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DESDE LA REVOLUCIÓN CHINA DE 1911 HASTA LA EXCLUSIÓN DE LA ONU (1949-1971)

Giancarlo Elia Valori*

1949. Mao Zedong proclamando la República Popular.

El despertar chino fue uno de los eventos centrales en la historia de la historia del siglo XX. En la penúltima década del siglo XIX, el capitalismo occidental penetró en China: los productos industriales baratos dañaron las artesanías e industrias locales. La decadencia social y el aumento de la pobreza se vieron agravados por la hambruna y las inundaciones en las zonas rurales muy pobladas. En las ciudades portuarias en expansión, se formaron un proletariado revolucionario y una inteligencia. El trabajo de traductores como Yan Fu (1854-1921) puso en contacto a los intelectuales chinos con el pensamiento occidental moderno y contemporáneo.

Estadistas como Kang Youwei (1858-1927) y Liang Qichao (1873-1929) influyeron en el emperador Guangxu (emperador de 1875 a 1908). Sus reformas fueron contrarrestadas por un golpe de estado reaccionario el 21 de septiembre de 1898 por la emperatriz viuda Cixi (regente de 1861 a 1908), tía del emperador, que puso fin a la Reforma de los Cien Días. El emperador fue puesto bajo arresto domiciliario; los reformadores fueron ejecutados y el movimiento xenófobo Bóxer fue alentado.

La presión extranjera y la impotencia política interna condujeron en 1905 a la abolición del antiguo sistema basado en los exámenes estatales para la admisión al Servicio Civil y a la renovación y modernización de la defensa dirigida por el general Yuan Shikai (1859-1916). Las potencias occidentales, incluida Italia, intervinieron en los asuntos internos chinos.

El 20 de agosto de 1905, el doctor Sun Zhongshan (Sun Yat-sen, 1866-1925) fundó —en Tokio— la Alianza Revolucionaria China (Tongmenghui), un movimiento que en su programa preveía los tres principios del pueblo: unidad del pueblo (nacionalismo); los derechos del pueblo (democracia); bienestar del pueblo (socialismo). Fue difundido por los chinos de ultramar, por estudiantes y escuelas misioneras, y se extendió por toda la patria. El 10 de octubre de 1911, el conjunto correcto de condiciones convirtió una revuelta en Wuchang en la Revolución China. Para compensar las pérdidas, la corte Qing respondió positivamente a una serie de demandas para convertir el gobierno imperial autoritario en una monarquía constitucional. Yuan Shikai fue nombrado como el nuevo Primer Ministro, pero antes de que pudiera recuperar las áreas conquistadas por los revolucionarios, las provincias comenzaron a declarar su lealtad a la ARC. En el momento del levantamiento, Sun Zhongshan estaba en los Estados en un viaje de recaudación de fondos. Fue primero a Londres y luego a París para asegurarse que ningún país financiara o sostuviera militarmente al gobierno manchuriano de la dinastía Qing (1644-1912). Sun Zhongshan retornó a China shortly poco después. Mientras los revolucionarios conquistaron Nanking, la antigua capital de la dinastía china Ming (1368-1644).

Delegados de diecisiete provincias llegaron para la primera Asamblea Nacional, que eligió a Sun Zhongshan como presidente provisional el 29 de noviembre de 1911. El 1º de enero de 1912 proclamó la República de China. El cielo había retirado el mandato de los Qing.

La reacción internacional a la revolución fue cautelosa. Durante el levantamiento, los países con inversiones en China se mantuvieron neutrales, aunque ansiosos por proteger los derechos de los tratados injustos logrados con los Qing a través de la Primera y Segunda Guerra del Opio. Los Estados Unidos, sin embargo, apoyaron en gran medida el proyecto republicano, y en 1913 Washington fue una de las primeras capitales en establecer relaciones diplomáticas plenas con la nueva República. El Reino Unido, los imperios japonés y ruso, etc. siguieron su ejemplo.

Sun telegrafió a Yuan Shikai, prometiendo que si aceptaba el establecimiento de la República, sería nombrado Presidente. Esto se hizo para ganar el apoyo de los militares para la causa de la unidad nacional. Yuan Shikai aceptó, lo que obligó a la corte a darle la autoridad para formar un gobierno republicano. El 12 de febrero de 1912 reconoció la abdicación del emperador de seis años Pu Yi (más tarde emperador del estado títere projaponés de Manchukuo de 1934 a 1945). Veremos más adelante por qué Yuan necesitaba el llamado “permiso continuo”.

Mientras tanto, Mongolia Exterior (el Estado actual) había declarado su independencia (julio de 1911) —y también el Tíbet (1912)— reconocido a través de la inicua Convención de Simla (3 de julio de 1914). Aunque el nuevo gobierno creó la República, no unificó el país bajo su control. La retirada de los Qing llevó a un vacío de poder en algunas regiones. El 25 de agosto de 1912 Sun Zhongshan y Song Jiaoren (nacidos en 1882) fundaron el Guomindang (GMD), el Partido Nacionalista Chino derivado de la ARC. En las elecciones de diciembre de 1912-enero de 1913 (en las que votó el 5% de la población china) el GMD ganó el 45,06% de los escaños en la Asamblea Nacional.

Yuan Shikai probablemente hizo asesinar a Song Jiaoren el 22 de marzo de 1913. Más tarde, confiando en 223 miembros de la AN de 870 (que habían creado el Partido Progresista, Jinbudang), despidió a los gobernadores provinciales de GMD o los obligó a jurar lealtad. Esto fue seguido por la Segunda Revolución (julio-septiembre de 1913), que fue suprimida por el gobierno.

El 20 de noviembre de 1915 se declaró el fin de la República de China y el regreso del Imperio. El 12 de diciembre de 1915, Yuan se proclamó emperador con el nombre de Hongxian. Ya el 25 de diciembre de 1915, se expresó la desaprobación pública y la aversión de la gente a la monarquía. Japón retiró su apoyo al príncipe Yuan. Algunas provincias, bajo el liderazgo del gobernador de Yunnan, Cai E (1882-1916), se rebelaron contra el nuevo emperador, que renunció a la ceremonia de juramentación y renunció a su título el 22 de marzo de 1916. Murió el 6 de junio de 1916.

China entró en la Primera Guerra Mundial el 14 de agosto de 1917, declarando la guerra a Alemania, e inmediatamente ocupó Qingdao, la mayor base naval alemana en el extranjero, ubicada en la península de Shandong. La muerte de Yuan Shikai empeoró la crisis china, continuando el proceso de fragmentación territorial. La cuestión de que los gobernadores provinciales fueran militares y controlaran directamente sus propios ejércitos sentó las bases para el período de los señores de la guerra. Tales “señores feudales” a menudo administraban sus territorios sin reconocer al gobierno en funciones. Los numerosos generales del ejército del norte trataron de poner al gobierno de Beijing bajo su égida. Por otro lado, la injerencia de los Estados —que tenían las finanzas del gobierno en sus propias manos, recaudando directamente los derechos de aduana y otorgándolos gradualmente al gobierno “legítimo” reconocido después de deducir las asignaciones y los intereses— empeoró los sangrientos conflictos internos. Cada potencia deseaba imponer su autoridad a China en detrimento de otros extranjeros y por esa razón sostenían a uno u otro de los diferentes señores de la Guerra.

Cuando la Conferencia de Versalles (18 de enero de 1919 – 21 de enero de 1920) asignó las bases alemanas de Shandong a Japón, con el aval del gobierno de Beijing, las corrientes intelectuales, literarias y políticas del 4 de mayo de 1919 lanzaron una serie de protestas, a los que también se sumaron propietarios de pequeñas y medianas empresas, así como trabajadores. Los organizadores se refirieron al Movimiento de la Nueva Cultura, que se había originado en 1915 y se había desarrollado en la Universidad de Beijing, donde se ensalzaba la importancia de la ciencia y la democracia, rechazando así la cultura tradicional de China. Según la historiografía china, el Movimiento del Cuatro de Mayo marcó el comienzo de la historia contemporánea. Los acontecimientos se sucedieron rápidamente. Sun Zhongshan estableció el gobierno militar en Guangzhou (Cantón, 1921-25). Después de su muerte, el gobierno nacional se trasladó más tarde a Wuhan (1925-27), bajo el liderazgo de la estrella en ascenso Jiang Jieshi (Chiang Kai-shek, 1887-1975).

El Partido Comunista de China (PCCh) fue fundado el 1º de julio de 1921. En 1924 las buenas relaciones entre la Unión Soviética y el GMD llevaron al PCCh a crear un frente unido con el GMD. En 1926 Jiang Jieshi lanzó una exitosa expedición contra los señores de la guerra del norte. En 1927 trasladó su gobierno a Nanking, rompió la alianza con el PCCh y reprimió sangrientamente a los comunistas con la masacre de Shanghai y las revueltas campesinas de Guangzhou. En 1928 reunificó la mayor parte del país. Jiang Jieshi centralizó los cinco poderes (ejecutivo, legislativo, judicial, de investigación y control) en un Consejo de Estado bajo su liderazgo. El 1º de agosto de 1927, el PCCh fundó el Ejército Rojo como una forma de defensa contra los ataques del GMD.

En 1931 se produjo el período del llamado “gobierno formativo”: con el apoyo anglo-estadounidense, se recuperaron las concesiones extranjeras; se abolieron los privilegios de extraterritorialidad y se eliminaron las tareas domésticas; se mantuvieron las concesiones extranjeras en Shanghai y el control extranjero de los derechos portuarios. El gobierno se convirtió en una dictadura militar.

El 19 de septiembre de 1931 Japón atacó Manchuria. El 7 de noviembre del mismo año el PCCh estableció la República Soviética China en Jiangxi, con Mao Zedong (1893-1976) como Primer Ministro. En diciembre de 1930 la guerra civil había comenzado. Cinco campañas de aniquilación contra los comunistas bajo Jiang Jieshi terminaron en octubre de 1933 con los rojos siendo aplastados. Desde octubre de 1934 hasta el mismo mes del año siguiente, los Rojos lanzaron la legendaria Larga Marcha de los Diez Mil Li (Changzheng) para pasar del entonces indefendible Jiangxi a Shaanxi. Doce mil kilómetros impermeables cubiertos por el Ejército Rojo (más tarde el Ejército Popular de Liberación). Cien mil se fueron contra 400.000 y solo 20.000 llegaron a su destino.

En 1936 Jiang Jieshi alcanzó la cima de su poder, controlando 11 de las 18 provincias de China. Pero el 7 de julio los japoneses atacaron China. En 1937 hubo un nuevo acuerdo entre comunistas y nacionalistas para combatir a Japón, el Sol Naciente. El gobierno de GMD se mudó de Nanking a Chongqing. Más tarde, una vez que había caído en manos de los japoneses, el gobierno colaboracionista de Wang Jingwei (1883-1944), un ex miembro de GMD, cobró vida allí. En 1941, Jiang Jieshi, seguro de la derrota de Japón debido a la entrada de sus aliados estadounidenses en la guerra, una vez más rompió el acuerdo con los comunistas. En China hubo tres guerras al mismo tiempo: el GMD contra el PCCh, y ambos por separado contra los ocupantes y el gobierno títere. Japón se rindió y capituló el 9 de septiembre de 1945.

Después del final de la ocupación japonesa, la economía china estaba en muy mal estado. Con el apoyo de Estados Unidos, las tropas del GMD ocuparon las grandes ciudades, pero no pudieron mantener el orden. El 14 de agosto de 1945 se firmó un tratado de amistad y alianza con la Unión Soviética, que retuvo, entre otros, Lushunko (Port Arthur, que estuvo bajo administración soviético-japonesa hasta 1953 y más tarde regresó a la República Popular de China). Las negociaciones entre nacionalistas y comunistas para un gobierno de coalición fracasaron. Hubo una lucha renovada entre las dos facciones. En 1947 la guerra civil se intensificó. Con la ayuda de Estados Unidos, los nacionalistas mantuvieron el poder en vastos territorios, pero las tropas comunistas lograron nuevos éxitos.

En la víspera del 1º de mayo de 1948, el Comité Central del PCCh hizo un llamamiento para convocar una nueva conferencia después del fracaso de la anterior. De hecho, el 10 de octubre de 1945, después de la derrota de Japón, Mao Zedong y Jiang Jieshi se reunieron y acordaron la reconstrucción del país y la convocatoria de una conferencia política consultiva. Se inauguró el 10 de enero de 1946 y contó con la participación de siete delegados del PCCh, nueve del GMD, nueve de la Liga Democrática, cinco del Partido de la Juventud y nueve independientes.

Después de alcanzar el acuerdo del 25 de febrero de 1946, la Conferencia se estancó en julio cuando Jiang Jieshi lanzó una ofensiva a gran escala contra los territorios comunistas con 218 brigadas: el verdadero comienzo de una nueva guerra civil. En diciembre de 1947, sin embargo, Mao anunció que 640.000 soldados nacionalistas habían sido asesinados o heridos y más de un millón habían depuesto las armas.

El llamamiento del 30 de abril de 1948 fue apreciado e inmediatamente repetido por los partidos democráticos, las organizaciones populares, las personalidades no pertenecientes al movimiento y los chinos de ultramar.

El 5 de mayo, hubo saludos de líderes de varios partidos democráticos, incluidos Li Jishen (1885-1959) y He Xiangning (1879-1972) del Comité Revolucionario del GMD, un movimiento distinto del GMD como tal (el primero era su Presidente). Luego Shen Junru (1875-1963) y Zhang Bojun (1895-1969) de la dirección de la Liga Democrática; Ma Xulun (1885-1970) y Wang Shaoao (1888-1970) de la Asociación China para la Promoción de la Democracia; Chen Qiyou (1892-1970) del Partido de la Justicia; Peng Zemin (1877-1956) del Partido Democrático De Campesinos y Trabajadores de China; Li Zhangda (1890-1953) de la Asociación de Salvación Nacional; Cai Tingkai (1892-1968) del Comité de Promoción de la Democracia del GMD, y Tan Pingshan (1886-1956) de la Federación de Camaradas de Sanminzhuyi (los Tres Principios del Pueblo).

También Guo Moruo (1892-1978), una persona sin afiliación partidista, envió un telegrama conjunto desde Xianggang (Hong Kong) al Comité Central del PCCh, Mao Zedong y toda la nación apoyando el llamado de los comunistas.

Mientras tanto, la Asociación para la Promoción de la Democracia y la Sociedad Jiu San (3 de septiembre), que habían establecido su sede en áreas bajo la regla GMD, celebraron reuniones secretas de sus comités centrales para dar la bienvenida al documento del PCCh.

Mao Dun (1896-1981), Hu Yuzhi (1896-1986), Liu Yazi (1887-1958), Zhu Yunshan (1887-1981) y 120 demócratas emitieron un comunicado conjunto expresando su acuerdo con la posición del PCCh.

Además, 55 líderes de los partidos democráticos y personas de fuera del partido emitieron comentarios conjuntos sobre la situación política de China, declarando: “[…] durante la Guerra Popular de Liberación, estamos dispuestos a contribuir y cooperar en el diseño de programas bajo el liderazgo del PCCh, esperando promover el rápido éxito de la Revolución Democrática Popular China para la próxima fundación de una Nueva China independiente, libre, pacífica y feliz”.

La Conferencia celebró su primera sesión plenaria en Beijing del 21 al 30 de septiembre de 1949. Asistieron un total de 622 representantes. Fueron enviados por el PCCh, por partidos democráticos, personalidades independientes; organizaciones de masas y regionales, el Ejército Popular de Liberación, minorías étnicas, chinos de ultramar, demócratas patrióticos y grupos religiosos.

La primera sesión ejerció las funciones de una Asamblea parlamentaria, legislativa y constitucional de pleno derecho del naciente Estado hasta 1954, cuando se eligió la primera Asamblea Popular Nacional. El Comité Central del PCCh aprobó la Constitución Provisional (programa común del CCPCC), la Ley Orgánica del CCPCC y la Ley Orgánica del Gobierno Popular Central. Eligió Beijing como la capital del país. Estableció la bandera roja de cinco estrellas (Wu Xing Hong Qi) como la bandera nacional: el rojo representaba la revolución; la gran estrella representaba al PCCh; las otras estrellas representaban a las clases sociales: obreros, campesinos, clase media baja y capitalistas (clase media nacional). Adoptó la Marcha de los Voluntarios (Yiyongjun Jinxingqu) como himno nacional y optó por el calendario gregoriano. En la sesión se eligió al Comité Nacional del CCPCC y al Consejo Central de Gobierno Popular del Estado. El 1º de octubre, a través de Mao, el presidente de NC, proclamó la República Popular de China.

El gobierno y el ejército de GMD huyeron a Taiwán. Jiang Jieshi fue derrotado precisamente porque no pudo ofrecer a su país un futuro de independencia de las potencias imperialistas a las que estaba vinculado, comenzando por los Estados Unidos.

Cuando el Cielo retiró el mandato también de la República burguesa, fue un cambio cíclico en la historia universal, comparable sólo a 1789 y 1917. Las maniobras de los enemigos de la República Popular excluyeron más tarde a ochocientos cuarenta y un millón de chinos de las Naciones Unidas hasta 1971.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción.

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SCRAMBLED EGGS

F. Javier Blasco*

Expresión inglesa para denominar lo que en España llamamos huevos revueltos o revuelto de huevos que, a diferencia de una corriente tortilla, conocida en nuestras cocinas como francesa, en la que las partes del huevo se unifican previamente antes de ser cocinadas en la sartén, en este caso, se hace sobre la marcha en un recipiente caliente, sin llegar a ser una pasta unida y fina, sino rugosa, nada compacta, fácil de romperse y en donde se aprecian las partes del huevo bien diferenciadas.

Valga este símil para definir la situación en la que ahora nos encontramos, de forma demasiado generalizada en los aspectos político, económico, social, religioso y también, en las propias relaciones internacionales.

La vida y sus consecuencias en la mayor parte del mundo y en España con alta nota, se han convertido en un totum revolutum donde nada ni casi nadie, cumple con su papel. Se ha dado un vuelco a todo, no hay un gobierno, legislación, estamento, organización internacional, alianza o tratado que cumpla con su deber limpia y concretamente.

Ya son muchos los primeros ministros o presidentes de los gobiernos que incumplen la Ley con toda impunidad; algunos juegan al escondite con sus electorados y otros solo buscan perpetuarse a costa de cualquier mal trato o incluso traicionar al Estado al que representan, a sus ciudadanos o a sus tradiciones.

La arbitrariedad de las acciones de los dictadores o aspirantes a ello, es tan clara y patente, que cada vez va tomando un mayor cariz hacia la perversidad, porque la debilidad de la mal llamada Comunidad Internacional, es cada día mayor por la incompetencia de los mandatarios, la debilidad de las instituciones internacionales o el miedo a meterse en problemas mayores que le puedan acarrear graves consecuencias.

Hemos llegado al cambio y momento en el que se ha hecho una gran realidad aquella famosa expresión “Laissez faire et laissez passer, le monde va de lui même”; «Dejen hacer y dejen pasar, el mundo va solo o por sí mismo», usada por primera vez por el francés Vincent de Gournay, fisiócrata del siglo XVIII, contra el intervencionismo del gobierno en la economía. Pero, en esta ocasión hemos trasladado la teoría y el mensaje a toda actividad interna o externa.

Es como si nada cumpliera su papel, todo está mezclado, nada es compacto y homogéneo. Al contrario, es amorfo, débil y demasiado frágil por lo que en cualquier momento o al menor vaivén, se puede romper en muchos pedazos.

Hace algo más de un año que fuimos testigos de la toma de la cuna de la democracia norteamericana por una turba azuzada por el propio presidente saliente, sin que de momento pase nada, salvo a unas cuantas cabezas de turco, que firmemente le creyeron y se han quedado con la brocha en la mano, mientras les quitaban la escalera en la que alegremente se habían subido por su fanatismo y pocas entendederas.     

Llevamos dos años de pandemia con millones de muertos, los hospitales desbordados y aún quedan cientos de miles, por no decir millones de negacionistas, que con sus teorías tratan de revolverlo todo, parar la economía y llegar a tumbar los pilares más sólidos de la salud mundial, a nada que aumente su poder y se generalice más su presencia.

La economía da unos vaivenes increíbles que arrastran a millones de personas al paro, se cierran miles de empresas cada hora y desaparecen negocios e ilusiones forjados con espíritu y esfuerzo que nunca se volverá a recuperar por mucha ayuda que intentemos insuflar.

Tenemos a gobiernos de manipuladas y tan irreconocibles izquierdas, que negocian y se apoyan con y en los principales enemigos de sus estados, con auténticos asesinos, y reprochan a la oposición que se agrupen para hacerles frente, denunciando la paja en el ojo ajeno y obviando la viga en el propio. 

Las encuestas demoscópicas han perdido todo su valor o se fabrican exprofeso para engañar al incauto, captar al indeciso, comprar voluntades o son tan imprecisas, que no aciertan en sus predicciones; y ahora, tras el fiasco en Portugal, hasta las cambian a los pocos días de celebrarse los comicios, por aquello de asustar al votante o acertar siempre, pase lo que pase en la jornada electoral.

En varias partes del mundo, y en España particularmente, gran parte de los tribunales de Justicia o elementos para el arbitrio de los valores y principios, casi toda la Abogacía del Estado y sin paliativos, la misma fiscalía general andan despistadas, anuladas, compradas o totalmente desnortadas.

Casi todo en ellos, es un trágala indecente, una forma de mirar para otro lado, dejar que pase el chaparrón y no darse por enterado cuando el propio gobierno les pone a parir, no acepta sus decisiones o cambia las leyes para que todo lo que antes era blanco, ahora sea negro para alcanzar un sucio objetivo sin miramientos ni preocupación.   

No hay tiempo para el reproche de la corrupción, cada día más generalizada, que campa a sus aires y nadie la para. Solo persisten aquellos que otrora eran y siguen siendo grandes escándalos sonados e incluso causa o motivo para fundamentar una falsa moción de censura; pero, ahora los nuevos casos, cómo los protagonistas son del otro bando, no suponen la menor crítica ni inquietud en la ciudadanía ni en la mayoría de los medios de comunicación.

Se ofende y se ataca a la Iglesia como si fuera la única responsable de pederastia, abusos de todo tipo o acaparamiento de propiedades y poder; cuando, si bien tiene su gran parte de culpa y ha vivido siglos demasiado bien, no es la única institución que merece un castigo y cierto tipo de revisión por su mala gestión al ocultar determinadas crisis sin parangón.

Hoy en el mundo cualquiera hace demostraciones de fuerza, amenaza al vecino con invadirle o se ríe de la comunidad mundial, sin que le pase nada. La ONU no es ni sombra de lo que fue, un mastodóntico instrumento en manos de un podrido e inoperante CSNU con un inventado derecho de veto para los siete mayores truhanes de la historia.

La OTAN se ha convertido en un club de perros ladradores, que amenazan, amagan, pero que nunca muerden y dispuestos a sacar la bandera blanca a la menor amenaza, porque no tiene capacidades ni voluntad propias y está en manos de los que buscan solventar sus propios problemas e intereses, que cada vez más frecuentemente, están muy lejos de los confines o las ideas de la misma Alianza.

La UE en la arena internacional, ni está ni se le espera; porque no tiene entidad militar suficiente, no hay un líder adecuado o capaz de manejar este cotarro y sólo demuestra algo de valía para cuestiones económicas, aunque a veces se ejecuten sin el debido control y concierto.

Los sátrapas y tiranos del mundo proliferan como las setas; lanzan misiles cada semana; aumentan sus armas nucleares; amenazan al mundo o, la nueva moda; cambian la historia, ofenden al que de siempre era su amigo del alma y ahora, tras más de doscientos años de independencia, le acusan de tirano, explotador y asesino de su propia cultura; cuando, de no haber sido por aquellos, muchos de estos que ahora despotrican, seguirían con taparrabos y comiéndose unos a otros, tal y como siempre fue su historia.

Hay iluminados y fantasiosos que, en busca de popularidad, no dudan en llevar a su país a la bancarrota, le sacan de la UE, le llevan al caos y a la pobreza y además de reírse de sus ciudadanos por tamaña vileza, incumplen sus obligaciones personales en mitad de la pandemia y no les pasa nada más que un simple mal trago, que pronto se pasará como ocurre con todo en este mundo desnortado y dirigido por pequeños cerebros, por incapaces o terroríficos malvados en busca de grandeza.

En fin, el mundo está revuelto, muy revuelto y lo malo de todo esto es que cada día hay más hambre, más diferencias entre la gente y son los bolsillos de los ciudadanos los que pagan estas “grandes proezas” y sus consecuencias, pero, como si fuéramos borregos, ninguno es capaz de poner sus pies en pared y salir a la calle a decir basta ya, esto es un atraco y una gran torpeza.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

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LÍNEAS ROJAS, UCRANIA Y LA OTAN

Marcos Kowalski*

En un artículo de este autor de hace un tiempo se dijo: “La zona más complicada para las hipótesis de conflicto de Rusia es la llamada llanura europea, que se extiende desde los Países Bajos hasta los montes Urales una especie de embudo de oeste que se va ensanchando hacia el oeste alcanzando más de 2.000 Km cuando llega a la frontera rusa, convirtiendo dicho límite en una zona expuesta de grandes dimensiones”[1].

Recordemos que los sujetos del Derecho Internacional Público son las Naciones, los países. Y que a los efectos de preservar la paz y tras la creación en 1945 de la Organización de las Naciones Unidas (UN) se determinó que es el Consejo de Seguridad de ese organismo internacional, el único órgano autorizado para usar la fuerza. Pero la Carta de las Naciones Unidas plasmó en su artículo 51 el derecho a la legítima defensa de los Estados, es aquel que permite responder a los ataques militares de otro país para evitar más daños, asegurando, de esa forma, que los países pudieran protegerse a tiempo sin esperar una resolución del Consejo de Seguridad de la UN.

En teoría, el derecho de legítima defensa es subsidiario y provisional. El país afectado debe comunicar al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas las actividades que llevará a cabo y las mantendrá hasta que el organismo retome el control de la situación.

Una vez el Estado da el aviso, el órgano aprueba una resolución contra el país atacante siempre que los cinco miembros permanentes (Francia, el Reino Unido, Estados Unidos, China y Rusia) voten a favor. De lo contrario, el veto de cualquiera de ellos impedirá cualquier intervención. La legítima defensa nació precisamente para esquivar esta previsible parálisis.

El Consejo de Seguridad puede sancionar una aplicación de la legítima defensa que no atienda al requisito de necesidad, pues el Estado infractor habría usado la fuerza sin causa justificada. Sin embargo, si uno de sus cinco miembros permanentes realiza estas acciones, estas quedarían impunes con su veto a cualquier resolución condenatoria.

Por eso decimos que en teoría y mientras no se modifique la estructura del Consejo de Seguridad, un Estado puede invocar la legítima defensa solo cuando sea necesario, es decir, cuando un ataque extranjero en curso atente contra su integridad territorial o independencia política. Se aplica en caso de una agresión que comprenda acciones como la invasión, el asalto a buques, tropas o aeronaves, o el ataque a las fuerzas armadas.

Deja fuera otras acciones hostiles, como el bloqueo económico o los ciberataques y otras agresiones. Además, el contraataque del Estado víctima tiene que ser proporcional a la acción inicial y, si es posible, evitar usar la fuerza. En ningún caso podrá actuar con otra finalidad que la de protegerse, como aprovechar para conseguir nuevos territorios u otro tipo de beneficio.

El principio, el derecho de legítima defensa de las Naciones, puede activarse de forma individual si la aplica solo un Estado, o de forma colectiva, si varios países recurren a la fuerza para auxiliar al que ha sufrido el ataque. Para que esto suceda, es necesario que el país víctima solicite ayuda militar a sus aliados, pero también es habitual que se celebren tratados multilaterales sobre asistencia recíproca en materia de defensa, como el pacto que rige la Organización del Tratado Atlántico Norte o el más reciente AUKUS.

Con el tiempo, el uso de la figura ha cambiado, en especial tras los ataques del 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos. Los atentados mostraron una nueva amenaza internacional y abrieron la veda para invocar la legítima defensa contra agentes no estatales, sobre todo grupos terroristas.

Esta interpretación tiene cabida cuando las agresiones militares de grupos armados se producen bajo las órdenes, control o financiación del Estado, y por tanto se les atribuyen. Es la variante que aplicó Estados Unidos en 2001 para invadir Afganistán en su guerra contra el terror de los talibanes. Estos formaban parte del aparato estatal y protegían en su territorio a los terroristas de Al Qaeda, el grupo de yihadistas responsable del atentado.

Mientras tanto, países como Rusia o Irán defienden el derecho a invocar la legítima defensa también ante sospechas fundadas de una agresión inminente. Ese principio de legítima defensa preventiva es el que aplicó Estados Unidos al invadir Irak en 2003. La Administración de George Bush argumentó entonces que el régimen de Sadam Hussein tenía armas de destrucción masiva listas para atacar a la superpotencia, aunque estas nunca se encontraron.

A pesar que La Corte Internacional de Justicia rechaza este principio porque elimina el requisito de necesidad y abre la puerta a ataques arbitrarios o desproporcionados, en enero de 2020 la Administración de Donald Trump reactivó la defensa preventiva para asesinar al general iraní Qasem Soleimani ante el temor de que estuviese desarrollando planes para atacar a militares y diplomáticos estadounidenses en Irak.

Es por eso que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, criticó el formato actual del Consejo de Seguridad de la ONU. Según él, “el mundo es más grande que cinco” y “el destino de la humanidad no debe dejarse a merced de un puñado de países que ganaron la Segunda Guerra Mundial”, lo cual, afirma Erdogan, es una “injusticia del sistema global”.

Debemos convenir que todos tenemos puntos a no ceder en nuestra vida cotidiana; podemos, y de hecho lo hacemos, ceder en muchos de nuestros principios, ideas o puntos de vista, pero seguramente ni cambiaremos ni cederemos ante ataques a nuestra propiedad, pertenencia o a nuestra Fe, esto también es válido para la geopolítica.

Las naciones que, como dijimos, son sujetos del Derecho Internacional, tienen, además de sus límites geográficos, limites políticos, ideológicos o religiosos, una idiosincrasia nacional, una cultura y un inconsciente colectivo y todo eso es lo que hoy dice el presidente ruso Vladímir Putin, que Rusia no cederá y denomina “línea roja”.

En los últimos tiempos Joe Biden y Vladímir Putin muestran sus líneas rojas ante las negociaciones de enero. El presidente de Estados Unidos amenaza con sanciones a Rusia si interviene en Ucrania y Moscú; recuerda que considerará una agresión cualquier avance militar en el este de Europa. El problema que comenzó en el 2014 con la anexión de Crimea y el auspicio ruso a la rebelión del este ucranio, la región del Donbáss, contra Kiev por parte de Rusia, se agudiza día a día.

Rusia ya ha presentado sus exigencias para lograr lo que considera que son “garantías de seguridad”. Estas propuestas fueron publicadas por el Ministerio de Asuntos Exteriores el 17 de diciembre de 2021 y el silencio de Washington en los días siguientes impacientó al Kremlin.

Hace unos días, Putin celebró un encuentro con la cúpula del ejército en la que amenazó con tomar “medidas de represalia técnico-militares” si la OTAN protegía a Ucrania, entre otros países que Moscú considera bajo su órbita. “Necesitamos garantías vinculantes a largo plazo (…). Sabemos que, incluso con garantías legales, no se puede creer en Estados Unidos porque se retira con facilidad de los acuerdos internacionales”, advirtió a sus altos mandos Putin, comandante en jefe de la Federación de Rusia.

El Ministerio de Asuntos Exteriores ruso difundió un borrador con sus propuestas “para prevenir actividades militares peligrosas y reducir la probabilidad de incidentes entre sus fuerzas armadas”. Según la propuesta rusa, la Alianza Atlántica “asume la obligación de impedir una ampliación de la OTAN a otros Estados, incluida la adhesión de Ucrania”, y renuncia a hacer ejercicios militares en esa región, el Cáucaso y Asia Central.

Además, Moscú exige a la Alianza a que “se comprometa a no desplegar sus fuerzas armadas y armamento en territorio de todos los demás países europeos” y, en caso de amenaza a la seguridad, que los despliegues solo se hagan “con el consentimiento de todos los participantes”. Es decir, en una guerra como la del Donbáss, Rusia tendría que dar el visto bueno al envío de armas de Estados Unidos a Kiev.

En un sucinto comunicado, la Casa Blanca ha confirmado que Biden dejó claro a su homólogo ruso que Estados Unidos y sus aliados y socios responderán de manera decisiva si Rusia invade Ucrania. El presidente también expresó su apoyo a la diplomacia, mediante las tres reuniones previstas en enero. Biden reiteró que el progreso sustancial en esas mesas de diálogo solo puede darse en un escenario de desescalada, por lo que instó a Putin a reducir la tensión en la frontera.

Mientras que el gobierno de Kiev ha rebajado la tensión al afirmar que no ve una amenaza de agresión abierta por parte rusa. “Sí, hay un aumento de las fuerzas del Ejército. Pero no vemos una concentración importante en nuestras fronteras, como publican algunos medios en el extranjero”, matizó el secretario del Consejo de Seguridad y Defensa de Ucrania, Oleksiy Danílov, según la agencia Interfax[2].

Durante tres semanas de frenéticas negociaciones a varias bandas se ha dejado de manifiesto que Estados Unidos no desea mover ficha en solitario en este espinoso asunto. El secretario de Estado, Antony Blinken, contactó al respecto con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, y con sus homólogos británico, francés y alemán. El Kremlin, al contrario, se muestra más proclive a tratar directamente con la Casa Blanca, aunque a la vez insta a Estados Unidos a regresar a los acuerdos internacionales que el presidente Donald Trump abandonó.

En este contexto coyuntural, las cinco potencias nucleares (Rusia, Estados Unidos, el Reino Unido, Francia y China) instaron a impedir que se desate una guerra nuclear en el mundo, lo que se desprende de la declaración conjunta, publicada en la web del Kremlin[3]. Sin embargo Putin dijo en una entrevista que “hasta cierto punto las líneas rojas son especulativas” pero “hay que observar lo que viene ocurriendo en los últimos veintitantos años” en las relaciones entre Rusia y Occidente, el “Occidente colectivo” para entender la actual crisis.

En definitiva, el presidente ruso califica de “línea roja” la ampliación de las infraestructuras de la OTAN en Ucrania. Por otro lado, la Cancillería rusa advirtió que el despliegue militar de la OTAN en Georgia es otra «línea roja» para Moscú ya que perjudicaría la seguridad del país. El Ministerio se pronunció de esa manera a pocas semanas del inicio de las conversaciones con la Alianza sobre las garantías en este ámbito. Por su parte, desde la UE insisten que “cualquier discusión” sobre la seguridad en Europa debe contar con la “participación” del bloque.

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha confirmado que la reunión del Consejo Rusia-OTAN se celebrará el 12 de enero, según lo declaró a Reuters un funcionario de esa alianza militar. La fuente de la agencia señaló que “cualquier diálogo con Rusia tendría que proceder sobre la base de la reciprocidad”, así como “abordar las preocupaciones de la OTAN sobre las acciones de Rusia” con respecto a Ucrania, “en consulta con los socios europeos” de la alianza[4].

Concluyamos que es una difícil negociación, en el marco de una nueva guerra fría. Rusia por un lado y los Estados Unidos, la OTAN y Europa por el otro están intentando evitar un enfrentamiento que parecería anunciado, las maniobras en Ucrania, con participación de efectivos estadounidenses, los sobrevuelos de aviones de todos los actores y sus consecuentes intercepciones, las maniobras a gran escala de las fuerzas rusas, no son otra cosa de demostraciones de fuerza para imponer sus respectivas líneas rojas. Pero como siempre detrás de la pelea está el negocio, debemos tener presente los intereses de la provisión de hidrocarburos por parte de Rusia a Europa, la culminación y puesta en marcha del Nord Stream 2 que hace que Ucrania acuse a Rusia de utilizar el gas como arma política.

En un pacto —contrario a las reticencias de Estados Unidos sobre que el Kremlin pudiera utilizarlo como una herramienta de presión poniendo en peligro el suministro energético de Ucrania, por donde hasta ahora pasa el gas)— Alemania y Estados Unidos se comprometieron a sancionar a Moscú si Rusia restringía la entrega del gas a través de Ucrania o utilizara el hidrocarburo como arma política.

No solo los analistas sino el mundo entero y sobre todo Europa deberán estar muy atentos a la evolución de este conflicto. Las consecuencias pueden ser imprevisibles, las negociaciones muy complicadas, pero esperemos para el bien de todos que se lleguen a acuerdos que pongan fin a la amenaza de guerra en la región.

* Jurista USAL con especialización en derecho internacional público y derecho penal. Politólogo y asesor. Docente universitario. Aviador, piloto de aviones y helicópteros. Estudioso de la estrategia global y conflictos.

 

Referencias

[1] Marcos Kowalski. “Rusia. Historia e hipótesis de conflictos”. Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG), 05/09/2021, https://saeeg.org/index.php/2021/09/05/rusia-historia-e-hipotesis-de-conflictos/.

[2] María Antonia Sánchez-Vallejo, Javier G. Cuesta. “Joe Biden y Vladímir Putin muestran sus líneas rojas ante la negociación de enero”. El País (España), 30/12/2021, https://elpais.com/internacional/2021-12-30/joe-biden-y-vladimir-putin-muestran-sus-lineas-rojas-ante-la-negociacion-de-enero.html.

[3] “Rusia, EEUU, Reino Unido, Francia y China se comprometen a impedir una guerra nuclear”. Sputnik, 03/01/2022, https://mundo.sputniknews.com/20220103/rusia-eeuu-reino-unido-francia-y-china-se-comprometen-a-impedir-una-guerra-nuclear-1119956220.html

[4] “La OTAN confirma que la reunión con Rusia será el 12 de enero”. RT, 04/01/2022, https://actualidad.rt.com/actualidad/415801-otan-confirma-reunion-rusia.

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