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EL CLIVAJE EN LAS TENDENCIAS DE LOS VOTANTES

Héctor Melitón Martínez*

Imagen de Augusto Ordonez en Pixabay

Primero aclaremos que clivaje proviene del inglés “cleavaje” y es un concepto utilizado en ciencia política para analizar las tendencias del voto, es decir que se refiere a las preferencias y a las divisiones de los votantes.

Los votantes no se dividen en forma predefinida en grupos a favor o en contra de un determinado tema. Los votantes toman posición en relación con una o a varias cuestiones que lo afectan, eligiendo la opción que más se acerca a su postura.

En síntesis, si imaginamos las diferentes posiciones políticas ante una cuestión como una línea horizontal, el clivaje sería la línea vertical que divide a los diferentes partidos políticos, entre defensores y opositores de esa cuestión.

Bien, esto desde la óptica de un sistema político tradicional —basado en partidos políticos, valores rectores partidarios, plataformas, candidatos surgidos como los más aptos para concretar una plataforma y seleccionados democráticamente dentro del partido— sería algo predecible y hasta mensurable. Pero asistimos a una debilidad del sistema político, donde los partidos políticos no existen como tales, a pesar de que la Constitución los incluye como instituciones fundamentales para la democracia (Art.38.), pues solo tenemos frentes, alianzas, espacios políticos, etc., totalmente heterogéneos en su composición, desde lo ideológico, en su racionalidad instrumental y valores. Tampoco existen plataformas, solo transmiten deseos de alcanzar objetivos, pero no desarrollan el cómo; los candidatos no surgen de la preparación de cuadros que los partidos formaron, sino que son personajes que tienen ya creada una popularidad en muchos casos en actividades no relacionadas con la política partidaria y, en muchos otros casos, promovidos por intereses poco claros tanto internos como internacionales.

Se estila no hablar ni definir posiciones; estas hay que deducirlas de las expresiones de terceros que suponemos que son aliados o seguidores de tal o cual candidato. La idea del candidato es impuesta a la ciudadanía por medio de redes sociales y otros medios de difusión mostrando imágenes aceptables y dos o tres eslóganes que no podrían ser rechazados.

Ante este panorama recuerdo algo que decía un gran estadista del siglo pasado, “la visera más sensible para el hombre es el bolsillo”, por lo tanto existiría un segmento importante que solo inclina sus preferencias por como lo afectan temas como el retroceso económico, ya sea por falta de trabajo, por no alcanzarle el salario, porque no puede sostener cierto nivel de vida o porque su PYME quiebra, por falta de ventas o por ser intolerable la presión fiscal.

Otros quizás se inclinan por la idea de que es necesario hacer cambios estructurales para poder encarar esa modernización que nos permita un desarrollo sostenido y alcanzar instituciones republicanas sólidas y transparentes.

El oficialismo es el menos beneficiado por el desgaste de su gestión, por la crisis que debe enfrentar, muchos dirán por su ineptitud, otros dirán que es por culpa de lo heredado. Siempre en estos casos la más beneficiada es la oposición y más si en su debido momento el oficialismo no alertó sobre lo que había recibido.

La cultura de los políticos populistas es de alta aceptación en un sector importante de la sociedad y en los distintos estamentos sociales. Un cuarto de la población está por debajo de la línea de pobreza y no es una situación transitoria, es algo que padecemos desde hace años, donde son varias generaciones que han visto a sus abuelos, sus padres y ahora ellos vivir del subsidio del Estado, con todos los males que esto acarrea desde lo cultural e identitario, y con la utilización política de este déficit social, que ya no es una red de contención ante una emergencia, y se ha convertido en un estilo de vida para muchos y una forma de hacer política para otros.

Es probable que esta sea una de las aristas más notorias de ese clivaje, que se ve potenciada por la falta de educación tanto ética como cívica e histórica y por la nula capacidad de análisis crítico que ejercita un alto grado de la ciudadanía.

Pero existen otras aristas que también tienen incidencia a veces aisladas y otras formando parte de lo hablado anteriormente, me refiero a lo ideológico. En este sentido existe una parte importante de los votantes que practican un viejo reduccionismo político que es culpar de todo los males a los peronistas. En este sentido, me gustaría saber ¿qué es ahora el peronismo? ¿Son los únicos culpables de todo lo que pasa en Argentina? ¿Acaso los que reivindican esta postura no están en todos los espacios, tanto oficialistas como opositores? ¿No creen que hay muchos que son anti peronistas pero se cubren con ese ropaje para poder utilizar lo simbólico que representa esa vieja y desarticulada tradición? Bueno, para adoptar esta arista o faceta en la selección del clivaje tendríamos que analizar los interrogantes mencionados, de lo contrario sería un reduccionismo poco eficaz, casi un maniqueísmo que nos haría equivocar en visualizar al oponente. En esta postura se observa un amplio sector del oficialismo que, inclusive, cuestiona hasta decisiones de selección de precandidatos por provenir de esa tendencia.

Otro sector es el de los que sueñan con la revolución, el socialismo del siglo XXI, que no es igual a la del siglo anterior, la tecnología y la globalización y la ausencia de una bipolaridad mundial le han dado otras características. Estos sectores, ante la bipolaridad en lo electoral, es probable que adopten un apoyo crítico hacia la oposición.

Por último trataré un sector, que es el más ignorado, que son los integrantes de las Fuerzas Armadas y de las Fuerzas de Seguridad. Si bien es un sector chico, tenemos que sumarle sus amigos, familiares, etc., los cuales sumados son un número importante que ningún candidato se atreve a despreciar. Estos desde hace más de 30 años han sido olvidados, eliminados de la esfera del Estado, bastardeados y denigrados, rescatando y ennobleciendo a quienes fueron en los 70 los que a sangre y fuego intentaban tomar el poder.

Comparto la carta que el Foro de Generales, difundiera recientemente (septiembre 2019) bajo el título “Ante el presente proceso electoral en desarrollo”, donde se exige que los partidos políticos habilitados para participar den a conocer sus plataformas y en especial para este sector:

– Políticas de defensa y seguridad.

– Políticas con respecto a las víctimas del terrorismo.

– Políticas sobre los presos políticos, los cuales superan en promedio los 70 años y de los cuales ya han fallecido más de 500.

Estos temas son las aristas del clivaje de un sector considerable de los votantes que hasta el presente no han sido abordados por ninguno de los postulantes a la elección. Son además temas que hacen a la tan mentada unidad nacional, siempre tan proclamada y nunca efectivizada. Estos sectores se ven como en un “col de sac” (un camino sin salida) y ya ven como muy evidente la discriminación y falta de equidad hacia ellos de ambas partes.

Estos serían a mí entender algunas de las facetas que incidirían en la toma de decisiones ante la futura elección. Seguramente habrá muchas más pero, como dije al principio, el clivaje se dará en base a las distintas necesidades del votante que pueden ser una o varias.

* Licenciado en Ciencia Política, egresado de la Universidad Nacional de Rosario. Miembro de la SAEEG.

NEGOCIACIÓN, ¿INTUICIÓN O MÉTODO?

Santiago B. Palumbo*

La Negociación

Desde sus orígenes el hombre, en su afán por vivir organizadamente, comenzó desarrollando una convivencia con sus semejantes con el propósito de alcanzar una unidad permanente. Es este objetivo el que generó que, en esa intención por organizarse, surgiera casi en forma espontánea una relación de dominación, de poder social, de imposición y de mando de unos hombres sobre otros[1].

A partir de este fenómeno originario e irreversible de la realidad social y política del hombre se genera una lucha constante por alterar o mejorar esa situación y es justamente en procura de alcanzar este objetivo que comienza a participar de un proceso alternativo denominado “negociación”.

Los hombres, al intentar solucionar sus problemas y diferencias, comenzaron tratándose como adversarios, situación que hizo que el enfrentamiento fuera inevitable, produciendo esta modalidad negociadora que, irremediablemente, daba como resultado vencedores y vencidos, estimulando la venganza y no la superación de las diferencias. Ellos percibían a la negociación como una batalla en la que el beneficio de uno se obtenía a expensas de la otra parte.

La negociación es una actividad humana enmarcada dentro de una determinada relación interhumana; ello en cierta forma produce que, en un sentido amplio, la realidad del hombre se transforme en una inmensa mesa de negociaciones, en la que negocia en forma permanente. A pesar de que este término se ha empleado en forma limitada a temas laborales o políticos, la actividad de negociar es universal[2].

La aproximación al siglo XXI, ha determinado en forma cada vez más acentuada, que el desarrollo de la sociedad moderna se encamine hacia una cultura de la negociación, en la cual se procura mejorar o al menos no dañar la relación entre las partes[3]. Esta nueva dinámica que el mundo actual está adquiriendo, obliga a repensar la totalidad de los esquemas conceptuales así como las prácticas empleadas en la resolución de problemas.

El fenómeno de apertura económica e internacionalización que actualmente se encuentra en desarrollo acelerado, está exigiendo cada vez más la puesta en marcha de procesos y estrategias que permitan manejar de manera efectiva y eficaz la resolución de problemas. Por tal motivo, se considera de vital importancia abordar el estudio de la negociación en forma sistemática, con el propósito de poder realizar un aprovechamiento de la misma, de un modo racional y no meramente intuitivo.

El rol de la intuición en la negociación

En el pasado el negociador había encontrado en la intuición un método práctico[4] y eficiente para la resolución de problemas, ello en razón de que, ante el desconocimiento de los verdaderos mecanismos que en su modalidad negociadora intervenían, al igual que de la falta de conciencia de sus procesos inferenciales, así como debido a su carencia sistemática, hallaba en la intuición esa síntesis intelectual, que justificaba su pobreza metodológica.

No obstante, cabe destacar que el empleo del término “intuición”, no siempre fue hecho con un conocimiento claro de lo que el mismo expresaba ya que, depende de las circunstancias, puede designar: a) una facultad prerracional (intuición como percepción); b) una aptitud suprarracional (intuición como imaginación); c) una variedad de la razón (intuición como razón)[5].

Pero más allá de las distintas interpretaciones que pudieran asignársele a la intuición, nuestro propósito es poder precisar cuál es su verdadero rol en nuestro objetivo por hacer de la negociación una herramienta de empleo eficaz y beneficios mutuos, ya que algunas situaciones requieren inexorablemente de un profundo análisis que por su complejidad e importancia necesitan de un pensamiento racional.

Por tal razón, el papel de la intuición en la negociación debe ser el del motor creador que permita al negociador elaborar ideas no convencionales que posibiliten interpretar de manera profunda la compleja realidad sobre la que le toca actuar, dado que la razón por sí sola en ocasiones es incapaz de conducir a nuevas ideas.

La intención no es que se plantee la opción por la intuición o la razón, sino su combinatoria, procurando disciplinar racionalmente a la intuición, permitiendo que ésta movilice a la razón y, al igual que otras formas de conocimiento y de razonamiento, las diversas formas de intuición deben ser encaminadas para que sean realmente útiles.

El método en la negociación

El método no constituye un problema “per se”; Maquiavelo no se puso a pensar en que método elegiría para llevar a cabo su obra, simplemente como vulgarmente se suele decir, puso manos a la obra. Pero en realidad, la necesidad de emplear un método no debe constituir un simple aditamento de la negociación, es decir una herramienta más, sino el modo mismo de operar del negociador[6].

Existe muchas veces por parte del negociador un desconocimiento de aquellos aspectos centrales que caracterizan la estructura de la negociación, como por ejemplo: ¿quién negocia?, ¿cómo lo hace? ¿dónde?, ¿cuáles son los intereses substanciales?, ¿cuáles son las características de los negociadores?, ¿cuáles son sus estrategias de negociación?, etc. Si bien todos estos aspectos pueden ser considerados en la práctica por los negociadores, el hecho de hacerlo en forma intuitiva desconociendo su mecánica teórica y sus principales características metodológicas, determinan la imposibilidad de un empleo de dichos aspectos en forma oportuna , eficiente y eficaz[7].

Esta falta de preparación del negociador y su excesiva confianza para percibir rápidamente las características dominantes de la negociación, determinan en la mayoría de los casos, ante la ausencia de un criterio metodológico, una modalidad negociadora con base en posiciones. De esta forma, se genera un estilo negociador que dista notablemente de los criterios adecuados que cualquier método de negociación debe presentar, a saber:

  1. debe conducir a un acuerdo sensato (si el acuerdo es posible);
  2. debe ser eficiente y
  3. debe mejorar la relación entre las partes (o al menos no deteriorarlas).

Al negociar con base en posiciones, se presta mayor atención a las posiciones que a satisfacer los intereses y las preocupaciones subyacentes de las partes. De esta manera, se pretende mejorar las posibilidades de llegar a un acuerdo favorable, con posiciones extremas en los inicios de la negociación las que se sostienen tenazmente procurando de esta manera engañar a la otra parte, frente a lo que son sus verdaderas pretensiones, y realizando pequeñas concesiones sólo cuando resulte necesario continuar con la negociación. Ello sin lugar a duda, se traduce en un cúmulo de complicaciones en el objetivo de encontrar un acuerdo, traduciéndose la negociación       en un enfrentamiento de voluntades[8].

En realidad en esta modalidad negociadora no-estructurada, el ganar o el perder, resulta ser el punto principal. Pero si consideramos que todas las situaciones en que nos encontramos en la vida pueden ser negociables, el enfoque ganar-perder, se torna insostenible.

La profunda transformación que en los tiempos presentes se está experimentando, nos exige el empleo de métodos de negociación, bien planeados y estructurados, que permita operar en un entorno, que si bien resulta en parte competitivo y en parte cooperativo, posibilite transformar la competencia en un esfuerzo cooperativo[9].

…y la experiencia

Seguramente que a lo largo de todas las consideraciones precedentes y a medida que el lector se adentraba en nuestro interrogante inicial, ¿negociación, intuición o método?, se acrecentaba con mayor fuerza la falta de un concepto que resultara para muchos negociadores (líderes, ejecutivos, políticos, etc.), de capital importancia: la experiencia.

Resulta válido pensar que la experiencia en muchas ocasiones nos provee de grandes enseñanzas, y no sólo la personal sino también las de otras personas, aunque es necesario comprender que resulta arriesgado apoyarse exclusivamente en ella, ya que en muchas ocasiones el negociador no ha analizado porque se han cometido errores o no han aprendido de los propios.

Algunos de los llamados negociadores experimentados, si bien es cierto que han negociado toda su vida, no todos poseen cabal idea del porqué de su método, ya que lo que realizan de manera tan implícita y profunda como el razonamiento de un eximio corredor de fórmula 1 durante el desarrollo de un gran premio.

Si bien la experiencia negociadora puede ser de gran ayuda, el mundo moderno exige a todo negociador enriquecer sus instrumentos conceptuales y analíticos, valiéndose del auxilio de una estructura metodológica. Ello en virtud de que todas las personas, aprenden a negociar desde temprana edad, siendo en ese contexto muchas de sus experiencias preferentemente competitivas, en donde han tratado de ganar todo lo que fuera posible,  trasladando esas experiencias de vida —sin analizarlas— a situaciones en las que no resultan adecuadas, dejando sin explorar la posibilidad de obtener un resultado en el cual ambas partes de manera cooperativa resulten beneficiadas.

 

*Graduado en Ciencia Política (Universidad J. F. Kennedy). Posgrado en Negociación (UCA). Posgrado en Geopolítica (Escuela Superior de Guerra). Posgrado en Estrategia (EMCFFAA). Curso Superior de Defensa Nacional (Escuela de Defensa Nacional). Curso de Planificación y Administración para la Defensa (CHDS/Universidad Nacional de la Defensa-Washington DC). Desempeñó actividades docentes en la Facultad de Derecho y CBC (UBA). Facultad de Ciencia Política (UJFK), Escuela Superior de Guerra y Escuela Superior de la Prefectura Naval Argentina.

Referencias

[1] BIDART CAMPOS, Germán. Lecciones Elementales de Política. Buenos Aires: EDIAR, 1987, (5ª ed.), p. 110-11.

[2] NIERENBERG, Gerard I. El Arte de Negociar. Buenos Aires: Estudio Cariola Sanz, División Editorial, 1993, p. 13.

[3] RIOS MUÑOZ, José Noé. Como Negociar a partir de la importancia del otro. Bogotá: Planeta, 1997 (1ª ed.), p. 12.

[4] En este caso se trata de un saber hacer, el cual consiste en haber adquirido cierta habilidad mediante la práctica, la crítica y el ejemplo, sin perjuicio de que existan o puedan hacerse explícitas aquellas reglas que determinan la forma de actuar. (RYLE, Gilbert. El Concepto de lo Mental. Buenos Aires: Paidos, 1967, p. 28 y ss.).

[5] BUNGE, Mario. Intuición y Razón. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1996, p. 119 y ss.

[6] Existe el método (práctico) como saber vulgar o conocimiento precientífico, el cual consiste en viejas prácticas decantadas por el uso o en meros actos (físicos o psíquicos) automáticos. En este caso las reglas para su adquisición están implícitas: se siguen o emplean intuitivamente, o sólo porque así se acostumbra. Pero en realidad, debemos entender al método como un conocimiento científico y, por lo tanto, de carácter explícito, en el cual sus reglas se acuerdan y se exponen expresamente, como así también se explican y fundamentan las razones que llevan a quien lo elabora a guiarse por unas y no por otras.(GUIBOURG, Ricardo; GHIGLIANI, Alejandro; GUARINONI, Ricardo. Introducción al Conocimiento Científico. Buenos Aires: EUDEBA, 1997, p. 155).

[7] ALDAO ZAPIOLA, Carlos M. La Negociación. Buenos Aires: Ediciones Macchi, 1992, p. 9.

[8] FISHER, Robert; URY, William; PATTON, Bruce. SÍ …¡ de acuerdo! Colombia: Grupo Editorial Norma, 1996, p. 5-7.

[9] FONT PARROT, Alfred. Negociaciones : entre la cooperación y el conflicto. Barcelona: Grijalbo, 1997, p. 76.

EL PUCARÁ EN EL ATLÁNTICO SUR*

Daniel E. Arias

(Las dos partes anteriores de esta trilogía son Entierro en vida del Pucará y El Pucará en Malvinas)

Hay más razones para apegarse al Puca e impedir su entierro en vida. Están en el mar, al que en Argentina solemos dar la espalda.

Por convenio internacional de búsqueda y rescate firmado en 1979, nos cayó la responsabilidad SAR (Search and Rescue), de buscar, detectar y salvar a todo náufrago en una zona del Atlántico Sur y del Mar Antártico 15 veces mayor que el millón de kilométros cuadrados de Zona Económica Exclusiva que tenemos (teníamos). Pero sólo hay 2 Beechcraft B-200 y un B350 de Prefectura para ello. Sí, no son muy marinos. Pero tampoco hay tantos náufragos últimamente. Salvo que se incluyan los 44 del ARA San Juan, pero es otro tema tabú en el MinDef. Por eso, lo evitaremos.

Al antecesor inmediato evolutivo del Puca, el transporte liviano Guaraní II, la autonomía le alcanzó en 1968 para un cruce del Atlántico, y no era un avión naval. Aquella fue una demostración de capacidades surgida de los oficiales que querían realmente construirlo y exportarlo, el bando aeronáutico más nacionalista que, obviamente, perdió la pulseada, como había sucedido en 1956 con el Pulqui II, como parece suceder siempre.

El Puca fue un modo inteligente de reaprovechar aquel diseño. Pero somos unos cuantos los que le han visto potencial marino al Puca. La Fuerza Aérea Uruguaya usó intensamente sobre el mar sus 8 Pucas, y lloró lágrimas de sangre cuando tuvo que desprogramarlos en 2017. Lo hizo tras constatar que aquí el MinDef se había fumado en 12 estúpidos Beechcraft Texan II la plata para el testeo y la homologación del Puca remotorizado con las turbinas Pratt & Withney. Para lo cual, subrayo, se habían invertido 5 años de trabajo, US$ 15 millones, y faltaban sólo unas 35 horas de ensayos en vuelo.

Los pilotos yoruguas amaban este aparato por su confiabilidad: es un avión que siempre te trae de regreso a casa. Ese cariño se evidencia hasta en el modo exquisito en que los pintaban. Pero con las idas y vueltas de la FAA y su nudo esquizoide de amor-odio por esta máquina, tampoco a Uruguay le dimos un servicio de posventa decente.

Pese a los 3 Puca haciendo COIN en Colombia y los 4 en Sri Lanka, jamás hubo una campaña seria de exportación. En la cúpula aeronáutica, la pulseada siempre la pierden los industrialistas o nacionalistas, y últimamente ya no hay pulseada. Pero la fama de que el Rockwell OV10 Bronco, tan eficaz en Vietnam, tenía un imitador sudaca, uno que soportaba impertérrito las lluvias desde arriba y las balas desde abajo, hizo imposible que algunos países se abstuvieran de tocarnos el timbre para preguntar. ¿Quiere sorprenderse, lectora o lector? ¿Cómo hicimos para perder a estos clientes?

En 1987 Irán —en guerra con Irak— le pidió 110 Pucas al presidente Raúl Alfonsín, e Irak 20, pero no se concretó venta alguna, aunque ese conflicto entre naciones petroleras duró 8 años y le hizo ganar fortunas a casi todo fabricante aeronáutico de la OTAN.

Durante los últimos de los 18 años en que EEUU intervino en  en Vietnam, la Boeing trató discretamente de comprar la licencia de “nuestro Bronco sudaca” para competir con Rockwell, que se estaba luciendo demasiado. Y fue en vano. Los Bronco siguen activos en Yemen, por si alguien pregunta si hay mercado para Pucas.

Venezuela (la pre-chavista y no bolivariana) quería 24 Pucas, pero Rockwell nos sopló el negocio bajando el precio, y lo hizo porque fabricó muchos Broncos, y nosotros pocos Pucas. Malditos taylorianos.

La Fuerza Aérea de Brasil pidió 30 Pucas en 1990, pero canceló la orden al toque para no taponar su programa Embraer 314 Supertucano, aparato inferior en aguante, en armamento y en todo, pero con ese encanto de lo propio. En 1987, en contraste, la FAA había adquirido en Brasil 30 Embraer 312 Tucano, avión inferior en todo al Puca, pero con ese encanto de lo ajeno.

Con 110 unidades, el Puca fue sin embargo el avión militar más construido de nuestra historia, también nuestra única exportación en ese rubro, y un caso de manual sobre cómo no vender algo bueno ni siquiera a uno mismo.

Seamos prácticos

Mi homenaje y disculpas a un forista anónimo (leí a centenares, se me perdió su seudónimo). Tuvo en paralelo conmigo e intepretó con pericia de diseño gráfico la idea de un Puca «navalizado».

Lectoras y lectores, estamos en el horno. No nos sobra la plata pero somos un país con necesidades básicas muy insatisfechas, en materia de defensa, y sólo en el mar nos están costando U$ 3000 millones/año.

Hay que hacer un inventario instantáneo de células de Puca antes de que se transformen en estatuas para intendentes o en chatarra para China. Y nuevamente, si los comodoros odian los Pucas por demasiado argentinos (los aviones), que los aprendan a querer los almirantes. ¿Poco realista?

En lo político, totalmente. Pero en lo técnico, y para un mejor Puca de patrulla armada de fronteras terrestres y marítimas tenemos todo cocinado y pagado. Hay que integrarlo:

  • las N células con más de un 50% de vida útil aprovechable,
  • el prototipo remotorizado por Israel Aerospace Industries (IAI) con los conjuntos turbina-hélice Pratt & Withney Canada PT-6A-62 y hélice cuadripala ,
  • la aviónica “full glass cockpit” suministrada por Elbit (Israel), similar a la del Pampa III, aunque más moderna, instalada y testeada en otro prototipo
  • el sistema FLIR de búsqueda óptica, telescópica y en infrarrojo diseñado por la  DGID (Dirección General de Investigación y Desarrollo) de la Marina
  • el radar de apertura sintética de barrido lateral, desarrollado por INVAP y testeado en un bimotor Beechcraft de la Marina
  • los tanques de combustible suplementario de 500 litros del viejo Guaraní II en punta de ala (la misma en ambos aviones)
  • un datalink militar y el software para programar una bomba planeadora inteligente BGPN Dardo II. Lanzada por gravedad desde 8000 metros, puede alcanzar blancos a 120 km. de distancia y con una precisión de 12 metros
  • Si se quiere darle además capacidad de ataque a tierra o a barcos, o de apoyo a infantería, hay que sustituir las placas de acero 4130 y envolver cockpit y motores en “bañaderas” de kevlar que atajen tiros desde casi todo ángulo. FAdeA se hizo experta en fibras aramídicas embebidas en resinas fabricando el cono de cola del Embraer KC-390. Pero esta vuelta del Puca a su misión de base, el apoyo a infantería, sería sólo un opcional.

El aparato «navalizado» exige un ligero alargamiento de trompa como el ensayado en otro prototipo monoposto de ataque a tierra, el “Superpuca”. Sólo que en este caso la intención sería no albergar más artillería sino “la bocha” del FLIR. Este adminículo óptico e infrarrojo fue desarrollado para el Orion, pero por todo lo dicho, tardará en llegar a ese destino.

El radar de barrido de apertura sintética y  barrido lateral de INVAP ya fue probado en un B-200M del COAN, y funciona joya, como casi todo lo que sale de INVAP. Los tanques de combustible extra en punteras de ala son los que usó el Guaraní II (idéntica ala) para cruzar el Atlántico, están testeados aerodinámicamente y cargan 500 lts. cada uno. Ahí ya estaríamos en casi 4000 km. de alcance en vuelo ferry, con ala limpia. No hay que asustarse de no llevar bombas o misiles en todo paseo. Con semejante artillería de proa como la del Puca, no se necesita munición subalar si uno está sólo patrullando, actividad aburrida si las hay.

El Pucará murió oficialmente ayer, 4 de septiembre de 2019. El avión con que quieren reemplazarlo, el Beechcraft Texan II, es un chiste en comparación, una avioneta glorificada, aunque con la excepcional virtud de ser importada. Pero todavía no hemos pagado los Texan, tenemos sólo 12 y es evidente que pronto no habrá plata para sus repuestos. Toda vez que el país se funde, “la nueva maravilla” de turno se queda sin mantenimiento y en tierra. Si vuela el dólar, el avión no.

El próximo gobierno deberá, por sensato, por pobre, por patriota o por todo ello, dar vuelta este entierro en vida. No se apresuren a echarle responsos:

El Puca vuelve.

Detrás, el único “Puca” remotorizado con los voluminosos y potentes turbopropulsores P&W. En primer plano, uno de los muchos que cayó “bajo fuego amigo” y se transformó en estatua.

*Artículo publicado originalmente en AGENDAR https://agendarweb.com.ar/2019/09/05/el-pucara-en-el-atlantico-sur/