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¿SERÁ 2021 EL AÑO DEL DESHIELO EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES PARA TURQUÍA?

Giancarlo Elia Valori*

En los últimos años, después del torpe y desacertado golpe de Estado que intentó derrocarlo en 2016, el presidente de Turquía Erdogan ha adoptado actitudes cada vez más extremistas y políticas internas e internacionales que prácticamente han aislado a Turquía no sólo de sus aliados tradicionales de la OTAN (de los cuales ha sido socio desde la fundación de la OTAN), sino también de casi todos sus homólogos geopolíticos en Medio Oriente.

En su intento de desempeñar un papel destacado en los juegos en marcha en la región mediterránea y del Cercano Oriente, desde Siria hasta Libia, pasando por Nagorno-Karabaj, el presidente Erdogan ha dado a la diplomacia de su país una deriva islamista —basada, en particular, en el apoyo al movimiento fundamentalista de los Hermanos Musulmanes— que si, por un lado, lo ha fortalecido internamente, por otro le ha llevado a hacer más enemigos de los que razonablemente podría soportar.

El pico del aislamiento internacional de Turquía se mostró descaradamente en octubre del año pasado cuando, después del brutal asesinato en Francia del profesor Samuel Paty, decapitado en la calle por un extremista musulmán de origen azerí porque era “culpable” de haber expuesto las infames caricaturas de Charlie Hebdo sobre Mahoma en las aulas, el presidente Macron arremetió contra aquellos que, “a la sombra de Mahoma” , avivaban las llamas del islamismo radical en Francia con el objetivo de despertar a los jóvenes musulmanes y animarlos a convertir su ira en la marginación social y económica en conflictos religiosos.

Por orden del presidente francés, las fuerzas de seguridad comenzaron a investigar y realizar registros en los círculos salafistas franceses controlados por unos trescientos imanes turcos que se habían instalado en Francia.

Las palabras de Macron y las iniciativas de las fuerzas de seguridad francesas contra el fundamentalismo islámico en Francia desataron la ira del presidente turco, que no dudó en llamar a su colega francés “un cerebro de muerto” que trataba a los musulmanes en Francia “como los judíos fueron tratados en la Alemania de Hitler”.

Las palabras del presidente Erdogan han añadido combustible al fuego de las ya difíciles relaciones entre Francia y la minoría de salafistas activos en el país: pocos días después de las declaraciones públicas de Erdogan, un joven tunecino en Niza mató a tres personas gritando “Alla akhbar”  en la catedral de Niza.

En esa coyuntura, Francia retiró a su embajador de Ankara, congelando sus relaciones con un país que durante décadas había sido considerado un sólido socio comercial, político y militar.

A finales de 2020, las relaciones internacionales de Turquía alcanzaron el nivel más bajo de la historia reciente.

Incluso afirmaciones justificadas como la solicitud de redefinir las fronteras marítimas con Grecia han dejado de ser apoyadas por diplomáticos europeos, mientras que el activismo en Libia para apoyar al Presidente del “Gobierno de Acuerdo Nacional” (GNA), impuesto por las Naciones Unidas pero apoyado por milicias islamistas, ha puesto a Ankara en un curso de colisión con Rusia y Egipto que, a su vez, se han puesto del lado del señor de la guerra “secular” de Cirenaica, Khalifa Haftar.

A finales del año pasado, un país como Turquía que, debido a su pragmatismo en política exterior, no sólo había sido considerado digno de pertenecer a la OTAN, sino también considerado un socio fiable y creíble durante décadas por Europa y los Estados Unidos, se encontró en total aislamiento a nivel internacional y en grandes dificultades a nivel nacional, debido a los efectos de la pandemia y una creciente crisis económica.

Es probablemente en este contexto que, desde principios de este año, el Presidente Erdogan ha cambiado de estrategia y ha lanzado lo que los observadores internacionales han llamado la “ofensiva del encanto”, en un intento de reabrir los canales de diálogo entre Turquía y los países occidentales y las potencias regionales en Medio Oriente (de Israel a Egipto, de Arabia Saudí a los Emiratos), un diálogo que había sido congelado debido a la decisión imprudente y mal considerada de apoyar, siempre y en cualquier caso, a los Hermanos Musulmanes.

Después de iniciar un canal secreto de cooperación con Israel en un intento de encontrar una solución a la guerra civil a pequeña escala sobre Nagorno-Karabaj —en la que Turquía, con el soporte “clandestino” de Israel, apoyó con éxito las razones de los turcomanos musulmanes azerbaiyanos, en detrimento de la mayoría armenia cristiana—, el presidente Erdogan decidió reabrir las relaciones con Egipto.

Después de ocho años de tensas o ausentes relaciones, Turquía ha reabierto la puerta al diálogo con Egipto bajo la bandera de una “Realpolitik” que el presidente Erdogan parecía haber olvidado.

Desde 2013, cuando el general Al Sisi derrocó al gobierno del presidente Morsi —líder de los Hermanos Musulmanes en Egipto y ganador de las elecciones de 2012—, el presidente Erdogan lo había llamado repetidamente “un asesino” y “un tirano”. Las relaciones entre los dos países se habían enfriado definitivamente cuando el presidente turco había dado descaradamente refugio y asilo político a todos los asesores y colaboradores de Morsi y a todos los miembros de los Hermanos Musulmanes que habían huido a Turquía para escapar de la represión.

El 12 de marzo de 2021, en una declaración sorpresa, el presidente Erdogan admitió en una conferencia de prensa que había “tomado medidas diplomáticas” para lograr la “reconciliación con Egipto”.

El ministro de Asuntos Exteriores, Melvut Cavusoglu, confirmó ese cambio de línea política diciendo que “después de años de hostilidad y desconfianza mutua… había llegado el momento de reiniciar gradualmente los contactos con Egipto”.

Según fuentes diplomáticas, hay dos razones principales que han convencido al presidente turco para cambiar su actitud hacia su (probablemente antiguo) rival Al Sisi.

La primera se remonta al total y ya sofocante aislamiento de Turquía en toda la región del Mediterráneo y de Medio Oriente.

La segunda es mucho más práctica y pragmática: la posibilidad de discutir con Egipto una nueva definición de las fronteras marítimas de Turquía en el Mediterráneo podría permitir a Turquía negociar —desde una posición más sólida— el problema de las “12 millas” y permitirle extender, dentro de límites aceptables, las fronteras de las aguas territoriales, actualmente “estranguladas” y cubiertas por la proximidad de las islas griegas a la costa turca.

Según el gobierno turco, un acuerdo entre Turquía y Egipto sobre fronteras marítimas podría conducir a un nuevo acuerdo sobre el mismo tema con Israel, útil para la explotación conjunta de los campos submarinos de gas frente a Chipre, Egipto e Israel.

Según fuentes muy fiables y cualificadas, el jefe del Servicio Secreto turco (MIT), general Hakan Fidan, ha recibido órdenes directas del presidente Erdogan de restablecer los contactos y las relaciones (interrumpidos desde 2013) con el Servicio Secreto egipcio, el Mukhabarat Al Amma.

Gracias al compromiso personal del emir de Qatar, Tamin Ben Hamad al Thani, quien es el último aliado del presidente Erdogan que permanece en la región, el MIT ha establecido contactos con colegas egipcios a principios de marzo de este año y, como gesto de cooperación hacia Egipto, las autoridades de seguridad turcas han colocado a treinta “Hermanos Musulmanes” egipcios, que habían sido acogidos como refugiados en Turquía, bajo estricto control de seguridad en vista de su posible extradición.

Mientras tanto, las autoridades turcas han pedido a los tres canales de televisión egipcios “alojados” en Turquía, a saber, las cadenas Al Shaq, Mekamleen y Watan, que bajen el tono de sus críticas contra el gobierno egipcio y dejen de insultar al presidente egipcio Al Sisi. A los tres canales se les ha pedido abruptamente que “revisen sus políticas editoriales” si quieren seguir disfrutando de la hospitalidad turca.

Según fuentes de prensa saudíes, muchos miembros de los Hermanos Musulmanes que se han refugiado en Turquía han sido presuntamente puestos bajo arresto domiciliario.

La diplomacia puesta en marcha por el presidente Erdogan a través del MIT está empezando a dar sus frutos: los contactos entre Fidan y su homólogo egipcio, el general Abbas Kamel, han llevado a un acuerdo en Libia que ha favorecido el nombramiento de Abdelhamid Dabaiba como presidente del “Gobierno de Acuerdo Nacional” para reemplazar al ahora desacreditado Fayez Al Sarraj.

También gracias al compromiso tras bambalinas de los servicios secretos turcos y egipcios, bajo la supervisión vigilante del Mossad israelí, la “ofensiva del encanto” del presidente Erdogan está empezando a dar sus frutos y, después de años de movimientos desconsiderados, imprudentes y aventureros, probablemente llevará a Turquía de vuelta a la mesa de negociaciones, después de renunciar al fundamentalismo musulmán, contribuyendo así a la búsqueda del “deshielo” en las relaciones internacionales que el mundo necesita para reparar el enorme daño causado por la pandemia.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Artículo traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción.

©2021-saeeg®

 

LAS CORDIALES RELACIONES ENTRE ISRAEL Y CHINA, Y LA MOLESTIA GENERALIZADA MOSTRADA POR LOS ESTADOS UNIDOS

Giancarlo Elia Valori*

Israel fue el primero de los países de Próximo y Medio Oriente en reconocer a la República Popular China en 1950, mientras que las relaciones diplomáticas se han establecido desde el 24 de enero de 1992.

Es importante recordar que las relaciones entre chinos y judíos están profundamente arraigadas en la larga historia de estos dos pueblos y se remontan a miles de años atrás.

Desde el establecimiento de relaciones diplomáticas, funcionarios gubernamentales, científicos, universidades y empresas han llevado a cabo numerosos programas —a través de delegaciones— para profundizar la cooperación especial en diversas cuestiones como la economía, la agricultura, la tecnología y la educación.

Se pueden encontrar ejemplos significativos del fortalecimiento de las relaciones, entre otras cosas, en las frecuentes visitas de funcionarios gubernamentales chinos a Israel y viceversa. Por ejemplo, muchos primeros ministros y presidentes israelíes han visitado China a lo largo de los años, al igual que sus homólogos chinos, como el Presidente de la República de China, Jiang Zemin, que visitó el país en 2000, y los miembros del Buró Político del Partido Comunista de China (CPC), Liu Chi (2007) y Liu Yunshan (2009). También se realizaron visitas significativas al país por el Viceprimer Ministro Hui Yang (2010), el Viceprimer Ministro Liu Iandong (2016) y un alto representante del Parlamento chino, Wang Da (septiembre de 2015), etc.

Las relaciones entre Israel y China en muchas áreas están ganando impulso y hay un entusiasmo considerable por su naturaleza y profundidad, particularmente por todo lo relacionado con los negocios y el suministro de tecnología israelí. A lo largo de los años, se han firmado una serie de acuerdos y memorandos de entendimiento entre Israel y China para establecer una zona de libre comercio, mejorar los mecanismos de concesión de visados a los ciudadanos del otro país y aumentar los vuelos aéreos, con el objetivo de maximizar el movimiento de mercancías, trabajadores y turistas.

China es también el único país del mundo con el que Israel tiene un acuerdo mutuo para emitir visados de visita múltiple durante un largo período de tiempo. Estos han dado frutos inmediatos, con más de 100.000 turistas chinos que han llegado a Israel desde 2018. Esto significa que más turistas van a Israel desde China que a países como Italia, Canadá y Australia.

Las diferentes necesidades de los dos países se reflejan en la naturaleza de los bienes y servicios que se compran entre sí. Los componentes electrónicos representan aproximadamente la mitad de las exportaciones de Israel a China, y el resto se divide entre productos químicos, equipos médicos, instrumentos, control, etc. En cambio, las importaciones procedentes de China se centran en maquinaria y equipos eléctricos, textiles y metales.

Las debilidades de China son precisamente las fortalezas del mercado israelí. La migración interna a gran escala, los procesos acelerados de urbanización, la falta de agua potable y la gestión de contaminantes ambientales graves son algunos de los enormes desafíos de China.

Israel puede hacer frente a estos desafíos con la ayuda de tecnologías médicas avanzadas, desarrollos agrícolas para enfrentar la escasez de agua y condiciones difíciles del suelo, tecnologías innovadoras de desalinización, etc. El balance entre las necesidades de China e Israel es perfecto.

Además, Israel no ha sido indiferente a la One Belt One Road (la Ruta de la Seda), es decir, el ambicioso plan para conectar el mundo con una red de carreteras, ferrocarriles, carriles, puertos y puertos, financiado por el Banco Asiático de Infraestructuras.

Israel se ha unido como miembro del Aib, esforzándose por promover la participación de las empresas israelíes en proyectos de infraestructura chinos y posicionar a Israel como un país de transición estratégica en las rutas comerciales de la moderna Ruta de la Seda. Mientras tanto, las empresas chinas participan en grandes proyectos de infraestructura en Israel, como el proyecto Minharot HaCarmel (túneles Carmel), la construcción y operación de los puertos de Ashdod y Haifa, así como la construcción de un estadio de fútbol y un metro ligero en Gush Dan, etc.

La reactivación económica de las relaciones entre China e Israel, junto con el estatus principal de la economía china en los últimos años, han llevado a muchas empresas y ejecutivos a reconocer el atractivo del mercado chino y la importancia de aprender sobre la economía y la cultura chinas.

Obviamente todo esto sólo puede molestar a la Administración del confuso presidente estadounidense, Joe Biden, quien también está supervisando las relaciones entre China e Israel, ya que Israel está a punto de ser considerado por la Casa Blanca como su propia semi-colonia.

Según Estados Unidos, Israel debería iniciar un replanteamiento del diálogo con la Administración de Biden que conduzca a una comprensión del patrón de relación entre Israel y China para no “dañar” los importantes intereses estadounidenses.

Las esperanzas de aquellos que pensaban que la elección de Joe Biden como presidente de Estados Unidos podría aliviar la presión transatlántica sobre Israel con respecto a China se han desvanecido. No sólo la presión no disminuirá, sino que también es probable que aumente.

La continua insistencia de la administración Trump en reducir la participación china en Israel ha sido uno de los temas clave en la agenda entre Estados Unidos e Israel en los últimos dos años. Funcionarios estadounidenses han advertido a sus homólogos israelíes que la falta de una respuesta judía socavaría seriamente la cooperación en materia de seguridad entre los dos países.

En cambio, el presidente Biden y los planes de su Administración deberían ser más cuidadosos y fomentar la cooperación entre las potencias en áreas específicas, incluida la lucha contra el cambio climático. Al mismo tiempo, durante la campaña electoral, Biden fue más amenazante que Trump en una serie de asuntos relacionados con China. Biden describió la represión de los musulmanes uigures (Weiwuer) en Xinjiang como “genocidio” y calificó al presidente Xi Jinping de “matón”. Por no hablar de los torpes epítetos del presidente contra Putin.

Después de todo, uno de los trucos torpes del presidente en la política exterior estadounidense es reconstruir las relaciones con los aliados en vista de una cruzada al estilo Salem contra China.

No hay razón para creer que la Administración de Biden no esperará de Israel lo que espera del resto de sus aliados. La ilusión de que Israel puede seguir “haciendo negocios como siempre” con China y “llevarse bien” con las demandas estadounidenses es peligrosa, porque —como ya se ha dicho— Israel no es una colonia estadounidense.

Además, los intentos israelíes de no someterse a diktats de la Casa Blanca podrían dañar no sólo las relaciones entre el gobierno israelí y la Administración estadounidense, sino también las relaciones con sus partidarios más significativos en el Senado y el Congreso, que comparten la supuesta amenaza de China a los Estados Unidos.

La evaluación de que China es un adversario duro y una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos es el único tema político-estratégico en el que demócratas y republicanos están de acuerdo.

Por esta razón, es difícil creer que Estados Unidos ignore la inversión china en la industria israelí de alta tecnología y la cooperación entre institutos de investigación israelíes y chinos en el sector de alta tecnología: Big Data, inteligencia artificial y cuestiones cibernéticas.

En términos de interés nacional de los Estados Unidos, reducir el acceso de China a tecnologías avanzadas es un tema crítico. Por lo tanto, la injerencia estadounidense en las relaciones comerciales y financieras en la industria de alta tecnología y en la cooperación para la investigación y el desarrollo entre Israel y China es probablemente sólo cuestión de tiempo.

En las dos crisis anteriores con los Estados Unidos sobre las exportaciones de defensa a China (hace unos quince y veinte años), Israel creía que se saldría con la suya; por lo tanto, trató de aplicar los acuerdos con China “y llevarse bien” con los Estados Unidos. Al final, Israel salió mal y hubo una crisis en las relaciones con Estados Unidos y China.

En la carrera por la superioridad tecnológica, los Estados Unidos podrían ver el intercambio de conocimientos y productos israelíes con China como una amenaza mucho más significativa para su seguridad nacional que los sistemas de radar y los vehículos aéreos no tripulados (UAV).

La capacidad del gobierno israelí para hacer frente a los Estados Unidos se verá gravemente dañada si su política hacia China se presenta como socavando la seguridad nacional de Estados Unidos.

En estas circunstancias, el gobierno israelí —amenazado— seguramente cambiará su enfoque de la cuestión, en lugar de esperar la presión y la esperanza de lo mejor. Israel debería iniciar un diálogo en igualdad de condiciones con la Administración de Biden para promover una comprensión del patrón de relaciones entre Israel y China para no dañar los intereses importantes de Estados Unidos. Esto podría permitir a Israel mantener un diálogo respetuoso con China sobre las futuras relaciones entre los dos países.

Como tal, esto no sería una “rendición” a los diktats estadounidenses. Si el gobierno israelí espera que Estados Unidos comience a utilizar el chantaje de los intereses israelíes frente a Irán, Israel a su vez debería mostrar consideración por los intereses estadounidenses frente a China.

Al mismo tiempo, sin embargo, Israel evaluará los objetivos y movimientos de China en la región de Próximo y Medio Oriente y desarrollará una política clara con ella, mediante el desarrollo de instrumentos y canales para lograr sus objetivos en las relaciones con China, sin dejar que los Estados Unidos pongan un palo en su rueda o corten sus alas.

En cuanto a las cuestiones relativas al escenario Irán-Israel, China ha reiterado su propuesta de celebrar una reunión internacional con la participación de todos los países implicados en el acuerdo nuclear con Irán (el Plan de Acción Integral Conjunto del 14 de julio de 2015 entre Irán y los cinco países del Consejo de Seguridad de la ONU, más Alemania y la Unión Europea), incluidos Estados Unidos, para discutir el regreso de Estados Unidos al acuerdo.

En vísperas de la primera conversación telefónica entre los presidentes estadounidense y chino (11 de febrero de 2021), tuvo lugar una reunión entre el enviado especial estadounidense sobre la cuestión iraní y el viceministro chino de Relaciones Exteriores para coordinar las medidas en este sentido. La mediación proactiva sobre la cuestión nuclear iraní puede ser parte de una amplia política china diseñada para promover la cooperación con la Administración de Biden en cuestiones de fondo para los Estados Unidos, a cambio de mantener intereses importantes para China —como las relaciones con Israel— y como parte de su posición como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU.

Pocas consideraciones son ahora apropiadas con respecto a la pandemia Covid-19. Mientras que las compañías farmacéuticas occidentales operan como entidades comerciales independientes con fines de lucro, el gobierno chino lidera y orienta los esfuerzos de investigación y desarrollo de sus propias empresas gubernamentales y privadas de la misma manera y las integra como instrumentos en sus políticas a través de visitas oficiales en el panorama internacional, acuerdos de cooperación, compromisos de vacunación o préstamos. Por lo tanto, como se muestra en el mapa de certificados de vacunación en varios países, las vacunas desarrolladas en China se encuentran entre las más buscadas.

La población urbana de Israel es concentrada y densa. Después de que estalló la pandemia, la Covid-19 se extendió más rápido. En vista de impedir su propagación, varios departamentos israelíes han reforzado la prevención y el control conjuntos. Al mismo tiempo, el gobierno israelí participa activamente en la cooperación internacional y utiliza videoconferencias para aprender de la experiencia anti-epidemia de China.

En conclusión, la diplomacia política y la atención con la que China se ocupa de todos los aspectos, que van desde asuntos exteriores hasta cuestiones de salud, dan sus frutos más que las palabras torpes que se lanzan al azar.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. El Señor Valori ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Artículo traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción.

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ISRAEL Y TURQUÍA EN BUSCA DE SOLUCIONES

Giancarlo Elia Valori*

Han transcurrido doce y once años desde los incidentes de Davos y Mavi Marmara, respectivamente, y las relaciones entre Turquía e Israel están siendo objeto de intensos esfuerzos de recuperación. Son dos importantes vecinos orientales e influyen en la estabilidad regional.

Actualmente, como en el pasado, las relaciones entre los dos países tienen una estructura basada en la realpolitik, persiguiendo así una relación de equilibrio/interés, y dependen de la cuestión palestina y de la posición de Israel como contraparte privilegiada de la Casa Blanca. Sin embargo, resumamos brevemente la historia de las relaciones turco-judías.

El primer acontecimiento importante que viene a la mente al mencionar judíos y turcos es que cuando más de 200.000 judíos fueron expulsados por la Inquisición española en 1491, el Imperio Otomano los invitó a establecerse en su territorio.

Turquía fue el primer país musulmán en reconocer a Israel en 1949. La primera misión diplomática de Israel en Turquía se inauguró el 7 de enero de 1950, pero, tras la crisis de Suez en 1956, las relaciones se redujeron al nivel de chargé d’affaires. En la segunda guerra árabe-israelí de 1967, Turquía decidió no involucrarse y no permitió que las relaciones se rompieran por completo.

La década de 1990 vio una tendencia positiva y un desarrollo en términos de relaciones bilaterales. Después de la segunda Guerra del Golfo en 1991 —que, como recordarán, siguió a la primera iraquí de 1980-1988 en la que el mundo entero estaba en contra de Irán (con la única excepción de la República Popular Democrática de Corea, Siria, Libia y el apoyo moral de la Albania de Enver Hoxha)— Turquía estaba en el centro de la política de seguridad en la región. En ese contexto, las relaciones entre Turquía e Israel se reavivaron seriamente.

En 1993, Turquía mejoró las relaciones diplomáticas con Israel a nivel de embajadores. La firma de los Acuerdos de Oslo entre Palestina e Israel condujo a relaciones más estrechas. El acuerdo de cooperación militar de 1996 fue firmado entre los dos países en la lucha contra el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en Turquía, que proporcionó un importante apoyo logístico y de inteligencia a ambas partes.

En la década de 2000, hubo un nuevo acercamiento con Israel, debido a la política de “cero problemas con los vecinos” promovida por el Partido de la Justicia y el Desarrollo de Erdoğan. Todavía recuerdo el número 3/1999 de la revisión italiana de la geopolítica «Limes» titulada “Turquía-Israel, la Nueva Alianza”.

En 2002, una empresa israelí emprendió el proyecto de modernizar doce tanques M-60 pertenecientes a las fuerzas armadas turcas. En 2004, Turquía acordó vender agua a Israel desde el río Manavgat.

La visita del Primer Ministro Erdoğan a Israel en 2005 fue un punto de inflexión en términos de mediación entre Palestina e Israel y un mayor avance de las relaciones bilaterales. En 2007, el presidente israelí Shimon Peres y el presidente palestino Mahmud Abbas hablaron en la Gran Asamblea Nacional turca con un día de diferencia. Las visitas de alto nivel desde Israel continuaron.

El 22 de diciembre de 2008, el Primer Ministro israelí Ehud Olmert fue a Ankara y se reunió con el Primer Ministro Recep Tayyip Erdoğan. En esa reunión, se lograron progresos significativos con respecto a la mediación de Turquía entre Israel y Siria.

Aparte de los incidentes antes mencionados, el deterioro de las relaciones turco-israelíes se produjo cinco días después de la reunión antes mencionada, es decir, la Operación “Plomo Fundido” contra Gaza el 27 de diciembre de 2008. Después de ese evento, las relaciones entre las dos partes nunca fueron las mismas que antes.

Recientemente, sin embargo, ambos países han hecho declaraciones de buena voluntad para normalizar las relaciones políticas. En diciembre de 2020, el Presidente Erdoğan declaró que quería mejorar las relaciones con Israel y dijo: “No es posible que aceptemos la actitud de Israel hacia los territorios palestinos. Este es el punto en el que nos diferenciamos de Israel, de lo contrario, nuestro corazón desea mejorar nuestras relaciones con él también”.

En sus relaciones con Israel, Turquía está planteando la cuestión palestina como una condición. Cuando lo miramos desde la perspectiva opuesta, la cuestión palestina es un asunto vital para Israel. Por lo tanto, es un grave obstáculo para las relaciones.

Por otro lado, muchas cuestiones regionales como el Mediterráneo oriental, Siria y algunas cuestiones de seguridad en la región requieren la cooperación de estos dos países clave. Por esta razón, está claro que ambas partes desean al menos poner fin a la crisis, reducir la retórica a nivel de liderazgo y centrarse en la cooperación y las áreas de realpolitik.

En los próximos meses, sin duda se harán esfuerzos para lograr un equilibrio entre estas intenciones y las condiciones que hacen necesario reiniciar las relaciones bilaterales con Israel en igualdad de condiciones. A medida que la mejora de las relaciones con Israel también influirá positivamente en las relaciones de Turquía con los Estados Unidos.

Turquía busca evitar que Estados Unidos y la UE impongan sanciones que podrían llegar a aumentar la retórica neo-otomana antioccidental, mientras que la mejora de las relaciones con Israel podría ofrecer un resultado positivo no sólo para evitar los daños antes mencionados, sino también para resolver las cuestiones turcas relacionadas con el Mediterráneo oriental, las aguas territoriales, Libia y Siria. Turquía no tiene intención de dar marcha atrás en este tipo de cuestiones que considera vitales. Todo lo contrario. Le gustaría transmitir mensajes positivos a nivel de conversaciones y cumbres.

Otra cuestión importante de fricción entre Turquía e Israel es el uso de petróleo y gas en las reservas del Mediterráneo oriental entre Egipto, Israel, Grecia y Chipre (Nicosia).

Este enfoque excluye a Turquía. Los Estados Unidos y la UE también apoyan firmemente la situación actual (que abordamos en un artículo anterior) por la razón adicional de que Francia ha sido incluida en la ecuación.

La alineación de fuerzas y frentes en estas áreas marítimas también fue ampliamente vista durante la guerra civil en Libia, donde Turquía, Egipto, los Emiratos Árabes Unidos, Francia, así como otros actores como Rusia, Italia, etc. entraron en escena.

En última instancia, un punto de contacto entre Turquía e Israel es el papel de mediación que el primero podría desempeñar en las relaciones entre Irán e Israel, especialmente después de la mejora de las relaciones turco-iraníes.

De hecho, tras el ataque aéreo estadounidense en Bagdad —que mató al general iraní Qassem Soleimani el 3 de enero de 2020—, el Ministro de Relaciones Exteriores turco declaró que la acción estadounidense aumentaría la inseguridad y la inestabilidad en la región. También informó de que Turquía estaba preocupada por las crecientes tensiones entre Estados Unidos e Irán que podrían convertir a Irak de nuevo en una zona de conflicto en detrimento de la paz y la estabilidad en la región. También hubo una llamada telefónica de condolencia del presidente Erdoğan al presidente iraní Rouhani, instándole a evitar una escalada conflictiva con Estados Unidos después del ataque aéreo.

En consecuencia, es de interés del presidente turco mantener un canal abierto con Irán, para que él mismo pueda suavizar las tensiones mutuas entre Israel e Irán, y —a su vez— la diplomacia israelí puede influir en las decisiones del presidente Biden, aunque menos pro-Israel que las de Donald Trump.

Se sabe que Turquía tiene muchos problemas de relación con Estados Unidos —especialmente después del intento de golpe de Estado del 15 al 16 de julio de 2016 e incluyendo la mencionada cuestión petrolera— y se da cuenta de que sólo Israel puede resolver la situación sin problemas.

De hecho, las relaciones entre Israel y Estados Unidos no están en su mejor momento como lo estuvieron bajo el presidente Trump. El Presidente Erdoğan parece desconocer este hecho, pero de hecho el presidente turco sabe que la única voz que la Casa Blanca puede escuchar es la de Israel, y ciertamente no la de las monarquías del Golfo, actualmente en desacuerdo con Turquía.

Israel mantiene un perfil bajo ante las declaraciones del presidente Erdoğan con respecto a los palestinos —ya que considera que son consecuentes—, así como en relación con una serie de actitudes claramente antisionistas del pueblo turco.

Sin embargo, estamos seguros de que las declaraciones de apertura y aquiescencia israelíes del presidente Erdoğan seguramente darán resultados concretos.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales y ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Artículo traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción.

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