superior de Guerra de Colombia:

“…Washington ve con preocupación que cada vez que se golpea a los carteles colombianos, peruanos y bolivianos, el narcotráfico tiende a extenderse hacia Venezuela, Brasil y Argentina….El gobierno colombiano ha perdido el control del 40% de su territorio a manos de los narcotraficantes… Colombia no solo sangra por las drogas, sino también por los 15.000 narcoguerrilleros que ya no reciben ayuda de Rusia, China o Cuba. Este dinero viene de los delitos que cometen contra el pueblo colombiano: secuestros, robos de bancos, extorsión y drogas… La Argentina es un país rico y sólido, pero otros países más pequeños podrían convertirse literalmente en Estados Bandidos, si no existe una sociedad hemisférica. El narcotráfico amenaza a la libertad y yo sostengo que los carteles son una amenaza aun mayor que la del nazismo…”.

Pocos meses después ya no se podría repetir lo mismo. En enero del 2002 la Argentina está en condiciones de alcanzar la condición de “estado bandido” o “estado fallido”, inmersa en una profunda crisis generalizada, en total incertidumbre…y.…formalmente, la “sociedad hemisférica” no se ha constituido.

Desde una extrema debilidad estructural e institucional enfrentamos una difícil, compleja e inédita situación estratégica mundial y regional, sin defensas organizadas en oportunidad y la Argentina la enfrentará en un total estado de indefensión nacional. No es difícil establecer el porqué.

Para finalizar, citaremos a continuación una homología —que hemos tomado de la filosofía china— que hace referencia a la insoslayable comprensión de nuestra coyuntura:

“la diferencia entre una piedra y un junco”.

La piedra está sobre la tierra, no tiene raíz dentro del suelo. No toma la savia de él, para dar flor y frutos. La piedra no asume las variables de su circunstancia, la amplitud térmica diaria la fisura, el agua que penetra en sus ranuras la quiebra, termina siendo arena y nunca estará en un lugar elegido por ella. Los vientos la llevarán de un lugar a otro.

Mientras tanto el junco está allí, en su espacio, con una profunda raíz en el suelo y su elegante figura se adapta al medio: cuando hace calor abre sus poros, cuando hace frío los cierra, cuando hay viento se recuesta sobre el suelo y al día siguiente está inhiesto. Cuando lo quieren romper, tiene en la fibra que alimenta su savia, sus defensas.

Creo que está entendida cuál es la diferencia entre una piedra y un junco. Este tiene las raíces en su suelo, se alimenta e identifica con él y tiene la capacidad de adaptarse a las circunstancias que lo rodean, que están cambiando permanentemente, mientras que la piedra sin raíces y sin sensibilidad ha desaparecido transformada en arena y arrastrada por los vientos.

Recuperemos pues, nuestro arraigo cultural y adaptémonos a nuestro tiempo civilizatorio: seamos juncos.

Sepamos retener nuestra pertenencia identificatoria, nuestra cultura, nuestra ética. Allí está la energía de la fibra que resistirá a la agresión del medio ambiente y tengamos la flexibilidad de alinear las velas con los vientos que soplan…al comenzar un nuevo siglo, una nueva etapa de la civilización y una enorme oportunidad para iniciar el camino de una Segunda Argentina. Allí está la posibilidad del postergado progreso de nuestra joven Nación.

Las crisis son oportunidades. La corrupción pública y privada nos hace parias en la aldea global.

 

* Oficial de Estado Mayor del Ejército Argentino y del Ejército Uruguayo. Ha cursado las licenciaturas de Ciencias Políticas, de Administración, la licenciatura y el doctorado en Relaciones Internacionales. Se ha desempeñado como Observador Militar de la ONU en la Línea del Cese de Fuego del Canal de Suez.

Se ha desempeñado como Profesor Titular de Polemología, Estrategia Contemporánea y Geopolítica, en Institutos Militares Superiores y en Universidades Públicas y Privadas. Ha sido conferencista invitado en el país y en el exterior. Ha publicado numerosos artículos sobre su especialidad y cinco libros acerca de la evolución de la situación internacional en la posguerra fría. Actualmente se desempeña como: Presidente del “Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires” (IEEBA), Presidente de la “Academia Argentina de Asuntos Internacionales” (AAAI) y Director del “Instituto de Polemología y Estrategia Contemporánea” (IPEC), de la Universidad Católica de la Plata (UCALP). Es miembro activo de la Asociación Argentina de Derecho Internacional y miembro Honorario del Instituto de Teoría del Estado.

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