UN CIRCO CON DOS PISTAS

F. Javier Blasco*

Desde que recientemente el mundo ha perdido no pocos de sus tradicionales papeles y hasta, en muchos casos, la cabeza debido a las abultadas y omnipresentes leyes ―como podría ser el caso de la exagerada concienciación individual y colectiva sobre la protección animal― nuestras vidas han cambiado mucho y han afectado a bastantes aspectos de ellas, modos o maneras de vida y comportamientos.

En el caso concreto de los animales, sus leyes afectan a negocios de mascotas, locales para su cuidado o atención sanitaria y hasta diversos tipos de divertimento en los que la atracción principal corría a cargo de estos, tal y como era el caso del legendario y siempre presente espectáculo, conocido como ‘el circo’.

En este caso y como viene siendo un comportamiento habitual, el ser humano evoluciona y se adapta rápidamente a los acontecimientos para cambiar las cosas de tal modo y manera, que el objetivo principal, el espectáculo y la diversión queden aseguradas y en poco tiempo, ya habremos olvidado la ausencia de los animales en las pistas circenses.

Ahora, en la mayoría de los países civilizados hay circos basados en diversos tipos de espectáculo de habilidad, malabaristas, equilibristas con gran riesgo personal o, lo que es más importante, grandes humoristas.

En España también ocurre lo mismo, pero no solo en dicho mundillo; nuestros políticos, la mayoría aprendices de brujos, y muy dados a la pantomima, el engaño y la exageración han encontrado en ese tipo de espectáculos su modus vivendi, el ambiente en el que esconderse, engordar y si es posible afanar lo que se pueda y casi siempre, representando un papel de bufón o fuera de contexto a la menor ocasión que se les presenta o si se lo exige el guion.

Así, y debido al inesperado y no bien sopesado auge de la corrupción con las famosas mascarillas de protección individual muy necesarias, sobre todo, al principio de la inacabada pandemia, alguien decidió tirar de la manta y denunciar hechos extraños al sorprenderse ante inusitados incrementos de negocio y beneficio por parte de «empresas», auténticos fantasmas por su permanente inactividad y manifiesta lejanía de experiencia en el requerido ramo de sus negocios.

Denuncia, que, si bien inicialmente no prosperó, porque en España todo se tapa y porque nuestra poco eficiente justicia es lenta a rabiar, finalmente su incipiente camino a la publicidad hizo que saltaran ciertas alarmas en el PSOE y en el gobierno de coalición con lo que, como de costumbre, se procedió de inmediato a poner un parche a modo de vulgar chapuza con la esperanza de que tapara su gravedad.

Chapuza, que consistió en la destitución inmediata del todopoderoso Abalos de todos sus cargos en el partido y convertirlo en un diputado de tropa raso porque, a pesar de todo ello y por lo mucho que éste sabía, debían cumplirse dos objetivos, proporcionarle un sustento para mantener su apretada actividad personal y familiar y darle la necesaria cobertura legal para que no fuera llamado a declarar por cualquier juzgado de guardia u oficio en manos de un juez o jueza habidos de hacer justicia ante hechos tan graves y reprobables como estos. Paralelamente, se buscó un cabeza de turco, Koldo el chico para todo e impagable ayudante de Abalos, sobre el que recargar todas las culpas y dejar a su jefe e instancias superiores a este, libres de toda sospecha, polvo y paja.

La mencionada argucia no ha prosperado tal como se esperaba en el gobierno y su partido, por lo que llevamos más de tres meses arrastrando acusaciones y reprobaciones cruzadas entre los dos partidos mayoritarios, incluso en sede parlamentaria. Se han sacado todo tipo de trapos sucios y hasta, como primera derivada de tamaño quilombo, ha entrado en juego la esposa del presidente del gobierno, Begoña Gómez, con una serie de tejemanejes, cartas sospechosas o poco dignas como mínimo y unas acciones que apestan a un fétido tráfico de influencias que implican al mismo presidente y a su actividad en los consejos de ministros donde se aprobaron determinadas y opulentas subvenciones a ciertas empresas que, a su vez o con posterioridad inmediata, esponsorizaban las actividades de su señora.

Como viene siendo habitual, el señor Sánchez ha sacado uno de sus siempre eternos comodines, la presidenta de la Comunidad de Madrid y sus relaciones familiares o de pareja, rebuscando entre la basura y las heces e implicando para ello ―aunque no tienen punto de comparación ni a simple vista implicaciones para Ayuso― a altas instancias de Hacienda y de la fiscalía. Hechos estos se unen a otros bulos y falsedades sobre la mujer de jefe de la oposición y demás zarandajas traídas a colación por el mismísimo presidente del gobierno o su vicepresidenta económica, aunque pronto se demostraron falsas de toda falsedad.

Acusaciones y denuncias aquellas, que como finalmente han sido elevadas a la justicia, algún día verán la luz en sentencias firmes y sabremos, otra vez más, quién tenía razón al esgrimirlas o al defenderse de ellas.

En cualquier caso, y volviendo al tema que centra este pequeño trabajo de análisis, el follón ya está asegurado. Sánchez necesita mucho humo y más ruido de crispación para esconder su incapacidad de gobernar en esta quebradiza e inútil legislatura, sus oscuras actividades en busca de la perniciosa e inconstitucional Ley de Amnistía y la cesión total ante el prófugo Puigdemont y su camarilla de traidores a la patria, quienes dentro de nada y a no ser que la UE nos salve -tras haber cambiado a su dictado el Código Penal y varias leyes importantes más, sus expedientes delictivos- quedarán limpios de toda mancha como si hubieran sido lavados con la lejía más potente.  

Para que todo el montaje anterior ocurra y sea realmente eficaz y efectivo, ha sido preciso montar un circo de dos pistas en las Cortes y el Senado; estamentos dominados respectivamente por unos y otros donde en breve, se procederá a la puesta en práctica de sendas comisiones de investigación, que como ya todos sabemos, a falta de nuevas inclusiones en la larga serie y más que incompleta lista de citados a declarar, no sucederá nada de relevancia salvo lo dicho, mucho humo y ruido inútil porque en ambos casos, se han mirado a la cara antes de entrar en combate y parecen haber acordado no hacerse un daño grave e insalvable en la cara porque, resulta que en ninguno de los citados listados aparecen los principales actores, a pesar de que llevan protagonizando las cabeceras de periódicos y telediarios durante los últimos meses.

Un espectáculo propio de un circo donde casi nada es verdad y más bien ficticio, e incluso, en este caso, podría llegar a ser indecente e impropio de democracias liberales en las que se persigue la búsqueda de la verdad, cueste lo que cueste y caiga quien caiga, por mucho que afecte al partido en cuestión o a su mayor adversario político. 

Si está mal que el gobierno monte su circo particular para mantenerse en pie y tratar de derivar la atención, considero mucho más grave, que la oposición entre al trapo, monte su propio circo de forma simultánea para añadir más ruido al ambiente y que este, además, no incluya toda la carne en el asador en un momento donde es más que necesario.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

EUROPA DEL ESTE VUELVE A SER UNA REGIÓN DE DISRUPCIÓN MAYOR

Alberto Hutschenreuter*

La zona que se extiende desde Finlandia hasta el mar Negro se está convirtiendo en la región más militarizada y tensa del mundo. En Ucrania la guerra ha ingresado en su tercer año, mientras que la confrontación latente entre Occidente y Rusia se desarrolla desde hace bastante más tiempo, aunque el deterioro sensible de este choque entre poderes mayores se produjo a partir de la invasión rusa a Ucrania en febrero de 2022.

Dada la posición de las partes militarmente enfrentadas, los escenarios consideran que la guerra se prolongará, a menos que una de ellas colapse como consecuencia del esfuerzo bélico. Por ello, no es del todo adecuado decir que existe un «punto muerto», pues una de las partes, Rusia, presenta un frente interno menos frágil que la otra, si bien es cierto que a la hora de evaluar ganancias en el terreno prácticamente ninguna logra avances significativos. En parte, esa impotencia explica los ataques fuera de la zona central de choque.

En efecto, si consideramos la situación política, social, económica y militar de Rusia y Ucrania, las ventajas las tiene la primera, pues la guerra fungió funcional para que el régimen fuera más rápido para concentrar su poder y lograr un compromiso nacional. Asimismo, las trece rondas de sanciones no quebraron a Rusia; por último, aunque podría traer problemas a la economía en el mediano plazo, la industria militar rusa está alcanzando un grado de producción (de proyectiles, drones, entre otros) que le permite sostener el frente y «mover» la economía.

De todos modos, la guerra se ha vuelto casi irreductible, no sólo por las posiciones de ambas partes, sino porque, aunque se llegara al mejor de los escenarios, un cese e inicio de negociaciones, ello difícilmente implicará estabilidad, pues podría suceder que Moscú reinicie su plan basado en la no existencia del Estado de Ucrania. Y esta situación podría conducir a un portal hacia lo desconocido.

Más allá de estas consideraciones, por debilidad o por fortaleza la placa geopolítica de Europa del este siempre parece llamada a provocar situaciones de inestabilidad mayor.

Hace poco más de cien años, el final de la Gran Guerra y la desaparición de cuatro imperios (alemán, austro-húngaro-, turco y ruso) llevaron a una configuración geopolítica débil en esa enorme región, un «cinturón de fragmentación» según el término de geopolítico estadounidense Saul Bernard Cohen.

El presidente estadounidense Woodrow Wilson sostuvo firmemente el principio de autodeterminación de los pueblos, lo cual fue sin duda justo para ese mosaico de nacionalidades pos-imperiales, aunque acabaría siendo geopolíticamente no funcional para la estabilidad continental.

En 1925 la diplomacia suave llevada adelante por ese gran estadista que fue Gustavo Stresemann, canciller y ministro de Asuntos Exteriores de Alemania, forjó la primera situación que posteriormente sería aprovechada por la geopolítica revolucionaria de Hitler en el centro y este de Europa. Aquel año se firmaron en Suiza los Tratados de Locarno por los que Francia y Alemania renunciaron a cambiar por la violencia sus fronteras. Sabiamente, Stresemann logró que se evitara tocar la cuestión de las fronteras en el este, donde Alemania había quedado fragmentada por el Tratado de Versalles.

Después de la Segunda Guerra Mundial, Europa quedó dividida. Fue el tiempo de las graníticas esferas de influencia (con la Alemania dividida como epicentro de la rivalidad bipolar), las que se extendieron hasta que a la Unión Soviética se le hizo imposible mantener el «corsé» ideológico-militar en el denominado «imperio soviético» de Europa.

Pero a partir del final de la división, ningún sistema basado en el equilibrio geopolítico se estableció en Europa central y del este. En lugar de un orden continental en el que la seguridad de unos no se fuera construyera en detrimento de la inseguridad de otros, la extensión illimitata de la OTAN produjo lo contrario: un desequilibrio geopolítico en detrimento del actor geográficamente más grande, pero territorialmente más inseguro de Europa, Rusia.

Por tanto, si hace un siglo Europa del centro-este fue un problema por su debilidad, hoy lo es por su fortaleza. Si en el mejor de los casos se llega a un acuerdo entre Rusia y Ucrania, la región quedará dividida por una rígida cortina militar, es decir, sin ninguna buffer zone. En caso de continuar la contienda logrando Rusia cada vez más ganancias territoriales, es difícil considerar qué podría suceder en la región, aunque sin duda no habrá descenso alguno de la acumulación y tensión militar. Más todavía, no habría que descartar una situación de «reajustes» geopolíticos considerando los «durmientes territoriales» que existen allí, por caso, los situados en Ucrania y Moldavia reclamados por las fuerzas políticas de derecha en Rumanía

Desde el fin de la Primera Guerra Mundial hasta hoy, tres configuraciones geopolíticas marcaron el destino de Europa del este: la fragilidad interestatal, los bloques geoestratégicos y, hasta ahora, la guerra y la fuerte armamentización OTAN-Rusia que, más que una configuración, es una situación de confrontación latente mayor.

A esta situación se llegó por no haberse respetado la geopolítica, es decir, en lugar de crearse un espacio basado en la seguridad indivisible altamente garantizado por los poderes preeminentes, los pactos y las organizaciones intergubernamentales, se llevó la victoria en la Guerra Fría más allá de lo conveniente, es decir, no solo comenzó a degradarse la victoria a medida que la OTAN marchaba rumbo al este, sino que se alimentó una crisis y una guerra cuyo desenlace podría implicar un nuevo (y en parte desconocido) descenso de la seguridad internacional.

 

* Alberto Hutschenreuter es miembro de la SAEEG. Su último libro, recientemente publicado, se titula El descenso de la política mundial en el siglo XXI. Cápsulas estratégicas y geopolíticas para sobrellevar la incertidumbre, Almaluz, CABA, 2023.

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GUAYANA ESEQUIBA: IRFAAN LO QUE DICES QUE ES TUYO, NO TE PERTENECE

Abraham Gómez R.*

Luego del acto de promulgación (Ejecútese) de la Ley Orgánica para la Defensa de la Guayana Esequiba, por parte del Jefe del Estado venezolano, Nicolás Maduro Moros, a partir de un meritorio y elogiable trabajo de todas las comisiones de nuestro Parlamento que intervinieron, participaron y aportaron valiosas ideas para la concreción del mencionado instrumento normativo, acabamos de leer con estupefacción y captar e interpretar en su exacto sentido e intencionalidad las declaraciones dadas a la prensa internacional por parte del presidente guyanés Mohamed Irfaan Ali.

Manifestaciones atrabiliarias que no parecen las de una persona que tiene la función de dirigir los destinos de un país por la cantidad de falacias y desvergüenzas que llevan incorporadas sus palabras, implícita y explícitamente.

Pretende torcer, con lo que dice, la realidad de un hecho histórico que desborda su capacidad analítica y que (sospechamos) domina escasamente el pensamiento crítico. Tal cual lo percibimos.

Entonces, con las inocultables características detectadas se ve obligado a apelar a mentiras indigeribles como, por ejemplo, señalar que: “Venezuela busca apoderarse de las dos terceras partes del territorio de la República Cooperativa de Guyana”.

Así, además, en ese mismo tono acusa a nuestro país de ser irrespetuoso del Derecho Internacional, de desconocer las materias contempladas en la Carta de las Naciones Unidas; y nos somete al escarnio por la supuesta violación del Acuerdo de Argyle, suscrito bilateralmente, el 14 de diciembre del año pasado.

Cuando nos detenemos a tratar de entender esa ristra contra nosotros, consideramos que ―tal vez― lo más protuberante y “lapidario” de lo que dijo el mandatario de la excolonia británica fue que: “su gobierno no tolerará anexión, incautación u ocupación de ninguna parte de su geografía nacional”.

En consecuencia, frente a tamaño ultraje nos vemos obligados a precisar ―y poner en su sitio― esas enormes distorsiones.

Comencemos. Lo único que heredó Guyana del Reino Unido, una vez que alcanzó su independencia, el 26 de mayo de 1966, era lo que el Imperio Inglés había adquirido de los Países Bajos en 1814, las colonias de Berbice y Demerara; mediante el conocido “Tratado Anglo-Holandés”, cuyo territorio (aunque indefinido) no alcanzaba ni 60.000 km2. Nada más, sin lugar a dudas, cuyo costado oeste llegaba (como obligantemente tenía que ser) hasta la mitad del río Esequibo.

Por tal motivo, lo instamos presidente Irfaan ―conjuntamente con sus voceros principales que declaran para los medios internacionales— a revisitar la exacta documentación que registra y da cuenta de los mencionados acontecimientos; para que se evite inaceptables deslices, impropios a su investidura.

Agrego más, debe saber el Dr. Ali (en su condición de egresado universitario, especializado en geografía e historia) que fue por intermedio de una tratativa perversa, cargada de añagaza jurídica, como se perpetró el vil arrebato que se le hizo a Venezuela de una séptima parte de nuestra extensión territorial; acto viciado, desde sus orígenes, y que se quiso “barnizar con legitimación astuta” sentenciando el denominado Laudo Arbitral de París, el 3 de octubre de 1899. Oprobioso fallo que entraña el atropello que se nos causó, en colusión de los imperios de entonces y que hemos arrastrado, por consiguiente.

Ese precitado adefesio jurídico comporta un documento nulo de nulidad absoluta que Venezuela nunca convalidó y menos ejecutó, en 1905, con la tramposa demarcación que han querido meter de contrabando en la acción interpuesta contra nosotros en la Sala Jurisdicente.

Tan descarada y bochornosa resultó la decisión arbitral que tuvieron que suscribir y ratificar, el 17 de febrero de 1966, el Acuerdo de Ginebra, donde reconocen las tropelías cometidas y a través de su contenido quedó rechazado e invalidado el “cacareado laudo” que han intentado “revivir” como causa de pedir por ante la Corte Internacional de Justicia.

Ese laudo al no tener eficacia jurídica ni ser oponible a nada es un fraude legal con todas sus letras.

El Acuerdo de Ginebra es ―en el presente— el único documento con pleno vigor jurídico donde se asienta esta controversia, que mandata la búsqueda de una solución “práctica y satisfactoria” para ambas partes, en un clima propicio de diálogo y pacífico de mutuo entendimiento entre los concernidos.

Míster Irfaan lo invito a revisitar reflexiva e investigativamente el Acuerdo de Ginebra para que logre entender que en ninguna parte del escrito se le concede soberanía a su país sobre la extensión territorial que por años habíamos denominado “Zona en Reclamación” y que a partir del 3 de abril de 2024 ha recibido la categoría de estado Guayana Esequiba.

Tampoco dejaremos pasar desapercibida la grosería que nos acaba de enrostrar su vicepresidente, Bharrat Jagdeo, cuando expresa que: “Venezuela busca la anexión por decreto de 5 regiones, bien demarcadas, que le corresponden al espacio territorial de Guyana, según la Constitución Nacional de 1980”

Cabe una pregunta inmensamente interesante para ambos funcionarios que circunstancialmente gobiernan allá, bajo la tutela —bien marcada— de las empresas transnacionales.

¿Cómo se llama y qué calificativo le damos al hecho deleznable que nos causaron hace más de cien años?

Dejamos en claro la debida advertencia de que la restitución que alcanzamos con la promulgada Ley de Defensa de la Guayana Esequiba no irrumpe contra el noble pueblo guyanés que habita la zona; por el contrario, en el precitado instrumento normativo hay un capítulo especial para la asistencia integral de nuestros compatriotas que allí han vivido por años y con quienes ―desde ya— estamos estructurando un hermoso proceso de identidad nacional.

 

* Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua. Asesor de la Comisión de la Asamblea Nacional por el Esequibo y la Soberanía Territorial. Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV). Consultor de la Fundación Venezuela Esequiba.

Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales

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