SE INICIÓ FORMALMENTE EL BREXIT

Editorial de El Deber 

Imagen de Pete Linforth en Pixabay

A la medianoche del viernes 31 de enero de 2020, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte (RU) finalmente logró concretar el llamado Brexit, un juego de palabras sobre la salida (“exit”) negociada de Gran Bretaña de la Unión Europea y que se ha venido discutiendo desde el referendo de junio 2016, que les dio a los partidarios del alejamiento una mayoría del 52%. Desde esa fecha se desarrolló un complejo programa de “desprendimiento” del RU de sus ahora ex pares europeos, que inclusive le costó la cabeza a la primera ministra Theresa May, quien nunca pudo alcanzar una mayoría parlamentaria que acepte su plan de salida. El nuevo jefe de Gobierno, Boris Johnson —para sorpresa general— tras llamar a comicios obtuvo una notable victoria que en pocos meses le permitió culminar un complejo proceso que el 31 de enero llegó formalmente a su fin, aunque resta un largo camino por recorrer.

Un breve repaso de la historia de Inglaterra —la parte más importante y vital del RU— podría haber pronosticado el éxito del Brexit sin tanta tinta derramada. Los ingleses nunca se consideraron 100% europeos, ingresaron a la Comunidad Europea (fundada en 1958, hoy UE) recién en 1973 y lo hicieron casi forzados. Anteriormente, el mandatario francés Charles De Gaulle les dificultó el acceso. Los galos aceptaron con agrado su reconciliación con Alemania, no así el ingreso de quien la dirigencia francesa apodó desde siglos atrás “la pérfida Albión”, el verdadero enemigo secular de Francia. La relación inglesa con el “continente” (así llaman a Europa) siempre fue peculiar. Londres intervenía en las pugnas europeas solo cuando peligraba el equilibrio de poder. Gran Bretaña quería un continente sin hegemonías; cuando alguna potencia continental pretendía surgir, lo impedían o trataban de terminar rápidamente con el aspirante de turno.

Por lo expresado, el Brexit es de alguna manera una liberación para los británicos y para la UE el sacarse una piedra del zapato, pero claro, ninguna de las partes lo admitirá explícitamente.

La varias veces pospuesta salida oficial del Reino Unido de la UE llegó a su fin, pero aunque los documentos de separación se hayan firmado, el paso tiene más simbolismo que practicidad. Se inicia un periodo transitorio hasta el verdadero Brexit, fijado para el 1 de enero de 2021; se tiene por delante un tedioso ciclo negociador. En lo interno del RU y para el Gobierno de Su Majestad Británica, quedan pendientes temas profundos como consecuencia del Brexit, entre los cuales sobresale la preocupación de Escocia, que probablemente solicite una nueva consulta popular para determinar si los escoceses quieren seguir siendo parte del RU o ser independientes. En el plebiscito de 1914 ganó la unidad con el 55% de votos. La región será muy perjudicada por los aranceles a sus famosos whiskys y finas lanas; las gabelas le serán aplicadas estrictamente, ya que el RU abandonó la UE. Quedan sobre el tapete varios asuntos más para el RU y la propia UE, pero esa será otra historia.

Lo válido hoy: verificar una vez más —con esta acción del Brexit— que Gran Bretaña jamás se pensó a sí misma como parte integral de Europa. Ya liberada de su compromiso continental, ha anunciado que buscará nuevos socios comerciales en el marco de la Comunidad Británica de Naciones, como también con EEUU y otros países. El tiempo dirá si el Brexit termina siendo exitoso para el RU o será un fracaso. Por ahora, Londres vuelve a su tradicional aislamiento de los asuntos europeos, vuelve a lo que ha sido su posición por siglos. Está visto que, aunque superficialmente no lo parezca y se hubiera hecho un genuino esfuerzo integracionista desde ambas partes, el Reino Unido y Europa siguen siendo dos mundos distintos.

 

*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com

Tomado de Diario Nuevo Sur, Bolivia, https://eldeber.com.bo/164491_se-inicio-formalmente-el-brexit

FRENOS Y ESTÍMULOS PARA CRECER CON LIBERTAD ECONÓMICA

Agustín Saavedra Weise*

Joseph Alois Schumpeter (1883-1950) 

El gran economista austríaco Joseph Alois Schumpeter, creador de la teoría de la innovación y divulgador del proceso de destrucción creativa (1883-1950) repetía una metáfora que —dicha ya en su ancianidad— sigue siendo válida para este agitado tercer milenio: “un auto anda más rápido por la sencilla razón de tener frenos”. Y el capitalismo los debe tener también, si es que quiere marchar ordenadamente. En la empresa privada no todo son ganancias, existe además una importante función comunitaria. El ingrediente social es básico, ahí cabe la intervención estatal como ente regulador y factor de equilibrio, no como propietario o competencia, ya que —por lo general— cuando el Estado administra en forma directa nunca lo hace bien.

El Estado debe actuar imponiendo carriles de funcionamiento y mecanismos reguladores, todo ello en un marco de libertad económica y con respeto al mercado, pero respetando aún más —y vigilando— la obligación imperiosa de las grandes empresas de servir a la comunidad, no servirse de ella. Sin un Estado que regule y arbitre, el capitalismo tiende a ser salvaje, se transforma en un Ferrari sin frenos, en un bólido ultra peligroso al no tener quien lo pare. Ese freno, moderado e inteligente, pero freno al fin, es tarea esencial del Estado.

Ahora bien, una cosa es el freno para controlar excesos de velocidad y otra es forzar el freno de mano para trancar, obstaculizar y parar la máquina. Ese jamás debe ser el propósito del Estado, pues una de sus inherentes obligaciones radica en su capacidad de estimular el desarrollo sobre la base de la confianza, la estabilidad económica y la fundamental seguridad jurídica de la propiedad privada. En la práctica, no es siempre fácil ni sencillo lograr un balance adecuado, pero hay que intentarlo. Una empresa libre de frenos puede llegar a ser incontrolable y frenos excesivos pueden parar el proceso de creación de fuentes de riqueza o de empleo; es más, por una regulación excesiva se puede parar hasta la producción misma. Este tercer milenio —que ya entra en su tercera década— viene arrastrando los excesos del reciente pasado, tanto por el lado de las liberalizaciones como por el lado de las regulaciones. Es tarea de una dirigencia inteligente estudiar la mejor manera de crear nuevas condiciones aptas para los tiempos actuales. Esto es válido aquí en nuestra Bolivia y en el ámbito de las naciones emergentes en general.

Conviene recordar siempre que el capitalismo productivo precisa incentivos al mismo tiempo que requiere frenos para así crecer equilibradamente, seguir produciendo y generar más empleos. Tal como un diminuto átomo debidamente tratado puede provocar una explosión nuclear y así libera una enorme cantidad de energía, de la misma manera se logrará lo propio en la economía nacional, siempre que estímulos y regulaciones se sintonicen con el impulso productivo a la par de contar con buenos frenos para aplicarlos con firmeza cuando hay peligro por exceso de velocidad. Eso debemos lograr en Bolivia: una fina sintonía entre regulación y estímulo que genere impulsos capaces de acelerar el crecimiento. El Estado debe regular y frenar cuando corresponda, pero si únicamente frena y no estimula, poco margen quedará para lograr el cambio cualitativo que el país imperiosamente precisa en este flamante 2020.

*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com

Tomado de Diario Nuevo Sur, Bolivia, https://diarionuevosur.com/frenos-y-estimulos-para-crecer-con-libertad-economica/

Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales

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